Capítulo 3
Welcome back
Martes, 4 de Agosto
Mañana.
—Lo más importante son los papeles, las notas y eso…
Vosotros dos revisáis la sala y el área de enfrente,
vosotros, id a la parte de atrás de la casa. Yo miraré
en las habitaciones… —ordenó el jefe de policía
de pie frente a la casa del médico que todos suponían
se había suicidado el día anterior.
En realidad era una revisión de rutina, sólo para
establecer con claridad sus motivos, pero era necesario hacerlo
ya que su familia no se encontraba allí. De todas maneras,
Arden creía firmemente en investigar a cabalidad, sobre todo
si se trataba de alguien que había vivido allí toda
su vida.
Entraron a la casa, observando el lugar que estaba bastante limpio,
aunque no parecía tener demasiadas cosas. Había sido
un hombre reservado y tranquilo, a pesar de la tragedia de su esposa
y el comportamiento extraño de su hijo.
Un ruido lo sacó de su ensimismamiento y lo hizo alzar la
cabeza. ¿Qué había sido eso? Había sonado
como si se cayese algo, pero… De nuevo escuchó aquel
ruido, acompañado de dos pasos y se giró, haciendo
una seña a sus hombres ya que aún no pasaban de la
sala.
Se llevó un dedo a los labios, sacando su arma por si acaso
y acercándose a la puerta de la habitación principal,
esperando a que otro de los suyos se colocase del otro lado. Empujó
la puerta con cuidado, dejando que se abriese casi por sí
sola.
Bjorn se volteó de golpe y los miró sorprendido,
cambiando su expresión por una actitud molesta después.
Tenía un papelito en la mano y se lo guardó en el
bolsillo.
—¿Qué pasa?
Arden bajó el arma, sorprendido también, aunque
no su subalterno, que parecía irritado.
—¿Qué haces aquí?
—Jones, baja el arma, es su casa —le recordó
su jefe frunciendo un poco el ceño porque se comportase así
y volviendo a mirar al chico —. ¿Cuándo regresaste?
¿Estás enterado de lo sucedido? —le preguntó
observando aquel corte sobre la ceja derecha.
—Lo sabe todo el mundo… —murmuró, mirando
al suelo y cogiendo un cigarro del bolsillo de los jeans —.
Una mujer me llamó esta mañana.
—Sí, di la orden de que te contactasen, pero no sabíamos
que volverías aquí —se guardó el arma,
acercándose un poco —. ¿Tienes alguna idea de
por qué pudo haber sucedido esto?
—No sé… hacía años que no hablaba
con él —cogió su bolsa del suelo y se la puso
al hombro, sacándose el cigarro de los labios y dejando salir
el humo, mirando por la ventana de soslayo con impaciencia. A la
vista estaba que quería irse.
—Sé que debe ser un mal momento para ti, pero ¿puedes
acompañarnos a la oficina? Quisiéramos hacerte algunas
preguntas —le pidió amablemente, aunque en su tono
se notaba que no iba a aceptar un no como respuesta.
—¿Tengo opciones? —torció un poco la
boca y los pasó de largo, empujando ligeramente al otro por
no apartarse, dirigiéndose hacia la salida.
Se quedó mirando a los dos chicos que iban hacía
allí, y sus ojos se detuvieron en el moreno, dejando de caminar
y simplemente observándolo. Hacía años que
no lo veía, aunque tampoco es como que fuera su amigo o algo
así.
Jan se detuvo, mirándolo sorprendido. Miró al padre
de Angel por un momento y luego volvió a mirar al chico,
pensando que se veía mucho más maduro.
Algo brilló, cayendo al suelo a medida que se alejaban y
por un momento, Jan pensó en llamarlo, pero en vez de eso
se acercó a recoger aquel anillo, alzando la vista nuevamente.
Bjorn estaba siguiendo a los policías, pero se giró
a mirarlo de nuevo hasta que uno de los oficiales siguió
la línea de su mirada con sospecha.
—¿Qué has cogido? —el rubio lo miró,
y luego a Jan.
El chico negó con la cabeza, poniéndose de pie.
—Nada, creí que se le había caído algo,
pero… —se encogió de hombros, metiéndose
ambas manos en los bolsillos para poder guardar aquello. Le parecía
que lo había tirado a propósito y si se lo decía
a Owen, era capaz de llamarlo a gritos.
—¿Por qué no lo saludaste? Creía que
te gustaba. ¿Es porque se lo llevaba la policía? ¿Piensas
que es un delincuente? —de pronto pareció emocionarse.
—No, seguro que se lo llevan por lo de su padre, sólo
es una formalidad —le aseguró repitiendo lo que había
escuchado en tantos programas televisivos —. Si fuera un delincuente
iría esposado, ¿no?
—No sé…, pero sí, parece lógico
—se cruzó los brazos tras la cabeza y se acercó
a la casa, mirando para dentro por un cristal.
***
—Siéntate, por favor. Puedes dejar esa bolsa aquí
—le pidió Arden al chico, señalándole
una silla.
—¿Qué haces aquí? ¿Cuándo
fue la última vez que hablaste con tu padre? —le preguntó
otro.
—Jones, yo me encargo —lo miró el jefe de manera
seria —, ve a buscarme algo de café, por favor y un
zumo para Bjorn —le pidió exhalando una vez se hubo
ido —. Ve demasiada televisión. Pero sí me gustaría
saber cuándo fue la última vez que hablaste con tu
padre.
—Hace años —se sentó en la silla, aunque
no había dejado la bolsa en ninguna parte. Torció
la sonrisa un poco, mirando a un lado —, más o menos
desde la última vez que me bebí un zumo.
Arden sonrió, tocándose la cabeza.
—Supongo que ha pasado mucho tiempo. ¿Bebes café?
—le preguntó, ya que se le hacía difícil
no verlo como un chico adolescente.
—No… —se cruzó de brazos, apoyando la
espalda de la silla contra la pared —. Mire, yo no sé
por qué se suicidó ni me importa, sólo quiero
coger mis cosas y largarme —lo miró un momento, aunque
luego desvió la mirada hacia las mesas de la oficina.
—¿Por qué te llevabas tan mal con tu padre?
—le preguntó como si no hubiera escuchado que se quería
ir —Ese tipo de muerte no es algo muy… No es la imagen
que tenía de él. Hubiese pensado que elegiría
algo más tranquilo.
El chico golpeteó con los dedos en la mesa, en realidad
tocando el ritmo de una canción que se le había venido
a la cabeza.
—¿Por qué regresaste ahora? —le preguntó
aun así, sin dejar de mirarlo.
—Creo que ya lo he dicho, para coger mis cosas. A lo mejor
le haría falta una de esas libretas… —paró
con los dedos y lo miró un momento, cruzando luego los brazos
sobre la mesa y mirando su propia mano, y la marca blanca que había
dejado la falta del anillo.
—¿Perdiste uno? —le preguntó el policía
sin pasarlo por alto y mirándolo a los ojos luego, o por
lo menos intentándolo ya que el chico rehuía su mirada
—Ya sé que viniste a coger tus cosas, pero ¿por
qué ahora? No tenías que esperar a que tu padre muriese.
El moreno volvió a ignorarlo y se levantó.
—Me voy a acabar de recoger mis cosas.
Arden se levantó sujetándolo por un brazo, aunque
sin hacer fuerza.
—¿Qué te sucedió en la ceja?
Bjorn apartó el brazo de golpe instintivamente y lo miró
de soslayo, llevándose el cigarro a los labios de nuevo y
moviendo un poco el hombro mientras salía de allí.
Arden se le quedó mirando por un momento, serio, y lo siguió
de todas maneras.
—Te acompañaré de vuelta, necesito algo de
aire de todas maneras.
—¡Oiga! Esto es acoso… —se volteó,
desesperándose.
Arden negó con la cabeza, sonriendo un poco luego.
—Aquí lo llamamos amabilidad. Bjorn, no te estoy acusando
de nada o estarías detenido. Sólo quiero asegurarme
de que estés bien.
—Estaré bien cuando me deje en paz, ¿vale?
Dejadme en paz… No me siga —le advirtió, girándose
hacia él y mirándolo.
—Bjorn, sólo intento cumplir con mi trabajo —le
aseguró, aunque sin moverse de allí. Sabía
que no era conveniente seguir empujándolo —. No te
vayas del pueblo aún, quédate unos días y piensa
en si quieres hablar conmigo de nuevo. Me gustaría ayudarte.
El moreno se volteó, negando con la cabeza y saliendo de
la oficina. Sin duda comprendiendo que no le quedaba más
remedio que pasar allí unos días si quería
que lo dejasen en paz. Ni en mil años le darían ganas
de hablar con él.

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