Capítulo 2
Teenage dreams
Lunes, 3 de Agosto
—Ya, mamá… que estoy bien, sólo me quiero
ir a duchar… —protestó Owen, que se había
tomado una manzanilla y estaba en realidad cómodamente apoyado
en su madre, que no dejaba de achucharlo.
—¿Seguro? Ay… no sé… —miraba
a su marido todo el tiempo. Tenían un viaje planeado con
los padres de Jan, y ahora no estaban seguros de qué hacer
—Podemos cancelarlo.
—Pero si no vimos nadaaaa —el rubio la miró
a los ojos. No quería estropearles las vacaciones —.
Estoy bien, mira —le sonrió.
—Eso da igual, tal vez no sea buena idea dejaros solos —la
madre de Jan tampoco estaba muy segura de aquello. Después
de todo, su hijo siempre se hacía el fuerte.
—¿Por qué no? No tuvo nada que ver con nosotros.
Estamos bien… —se quejó el chico mirando a su
padre como buscando apoyo.
—Sí, están bien. Siempre hay algo para cancelar
las vacaciones —lo ayudó su padre —. Están
pensando que somos unos agobiantes. Ellos en realidad prefieren
estar a sus cosas.
—Eso…
—Bueno… nos lo pensamos esta noche, ¿no? —insistió
la madre de Owen.
—¿Se puede quedar ya hoy a dormir Jan? —le
preguntó el chico aprovechando.
—Sí, que se quede si quiere —interrumpió
el padre del chico, con el apoyo del de Owen.
—Los chicos saben llevar estas cosas a su manera.
—Sí, mamá. En serio estoy bien —le volvió
a asegurar Jan, pensando que no era un crío como para que
lo vigilasen así.
—Bueno…, pero si pasa algo, me llamas enseguida, sin
importar la hora.
—Vale, vamos arriba… —Owen se levantó
y arrastró a Jan de la muñeca por las escaleras.
Se encerró en su cuarto con él, suspirando y apoyándose
contra la puerta para escuchar.
Ahora se habían puesto a hablar del hombre que había
muerto. Estaban diciendo que era el médico.
“¿Por qué se habrá suicidado? Era un
buen hombre”
“Ahora el pobre hijo se queda solo” —murmuraban
las mujeres.
“Pero ese chico no ha vuelto ni una sola vez… Me pregunto
si ya le habrán dicho lo que sucedió”
“Claro que sí, me pregunto cómo se lo tomará…
Primero la madre y ahora esto”
Jan frunció el ceño apretando una mano también,
a pesar de que seguía pegado a la pared, escuchando.
“Seguro que se suicidó porque con tremendo hijo y
sin la mujer…” —se escuchó la voz del padre
de Owen de pronto, y el rubio por fin se apartó, llevándose
a Jan con él.
—No hablan de nosotros. ¿Nos duchamos? ¿Te
duchas conmigo? Please…
—Bueno… —accedió un poco reacio a dejar
de escuchar y mirándolo a los ojos luego —¿Lo
recuerdas? ¿A ese chico?
—Sí, era raro… —cogió ropa de
un cajón, y unos jeans para prestarle a Jan, además
de dos camisetas —¿Tú lo recuerdas?
—Sí, a mí me parecía agradable —comentó
desviando la mirada luego —. Owen… deberías guardar
esto —sacó la bolsa, entregándosela.
—¿Para qué? —se rio, mirando la bolsa
y dejándola por ahí.
—Yo qué sé. Que la guardes bien —la
tomó poniéndosela contra el pecho de todas maneras
—. Sólo hazlo.
—Qué plasta… —la guardó en el
bolsillo del pantalón que iba a ponerse y entró en
el baño, desnudándose y abriendo el agua de la ducha
—. ¿A ti te caía bien el médico?
—Me daba igual… —contestó, quitándose
la ropa por fin y prefiriendo no decir que lo ponía nervioso,
pero claro, eso era porque de todas maneras no le gustaba ir al
médico, a ningún médico —¿Por
qué? ¿A ti te agradaba?
—No, además tenía las manos frías —se
metió bajo el agua y empezó a lavarse sin mojarse
el pelo —. ¿Y tú de qué conocías
al raro?
—No lo llames así —protestó, metiéndose
en la ducha también y restregándose un poco —Lo
conocía de por ahí. A veces lo veía cuando
salíamos de la escuela.
—Qué susceptible… —se quejó, riéndose
después —¿También te pones así
cuando me dicen algo a mí?
—Nadie dice nada de ti, tú eres el que más
habla —sonrió un poco empujándolo —Les
pegaría…
—No me maltrates, que estoy traumatizado… —bromeó
cruel, pero inocentemente, saliendo de la ducha ya, resbalando y
riéndose porque había conseguido apoyarse en el lavabo
antes de caerse. Tiró una toalla al suelo para que no le
sucediese al otro y empezó a secarse —A lo mejor regresa
ahora.
—Sí… ¿Tú crees? —metió
la cara bajo la ducha para que no se notase que había sonreído
de nuevo —Supongo que no va a estar feliz —murmuró
luego cerrando el grifo y sacudiendo la cabeza antes de coger una
toalla.
—Pero no creo que se acuerde de ti —se frotó
el pelo para secarse unas gotas y se miró al espejo empañado.
Jan lo miró mientras se secaba, saliendo luego de la ducha
y dándole una colleja.
—De todos modos vendrá, ¿no? Tienes que venir
si se muere tu padre. ¿Me prestas algo de ropa?
—No sé cuáles son las normas para los raritos
—se vengó por la colleja, señalándole
luego los vaqueros que había junto a sus pantalones y las
dos camisetas —. A ver si crees que me voy a poner todo eso…
¿Te gusta el rarito? —se rio, saliendo del baño
en calzoncillos y vistiéndose sobre la cama.
—Claro que no —negó, enrojeciendo un poco y
bajando la cabeza, empezando a vestirse. Mejor cambiaba de tema
—. ¿Qué piensas de lo que sucedió hoy?
¿Con la vieja loca esa?
—Pues nada, que está loca y le gusta tejer bolsas
para la cabeza —le dijo riéndose y poniéndose
la camiseta —Y la pobre debió pasar mucho trabajo porque
mira que tiene un cabezón Johan.
Jan se rio a su pesar, dándole una palmada en el brazo ahora.
—Ese no es el asunto. Fue raro… Porque dijo que si
nos daba miedo el tren y luego sucedió eso.
—No, dijo que si nos daba miedo “en” el tren
—remarcó —, que no es lo mismo, ¿sabes?
Y dijo que así ella no nos vería. ¿Ella quién?
No le des vueltas, está como una cabra. Eh… aunque
podríamos ir a preguntarle, ¿no?
—Sí, eso pensaba —se estremeció sintiendo
un escalofrío —. Da igual, el tren, en el tren…
El asunto es que tenía que ver con el tren.
—Pero no es lo mismo que me dé miedo el tren, a que
me dé miedo una ella que hay en un tren mientras yo estoy
dentro… —se rio, acostándose en la cama y mirándolo
mientras estiraba un pie para tocarle la pierna — ¿Cómo
estará Angel?
—Asustada seguro, mira que desmayarse… —suspiró,
aunque lo cierto es que eso lo había asustado aun más
—Está con su padre, estará bien.
—Desmayarse es normal, yo quería vomitar… —la
defendió, tomando el móvil y enviándole un
mensaje que decía: “¿estás mejor?”
—Ya, pero… —Jan frunció el ceño
tirándose en la cama luego y escuchando el timbre que anunciaba
que le había contestado.
“Sí, ¿y vosotros? ¿Está Jan contigo?”
“Sí, también está bien” —le
contestó, mirando a Jan después —. Mejor no
le digo que venga mañana.
—No, creo que se asustará demasiado —asintió
el moreno, observándolo.
—Vale —se giró boca arriba en la cama y cogió
un peluche con las manos, lanzándolo y sujetándolo
de nuevo —. ¿A veces te parece que le gusta su padre?
—¿Estás loco? Claro que no, es una chica…
Las chicas son así —asintió muy seguro de eso.
—Bueno, tampoco te pongas así —se rio —.
Es guapo su padre, a todas les gusta —murmuró, ya que
había escuchado a amigas de su madre comentando.
—Pero no es lo mismo… —le dio con ese mismo
peluche, pensando que era un irreverente —Es el jefe de policía,
¿sabes? A mí eso me pone un poco nervioso.
—A mí no, si no he hecho nada malo… —abrazó
el peluche y se giró —Aunque me pone nervioso hablar
con Angel si está cerca. Siento que me mira como al enemigooooo.
—Eso es porque es su hija, es lo normal, ¿no? Y tú
no tienes nada de respeto —se rio pensando que Angel tampoco
era muy respetuosa a decir verdad.
—¿Respeto a quién, a Angel? Pero si es abusona…
y ella se mete conmigo también —se quejó, mirándolo
fijamente de pronto —. Es la única chica guapa de aquí,
y seguramente más guapa que las de fuera —murmuró
riéndose —, aunque tú no sepas apreciarlo.
—No es que no sepa apreciarlo, es que no es mi tipo —se
quejó girándose de lado — ¿Te gusta Angel,
no?
—¡Sólo digo que es guapa! Tú eres guapo
también, el más guapo, salvándome a mí,
claro… —se rio, sujetándolo y tratando de darle
un beso en los labios.
—No hagas eso… —protestó empujándolo
y enrojeciendo —Pues no sé qué tiene que ver
que sea guapa con que la respetes o no.
—¿Todavía estábamos hablando de respetar?
No, no tiene nada que ver —se rio por lo rojo que se había
puesto —. Ya sé, estás enamorado de tu mejor
amigo, que causalmente soy yo, pero temes confesarlo porque no quieres
perder nuestra amistad, y me has estado mirando el culo en la ducha.
—Sí, eso es y te voy a meter mano en cuanto te duermas,
mira… —bromeó amenazándolo un poco y metiéndole
otra colleja.
—Pero no esperes a que me duerma, mejor ahora —le dijo
riéndose.
—Eres un tonto, Owen —le dio con una almohada en la
barriga, riéndose y continuando con aquel ataque luego.
—Ah…. Abusan de mí sexualmenteeeeee —exclamó
riéndose. La madre de Owen, que había subido con la
de Jan a ver cómo estaban, suspiró frunciendo el ceño.
—Bueno, supongo que eso es que están bien.
—¿Ves? Te dije que no había que preocuparse
—el padre le tocó los hombros como convenciéndola
para que bajase de nuevo y los dejara solos. Eran chicos después
de todo, se recuperaban rápido.

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