Capítulo
16
Bedside Manners
Okuma cogió a su hijo del sofá en brazos y lo subió
hasta su cuarto, acostándolo en la cama y apartando al lobito
que ni se había movido de encima del chico como si lo hubiera
adoptado como su nuevo padre. Le desabrochó los jeans y tiró
despacio de ellos para ver si no se despertaba.
– “¿Papá...?” – preguntó
susurrando el chico, consciente en todo momento del cachorro que
dormía con él, sonriendo al verlo. Sentía los
ojos hinchados de llorar y el cuerpo cansado.
– No… soy el coco…– el moreno dejó
los pantalones en una silla y lo tapó con las sábanas
hasta la nariz, ocultando al cachorrito también aunque no
estaba muy de acuerdo con meter perros en la cama y menos sin desparasitar
pero cualquiera se lo quitaba en esos momentos. – Mañana
lo llevas a un veterinario eh… Deja… Mejor no, seguro
que te lo quitan… Ya veré como consigo las vacunas…
– Gracias... no quiero que me lo quiten...– se movió
un poco, acariciando al cachorro que se movió con él.
– ¿Sabes cómo está Goro?
– ¿Su mano? Sólo es un golpe. Se le pasará
con una pomada y un vendaje si se está quietecito de una
vez, es tu novio. ¿No? Pues a ver si le pones un poco de
sentido… Aún tiene que recuperar esa rodilla. –
frunció el ceño, en parte hablándole de eso
para que no llorase más.
– Lo siento... no sabía que le iba a suceder nada...
– sonrió, un tanto avergonzado. Pero al menos su padre
había reconocido que tenía novio. – Goro es
muy valiente, ¿sabes? Valiente y fuerte...
– Eso está bien… – el moreno le sonrió,
notando que hablaba de él como si estuviese realmente enamorado.
Le pasó la mano por la cara y le apartó el cabello.
Tenía mal aspecto, eso era algo que golpeaba doblemente,
Seki siempre se veía bien. – No sé si es el
mejor momento para hablar de esto, pero quiero que sepas que hay
algo entre Atsushi y yo… – No le importaba si se metía
un poco con él con tal de verlo sonreír un poco más.
– Lo sabía, sabía que algo pasaba... –
se rió en bajito, observando a su padre. – Por eso
estabas de mal humor esta mañana... Pero luego Goro me dijo
que lo habías besado, a su padre, no a él.
– Antes de besarlo a él me arranco los labios…
Y no fue así, él me besó a mí, yo no
le regresé el beso… hasta hoy. Pero no importa, sí
hice otras cosas que no fueron besarlo anoche. – se subió
las gafas incómodo pero continuando. – Estaba irritable…
cierto… No conseguía asimilar mi atracción por
Atsushi pero sinceramente me importa muy poco. No necesito asimilarlo.
– Y no hables así de tu novio... qué feo...
– bromeó el chico concentrado en eso ahora. –
Mira que siempre me dices que no me apresure y tú te saltas
el beso...
– Yo tengo una edad en la que puedo permitírmelo
niño, cuando seas padre comerás huevos. Aplícate
el cuento. – le soltó aquel dicho, echándose
hacia atrás en el respaldo y cruzando las piernas sobre la
cama. –Y no es mi novio.
– ¿No? ¿Es tu amante entonces? ¿Tu amigo
con derecho? Dime... – le pidió, molestando. Le encantaba
ver esa expresión en el rostro de su padre. Lo cierto es
que estaba contento por él, sabía que era un necio.
– Calla… – le dio en una pierna para que dejase
de molestarlo. – No es nada mío. Lo hago para que nos
haga la comida. – torció la sonrisa y se rió
pensando que era un mentiroso y no se lo creía ni él.
– Qué aprovechado... – se rió porque
sabía que mentía. – Me gusta esa sonrisa...
– Sh…– pasó un brazo por el cabecero y
le apoyó la mano en la cabeza, acariciándole el pelo.
– No me aprovecho… hijo, se le llama intercambio de
bienes…
– En Tokio lo llaman distinto... – se rió de
nuevo, bajando la voz al ver que el lobito alzaba la cabeza y acariciándolo
para que volviese a dormir. – A mí me agrada el padre
de Goro. No me molestaría... si llega a ser algo tuyo. –
comentó como de manera casual, haciéndole saber que
no tenía que preocuparse por él.
– “Gracias”. – murmuró pensando
que no necesitaba su aprobación pero la deseaba. –
Estoy un poco confundido ahora… Me agrada, en todos los sentidos
posibles pero a veces… De pronto me encuentro preguntándome
qué hago con un hombre o si no será demasiado llevar
eso más lejos… Si no conoceré a una mujer y
la preferiré… por ser mujer. – le explicó
esperando que no se enfadase con él por ser de ese modo,
por tener esas dudas, de todos modos no podía hablar con
nadie más de ello.
–No tiene por qué ser así, si realmente te
interesa... Si te interesa como persona, no te importará
que venga una mujer por más hermosa que sea... – le
explicó, comprendiendo lo que deseaba, sintiéndose
un poco extraño de darle consejos a su padre pero así
como era, mejor lo ayudaba. – ¿Te interesa el padre
de Goro como persona?
– Claro, no me acuesto con cualquiera, mucho menos con un
hombre… pero no pude evitar tocarlo al ver ese gesto en su
rostro y después de esa noche… no ha dejado de rondarme
la cabeza. El sexo es bestial con él. – alzó
una ceja y lo miró de soslayo serio como advirtiéndole
que no dijera nada, se le había escapado. – Pero lo
mejor es la tranquilidad que siento con él. Sin necesidad
de estar pensando en si debo entretenerlo… Me pasé
unas horas acostado en sus piernas fumando mientras él leía…
Eso es agradable.
– Claro que lo es – contestó, sonriendo y mordiéndose
la lengua para no hablar de su “sexo bestial”. –
No tienes que preocuparte si te gusta. No vale la pena pensar así...
y además, eres gay, papá... – se rió
a sabiendas de que se molestaría.
– ¡NO!… soy gay, me gusta Atsushi y eso no es
lo mismo que ser gay, no me excitan los hombres… Eso es ser
gay. – frunció el ceño tentado a pegarle una
nalgada y absteniéndose porque el chico estaba sensible.
– Mejor no te digo nada.
– No te pongas así, sólo bromeo... Anda, dime...
– neceó, sonriendo y sujetando su mano con la que no
acariciaba al lobito.
Okuma siguió con cara de querer matarlo y se pasó
una mano por la mandíbula. – En la cama… ¿Cómo
se supone que debo tratarlo? Es un hombre. – frunció
tanto el ceño que su frente se arrugó un poco. –Y
cuidado con lo que dices.
– No voy a decir nada... – se rió el chico apretando
su mano son suavidad. Era extraño pero aquello lo hacía
sentir mejor. – Trátalo... normal. ¿Cómo
te gustaría que te tratasen a ti? Dependiendo de sus roles,
claro... – bromeó maliciosamente de todas maneras.
– Sólo haz lo que sientas.
– No estoy muy seguro de que a él le gustase que lo
tratase como a mí me gusta que me traten y tendría
que operarme el cerebro para hacer algo así. – refunfuñó
un poco, percatándose de que tendría que ser más
explicito. – Es igual, déjalo estar y duerme…–
se levantó, pensando en averiguarlo por otros medios y besándole
la frente.
– No, papá... Lo dije en serio. Haz lo que sientas
que debes hacer... No tienes que pensar mucho, sólo... déjate
llevar. Y sé amable, sólo porque sea un hombre no
significa que no debas poner atención. – le sonrió
a sabiendas de cómo era su padre.
– Ya… – Murmuró pensando que no estaba
muy seguro de que eso fuera a salir bien, cada vez menos en realidad,
todo lo relativo le ponía nervioso. –Descansa. ¿Quieres?
Voy a salir un momento y ahora vuelvo así que no te asustes
si no estoy, llevo el móvil.
– ¿A dónde vas? ¿Vas con Atsushi-san?
–le preguntó, asumiendo aquello ya que no estaba en
Tokio. Era imposible ir a un bar en ese lugar, al menos no a uno
cercano.
– Sólo voy a ver cómo está Goro, no
tardo nada… ¿Vale?– lo miró a los ojos
sin decir nada por un rato. – ¿Quieres… que me
quede?
Seki le sonrió, una parte de sí deseándolo
pero no era ningún crío para impedirle a su padre
salir por esas cosas. – No, está bien. Pero... ¿puedes
venir a decirme cuando regreses?
– Sí… pero tú duerme. – le insistió.
Apagándole la luz y cerrando la puerta. Era mentira, pensaba
ir a enterrar a la loba. Ahora tendría que pasar a ver a
Atsushi para preguntarle de todos modos. En qué líos
se metía por no hacerle llorar más.
– “Te quiero...” – susurró el chico
en la oscuridad, sonriendo un poco al escuchar al lobito protestar.
– “Tú también duerme...shhh”.

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