Capitulo 54
The killer inside
Miércoles 16 de Diciembre
Mañana.
El moreno se sentó en la cama, suspirando y pasándose
una mano por el cabello. De pronto se giró, tocando a Senzo
con una mano y sacudiéndolo un poco por ver si se despertaba.
Le hubiera gustado aprovechar e irse, pero no era posible en esas
circunstancias.
Senzo resopló, frunciendo el ceño porque lo despertase
así, pensando que claramente, allí estaba su “novio
de las mañanas”. Hizo un esfuerzo por sonreír
y se sentó en la cama.
–¿Qué?
–¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué
estamos encerrados? Creí que me ibas a ayudar –le echó
en cara casi como si fuera su obligación, saliendo de la
cama finalmente y estirándose.
–Ya, pero no es algo para lo que yo tuviera opciones, Keita.
¿Crees que me gusta estar aquí metido? Ven... –estiró
un brazo, extendiendo la mano para que se aproximase.
–No te creo. No pareces un prisionero precisamente –lo
miró, haciendo una mueca con los labios, pero subiendo a
la cama de todas maneras –. ¿Tienes un cigarro?
–Hiroki quería venir, y yo no he podido negarme –siguió
mintiendo para convertirse en su cómplice –. Siempre
hace esas cosas –sonrió, la verdad es que le daba un
poco la risa imaginarse a Hiroki imponiéndose de esa forma.
Cogió los cigarros de la mesilla y le encendió uno,
preguntándose cómo podía querer fumar tan pronto.
Enseguida le acercó un cenicero, observándolo –.
No lo apagues en las sábanas.
–¿Por qué no? –se rio, aceptando el cenicero
de todas maneras y dándole una calada al cigarro –¿Sabes
una cosa? Tú crees que soy ingenuo, pero no te creo nada.
Creo que intentas salvar a tu novio.
–No me gustan las sábanas gruyere, ¿vale?
–resopló – Y tú no tienes ni idea... –frunció
el ceño, suspirando y cruzando una pierna sobre la otra –¿Por
qué no te miras a un espejo, luego me miras a mí,
y me explicas qué tenemos que ver él y yo?
–Ni idea... Es un poco aburrido este cuerpo, lo admito, aunque
está en condiciones... –le mostró la lengua,
riéndose luego –Entonces, ¿por qué estás
con él?
Senzo sonrió ligeramente, pensando en matarlo por eso.
–Está en condiciones, sí –y tú
la arruinas..., se dijo, mirando ese cigarro, aunque él también
fumaba de vez en cuando –. ¿No lo puedes adivinar?
Me gusta el dinero... –y ya lo tengo, seguía refunfuñando
para sí.
–Buena esa... Si me ayudas, nos quedaremos con su dinero
–le tocó la quijada, soplando el humo a un lado y besándolo
luego –. Te divertirías más conmigo.
–Lo sé... –se dejó besar, pensando que
se quedarían sin dinero en nada, eso seguro, pero eso mejor
ni se lo comentaba para no dejarlo en evidencia –. Pero aún
no me dices cómo puedo ayudarte.
–Ayúdame a salir de aquí en primer lugar...
–le pidió, pasándose una mano por el cabello
de nuevo y mirando a la puerta. No sabía si podía
confiar en él.
–Pero no puedo hacer nada, yo no tengo las llaves, y si
hago algo estando Hiro...ki, me detendrá. Además,
si luego tú te vas y él regresa mientras lo intentamos...
Sería mejor que fueses tú completamente primero.
Keita se mordió una uña, pensativo, enseriándose.
Estaba nervioso.
–Él también está aquí, lo sentí
anoche.
–¿Quién? ¿Anoche estabas aquí?
–le sujetó la mano para que dejase de estropearle las
uñas a Hiroki, aunque no lo había hecho conscientemente.
–Sólo por un momento, ¿no te diste cuenta?
Deberías poder oler a tu amante –se rio, girándose
para sentarse a horcajadas sobre él.
–¿No estaba dormido? –le preguntó por
conocer el momento en el que eso había sucedido. Antes sólo
ocurría por las mañanas, al menos que él supiera.
Le sujetó la cintura con las manos, pensando que no le gustaba
que estuviera en calzoncillos así, con ese tío afuera,
pero claro, no se lo podía decir a ese.
–No, fue cuando él apareció, más o menos,
pero estaba distraído... –exhaló como aliviado
–Creo que ni siquiera tu novio me notó.
–No, no creo... –lo aproximó un poco más
a él, mirándolo curioso –. ¿A quién
te refieres con “él”? Y deja de ignorarme cuando
te lo pregunto.
Keita lo miró casi de manera agresiva, riéndose
luego.
–Casi me haces querer ignorarte, a ver qué tan calmado
te quedas... –se puso serio de pronto, contestando por fin
–El engendro que me mató.
Senzo se aguantó las ganas de decirle algo desagradable,
sólo porque quería parecer alguien más débil
y alzó la mirada a sus ojos, mejor ignorando aquello.
–Es... ¿ese tipo que cortó a esa gente?
–A esa gente, pero lo que es más importante, a mí
–le contestó, apretando el cigarro con tal fuerza que
el mismo se dobló entre sus dedos. Lo apagó, frunciendo
el ceño –. Sigue haciéndolo... Se ha puesto
peor desde hace dos noche –comentó como ausente.
–¿Estás ahí encerrado todo el tiempo
con ese tío... cómo cuando yo también estaba
allí? –le preguntó algo asustado.
Keita asintió, apagando el cigarro y continuando
–No es así todo el tiempo, hay otros, muchos más.
Pero no sabes lo lento que puede ser morir y cuando no estás
muriendo, estás muerto. Y no sólo es él...
–¿Ah no? –sintió un escalofrío
en la columna –. ¿Y quién más es? ¿Sabes
que ha poseído a una de las personas que están aquí?
Keita asintió nuevamente, sonriendo un poco y mostrándole
dos dedos como pidiéndole otro cigarro. Seguramente estaba
perdiendo el tiempo, pero no tenía otra opción por
ahora.
–Hay otros como yo, que intentan escapar. No tengo idea de
qué pasó, pero nunca antes había podido salir
de allí, así que mi suerte está mejorando –se
rio, dándole en un hombro –. No lo sé, hay cosas
horribles allí, trozos de carne... criaturas horrendas...
gritos, siempre hay gritos.
Senzo lo aproximó a él, rodeándolo y pensando
que debía pasarlo fatal allí. De todas formas... sintiéndolo
por él, que se quedase allí dentro, él necesitaba
sacar a Hiroki de una vez.
–¿Cuántos años tienes?
–Veintinueve –le contestó, recostándose
contra él –. Yo creí que era guapo, pero ya
no lo recuerdo... ¿Me dices el nombre de la persona a la
que eligió?
–Se llama Serkan –le contestó Senzo, preguntándose
para qué quería saberlo, y acariciándole el
cabello. Realmente era horrible, hubiera preferido seguir pensando
que era simplemente un niñato molesto. Hasta le habría
ofrecido un trago, si Hiroki no estuviese en ayunas.
–Gracias –le sonrió, mirándolo y besando
sus labios, de pronto poniéndose serio de nuevo –No...
–se quejó asustado, cayendo de lado en la cama y cerrando
los ojos, empezando a gritar –¡Estoy sangrando! ¡Estoy
sangrando! Estoy... sangrando... –finalizó Hiroki,
abriendo los ojos, confundido.
–¡Que no! ¡Estás bien! –Senzo lo
sacudió por los hombros, apretando aquel botón porque
no quería irse a ese otro lado por nada.
–¿Qué sucede? Senzo... –le sonrió
el moreno, ya que no recordaba por qué había dicho
eso, pero quería tranquilizarlo.
La puerta no tardó en abrirse y Shio entró con cara
de que iba a caerse en cualquier momento.
–¿Estáis bien? ¿Hiroki?
–Está bien... me asusté... –Senzo lo
miró, tapando a Hiroki con la sábana de inmediato
–. ¿Por qué no vas a dormir? Yo me ocupo ahora...
Keita ya se ha ido.
–No, lo vi... Hiroki no fuma, ¿verdad? –le preguntó,
negando un poco con la cabeza –Se veía un poco extraño,
pero...
–No, no fumo, ¿conseguiste más información?
–Sí, una que aclara bastante las cosas, por eso no
aviso, quiero tenerlo de mi lado –suspiró, pasándose
una mano por el cabello –. Mejor hablamos luego, tienes una
cara... duerme, en serio, yo me ocupo. Ya me voy a levantar.
–Gracias... –asintió el moreno. En realidad
debía decirle a Serkan, pero luego de la noche que había
pasado y los somníferos...
–Yo estaré con él, y los demás despertarán
pronto. No te preocupes –le aseguró Hiroki, añadiendo
–. Keita no suele aparecer más de una vez al día.
–No... –confirmó Senzo, pensando en lo de ayer
por la noche que le había contado, pero no iba a decir nada
al respecto por el momento. Shio necesitaba acostarse.
–Bien, gracias... Llamadme si ocurre algo de todas maneras.
Voy a dejar las llaves con Yaku –les advirtió, ya que
tampoco era tan descuidado. A pesar de que pensándolo bien,
él también había intentado huir. Suspiró,
saliendo de aquella habitación y dirigiéndose a la
de Serkan, aquello era un lío.
–Debería de habérmelas dejado a mí,
y no a Yaku, ¿eh? –protestó Senzo, levantándose
y resoplando, se sentía un poco asfixiado allí ya.
Abrió las ventanas del cuarto, respirando afuera, aunque
lo que tenía que hacer, era vestirse ya.
–Es natural, no nos conoce tan bien. No confía en
nosotros. Incluso si a todos nos sucede lo mismo, Yaku es su amigo
–razonó Hiroki, pensando que él haría
lo mismo en su caso. Sólo podría confiar en Senzo.
–. Me daré una ducha rápida.
–Ya, pero esto no es una acampada, es algo profesional.
No se lo tiene que dejar a su amiguito, si no a quien tiene menos
posibilidades de cagarla. Ese soy yo –se puso unos pantalones,
estirándose luego –. Tendré que ducharme luego...
y cuando salgan todos, les cuento acerca de Keita.
–Será lo mejor, y no te guardes nada, Senzo, aunque
pueda lastimarme o te parezca demasiado íntimo... Esas cosas
pueden ser peligrosas –le recordó, acercándose
y besándolo con suavidad, acariciando su rostro.
–Sólo estuvimos hablando esta vez... –le aclaró
–Aunque se me sentó en las piernas, y déjame
decirte que pesas... –se rio, abrazándolo y tocándole
la espalda con las puntas de los dedos –. Me gusta. Quiero
que te me eches encima la próxima vez.
–Está bien –se rio un poco, sintiendo cómo
lo amaba en ese momento –. Y no me refería a eso, me
refería a lo que planea hacer. Me hace sentir débil,
pero tal vez los demás estén en la misma situación.
–Hum... –Senzo lo miró a los ojos –. Bueno,
ya veremos... –carraspeó un poco, sujetándose
a su nuca con las manos –. ¿Sabes? Empieza a darme
un poco de pena.
–¿Keita? –Hiroki lo miró a los ojos,
un poco preocupado –¿Qué vas a hacer, Senzo?
–¿Cómo qué voy a hacer? –Senzo
alzó un poco una ceja, molesto –No sé en qué
estás pensando.
–Creo que realmente quieres ayudarlo, pero lógicamente
no sé si podrías hacerlo sin condenarme a mí.
Decir eso me hace sentir cruel, pero la realidad... –le contestó,
acercándose por si acaso.
–Eres un idiota, Hiroki. Puede que me dé pena, pero
aparte de abrazarlo, no pienso hacer nada más, y mucho menos
eso. De verdad que eres un idiota –se molestó, girándose
para ponerse una camiseta.
–Senzo –Hiroki se acercó, sujetándolo
por detrás. Ya sabía que se iba a poner así
–. No es eso, no dudo de ti, pero sé que eres muy sensible.
Es una de las cosas que más me gusta de ti.
–Puede que lo sea, pero sólo para lo que me da la
gana. Déjame decirte que si los dos estuvierais colgando
de un barranco, no sólo te agarro a ti, le piso la mano si
me molesta, ¿lo comprendes? –se giró y lo miró
a los ojos –Tampoco soy tan amable, para nada.
–No necesito que le pises la mano a nadie por mí,
perdóname, ¿vale? Estaba pensando en las posibilidades.
No debo hacer esas cosas contigo, ya lo sé –le tocó
el rostro, intentando tranquilizarlo. A pesar de todo, seguía
gustándole esa pasión.
–Puede que tú no lo necesites, pero lo haría
de todas formas... Incluso si no te gusta que sea así. No
me analices, porque no salgo en los libros de texto... –le
dio un toque en la entrepierna con la rodilla, como simulando un
rodillazo, pero no iba en serio, y se abrazó a él,
deslizando la pierna entre las suyas antes de besarlo –. Tengo
que salir a ocuparme de eso, te quiero... –le susurró
en los labios, como si fuera a irse muy lejos por mucho tiempo.
–Te quiero a ti. Estaré contigo enseguida –le
aseguró, sonriendo un poco y desistiendo de discutir más.
Lo cierto era que no quería que tuviese que tomar una decisión
de ese tipo y además se sentía como un cínico.
Tenía ganas de hablar con Ken, pero Senzo se daría
cuenta, sin duda.
Continua leyendo!
|