.Cerberus Proyect- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 


Capitulo 51
I’ll match you pound for pound

Martes 15 de Diciembre
Tarde.

–Creo que los demás deben estar por ahí desde hace siglos –le dijo Benkei a Kawa, sujetándole la cintura y llevándole la bolsa en la mano, junto a la suya. Con la otra iba como siempre, por debajo de la cazadora y la camiseta.

–Lamento haber tardado, no quería perder las únicas clases que tendré en toda la semana –se disculpó, aunque sonriendo, ya estaba acostumbrado a que lo sujetara así –. Estoy nervioso.

–Ya lo noto, pero no va a ocurrir nada que sea para tanto –Benkei le apretó un poco la cintura, bostezando ruidosamente. Él no tenía miedo para nada, en todo caso hambre, aunque había robado una cartera esa mañana, pero aún no comía nada. Se había pasado mucho rato durmiendo. Últimamente dormía demasiado y seguía sintiéndose cansado.

–No lo sé... de todos modos, me pone un poco nervioso conocer a gente nueva –sonrió, pensando que también le ponía nervioso pasar toda una semana con él, aunque de una manera distinta.

–Los conoces a todos menos a dos, creo, y uno era ese que te acompañó al ascensor, así que... al menos sabes que no es un capullo –se rio ligeramente, pensando en el aspecto de aquel tío, con maquillaje.

–No, era una buena persona. Me sentí un poco mal por salir huyendo así, pero es que no estaba pensando en ese momento –Kawa tenía el bastón extendido frente a él, sintiendo el camino por si acaso.

–Se maquillaba... –seguía riéndose el otro –¿Quieres que te diga cómo son?

–Sí, eso me ayudaría a imaginarlos –le pidió, aunque cuidándose de no tomarlo literalmente.

–Bueno pues... Ese se llama Senzo creo. Es alto y usa esos pantalones ajustados y negros como los que se pone Hai, pero de cuero. Es súper gay... y muy... no sé... parece alguien importante. Luego estaba su novio, que no sé cómo se llama pero es un tío normal y corriente. El novio de Hai, que ya te dije que es un nerd, el tío ese que lee mentes... también es un tío normal, y ese Serkan que quiero pegarle. Es grande y tiene tatuajes... Y luego ya sólo queda Hai, que ya lo conoces –terminó, como si fueran buenas descripciones esas –. Todos tienen el cabello negro menos Hai, que lo tiene violeta, y... no sé cómo explicar ese color, pero es artificial.

Kawa sonrió, pensando que no le había dicho casi nada e intentando imaginar el color violeta.

–Benkei, ¿cómo me describirías a mí? ¿Soy normal?

–No, tú estás bueno, eres pelirrojo y estás ciego, y tienes un culo guay... –se rio, apretándole las nalgas y pegándolo a él, mordiéndole un poco la oreja –. ¿Ya te diste cuenta de que somos todos maricones? A lo mejor es que nos persigue un espíritu de esos que odian a los gays.

–No lo creo... –se rio, enrojeciendo porque le mordiese la oreja y bajando el rostro –Creo que puedes estar tranquilo por ese lado. No escuché nada acerca de que fuéramos gays.

–Era coña... –se rio, aunque tampoco parecía tan descabellado en su mente. Lo apretujó otra vez, moviéndose y rodeándolo por detrás mientras caminaban incómodamente –. Espera que voy a comer algo –le pidió, entrando con el en un supermercado, guardándose unos bollos en la cazadora y cogiendo otros para pagarlos.

–¿Quieres que te invite? –le preguntó Kawa por si pensaba robar la comida. Claro, no podía ver lo que estaba haciendo, pero se sentía un poco incómodo de pronto.

–No, tengo dinero –se lo pagó a la cajera, saliendo del supermercado con el chico y abriendo uno de los bollos, metiéndoselo entero en la boca –. La mitad eran gratis, una oferta sólo para ladrones –se rio.

–Benkei... –protestó el chico, exhalando con fuerza –Hubiera podido pagarla yo... No me importa, de verdad.

–No, yo puedo arreglármelas solo. Es mi forma de vivir –frunció el ceño, molesto porque siempre se pusiera así con eso. No iba a dejar de hacerlo, ni que le fuera a tocar la lotería.

–No es bueno... –se quejó, de nuevo sintiéndose incómodo y moviendo el bastón de manera nerviosa –¿Estás enfadado?

–No, sólo me jode que siempre estés diciéndome que no debo hacerlo. Ya te he dicho que es mi forma de vivir. No tengo otra, voy a seguir haciéndolo, no me cae el dinero del cielo –se quejó.

–Podrías conseguir un trabajo –le sugirió, seguro de que se negaría –. No lo hago por molestarte, es por tu bien también.

–Yo estoy bien así. No voy a buscarme ningún trabajo para ponerme en manos de la sociedad –espetó, aunque no estaba seguro de haber expresado lo que quería –. Quiero ser libre, ¿ves? Además, nadie me contrataría para nada, eso lo dices porque no me ves, y si me contratasen... les robaría y me largaría.

–Pero... –Kawa suspiró, rindiéndose a medias y luego volviendo al ataque –No te estás poniendo en manos de la sociedad. Serías libre para comprar lo que quisieras y además, me preocupa que te atrapen.

–Tendría que peinarme y vestirme como a ellos les parece. Tendría que hablar y comportarme como a ellos les parece. Tendría que callarme y aguantar las mamonadas de mi jefe. No voy a hacerlo, si no te gusta, podías haberlo pensado antes, ¿o es que pensabas que podías cambiarme? –se sintió tentado de soltarlo, no se encontraba muy apreciado en ese momento.

–No quiero cambiarte, quiero ayudarte –lo corrigió, sintiendo que relajaba su mano ligeramente –. Es mi manera de ser, y es mi manera de preocuparme por ti. Dime la verdad, si yo fuera millonario y te ofreciera mantenerte... ¿no seguirías robando?

–Seguramente sí, no aceptaría que me mantuvieras. ¿Y si luego me dejas? ¿Qué hago entonces? No se puede depender de los demás, eso es todo –frunció el ceño, aunque empezaba a calmarse con eso de las hipótesis.

–Sí se puede, sí cuando confías en esa persona. Yo confío en ti –le aseguró, sujetándose de su brazo ahora para demostrárselo físicamente –. Yo nunca te dejaría a la deriva, sin importar lo que pasara.

–Eso no es todo, puede haber cosas que yo quiera tener y no sean necesarias. Tendría que andarte pidiendo dinero... esa no es mi idea de ser libre... –relajó el brazo, cediendo, ya que no parecía estar más que hablando ahora.

–Pero si tuvieras un trabajo... –sonrió, relajándose a su vez –Podrías poner tu propio negocio por ejemplo.

–No, para eso hace falta invertir un dinero que no tengo, además... no sé sobre nada ni me interesa nada... No sé por qué tenemos que seguir con eso –protestó, empezando a cansarse ya.

–No tenemos... –suspiró, girando la cara, Suponía que estaba insistiendo demasiado, Benkei terminaría por cabrearse.

–Pues déjalo... –le pidió, pensando que seguramente volvería a lo mismo y así hasta que viese que no iba a cambiar de ninguna forma y lo dejase –. Creo que ya es aquí además.

–Vale... no estés molesto –le pidió, sintiéndose un poco patético por ponerse así. Era un débil.

–No pasa nada. Discutir es normal, yo discuto mucho con Hai y hasta me pego, ¿vale? No tiene nada de importancia –lo hizo pasar delante y entró con él en el ascensor –. Sigo teniendo ganas de meterte mano... ¿ves? –se rio, sujetándole las nalgas y besándolo profundamente.

Kawa se rio contra sus labios en cuanto se rompió el beso, sujetándolo con delicadeza por la camiseta.

–No me pegues a mí, no sabré a dónde devolverla.

–Pues tu lanza la pierna, que malo será que no des en los huevos de alguien –se rio también, apretándole más las nalgas, estrujándoselas y soltando un sonidito de gusto mientras bajaba la cabeza y le besaba el cuello, a pesar de que ya se había detenido el ascensor.

–Benkei... –susurró el chico, sonriendo y abrazándolo –Era broma, no me gusta la violencia –aclaró innecesariamente.

–Ya lo sé... –lo levantó un poco, saliendo del ascensor con él y dejándolo frente a la puerta antes de llamar con los nudillos –Haaaaaaaaaaaaaaaaai.

–¡Benkei! –se escuchó desde adentro a la entusiasmada voz del chico que había estado aburriéndose con tanta charla seria.

Sin embargo, quien abrió fue Shio nuevamente.

–Bienvenidos...

–Hola... gracias –saludó Kawa todavía sonrojado.

–Hola –le dijo Benkei, moviéndose un poco para ver a Hai, y lanzándole un bollo de los que había robado –. ¿Qué? Esto parece una reunión de hombres de oficina –se burló mientras el chico se aproximaba, sin soltar a Kawa porque sabía que estaba avergonzado.

–Lo es, es aburridísimo, inclusive Yaku sólo sabe hablar de trabajo –le contestó, mordiendo el bollo y preguntando luego con la boca llena –. ¿Estabais haciendo cochinadas?

–No, no es eso... –negó Kawa incluso moviendo una mano para negarlo –Bueno...

–Vuestra habitación es la tercera en el pasillo, podéis dejar vuestras cosas allí y venir a escuchar lo que hablamos –señaló Shio, sintiendo algo de pena por el chico ciego, aunque sonriendo luego y regresando a sentarse junto a Serkan.

–Como si me interesase, ¿no? –le preguntó a Hai, seguro de que era un coñazo. Entró en aquel cuarto, que a él le parecía una pasada, y dejó las bolsas sobre la cama –. Hay una cama muy grande –le dijo a Kawa, lanzándolo con él sobre la misma.

–¡Benkei! –exclamó el chico sorprendido, ya que no se había esperado eso.

Hai, que los había seguido, se rio lanzándose a su lado.

–Se han pasado el rato hablando de otro mundo, asesinos y yo qué sé qué más, pero yo aún no he visto ningún fantasma.

–Que le jodan al otro mundo –espetó Benkei, moviendo el brazo y sujetando a Hai también, riéndose de haber sorprendido a Kawa –. Perdona... –lo besó, tocándole una nalga a Hai.

Serkan se quedó mirando la pantalla, y luego a su hermano, que había retirado la mirada para regresar a sus cosas.

–Puedes ir a buscarlo... si quieres – murmuró Shio como si no le estuviera prestando atención, y sonriendo para sí mismo.

–No, la verdad es que no quiero. No es mi problema –sentenció, pasando la hoja con el ceño fruncido –. Prefiero dormir contigo esta noche, Serkan.

–Hum... –el otro asintió sin sacarse el cigarro de los labios, mirándolo de soslayo. No tenía que ponerse así sólo por eso. Él no lo haría, pero por supuesto, cada uno tenía su propia forma de llevar las cosas y sabía lo que podía o no consentir.

–¿Lo vas a dejar solo entonces? –le preguntó Shio, ahora sí mirándolo –Deberías hablar con él antes de decidir eso.

–Tal vez, pero resulta que no me apetece hablar con él –lo miró a los ojos, serio, como pidiéndole que no se inmiscuyera más –. No tengo nada que decir, que no haya dicho, y tampoco vive en la ignorancia... –observó la pantalla de nuevo, Benkei seguía con la mano en las nalgas de Hai, y movía los dedos, mientras hablaba a saber de qué con ellos. Se sentía como un imbécil, si hacía eso sabiendo que había cámaras, ¿qué harían cuando estaban solos? Apartó la mirada de nuevo, respirando profundamente y levantándose de allí para ir al baño.

Serkan miró a Shio, haciendo una ligera mueca.

–Es mejor dejarlo tranquilo.

–Lo sé, pero es tan... –cabeza dura, finalizó en su mente, sonriéndole un poco a Serkan. Él también podía llegar a serlo. Miró a los chicos nuevamente, pensando que nadie podía ser así de descarado.

Mientras tanto, Kawa se deslizaba por la cama, para ponerse de pie.

–Creo que lo mejor será que vaya a informarme...

–Luego me lo explicas... –le pidió Benkei, metiéndose otro bollo en la boca –. ¿O quieres que vaya contigo?

–No, quédate con Hai si quieres. Ya me has acompañado bastante, te cansarás –bromeó, sonriendo un poco, y pensando que seguramente se aburriría de todas maneras, no era muy paciente.

–Vale –se rio, pensando que seguramente lo molestaría más que nada.

Serkan se giró al observarlo salir, preguntándose si debía levantarse a indicarle dónde había una silla, pero no quería llamarlo inútil por ser amable, así que se decidió por no moverse del sitio.

–¿Te ponemos al día, Kawa? –le llamó por si eso lo situaba.

–Sí, por favor. Lamento haber tardado –se disculpó, moviendo el bastón y buscando algún lugar en donde sentarse.

Shio le acercó una silla finalmente, con todo el tacto posible.

–No has tardado, llegas a tiempo.

–Con todo el tiempo que vamos a tener para aburrirnos, hasta nos parece divertido contar lo mismo varias veces –Serkan se rio, porque claramente en su tono de voz denotaba que estaba bromeando. Le daban ganas de advertirle que su novio estaba sobre Hai en esa cama, aunque la verdad, le daba la impresión de que sólo estaban jugando, pero definitivamente... él mataría a Shio si jugase así con otro hombre. Suponía que era mejor no alterar más la situación –. ¿Quieres que Shio te lo haga... sentir? –preguntó, cambiando en el último instante la palabra ver. Aunque se preguntaba si podía llegar a ver, si Shio era quien metía aquellas imágenes en su mente.

–Si es posible, creo que sería lo mejor, para no aburriros... –sonrió, ya que seguía sintiéndose incómodo.

–Bien, pero recuerda que no está sucediendo realmente, así que no te vayas a asustar... –le pidió el moreno, concentrándose y sintiéndose un poco cansado a decir verdad, no servía para antena transmisora.

El rostro de Kawa fue cambiando, ensombreciéndose. No comprendía mucho de lo que estaba sucediendo en cuanto a la parte visual, no tenía sentido para él, pero aquello no evitaba que sintiera ese terror y la confusión.

–¿Puedes verlo, o sólo escuchar y demás? –le preguntó Yaku, mirando de soslayo a su hermano, que ya regresaba.

Kawa movió la cabeza un tanto desorientado, y Shio se recostó hacia atrás en su asiento, retirándose para no abrumarlo más.

–Creo... que veo algo, pero da igual, no comprendo nada. Así que me guío por las sensaciones.

–¿Ves algo? ¿Algo como qué? ¿Normalmente puedes ver cosas? –le preguntó Yaku interesado.

–No... –sonrió, negando con la cabeza, ya más relajado –Es la primera vez que veo algo, pero sólo... eran formas, supongo, no lo sé realmente.

–Eso es... bastante sorprendente, ¿no crees? –le preguntó Yaku –. Tal vez deberías probar esto de nuevo, aunque con un tema más amable a poder ser.

–Sí, supongo que me gustaría, aunque no sé si es buena idea –giró su rostro hacia él, explicando –. Me sentí algo mareado.

–Es porque no estás acostumbrado, puedes aprender a reconocer lo que ves... –intervino Shio, interesado en ese proyecto ahora –, aunque no era mi intención marearte, pero no estoy acostumbrado a pensar sin imágenes.

–De todas formas es normal, no eran las imágenes con las que alguien debería comenzar una terapia –murmuró Serkan, mirándolo y llevándose el cigarro a los labios –. Una vez te acostumbras... que Shio entre en tu mente es casi... como si formara parte de tu pensamiento.

–Eso sólo te sucede a ti, yo me siento invadido –Yaku alzó una ceja, mirándolo de soslayo, pero a Serkan le dio por reírse entre dientes, pensando que no le importaba tanto ser invadido por Shio.

Shio se echó a reír, hablándole a Yaku de manera mental, aunque sólo le dijo, Bu!

–No es tan malo... Creí que estabas acostumbrado, Yaku y además... vais a asustar a Kawa, pensará que soy un Gran Hermano o algo así. No se atreverá ni a respirar.

–No, está bien... Creo que me daría cuenta si empiezo a ver imágenes de pronto... –sonrió el chico, sin caer en cuenta de que Shio podía leerle la mente sin transmitir nada.

Yaku se había tapado un poco la frente, pero aquello le provocó ganas de sonreír.

–Pero no te darás cuenta de cuándo te la lee...

–Y le encanta hacerlo... –continuó Serkan –. Le estoy enseñando a ser un buen chico.

–No digas eso, suena fatal y no me paso todo el día espiando a los demás... Sólo lo hago cuando es necesario... O si son Serkan y Yaku. Es como si fueran de mi familia.

Kawa se rio un poco, tocándose la cabeza. No quería antagonizar a nadie, pero tampoco le parecía bien estar leyendo la mente de tus familiares. Aunque ahora se preguntaba en qué estaría pensando Benkei cuando discutían.

–Lo peor es que se cree muy maduro, y ya ves... –Serkan torció la sonrisa, pellizcándole una mejilla a Shio y besándole los labios.

–¿Tú no has tenido mareos, Kawa? –Yaku trató de ignorarlos. No estaba para cariñitos.

–No..., no me ha vuelto a suceder nada desde ese día –contestó, volviendo a la conversación ya que se había quedado pensando en Benkei por un momento.

–Mejor, tal vez a ti tampoco se te presenten síntomas. Me preocupa que puedas verte sumido en ese mundo del que nos hablan... la verdad. Para ti debe ser mucho peor, o eso imagino yo, pero no sé si tengo razón –lo miró interesado.

–No sé si sería peor, tal vez sí... Lo que sentía ese día era horrible... tal vez era la voz de ese hombre, o.... –contestó, pensativo. Lo asustaba volver a sentir aquello, fuese como fuese.

–Sí... imagino que siendo sensitivo, el grado de terror puede ser mucho peor. La ansiedad. Lo mejor será que si Benkei empieza a presentar indicios, mantengas cierta distancia... –le pidió.

–No voy a hacer eso –sentenció de pronto de una manera algo cortante, haciendo que los otros dos lo mirasen también –. Lo siento, no puedo apartarme de Benkei... incluso si sucede algo así.

–Bueno, es tu decisión... –Yaku lo miró fijamente –, pero deberías preocuparte más por tu seguridad.

–Llevo preocupándome por eso toda mi vida. Benkei... Benkei es especial para mí –contestó, enrojeciendo un poco y pensando en realidad que irónicamente parecía ser el único que lo comprendía.

–Tampoco va a estar desprotegido, Yaku... –intervino Shio de nuevo, mirando al chico de soslayo.

–Está acostado encima de Hai –le dijo Yaku, sorprendiendo a Serkan, y más por la frialdad con la que se lo había dicho.

El rostro de Kawa cambió, poniéndose completamente serio, lastimado.

–Son... amigos. Es un poco extraño, es todo –comentó, deseando irse a acostar en ese momento, pero no podía si estaban ellos en la cama.

–A mí me molesta –lo miraba fijamente, y sintió deseos de explicarle lo que había visto, cómo le había estado tocando las nalgas, pero se sintió cruel, y de cualquier manera, ahora ya sabía lo que quería saber; que él tampoco permitía eso con gusto.

–No he dicho que a mí no... –contestó, suspirando y bajando la cabeza. No sabía qué hacer, no quería perderlo.

–Eso ya lo veo –Yaku se levantó, para ir a prepararse un café, pensativo –. Voy a estar en mi cuarto –les informó.

–Espera... –le pidió Kawa, poniéndose de pie también –Yo no creo que Benkei sea así, su manera de querer a Hai a veces me pone celoso, pero estoy seguro de que no me está engañando.

–Si eso está bien para ti... –Yaku le contestó, pero de todos modos abrió la puerta de su cuarto –. Ven conmigo –le pidió –. Llamadlos con algún pretexto y hablad con ellos –les pidió a Serkan y a Shio.

–Creo que no me gusta lo que estás pensando, Yaku... –le advirtió Shio seriamente. No sólo le parecía algo extremo, si no que podría desatar una guerra y todos quedarían encerrados en ella.

–Corrígeme si me equivoco, pero esto es decisión de Kawa... –Yaku lo miró a los ojos. Serkan miraba a otro lado, no estaba por ponerse de parte de ninguno de los dos –. En todo caso, yo me voy a mi cuarto –sentenció, entrando en el mismo y cerrando la puerta.

Kawa bajó la cabeza, llamando a la puerta de Yaku de pronto. No se sentía bien, pero necesitaba saberlo.

Shio suspiró, mirando a Serkan y hablándole mentalmente, No te escondas, te veo.

–Prefiero no meterme en su forma de llevar la relación, no es cosa mía. Yo... –hizo una mueca, como diciéndole que pasaba. Su hermano había hecho pasar a Kawa, pero por supuesto, simplemente estaban hablando, probablemente de aquello. Se preguntaba qué sentido tenía si no iban a hacer lo mismo que los otros –. Voy a llamarlos –le dijo a Shio, abriendo la puerta –. ¿Podemos hablar un momento? –los llamó.

–Síiii... –asintió Hai, empujando un poco a Benkei para que se le quitase de encima, mientras Shio continuaba observando los monitores. No comprendía por qué Yaku no podía simplemente hablar con Hai sobre eso... en privado a poder ser.

Serkan fue a sentarse donde estaban antes, frente a los monitores. Yaku se había recostado de medio lado frente a Kawa, y al parecer debían haber cambiado de tema o pensaban que los otros no iban a avisarlos, porque ahora se veían hablando animadamente.

–¿Qué pasa? –preguntó Benkei, sentándose medio espatarrado en la silla –¿Dónde está Kawa?

–Con Yaku... –le contestó Shio, notando cómo Hai inmediatamente fruncía el ceño.

–¿Y qué tanto tienen que hablar en privado, eh?

–No lo sé, eso se lo preguntas tú si quieres –le contestó el otro, Benkei dirigiendo la mirada a los monitores y rascándose el cuello –. A ver si te va a quitar al novio –se rio.

–A ver si no... –contestó el chico, apartándose molesto, Shio le sujetó la muñeca.

–Sólo están hablando. Y nosotros también teníamos que hablar...

–Y me importa –se rio Hai, apartándolo de un manotazo de todas maneras.

–Pero tú estabas abrazado a Benkei. No, creo que las palabras de mi hermano fueron... “Kawa, Benkei está encima de Hai” o algo así... –le soltó Serkan de pronto, como defendiendo a su hermano.

–Oye, tampoco tiene que comerle el tarro a Kawa para que se piense lo que no es –Benkei ahora sí frunció el ceño.

–Pero es la verdad, y eso que no le dijo que tu mano estaba en sus cachas, pero sí lo vio. De hecho, me dijo que esta noche pensaba dormir conmigo... –Serkan miró a Hai, alzando una ceja.

Hai relajó el rostro, en realidad ahora se veía asustado más que enojado.

–¡Pero no estábamos haciendo nada! Ya se lo he explicado miles de veces, es algo normal, no tiene que ponerse así...

–No es normal para el resto de las personas, e incluso tú estabas celoso ahora mismo –Shio lo miró, suspirando –. En una relación, es importante considerar los sentimientos de la otra persona, su manera de ver las cosas. Hay un límite para cuan comprensivo se puede ser.

–No creo que te gustase que él le tocara las cachas a Kawa.

–Yo le partiría la boca... –murmuró Benkei cruzando los brazos –. Pero no es lo mismo. Si él te las toca a ti, Hai no va a cabrearse. Nosotros también somos hermanos, incluso si a vosotros no os vale.

–¡Nosotros no follamos antes! –Serkan golpeó la mesa de pronto, pero no sabía por qué se había alterado tanto.

Benkei se rio.

–¿Quieres pegarme?
–No..., me das pena –murmuró, controlándose.

Shio lo miró de soslayo, exhalando nuevamente.

–Tenéis una historia que claramente, Yaku y Hai no tienen. Es como... pasarte el día entero sujetando a tu ex novio por la cintura. Vosotros no lo veis así, pero Yaku es muy sensible y no creo que Kawa tenga una educación liberal.

–Pero yo no quiero separarme de Benkei... Es nuestra manera de ser cariñosos... Y tú siempre haces trampas –señaló a Serkan, frunciendo el ceño de nuevo.

–Lo que quieras..., pero yo no le toco las cachas a nadie que no sea Shio, y por eso, ¿ves? Nos llevamos bien, por eso yo voy a follar, y tú no –se lo sintetizó, torciendo una sonrisa.

–Bah... –Benkei chasqueó los labios, entrando en el cuarto de Yaku sin más –. Eh... Kawa... ¿A que tú no estás cabreado?

–No, no estoy cabreado... –contestó, sin estar seguro de a qué se refería.

Hai se había quedado en la otra habitación, con cara de preocupación.

–Porque te estuvieron diciendo que estaba encima de Hai. Y no es verdad, bueno, sí lo es, pero quiero decir que sólo estábamos hablando.

–¿Con la mano en sus nalgas? –le preguntó Yaku, que se había tensado y hasta se le marcaba una vena en la sien.

–Ps... Para mí es como tocarle el tobillo –mintió.

–Pues tócale el tobillo entonces –Yaku se levantó, y Benkei se paró delante de él como reflejo instantáneo.

–¿Qué? –espetó.

–No me importa lo que a Hai le parezca bien o no. A mí no me lo parece, y creo que él simplemente tiene miedo de decirte que no a lo que haces, porque no quiere que lo dejes solo. Si vuelves a tocarlo de esa forma...

–¿Quéee? –Benkei torció la sonrisa, empujándolo y Yaku le pegó un puñetazo.

El chico se había caído al suelo, pero se rio como si lo hubiese animado, y se le echó encima, haciéndolo caer, y pegándole de vuelta, a pesar de que Yaku se defendió enseguida, y se sentó sobre su espalda tras voltearse, sujetándole la cabeza contra el suelo y retorciéndole un brazo.

–¡Benkei! –gritó Kawa que no sabía lo que estaba sucediendo, pero había escuchado golpes –Benkei, no pelees...

–Yaku... –Hai por fin se había asomado al escuchar la pelea y los estaba mirando ahora a ambos, con cara de querer patearlos a los dos. En vez de eso, se agachó en el suelo, mirándolo a los ojos –Yaku, suelta a Benkei o le voy a pegar a tu hermano.

Yaku lo soltó, aunque no por lo que le había dicho, si no porque se había percatado de lo que estaba haciendo. A él no le gustaba comportarse así, era la primera vez en mucho tiempo que lo hacía.

Benkei se levantó despacio, pero le pegó una patada en el estómago a Yaku, provocando que tirase de su tobillo para tumbarlo en el suelo de golpe. Lo volvió a soltar, si seguía así, se iba a limitar a tumbarlo una y otra vez.

Afuera, Serkan tenía la mano delante de la cara, ya no quería ni ver lo que estaba pasando.

Te lo dije, Shio lo tocó en un hombro, apartándolo de la puerta por si acaso.

–¡Dejad de pelear! No me hace gracia... –protestó Hai, cruzándose de brazos, era la primera vez que veía pelear a Benkei sin animarlo a que siguiera. Ahora se estaba sintiendo cabreado con ambos.

–Yo no me estoy peleando, sólo me estoy defendiendo... –Yaku se tocó el labio, ya que se lo había partido, y sus gafas ni sabía a dónde habían ido a parar.

–Voy a parar... porque tienes sangre... –le dijo Benkei, como si él no hubiera estado llevando las de perder todo el tiempo. Además, tenía una ceja rota y le sangraba sobre el ojo.

–Tú también... –le señaló Hai, sonriéndole un poco para suavizar las cosas y luego apartándose. Kawa simplemente se puso de pie, alejándose hacia el pasillo, no sabía ni qué hacer con aquello. Estaba preocupado por Benkei y a la vez, no podía apoyar esa actitud.

–Pero a mí no me importa... –miró de soslayo a Kawa, frunciendo el ceño, pensando que para variar no lo aprobaba. Sólo le gustaba de él... ¿qué? –. Esto es una mierda, yo me voy a pirar... –murmuró.

–No te vayas... Benkei –lo detuvo Kawa, aunque sólo de palabra, girándose hacia el sonido de sus pasos –. No te vayas.

Benkei alzó un poco el hombro, rozándose una oreja.

–Vamos a hablar –le sujetó la mano, llevándolo con él a su cuarto.

Yaku se sentó en la cama, entrecruzando los dedos y mirando al suelo. Tenía que reconocer que se había desquitado ahí.

Hai se sentó a su lado, colocando las gafas sobre sus manos. Seguramente iba a tener que lidiar con Benkei luego, pero no podía irse y dejar a Yaku así. No comprendía nada.

–¿Por qué peleabas?

–Me buscó... –le contestó sin más, cogiendo las gafas y poniéndoselas. Se levantó de nuevo, mirándose el corte en el espejo y usando un pañuelo.

–¿Eso es todo? –le preguntó, un poco decepcionado, hubiese preferido otra respuesta –No estábamos haciendo nada, no tenías por qué enfadarte.

–Os vi, por favor... –le dijo en un tono completamente arisco, dedicándole una mirada que decía: no vayas por ahí –. Puedes pararle tú los pies, o lo haré yo, pero si vuelvo a ver algo así... no me voy a quedar pensándomelo tanto tiempo como hoy. O si no te vale, podemos dejar esto, pero así no quiero estar.

–¡No! –gritó Hai de pronto, desviando la mirada –¿Quién crees que eres? No puedes decidir algo así. No comprendo qué tiene de malo. Creí que te gustaba cómo soy...

–¡No! ¡Estás mintiendo! Desde un primer momento, te advertí que no quería eso –apoyó una mano en la mesita, mirándolo a los ojos –. Si escuchaste sólo lo que te dio la gana, es tu problema. Se puede sentir cariño por alguien, pero el cariño no se demuestra retozando en una cama, o dejando que te toquen las nalgas –frunció el ceño aun más –. Mírame a los ojos y miénteme –se aproximó para verlo de cerca sin necesidad de las gafas, quitándoselas –. Dime que no habéis hecho nada peor sin que os viera yo. Hazlo.

Hai se quedó mirándolo, asustado, nunca lo había imaginado siquiera de esa manera. Tenía miedo, aunque no era algo físico.

–Tú dijiste que no... hiciéramos el amor y no lo hicimos –se atrevió a murmurar por fin.

Yaku sintió un vacío increíble en el estómago sólo de imaginarse lo que habrían hecho.

–¿Eso es lo que dije? ¿Realmente te crees que es eso simplemente? No te creo, no creo que seas un estúpido, Hai. Creo que sabes muy bien lo que no quería, y tú no supiste imponerte a Benkei y ponerle límites. No querías que se enfadase, ¿cierto?

–No quiero perderlo, es mi familia. ¡No lo comprendes, Yaku! Siempre hemos sido así, no es como que Benkei me esté violando o algo parecido... –se quejó, pasándose una mano disimuladamente por los ojos –. No lo voy a abandonar.

–Bien, pues entonces abandóname a mí. No te quiero a medias con nadie. Es tu familia, trátalo como tal, si no sabes hacerlo, esta, o cualquier otra relación seria, no tiene sentido en tu vida. Si él es lo más importante, asunto zanjado... –le dolía por supuesto, pero en ese momento se sentía tan insultado y engañado, que estaba demasiado furioso para eso –. Eso es lo peor, Hai, si tú querías que esas cosas sucedieran, eso es lo peor... Y ahora vete, por favor.

–No quiero, te quiero a ti, Yaku. No quiero perder a ninguno de los dos. ¿No lo comprendes? –Hai se sujetó de su brazo, insistiendo. Nadie lo había hecho actuar así en su vida. Si fuera cualquier otro, le hubiera dado una patada y se hubiera ido, pero a él lo necesitaba.

–Pues tienes que cambiar tu relación con él. Sólo existe esa solución, ninguna más. Cambiar vuestra relación y seguir conmigo, o dejarme y tener esa relación con Benkei. Lo que hiciste con él... lo haré yo con otro, y luego me dices qué te parece.

Hai bajó la cabeza como un niño regañado, ya que recordaba cómo se había puesto de sólo verlo hablando con Kawa. Incluso ahora se preguntaba si se refería a él cuando decía “con otro”. Asintió finalmente, añadiendo de pronto

–Pero tienes que dormir conmigo esta noche.

–No, antes tienes que decirme lo que comprendes. Sólo puedes tener una relación de amistad con él. No besos en la boca, ni tocarse, ni nada de sexo, de ninguna clase. Tampoco observarse uno al otro, ni nada de lo que pueda ocurrírseos que implique algo sexual. ¿Lo entiendes? Es la primera y última vez que te perdono algo así –lo miró a los ojos, extendiendo el brazo para ver si iba con él.

Hai lo miró nuevamente con esa cara de niño reñido, exhalando luego y acercándose, tomando su mano.

–Pero los hermanos a veces se besan... –se detuvo al ver la cara que ponía, apresurándose a corregirse –Está bien, hablaré con Benkei e intentaré hacer que lo comprenda. Sólo espero que no me odie.

–Si te odia por eso, no te quiere, así que no te odiará. Además, bastante tendrá que hablar con Kawa él por su parte –le aseguró con el ceño fruncido aún. Le soltó la mano y lo rodeó por los hombros, pegándolo contra su pecho –. Te amo, Hai. No me hagas sufrir más.

–Nunca quise hacerlo... odio verte triste, y odio más verte enfadado conmigo. Y odio más que estés triste y enfadado conmigo –se rio un poco sin poder evitarlo por el trabalenguas que se estaba formando y movió una mano por el pecho del moreno –. Me quieres todo para ti, ¿verdad?

–Así es –sentenció, respirando profundamente y abrazándolo con fuerza –. Eso es lo que significa amar a alguien y que te ame. Esa persona es la más importante, y no quieres estar con nadie más de esa forma, ni que ella lo esté.

Hai sonrió, tocando su cuello y alzando el rostro para mirarlo.

–Está bien entonces, porque no pienso dejar que me abandones.

–No te abandono... –le tocó la cabeza, suspirando pesadamente y sentándose en la cama, llevándolo con él. Se sentía un poco agotado por lo ocurrido.

...

Kawa se había vuelto a sentar en la cama y estaba escuchando atentamente por si Benkei intentaba irse a escondidas. Nunca sabía de qué era capaz.

–Benkei...

–¿Qué? –se sentó a su lado en el colchón, preguntándose si ahora venía una reprimenda.

–¿Comprendes lo que sucedió, verdad? –le preguntó, esforzándose por no sonreír ante su respuesta –Di algo, por favor...

–Hum... ¿Lo que sucedió acerca de qué? ¿Te refieres a la pelea o a lo de la cama?

–Las dos cosas... No me gusta la violencia y no era necesaria, sólo estábamos hablando... –le aclaró, moviendo un poco sus manos, nervioso.

–Él se lo estaba buscando. Tú no lo viste, pero se me puso enfrente todo gallito para meterme miedo, y a mí no me daba miedo. Se lo dejé claro..., aunque él ganase esta vez –se tiró en la cama hacia atrás, pensativo –. Y sobre lo otro no tengo nada que decir.

–Claro que sí, porque no lo comprendes... –se pasó una mano por la cabeza, sonriendo para sí, aunque sabía que no debía hacerlo. Estaba confundido –Benkei... ¿estabas celoso o sólo enfadado porque Yaku se puso... “gallito”?

–¿Celoso? No... –se rio, pensando que no estaba celoso para nada –. Él se puso gallito y yo quería pegarle a ver que tal.

–Eso significa que no te importaría lo que yo hiciera con otros hombres... –comentó a modo de pregunta velada.

–Oh... Eso... Los mataría –lo miró serio, por si era una indirecta –. Pero yo confío en ti, por eso no estaba celoso, y además... a ti no te gustaría ese, y no estabais coqueteando o algo así... sólo hablabais, ¿no?

–Sí, sólo hablábamos. Benkei, para mí es extraño lo que hacéis Hai y tú, pero supongo que puedo comprenderlo..., aunque me ponga nervioso. A veces no sé lo que estoy haciendo.

–Tú no dejes que esa gente te maree, ¿eh? Ya sabes que yo te quiero. Le tocaba las cachas a Hai, ¿y qué? No lo hacía por eso, sólo... no sé por qué. Lo hago... sin más.

–Lo sé, pero... ¿qué más hacéis? Cuando hacemos el amor, para mí es algo muy importante, estoy entregando una parte de mí. Si haces lo mismo con Hai... –alzó el rostro hacia donde sabía que estaba, como pidiéndole que comprendiera.

–No hacemos nada más ya... –le tocó el hombro con una mano, acariciando la tela del jersey –Si tanto te molesta que se las toque, no lo hago más –observaba sus labios. La verdad, no se había imaginado a sí mismo diciendo algo así, ni estaba seguro de estar diciéndolo en serio.

–¿En serio? –Kawa lo sujetó con suavidad por la cintura, de manera tentativa. No sentía que le estuviera mintiendo –Realmente no me importa la relación que tengas con Hai, eres distinto a los demás y lo comprendo. Sólo quiero que sepas que... Bueno, hay un límite y no quiero ser engañado.

–Pero yo no te engaño... –cruzó un brazo por debajo de su propia cabeza, mirando al techo –. Hablemos de otra cosa ya. Te dije que no voy a hacerlo.

–Benkei... –suspiró Kawa, pensando que era como un niño y pegándose más a él –No sigas peleando con Yaku, por favor.

–¿De qué os reíais? –le preguntó de pronto, mirándolo fijamente.

–Me estaba preguntando cosas acerca de mi ceguera y terminamos hablando de cuando éramos niños... Me contaba cosas de su hermano –le explicó, riéndose un poco, ya que en realidad había sido algo muy inocente.

–Hum... –se giró un poco, recostándose sobre él para besarlo. La verdad es que sí que estaba un poco celoso ahora.

Kawa le devolvió el beso, sonriendo luego contra sus labios.

–Lamento ser tan tradicional, ¿te aburro?

–No me aburres... –observó su rostro, lamiéndole los labios y levantándole un poquito el superior con la lengua –. Sólo... me he celado un poco ahora –se rio.

–No tienes por qué –se rio también, tocando su rostro con una mano, sintiendo sus facciones –. Te amo sólo a ti. Eres especial, Benkei.

–Ya sé que no tengo por qué, pero de pronto me ha jodido que te estuvieses riendo con él.

–Pero también me rio contigo –le aseguró sin dejar de acariciarlo. Era como un animalillo, pero le gustaba eso. Sin reglas, sin prejuicios... –. Háblame de ti.

–Eso no sería gracioso, prefiero no hacerlo –bajó la cabeza y le besó el pecho, oliéndoselo y buscándole un pezón con los labios, mordisqueándoselo después.

–Benkei... –lo riñó, riéndose un poco, enrojecido –Yo quiero saber acerca de ti. Eres un terco.

–Y yo quiero chuparte los pezones... Deja, seguro que los de afuera quieren ver –se rio, levantándole la camiseta y empezando a lamérselos con fuerza.
–¡Benkei! –alzó la voz, de pronto recordando que los estaban viendo y poniéndose completamente rojo.

El moreno se rio, succionándole uno ahora y continuando con aquello.

–Déjate...

–Que no.... Benkei... –le pidió, sujetándolo por los hombros y sintiéndose acalorado –No seas malo... Sabes que me da vergüenza.

–Ya... por eso... a mí me da morbo, y a ti también. Te gusta, ¿a que sí? –le preguntó mientras metía la mano dentro de sus pantalones.

Serkan cruzó las piernas sobre la mesa, mirando luego a Shio.

–Por fin ponen algo bueno en la tele.

Shio alzó una ceja, dándole en la nuca de pronto.

–Deja de mirarlos... –se rio, porque él también se había quedado mirándolos en un principio.

–Claro que no... Estoy estudiando sus conductas... –frunció el ceño, tocándose el cuello y pegándole luego un puñetazo en el brazo, aunque por supuesto, sin hacerle daño realmente. Se rio de todas formas –. Tú mira la otra pantalla.

Shio la observó, pero Yaku estaba abrazado a Hai y los dos parecían estar perdidos en el amor. Le daba la risa. En la otra habitación, Senzo y Hiroki parecían estar hablando.

–Serkan... deja de mirar el canal porno...

–No, mira qué polla tiene el chaval... –se rio divertido.

–A ver... voy a empezar a medir –le advirtió, realmente mirando y sonriendo para sí.

–Pues si quieres... ya sabes dónde la tengo. Mídemela con la lengua... –se levantó y cogió el teléfono, riéndose –. Apaga ese monitor, por Dios... y vamos a pedir esas pizzas.


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