Capitulo 48
The only one I love
Martes 15 de Diciembre
Mañana.
Senzo se giró en la cama, mirando a Hiroki que aún
dormía. Estaba seguro de que si se predisponía a que
se despertase extraño, iba a hacerlo, así que, se
apoyó en su pecho, rozándoselo con los dedos, diciéndose
que estaba tranquilo, a pesar de que se sentía tenso.
El moreno abrió los ojos, sonriendo y sujetándole
la mano.
–¿No quieres seguir durmiendo un poco más?
–No, pero si quiero quedarme en la cama –sonrió,
besándole el pecho y apretándole un poco la mano –.
Algo de bueno tiene que tener todo esto.
–Sí, seguro... –sonrió de nuevo, apartándolo
con toda la suavidad de la que era capaz –¿Por qué
no te quedas ahí? Yo iré a hacerte el desayuno...
Senzo lo sujetó de la muñeca para que no se levantase,
seguro de que se estaba comportando extraño a pesar de su
negación.
–Dame un beso...
Hiroki lo miró, exhalando un poco y acercándose,
besándolo profundamente y casi tumbándolo de vuelta
en la cama.
El moreno frunció un poco el ceño, alzando una ceja
y sujetándolo por la muñeca de todas formas.
–Otro... –le pidió por exhalar antes de dárselo.
–¿Otro? –le preguntó el moreno, sonriendo
de pronto y subiéndose sobre él –¿Sólo
un beso o quieres algo más?
Senzo sonrió un poco, aunque incluso él mismo se
sentía como si fuese el diablo en persona. No sabía
quién era ese tío, pero sí que parecía
un poco inocente en el fondo.
–¿Qué me vas a dar? –entreabrió
los labios, moviéndose un poco bajo él y rozándose
los dientes con la lengua.
–¿De qué? ¿Quieres comerme a mí?
–se rio, enseriándose de pronto y apartándose
de él hasta bajarse de la cama nuevamente. Aunque pensándolo
bien, aquello no estaba mal tampoco... por un día.
Senzo se levantó, pasando los dedos de una mano por su cabello
hacia arriba, tiró un poco de él y le inclinó
la cabeza, susurrando en su oído.
–¿Te has asustado, niño grande?
–No, tú no me asustas –le contestó, comprendiendo
que su acto ya no funcionaba y sonriendo de nuevo –. Te dije
que eres guapo... ¿Quieres hacerlo, eh?
–Me lo dijiste, pero ahora huyes... –le acarició
la nuca, sintiéndose ligeramente culpable, pero aquel era
Hiroki, quisiera ese tío o no, y no iba a ir por ahí
a acostarse con cualquiera. Si no podía detenerlo de un modo,
lo haría de otro, pero sobre todo... sobre todo no quería
cabrearlo, porque tenía miedo de que aquello volviera a suceder.
Tal vez si esperaba el tiempo suficiente, Hiroki volvería
en sí. Le rodeó el pecho, acariciándoselo y
besándole la espalda.
–No fue por miedo... No te importa –negó, frunciendo
el ceño y girándose de pronto para mirarlo –.
¿Te gusta mucho este cuerpo, no? ¿O te gusto yo? ¿Te
excito?
Senzo lo miró a los ojos, sintiendo que ya iba a cabrearse
otra vez.
–Me gustas mucho... Eres... muy sexy –se giró,
empujándolo un poco para que se sentase en la cama y se subió
a horcajadas –. ¿No vas a decirme cómo te llamas?
–le acarició el cabello con ambas manos, observando
ese rostro. Era como un sueño bizarro, aquel era Hiroki,
pero no lo era –. ¿Quieres un cigarro?
–Sí, y no necesitas saber mi nombre, no tengo nombre
–le aseguró riéndose y recostándose hacia
atrás, mirándolo –. ¿No te asusto?
–No, no me asustas –se echó sobre él
para coger el paquete de cigarros de su mesilla, sonriéndole.
Le encendió el pitillo y luego se lo dio, observándolo
y pasándole las manos por el pecho, masajeándolo –.
¿No tienes nombre?
–Hum... tenía uno, pero no es importante ahora –le
aclaró, dándole una calada al cigarro y dejándose
acariciar de aquella manera. Se rio de pronto, recostándose
hacia atrás –. ¿Por qué querrías
saber mi nombre?
–Para conocerte mejor... –le tocó la quijada
con un dedo, recostándose sobre él y observando cómo
fumaba. Era muy extraño ver a Hiroki comportándose
así, y la verdad... perdía mucho sexappeal, aunque
sí le gustaba su forma de fumar, si no abriese la boca...
–Creí que sólo querías follar conmigo.
Quiero follar, quiero volver a sentir eso... –lo miró,
exhalando el humo del cigarro y sonriendo –Ke... i... ta...
¿Te sientes mejor ahora que lo sabes?
Senzo se rio, pensando, Uy, sí, me siento virgen de nuevo,
pero por supuesto, no dijo nada al respecto. Tenía ganas
de sacudirle.
–Y vamos a follar..., Keita –le besó el pecho,
lamiéndoselo un poco y mirándolo a los ojos –.
¿Te gustan los hombres, Keita, o es que soy afortunado? –y
una mierda..., finalizó en su mente.
–Eres afortunado y me gustan los hombres. Iba mucho de bares
antes... Quiero ir de nuevo y beber... y otras cosas –añadió,
riéndose, y preguntándose si realmente a ese tío
no le importaba.
–¿Y qué cosas son esas? –sonrió,
aunque cada vez tenía más ganas de retorcerle el cuello.
Pero sólo era hoy, luego estarían allí encerrados,
y más les valía curarle aquello, o no iba a poder
superarlo.
–¿Qué cosas? –le preguntó riéndose
y volviendo a darle una calada al cigarro –De todo... de todo...
¿Alguna vez has probado sustancias? Te podría dar
un tour por mi mundo... que nunca olvidarías –bajó
la cabeza, mirando aquel cuerpo y suspirando –. Tenía
tatuajes...
–Yo también tengo... –le mostró el de
la muñeca, y luego se quitó la tank que usaba para
dormir, para mostrarle el piercing que tenía en el pezón
–. ¿Dónde los tenías? –parecía
distraído y prefería seguirle hablando, y lo peor,
no quería pensar, no quería razonar, pero... ¿estaba
hablando con un fantasma? Sí, ¿qué otra cosa
podía ser?
–En el pecho, y aquí –se señaló
el muslo, sonriendo –Estaba pensando hacerme uno en la espalda...
tal vez lo haga, sí... –se quedó pensando por
un momento, como si no considerase para nada que aquel cuerpo no
era suyo, y extendió una mano hacia Senzo, jugando con aquel
piercing –Se siente bien, ¿no? Quieres que te lo lama...
–No, tú quieres lamérmelo... –se rio,
inclinándose un poco y soportando las ganas que le habían
dado de sacarle la mano. Sólo tenía que mirar aquel
rostro, y podía hacer lo que fuera –. Hazlo, se siente
muy bien –lo incitó, tocándose el dedo con la
lengua y humedeciéndoselo mientras se aproximaba más
–, pero sé bueno... –le advirtió nervioso.
–¿Bueno? No, tú quieres hacer esto con un…
chico malo –sonrió, aproximándose y lamiendo
aquel pezón, succionándolo, aún sujetando el
cigarro con una mano, aunque la mantenía lejos de su cuerpo.
Se sentía increíble, hacía tanto tiempo que
no probaba uno...
–Hum... –Senzo bajó la vista, avergonzándose
por haberse excitado, pero hacía aquello como un desesperado,
y él era humano después de todo –. Sí...
me encantan los chicos malos –se rio, nunca había dicho
una mentira más gorda. Se separó un poco, observando
su rostro. Quería preguntarle qué era lo que había
sucedido el día anterior, pero no que se pusiese así
de nuevo y pasar aquel terror otra vez.
El rostro de Hiroki se había puesto serio, le dio una última
calada al cigarro antes de apagarlo contra las sábanas y
se subió sobre el chico, besándolo profundamente y
comenzando a moverse. Si a ese tío no le importaba, no iba
a ser quien lo hiciera entrar en razón.
Senzo miró de soslayo a las sábanas, pero no tenía
tiempo ni de maldecirlo, el muy bastardo parecía tener mil
manos.
–Keita... con cariño... ¿sí? –le
pidió, sujetándole las mandíbulas y besándolo
despacio, esperando que se relajase un poco. ¿Por qué
demonios estaba durando tanto esta vez? Sea como sea, quería
que creyese que podía confiar en él.
–Sí me tienes miedo... –se rio, bajando por
su cuello y mordiéndoselo. No pensaba irse, no antes de tener
un orgasmo. Si le daban a elegir, el tal Hiroki podía quedarse
en aquel infierno para siempre.
–¡Ah! –Senzo le clavó las uñas
en la espalda en venganza, aflojando enseguida al pensar que se
trataba del cuerpo de Hiroki –. ¿Te excita pensar que
te tengo miedo, Keita? –le apoyó las manos en el pecho,
tratando de voltearse sobre él.
–Tal vez... Me gusta el poder –se rio, sentándose
y extendiendo los brazos hacia arriba como si el otro no estuviera
haciendo ningún movimiento –. No descansaré
en ningún momento del día...
Senzo alzó una ceja, pensando que estaba fatal de la cabeza,
pero por él mejor si se distraía con sus delirios
de grandeza.
–¿Me llevarás contigo, Keita? –le pidió,
un poco desesperado, la verdad es que tenía miedo de lo que
pudiera pasarle a Hiroki, o a su relación.
–¿Eh? ¿Por qué querrías venir
conmigo? –le preguntó, realmente desconcentrándose.
¿No le importaba nada su pareja? No era su asunto, pero era
un poco extraño –Tengo que hacer algo primero... ¿Me
ayudarás a quedarme con este cuerpo?
–¿Y eso cómo lo consigues? –el corazón
le había dado un vuelco, pero tal vez aquella información
sirviese de algo a la inversa.
Keita lo miró, frunciendo un poco el ceño y colocando
una mano sobre su pecho.
–No importa... Ahora no importa, fóllame –casi
le ordenó, besándolo nuevamente y metiendo una mano
dentro de sus pantalones.
–Pero si no me lo dices no te puedo ayudar... –casi
pegó un brinco, aunque con el otro encima lo tenía
difícil –Keita... –jadeó, ya que no le
dejaba hablar besándolo de aquella forma. Movió la
mano, sujetándole la muñeca. Tenía ganas de
llamar a Hiroki a gritos a ver si así se despertaba, pero
sabía que una pataleta no iba a funcionar.
–No puedes, no puedes ayudarme. Nadie puede, por eso... –los
ojos del chico se abrieron de pronto como platos y arqueó
la espalda casi como si estuviese teniendo un espasmo, empezando
a gritar –¡Aaaaaaaaaaah! ¡No! ¡No quieroo!
Senzo lo abrazó, aunque en realidad a quien rodeaba de aquella
forma desesperada era a Hiroki.
–¡¿Qué te pasa?! ¡Por favor!
–¡No quiero! ¡Dile que se vaya! –gritó
desesperado, revolviéndose entre sus brazos, aquella oscuridad
envolviéndolos mientras la sangre comenzada a emanar de todas
las articulaciones del chico. Estaban en un lugar oscuro y sucio,
era un cuarto de baño como evidenciaba la bañera resquebrajada
y para variar, había un brazo sobresaliendo de la misma,
colocado de manera poco natural.
–¡Otra vez no! –Senzo pegó un grito,
estaba cubierto de sangre, y no quería creerlo, pero parecía
ser de Hiroki. Él estaba temblando, tratando de buscar las
heridas en su cuerpo, pese a que no tenía ninguna –Estás
bien, estás bien, ¿vale? Sólo es una pesadilla...
como una pesadilla... eso es –trataba de tranquilizarlo y
a la vez hacer lo mismo por su propia persona. Sin embargo, estaba
empezando a escuchar el llanto de una mujer, y cuando se volteó
observó a una chica en aquella bañera resquebrajada.
Estaba muerta, tenía los ojos velados y la piel azulada,
pero aun así los miró, mientras se bañaba en
aquel charco de sangre que se iba colando por el agujero de la bañera.
Su brazo se cayó de pronto, como contándoles la
historia de lo que había sucedido, a pesar de no tener ninguna
lógica.
Senzo se echó hacia atrás, conteniendo un grito,
porque estaba tan asustado que ni siquiera podía articular
palabra. Se sujetó al brazo de Hiroki, buscando con la mirada
la salida de aquel cuarto, pero no había puertas.
–No puedes escapar... Sólo hay una salida... –murmuró
Keita contradictoriamente, de pronto empujándolo y empezando
a aporrear las paredes –¡No quiero estar aquí!
–Sin embargo empezaba a sentirse débil, iba perdiendo
el control. Se sujetó el cuello, sintiendo que la sangre
le ahogaba, salía de entre sus labios a borbotones, evitando
que siguiera gritando.
Senzo se pegó contra la pared, dando pasos atrás
y alejándose. ¿Por qué tenía que ocurrirle
eso de nuevo? ¿Por qué tenía que estar con
ese tío además? De pronto las baldosas de la pared
se desprendieron y se cayó de espaldas contra un suelo mojado
que apestaba.
–Ah... –se quejó, habiéndose clavado
las baldosas rotas, además de haberse golpeado. Se giró,
alzando una mano y notando un líquido pegajoso y amarillo
en sus dedos –. ¿Qué es esto? ¿Qué...?
¡Ah! –retrocedió por el suelo, trastabillando
varias veces hasta conseguir pisar suelo seco. Se levantó
con el corazón latiendo tan fuerte en su pecho que parecía
que iba a quedarse sin aire.
Parecía una sala forense. Había una mesa camilla
metálica en el medio, y sobre la misma un hombre cortado
casi como ganado. Él había estado ahí tirado,
resbalando en el suero que se había separado de su sangre
coagulada.
El cadáver parpadeó de pronto, girando el rostro
para mirarlo, entreabriendo los labios y extrañamente, pronunciando
su nombre, aunque sin sonido.
Un hombre entró en la habitación, no se podía
ver su rostro, era casi como una sombra con forma humana, y justo
en ese momento, todas las partes de aquel cuerpo empezaron a retorcerse
de manera violenta como si intentasen huir. Rodaron por la mesa
de forma grotesca, cayendo al suelo mojado y resbalando en el líquido.
Senzo tenía la boca tapada, tratando de no gritar para
que aquella sombra no lo viese. ¿Qué demonios estaba
pasando allí?
Cogió la mano de aquel joven y la apoyó sobre la
camilla. De un golpe seco, se escuchó un crujido, y Senzo
vio como levantaba un dedo, observándolo. Lo aproximó
a su rostro y deslizó la lengua por el borde cortado. Senzo
sólo veía en color su boca, aquella lengua roja y
los dientes blancos, muy blancos, demasiado a su parecer, que de
pronto mordieron la carne.
–Uhm...hu... –respiró ansiosamente, por poco
gritando ya, al límite.
–Senzo, ¿qué haces? –Hiroki lo sujetó
por los hombros de pronto, sacudiéndolo un poco como si aquello
no estuviera pasando. Se sentía mareado –Me duele la
mano... –protestó, sin darse cuenta de que le sangraba
un dedo.
–Sh... –Senzo observó su mano, notando aquel
dedo rojo. Y sujetándosela, tratando de comprobar la herida.
De pronto se le cayó entre las piernas y dejó escapar
un grito de horror. Cuando alzó la mirada, aquella sombra
ya estaba tras Hiroki. No podía verle el rostro, pero aquello
era peor, parecía tener la cabeza de un cerdo cosida a su
propia piel, y se adivinaban unos ojos muy pequeños por los
agujeros.
Ni siquiera pudo gritar o advertirle, antes de que le golpease
la cabeza de forma contundente a Hiroki, tumbándolo en el
suelo.
Senzo, trató de escapar, tirando de él para llevárselo,
pero claramente no podía, y escuchó la risa gutural
de aquel engendro.
Un grito espantoso despertó a Hiroki. Se sentó en
el suelo de la habitación, mirando a su alrededor, pero allí
no había nadie más, excepto por Senzo que permanecía
a su lado como congelado con aquella expresión terrible en
su rostro.
–Senzo, Senzo, ¿qué pasó? –lo
remeció, tocándole la muñeca para asegurarse
de que tuviera pulso.
El moreno apartó el brazo de golpe, aunque reaccionando
por fin, observando sus ojos, su manera de mirarlo. Se lanzó
contra él casi, abrazándolo con los ojos bastante
nublados.
Hiroki lo abrazó de vuelta, apretándolo contra su
cuerpo.
–Gracias a Dios que estás bien... ¿Qué
sucedió? ¿Te hice algo?
Senzo negó con la cabeza, subiéndose a horcajadas
sobre sus piernas y besándole el cuello con suavidad. No
tenía ganas de hablar, la verdad. Le sujetó las manos
y se las miró, tocándole los dedos.
–¿Qué sucede? –sonrió con suavidad,
observándolo. Siempre le había gustado esa facilidad
que tenía para mostrar sus sentimientos, aunque no le gustaba
verlo triste –Estoy bien, estamos bien...
–Pero ha sido horrible. ¡Estoy harto! Harto... –murmuró
después, besándole las manos y haciendo que lo rodease
con los brazos, quisiera o no –. Quiero quedarme así
un rato.
–Está bien, hagamos eso... –suspiró preocupado.
Aquello no era justo bajo ningún punto de vista. Si no podía
mantenerse consciente, ¿cómo iba a proteger a Senzo?
–Sí... –le rodeó el cuello, cerrando
los ojos y tocándole la nuca con las puntas de los dedos
–. He hablado con ese tío...
–¿Con quien? ¿El que me posee? –preguntó,
aunque le resultaba difícil aceptar ese concepto. Por lo
que había leído, la mayoría de los casos de
posesión eran fraudes o problemas mentales.
–Se llama Ke...i...ta –pronunció como él,
alzando una ceja en protesta, separándose un poco para mirarlo
a los ojos.
–Keita... Tiene nombre, ¿eh? –murmuró,
aún preguntándose si realmente sería un caso
de posesión, pero no podía negar que Senzo había
visto esas cosas, no podían estar locos los dos –¿Qué
te dijo?
–Me estuvo hablando de él. Bueno, yo le estaba preguntando
para distraerlo y que no se fuera, ya sabes –frunció
el ceño, señalando el quemado en la sábana
–. No sabe qué son los ceniceros.
Hiroki se cubrió el rostro con una mano, imaginando que
aquello le dolía más a Senzo que a él.
–Compraré otras... de seda. Estaba pensando hacerlo
ahora que duermes conmigo. Pero mejor dime qué te dijo, tal
vez podamos averiguar algo.
–Sí... bueno... –se tocó una ceja, resoplando
–. Podemos traer las que están en mi casa, no creo
que vaya a regresar o eso espero –le tocó el pecho,
suspirando –. Me dijo que le gustaba mucho ir a bares, y que
tenía tatuajes, que se acostaba con mucha gente, bebía,
y tomaba drogas... uf... ¿No podías haber escogido
peor? –protestó por ver si le quitaba esa cara.
Hiroki se rio un poco, negando con la cabeza
–No lo escogí, preferiría no ser poseído...,
pero si tenía tatuajes eso podría ayudarnos. ¿No
te dijo cómo eran? ¿O en dónde los tenía?
–Sí que me lo dijo –le señaló
el cuerpo, mostrándole dónde –. Es un bestia...
y está como una cabra. Me dijo que le gustaba el poder, y
que le gustaba que le tuviese miedo. Aunque no me daba miedo, lo
que pasa es que parece un violador... –se rio después
–. Ahora es gracioso... pensar en cómo estabas actuando.
–No hiciste nada con él, ¿verdad? –le
preguntó un poco serio, por una vez molestándose,
aunque no era con Senzo realmente –¿Te hizo algo a
ti?
–No realmente... Lo entretuve el suficiente tiempo hasta
que sucedió eso –lo miró a los ojos, tocándole
los hombros y apretándoselos un poco –. Hiro... hubo
algún beso, pero no es como que yo me lo estuviese pasando
bien...
Hiroki lo miró a los ojos por un momento, asintiendo luego
–La próxima vez... Trata de no llegar a eso, hay otras
maneras. Piensa en cómo te sentirías tú si
yo hiciera lo mismo.
–¿Y qué quieres que haga, eh? –se levantó,
suspirando con fuerza y pasándose una mano por el cabello
–¡Piensa tú, en cómo me siento yo!
–Senzo, no me grites... –le pidió, sin levantar
la voz por su parte –. Sé que estás asustado,
pero yo no puedo controlarlo y no me gusta que haya alguien más
jugando con mi novio, aunque sea con mi cuerpo.
–Bueno... y a mí no me gusta que me trates como lo
haces en esos momentos, y no te lo echo en cara. ¿Quieres
que te trate como él me trata, a ver si te gusta? –lo
miró a los ojos, bastante furioso además –Luego
te daré un tour por el peor lugar del mundo, te empujaré
para que te apartes cuando estés asustado, en plan sálvese
quien pueda, y cuando me despierte... ¡Encima me quejaré!
–le lanzó un cojín a la cara, metiéndose
en el baño y apoyándose contra la puerta –.
Idiota... –susurró.
–Senzo... –Hiroki suspiró, llevándose
una mano a la cabeza y poniéndose de pie luego, siguiéndolo
y golpeando la puerta con suavidad –Senzo, sal de ahí.
Lo siento, sé que soy insensible... Por favor.
El moreno le abrió la puerta, pero mirándolo serio.
–Me mordiste, ¿sabes?
–No fui yo. Nunca te mordería, sé que no te
gustan esas cosas... ni tener marcas en el cuerpo –le aseguró
como si se hubiera aprendido aquello de memoria, aunque sonriendo
un poco –. Vamos, sal...
–No quiero, me tengo que duchar, me da asco, aunque no fuera
verdad, me caí en algo asqueroso –lo sujetó
por el brazo, metiéndolo con él en el baño
y apoyando las manos en su pecho, mirándolo con cara de no
estar muy enfadado ya, pero aun así seguía teniendo
aquel gesto caprichoso –. No me gusta nada el tío ese,
¿vale? Sólo intento llevar esto lo mejor que sé...
Es un capullo... Cógeme.
–Lo sé, me quieres a mí, ¿verdad? No
dudo de ti –lo alzó en brazos, besándolo y dirigiéndose
a la bañera. De alguna manera siempre acababan allí
–. Quiero cuidarte.
–Sí, a ti –se rio por estar así sujeto,
ocultando el rostro en su cuello –. Sólo a ti... No
me gusta tu yo rapist.
–Que no soy yo... –se quejó, acariciándole
el cabello. Seguro que luego iba con Kogane para quejarse, le hacía
gracia –Te puedes cubrir eso con maquillaje, ¿no? Ni
siquiera se notará.
–Me lo voy a dejar ahí, para recordarte que no lo
disfruté –le tocó la espalda, donde le había
clavado las uñas –. Y esto... te lo dejé de
recuerdo a ti –se soltó, abriendo el agua y sentándose
en el borde de la loza –. Creo que es activo, me dijo que
quería follar, que ya no se acordaba de cómo se sentía.
–Eso me gusta menos –negó, tocándose
con dificultad aquellas marcas y sonriendo un poco. Senzo no cambiaba
–. No me gusta, pero tal vez se vaya luego de follar. Preferiría
que no fuera contigo...
–¡Ya claro! Antes te pongo un... chisme de esos, cómo
se llamen –ya ni le salía la palabra de lo sulfurado
que se ponía al pensarlo –. ¡Un cinturón
de castidad, eso! Así sería mejor, ¿no? Si
sales por ahí a acostarte con cualquiera y humillarme delante
de quien te vea, pensando que me estás siendo infiel, y que
tienes que ir a follar a otro lado porque yo no te complazco. ¡Ni
de coña! Además, me da igual que sea activo o no,
eso es lo de menos. Sólo te lo comentaba... –se acostó
en la bañera, aun mientras se llenaba. Sí, necesitaba
un baño, con una ducha no le llegaba.
–Entonces ¿quieres hacerlo con él? Siento como
si te estuviera sacrificando... –le aclaró, quitándose
la ropa para meterse con él. No podía dejarlo solo
de esa manera –Eres lo más importante para mí,
Senzo.
–No, claro que no quiero, pero no puedo pegarle o algo así.
Todo se arreglará cuando estemos allí encerrados.
No podrá salir... y tampoco va a acostarse con ninguno de
los de ahí dentro... porque... me llevaré un cuchillo
de cocina –se rio, rodeándole el cuello tras estirar
los brazos, haciéndolo entrar en la bañera y ponerse
sobre él –. ¿Quieres hacérmelo tú,
Hiro? Celoso...
–Sabes que prefiero lo contrario... –le sonrió,
besándolo de todas maneras. Ken lo reñiría
por permitirle actuar así, lo tenía completamente
en sus manos –, pero te complacería si eso quisieras.
Y también lo haría para borrar sus huellas.
–No, yo no quiero, yo prefiero esto... –movió
las manos por su espalda, deslizando los dedos por entre sus nalgas
y empujando dos con suavidad, riéndose –. Aunque también
me gusta esto... –sujetó su sexo con la otra mano,
sonriendo.
–Nnh... Senzo... –sonrió el moreno, mirándolo
a los ojos y aproximándose para besarlo de nuevo y susurrando
–Te amo, ni siquiera puedo pensar bien...
–No tienes que pensar ahora... –le besó los
labios, apretándole las nalgas, sonriendo y pensando que
Hiroki era lo mejor del mundo.
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