.Cerberus Proyect- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capitulo 48
The only one I love

Martes 15 de Diciembre
Mañana.

Senzo se giró en la cama, mirando a Hiroki que aún dormía. Estaba seguro de que si se predisponía a que se despertase extraño, iba a hacerlo, así que, se apoyó en su pecho, rozándoselo con los dedos, diciéndose que estaba tranquilo, a pesar de que se sentía tenso.

El moreno abrió los ojos, sonriendo y sujetándole la mano.

–¿No quieres seguir durmiendo un poco más?

–No, pero si quiero quedarme en la cama –sonrió, besándole el pecho y apretándole un poco la mano –. Algo de bueno tiene que tener todo esto.

–Sí, seguro... –sonrió de nuevo, apartándolo con toda la suavidad de la que era capaz –¿Por qué no te quedas ahí? Yo iré a hacerte el desayuno...

Senzo lo sujetó de la muñeca para que no se levantase, seguro de que se estaba comportando extraño a pesar de su negación.

–Dame un beso...

Hiroki lo miró, exhalando un poco y acercándose, besándolo profundamente y casi tumbándolo de vuelta en la cama.

El moreno frunció un poco el ceño, alzando una ceja y sujetándolo por la muñeca de todas formas.

–Otro... –le pidió por exhalar antes de dárselo.

–¿Otro? –le preguntó el moreno, sonriendo de pronto y subiéndose sobre él –¿Sólo un beso o quieres algo más?

Senzo sonrió un poco, aunque incluso él mismo se sentía como si fuese el diablo en persona. No sabía quién era ese tío, pero sí que parecía un poco inocente en el fondo.

–¿Qué me vas a dar? –entreabrió los labios, moviéndose un poco bajo él y rozándose los dientes con la lengua.

–¿De qué? ¿Quieres comerme a mí? –se rio, enseriándose de pronto y apartándose de él hasta bajarse de la cama nuevamente. Aunque pensándolo bien, aquello no estaba mal tampoco... por un día.

Senzo se levantó, pasando los dedos de una mano por su cabello hacia arriba, tiró un poco de él y le inclinó la cabeza, susurrando en su oído.

–¿Te has asustado, niño grande?

–No, tú no me asustas –le contestó, comprendiendo que su acto ya no funcionaba y sonriendo de nuevo –. Te dije que eres guapo... ¿Quieres hacerlo, eh?

–Me lo dijiste, pero ahora huyes... –le acarició la nuca, sintiéndose ligeramente culpable, pero aquel era Hiroki, quisiera ese tío o no, y no iba a ir por ahí a acostarse con cualquiera. Si no podía detenerlo de un modo, lo haría de otro, pero sobre todo... sobre todo no quería cabrearlo, porque tenía miedo de que aquello volviera a suceder. Tal vez si esperaba el tiempo suficiente, Hiroki volvería en sí. Le rodeó el pecho, acariciándoselo y besándole la espalda.

–No fue por miedo... No te importa –negó, frunciendo el ceño y girándose de pronto para mirarlo –. ¿Te gusta mucho este cuerpo, no? ¿O te gusto yo? ¿Te excito?

Senzo lo miró a los ojos, sintiendo que ya iba a cabrearse otra vez.

–Me gustas mucho... Eres... muy sexy –se giró, empujándolo un poco para que se sentase en la cama y se subió a horcajadas –. ¿No vas a decirme cómo te llamas? –le acarició el cabello con ambas manos, observando ese rostro. Era como un sueño bizarro, aquel era Hiroki, pero no lo era –. ¿Quieres un cigarro?

–Sí, y no necesitas saber mi nombre, no tengo nombre –le aseguró riéndose y recostándose hacia atrás, mirándolo –. ¿No te asusto?

–No, no me asustas –se echó sobre él para coger el paquete de cigarros de su mesilla, sonriéndole. Le encendió el pitillo y luego se lo dio, observándolo y pasándole las manos por el pecho, masajeándolo –. ¿No tienes nombre?

–Hum... tenía uno, pero no es importante ahora –le aclaró, dándole una calada al cigarro y dejándose acariciar de aquella manera. Se rio de pronto, recostándose hacia atrás –. ¿Por qué querrías saber mi nombre?

–Para conocerte mejor... –le tocó la quijada con un dedo, recostándose sobre él y observando cómo fumaba. Era muy extraño ver a Hiroki comportándose así, y la verdad... perdía mucho sexappeal, aunque sí le gustaba su forma de fumar, si no abriese la boca...

–Creí que sólo querías follar conmigo. Quiero follar, quiero volver a sentir eso... –lo miró, exhalando el humo del cigarro y sonriendo –Ke... i... ta... ¿Te sientes mejor ahora que lo sabes?

Senzo se rio, pensando, Uy, sí, me siento virgen de nuevo, pero por supuesto, no dijo nada al respecto. Tenía ganas de sacudirle.

–Y vamos a follar..., Keita –le besó el pecho, lamiéndoselo un poco y mirándolo a los ojos –. ¿Te gustan los hombres, Keita, o es que soy afortunado? –y una mierda..., finalizó en su mente.

–Eres afortunado y me gustan los hombres. Iba mucho de bares antes... Quiero ir de nuevo y beber... y otras cosas –añadió, riéndose, y preguntándose si realmente a ese tío no le importaba.

–¿Y qué cosas son esas? –sonrió, aunque cada vez tenía más ganas de retorcerle el cuello. Pero sólo era hoy, luego estarían allí encerrados, y más les valía curarle aquello, o no iba a poder superarlo.

–¿Qué cosas? –le preguntó riéndose y volviendo a darle una calada al cigarro –De todo... de todo... ¿Alguna vez has probado sustancias? Te podría dar un tour por mi mundo... que nunca olvidarías –bajó la cabeza, mirando aquel cuerpo y suspirando –. Tenía tatuajes...

–Yo también tengo... –le mostró el de la muñeca, y luego se quitó la tank que usaba para dormir, para mostrarle el piercing que tenía en el pezón –. ¿Dónde los tenías? –parecía distraído y prefería seguirle hablando, y lo peor, no quería pensar, no quería razonar, pero... ¿estaba hablando con un fantasma? Sí, ¿qué otra cosa podía ser?

–En el pecho, y aquí –se señaló el muslo, sonriendo –Estaba pensando hacerme uno en la espalda... tal vez lo haga, sí... –se quedó pensando por un momento, como si no considerase para nada que aquel cuerpo no era suyo, y extendió una mano hacia Senzo, jugando con aquel piercing –Se siente bien, ¿no? Quieres que te lo lama...

–No, tú quieres lamérmelo... –se rio, inclinándose un poco y soportando las ganas que le habían dado de sacarle la mano. Sólo tenía que mirar aquel rostro, y podía hacer lo que fuera –. Hazlo, se siente muy bien –lo incitó, tocándose el dedo con la lengua y humedeciéndoselo mientras se aproximaba más –, pero sé bueno... –le advirtió nervioso.

–¿Bueno? No, tú quieres hacer esto con un… chico malo –sonrió, aproximándose y lamiendo aquel pezón, succionándolo, aún sujetando el cigarro con una mano, aunque la mantenía lejos de su cuerpo. Se sentía increíble, hacía tanto tiempo que no probaba uno...

–Hum... –Senzo bajó la vista, avergonzándose por haberse excitado, pero hacía aquello como un desesperado, y él era humano después de todo –. Sí... me encantan los chicos malos –se rio, nunca había dicho una mentira más gorda. Se separó un poco, observando su rostro. Quería preguntarle qué era lo que había sucedido el día anterior, pero no que se pusiese así de nuevo y pasar aquel terror otra vez.

El rostro de Hiroki se había puesto serio, le dio una última calada al cigarro antes de apagarlo contra las sábanas y se subió sobre el chico, besándolo profundamente y comenzando a moverse. Si a ese tío no le importaba, no iba a ser quien lo hiciera entrar en razón.

Senzo miró de soslayo a las sábanas, pero no tenía tiempo ni de maldecirlo, el muy bastardo parecía tener mil manos.

–Keita... con cariño... ¿sí? –le pidió, sujetándole las mandíbulas y besándolo despacio, esperando que se relajase un poco. ¿Por qué demonios estaba durando tanto esta vez? Sea como sea, quería que creyese que podía confiar en él.

–Sí me tienes miedo... –se rio, bajando por su cuello y mordiéndoselo. No pensaba irse, no antes de tener un orgasmo. Si le daban a elegir, el tal Hiroki podía quedarse en aquel infierno para siempre.

–¡Ah! –Senzo le clavó las uñas en la espalda en venganza, aflojando enseguida al pensar que se trataba del cuerpo de Hiroki –. ¿Te excita pensar que te tengo miedo, Keita? –le apoyó las manos en el pecho, tratando de voltearse sobre él.

–Tal vez... Me gusta el poder –se rio, sentándose y extendiendo los brazos hacia arriba como si el otro no estuviera haciendo ningún movimiento –. No descansaré en ningún momento del día...

Senzo alzó una ceja, pensando que estaba fatal de la cabeza, pero por él mejor si se distraía con sus delirios de grandeza.

–¿Me llevarás contigo, Keita? –le pidió, un poco desesperado, la verdad es que tenía miedo de lo que pudiera pasarle a Hiroki, o a su relación.

–¿Eh? ¿Por qué querrías venir conmigo? –le preguntó, realmente desconcentrándose. ¿No le importaba nada su pareja? No era su asunto, pero era un poco extraño –Tengo que hacer algo primero... ¿Me ayudarás a quedarme con este cuerpo?

–¿Y eso cómo lo consigues? –el corazón le había dado un vuelco, pero tal vez aquella información sirviese de algo a la inversa.

Keita lo miró, frunciendo un poco el ceño y colocando una mano sobre su pecho.

–No importa... Ahora no importa, fóllame –casi le ordenó, besándolo nuevamente y metiendo una mano dentro de sus pantalones.

–Pero si no me lo dices no te puedo ayudar... –casi pegó un brinco, aunque con el otro encima lo tenía difícil –Keita... –jadeó, ya que no le dejaba hablar besándolo de aquella forma. Movió la mano, sujetándole la muñeca. Tenía ganas de llamar a Hiroki a gritos a ver si así se despertaba, pero sabía que una pataleta no iba a funcionar.

–No puedes, no puedes ayudarme. Nadie puede, por eso... –los ojos del chico se abrieron de pronto como platos y arqueó la espalda casi como si estuviese teniendo un espasmo, empezando a gritar –¡Aaaaaaaaaaah! ¡No! ¡No quieroo!

Senzo lo abrazó, aunque en realidad a quien rodeaba de aquella forma desesperada era a Hiroki.

–¡¿Qué te pasa?! ¡Por favor!

–¡No quiero! ¡Dile que se vaya! –gritó desesperado, revolviéndose entre sus brazos, aquella oscuridad envolviéndolos mientras la sangre comenzada a emanar de todas las articulaciones del chico. Estaban en un lugar oscuro y sucio, era un cuarto de baño como evidenciaba la bañera resquebrajada y para variar, había un brazo sobresaliendo de la misma, colocado de manera poco natural.

–¡Otra vez no! –Senzo pegó un grito, estaba cubierto de sangre, y no quería creerlo, pero parecía ser de Hiroki. Él estaba temblando, tratando de buscar las heridas en su cuerpo, pese a que no tenía ninguna –Estás bien, estás bien, ¿vale? Sólo es una pesadilla... como una pesadilla... eso es –trataba de tranquilizarlo y a la vez hacer lo mismo por su propia persona. Sin embargo, estaba empezando a escuchar el llanto de una mujer, y cuando se volteó observó a una chica en aquella bañera resquebrajada. Estaba muerta, tenía los ojos velados y la piel azulada, pero aun así los miró, mientras se bañaba en aquel charco de sangre que se iba colando por el agujero de la bañera.

Su brazo se cayó de pronto, como contándoles la historia de lo que había sucedido, a pesar de no tener ninguna lógica.

Senzo se echó hacia atrás, conteniendo un grito, porque estaba tan asustado que ni siquiera podía articular palabra. Se sujetó al brazo de Hiroki, buscando con la mirada la salida de aquel cuarto, pero no había puertas.

–No puedes escapar... Sólo hay una salida... –murmuró Keita contradictoriamente, de pronto empujándolo y empezando a aporrear las paredes –¡No quiero estar aquí! –Sin embargo empezaba a sentirse débil, iba perdiendo el control. Se sujetó el cuello, sintiendo que la sangre le ahogaba, salía de entre sus labios a borbotones, evitando que siguiera gritando.

Senzo se pegó contra la pared, dando pasos atrás y alejándose. ¿Por qué tenía que ocurrirle eso de nuevo? ¿Por qué tenía que estar con ese tío además? De pronto las baldosas de la pared se desprendieron y se cayó de espaldas contra un suelo mojado que apestaba.

–Ah... –se quejó, habiéndose clavado las baldosas rotas, además de haberse golpeado. Se giró, alzando una mano y notando un líquido pegajoso y amarillo en sus dedos –. ¿Qué es esto? ¿Qué...? ¡Ah! –retrocedió por el suelo, trastabillando varias veces hasta conseguir pisar suelo seco. Se levantó con el corazón latiendo tan fuerte en su pecho que parecía que iba a quedarse sin aire.

Parecía una sala forense. Había una mesa camilla metálica en el medio, y sobre la misma un hombre cortado casi como ganado. Él había estado ahí tirado, resbalando en el suero que se había separado de su sangre coagulada.

El cadáver parpadeó de pronto, girando el rostro para mirarlo, entreabriendo los labios y extrañamente, pronunciando su nombre, aunque sin sonido.

Un hombre entró en la habitación, no se podía ver su rostro, era casi como una sombra con forma humana, y justo en ese momento, todas las partes de aquel cuerpo empezaron a retorcerse de manera violenta como si intentasen huir. Rodaron por la mesa de forma grotesca, cayendo al suelo mojado y resbalando en el líquido.

Senzo tenía la boca tapada, tratando de no gritar para que aquella sombra no lo viese. ¿Qué demonios estaba pasando allí?

Cogió la mano de aquel joven y la apoyó sobre la camilla. De un golpe seco, se escuchó un crujido, y Senzo vio como levantaba un dedo, observándolo. Lo aproximó a su rostro y deslizó la lengua por el borde cortado. Senzo sólo veía en color su boca, aquella lengua roja y los dientes blancos, muy blancos, demasiado a su parecer, que de pronto mordieron la carne.

–Uhm...hu... –respiró ansiosamente, por poco gritando ya, al límite.

–Senzo, ¿qué haces? –Hiroki lo sujetó por los hombros de pronto, sacudiéndolo un poco como si aquello no estuviera pasando. Se sentía mareado –Me duele la mano... –protestó, sin darse cuenta de que le sangraba un dedo.

–Sh... –Senzo observó su mano, notando aquel dedo rojo. Y sujetándosela, tratando de comprobar la herida. De pronto se le cayó entre las piernas y dejó escapar un grito de horror. Cuando alzó la mirada, aquella sombra ya estaba tras Hiroki. No podía verle el rostro, pero aquello era peor, parecía tener la cabeza de un cerdo cosida a su propia piel, y se adivinaban unos ojos muy pequeños por los agujeros.

Ni siquiera pudo gritar o advertirle, antes de que le golpease la cabeza de forma contundente a Hiroki, tumbándolo en el suelo.

Senzo, trató de escapar, tirando de él para llevárselo, pero claramente no podía, y escuchó la risa gutural de aquel engendro.

Un grito espantoso despertó a Hiroki. Se sentó en el suelo de la habitación, mirando a su alrededor, pero allí no había nadie más, excepto por Senzo que permanecía a su lado como congelado con aquella expresión terrible en su rostro.

–Senzo, Senzo, ¿qué pasó? –lo remeció, tocándole la muñeca para asegurarse de que tuviera pulso.

El moreno apartó el brazo de golpe, aunque reaccionando por fin, observando sus ojos, su manera de mirarlo. Se lanzó contra él casi, abrazándolo con los ojos bastante nublados.

Hiroki lo abrazó de vuelta, apretándolo contra su cuerpo.

–Gracias a Dios que estás bien... ¿Qué sucedió? ¿Te hice algo?

Senzo negó con la cabeza, subiéndose a horcajadas sobre sus piernas y besándole el cuello con suavidad. No tenía ganas de hablar, la verdad. Le sujetó las manos y se las miró, tocándole los dedos.

–¿Qué sucede? –sonrió con suavidad, observándolo. Siempre le había gustado esa facilidad que tenía para mostrar sus sentimientos, aunque no le gustaba verlo triste –Estoy bien, estamos bien...

–Pero ha sido horrible. ¡Estoy harto! Harto... –murmuró después, besándole las manos y haciendo que lo rodease con los brazos, quisiera o no –. Quiero quedarme así un rato.

–Está bien, hagamos eso... –suspiró preocupado. Aquello no era justo bajo ningún punto de vista. Si no podía mantenerse consciente, ¿cómo iba a proteger a Senzo?

–Sí... –le rodeó el cuello, cerrando los ojos y tocándole la nuca con las puntas de los dedos –. He hablado con ese tío...

–¿Con quien? ¿El que me posee? –preguntó, aunque le resultaba difícil aceptar ese concepto. Por lo que había leído, la mayoría de los casos de posesión eran fraudes o problemas mentales.

–Se llama Ke...i...ta –pronunció como él, alzando una ceja en protesta, separándose un poco para mirarlo a los ojos.

–Keita... Tiene nombre, ¿eh? –murmuró, aún preguntándose si realmente sería un caso de posesión, pero no podía negar que Senzo había visto esas cosas, no podían estar locos los dos –¿Qué te dijo?

–Me estuvo hablando de él. Bueno, yo le estaba preguntando para distraerlo y que no se fuera, ya sabes –frunció el ceño, señalando el quemado en la sábana –. No sabe qué son los ceniceros.

Hiroki se cubrió el rostro con una mano, imaginando que aquello le dolía más a Senzo que a él.

–Compraré otras... de seda. Estaba pensando hacerlo ahora que duermes conmigo. Pero mejor dime qué te dijo, tal vez podamos averiguar algo.

–Sí... bueno... –se tocó una ceja, resoplando –. Podemos traer las que están en mi casa, no creo que vaya a regresar o eso espero –le tocó el pecho, suspirando –. Me dijo que le gustaba mucho ir a bares, y que tenía tatuajes, que se acostaba con mucha gente, bebía, y tomaba drogas... uf... ¿No podías haber escogido peor? –protestó por ver si le quitaba esa cara.

Hiroki se rio un poco, negando con la cabeza

–No lo escogí, preferiría no ser poseído..., pero si tenía tatuajes eso podría ayudarnos. ¿No te dijo cómo eran? ¿O en dónde los tenía?

–Sí que me lo dijo –le señaló el cuerpo, mostrándole dónde –. Es un bestia... y está como una cabra. Me dijo que le gustaba el poder, y que le gustaba que le tuviese miedo. Aunque no me daba miedo, lo que pasa es que parece un violador... –se rio después –. Ahora es gracioso... pensar en cómo estabas actuando.

–No hiciste nada con él, ¿verdad? –le preguntó un poco serio, por una vez molestándose, aunque no era con Senzo realmente –¿Te hizo algo a ti?

–No realmente... Lo entretuve el suficiente tiempo hasta que sucedió eso –lo miró a los ojos, tocándole los hombros y apretándoselos un poco –. Hiro... hubo algún beso, pero no es como que yo me lo estuviese pasando bien...

Hiroki lo miró a los ojos por un momento, asintiendo luego

–La próxima vez... Trata de no llegar a eso, hay otras maneras. Piensa en cómo te sentirías tú si yo hiciera lo mismo.

–¿Y qué quieres que haga, eh? –se levantó, suspirando con fuerza y pasándose una mano por el cabello –¡Piensa tú, en cómo me siento yo!

–Senzo, no me grites... –le pidió, sin levantar la voz por su parte –. Sé que estás asustado, pero yo no puedo controlarlo y no me gusta que haya alguien más jugando con mi novio, aunque sea con mi cuerpo.

–Bueno... y a mí no me gusta que me trates como lo haces en esos momentos, y no te lo echo en cara. ¿Quieres que te trate como él me trata, a ver si te gusta? –lo miró a los ojos, bastante furioso además –Luego te daré un tour por el peor lugar del mundo, te empujaré para que te apartes cuando estés asustado, en plan sálvese quien pueda, y cuando me despierte... ¡Encima me quejaré! –le lanzó un cojín a la cara, metiéndose en el baño y apoyándose contra la puerta –. Idiota... –susurró.

–Senzo... –Hiroki suspiró, llevándose una mano a la cabeza y poniéndose de pie luego, siguiéndolo y golpeando la puerta con suavidad –Senzo, sal de ahí. Lo siento, sé que soy insensible... Por favor.

El moreno le abrió la puerta, pero mirándolo serio.

–Me mordiste, ¿sabes?

–No fui yo. Nunca te mordería, sé que no te gustan esas cosas... ni tener marcas en el cuerpo –le aseguró como si se hubiera aprendido aquello de memoria, aunque sonriendo un poco –. Vamos, sal...

–No quiero, me tengo que duchar, me da asco, aunque no fuera verdad, me caí en algo asqueroso –lo sujetó por el brazo, metiéndolo con él en el baño y apoyando las manos en su pecho, mirándolo con cara de no estar muy enfadado ya, pero aun así seguía teniendo aquel gesto caprichoso –. No me gusta nada el tío ese, ¿vale? Sólo intento llevar esto lo mejor que sé... Es un capullo... Cógeme.

–Lo sé, me quieres a mí, ¿verdad? No dudo de ti –lo alzó en brazos, besándolo y dirigiéndose a la bañera. De alguna manera siempre acababan allí –. Quiero cuidarte.

–Sí, a ti –se rio por estar así sujeto, ocultando el rostro en su cuello –. Sólo a ti... No me gusta tu yo rapist.

–Que no soy yo... –se quejó, acariciándole el cabello. Seguro que luego iba con Kogane para quejarse, le hacía gracia –Te puedes cubrir eso con maquillaje, ¿no? Ni siquiera se notará.

–Me lo voy a dejar ahí, para recordarte que no lo disfruté –le tocó la espalda, donde le había clavado las uñas –. Y esto... te lo dejé de recuerdo a ti –se soltó, abriendo el agua y sentándose en el borde de la loza –. Creo que es activo, me dijo que quería follar, que ya no se acordaba de cómo se sentía.

–Eso me gusta menos –negó, tocándose con dificultad aquellas marcas y sonriendo un poco. Senzo no cambiaba –. No me gusta, pero tal vez se vaya luego de follar. Preferiría que no fuera contigo...

–¡Ya claro! Antes te pongo un... chisme de esos, cómo se llamen –ya ni le salía la palabra de lo sulfurado que se ponía al pensarlo –. ¡Un cinturón de castidad, eso! Así sería mejor, ¿no? Si sales por ahí a acostarte con cualquiera y humillarme delante de quien te vea, pensando que me estás siendo infiel, y que tienes que ir a follar a otro lado porque yo no te complazco. ¡Ni de coña! Además, me da igual que sea activo o no, eso es lo de menos. Sólo te lo comentaba... –se acostó en la bañera, aun mientras se llenaba. Sí, necesitaba un baño, con una ducha no le llegaba.

–Entonces ¿quieres hacerlo con él? Siento como si te estuviera sacrificando... –le aclaró, quitándose la ropa para meterse con él. No podía dejarlo solo de esa manera –Eres lo más importante para mí, Senzo.

–No, claro que no quiero, pero no puedo pegarle o algo así. Todo se arreglará cuando estemos allí encerrados. No podrá salir... y tampoco va a acostarse con ninguno de los de ahí dentro... porque... me llevaré un cuchillo de cocina –se rio, rodeándole el cuello tras estirar los brazos, haciéndolo entrar en la bañera y ponerse sobre él –. ¿Quieres hacérmelo tú, Hiro? Celoso...

–Sabes que prefiero lo contrario... –le sonrió, besándolo de todas maneras. Ken lo reñiría por permitirle actuar así, lo tenía completamente en sus manos –, pero te complacería si eso quisieras. Y también lo haría para borrar sus huellas.

–No, yo no quiero, yo prefiero esto... –movió las manos por su espalda, deslizando los dedos por entre sus nalgas y empujando dos con suavidad, riéndose –. Aunque también me gusta esto... –sujetó su sexo con la otra mano, sonriendo.

–Nnh... Senzo... –sonrió el moreno, mirándolo a los ojos y aproximándose para besarlo de nuevo y susurrando –Te amo, ni siquiera puedo pensar bien...

–No tienes que pensar ahora... –le besó los labios, apretándole las nalgas, sonriendo y pensando que Hiroki era lo mejor del mundo.


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