Capitulo 49
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Martes 15 de Diciembre
Mañana.
–Esta será el área en común –repitió
Shio, refiriéndose a la sala y la cocina de aquel piso que
había alquilado. Era bastante grande, en realidad estaban
gastando muchos recursos en eso, pero no hubieran podido alojarlos
a todos en su oficina –Las cámaras ya han sido instaladas,
así como los micrófonos, y las llaves... las tendré
yo –sentenció, ya que era el único que no estaba
involucrado, además con sus habilidades podría saber
si alguien estaba mintiendo. De todos modos, planeaba esconder otro
juego por si acaso alguien le robaba ese.
–Bien... déjale una copia a alguien del exterior
–le pidió Yaku, que llevaba bastantes cosas en unas
bolsas de cuero.
Serkan lo ayudó a subir las bolsas a una mesa, observando
lo que había en el interior.
–Brújulas, medidores de temperatura, detectores de
estática... Te has traído todo.
–Sí, bueno, esto es bastante pseudocientífico
–se quejó de nuevo sobre lo mismo que llevaba haciéndolo
toda la mañana.
–¿Otra vez?
–Otra vez... sí. Es que no sabemos lo que queremos
medir o comparar. ¿Para qué estamos aquí?
–Para observar el fenómeno, y estudiarlo, Yaku, para
eso... –Serkan sonrió porque era un caso.
–Bueno, sí... pero de todos modos... A mí
esto no me parece todo lo serio que debería ser.
–Es tan serio como puede ser. Todo tiene una explicación,
aunque no la hayamos encontrado aún, y por ende, no tenemos
maneras de medirlo
específicamente –Shio lo miró, pensando que
llevaban años en eso y aún seguía protestando.
No sería Yaku si no fuera así –. Para eso trabajamos,
¿no? Para encontrar esas explicaciones.
–Esta no es la metódica a seguir para un trabajo
en condicio... –Serkan le apretó una nalga y se movió
hacia delante, pegándole un puñetazo en el hombro.
–Qué bestia... –el menor de los hermanos se
la devolvió un poco más fuerte.
–Lo que quiero decir, para empezar...por ejemplo... es que
esto no sigue unas normas de privacidad normales para los implicados.
No creo que les guste ser observados y grabados... es... un poco
inmoral –explicó sujetando las manos de su hermano
para que parase. Serkan se soltó y le sacó las gafas,
levantándolas en alto y apartándose un poco.
–¿No quieres que te veamos con tu churri?
–Dame eso... –extendió la mano, negándose
a hacer el ridículo tratando de alcanzarlas, aunque estaba
rojo. Bueno, al menos eso sí que era normal en Serkan. Había
notado que se había calmado lo iracundo que había
estado al despertar.
Shio se las quitó, devolviéndoselas a Yaku, sonriendo.
–No es como si estuviéramos espiándolos, ellos
lo saben. Han accedido a esto, y es por su propio bien.
–Gracias... –Yaku suspiró, poniéndoselas
de nuevo y ajustándoselas en el puente de la nariz, pegándole
una colleja a Serkan cuando no se lo esperaba y apartándose
–. Voy a dejar las cosas en mi cuarto...
Serkan se llevó la mano al cuello, moviendo un poco un
hombro, conteniéndose para no darle una patada en el culo.
Sin embargo, Shio lo sujetó por un hombro, por poco evitando
el reírse.
–Deja de molestar a tu hermano, está nervioso. Y
no olvides que es la primera relación que tiene en quién
sabe cuantos años.
–En siempre... y ya lo dejo. Hago eso sólo porque
sé que le gusta jugar conmigo –lo miró a los
ojos, guardándose las manos en los bolsillos después
–. Se hace el duro... –encendió los monitores,
observando los cuartos, y luego el de Yaku. Estaba guardando sus
cosas metódicamente, riéndose él solo –¿Ves?
–Déjalo... –se rio también, deseando
poder leerle la mente a través del monitor –¿Y
tú? ¿Vas a poder soportar esto? –le preguntó,
cayendo en cuenta de que tendría que estar vigilando los
monitores, no iba a poder estar a su lado todo el tiempo.
–¿Por qué no? –lo miró sin comprender,
sentándose en el borde de la mesa y cogiendo un cigarro.
Abrió su bolsa y lanzó dentro el paquete de pitillos.
–Porque no podré prestarte atención exclusivamente.
Tendrás que dormir solo, por ejemplo... –le aclaró,
observándolo. Sabía que era por su bien, pero no lo
hacía sentir mejor.
Serkan metió la mano en la bolsa y le mostró dos
revistas porno y un libro. Varias cervezas y cajetillas de cigarrillos
además de un portátil.
–Tírame en una isla desierta y sobreviviré.
Shio alzó una ceja, sonriendo luego.
–No te hagas el duro, una revista porno no es substituto
para mi trasero.
–La verdad, no –se levantó y lo sujetó
por las caderas desde atrás, rozándose contra sus
nalgas sin sacarse el cigarro de los labios –. Tendrás
que dormir en algún momento, ¿no? Puedes entrar en
mi ”celda” y juegas al policía malo que viene
a dar leña y sale follado... –se sacó el cigarro
de los labios, sin apartarse de él, sonriendo y mordiéndole
las mandíbulas.
Yaku estaba mientras tanto observando su ropa, cambiándose
y oliendo una colonia antes de echarse un poco.
–Sólo si me dejas esposarte... –bromeó
Shio, sujetándolo contra su cuerpo y observando al monitor
de pronto –Mira eso... ¿Qué hace? –se
apoyó en la mesa para seguirlo con más detenimiento.
–No me cortes el rollo, eres un cotilla... –Serkan
se volteó con el ceño fruncido, estaba excitado ya,
y no le apetecía mirar para su hermano. Estaba delante del
espejo, poniéndose gomina en el cabello o algo así.
Siempre la usaba, pero no solía ponerse el cabello de punta
–. Yo qué sé... ¿ponerse guapo? Volvamos
a las esposas... –se colocó delante de él, para
que le prestase atención –Como no vengas a visitarme,
me la voy a cascar de una forma que no vas a tener más remedio
que entrar.
–Iré a visitarte... Claro que iré –le
sonrió, aunque tenía el ceño ligeramente fruncido
–. ¿Por qué se arreglaría? Hai todavía
no viene... –continuó murmurando, ya que siempre cabía
la posibilidad de que hubiese cambiado de aspecto para agradarle
a él.
Serkan se apartó, pensando que lo suyo era la prensa rosa
y abriendo una cerveza antes de sentarse en el sillón con
una de aquellas revistas porno en la mano.
Yaku salió enseguida, caminando con la espalda tan recta
como no lo había visto nunca antes, en realidad solía
ir como si quisiera pasar desapercibido. El moreno les pasó
revisión con la mirada, se había sacado las gafas.
Su hermano se inclinó hacia delante, eso sí que
era raro. Yaku era un topo sin gafas, para mirar de lejos.
Cogió la cazadora del perchero y se la puso, sacudiéndose
un poco un hombro porque tenía alguna pelusa.
–Yaku, ¿a dónde vas? Tenemos trabajo aún
–lo detuvo Shio, notando lo mismo que Serkan y aproximándose
al moreno –. Aún tenemos que poner los medidores y
eso...
–Id poniéndolos... –movió un poco la
mano, como quitándose aquel trabajo pesado de encima, aunque
no sabía ni a qué se refería –. Ahora
vengo.
–No, tú no vas a ningún lado –lo detuvo
su hermano.
–No eres Yaku, ¿verdad? –le preguntó
Shio, negando con la cabeza y colocándose del otro lado para
que no fuese a escapar –¿Quién eres?
El moreno lo miró de soslayo, alzando una ceja y colocándose
el cuello de la cazadora.
–Claro que soy Yaku, pero debo salir y se me hace tarde.
No me retraséis... –los apartó, Serkan sujetándolo
con fuerza por el brazo.
–Puedo reconocer a mi hermano.
–Suelta –hizo un movimiento brusco, indignado por su
expresión –. Estarás perdiendo facultades –se
rio, de forma engreída incluso.
–Mi hermano no lleva esa pinta de chulo de putas...
–¿Chulo de putas? –casi exclamó incrédulo.
Shio tosió porque le había dado risa a pesar de que
no fuese muy profesional.
–Si eres Yaku, dinos a dónde tienes que ir con tanta
urgencia.
–A mi casa –sabía que esa no era la casa de
Yaku –. A buscar a... Hai –se tocó el cuello
de la camisa, preguntándose quién era ese chico después
de todo.
–Hum... Hai está con su madre ahora, en la iglesia
ayudando al cura a lavarse la sotana –le dijo Serkan.
–Lo sé, voy a buscarlo... –lo miró,
haciendo una mueca extraña. ¿Qué clase de persona
querría hacer eso?
–Ya... –Serkan le sujetó la muñeca y
le giró el brazo tras el cuerpo, provocando que el otro se
quejase –. Hai es su novio, no creo que tenga madre, y no
va a la iglesia, eso seguro. Además, mi hermano no se dejaría
hacer una llave de una forma tan estúpida.
–¿Y quién querría ser tu hermano?...
Agh... –se quejó, ya que le estaba tirando por decir
aquello.
–Tú debes quererlo ya que estás en su cuerpo.
¿Quién eres? –volvió a preguntarle, buscando
las esposas que había llevado de todas maneras y colocándolas
alrededor de sus muñecas. Por lo menos, no se veía
peligroso, sólo extraño.
–¿Pero qué es esto? –dijo alarmado.
¿Le ponían unas esposas? Para comenzar, no comprendía
muy bien lo que le ocurría, y continuando, empezaba a marearse
–¡Soltadme!
Serkan lo sujetó por debajo del brazo, notando que se echaba
hacia delante extrañamente. Tuvo que ponerse delante de él
para que no se cayese, y lo mantuvo rodeado con un brazo, arrastrándolo
al sofá. Le pegó una bofetada con algo de saña
de todas formas, aunque era para que se espabilase.
–¿Qué? No me des que... –Yaku iba a
pegarle, pero se notó esposado –. ¿Qué...
qué pasa? ¿De nuevo?
–¿De nuevo? ¿De nuevo qué? –le
preguntó Shio sin saber si era Yaku o el otro. Ya le hablaría
a Serkan acerca de golpearlo, era el cuerpo de su hermano después
de todo –¿Estás de vuelta?
–Supongo... –le contestó Yaku confundido –.
No tenías que pegarme así –frunció el
ceño, pegándole a su hermano con un pie en la pierna
–. ¿Dónde están mis gafas? De nuevo no
sé qué ha pasado –se acordó de aclarar
después.
–A saber... –murmuró Serkan, yendo a su cuarto
a buscarlas.
–Ibas a irte... y ceo que no sabías quién era
Hai –le sonrió, sentándose y buscando la llave
de las esposas para soltarlo, aunque tardaba un poco a propósito,
no fuera a ser una estrategia –. Era un tipo muy arrogante.
–Genial... encima de... usar demasiada colonia, soy arrogante
–se tocó las muñecas una vez lo hubo soltado,
pensando que quería unas de esas para jugar con Hai. Se olió
el brazo, frunciendo el ceño –. Tendré que ducharme...
–Deja eso ahora –Serkan le dio sus gafas, sentándose
a su lado y cerrándole los botones de la camisa –.
Será mejor que no te quedes solo para nada ya...
–Bien... Lo comprendo, pero tampoco me la cierres tanto –protestó,
abriéndose un botón y oliéndose de nuevo –.
Me voy a duchar... no lo soporto... –protestó levantándose,
pensando en dejar la colonia bien lejos, aunque eso supusiese tener
que ir sin ella.
–Yaku, ¿recuerdas si te sentiste mareado o extraño
antes de que te poseyera? –le preguntó Shio, deseando
saber si había alguna manera de darse cuenta y prevenirlo.
Por lo que sabía hasta ahora, ni Hiroki ni Yaku habían
necesitado estar dormidos para que aquello sucediera, sólo
Serkan.
–Me sentía mareado y... gracias –se interrumpió
cuando su hermano le entregaba las gafas y se sentaba a su lado
–. Me sentía mareado y me senté en la cama,
es lo último que recuerdo.
–Bien, Hiroki también se sintió mareado. Tal
vez deberíamos crear una señal para cuando alguien
se sienta mareado. La veré en el monitor.
–Deberíamos tener algo más rápido,
como uno de esos pulsadores... –murmuró pensativo Serkan.
–Sí, eso podría servir, algo que activase
una luz o algo así. No puedes monitorizar con atención
a todos a la vez, y no es seguro. Además... esto no está
bien, una sola persona no puede monitorizar a tantas, por no hablar
de que...
–Tranquilidad... –le pidió Serkan.
–No, tranquilidad no... es que...
–Espera, estoy pensando.
–A no ser que traigamos a alguien de afuera... No puedo confiar
en ninguno de los que estuvo en ese ascensor, sólo porque
no hayan presentado síntomas aún... –continuó
Shio, a sabiendas de que tenía razón, se cansaría,
se quedaría dormido inevitablemente. No era sólo una
noche o dos, era toda una semana.
–Podemos crear perfiles y pautas, Shio. No todo es tan rotundo.
Yo no he sufrido ninguna experiencia durante el día, soy
una buena opción –meditó, tocándose los
labios.
–Pero tú eres el más peligroso hasta ahora...
–le advirtió su hermano.
–Sin las llaves no podía hacer nada. No es Houdini.
Shio le sujetó el brazo, alzando su muñeca.
–Te hizo daño, eso es suficiente para mí. ¿Piensas
supervisar atado a la cama? Tal vez deberíamos formar parejas.
Hasta ahora no ha habido ninguna incidencia de posesiones simultáneas.
–Te digo que no me sucede nada de día –Serkan
apartó el brazo de golpe, pensando que era un bocazas y frunciendo
el ceño.
–¿Qué es eso? ¿Qué te ha pasado?
–Yaku le subió la manga de la camisa, observando los
vendajes.
–No es nada. En serio, el vendaje es porque este es un pesado
–le dio un codazo a su novio, llevándose después
el cigarro a los labios.
–Luego me las vas a enseñar.
–Sí, sí... –suspiró con pesar
–. Pensemos en las parejas, ¿de acuerdo?
–No, al menos habrá que tenernos a todos a observación
un día entero para poder hacerlas... Luego podemos seguir
pautas y formarlas. No así a lo loco...
–Tienes razón... –le concedió Serkan
–. Te toca esta noche, Shio. Yo lo haré mañana
por la mañana mientras tú duermes... y luego tratamos
de arreglar algo.
–Está bien..., pero ten cuidado. Sólo porque
algo no haya sucedido, no significa que no pueda suceder –le
advirtió, mentalmente añadiendo, No soy un bocazas,
tu hermano merece saber la verdad.
Chúpamela un poquito, mi polla se lo merece, le devolvió,
sólo porque le había dado un arranque porque dudase
tanto de él. Le hacía sentirse fuera de control.
Shio suspiró, pensando que aún era un chiquillo para
ciertas cosas. Claro que eso no se lo iba a decir. En vez de eso,
le dio un golpecito suave en una mejilla, sonriendo un poco.
–Ayudadme a colocar los sensores entonces. Cuanto antes terminemos,
mejor.
–Sí, hagamos eso... –le dijo Serkan, mirándolo
con sospecha y pegándole un azote que resonó, sólo
por si acaso.
Yaku frunció un poco el ceño.
–Ahora vengo, me voy a duchar... –se escaqueó,
cogiendo su teléfono para llamar a Hai además, a escondidas.
Shio le dio una nalgada a Serkan como si nada, sonriendo un poco.
–A trabajar, luego jugaremos...
–Tú frústrame... luego verás... –le
lanzó una mirada asesina, y luego desvió la mirada
a las esposas que colgaban del bolsillo de Shio.
El moreno se las guardó de mejor manera inmediatamente,
riéndose.
–No me amenaces, Serkan. O no daremos ese paseo antes de
que todos lleguen aquí.
–Ya veremos... puedo intentar escaparme –lo amenazó
de nuevo, sonriendo maliciosamente y sacudiendo un poco la cabeza.
–No conmigo de carcelero. Hum... me gusta un poco esa posición.
–Lo voy notando, sí... ¿Me vas a violar? Gritaré
como una nena... –se rio, ironizando.
–No creo que grites... Creo que te gustará –continuó,
dejándose llevar por ese juego y acercándose a él
–. Te taparé la boca de todas maneras... Ya puedo oír
tus protestas sin que alces la voz.
–Joder... qué kinky eres, cubman. Sí que estabas
reprimido. No te preocupes, que yo voy a cumplir tus fantasías
pervertidas. Soy tu sexual saviour.
–No estaba reprimido, sólo porque tú no lo
supieras... –le dio con suavidad en la cabeza, empujándolo
un poco luego –. Deja de hacer tiempo y ponte a trabajar.
Voy a poner varios en la sala, es un poco grande.
–Espera... –le respondió, sentándose
en su mesa –. ¿No será mejor primero calcular
el radio de captación de sonido y saber dónde hay
que colocarlos de la forma más económica posible?
Dame un momento...
Continua leyendo!
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