Capitulo 26
What's in the news today?
Domingo 14 de Diciembre.
Mañana.
Serkan se llevó la mano a la cabeza, le dolía infernalmente,
y lo primero que pensó al abrir los ojos y escuchar el sonido
de la calle, oler la asquerosa peste del callejón en el que
estaba sentado entre la basura, era que le habían atracado
y golpeado en la cabeza.
–Dios... me cago en ti... –blasfemó, sacudiendo
la cabeza casi como un perro, y bajando la mano –¡Mierda!
–el corazón le dio un tumbo, ¿por qué
demonios tenía sangre por las manos y los brazos? No, incluso
la camiseta estaba manchada de sangre. Ni siquiera se daba cuenta
de que sujetaba algo en una de sus manos, aferrándolo con
fuerza. Se buscaba una herida de forma angustiosa, pero no tenía
nada, entonces reparó en aquello dentro de su mano y la abrió,
lanzándolo lejos. ¿Era un dedo?
Su cuerpo se inclinó hacia delante y apoyó las manos
en suelo, moviendo un poco la cabeza, a gatas como estaba, preguntándose
si estaba de nuevo dentro de aquella pesadilla. Sintió que
le daba la risa, y al apoyar las manos en la gravilla se percató
de que llevaba guantes plásticos, de tipo médico,
como los que se usan para no dejar huellas.
...
Shio le colocó la taza de café por delante a Yaku,
sentándose a su lado y sonriendo.
–¿Cómo te fue anoche? Por cierto, al final,
me tuve que ir sin cenar. Creo que Serkan se cansó de esperarnos.
–Es capaz, se habrá ido a maldecir por ahí
porque me llevases en vez de esperarlo –sonrió un poco,
con algo de maldad hacia los celos de su hermano, claro que, estaba
pensando en el Serkan que había sido –. Anoche fue
muy bien... aunque no quiero ser muy optimista al respecto.
–Porque puede pasar esto o lo otro. Sí, ya te conozco
–se rio de manera alegre –. Me vale con que te haya
ido bien, estás feliz. Lo sé.
–Sí, lo estoy, pero es que es cierto, pueden pasar
muchas cosas. No nos parecemos en nada, es amoral y... su amigo
es una mala influencia –dijo después, pensando que
en realidad se influían negativamente el uno al otro.
Serkan abrió la puerta tras haber pasado por su casa, y
los saludó con una mano, preguntándose si no había
regresado luego de decirles que iba a buscar la cena. Probablemente
no, no recordaba nada luego de comprar el paquete de cigarros.
–Serkan, me dejaste con hambre –se quejó Shio,
aunque en realidad había comprado algo de camino a su piso
–. Y te perdiste la exclusiva...
–Pues aquí traje algo para que te comas... –sonrió,
dejándole entender lo que quisiera –¿Qué
exclusiva? –preguntó, desechando aquello que le preocupaba
para que no pudiese verlo, uno no se podía fiar de Shio en
cuanto a respetar la intimidad.
–No es nada, sólo que fui a ver a Hai. No le hagas
caso.
–¿Fuiste a verlo a esas horas? –se aproximó,
tratando de actuar con naturalidad.
–Sí... y no hicimos nada, así que, no me preguntes
–protestó con el ceño fruncido.
–Eso es que algo sí... –le rodeó los
hombros apoyándose un poco.
–Por eso no estábamos, y no lo molestes mucho que
me costó trabajo convencerlo –Shio lo miró,
aún sonriendo, pero pensando que se notaba raro, como si
no hubiera dormido.
–Ya... ya os vale –murmuró, sin saber exactamente
qué decir al respecto. No podía espetar cualquier
cosa que diera lugar a un absurdo. Se sentó en su silla,
pensando que debían apresurarse todo lo posible y terminar
el proyecto cuanto antes.
–Sí, no digas eso. No sabes el frío que pasé,
y lo sucio que estaba todo ahí... –protestó
Yaku, bebiendo un poco de café después.
–¿No te sirvió la estufa que le llevaste? –preguntó
Shio, mirándolo y sonriendo un poco aún, alzando luego
la mirada hacia Serkan. Estaba extrañamente callado dado
el tema de conversación. Se sentía tentado de mirar
en su mente.
–Sí, pero hasta que tapé el agujero de la
ventana, y pude poner la batería a funcionar, transcurrió
un buen rato. Por no hablar del tiempo que tardó en calentarse
ese piso que llevaba siglos helado –explicó, frunciendo
el ceño al recordarlo.
–Luego ya entraste en calor con él... –murmuró
su hermano, que había notado la mirada de Shio y no quería
hacerle sentir tentaciones.
–Sí... ¡No! Claro que no, sólo hablamos...
–carraspeó, tocándose un poco el cabello y pensando
en cómo se lo tocaba Hai, a pesar de que eso le hizo enrojecer.
Shio sonrió, leyéndolo y decidiendo no dejarlo en
evidencia por esta vez. Lo cierto era que se alegraba por él.
Le dio con suavidad en la espalda.
–Pero lo pasaste bien. Te dije que ese chico no era tan terrible...
El timbre sonó, y la voz del guardia de seguridad anunció
a los dos visitantes que acababan de llegar, esperando su respuesta.
–Que suban... –contestó Shio, mirando a los
otros dos.
...
Ken miró a Hiroki y se apoyó en la pared del ascensor.
–Cuánta seriedad, ¿qué tienen ahí?
¿Secretos de estado? ¿Archivos militares sin desclasificar?
¿Marcianos en mesas camilla? –se rio, seguro de que
eran unos frikis.
–Algo así, pero... ¿quién sabe? Tal
vez todas esas cosas sean verdaderas al final, ¿o no? –le
sonrió Hiroki que tampoco solía creer demasiado.
–A lo mejor sí, pero que no las tienen ahí,
eso es seguro. Voy a llamar –dijo al salir del ascensor, golpeando
la puerta y esperando un poco, hasta que un hombre moreno se la
abrió. No pudo evitar pensar en Kogane desnudo y sonreír,
al reconocer a Shio.
Shio le sonrió de vuelta, mirándolo por un momento
en silencio y finalmente saludando.
–Hola, me alegra que hayáis podido venir. Señor
Kawakami...
–Hiroki, por favor, y este es Ken, un amigo –lo presentó,
corrigiendo ya que se sentía un poco viejo cuando lo llamaban
así.
El chico extendió la mano hacia él y se la estrechó,
pasando al interior de aquel laboratorio y mirando con curiosidad.
–Hola, soy Yaku –se presentó el mayor de los
dos hermanos, estrechándole la mano a ambos y pensando que
no recordaba a ninguno de los dos de estar en ese ascensor.
–Hola, ahora voy –el otro chico los saludó
desde su mesa, y regresó la mirada a los papeles.
–Ese es Serkan, por cierto. Sentaos por favor –les
señaló dos sillas, observándolos a ambos. Aquel
chico que parecía modelo no había venido con ellos
–. Quiero disculparme por lo de la ocasión anterior,
no era mi intención entrometerme. Creo que me desesperé
un poco. Supongo que queréis saber cómo...
–Es telépata. Lo leímos en su sitio web –le
aclaró Hiroki de manera casi profesional. No quería
darle demasiadas confianzas.
–Solemos investigar la vida de las personas con las que
vamos a citarnos... –Ken sonrió levemente, pensando
que Hiroki estaba a la defensiva. Bueno, en realidad él también,
sólo que reaccionaba de otra manera.
Yaku lo miró a los ojos, colocándoles dos tazas
de café delante, sobre la mesa. Se sentó frente a
ellos con Shio, mirando a su hermano de soslayo para ver si iba
de una vez. Se estaba comportando un poco maleducado, además
de raro, pero ya no sabía lo que era raro desde que despertase.
–Mi hermano cayó en un coma que duró un año,
tras usar un aparato que nosotros habíamos diseñado.
Ese aparato estaba en el ascensor el día del terremoto –les
dijo con todo el temple del mundo.
Los ojos de Hiroki fueron de un hombre al otro, aunque no dijo
nada. Aquello le preocupaba, en realidad, se sentía aliviado
de que Senzo no estuviese allí.
–Y ese día, Serkan regresó con nosotros. Es
por eso que queríamos saber si habéis notado algún
cambio, cualquier cosa, por pequeña que sea. ¿Tú
también estabas ese día? –le preguntó
Shio a Ken.
–No, pero soy su hermano –se echó un poco contra
el respaldo, pensando que Kogane se iba a poner loco cuando supiese
eso –. La cuestión es... que ese aparato no iba simplemente
en el ascensor, ¿no? Porque sólo por ir ahí
no estaríais tan preocupados. Algo más debió
suceder...
–Se cayó, y nos preocupa que se activase –le
dijo Yaku, algo avergonzado por ser el causante de todo aquello.
Serkan se aproximó por fin, y se quedó de pie, con
una mano apoyada en el respaldo del asiento de Shio y su hermano.
–De todos modos ese aparato no servía para nada –les
advirtió –. Es algo que hacemos sólo por seguridad.
–No servía para nada..., pero estáis preocupados,
y tú despertaste de un coma ese día. Un coma en el
que habías caído por culpa de ese mismo artefacto.
No me parece una casualidad –contestó Hiroki, mirando
luego a Shio –. Ya que lo sabéis, creo que debo mencionarlo.
En el pasado tuvimos una experiencia que algunos calificarían
de sobrenatural. Ninguno de nosotros tiene ganas de volver a pasar
por eso, o de arriesgar nuestras vidas. Estamos dispuestos a contestar
sus preguntas, pero hasta allí llegamos.
–No estamos pidiendo nada más. Como dijo Serkan, es
sólo una precaución –sonrió Shio, empezando
a preguntarse si los harían firmar algún papel como
garantía. Hiroki parecía más abogado que astrónomo.
Lastimosamente ninguno de los dos estaba pensando en nada que pudiese
servirle, aunque suponía que ese pelirrojo era parte de la
experiencia a la que se referían, le parecía conocido.
–No, no pedís nada más, pero como algo suceda
vais a flipar... –Ken se rio entre dientes, pensando en Senzo
y Kogane.
–¿Eso es una amenaza? –les preguntó
Serkan, aunque en un tono neutral.
–Eso es una realidad –Ken lo miró, pasándose
las manos por las piernas y estirándose hacia atrás
–. Si yo estoy aquí en vez de Senzo, es porque él
seguramente ya estaría poniendo el grito en el cielo, y sinceramente,
tiene toda la razón, porque...
–Lo sé, sé que fue estúpido –le
interrumpió Yaku –, pero mi hermano llevaba un año
en coma por mi culpa... quise hacer todo lo posible, y cuando no
lo conseguí, para mí fue como si llevase cualquier
trasto en esa maleta. Por otra parte, lo que mi hermano dice es
cierto, su coma no tuvo nada que ver con fenómenos sobrenaturales,
si no con una descarga de alto voltaje.
Serkan lo miró de soslayo, pensando que ahora estaba mintiendo
bien.
Shio lo miró también, sorprendido, pero sin demostrarlo,
simplemente asintiendo.
–Por favor, no me habéis respondido aún. ¿Habéis
notado algún cambio, algún malestar físico
o...?
–No, no he notado nada, en realidad estoy mejor que nunca.
Y Senzo también, o lo estaba hasta que nos contactaron, ahora
está nervioso –contestó Hiroki de pronto pensando
en Ikemoto y Sazae. Seguramente así mismo los trataban cuando
se entrometían–. Realmente no podemos ayudarles más
de eso. No sabemos nada, y no hemos tenido ninguna experiencia extraña
–continuó, con la voz un poco suavizada ahora.
–Si algo sucede, lo que sea... Comportamientos extraños,
o algo así... avisadnos –les pidió Serkan –.
No os costará nada, y los médicos no van a poder ayudaros.
Podríais denunciarnos por llevar un aparato comunicador interdimensional
a un ascensor, pero sinceramente. Os tomarán por locos, esa
es la verdad –les soltó Serkan con toda la sinceridad.
–¿A alguien le ha sucedido algo extraño por
el momento? –Ken lo miró, pensando que tenía
razón, aunque no lo diría en alto. Ellos sabían
lo que era que nadie te creyese, y tener que mentir.
–A nadie –Yaku se tocó una mano con la otra,
incómodo.
Shio miró a los dos chicos nuevamente, asintiendo, aunque
se sentía extraño. Tal vez estaban actuando mal al
no decirles, pero no era una decisión solamente suya.
–Bien –asintió Hiroki, relajándose un
poco más –. Si llega a suceder algo de lo que debiésemos
estar enterados, por favor, llamadme –les entregó su
tarjeta por si acaso, aunque realmente esperaba no volver a saber
de ellos.
Ken se levantó, casi seguro de que allí no iba a
ocurrir nada, más le parecían los típicos que
estaban deseando que algo sucediese, que realmente preocupados.
Seguro que hasta se decepcionaban de ver que todo seguía
igual con el paso de los días.
–Un placer –les dijo, aunque realmente le parecía
que había sido una pérdida de tiempo, pero claro,
simplemente había sido por tranquilizarlos.
–Gracias por tomarse el tiempo –se despidió
Shio, estrechando su mano sin siquiera esperar a que la extendiese
y luego la de Hiroki –. Una cosa más, ¿sentisteis
algo extraño en ese momento?
–No, nada, sólo el susto –le aseguró
el moreno mirándolo y preguntándose si estaban siendo
sinceros de verdad.
–Yo tampoco sentí nada –Yaku se levantó
para acompañarlos, pero Serkan se quedó donde estaba,
simplemente observándolos.
–¿Y eso que os sucedió en el túnel?
¿Qué era? –les preguntó de pronto.
Ken lo miró de soslayo, serio.
–Si quieres hacer un viaje... tal vez puedas verlo tú
mismo.
–Tal vez lo haga.
–Hazlo –Ken sonrió de nuevo, sólo porque
le parecía un chulo.
–Ken... –sonrió Hiroki, tocándolo en
un brazo y pensando que se estaba pasando –No sabemos qué
era realmente. No estoy seguro de querer saber, pero si algún
día vais por allá, enviadme un mail antes de... Bueno,
no os recomiendo que vayáis.
–Antes de desaparecer –finalizó Shio, leyéndolo
en su mente sin poder evitarlo –. Algún día
me gustaría que nos lo contarais.
–Lo siento, tendréis que compraros el libro –les
dijo Ken, pensando que Senzo había dicho una vez que escribiría
aquello, o algo así. Le tocó la espalda a Hiroki para
que saliese, más que nada porque quería pasar a buscar
algo de comer.
–¿Qué libro? –preguntó Yaku a
Shio cuando los otros ya se habían ido.
–Creo que no iba en serio con eso... –Serkan se rio,
pensando que era un inocente –. Es igual, nosotros tenemos
bastante con esto por un tiempo –encendió el televisor
que tenían allí y cambió al canal de noticias
local.
–¿Para qué pones eso si estamos trabajando?
–se quejó Yaku –Y el canal local, que no vale
para nada...
–Sólo quiero ver las noticias, luego lo apago –lo
miró a los ojos, a ver si dejaba de protestar.
–Tú nunca ves el canal local... –protestó
de todos modos, sentándose a trabajar, Serkan suspirando,
ojalá pudiera explicarlo.
Shio suspiró también, acercándose a él
y sentándose a su lado.
–Ahora ves las noticias, eh? Creí que no te interesaba,
después de todo... nuestro campo de investigación
es un poco más complicado que eso –lo miró de
soslayo, pensativo –. Te sucede algo.
–Sí... –le dijo serio, aproximándose
un poco más a él –, pero mi hermano no puede
enterarse. No quiero que se preocupe, pero... ayer me rechazó
un tío. ¿No es increíble? –sonrió
de pronto, haciendo como si fuera a morderle el cuello aunque sólo
lo rozó.
Shio se quedó quieto, ya que no lo había visto venir,
y le bajó la cabeza luego con una mano.
–No, no lo es. No eres infalible y además... no sé
si creerte.
–No hagas eso... –protestó, apartándose
un poco y tocándose el cabello, bajándole la cabeza
él después –. ¿Te gusta?
–Claro que no, pero soy mayor que tú –le sonrió
de todas maneras –. No me mientas entonces. No puedes estar
viendo las noticias porque un tío te rechazó.
–Cierto, eres más viejo, con ese comportamiento a
veces me olvido, pero fíjate... tienes arrugas aquí
–se levantó y le tocó el labio, Yaku mirándolos
de soslayo, un pelín incómodo.
–Claro que no, me falta mucho para tener arrugas –protestó,
tocándose de todas maneras para sentir su piel –. Sigues
siendo un crío, Serkan.
–Uno que te gusta... –le susurró al oído
–. No te preocupes, a mí me gustan los maduritos, como
al novio de mi hermano... –lo miró a los ojos de nuevo,
acosándolo un poco a base de aproximarse, pero sabía
que si no, no iba a parar.
–Deja eso, ¿eh? –le advirtió Yaku, enrojeciendo
al ver lo juntos que estaban –No se puede trabajar aquí...
¿No tenéis nada que hacer?
–Claro... No tengo tiempo para juegos. Quiero averiguar eso...
Tal vez esté relacionado –se apartó Shio, sin
darse cuenta de que estaba dejándose la mitad de las frases
dentro de su cabeza. Quisiera que no, Serkan lo había puesto
nervioso nuevamente.
...
Al cabo de unas tres horas, el guarda de seguridad volvía
a advertirles de que iban a recibir una nueva visita. Esta vez eran
Benkei y Hai que venían a traer las cintas.
El moreno extendió la mano en cuanto le abrieron la puerta,
moviendo los dedos.
–Pasta.
Hai se rio, moviendo las cintas en una mano y de paso, también
el trasero.
–Y beso... vengo a ver a mi novio. ¡Yaku!
Shio se apartó, suspirando, y sacando su cartera. A ese
paso lo iban a dejar en la pobreza.
Serkan cogió los billetes y se los guardó al moreno
en el bolsillo de nuevo, aprovechando para darle “una pasadita”.
–Primero a ver si es lo que tiene que ser. Y lo pagaremos
entre todos, que no somos tus putillas.
–Chst... claro que es eso –se quejó Benkei,
frunciendo el ceño un poco y sentándose en el sofá.
Yaku sujetó a Hai, abrazándolo y pensando que eso
era muy embarazoso, volteándose de espaldas a ellos para
besarlo. Aun así Serkan le silbó.
–Tócale las amígdalas ahí...
–Serkan... –lo riñó Shio, aunque claramente
sin seriedad. A él también le hacía gracia,
sobre todo al ver cómo Hai lo sujetaba contra sí,
evitando que escapase.
–Dime... –imitó su tono el otro –. ¿Te
crees que eres mi papi?
–Follad de una vez, y así paráis con eso –dijo
Benkei, que finalmente se había recostado en el sofá.
–Eso es lo que digo yo, el chaval tiene razón –le
dijo Serkan, tocándole el hombro y asintiendo con la cabeza
–Tú... deja eso y ven a ver la cinta –le pidió
a su hermano, que de hecho parecía intentar dejarlo, pero
no lo se lo permitían.
–Creo que voy a dejar de comportarme bien... –amenazó
Shio, alzando una ceja sin poder evitarlo.
–Anda, ve a ver la cinta, luego hacemos una tú y yo
–Hai liberó a su novio por fin, aunque no sin darle
una nalgada.
–No hagas eso... aquí –le pidió, pensando
que aquello era engorroso, además de que estaba rojo y algo
excitado. Se sentó enseguida, echando una mano hacia atrás
para que el chico se acercase a él de todas formas, mientras
su hermano metía la cinta en un reproductor, para convertirla
al ordenador.
–¿A qué hora sucedió? –preguntó,
prestando atención a las noticias de todos modos, mientras
Yaku le pasaba un recorte de periódico con la hora, que había
guardado.
–Si hay algo que ver, debería estar aquí –murmuró
Shio, prestando atención mientras la cinta se adelantaba
hasta ese momento.
Hai estaba ahora sentado sobre las piernas de Yaku, perfectamente
cómodo.
–Eso no es muy divertido, sólo hay gente subiendo
y bajando.
–Espera un poco... –le pidió el mayor, sujetándolo
por la cintura y mirando la pantalla, aunque de todos modos le acariciaba
las abdominales.
–Bueno, ahí está mi estrella... –murmuró
Serkan de forma reprobatoria, Benkei levantándose a ver.
–Qué movida, se va a ver cómo le meto mano
a Kawa... –se rio, pensando que quería esa grabación.
–No se ve... –murmuró Yaku, pensando que tampoco
se escuchaba nada bien.
–Ahora lo arreglo, espera un momento, se está grabando
en el ordenador.
–Y luego la pasta –insistió Benkei.
–Sí, luego la pasta –le aseguró Shio,
observando cómo Senzo ayudaba a Kawa, ya dentro del ascensor.
Allí estaba Hiroki también, aunque extrañamente
a él ni lo miraba. Y por supuesto, Benkei y Hai comportándose
de manera sospechosa.
–Salgo bien... Oh, allí está cuando me fijé
en Yaku... Tenemos un recuerdo de nuestro primer encuentro.
Yaku sonrió levemente, besándole la mejilla y pensando
que a veces era muy dulce.
–A ver... –Serkan movió una mano para que le
dejasen sitio en el ordenador, y empezó a ajustar la imagen
para que pudiese verse lo que la oscuridad ocultaba. Las voces aún
no se escuchaban, y de todas formas, prefería hacerlo a solas.
No se veía nada especial, salvo por el pequeño chispazo
que salía del comunicador al pisarlo su hermano. Frunció
un poco el ceño, regresando atrás y volviendo a reproducirlo,
fijándose después en Kawa, en su histerismo.
Miró a Shio de soslayo, y luego suspiró con fuerza.
–Hay que sacar el sonido –le dijo su hermano –y
analizarlo.
–Sí, pero lo haré cuando haya menos ruido
aquí, y con auriculares.
–Sí, habría que separar las frecuencias. Me
pegunto si Kawa será capaz de escuchar algo aun así
como está... –comentó Shio, rascándose
la frente por un momento.
–Yo también me lo pregunto... –comentó
Serkan.
–Y yo me pregunto si no lo podéis dejar en paz. Esa
mierda no le gusta, ¿vale? Apañaros solos –Benkei
frunció un poco el ceño, pensando que iría
a verlo luego.
–Pero tal vez quiera... –Yaku lo miró de soslayo,
pensando que él querría –. Aún no nos
ha dado su respuesta.
–Eso es cierto, y además, esto podría ser beneficioso
para él. Sé lo que es no poder controlar tus habilidades.
¿No quieres que siga asustado toda la vida, o sí?
–le preguntó Shio, ya que notaba que realmente se interesaba
en el chico.
–Quiero que haga lo que él quiera. Lo que yo quiera
no tiene nada que ver en esto, es su vida, tío –miró
a Hai, pensando que con él era distinto, con él sí
que estaba seguro de lo que era mejor.
Serkan suspiró ligeramente, sacando su cartera.
–Bueno... te voy a dar la pasta yo, ya que la otra vez pagó
Shio –murmuró, deseando que se largasen y lo dejasen
trabajar en eso. Se moría de ganas de escuchar.
–El beso, quiero otro –pidió Hai, girándose
ligeramente, aunque no tenía ganas de levantarse de allí.
Se hubiera podido quedar dormido sobre Yaku. Shio los miró
de soslayo, ya que había leído la mente de Benkei.
Después de todo, no le había hecho ninguna promesa
a él.
–Luego... –Yaku lo miró a los ojos y le dio
un beso de forma superficial, enrojeciendo porque notaba a su hermano
mirándolos fijamente, con una sonrisita de expectación.
–¿Luego? ¿A dónde vas a ir luego? –lo
molestó –¿No tienes trabajo?
–No... –se hizo el loco –, puedo salir un rato.
–Y no tiene que pedir permiso... –sonrió Shio,
pensando que se comportaban como unos niños.
Hai le dio otra nalgada a Yaku como si ya se hubiera olvidado de
las protestas del moreno y casi saltó a guindarse de Benkei.
–Nosotros nos vamos. Si necesitáis que robemos algo
más, ya sabéis lo que cobramos...
–¿Ya te vas? –Yaku lo miró, preguntando
sinceramente descorazonado, pero arrepintiéndose luego ante
la miradita malvada de su hermano, ya veía que iba a estar
molestándolo todo el tiempo –Espera, que bajo a buscar
algo –le dijo, cogiendo su cazadora para bajar con ellos.
–Procura que sea algo difícil de encontrar... –Serkan
sonrió, sentándose tras su propia mesa.
–No seas malo... Me tientas a meterme con él y no
quiero espantarlo –susurró Shio, sonriéndole
a Serkan.
–Eso es porque a ti te encanta seguir mis juegos –se
burló Serkan.
Mientras, Hai bajaba junto con Benkei y Yaku
–Me voy porque dijiste luego. Si quieres me quedo, pero tendrás
que prestarme atención.
–Pero lo decía para irme –le pasó el
brazo por el hombro, aproximándolo.
–Pues yo me piro a ver si encuentro a Kawa –Benkei
salió del ascensor, interiormente un poco celoso.
–Eh, Benkei... No te pierdas todo el día –le
pidió Hai de manera inconsciente, sin darse cuenta de lo
que le sucedía al otro. Por más que le gustase Yaku,
no quería perder su amistad.
Continua leyendo!
|