Capítulo 22
Can you see what I see?
Sábado 12 de Diciembre.
Medio día.
–¿No vas a decirme nada? –insistió Serkan,
que trataba de obtener información de la cita de su hermano
–¿Por qué dijiste que estabas mal si no estabas
en casa? ¿Te quedaste a dormir fuera? Tienes ojeras... –lo
acosó, apoyado en su mesa y susurrando mientras su hermano
miraba algo en unas fórmulas con la mirada baja y haciéndose
el sordo –Te lo has tirado entonces... –soltó
Serkan, provocando que el otro alzase el rostro de pronto.
–¡Claro que no! –Yaku al fin le contestó
–Claro que no... –se corrigió hablando en tono
bajo –. Ya te dije que es insoportable y ordinario además...
–Serkan, deja en paz a Yaku… –lo riñó
Shio, aunque sólo lo hacía de broma, cosa que quedó
evidenciada cuando añadió la siguiente frase –.
Además, está claro que le gusta el chico, no querrá
ser nada menos que un caballero.
–Un caballero al que le gustan las esposas... ¿sabes
las que te digo? –le preguntó, no estaba seguro de
si a su hermano le gustaban, porque lo cierto es que había
porno de cualquier clase en su ordenador, pero a Shio sí.
Defender a su hermano y meterse con Shio a la vez, era muy tentador.
Yaku se rio un poco, ya que su hermano solía contarle esas
cosas, extrañamente eso no le había hecho preguntarse
si le miraba el ordenador a él.
Shio alzó una ceja, proyectándole a Serkan una imagen
de cómo lo esposaba a su escritorio.
–Si quieres te presto unas. Yaku… ¿no te parece
un poco extraño que Serkan sepa tanto acerca de mí?
Creo que le gusta fisgonear.
–Yo no sé nada, a mí no me metáis...
–Yaku frunció el ceño haciéndose el que
no sabía, pero le entraba la risa quisiera que no.
Serkan sonrió, aunque le había excitado eso y colocó
las manos hacia él, juntando las muñecas y chocándolas.
–Tú sabes que prefieres que yo te espose a ti...
–le dijo, haciéndole imaginárselo al contrario
y de forma mucho menos fría.
Shio desvió la mirada porque lo había hecho sentirse
acalorado. No pudo evitar el pensar nuevamente que era un crío,
un crío maldito al que no podía nalguear porque seguro
que se excitaba.
El sonido del timbre lo salvó de tener que contestar algo
y se dirigió hacia la puerta, casi siendo empujado por Hai
al entrar.
–¡Yaku! ¡Mi mentor! –lo llamó, riéndose
y yendo a abrazarlo.
–No tenías que venir... –protestó, por
tratar de escaparse tropezando con su mesa y medio volcando algo
que su hermano sujetó antes de que se cayese –Y no
digas eso... sh...
–¿Qué es eso de mentor? –preguntó
Serkan desconfiado.
–Es su chulo, se porta como tal –soltó Benkei,
que venía con aquel chico de la cintura, no porque lo necesitase,
si no porque había insistido demasiado en sujetarlo de alguna
manera para tocarlo.
–¡Eso no es verdad! –Yaku frunció el
ceño, levantándose y luego mirando a Hai –Y
si eso es lo que piensas mejor te quedabas allí.
–Claro que no, yo te amo –se rio el chico sentándose
sobre el escritorio y cruzando las piernas. Le sujetó las
mejillas luego para que no mirase a Kawa.
–Ya, seguro que sí –el moreno se soltó,
alejándose ligeramente, para Serkan no pasaba desapercibido
que parecía decepcionado o algo así.
–So… Soy Kawa, estaba en el ascensor ese día
–se presentó el chico intentando separarse un poco
de Benkei, ya que lo venía agarrando todo el camino.
–Hola, yo soy Shio, y las otras dos personas que están
aquí son Serkan y Yaku –los presentó el moreno,
estrechándole la mano para que supiera a dónde dirigirse.
Súbitamente se preguntaba qué sucedería si
enviaba una imagen a su cerebro. ¿Sería capaz de interpretarla?
Claro, ni siquiera sabía si era ciego de nacimiento.
–Hola, yo soy Serkan –le estrechó la mano también,
y después se presentó Yaku.
–¿Por qué no te sientas? –le ofreció,
guiándolo un poco –¿Quieres un café o
algo?
–No, estoy bien –sonrió, pensado que no parecían
malas personas, sin embargo no se daba cuenta de la mirada que le
estaba lanzando Hai.
–Gracias por venir, Kawa. En realidad sólo queríamos
hacerte algunas preguntas sobre eso. No es nada para preocuparse
–Shio se cruzó de brazos, observándolo.
–Queríamos saber si te has estado sintiendo bien
desde que eso sucedió. Nos dijeron que habías gritado
mucho en el ascensor, aunque supongo que es normal –Serkan
se sentó frente a él, observándolo. Se le hacía
conocido y no sabía por qué.
–Me asusté, es todo… –contestó
el chico sin estar seguro aún de si debía contestar
con la verdad. Por alguna razón se estaba sintiendo nervioso
nuevamente.
–¿Estás seguro de eso? Esas experiencias pueden
ser confusas… ¿Te has estado sintiendo bien físicamente?
–insistió Shio, observando cómo el chico asentía
inseguro.
Hai saltó desde el escritorio, aburrido, acercándose
para colgársele del cuello a Benkei.
–No me presta atención…
–No, está trabajando supongo –lo sujetó
por las nalgas, cogiéndolo a horcajadas –. ¿No
les vas a decir eso? –le preguntó Benkei al chico.
–¿El qué? –preguntó Serkan, tocándose
las rodillas un momento –¿Has escuchado algo? –le
preguntó de pronto, sintiéndose un poco extraño.
No quería confesar que a veces escuchaba cosas, le parecía
estarse volviendo loco.
–¿Eh? ¿Cómo lo sabes? –preguntó
sorprendido, moviendo el rostro hacia Serkan y dándose cuenta
de que había confesado –Sí… escuché
algo ese día.
–¿Qué escuchaste? –Shio se inclinó
hacia él, completamente atento. Era el primero que daba indicios
de haber tenido una experiencia. Bueno, él y Serkan.
–Voces, gritos… seguramente eran los demás,
¿no? –preguntó el chico, intentando retroceder.
Serkan suspiró, echándose hacia atrás en
el sofá, respirando profundamente.
–Me pregunto si tendrán una grabación del
ascensor o si también se apagaron en ese momento.
–Se vería todo negro –le aseguró su
hermano mayor.
–Tal vez pueda ajustarlo, pero de todas formas sólo
me interesa el sonido más que nada... –los miró,
como diciéndoles que debían conseguirlas.
–No van a dárnoslas.
–Yo las robo si me pagáis... –propuso Benkei,
sonriendo un poco.
–Yo quiero un beso de Yaku –anunció Hai, exhalando
ruidosamente.
–Bueno, no estamos en una subasta, chicos… –sonrió
Shio, a pesar de que no podía esconder su entusiasmo.
Kawa estaba en silencio ahora. ¿Le creían con esa
facilidad? ¿Qué estaba sucediendo allí?
–Hazlo –le dijo Serkan –¿Cuánto?
–le preguntó, el chico alzando la mano con los dedos
estirados –Bien, la mitad –se rio el otro –, y
un beso para el otro... –miró a su hermano de lado,
pero no dijo nada y se puso a hacer otra cosa, provocando que él
se riese entre dientes.
–Tú eres un listo –protestó Benkei,
que no le gustaba mucho la rebaja esa y frunció el ceño.
–Pero ahora voy a querer dos besos. Yaku, ¿qué
te sucede? –lo llamó como si estuviese siendo sumamente
descortés.
–Normalmente no hacemos estas cosas –se disculpó
Yaku con aquel recién conocido.
–¿Puedo saber qué está sucediendo? ¿Qué
estáis haciendo? –preguntó calmadamente Kawa,
de repente empezando a desesperarse –Esto es peligroso, no
deberías meteros. Sólo…
Shio colocó una mano sobre su hombro calmándolo.
–Sólo es una grabación… ¿Estás
bien? ¿Quieres un vaso de agua? Hay algo que no nos estás
diciendo, ¿verdad? –le preguntó sintiéndose
terriblemente tentado de leer su mente, a pesar de lo que dijese
Serkan.
Serkan lo miraba con atención, intrigado.
–Lo que estamos haciendo es investigar el suceso..., pero
la verdad es que pese a hacerlo científicamente... nos interesa
el aspecto parapsicológico de esto –le confesó
sin más. De esa forma, si pensaba que algo era ridículo,
tal vez se lo dijese de todas formas.
–¿Qué es eso? –Benkei miró a
Hai, sentándose al lado de Kawa sobre el reposabrazos.
–Significa que buscan fantasmas y brujas… –le
contestó el chico, Shio corrigiéndolo.
–Lo sobrenatural. Hay muchas cosas que no tienen una explicación
científica hasta el día de hoy, por eso investigamos…
–No… –Kawa había sujetado instintivamente
la mano de Benkei. Aquello lo asustaba más de lo que había
pensado –Lo que estaba allí era horrible, era algo
malo, lo sé. Puedo… puedo sentir cosas. No es algo
que debáis buscar.
Benkei le apretó la mano, mirándola y sonriendo un
poco para sí, no le importaba nada lo que estaban diciendo,
la verdad.
Serkan se inclinó un poco hacia delante, por el contrario,
entusiasmándose un poco más.
–Eso que escuchaste... Aquí hay alguien que puede
hacerte escuchar algo que yo escuché, a pesar de que estaba
en coma ese día. ¿Quieres saber si fue lo mismo? ¿Quieres
saber qué son esas cosas que escuchas? –le preguntó,
ya que él no podía vivir simplemente asimilándolo
y dejándolo pasar.
–Serkan... –su hermano mayor lo llamó, no le
parecía una buena idea.
–Yaku, no tienen nada de malo, es sólo para que nos
diga si es lo mismo. Tal vez no sea nada, y Kawa se pueda ir a casa
tranquilamente –sugirió Shio sonriendo un poco y esperando
la decisión del chico.
–No… quiero dejar esto atrás, y quiero que vosotros
lo dejéis… –les pidió, ya que a pesar
de todo no era capaz de irse y dejarlos así, sabiendo a lo
que se enfrentaban. Bueno, no lo sabía exactamente, pero
era peligroso –No comprendo nada.
–Yo tampoco, pero quiero hacerlo, y no voy a dejarlo atrás.
Tú puedes irte a tu casa luego y hacerlo, pero yo he estado
un año en coma viviendo ese infierno cada segundo... y tengo
que comprenderlo –le explicó. No le importaba ya lo
que pareciese, o si estaba claro que estaba obsesionado –.
Sigo escuchando esas voces a veces... y siento que me estoy volviendo
loco.
–A lo mejor lo estás –le soltó Benkei,
ya que al menos lo parecía.
–No lo está –Yaku lo miró con el ceño
fruncido –. Es normal...
Serkan sonrió levemente, alzando una ceja y luego mirando
a Shio, haciéndole ver y escuchar el que había sido
su despertar, a pesar de que pronto le cambió el gesto al
proyectar aquella imagen en la que estaba sujeto por algo con aspecto
de garras, muchas y negras, algo estaba atascado en su garganta,
y le mantenía la boca abierta, asfixiada hasta que aquello
sucediese. No había pretendido que esa imagen se colara,
había sucedido solo.
Shio frunció el ceño, apoyándose con una mano
contra la mesa para estabilizarse. Aquello lo había sacudido.
¿Y así pretendía que no se preocupara? Cada
vez que le mostraba algo de aquel lugar… Cada experiencia
era más terrible que la anterior. Exhaló, concentrándose
y cerrando los ojos por un momento.
–O.K. Kawa… sólo relájate. Te enviaré
sólo el sonido –le aseguró, ya que no quería
traumatizarlo de por vida, bastante asustado se veía el chico.
–No, no comprendo. ¿Cómo que me lo va a enviar?
–Kawa se movió tenso, irguiéndose en su asiento.
–Soy… especial, como tú, puedo leer mentes.
Por eso, no te asustes, no está pasando nada, sólo
es un recuerdo –le aseguró, enviándole aquellos
sonidos, a pesar de que se sentía algo culpable. Podía
ver las facciones del chico palideciendo a medida que le proyectaba
aquello.
–¡No! –Kawa se cubrió los oídos
como si estuviese allí de nuevo, sacudiendo la cabeza, aunque
esta vez estaba sorprendido por algo más.
–¡Para, coño, o te enviaré una hostia
que vas a recordar tú! –Benkei lo sujetó, gritándole
a Shio. Lo cierto es que desde que lo tratase bien esa noche lo
sentía demasiado próximo para verlo sufrir así.
–Tranquilo, salvaje... –Serkan lo miró por
si hacía algo, pero Shio ya se había detenido de todos
modos.
–¿Estás bien? –Yaku lo miró preocupado,
luego iba a tener que pedirle a Shio que lo dejase ver aquello a
él. No podían tenerlo así, sin decirle nada.
Kawa asintió lentamente, apoyándose un poco en Benkei
para sorpresa de Hai, que no sabía si alegrarse o molestarse
por aquello.
–Estabas allí –murmuró el chico, dirigiéndose
a Serkan –. Te sentí.
Shio lo miró, intrigado, sentándose ahora. Quería
ver su respuesta.
–No, no estaba allí, estaba en el hospital en coma,
pero una parte de mí estaba encerrada en eso que te da tanto
miedo. Eso es lo que necesito averiguar, qué demonios es.
Es extraño, pero creo que tengo una teoría, pienso
que no fue el aparato en sí, no fue el comunicador... fuiste
tú, Kawa. Tu voz llegó hasta allí gracias al
comunicador... debes de ser médium –Serkan lo miraba
completamente emocionado con el tema. Si pudieran conseguir su ayuda.
–¿Qué coño es un médium? ¿Esa
mierda de las películas? –Benkei los miró, pensando
que eran unos complicados.
–Es una persona que sirve de conducto entre un mundo y el
otro, los muertos y los vivos por ejemplo… U otras dimensiones
tal vez –le explicó Shio pacientemente, no se había
molestado por su actitud, en realidad, la comprendía.
–No, no lo creo. Yo sólo siento cosas, pero…
–negó Kawa, nervioso –Yo no hice nada más
que asustarme.
–Pero yo te escuché, y de algún modo, no fue
una de esas voces perdidas como las que suelo escuchar. Fue algo
distinto y claro, a pesar de que sólo fuese un grito –juntó
las manos, tapándose los labios y pensando con la vista fija
en el suelo.
–Kawa –Yaku se sentó al otro lado de él,
mirándolo –. Esas voces que escuchas a veces. ¿Dirías
que son en momentos especiales?
–No lo sé, supongo que sí. Sólo vienen
a mí –contestó dirigiendo su rostro hacia el
sonido de aquella voz. Simplemente sucedía, hasta el momento
había asumido que era algún tipo de compensación
por su ceguera.
–Ya veo, así que no lo controlas… –Shio
se quedó pensativo, aquel chico podía serles de mucha
ayuda. Si no estuviera tan asustado…
Hai mientras se había puesto a jugar con los papeles del
escritorio de Yaku. ¿Realmente se creían todo eso
de fantasmas y poderes especiales? Estaban chiflados.
–¿Puedes darme un ejemplo? ¿Suceden más
cuando estás alterado, o en situaciones tranquilas como por
ejemplo... por la noche cuando te vas a dormir? –Yaku lo miraba
atentamente. No es que no creyese en él, pero no quería
dejarse llevar así, tal vez simplemente tuviese problemas
mentales.
–Cuando estoy alterado por lo general… No, no es así.
Es sólo que me altero cuando sucede, pero es útil,
así que… –sonrió un poco el chico, jugando
con su bastón.
–¿Útil de qué manera? –preguntó
Shio observándolo.
–Pues… puedo sentir cuando hay algo peligroso o cuando
alguien tiene malas intenciones, a veces…
–Cuando le voy a meter mano se despierta, por ejemplo...
–Benkei se rio, aunque hablaba en serio, claro.
Yaku frunció un poco el ceño, pensando que eran
horribles los dos, además de que ya lo tenían muy
cabreado.
–Parece que puedes captar las energías muy bien.
Si quisieras podríamos hacer algunas pruebas y ayudarte a
controlarlo. Creo que podría ser útil para ti.
–No lo sé, no me gusta profundizar en eso –contestó
un tanto inseguro, le daba miedo y además le avergonzaba
lo cobarde que se escuchaba.
–Claro que sí, si puedes controlarlo, ya no tienes
que temer. Es mucho mejor que ser atacado por esas voces en cualquier
momento, ¿no lo crees?
Kawa movió su rostro hacia Shio, pensando que tenía
razón, pero seguía estando preocupado.
–No tienes por qué empezar enseguida, puedes ir a
casa y pensarlo detenidamente, evaluar lo que tú consideres
pros y contras –Yaku miró a su hermano un momento,
pero este ya no se veía interesado por el tema y le estaba
sacando los papeles a Hai de las manos.
–¿Qué haces? –le susurró, organizándolos
–Tenemos que hablar tú y yo.
–No lo sé, no soy médium –le sonrió
el chico subiéndose sobre el escritorio de nuevo. Le había
dejado una sorpresita entre las notas.
–Qué celosillo... –le sonrió también,
bajándole un poco las gafas por el puente de la nariz –.
Así que... te gusta mi hermano.
–A él no le gusto yo, prefiere a los desvalidos –protestó
el chico enviándole una mirada venenosa a Kawa, que continuaba
hablando con los otros dos –. No creas que lo voy a dejar
así.
–Yo no creo eso... ¿Estás seguro de que te
gusta él? Porque yo no me haría de rogar contigo –lo
miró a los ojos, buscándolo –, y tengo más
dinero que él, aunque creas que no.
–Y si me lo das, lo aceptaré, incluso me iría
a la cama contigo. Tienes buenas nalgas… –se rio el
chico, mirando hacia Yaku luego –, pero eso si no te molesta
que luego vuelva a molestarlo a él.
Serkan le sujetó la mandíbula para que lo mirase
de nuevo. Parecía que le gustaba su hermano de verdad, pero
no acababa de sentirse convencido. Se metió la mano en la
cartera y le mostró unos cuantos billetes.
–Te doy esto si dejas que te folle y desapareces.
–¿Quién te crees que soy? No pienso desaparecerme
por nada del mundo. Además, no necesito tu dinero, puedo
conseguir el mío si quiero –le arrancó los billetes
de la mano, tirándoselos al suelo, cabreado y saltando del
escritorio –Benkei, me voy, ya sabes en dónde encontrarme.
–¿Eh? ¿Qué pasa? –Benkei se levantó
casi de un salto, saliendo tras él.
Shio alzó la mirada, buscando a Serkan con la misma y preguntándose
qué estaba haciendo.
El moreno lo miró un momento y cogió los billetes
del suelo, saliendo tras ellos y provocando que Yaku suspirase ruidosamente,
preocupado por a saber qué había hecho.
–Eh... espera un momento... –Serkan iba a sujetarlo
por el brazo, pero Benkei le tomó la muñeca. El joven
alzó el brazo para pegarle, pero se contuvo, ya que eso lo
estropearía todo para su hermano, y se limitó a soltarse
con brusquedad –. Ven aquí, quiero ayudarte con eso.
–¿Ayudarme? No soy un puto si eso te creías.
Y tampoco… No sé qué piensas, pero no tengo
que darle explicaciones a nadie –le contestó Hai, cabreado,
secretamente feliz porque Benkei hubiese ido tras él.
–¿Por qué cree eso? –Benkei frunció
el ceño poniéndose entre ambos, aunque no era realmente
necesario.
–Tú hiciste ese comentario... –Serkan alzó
una ceja –. Me hiciste pensar que te estabas aprovechando
de él porque es un inocente. Que sepas que lo has herido
ahí dentro.
–No lo he herido, sólo bromeaba. ¿Tú
qué sabes? –le preguntó, aunque un tanto perturbado
ahora. Le gustaba ponerlo nervioso, pero tampoco era su intención
lastimarlo.
–No sé, es mi hermano. ¿Quién lo conoce
mejor, tú o yo? –Serkan alzó las manos un poco,
pensando que eran unos densos –Vamos... ven aquí. Puedes
hablar como una persona adulta, ¿no?
–No entiendo una mierda de lo que pasa... –Benkei miró
a Hai, buscando una explicación.
–Me ofreció dinero para desaparecer… –le
aclaró el chico, mirando luego a Serkan y acercándose
para mirarlo a los ojos –No me gustan las pruebas…,
pero quiero hablar con él.
–Pues escúchame... –le pidió, poniendo
el brazo en el medio al notar que el otro le iba a pegar un puñetazo
–. ¡¿Pero qué coño te pasa?! Al
final te voy a matar... –le soltó de pronto, provocando
que Benkei se riese.
–Dios... –Yaku se levantó deprisa, saliendo
al escuchar a su hermano.
Kawa casi se levanta también, pero Shio lo detuvo, sonriendo
un poco.
–Tranquilo, sea lo que sea, ellos podrán solucionarlo.
Lo mejor es esperar un poco.
Afuera, Hai se había reído también, ya que
no creía que nadie pudiese vencer a Benkei. Para él,
eso era absurdo.
–¡Yaku! –gritó al verlo, corriendo hacia
él.
–¿Qué pasa? No, saca –se lo quitó
de encima, sujetando a su hermano del brazo –. ¿Qué
haces? Déjalos, vamos.
–Para, quiero hablar con él –le pidió
señalando a Hai con la cabeza, recordando lo que había
hablado con Shio y conteniéndose para no apartar el brazo
con brusquedad como hubiera deseado, aunque aun así estaba
tenso.
–Déjalo, en serio, no es importante –le pidió,
ya que suponía que estaba así por lo sucedido antes.
Serkan lo miró de soslayo, suspirando con fuerza y apretando
un poco las mandíbulas. Tal vez era mejor así, que
se perdiesen y su hermano siguiese como siempre.
–Vamos.
–¿No es importante? Ya veo… lamento no ser un
cerebrito desvalido –Hai le mostró la lengua, girándose,
sumamente cabreado –. Benkei, no dejes solo a Kawa, yo te
veo luego.
–Eh... –Benkei chasqueó los labios sin saber
qué hacer. Bueno, Hai seguiría allí cuando
regresase. Volvió a entrar en la oficina, y los dos hermanos
iban detrás, Yaku mirando de soslayo al chico, preguntándose
cómo era posible ser tan denso.
Kawa se puso de pie esta vez, preguntando
–¿Benkei? ¿Todo está bien?
Shio, sin embargo, no dijo nada. Prefería hablar con Serkan
cuando estuvieran a solas, aunque lo cierto era que también
quería hablar con Yaku. No podía seguir huyendo para
siempre.
–Sí, Hai se ha cabreado –le explicó más
o menos –. Siempre se cabrea... –se sentó de
nuevo en el reposabrazos, preguntándose si habrían
acabado ya, porque estaba un poco harto de tanto rollo complicado.
–Puedes ir con él si quieres, yo regreso solo. De
todos modos, volveré mañana… para responder
–le comunicó, extendiendo su bastón para empezar
a caminar.
–Está bien si no quieres hacerlo, pero realmente podría
ayudarte. Sé de lo que hablo –le insistió Shio,
aunque no quería presionarlo y que saliera huyendo por eso,
pero estaba casi seguro de que accedería.
–No, voy contigo, ya se ha pirado y ni sé a dónde
–le contestó el moreno, que además egoístamente
quería pasar más rato con él, y no creía
que sucediese nada, si sólo era por algo como que hubieran
pensado que se prostituía. Él lo hacía si podía.
–¿Estás seguro? –le preguntó el
chico, pensando que ahora lo seguía todo el tiempo. Extrañamente
le estaba empezando a agradar su compañía –Vamos…
te invito a comer algo.
–Vale... –lo sujetó por la cintura, riéndose
para sí con lo que había pensado –. ¿Me
vas a dar un beso? –le preguntó mientras caminaba hacia
la puerta y lo esperaba sujetándola.
–Hasta mañana, Kawa –se despidió Yaku,
que seguía con aquella cara tan seria.
–Hasta mañana, gracias por todo –se despidió
el chico, encaminándose hacia fuera –. ¿Realmente
me vas a cobrar ese beso?
Shio los miró a ambos cuando los otros hubieron salido,
negando con la cabeza.
–¿Alguien quiere decirme qué pasó o
tengo que invadir vuestra intimidad?
Yaku suspiró, sentándose en su silla y pensando
de sí mismo que había sido un idiota.
–Yo no quiero hablar de eso ahora.
Serkan le sonrió un poco a Shio, echándole un besito.
–Atrévete a invadir la mía.
Benkei llamó al ascensor, insistiendo.
–Yo dije que ibas a besarme por protegerte, tú no
te negaste –siguió mientras entraban.
Kawa se detuvo, girándose y besando su mejilla, sonriendo.
–Gracias, Benkei.
–¿Cómo has acertado? Mira que traté
de poner los labios... –se quejó, tratando de besarlo
él mientras bajaban, riéndose.
–Llevo siendo ciego toda la vida, si no supiera orientarme,
ya estaría muerto –se rio el chico, luego de esquivarlo
–. Tal vez esto no sea tan malo…
–¿Ser ciego, médium, o la gimnasia que estás
haciendo para escaparte? –se rio, sujetándolo y riéndose
sin besarlo. Así no tenía mucha gracia y lo dejó.
–Aprender a controlar esto. Odio estar asustado –le
confesó, aún sonriendo levemente. Era fácil
hablar con él, tal vez porque no lo trataba como las demás
personas.
–Pues no lo estés, yo te protejo... luego me besas
de nuevo –se rio, saliendo con él.
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