.Cerberus Proyect- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capítulo 22
Can you see what I see?

Sábado 12 de Diciembre.
Medio día.

–¿No vas a decirme nada? –insistió Serkan, que trataba de obtener información de la cita de su hermano –¿Por qué dijiste que estabas mal si no estabas en casa? ¿Te quedaste a dormir fuera? Tienes ojeras... –lo acosó, apoyado en su mesa y susurrando mientras su hermano miraba algo en unas fórmulas con la mirada baja y haciéndose el sordo –Te lo has tirado entonces... –soltó Serkan, provocando que el otro alzase el rostro de pronto.

–¡Claro que no! –Yaku al fin le contestó –Claro que no... –se corrigió hablando en tono bajo –. Ya te dije que es insoportable y ordinario además...

–Serkan, deja en paz a Yaku… –lo riñó Shio, aunque sólo lo hacía de broma, cosa que quedó evidenciada cuando añadió la siguiente frase –. Además, está claro que le gusta el chico, no querrá ser nada menos que un caballero.

–Un caballero al que le gustan las esposas... ¿sabes las que te digo? –le preguntó, no estaba seguro de si a su hermano le gustaban, porque lo cierto es que había porno de cualquier clase en su ordenador, pero a Shio sí. Defender a su hermano y meterse con Shio a la vez, era muy tentador.

Yaku se rio un poco, ya que su hermano solía contarle esas cosas, extrañamente eso no le había hecho preguntarse si le miraba el ordenador a él.

Shio alzó una ceja, proyectándole a Serkan una imagen de cómo lo esposaba a su escritorio.

–Si quieres te presto unas. Yaku… ¿no te parece un poco extraño que Serkan sepa tanto acerca de mí? Creo que le gusta fisgonear.

–Yo no sé nada, a mí no me metáis... –Yaku frunció el ceño haciéndose el que no sabía, pero le entraba la risa quisiera que no.

Serkan sonrió, aunque le había excitado eso y colocó las manos hacia él, juntando las muñecas y chocándolas.

–Tú sabes que prefieres que yo te espose a ti... –le dijo, haciéndole imaginárselo al contrario y de forma mucho menos fría.

Shio desvió la mirada porque lo había hecho sentirse acalorado. No pudo evitar el pensar nuevamente que era un crío, un crío maldito al que no podía nalguear porque seguro que se excitaba.

El sonido del timbre lo salvó de tener que contestar algo y se dirigió hacia la puerta, casi siendo empujado por Hai al entrar.

–¡Yaku! ¡Mi mentor! –lo llamó, riéndose y yendo a abrazarlo.

–No tenías que venir... –protestó, por tratar de escaparse tropezando con su mesa y medio volcando algo que su hermano sujetó antes de que se cayese –Y no digas eso... sh...

–¿Qué es eso de mentor? –preguntó Serkan desconfiado.

–Es su chulo, se porta como tal –soltó Benkei, que venía con aquel chico de la cintura, no porque lo necesitase, si no porque había insistido demasiado en sujetarlo de alguna manera para tocarlo.

–¡Eso no es verdad! –Yaku frunció el ceño, levantándose y luego mirando a Hai –Y si eso es lo que piensas mejor te quedabas allí.

–Claro que no, yo te amo –se rio el chico sentándose sobre el escritorio y cruzando las piernas. Le sujetó las mejillas luego para que no mirase a Kawa.

–Ya, seguro que sí –el moreno se soltó, alejándose ligeramente, para Serkan no pasaba desapercibido que parecía decepcionado o algo así.

–So… Soy Kawa, estaba en el ascensor ese día –se presentó el chico intentando separarse un poco de Benkei, ya que lo venía agarrando todo el camino.

–Hola, yo soy Shio, y las otras dos personas que están aquí son Serkan y Yaku –los presentó el moreno, estrechándole la mano para que supiera a dónde dirigirse. Súbitamente se preguntaba qué sucedería si enviaba una imagen a su cerebro. ¿Sería capaz de interpretarla? Claro, ni siquiera sabía si era ciego de nacimiento.

–Hola, yo soy Serkan –le estrechó la mano también, y después se presentó Yaku.

–¿Por qué no te sientas? –le ofreció, guiándolo un poco –¿Quieres un café o algo?

–No, estoy bien –sonrió, pensado que no parecían malas personas, sin embargo no se daba cuenta de la mirada que le estaba lanzando Hai.

–Gracias por venir, Kawa. En realidad sólo queríamos hacerte algunas preguntas sobre eso. No es nada para preocuparse –Shio se cruzó de brazos, observándolo.

–Queríamos saber si te has estado sintiendo bien desde que eso sucedió. Nos dijeron que habías gritado mucho en el ascensor, aunque supongo que es normal –Serkan se sentó frente a él, observándolo. Se le hacía conocido y no sabía por qué.

–Me asusté, es todo… –contestó el chico sin estar seguro aún de si debía contestar con la verdad. Por alguna razón se estaba sintiendo nervioso nuevamente.

–¿Estás seguro de eso? Esas experiencias pueden ser confusas… ¿Te has estado sintiendo bien físicamente? –insistió Shio, observando cómo el chico asentía inseguro.

Hai saltó desde el escritorio, aburrido, acercándose para colgársele del cuello a Benkei.

–No me presta atención…

–No, está trabajando supongo –lo sujetó por las nalgas, cogiéndolo a horcajadas –. ¿No les vas a decir eso? –le preguntó Benkei al chico.

–¿El qué? –preguntó Serkan, tocándose las rodillas un momento –¿Has escuchado algo? –le preguntó de pronto, sintiéndose un poco extraño. No quería confesar que a veces escuchaba cosas, le parecía estarse volviendo loco.

–¿Eh? ¿Cómo lo sabes? –preguntó sorprendido, moviendo el rostro hacia Serkan y dándose cuenta de que había confesado –Sí… escuché algo ese día.

–¿Qué escuchaste? –Shio se inclinó hacia él, completamente atento. Era el primero que daba indicios de haber tenido una experiencia. Bueno, él y Serkan.

–Voces, gritos… seguramente eran los demás, ¿no? –preguntó el chico, intentando retroceder.

Serkan suspiró, echándose hacia atrás en el sofá, respirando profundamente.

–Me pregunto si tendrán una grabación del ascensor o si también se apagaron en ese momento.

–Se vería todo negro –le aseguró su hermano mayor.

–Tal vez pueda ajustarlo, pero de todas formas sólo me interesa el sonido más que nada... –los miró, como diciéndoles que debían conseguirlas.

–No van a dárnoslas.

–Yo las robo si me pagáis... –propuso Benkei, sonriendo un poco.

–Yo quiero un beso de Yaku –anunció Hai, exhalando ruidosamente.

–Bueno, no estamos en una subasta, chicos… –sonrió Shio, a pesar de que no podía esconder su entusiasmo.

Kawa estaba en silencio ahora. ¿Le creían con esa facilidad? ¿Qué estaba sucediendo allí?

–Hazlo –le dijo Serkan –¿Cuánto? –le preguntó, el chico alzando la mano con los dedos estirados –Bien, la mitad –se rio el otro –, y un beso para el otro... –miró a su hermano de lado, pero no dijo nada y se puso a hacer otra cosa, provocando que él se riese entre dientes.

–Tú eres un listo –protestó Benkei, que no le gustaba mucho la rebaja esa y frunció el ceño.

–Pero ahora voy a querer dos besos. Yaku, ¿qué te sucede? –lo llamó como si estuviese siendo sumamente descortés.

–Normalmente no hacemos estas cosas –se disculpó Yaku con aquel recién conocido.

–¿Puedo saber qué está sucediendo? ¿Qué estáis haciendo? –preguntó calmadamente Kawa, de repente empezando a desesperarse –Esto es peligroso, no deberías meteros. Sólo…

Shio colocó una mano sobre su hombro calmándolo.

–Sólo es una grabación… ¿Estás bien? ¿Quieres un vaso de agua? Hay algo que no nos estás diciendo, ¿verdad? –le preguntó sintiéndose terriblemente tentado de leer su mente, a pesar de lo que dijese Serkan.

Serkan lo miraba con atención, intrigado.

–Lo que estamos haciendo es investigar el suceso..., pero la verdad es que pese a hacerlo científicamente... nos interesa el aspecto parapsicológico de esto –le confesó sin más. De esa forma, si pensaba que algo era ridículo, tal vez se lo dijese de todas formas.

–¿Qué es eso? –Benkei miró a Hai, sentándose al lado de Kawa sobre el reposabrazos.

–Significa que buscan fantasmas y brujas… –le contestó el chico, Shio corrigiéndolo.

–Lo sobrenatural. Hay muchas cosas que no tienen una explicación científica hasta el día de hoy, por eso investigamos…

–No… –Kawa había sujetado instintivamente la mano de Benkei. Aquello lo asustaba más de lo que había pensado –Lo que estaba allí era horrible, era algo malo, lo sé. Puedo… puedo sentir cosas. No es algo que debáis buscar.

Benkei le apretó la mano, mirándola y sonriendo un poco para sí, no le importaba nada lo que estaban diciendo, la verdad.

Serkan se inclinó un poco hacia delante, por el contrario, entusiasmándose un poco más.

–Eso que escuchaste... Aquí hay alguien que puede hacerte escuchar algo que yo escuché, a pesar de que estaba en coma ese día. ¿Quieres saber si fue lo mismo? ¿Quieres saber qué son esas cosas que escuchas? –le preguntó, ya que él no podía vivir simplemente asimilándolo y dejándolo pasar.

–Serkan... –su hermano mayor lo llamó, no le parecía una buena idea.

–Yaku, no tienen nada de malo, es sólo para que nos diga si es lo mismo. Tal vez no sea nada, y Kawa se pueda ir a casa tranquilamente –sugirió Shio sonriendo un poco y esperando la decisión del chico.

–No… quiero dejar esto atrás, y quiero que vosotros lo dejéis… –les pidió, ya que a pesar de todo no era capaz de irse y dejarlos así, sabiendo a lo que se enfrentaban. Bueno, no lo sabía exactamente, pero era peligroso –No comprendo nada.

–Yo tampoco, pero quiero hacerlo, y no voy a dejarlo atrás. Tú puedes irte a tu casa luego y hacerlo, pero yo he estado un año en coma viviendo ese infierno cada segundo... y tengo que comprenderlo –le explicó. No le importaba ya lo que pareciese, o si estaba claro que estaba obsesionado –. Sigo escuchando esas voces a veces... y siento que me estoy volviendo loco.

–A lo mejor lo estás –le soltó Benkei, ya que al menos lo parecía.

–No lo está –Yaku lo miró con el ceño fruncido –. Es normal...

Serkan sonrió levemente, alzando una ceja y luego mirando a Shio, haciéndole ver y escuchar el que había sido su despertar, a pesar de que pronto le cambió el gesto al proyectar aquella imagen en la que estaba sujeto por algo con aspecto de garras, muchas y negras, algo estaba atascado en su garganta, y le mantenía la boca abierta, asfixiada hasta que aquello sucediese. No había pretendido que esa imagen se colara, había sucedido solo.

Shio frunció el ceño, apoyándose con una mano contra la mesa para estabilizarse. Aquello lo había sacudido. ¿Y así pretendía que no se preocupara? Cada vez que le mostraba algo de aquel lugar… Cada experiencia era más terrible que la anterior. Exhaló, concentrándose y cerrando los ojos por un momento.

–O.K. Kawa… sólo relájate. Te enviaré sólo el sonido –le aseguró, ya que no quería traumatizarlo de por vida, bastante asustado se veía el chico.

–No, no comprendo. ¿Cómo que me lo va a enviar? –Kawa se movió tenso, irguiéndose en su asiento.

–Soy… especial, como tú, puedo leer mentes. Por eso, no te asustes, no está pasando nada, sólo es un recuerdo –le aseguró, enviándole aquellos sonidos, a pesar de que se sentía algo culpable. Podía ver las facciones del chico palideciendo a medida que le proyectaba aquello.

–¡No! –Kawa se cubrió los oídos como si estuviese allí de nuevo, sacudiendo la cabeza, aunque esta vez estaba sorprendido por algo más.

–¡Para, coño, o te enviaré una hostia que vas a recordar tú! –Benkei lo sujetó, gritándole a Shio. Lo cierto es que desde que lo tratase bien esa noche lo sentía demasiado próximo para verlo sufrir así.

–Tranquilo, salvaje... –Serkan lo miró por si hacía algo, pero Shio ya se había detenido de todos modos.

–¿Estás bien? –Yaku lo miró preocupado, luego iba a tener que pedirle a Shio que lo dejase ver aquello a él. No podían tenerlo así, sin decirle nada.
Kawa asintió lentamente, apoyándose un poco en Benkei para sorpresa de Hai, que no sabía si alegrarse o molestarse por aquello.

–Estabas allí –murmuró el chico, dirigiéndose a Serkan –. Te sentí.

Shio lo miró, intrigado, sentándose ahora. Quería ver su respuesta.

–No, no estaba allí, estaba en el hospital en coma, pero una parte de mí estaba encerrada en eso que te da tanto miedo. Eso es lo que necesito averiguar, qué demonios es. Es extraño, pero creo que tengo una teoría, pienso que no fue el aparato en sí, no fue el comunicador... fuiste tú, Kawa. Tu voz llegó hasta allí gracias al comunicador... debes de ser médium –Serkan lo miraba completamente emocionado con el tema. Si pudieran conseguir su ayuda.

–¿Qué coño es un médium? ¿Esa mierda de las películas? –Benkei los miró, pensando que eran unos complicados.

–Es una persona que sirve de conducto entre un mundo y el otro, los muertos y los vivos por ejemplo… U otras dimensiones tal vez –le explicó Shio pacientemente, no se había molestado por su actitud, en realidad, la comprendía.

–No, no lo creo. Yo sólo siento cosas, pero… –negó Kawa, nervioso –Yo no hice nada más que asustarme.

–Pero yo te escuché, y de algún modo, no fue una de esas voces perdidas como las que suelo escuchar. Fue algo distinto y claro, a pesar de que sólo fuese un grito –juntó las manos, tapándose los labios y pensando con la vista fija en el suelo.

–Kawa –Yaku se sentó al otro lado de él, mirándolo –. Esas voces que escuchas a veces. ¿Dirías que son en momentos especiales?

–No lo sé, supongo que sí. Sólo vienen a mí –contestó dirigiendo su rostro hacia el sonido de aquella voz. Simplemente sucedía, hasta el momento había asumido que era algún tipo de compensación por su ceguera.

–Ya veo, así que no lo controlas… –Shio se quedó pensativo, aquel chico podía serles de mucha ayuda. Si no estuviera tan asustado…

Hai mientras se había puesto a jugar con los papeles del escritorio de Yaku. ¿Realmente se creían todo eso de fantasmas y poderes especiales? Estaban chiflados.

–¿Puedes darme un ejemplo? ¿Suceden más cuando estás alterado, o en situaciones tranquilas como por ejemplo... por la noche cuando te vas a dormir? –Yaku lo miraba atentamente. No es que no creyese en él, pero no quería dejarse llevar así, tal vez simplemente tuviese problemas mentales.

–Cuando estoy alterado por lo general… No, no es así. Es sólo que me altero cuando sucede, pero es útil, así que… –sonrió un poco el chico, jugando con su bastón.

–¿Útil de qué manera? –preguntó Shio observándolo.

–Pues… puedo sentir cuando hay algo peligroso o cuando alguien tiene malas intenciones, a veces…

–Cuando le voy a meter mano se despierta, por ejemplo... –Benkei se rio, aunque hablaba en serio, claro.

Yaku frunció un poco el ceño, pensando que eran horribles los dos, además de que ya lo tenían muy cabreado.

–Parece que puedes captar las energías muy bien. Si quisieras podríamos hacer algunas pruebas y ayudarte a controlarlo. Creo que podría ser útil para ti.

–No lo sé, no me gusta profundizar en eso –contestó un tanto inseguro, le daba miedo y además le avergonzaba lo cobarde que se escuchaba.

–Claro que sí, si puedes controlarlo, ya no tienes que temer. Es mucho mejor que ser atacado por esas voces en cualquier momento, ¿no lo crees?

Kawa movió su rostro hacia Shio, pensando que tenía razón, pero seguía estando preocupado.

–No tienes por qué empezar enseguida, puedes ir a casa y pensarlo detenidamente, evaluar lo que tú consideres pros y contras –Yaku miró a su hermano un momento, pero este ya no se veía interesado por el tema y le estaba sacando los papeles a Hai de las manos.

–¿Qué haces? –le susurró, organizándolos –Tenemos que hablar tú y yo.

–No lo sé, no soy médium –le sonrió el chico subiéndose sobre el escritorio de nuevo. Le había dejado una sorpresita entre las notas.

–Qué celosillo... –le sonrió también, bajándole un poco las gafas por el puente de la nariz –. Así que... te gusta mi hermano.

–A él no le gusto yo, prefiere a los desvalidos –protestó el chico enviándole una mirada venenosa a Kawa, que continuaba hablando con los otros dos –. No creas que lo voy a dejar así.

–Yo no creo eso... ¿Estás seguro de que te gusta él? Porque yo no me haría de rogar contigo –lo miró a los ojos, buscándolo –, y tengo más dinero que él, aunque creas que no.

–Y si me lo das, lo aceptaré, incluso me iría a la cama contigo. Tienes buenas nalgas… –se rio el chico, mirando hacia Yaku luego –, pero eso si no te molesta que luego vuelva a molestarlo a él.

Serkan le sujetó la mandíbula para que lo mirase de nuevo. Parecía que le gustaba su hermano de verdad, pero no acababa de sentirse convencido. Se metió la mano en la cartera y le mostró unos cuantos billetes.

–Te doy esto si dejas que te folle y desapareces.

–¿Quién te crees que soy? No pienso desaparecerme por nada del mundo. Además, no necesito tu dinero, puedo conseguir el mío si quiero –le arrancó los billetes de la mano, tirándoselos al suelo, cabreado y saltando del escritorio –Benkei, me voy, ya sabes en dónde encontrarme.

–¿Eh? ¿Qué pasa? –Benkei se levantó casi de un salto, saliendo tras él.

Shio alzó la mirada, buscando a Serkan con la misma y preguntándose qué estaba haciendo.

El moreno lo miró un momento y cogió los billetes del suelo, saliendo tras ellos y provocando que Yaku suspirase ruidosamente, preocupado por a saber qué había hecho.

–Eh... espera un momento... –Serkan iba a sujetarlo por el brazo, pero Benkei le tomó la muñeca. El joven alzó el brazo para pegarle, pero se contuvo, ya que eso lo estropearía todo para su hermano, y se limitó a soltarse con brusquedad –. Ven aquí, quiero ayudarte con eso.

–¿Ayudarme? No soy un puto si eso te creías. Y tampoco… No sé qué piensas, pero no tengo que darle explicaciones a nadie –le contestó Hai, cabreado, secretamente feliz porque Benkei hubiese ido tras él.

–¿Por qué cree eso? –Benkei frunció el ceño poniéndose entre ambos, aunque no era realmente necesario.

–Tú hiciste ese comentario... –Serkan alzó una ceja –. Me hiciste pensar que te estabas aprovechando de él porque es un inocente. Que sepas que lo has herido ahí dentro.

–No lo he herido, sólo bromeaba. ¿Tú qué sabes? –le preguntó, aunque un tanto perturbado ahora. Le gustaba ponerlo nervioso, pero tampoco era su intención lastimarlo.

–No sé, es mi hermano. ¿Quién lo conoce mejor, tú o yo? –Serkan alzó las manos un poco, pensando que eran unos densos –Vamos... ven aquí. Puedes hablar como una persona adulta, ¿no?

–No entiendo una mierda de lo que pasa... –Benkei miró a Hai, buscando una explicación.

–Me ofreció dinero para desaparecer… –le aclaró el chico, mirando luego a Serkan y acercándose para mirarlo a los ojos –No me gustan las pruebas…, pero quiero hablar con él.

–Pues escúchame... –le pidió, poniendo el brazo en el medio al notar que el otro le iba a pegar un puñetazo –. ¡¿Pero qué coño te pasa?! Al final te voy a matar... –le soltó de pronto, provocando que Benkei se riese.

–Dios... –Yaku se levantó deprisa, saliendo al escuchar a su hermano.

Kawa casi se levanta también, pero Shio lo detuvo, sonriendo un poco.

–Tranquilo, sea lo que sea, ellos podrán solucionarlo. Lo mejor es esperar un poco.

Afuera, Hai se había reído también, ya que no creía que nadie pudiese vencer a Benkei. Para él, eso era absurdo.

–¡Yaku! –gritó al verlo, corriendo hacia él.

–¿Qué pasa? No, saca –se lo quitó de encima, sujetando a su hermano del brazo –. ¿Qué haces? Déjalos, vamos.

–Para, quiero hablar con él –le pidió señalando a Hai con la cabeza, recordando lo que había hablado con Shio y conteniéndose para no apartar el brazo con brusquedad como hubiera deseado, aunque aun así estaba tenso.

–Déjalo, en serio, no es importante –le pidió, ya que suponía que estaba así por lo sucedido antes.

Serkan lo miró de soslayo, suspirando con fuerza y apretando un poco las mandíbulas. Tal vez era mejor así, que se perdiesen y su hermano siguiese como siempre.

–Vamos.

–¿No es importante? Ya veo… lamento no ser un cerebrito desvalido –Hai le mostró la lengua, girándose, sumamente cabreado –. Benkei, no dejes solo a Kawa, yo te veo luego.

–Eh... –Benkei chasqueó los labios sin saber qué hacer. Bueno, Hai seguiría allí cuando regresase. Volvió a entrar en la oficina, y los dos hermanos iban detrás, Yaku mirando de soslayo al chico, preguntándose cómo era posible ser tan denso.

Kawa se puso de pie esta vez, preguntando

–¿Benkei? ¿Todo está bien?

Shio, sin embargo, no dijo nada. Prefería hablar con Serkan cuando estuvieran a solas, aunque lo cierto era que también quería hablar con Yaku. No podía seguir huyendo para siempre.

–Sí, Hai se ha cabreado –le explicó más o menos –. Siempre se cabrea... –se sentó de nuevo en el reposabrazos, preguntándose si habrían acabado ya, porque estaba un poco harto de tanto rollo complicado.

–Puedes ir con él si quieres, yo regreso solo. De todos modos, volveré mañana… para responder –le comunicó, extendiendo su bastón para empezar a caminar.

–Está bien si no quieres hacerlo, pero realmente podría ayudarte. Sé de lo que hablo –le insistió Shio, aunque no quería presionarlo y que saliera huyendo por eso, pero estaba casi seguro de que accedería.

–No, voy contigo, ya se ha pirado y ni sé a dónde –le contestó el moreno, que además egoístamente quería pasar más rato con él, y no creía que sucediese nada, si sólo era por algo como que hubieran pensado que se prostituía. Él lo hacía si podía.

–¿Estás seguro? –le preguntó el chico, pensando que ahora lo seguía todo el tiempo. Extrañamente le estaba empezando a agradar su compañía –Vamos… te invito a comer algo.

–Vale... –lo sujetó por la cintura, riéndose para sí con lo que había pensado –. ¿Me vas a dar un beso? –le preguntó mientras caminaba hacia la puerta y lo esperaba sujetándola.

–Hasta mañana, Kawa –se despidió Yaku, que seguía con aquella cara tan seria.

–Hasta mañana, gracias por todo –se despidió el chico, encaminándose hacia fuera –. ¿Realmente me vas a cobrar ese beso?

Shio los miró a ambos cuando los otros hubieron salido, negando con la cabeza.

–¿Alguien quiere decirme qué pasó o tengo que invadir vuestra intimidad?

Yaku suspiró, sentándose en su silla y pensando de sí mismo que había sido un idiota.

–Yo no quiero hablar de eso ahora.

Serkan le sonrió un poco a Shio, echándole un besito.

–Atrévete a invadir la mía.

Benkei llamó al ascensor, insistiendo.

–Yo dije que ibas a besarme por protegerte, tú no te negaste –siguió mientras entraban.

Kawa se detuvo, girándose y besando su mejilla, sonriendo.

–Gracias, Benkei.

–¿Cómo has acertado? Mira que traté de poner los labios... –se quejó, tratando de besarlo él mientras bajaban, riéndose.

–Llevo siendo ciego toda la vida, si no supiera orientarme, ya estaría muerto –se rio el chico, luego de esquivarlo –. Tal vez esto no sea tan malo…

–¿Ser ciego, médium, o la gimnasia que estás haciendo para escaparte? –se rio, sujetándolo y riéndose sin besarlo. Así no tenía mucha gracia y lo dejó.

–Aprender a controlar esto. Odio estar asustado –le confesó, aún sonriendo levemente. Era fácil hablar con él, tal vez porque no lo trataba como las demás personas.

–Pues no lo estés, yo te protejo... luego me besas de nuevo –se rio, saliendo con él.


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