Capitulo 19
The easiest way to cop a feel
Sábado 12 de Diciembre.
Madrugada.
Benkei abrió la puerta despacio y entró en aquel
cuarto tras haberse deshecho del compañero de Kawa. El chico
se veía profundamente dormido, y tapado con las sábanas.
Tiró de ellas despacio, destapándolo y fijándose
a ver si se despertaba o no. Ya que no parecía hacerlo, se
bajó la mano entre las piernas, sujetando su propio sexo
por dentro de los jeans y empezando a tocarse, aunque ya estaba
excitado antes de entrar.
Kawa se giró en la cama, sintiendo algo de frío y
protestando, moviendo un brazo para buscar las sábanas y
taparse de nuevo. Abrió los ojos en la oscuridad, sintiéndose
extraño de pronto, algo no estaba bien.
–¿Kano? –preguntó sin recibir respuesta,
y sentándose somnoliento. Tal vez era porque aún estaba
dormido.
El moreno se mordió la lengua, aguantándose la risa,
y pensando que el verlo despierto sólo lo motivaba más.
Pese a que se controlaba, el sonido de su mano sobre su sexo se
hacía patente, al igual que el de su brazo al rozar la camiseta.
Sólo necesitaba un poco más.
–¡¿Quién está ahí?! –preguntó
Kawa, espabilándose el escuchar el sonido y buscando frenéticamente
su bastón hasta encontrarlo, mientras se bajaba de la cama.
–Pero coño... no te levantes... –jadeó,
parando porque ya no tenía caso, había pensado en
correrse sobre su rostro así sentado como estaba. Le tocó
la cara con la mano porque aun así la tenía húmeda
de líquido preseminal, y le hacía gracia pensar que
no tendría ni idea de qué era –. Te he perdonado
y he venido a verte, ¿contento?
Kawa retrocedió, entre asustado y cabreado, frunciendo el
ceño y blandiendo un poco el bastón para poner distancia
entre ellos.
–¿Tú de nuevo? ¿Tienes idea de lo que...?
¿Qué es esto? –se pasó la mano por el
rostro, limpiándose e intentando buscar el camino hacia la
puerta mientras tanto. Tenía que salir de allí.
–Sólo era agua... ¿Qué crees? –se
rio, mintiendo y sujetando el otro lado del bastón, sin dejarlo
salir –¿No me vas a dejar que te hable? He venido a
ayudarte, es sobre lo que pasó en ese ascensor... A tu compañero
le dije que me dejara a solas contigo un rato y le di unos billetes
que me han pagado, me dijo que no me pasase mucho... ¿eh?
Así que... –lo empujó para que se sentase –.
Ahora me escuchas, no he pagado para nada.
–¿Pagado? Kano... –refunfuñó,
pensando que no servía para nada, pero se quedó quieto.
¿Realmente venía a hablarle de eso? Ni siquiera quería
hablar de eso... –No estoy indefenso –le aseguró
por si acaso.
–No, qué va... –se rio de él –Y
a mí también me cabreó, así que le di
un puñetazo y me quedé con mi dinero. Está
en el cagadero –le señalo afuera, por un momento sin
percatarse de que no iba a notarlo.
–Eso es... –Kawa movió la cabeza sin saber qué
hacer. Eso era demasiado extraño –¿Qué
quieres decirme? –le preguntó, intentando quedarse
calmado. A pesar de todo, si formaba otro escándalo era posible
que llamasen a sus padres como lo habían amenazado en la
ocasión anterior. Tenías que andar con mucho cuidado
si eras ciego, te trataban como si te fueras a romper.
El chico se puso a revolver en las cosas del otro, robándole
un reproductor mp3 y algo de dinero.
–Vinieron unos tíos raros y nos dijeron que podría
habernos pasado algo ese día. Eran de una organización
o algo así... –murmuró, mirando su ropa.
Kawa se puso pálido, agitándose un poco.
–Algo raro... ¿cómo qué? ¿Te
ha sucedido algo raro? –le preguntó, aunque para él
ya era suficientemente raro que este chico lo estuviera persiguiendo
–¿Qué haces? No soy sordo.
–Le estoy robando a tu compañero. ¿Qué
más te da?, es un capullo. A mí si alguien me ofreciese
dinero por un rato a solas con Hai, le partiría los dientes...
–murmuró, pensando que su ropa era demasiado grande,
estaba gordo, aparte de que olía a sudor añejo –.
Y no sé qué, pero te están buscando, no les
he dicho dónde estás aún.
–¿Por qué no? –le preguntó, sin
saber quién era Hai, seguramente ese otro chico que había
venido con él, recordaba su voz.
–Porque no sé si tú quieres que te encuentren,
y además hicimos un trato, pero puedo mentirles. No va a
quitarme el sueño –se olió la mano, asegurándose
de que no se hubiera quedado con ese olor horrible.
–No deberías hacerlo... –murmuró, pensando
que con ese chico no existían razones. Estaba loco de remate,
pero mejor lo trataba de manera civilizada. En realidad, tampoco
sabía si quería que lo encontrasen, a pesar de todo
no era muy valiente.
–¿Por qué no? Si nos han metido en problemas...
y encima no quieren decirme qué coño puede pasarme...
¿por qué tendría yo que ser amable con ellos?
Además... ¿tú quieres que te encuentren? ¿Y
si son terroristas o algo así? Tenían chismes muy
raros ahí, tecnológicos... –dijo luego, recordando
lo que había dicho Hai, que sin duda tenía más
cultura que él –. No te voy a hacer más favores...
–¿Favores? ¿De qué hablas? Trataste
de hacerme cosas en contra de mi voluntad, hiciste que todo el dormitorio
me vigile... –se calló de pronto, pensando que eso
no había sido muy inteligente de su parte y cambiando el
tema –Podrías darme su número de teléfono.
–No me lo sé, no tengo teléfono –se
rio de su cabreo, y de que pensase que tenía uno –,
pero lo averiguaré para ti si me dejas que te la chupe –insistió
de pronto.
–No... –se negó, enrojeciendo e intentando recuperar
su bastón de pronto, no quería ir por ahí,
estrellándose con todo.
–Joder, qué frígido eres... –se molestó,
apartando el bastón con un pie hacia atrás para que
no pudiera escaparse por ahí –, si no te digo que me
la mames tú a mí.
–No soy frígido, no te conozco, no voy por ahí
dejando que me la mame cualquiera. Mucho menos alguien que intentó
hacerlo sin mi permiso. ¿Cuál es tu problema conmigo,
eh? ¿Acaso te hice algo? –le preguntó de pronto,
rindiéndose, no conseguía encontrarlo.
–Si me hubieras hecho algo te pegaría, no te la chuparía...
Y si te vas a poner así, no vamos a acabar nunca con eso.
No es mi culpa que te pongas histérico por nada. ¿Crees
que soy feo, o es porque soy pobre? –se aproximó a
él, mirándolo de cerca.
–¿Eres pobre? No puedo saber si eres feo, no te veo
–contestó, evitando el sonreír por un momento
y moviendo las manos contra su propio cuerpo en un gesto nervioso
–. Es porque no sé quien eres, sólo sé
que me has perseguido desde ese día.
–¿Y qué quieres que haga para verte si no?
–le preguntó como reprochándoselo, o como si
su comportamiento fuera de lo más normal –Mira, o toca,
o lo que sea... –se rio, sujetándole las manos y poniéndoselas
en el abdomen –. ¿No te gusta esto?
Kawa enrojeció profundamente, intentando retirar sus manos,
pero no se lo permitía.
–Tu... tu rostro...
–¿Y vas a saber algo así? –le preguntó
entre sorprendido y curioso, colocándole las manos en las
mejillas y mirándolo –No me vayas a pegar, ¿eh?
Que te la devuelvo.
–Sólo quiero ver tus facciones –sonrió
ahora sí, encontrando gracioso que pensara eso, mientras
deslizaba las manos por su rostro –. ¿Cómo te
llamas?
–Benkei –cerró los ojos mientras lo tocaba, entreabriendo
uno después –. ¿Qué crees?
–Creo que tienes buenas facciones... y que ya sabes cómo
me llamo –contestó, soltándolo y extendiendo
la mano luego –. ¿Me regresas mi bastón?
–No, que te piras –le contestó sin más,
sentándose en la cama a su lado y bajando la vista, pensando
que se le notaba todo con la tela del pijama, y podía mirar
cuanto quisiera, porque el otro no lo notaba –. ¿Ahora
sí que quieres que lo haga?
–No, ¿por qué la insistencia? –le preguntó,
pensando que parecía un chiquillo terco, y no comprendía
por qué no se sentía asustado ahora –No me iré,
lo prometo.
Benkei se levantó y le dio el bastón, aunque no
pensaba dejarle acercarse a la puerta. Se sentó en la cama
a su lado de nuevo, preguntándose para qué lo quería
ahí sentado.
–Me gustas, estás bueno, ¿lo sabías?
¿Naciste así?
–Sí, tengo buenos genes –se rio suavemente,
seguro de que no le preguntaba eso, y apretando el bastón
en su mano. No le gustaba sentirse desvalido.
El moreno lo miró sin comprenderlo realmente, además
de que la palabra genes le sonaba remotamente.
–No sabes lo que son los colores... Ni cómo es nada...
El rostro de Kawa se tornó serio, casi sombrío.
–No los extraño, nunca los he visto.
Benkei lo miró fijamente, preguntándose si había
alguna manera de explicarle eso.
–Ya, no quería joderte. Sólo era curiosidad.
–No lo haces, es algo que siempre me preguntan. Estáis
tan acostumbrados a ver que no comprendéis cómo es
que alguien puede vivir sin hacerlo, pero yo estoy acostumbrado
a lo contrario –se encogió de hombros, sujetando su
bastón con ambas manos ahora.
–Tampoco es tan importante –quiso consolarlo a su
manera –, a mí me gustas así.
–¿Estás seguro de que te gusto? ¿O te
gusta asustarme? –le preguntó, sonriendo un poco para
sí. Sentía un cambio en el ambiente, no le desagradaba.
–Me gustas... –se rio –. No es gracioso que
te asustes, bueno, sí que lo es, pero no cuando te pones
histérico. Estás muy bueno, me gustan tus ojos.
–Es la primera vez que me dicen eso... –se rio, moviendo
la cabeza –. Gracias, tú también eres guapo,
lo sé por mis dedos, pero no vuelvas a pedirme eso ahora.
Benkei se rio, porque iba a hacerlo.
–Pero has dicho ahora... ¿luego si puedo? –se
burló –Y tienes los ojos del color del cielo cuando
hay tormenta. ¿Te gusta la tormenta?
–Me gusta el sonido –asintió, pensando en ella
y sonriendo –. Me gusta beber algo caliente cuando hay tormenta
y no salir de casa.
–Pero salir también está bien, y empaparse
–le parecía extraño que de pronto quisiera hablar
con él. De todos modos no solía hablar con nadie que
no fuera Hai, y además le daban ganas de meterle mano, pero
se aguantaba porque veía que no le hacía mucha gracia
–. Y de todos modos no hay corriente donde yo vivo y te congelas
igual.
–¿No hay corriente? ¿En dónde vives?
–le preguntó curioso, recordando que le había
dicho que era pobre.
–En un edificio abandonado con Hai. En uno de los pisos,
en los otros hay otras personas –se rio un poco, pensando
que todos eran delincuentes –. ¿Qué estudias
aquí?
–Psicología –le contestó, preguntándose
por qué se reía. No sonaba bien el vivir así
–. ¿Te gusta ese lugar?
–Es un lugar como otro cualquiera, mejor que dormir en la
calle –suponía que le daba curiosidad, ya que era un
“niño bien”, igual que a él el que no
pudiese ver –. No tienes pinta de psicólogo –aunque
sólo los había visto en películas.
–¿No? No sé cómo se ven –se rio
sin poder evitarlo, enseriándose luego –. No te doy
lástima, ¿verdad?
–No –espetó, preguntándose si quería
darle lástima –. Hai te tiene envidia porque estás
en un lugar como este estudiando. A mí no me la das, sólo
me gustas –le tocó el muslo de pronto, aproximándose
a ver si le dejaba besarlo.
–¿Envidia? –preguntó sorprendido y apartándose
un poco, cohibido. Tal vez se había dejado llevar demasiado
–Me... mejor así, no me gusta dar lástima, aunque
tampoco envidia...
–Porque Hai querría estudiar y formar parte de la
sociedad –frunció el ceño por lo que decía,
pero también porque se le escapase –. ¿Sabes
que se te nota todo con ese pantalón de pijama?
–No, no lo sabía –contestó nervioso,
tirando de las sábanas para cubrirse por el momento, enrojecido
–. ¿Por qué te molesta que Hai estudie?
–Porque no puede, y porque además no quiero –le
tiró de la sábana, riéndose un poco aunque
en un principio se había enfadado de pensar en eso –.
No te tapes...
–Claro que sí, no quiero mostrarlo todo –protestó,
volviendo a taparse y sujetando las sábanas con fuerza –.
¿Por qué no quieres? No tiene nada de malo.
–Porque yo me quedaré solo, y no quiero, es lo único
que tengo... –tiró de nuevo, ahora sólo por
jugar –. Ya podías dejarme ver, ya que no me dejas
hacer nada más.
Las manos de Kawa cedieron, no por complacerlo sino por sus palabras.
Realmente era extraño todo lo que estaba sucediendo allí.
No debía sentirse así por alguien que lo había
atacado.
–No tienes por qué quedarte solo, estará estudiando,
no muerto.
–Sí, claro... –torció la sonrisa –,
y cuando tenga dinero y sea una persona normal de esas, vendrá
a dormir conmigo a un piso asqueroso sin luz ni agua, ¿verdad?
Será amigo de una persona como yo, que soy un delincuente
–se puso la sábana detrás de la espalda, para
que no se tapase más ya, pensando que había cedido.
–Tal vez te llevará con él. No lo sé,
yo lo haría... si tuviera un amigo así, pero no conozco
a Hai –comentó pensativo, habiéndose olvidado
de lo de su pijama por un momento.
–No puedes fiarte de nadie, la gente siempre te jode, como
tu compañero, ya viste... Por eso es mejor que no tengan
la oportunidad de joderte, además... Hai y yo nos peleamos
a menudo. Hace poco que me hizo esto... –le cogió la
mano para que le tocase los labios –, de un puñetazo.
–Pero yo no elegí a mi compañero de cuarto...
–frunció el ceño por un momento, concentrándose
luego en su tacto –¿Por qué peleáis tanto?
–Por cosas, no sé. Sobre todo por él tiene
aires de grandeza... de esos –remató, ya que no estaba
muy seguro de que esa fuera la expresión correcta, pero la
usaba igual –. Aunque quisiera estudiar no podría,
no tiene dinero, ni nada, ni siquiera acabó la secundaria.
Yo tampoco –se rio –, yo no fui al colegio.
–¿Ni la primaria? –le preguntó, intentando
imaginar lo que sería el no poder estudiar. A él le
gustaba mucho a pesar de las inconveniencias.
–No, ¿y qué? Es una imbecilidad. Sólo
se estudian esas cosas para tener en qué ocupar tu vida cuando
eres un viejo, y unos satisfacen las necesidades de los otros, a
veces ni siquiera son necesidades y sólo caprichos. Eso es
la sociedad, ¿no? Y si no sabes algo que a ellos les parece
obvio eres un estúpido, seguro que yo sé muchas cosas
que vosotros no –el caso es que a pesar de todo, seguía
mirándolo sin ninguna inocencia y descaradamente –.
¿Te gusta alguien? ¿Por eso no me dejas?
–No es eso... –negó, preguntándose si
no comprendía, era realmente extraño ese chico, como
salvaje –Yo estudio porque me gusta, me hace sentir útil
y no lo sé... es interesante. ¿Te parezco tonto por
creer eso? –le preguntó curioso.
–No, yo qué sé, si a ti te vale... –se
dejó caer en su cama, pensando que no había manera
con él –. ¿Pero te gustan las tías? ¿O
te da igual? Como no las ves... –se rio un poco, tirándole
de la goma del pantalón y mirándole las nalgas desde
donde estaba acostado.
–¡Deja de hacer eso! –protestó moviéndose
y causando que la goma restallase contra su piel dolorosamente.
Se cubrió, frunciendo el ceño –No da igual,
claro que no da igual, se siente distinto.
–No me grites, loco, que me va a venir la policía...
–se rio, ya que no le preocupaba que lo llevasen de nuevo
a comisaría –. No contestas si te gustan las tetas
o las pollas...
–No va a venir la policía sólo porque alguien
grite... –refunfuñó, de pronto arrepintiéndose
de haber dicho aquello –. Me gustan los chicos.
–Pues si no va a venir... –le tocó el costado,
girándose de lado en la cama y metiendo la mano por debajo
de la camiseta –. Hai salió con alguien, dijo que toda
la noche, así que, me quedo a dormir contigo.
–No, no puedes –protestó nervioso, sujetándole
la mano para que no hiciera nada extraño –. Si se enteran,
pueden echarme...
–No se enteran, si vienen me piro, y tú les dices
que no sabías o algo así, o que te obligué,
y cómo tu amigo está noqueado en el baño, te
van a creer. Además... ¿es que van a venir a arroparte?
–se dejó sujetar la mano, con la otra tirándole
de la pierna para que se acostase en la cama –Venga, que solo
paso mucho frío, y aquí hasta tenéis calefacción.
–Bi... bien, pero tienes que comportarte, en serio –le
pidió, sin estar muy seguro de lo que hacía, pero
en ese momento le parecía razonable. Tal vez no era tan terrible,
sólo estaba un poco loco, y la verdad, le hacía gracia
que le hubiera dado su merecido a Kano. Por ese idiota, podrían
haberlo violado y descuartizado.
–Yo siempre me comporto, sólo que mal... –se
rio, descalzándose para acostarse en su cama. Lo tapó
de todas formas, apoyándose en la almohada y observándolo
–. ¿Qué les digo a los que te están buscando?
–No lo sé, la verdad es que sí vi algo. Bueno...
sentí algo, pero no sé si quiero hablar de eso. Tal
vez si lo ignoro, no suceda nada –le confesó, ya que
con todo lo que le había dicho, no creía que se fuera
a burlar de él.
–¿Qué sentiste? Eso de si lo ignoro no pasa
es de niños... –se rio.
–No lo es, porque tal vez no pasó nada. Es que...
siento cosas –suspiró, subiendo la sábana, ya
que tenía frío de todas maneras –. Escuché
como si algo se rompiese y entonces... había un ruido espantoso,
voces, vi algo en mi mente, no sé qué era, pero sé
que quería entrar en mí.
–Ese era yo... –se rio, sin saber ni de qué
le hablaba –. Algo se cayó en el ascensor, y la gente
estaba gritando, tal vez escuchases mejor que nosotros y te enterases
de lo que gritaba la gente fuera del ascensor... –supuso –.
Estabas cagado de miedo.
–No, no eras tú, no era algo normal, era horrible...
–se estremeció, frunciendo el ceño sólo
de acordarse –Y estaba justo allí, al lado mío.
No... Era como si estuviera en todas partes.
Benkei lo miró, alzando la ceja y pensando que estaba un
poco tocado, aunque bueno, no le importaba, la verdad. Le pasó
el brazo por encima para abrazarlo un poco, aprovechándose
ligeramente, aunque también le había dado algo de
pena que se sintiese mal.
–Ya sé que no era yo, era coña. Vale, pues
yo qué sé, ve y habla con ellos. Si quieres yo voy
contigo y te protejo.
–¿Me proteges? ¿Por qué harías
eso? –le preguntó, seguro de que era coña también,
y un tanto incómodo bajo su brazo –¿Crees que
son peligrosos?
–No lo sé, pero no son muy amables si te lo preguntas.
Y si no quieres no voy, ya ves –le soltó aunque un
poco molesto, encima que se ofrecía gratis...
–No, creo que sí quiero... No eres tan terrible, ¿verdad?
–preguntó, sonriendo para sí. Sabía que
se asustaba con facilidad, pero también era porque sentía
el peligro de manera intensa. En ese momento, se sentía nervioso,
pero no asustado.
–Pues si no me jodes, no –le contestó sin más
y sinceramente –. Ponte mirando para mí.
–Sí, mejor –comentó, colocando bien su
bastón al lado de la cama, antes de girarse, no quería
darle el culo tampoco, era un poco descontrolado.
–Así te veo... –se rio, apoyándole la
mano en la cintura de todos modos –, y cuando te duermas te
sobo.
–No podré dormir –le advirtió de manera
sincera –. Esperaré a que te duermas.
–Joder... –se quejó –Pues a ver si es
verdad que te aguantas... ¿Quieres sobarme tú a mí?
–le cogió la mano, tratando de llevársela hacia
abajo.
–¡No hagas eso! Que... que no... –protestó,
retirando la mano de nuevo –Te pedí que te comportaras.
No voy a poder confiar en ti...
–¿Pero no decías que te gustaban los tíos?
Pues yo tengo una polla enorme... ¿seguro que no quieres
ver a tu manera? –se rio.
–No, no soy así, necesito conocer a alguien antes
de... Bueno, puedes entenderlo, ¿no es así? –le
preguntó, suspirando.
–Sí, ya lo escuché más veces. Vale,
me espero unos días... –le concedió –.
¿Ya has tenido algún novio?
–Sí, uno, pero rompí con él –suspiró
sonriendo un poco porque cediese.
–¿Por qué? Yo nunca tuve uno –le preguntó
curioso, pensando que se dormía de todos modos con el calor,
pero prefería seguir hablando un rato más.
–Era demasiado protector, me trataba como si fuera a romperme,
me sentía asfixiado. Además, no me creía...
–refunfuñó, bajando un poco la voz, seguramente
él tampoco le creería, pero ya le daba igual.
–¿El qué no te creía? –se fijó
en cómo fruncía el ceño, y le dio la risa.
–Que puedo sentir cosas, ¿por qué te ríes?
–le preguntó, frunciendo un poco más el ceño.
–Me hizo gracia que te cabreases de acordarte –le
tocó el ceño –Que yo sí te veo cómo
frunces el ceño. ¿Qué cosas sientes? ¿Es
por ser ciego?
–No lo sé, siempre ha sido así y siempre he
estado ciego, así que no tengo con qué comparar –le
contestó, haciendo un esfuerzo consciente por no fruncir
el ceño –. Siento cosas extrañas... espíritus
y eso. O a veces puedo sentir si estoy en peligro, aunque no tenga
por qué saberlo.
Benkei lo miró fijamente, pero la verdad es que no tenía
ni idea al respecto.
–Tú sabrás, él no puede saber lo que
tú sientes o no. Yo no siento nada raro.
–La mayoría de las personas no creen en eso, no me
molesta, pero esperaba que él sí. Me refiero a que
ya me conocía bastante como para saber que no voy por ahí
inventando historias.
–Te molestó que no creyese en ti –murmuró,
pensando que estaba claro –. Yo no suelo hablar tanto.
–¿No? Es agradable tener alguien con quién
hablar. Kano no es buena compañía, cuando está
solo se escucha el teclado del ordenador si acaso... –sonrió,
añadiendo –Y luego de tu visita, todos me han estado
tratando con sumo cuidado.
–¿Y no te gusta? –le preguntó extrañado
–A lo mejor tenías que darme las gracias y todo –bromeó
–. Hablo con Hai, pero a veces simplemente estamos juntos
sin decir nada, o molestando a alguien.
–No, no me gusta, quiero ser normal. Prefiero que me ignoren...
–confesó, acomodándose un poco –¿Por
qué decidisteis molestarme a mí?
–Ya te lo dije, estaba tratando de ligar contigo, ¿no?
Pero tú te pusiste histérico... –le tocó
las nalgas y se rio.
–Creí que ibais a matarme –se rio también,
aunque ni sabía por qué, de pronto enrojeciendo y
sujetándole las manos para que se estuviese quieto –.
Quieres mucho a Hai, ¿no es así?
–Sí, es mi hermano. No de verdad, pero como si lo
fuera –se dejó sujetar la mano, en realidad porque
era agradable que lo tocase él –. Eh... me gustas...
¿no me dejas hacer nada? –se le acercó un poco
más, casi caprichosamente.
–No, cálmate –sonrió, pensando que era
un insistente, pero le empezaba a agradar. Seguro que a sus padres
no les gustaba nada.
–Si estoy calmado, anda que si no lo estuviera... –se
rio, tocándole la cintura con las dos manos y aproximándolo
más a él –. Mañana me vas a besar por
haberte protegido ahí, ¿vale?
–¿Tengo cara de damisela en peligro? –le preguntó,
aún sonriendo a pesar de que ahora tenía el ceño
fruncido de nuevo.
–Pero si son gente chunga, a ver si no voy a necesitar protección
yo también, porque te aseguro que no tengo cara de damisela
y aun así ha habido ocasiones en las que he tenido miedo.
Aunque digo que no, como tú –se rio.
–Yo no estoy mintiendo –se quejó el chico, pero
preocupándose. Si a Benkei le daban miedo, ¿qué
clase de gente era? –. ¿Puedes decirme cómo
son?
–Sí, pero estos no me dan miedo, ¿eh? Hablaba
de otras ocasiones –le aclaró por si se lo preguntaba
por eso –. Están en un edificio en el centro, con un
guarda de seguridad en la entrada del portal.
–¿Un guarda de seguridad? –aquello lo intrigaba
demasiado. Por lo menos no parecían ser unos locos cualquiera
–¿Qué tipo de preguntas te hicieron?
–Si me sentía bien luego de eso, me hicieron unas
pruebas y me sacaron sangre. Y yo qué sé, tenían
mucho interés por encontrar al resto. Había muchos
aparatos raros en ese lugar y... tres hombres, además de
la doctora. Casi me pego con uno –le explicó pensando
que se había quedado pegadito a él.
–Una doctora además, creo que estoy empezando a imaginar
algo... –murmuró, pensando que seguramente eran de
ese tipo de gente que busca OVNIs, pero que jamás ha visto
uno –¿Por qué te querías pelear?
–No me acuerdo, creo que porque molestarían a Hai,
o igual porque él se puso chulo y yo también. O porque
le dije a uno que no me ponía cachondo... no sé –le
dijo sinceramente –. Pero ese tío no se veía
cómo los otros dos.
–¿No? ¿Qué tenía de distinto?
Yo no lo sabré –sonrió, cerrando los ojos por
reflejo, tenía sueño nuevamente y estaba cómodo.
–Los otros iban bien vestidos y eran educados. Se veían
como esa gente seria. Pero ese tenía un pendiente y un aro
en el labio, los nudillos tatuados. Además era violento...
–se rio ahora, pensando que le hubiera gustado pelearse con
él. Además, le estaban dando ganas de besarlo, pero
no quería que se moviera.
–Violento... eso es raro, no es lo que imaginaba para nada
–contestó pensativo, ya que se había imaginado
a los típicos extraños que viven frente al ordenador.
–Eso, ya te lo dije que era raro. Los otros no, aunque a
Hai le gusta uno, el que estaba en el ascensor y a mí me
parece un pringado –alzó una ceja, tocándole
la espalda por una rendija de la camiseta que tenía algo
levantada.
–¿Había uno en el ascensor? –preguntó,
ahora intrigado de si no lo habrían causado ellos, si así
era, no quería volver a saber de eso –De... deja de
hacer eso –lo detuvo de nuevo, nervioso, volviendo a abrir
los ojos.
–Pero si iba a taparte para que no te diese el frío
–mintió, tapándole ahora aquella rendijita y
riéndose –. El de las gafas estaba en el ascensor...
Era ese tío que pedía que no se moviera nadie, porque
se le había caído algo. Seguramente una de esas mierdas
tecnológicas. A lo mejor era un virus desconocido –a
él le daba la risa.
–No... No creo que fuese un virus. Allí había
algo, definitivamente –asintió, estremeciéndose
de nuevo como si le diera frío.
Benkei lo apretó un poco por reflejo.
–Ahora ya estás bien. Yo estoy bien, me lo dijo esa
doctora –aunque aún no lo había confirmado del
todo, pero se sentía bien.
–Sí... a lo mejor todo quedó allí, ¿no?
No he sentido nada más desde entonces... –sonrió
tranquilizándose un poco, a pesar de que había tenido
una pesadilla la noche anterior, pero con la visita de Benkei, eso
era de esperarse.
–Seguro... –le confirmó, aunque no entendía
nada sobre esas cosas –. ¿Mañana tienes clases?
¿Faltas? No hay clase los sábados, ¿no? Para
ir a ese sitio digo.
–No, no las hay, ni los domingos –soltó, a pesar
de que le parecía demasiada información –. Gracias
por acompañarme, me pone nervioso ir a un lugar por primera
vez, a menos que sea un sitio público claro.
–Supongo, a todos nos pone nerviosos. Supongo que si no ves
ni por dónde vas, pues peor –sonrió, diciéndolo
con sencillez, sin mala intención –. Pues por la mañana
saldré a avisar a Hai, si es que no tengo que huir antes,
y luego te estaré esperando en la entrada de la mierda esta,
campus, o lo que sea.
–Vale, allí estaré –sonrió, preguntándose
cómo habían llegado a eso, y volviendo a cerrar los
ojos –. Por ahora, duerme.
–O.K. después de ti –se rio, ya esperaría
a que se durmiese para meterle mano.
Continua leyendo!
|