.Cerberus Proyect- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capitulo 18
Childish games

Viernes 11 de Diciembre.
Noche.

Serkan se apoyó con una mano en la silla, sentándose al regresar del baño, y echándose un poco hacia delante en la mesa para meterse en la boca un trozo de carne que había sujetado con los dedos. Pese a lo que había dicho, se le hacía complicado explicar lo que había pasado allí. Así que, se mantenía bastante callado, pensando en cómo hacerlo.

–Hay que encontrar a el resto de personas de ese ascensor –rompió el silencio de pronto.

–Me has leído la mente –asintió Shio sin un trazo de sarcasmo en su voz. Luego de lo que le había contado, de lo que le había permitido ver... y aún sabiendo que había cosas que no podía explicarle, no podía permitir que otras personas pasasen por lo mismo –. ¿Estás seguro de que no los viste, no sentiste nada cuando regresaste?

–Sentí que algo andaba mal, pero sinceramente, me preocupaba mucho más no poder moverme... –bebió un poco de cerveza, tratando de recordar con frialdad lo sucedido al despertar, tratando de analizarlo como si no fuera algo personal.

Recordaba haber escuchado de pronto algo similar a gritos estridentes y a una persona entre ellos. Alguien del exterior, y de pronto un golpe, como una sacudida y un dolor terrible en la cabeza antes de abrir los ojos y encontrarse en aquel hospital sin poder moverse.

–Sí, supongo que fue un shock para ti, pero por lo que vi, en ese lugar te sentías como si aún estuvieras en tu cuerpo, ¿o no? Te veías completamente material –comentó, bebiendo un poco de vino luego, completamente concentrado en lo que decía Serkan –. ¿Comprendías que ya no estabas en tu cuerpo realmente?

–No, aunque lo imaginaba, pero en esa situación era sencillo no ser muy lógico. Porque sí sentía dolor a pesar de no tener hambre o sed... Nunca era igual, era como estar soñando, como tener pesadillas increíblemente vívidas, o más bien, como estar entre las pesadillas de mucha gente... –se comió otro trozo de carne, lamiéndose los dedos y usando luego la servilleta.

Shio se quedó observándolo, empezando a comprender su cambio, era un milagro que no se hubiera vuelto loco.

–¿Por qué quieres volver a abrir ese portal, Serkan? ¿No te da miedo?

–No, no me da miedo, aunque sí me preocupa cagarla, pero no puedo dejar las cosas a la mitad así como así, ¿ves? Es como contigo, no puedo simplemente dejarlo a la mitad –lo miró a los ojos, sonriendo un poco y preguntándose si lo compadecía.

Shio le sonrió, colocando la copa entre ellos.

–Nunca estuvimos a la mitad, Serkan. He ahí el problema.

Serkan torció un poco la sonrisa, cogiendo su vaso con cerveza y bebiéndose un buen trago.

–Mira que me estoy reservando para ti...

–Eso quiere decir que reservaste esta mesa, ¿no? –lo miró a los ojos –No pierdes el tiempo.

El chico se rio, pensando que no podía engañarlo, claro que tampoco lo intentaba realmente, sólo jugaba para ver hasta dónde podía verlo, aunque no trataba de cerrarse para nada. Volvió a dedicarse a comer, pensativo.

–¿Cuánto tiempo hace que no echas un polvo, eh? Con lo serio que eres... los pobres chicos se asustan de ti.

–¿Cómo sabes eso? Tal vez estás equivocado... –negó de aquella manera ambigua, sonriendo como siempre. Lo cierto era que había dado en el clavo y eso lo molestaba un poco.

–¿Cómo no voy a saberlo? –se lamió un poco los labios de forma distraída, mirando la servilleta y limpiándose de nuevo, alzando la vista hasta su rostro y sonriendo con esa expresión de cara dura de todos modos –Tienes suerte, porque a mí no me das ningún miedo. Y a pesar de que crees que has venido aquí sólo para hablar de lo sucedido, sabes que te gusta que te insista. No quieres que deje de hacerlo.

–Y no ha sido porque tenía hambre, y porque no me dejarías trabajar a menos que aceptase –contestó, de nuevo esquivándolo. Lo cierto era que no lo veía como antes, pero no sabía ni qué pensar, no podía dejarse llevar de esa manera sin pensar en las circunstancias.

–No, no ha sido por eso. Eso es lo que te dices para sentirte seguro. Si lo repites muchas veces en tu mente, a lo mejor y hasta te lo crees –se rio, pasando un brazo por el respaldo de la silla y acabándose la cerveza –. Mañana vamos a ese centro comercial a preguntar por ese modelo. Tú sabes cómo es, ¿no es así? –le preguntó mientras se sacaba los cigarros del bolsillo de los jeans.

–Lo vi en la mente de Yaku. Si no se ha confundido por estar mirando a ese otro chico... –asintió, aliviado por el cambio de tema. Estaba un poco preocupado –. ¿Crees que le esté yendo bien?

–No –contestó sin más, imaginando que estaba siendo un desastre –. ¿Sabes cuántas citas le han ido bien a mi hermano en toda su vida? –encendió el cigarro, alzando una ceja.

–¿Ninguna? –le preguntó, sintiéndose un poco triste por aquello. Yaku merecía tener una vida –Sabes que realmente es gay, ¿verdad?

–Claro que no es gay... –se rio, pensando que eso era imposible –. Le gustan las mujeres, y además jóvenes, es un viejo verde.

–No... –Shio bajó la mirada, preguntándose si estaba bien que lo delatase. Después de todo, no tenía el derecho de invadir su privacidad de esa manera.

–¿No? –lo miró sorprendido realmente, pero Shio debía saberlo, claro –¿Y qué me vas a decir? ¿Le gusta ese crío? Hum... la verdad es que estaba bueno.

–No me digas que a ti también te gusta –sonrió, pensativo ahora. Seguramente había metido la pata hasta el fondo, pero lo cierto era que nunca lo había visto pensar en una mujer de esa manera, sólo llegaba a pensar que eran bonitas o alguna cosa inocente. Sin embargo, sí que había visto cómo recordaba las nalgas de algún chico.

–No, a mí me gustas tú, ya lo sabes... y te jodes –se rio entre dientes, mirándolo a los ojos ahora –. Pero no quiero que mi hermano se enrolle con un troll sólo porque tiene poca autoestima, por eso lo decía –le dio otra calada al cigarro, dejando salir el humo despacio –. ¿Ya te pones celoso? Tranquilo, que no me voy a tirar al chico de mi hermano.

–No es el chico de tu hermano. Veamos cómo le va –le recordó, bebiendo lo que quedaba en su copa y limpiándose con una servilleta, haciéndola bolita luego. Era mejor ignorar esos comentarios por ahora –. Ojalá pudiera leer mentes a distancia...

–A eso se le llama violar la intimidad de los demás, además de ser entrometido –cogió la bolita esa y se la lanzó, pegándole en la clavícula. Lo cierto es que él sí que estaba pensando en entrometerse. Seguro que ese tío hacía lo que fuera por unos cuantos billetes.

–Pero tú también estás preocupado –le sonrió, preguntándose si se enfadaría. Desde que se quejase, se había mantenido fuera de su mente a no ser que Serkan le hubiese dado permiso.

–Sí, pero yo tengo mis propios métodos de ayudar a mi hermano –le aseguró, sin plantearse si quiera que aquello haría sentir mal a Yaku, aunque lograse el objetivo –. Él no va a hacer nada por sí mismo.

–Por eso lo empujé a esta cita, pero me siento culpable. Tal vez actué apresuradamente –Shio lo miró a los ojos, preocupado por aquella actitud –. ¿Qué piensas hacer, Serkan?

–Tú no conoces a mi hermano en ese sentido. Es la persona más... insoportable del mundo cuando quiere, no sabe callarse lo que los demás no quieren oír. Ni siquiera se da cuenta de cuando lo que va a decir es inapropiado. Por si fuera poco es maniático y paranoico. ¿Crees que puede conseguir algo como eso solo? Seguro que ya la ha cagado. ¿Qué te apuestas a que lo ha insultado y lo ha cabreado? –se quitó las vendas del brazo, recordando que ya podía y guardándoselas en el bolsillo de la cazadora –. Mi hermano es un caso.

–Tu hermano siempre ha sido así. No puede ser que seamos los únicos que lo comprendamos. A ese chico parecía no importarle lo que Yaku dijera –negó con la cabeza. La descripción había sido exacta, aunque un poco ácida, la verdad –. No me parece mal que quieras ayudarlo, pero hay un límite para todo.

–¿De nuevo estás mirando donde no debes? –le preguntó entrecerrando los ojos y observándolo atentamente –Como hagas eso te voy a castigar mostrándote otras cosas... –torció un poco la sonrisa, metiéndose con él –Aunque... creo que en realidad te gusta que te las enseñe –se tocó el cabello con una mano, sonriendo y echándose en la silla hacia atrás –. No es lo mismo aceptarlo como hermano o amigo, que querer tener una relación con él. Yo sería amigo de ese pringado de ahí, pero no me lo follaría ni loco –le dijo haciendo un gesto con la cabeza para señalar al chico en cuestión, que llevaba un rato haciéndole miraditas –. Creo que lo comprendes de sobra.

–Pero ese chico no está pensando en ser tu amigo –sonrió levemente, observándolo de soslayo. No necesitaba leer su mente para saberlo –. Y en caso de que lo hayas olvidado, soy mucho mayor que tú. No creo que debas amenazar con castigarme.

–¿Lo eres? Pero yo tengo más experiencia, y seguro que tienes unas cachas increíbles para darte unas nalgadas... –no pudo evitar imaginárselo contra la pared mientras le sujetaba los hombros y con la otra mano le tocaba las nalgas de forma deseosa y le golpeaba con suavidad –. ¿Quieres ver en lo que estoy pensando? –se rio.

–Creo que no –continuó mirándolo a los ojos, adivinando por su sonrisa y suspirando luego –. No sé si pensar que has crecido o sólo te has descontrolado.

–Probablemente sea una mezcla de las dos cosas. ¿Por qué, te gustan los hombres maduros y serios? Yo creo que no, seguro que en el fondo te aburren mortalmente. A pesar de lo serio que eres, yo creo que te hastía la monotonía –se llevó el cigarro a los labios, observando a aquel hombre moreno que tenía frente a él. Hacía años que lo deseaba, no podía mirarlo sin sentir nada, y al despertarse había tenido muy claro que iba a conseguirlo.

Shio continuaba sonriéndole de aquella manera. Estaba teniendo pensamientos que lo ponían incómodo, tenía que recordarse a sí mismo constantemente, que aquel era Serkan, el hermano menor de Yaku. Quizás incluso estuviese alterado por su experiencia.

–Te jode, ¿verdad? Te molesta mucho saber que tengo razón. Qué molesto es el orgullo, y qué putada para ti, no tener el valor suficiente para seguirme el juego –le sonrió también, remangándose la camisa por comodidad.

–No me tientes, Serkan. ¿Crees que soy un chiquillo al que puedes manipular? –le preguntó, alzando ligeramente una ceja.

–Cómo me pone que levantes así la ceja cuando te cabreas... –se sacó la cartera del bolsillo trasero de los jeans y sacó unos billetes, poniéndolos sobre la mesa y levantándose –Sígueme... –le dijo saliendo.

–A mí no me pone que me des órdenes –suspiró, siguiéndolo de todas maneras, tenía curiosidad.

–No era una orden, era una invitación, pero es interesante que necesites defenderte de ese modo –se rio entre dientes, alejándose de la entrada del bar y esperándolo un poco, metiéndose en la perpendicular estrecha entre dos grupos de edificios y empujando la puerta de un bar para entrar. La música estaba alta, y olía a licor de garrafa.

–¿Qué hacemos aquí? –casi le tuvo que gritar por el volumen de la música y el bullicio. No era el tipo de lugar que frecuentase comúnmente, y se preguntaba cómo lo conocía Serkan.

–Tomarnos algo... –sin embargo pasó de largo al camarero que estaba tras la barra. Se fue para la parte de atrás donde la música cambiaba por completo y las luces estaban sumamente bajas salvo por algunos focos de luz violácea y mortecina. De pronto, lo había metido en un cuarto oscuro.

Shio se detuvo observando el lugar y sonriendo un poco de nuevo.

–¿Cuándo crees que nací? ¿Ayer, tal vez? –se inclinó un poco hacia él, como demostrándole que no le temía –Puede que no tenga mucha experiencia, como tú dices, pero no soy un ignorante, Serkan. Tengo trabajo por hacer, además.

–Pues te he traído hasta aquí, ¿no? Señor adulto... –torció la sonrisa un poco, sujetándole el jersey por acercarse así a su rostro y tirando de él para sacarlo de delante de la puerta y apoyarlo contra la pared. Se pegó a su cuerpo y le olió el cuello casi con voracidad, lamiéndoselo sin darle opción a apartarse.

–Serkan –lo riñó el moreno sin alzar la voz, sujetándolo por los hombros para separarlo de su cuerpo. A pesar de eso, su corazón se había acelerado y estaba respirando deprisa.

El moreno le sujetó las muñecas y se las apoyó contra la pared, aproximándose de nuevo a él y mirándolo a los ojos.

–Vas a tener que hacer algo más que jadear si quieres que pare –lo besó profundamente, frunciendo el ceño ligeramente y arrastrando la lengua contra la suya.

Shio cerró los ojos, en un principio devolviendo el beso automáticamente, pero finalmente intentó proyectarle una imagen del pasado, del chico que solía ser. Quería ver cómo reaccionaba.

Serkan le mordió ligeramente la lengua, rompiendo el beso y mirándolo a los ojos, haciéndole ver algo muy distinto. La más absoluta oscuridad, y de pronto la figura de un ser desgarbado con cara de demente. El moreno estaba en el medio de un cuarto lleno de instrumentos médicos sucios y oxidados, manchados de sangre. De pronto una luz en su rostro cegadora, el sonido y el dolor insoportable al saber que estaban pasando una cuchilla serrada por su pierna.

La visión se detuvo de golpe, como si no lo soportase más, y el sudor frío corría ahora incluso por la sien del chico.

Shio estaba jadeando de nuevo, pero no precisamente por la excitación. Abrió los ojos mirándolo, sintiéndose terrible. Su cuerpo se relajó, mientras sus brazos rodeaban al chico, abrazándolo. Hubiese deseado poder ayudarlo.

El moreno se quedó como extrañado por esa reacción y lo separó de él con algo de brusquedad no planeada.

–No necesito eso de ti... –torció la boca en una sonrisa extraña, negando con la cabeza como incrédulo, retirándose de aquella sala para salir del bar.

–¡Serkan! –Shio salió tras de él, sujetándolo por el brazo para detenerlo, allí no se podía ni hablar –¿Cómo sé que eres real? ¿Cómo sé que no estás compensando por lo que te sucedió? Intentando transformarte en alguien más fuerte...

–¿Cómo es que no te das cuenta que siempre he sido fuerte? –le dio en la frente con dos dedos –¿Crees que es sencillo poner buena cara y ser amable cada día incluso cuando sabes que eres una molestia? ¿Crees que era más sencillo antes? ¿Cómo sabes que este no soy yo realmente y me he cansado de luchar por no serlo? ¡¿Eh?! ¡No me vengas con recuerdos de cómo era, porque me importa una mierda! –estampó la mano en la pared, frunciendo el ceño –¿Cómo sé yo que yo soy real, o que tú lo eres? Tú no estuviste allí... yo no sé cual es la realidad. ¿Lo sabes tú? –sonrió de nuevo, torciendo un poco la boca –No soy mi hermano, no tienes que venir detrás a consolarme, no estoy triste, ni me hace puta falta tu limosna.

Shio volvió a alzar una ceja sin poder evitarlo, apartándose de él.

–Pero sigues siendo un chiquillo... Aun en este momento, sólo puedes comprender lo que tú sientes y es todo lo que te interesa. ¿Qué es lo que no quieres? ¿Limosna o que alguien se preocupe por ti? Puede parecerte increíble, pero follar no es lo más importante del mundo –le contestó, dejándose llevar por su enfado. ¿Consuelo, limosna? ¿Con esa actitud? Sería egoísta, pero le era imposible.

–Pues lo seré, no estoy buscando el premio a la madurez como tú. Pero tienes un par de huevos para decir que sólo puedo comprender lo que yo siento, y que no me interesa nada más. ¿Estás seguro de que querías decirme eso? –seguía mirándolo a los ojos, sin apartar la vista ni un segundo y aún sonriendo con aquella mueca –¿Por qué me hiciste ver eso mientras te besaba, eh? No podías apartarme con las manos, ¿verdad?

–No quería lastimarte, y no creí que fuese algo fácil simplemente apartarte. ¿Te habrías hecho a un lado? –le preguntó, sosteniéndole la mirada.

–Tampoco soy un violador, ¿no? –dejó escapar un soplido entre su sonrisa –Pero me estabas besando al principio... ¿y a eso no le llamas limosna?

–A eso lo llamo confusión. ¿Quién fue el primero en mencionar la limosna? –le sonrió ligeramente, intentando calmarse. No sabía ni cómo actuar con él –Tengo mucho trabajo que hacer.

–Pues ya sabes por dónde queda, te piras a trabajar como siempre, y punto. Ah sí, y no olvides repetirte tres veces en la cama que soy un crío, mientras te la machacas... –se apartó de él y entró en el bar de nuevo, furioso, le hubiera gustado que alguien buscase pelea en ese momento.

Shio exhaló, entre molesto y divertido, ya que le enviaba con su mente, eres un crío, aunque no sabía si se habría alejado demasiado. Se dio la vuelta, saliendo de aquel lugar, preocupado en realidad porque lo cierto era que le había gustado ese beso.

–Crío... –murmuró para sí, caminando hacia su coche.


Continua leyendo!

 
 

Tambien puedes dejar tus comentarios y opiniones en la sección de este fic en el foro foro yaoi

yaoi shop, yaoi t-shirts, uke t-shirts, wings on  the back