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Capitulo 15
Under the stars where we once met

Viernes 11 de Diciembre.
Noche.

Hiroki aparcó el coche, caminando hacia aquel lugar del parque que había elegido. Se preguntaba si Senzo había logrado encontrarlo con facilidad, o si estaría allí siquiera. Tal vez se hubiese retrasado. Sin embargo, mientras más racionalizaba, más nervioso se ponía. Aquello no solía sucederle con frecuencia.

El chico, de hecho, llevaba unos siete minutos apoyado en el barandal con vistas al bosque, que había en la parte alta del parque en el que habían quedado, fumándose un cigarro, nervioso. Miró a un lado de nuevo, preguntándose si aquella silueta que se aproximaba sería él. El corazón pareció darle un vuelco y apagó el cigarro, tirándolo al suelo y pisándolo sin mirarlo. Se veía algo más bajo que él, pero sus hombros le hacían pensar que sí era.

Se despegó de la barandilla, aproximándose a él y deteniéndose sorprendido al ver de quién se trataba.

–Hola –sentenció desconcertado, pasando luego de largo, decidiendo esperar más abajo, a pesar de que ahora su corazón parecía desbocado inexplicablemente. ¿Era una broma? Porque no tenía “puta gracia”. No, era imposible que lo fuera, simplemente lo esperaría más abajo.

Hiroki lo sujetó por el brazo, deteniéndolo.

–Hola, me alegra ver que estás bien... ¿A dónde vas? ¿No querías verme?

–¡Claro que no! –Senzo forcejeó, soltándose el brazo y tocándoselo con la mano –¿Qué quieres decir? No lo puedo creer, sois increíbles... –lo miró furioso, decir que fruncía el ceño era poco, y le pegó una bofetada, dolido.

Hiroki se cubrió la mejilla, sorprendido. No había esperado semejante agresividad. Sin embargo, volvió a sujetarlo recordando lo que le había aconsejado Ken.

–Soy yo, soy el que te cubrió en el ascensor. No te hemos mentido, así que tranquilízate.

–No voy a tranquilizarme... ¡Y no me mientas, Hiroki! ¿Es que no te cansa hacerlo? ¡Suéltame! ¿Pero qué te crees? ¿Es divertido? –movió el brazo, mirándolo a los ojos y en realidad pensando en pegarle de nuevo. Le daban ganas de abofetearlo sin parar.

–¡Nunca te he mentido, Senzo! ¡Deja de huir! –le gritó, molestándose y sintiéndose un poco extraño por llegar a ese extremo, pero no lo soltaba por nada del mundo –¿Por qué no puedes simplemente escucharme? ¿Realmente me odias tanto?

El moreno se quedó quieto por un momento, mirándolo a los ojos sorprendido. Nunca le había alzado la voz antes, aunque tampoco le habría impuesto como ahora.

–Tú huiste... –le dijo casi con hiel, aunque lo cierto era que no podía odiarlo –¿Qué quieres ahora? –le pegó en el pecho con la otra mano, tratando de empujarlo un poco, pero no se movía, y además... estúpidamente, sabía que estaba rojo.

–Sólo quiero hablar contigo, aclarar las cosas. Solo era un chiquillo, Senzo. No puedes culparme de eso para siempre –le pidió, suavizando su voz, no quería lastimarlo.

–Te puedo culpar de lo que me dé la gana... –murmuró, alzando la mirada a sus ojos de nuevo –. Igual que tú puedes hacerme creer que alguien está enamorado de mí, y luego aparecerte tú para empezar con tus discursos... ¡tan lógicos! –le sujetó la camisa, estrujando un poco la tela y probablemente arañándole el pecho. Sólo quería ir con Kogane.

–¡Creí que era lo mejor para ambos! Dime que nunca has estado confundido. Anda, dímelo... asegúralo –le pidió, sujetándolo por ambos brazos ahora, haciendo fuerza –. ¿Acaso crees que lo planeé? ¿Que quería hacerte sufrir?

Senzo apretó las mandíbulas, sintiéndose impotente.

–¡No, no lo creo! Pero no quiero ser tu amigo, ¿es que no lo comprendes? No quiero ser tu familia, ni tu amigo... –forcejeó de nuevo, aunque muy pobremente, tratando de soltarse –Ámame, u ódiame, no te dejo más opciones. ¿Lo entiendes tú? No me importa si es lógico, es lo que hay, ¿lo comprendes? Y como no me sueltes ya, te voy a dar una patada en los huevos, que los vas a usar aun menos de lo que seguro los usas.

Hiroki no lo soltó, en vez de eso, lo abrazó contra su cuerpo, apretándolo tanto como podía, tal y como le había aconsejado Ken. Sin embargo, antes de que pudiera detenerse, ya había ido más lejos, estaba besándolo.

Senzo tenía los ojos abiertos, el corazón como loco en el pecho. ¿Cómo estaba sucediendo eso? Se sujetó a su espalda con fuerza, tirando un poco de la tela de su abrigo y cerrando los ojos, devolviéndole el beso. Lo rompió de pronto, apoyando la cara en su cuello y reconociendo aquel olor.

–Espero que sepas lo que estás haciendo... –lo amenazó, separando un poco la cara y mirándolo a los ojos.

–Lo sé muy bien, terco... Lo sé –le aseguró, preguntándose si iba a tener otro de sus arranques en cualquier momento –. Cometí un error, jamás he querido hacerte daño, Senzo. Deja de castigarme, por favor.

–Espero que no estés haciendo esto, sólo porque te sientes mal contigo mismo, y porque no soportas que te odie –le siguió advirtiendo, empujándole el pecho un poco más, para ver si lo soltaba –. Porque no tengo que recordarte quién me buscó la primera vez también, ¿verdad? –lo acusó.

Hiroki lo soltó por fin, no creía que fuera a salir huyendo como un conejo asustado.

–Ya no soy el mismo, si tomo una decisión es porque estoy seguro de lo que siento. En ese momento estaba solo, asustado, y tú también. Ni siquiera era tu tipo, Senzo. ¿Crees que no lo sé?

–No es verdad –se defendió, entreabriendo los labios, incrédulo –. Por entonces pensaba que debía interesarme por alguien similar a mí, y me has hecho daño –frunció el ceño, tocándose el brazo derecho –. Eres un bestia.

–No quise hacerlo, creí que te estabas engañando y yo también. Además, ¿crees que tú no me has hecho daño? ¿O es que crees que porque soy una persona lógica, no siento nada?

–¿Me estás llamando ilógico? –frunció el ceño, empujándole el pecho sin nada de fuerza –Tuviste lo que te merecías, y aún no te perdono.

–¿Crees que merecía años de insultos y sarcasmos? –lo miró a los ojos, intentando hacerlo comprender, negando con la cabeza –Yo creo que estamos equilibrados. A pesar de todo, nunca he dejado de preocuparme por ti, aunque tuviese que verte desde lejos.

Senzo lo miró a los ojos, poniéndose serio y tocándole el pecho con un dedo.

–Demuéstralo...

–Sé que te aburren la mayoría de tus citas, sé que sólo visitas a Ikemoto y Sazae cuando no hay fiestas porque no quieres verme. Y sé que renunciaste a un trabajo porque reemplazaron a Kogane a última hora –lo miró a los ojos, esforzándose, a pesar de que le molestaba tener que probarse, pero tenía que luchar si quería a Senzo de vuelta.

El moreno sonrió a su pesar, apoyando la mano en su pecho y subiéndola para tocarle el cuello.

–Me protegiste en el ascensor..., eres un idiota.

–Sé que no te gustan los lugares pequeños –contestó, sonriendo un poco después, aunque todavía se sentía nervioso –. Claro, no es como que hubiera podido hacer mucho si hubiésemos caído.

–Al menos no me habría muerto solo en una esquina de un ascensor inmundo –susurró, tocándole la nuca con los dedos y pasándole la otra mano por el cabello –. Estás muy guapo, Hiro... ¿Has estado con muchos hombres en todo este tiempo?

–¿Realmente es eso lo que quieres saber? No muchos, no –contestó de todas maneras, no fuera a enfadarse de nuevo –. Lamento no haberme quedado hasta que despertaras, no quería ver tu mirada de odio.

–No me vengas con eso... –lo miró serio, observando sus ojos oscuros –. Bien que has tenido valor para verla ahora, e incluso gritarme. Quiero saberlo todo... no quiero sorpresitas.

–Si he tenido el valor, puedes agradecérselo a Ken. Fue él quien me dio las fuerzas –le aclaró, seguro de que ahora se celaría, no cambiaba nunca –. ¿Qué quieres saber?

–Eso no, Ken ya se va a enterar, verás cómo se lo agradezco –apartó las manos de él, tocándole los hombros y luego apartándose.

–¿Le agradeces que nos haya vuelto a reunir? Sé amable, Senzo. ¿Crees que no sé que cada vez que te reúnes con Kogane habláis de mi panza y de lo patético que soy? –le preguntó sonriendo un poco, no quería meter en problemas a Ken.

Senzo se tocó el labio superior con la lengua, sonriendo luego y moviendo un dedo para tocarle el abdomen, apoyando la mano después y riéndose, notando lo trabajado que estaba y enrojeciendo un poco.

–¿Y esto?

–Te dije que no era el mismo chiquillo. Hace algunos años que voy al gimnasio, y por si no lo has notado, cambié las gafas por lentillas... eso fue culpa tuya –sonrió, admitiéndolo y apartando la mirada porque no le gustaba alardear.

–Sí, ya lo noté. No creas que no te puse a parir por beneficiarte de esas cosas con otros... –alzó una ceja, colando un dedo entre los botones de la camisa y tocándole la piel del abdomen –. Y más te vale invitarme a cenar, porque para eso he venido aquí.

Hiroki sonrió, sujetándole la mano.

–No es mi culpa que no quisieras ni verme. ¿A dónde quieres ir?

–No te voy a dar ni una pista... Vas a tener que hacerlo bien, tú solo –protestó, apartando la mano caprichosamente, porque no le dejase tocarlo –. Y es tu culpa. La culpa siempre es del que corta.

–La culpa de eso, pero no la culpa del que no quiere perdonar. Vamos a ese lugar tan lujoso en el centro... Sí, sé que es tu preferido –asintió, sujetándolo por un brazo y echando a caminar.

Senzo lo soltó, sujetándolo por la cintura y girando un poco la cara para oler su cabello, cerrando los ojos y besándole la sien. Lo detuvo y se abrazó a él por dentro del abrigo, besándolo y tocándole los labios con la lengua.

Hiroki le devolvió el beso, sintiéndose como no se había sentido en años, incluso enrojeciendo un poco y cerrando los ojos. Realmente había sido un idiota, creyéndose tan maduro.

–Dímelo... –le pidió susurrando Senzo, al romper el beso.

–Te amo... terco –sonrió contra sus labios, pensando que luego se lo contaría todo a Kogane, pero no le importaba –. Te he extrañado.

–Yo a ti... –sonrió también, besándolo de nuevo y estrujándolo con fuerza. No quería moverse de aquel parque, ni dejar de abrazarlo, le parecía un sueño, y ya se veía poniendo excusas para admitir que lo hubiese aceptado con esa rapidez de nuevo. Pero se sentía genial allí, en donde fuera... con él.

Hiroki lo apretó de nuevo, sonriendo aliviado, aquello había salido mejor de lo que esperaba, a pesar de la bofetada.

–Vamos a cenar, podemos pasar la noche juntos si quieres.

Senzo alzó la mirada sorprendido, riéndose un poco.

–¿A qué te refieres?

–A que juguemos ajedrez. ¿Tú qué crees? –le preguntó, riéndose y comprendiendo su asombro. Algunos años atrás jamás habría sugerido algo así.

–No seas tan gracioso... –protestó, abrazándose de nuevo a él y besándole el cuello porque sabía que era su punto débil, justo bajo la oreja.

–Senzo... –protestó el moreno, sorprendido de que lo recordase. Podía vencerlo sólo con eso.

–Ya no te ríes de mí –se rio él, mirándolo a los ojos –. Me muero de ganas de ver tu casa...

–No es tan interesante. Sabes que no es mi punto fuerte –le sonrió, apartándose un poco porque era cierto que se sentía débil –. ¿Vamos en mi coche o el tuyo?

–Yo no voy a dejar mi coche aquí... –le aseguró, aunque prefería que lo llevase él –. Vamos en el mío, y yo creo que sí es interesante –lo arrastró un poco de la cintura, preguntándose si no se estaban apresurando, pero no le duró ni dos segundos el momento de lógica.

–Es un lugar seguro, vengo aquí a menudo –le aseguró, sonriendo nuevamente –, pero no me gusta mucho conducir.

–¿No? Seguro que te ves sexy... –le sujetó una mano, observándola y pensando que era difícil reconocer a aquel chiquillo debilucho en él –. Con estas manos tan masculinas... –se la apoyó contra la mejilla.

–¿Lo crees? –Hiroki negó con la cabeza, dejándolo hacer sin embargo –Haremos un viaje en algún momento. Me gustaría ir a ver las estrellas sin todo esto...

–Hace siglos que no voy a ver las estrellas... –se apoyó en su hombro, entrecerrando los ojos y suspirando, preguntándose si estaba bien que se revelase tan pronto –. Pero a veces las observaba y me deprimía...

–Siempre fuiste alguien sensible, eso me gustaba... me gusta de ti. A pesar de que yo no lo era, las estrellas siguen pareciéndome hermosas, tanto de lejos como de cerca –le contestó, enterneciéndose y sonriendo para sí –. Pero a veces me sentía solo también.

Senzo le sujetó un dedo con los labios, sin soltarle la mano y cerrando los ojos, dejándose llevar por él en absoluta confianza.

–Seguro que sigues sin serlo... –murmuró después, mirándolo de soslayo –. No me importa.

–Tal vez, pero he comprendido que ser lógico no es lo mismo que ocultar tus sentimientos. Eso sólo es una... actitud infantil –confesó, sintiendo que era extraño estar así, como una fantasía, a pesar que no solía tenerlas.

–¿Hum? –Senzo le soltó la mano para sujetarle la cara y hacer que lo mirase a los ojos como si necesitase asegurarse de que era el mismo Hiroki –Eres un hombre..., yo sigo siendo un inmaduro. Celoso, y odioso.

–No me importa, no quería que cambiaras –bromeó, mirándolo a los ojos, pero negando luego –. Si aún fueras el mismo Senzo, no me hubieras perdonado.

–¿Estás seguro? –se soltó de él, abriendo la puerta de su coche y esperando a que entrase. Metiéndose después y casi dejándose caer en el asiento, se sentía un poco agotado por algún motivo.

–Lo estoy, seguro de todo –se metió en el coche, ajustándose el cinturón de seguridad –. Ya no tengo dudas.

Senzo sonrió un poco, metiendo la llave en el contacto y ajustándose el cinturón.

–Más te vale... Te advierto que te mataré si vuelves a dejarme.

–Nunca he sido un suicida, creo que eso lo sabes de sobra –le recordó, recostándose ligeramente, y entrecerrando los ojos.


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