.Cerberus Proyect- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capitulo 14
I swear

Viernes 11 de Diciembre.
Tarde.

Shio había tomado los planos de Yaku sin su permiso y los estaba comparando a conciencia, de vez en cuando mirando en su portátil. Seguramente se estaba divirtiendo mucho, aunque no quisiese admitirlo. De vez en cuando necesitaba sacar la nariz de entre sus papeles y vivir un poco.

Serkan abrió la puerta del laboratorio y lo miró mientras se sacaba la cazadora y la dejaba en el perchero. Ya imaginaba que iba a estar allí. Aunque podía recordar muy bien cómo antes tenía siempre algo que hacer, o estaba muy cansado cuando se quedaban solas. Se preguntaba qué iba a hacer ahora.

–¿Te vas a quedar hasta tarde? –le preguntó, aproximándose a su mesa y apoyando una mano en la misma.

Shio alzó la mirada, pensando en que debía irse. Sin embargo, asintió ligeramente.

–Quería adelantar el trabajo de Yaku ya que está ocupado por mi culpa. No creí que fueras a regresar.

–Si volvía a pedirme que fuera en su lugar, le iba a partir la nariz... –murmuró, girando los planos y echándoles un vistazo él. Se inclinó después hacia delante, apoyando el antebrazo en la mesa sobre las hojas y mirándolo –. ¿No será una excusa para quedarte a solas conmigo?

–¿Cuándo fue la última vez que hice eso? –sonrió recordando cómo solía huirle en el pasado –No le partas la nariz a tu hermano.

–¿No? No, o si no saldrás corriendo a ponerle unos algodones... –torció la sonrisa, mirándolo del mismo modo aún, sin dejarse afectar por aquello –. ¿Despierta tu lado paternal?

–Yaku es... Sabes que es muy sensible. No solías ser así con él, no sé qué te ha ocurrido –lo miró a los ojos, frunciendo un poco el ceño –. Tú no lo viste sufrir durante todo este año, fingiendo que estaba bien...

–No, lo veo sufrir ahora, porque tiene... treinta y ocho años y su vida gira alrededor de un laboratorio. ¿Y qué tal tú? La tuya no luce mucho mejor... –dejó escapar la respiración en aquella mueca que aparentaba ser una sonrisa, cogiendo luego un cigarro.

–La mía está bien. ¿Qué tal la tuya? Si sabes tanto de la vida, ¿qué haces aquí a estas horas? –le sonrió, intentando devolverle la pregunta.

–Invitarte a cenar, claro. ¿Por qué asumes que he venido a trabajar? Ah, sí, ya sé por qué lo asumes... porque no puedes pensar en otra cosa –se echó un poco más hacia él, cruzando ambos brazos sobre la mesa y aproximando su rostro al del otro hombre, mirándolo a los ojos, serio –. ¿Quieres ver? Sé que has estado pensando en lo que te he dejado ver.

–He estado pensando en esa imagen... y en lo sucedido en el ascensor, es todo –le contestó, igual de serio y sin alterarse –. No puedo ir a cenar, tengo que terminar esto.

–Mientes... –torció la sonrisa –, tienes miedo.

–No te tengo miedo. ¿Quieres cenar? Vamos a cenar –lo apartó, dirigiéndose a su silla para ponerse la cazadora. Era igual de insistente que antes, aunque su actitud fuera distinta.

El moreno cogió su cazadora y se la puso también, llevándose el cigarro a los labios mientras lo hacía.

–Yo no dije que tuvieras miedo de mí... Aunque ya sé que sí –le dijo casi al oído desde atrás, pasando luego a su lado y saliendo.

–¿De verdad? No sabía que tú también pudieses leer mentes –sonrió mientras se encargaba de cerrar la puerta –. ¿Puedo saber de qué más tengo miedo entonces?

–De que te acabe atrayendo demasiado y no puedas resistirte. De estar solo... –se guardó las manos en los bolsillos de los jeans, entrando en el ascensor con él y mirándolo mientras se apoyaba en la pared frente a él –. Seguro que no dudabas un segundo en ir a cenar con mi hermano, es tan... inofensivo.

–Yaku es mi amigo y además es considerado. Tú... tú eres distinto, sobre todo ahora –lo miró a los ojos como retándolo, no se iba a dejar amedrentar –No me siento solo, me siento bien. ¿Alguna vez te ha pasado por la cabeza que las personas puedan ser felices aunque vivan de manera distinta a la tuya?

–¿Alguna vez se te ha pasado por la cabeza que podrías ser más feliz si vivieras como yo? –apoyó una mano en el panel de botones, parando el ascensor y aproximándose a él, mirándolo a los ojos y aproximando los labios a los suyos sin tocarlo realmente, tan solo de nuevo tratando de mostrarle cómo lo empotraba contra la pared en su mente, besándolo apasionadamente y alzando su cuerpo con una mano en sus nalgas. Retiró la mano del botón y se apartó un poco.

–¿Como tú? ¿Viviendo de ilusiones? –le preguntó, aunque ya no lo miraba a los ojos. Estaba nervioso, era lo cierto.

Serkan se rio, saliendo del ascensor y frunciendo el ceño de pronto.

–Ten cuidado, cuanto más digas, más te va a joder tener que tragarte tus palabras.

–¿Por qué estás tan seguro de eso? –le preguntó, siguiéndolo y pensando que había sido una mala decisión aceptar aquella invitación. Debería haberse ido a su casa como antes.

–¿Puedes jurar que no lo harás? –se volteó un poco y lo miró fijamente.

Shio lo miró a los ojos de nuevo, sonriendo un poco.

–¿Puedes jurar que lo haré?

–¿Tienes una Biblia por ahí? –el moreno alzó la mano, sin apearse.

–Sólo la Biblia del científico –le sonrió sacando la libreta que llevaba consigo para hacer anotaciones –Pero cuenta igual que la de la corte –bromeó debido a la posición que tenía.

Serkan la cogió y la abrió por la mitad, sacándose un bolígrafo del bolsillo de la cazadora y escribiendo: “Vas a querer que te folle. Lo juro”.

–¿Quieres que te la firme?

Shio se rio, observando aquello, asombrado. Serkan nunca le habría dicho algo así antes.

–No, voy a creer en tu palabra. A ver cómo lo logras.

–Estás deseando ver eso, ¿eh? Pero no te haces a la idea de lo mucho que me excitas... –le apoyó la mano en la cara, acariciándole la mandíbula y tocándole los labios con el pulgar después –. Seguro que ahora mismo no estás pensando precisamente en que ojalá volviera a ser inofensivo.

–Ahora mismo... tengo hambre –le sujetó la muñeca, apartándole la mano de su cara y sonriendo un poco. Prefería no alentarlo mucho.

–Yo también... –se alentó solo el otro, dejando que le sujetase la muñeca y apartando luego el brazo bruscamente –. Vamos, te hablaré de ese lugar.

Shio asintió, curioso ahora, siguiéndolo. Serkan estaba completamente distinto a como era antes, y desgraciadamente tenía razón, no le molestaba aquel cambio.


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