Capitulo 12
My naked heart
Viernes 11 de Diciembre.
Mañana.
–¿Es aquí? ¿Eh? –le preguntó,
pasando al portal y apartándole la mano de golpe al guarda
de seguridad que había en la puerta del edificio –No
me toques come-pollas, que tenemos una cita aquí...
–¿Con quién? –el hombre apartó
la mano, pero no se movió de delante, con ese aspecto...
–Con... –miró a Hai, empujándolo un
poco hacia delante –Dile con quien.
–Con... ¡Yaku! –casi gritó el chico ya
que había olvidado el nombre de aquella organización,
sólo recordaba que eran unas siglas –Es un hombre guapo
y fuerte, con cara de que todo le da miedo.
–Un momento –el guarda los miro de arriba abajo una
vez más antes de llamar. A los pocos segundos, abrió
la puerta, dejándolos pasar –. El piso cinco.
Benkei lo miró de soslayo, echando un vistazo al arma y
haciendo que el hombre aquel se apoyase la mano en el cinto, provocando
la risa del chico mientras se subía al ascensor.
–A ver si hay uno que me guste a mí... –soltó
de pronto.
–A lo mejor te gusta su amiguito, aunque a mí no
me gustó nada. Además parecía que se estuviera
burlando de mí todo el tiempo –Hai frunció el
ceño recordándolo, pero pensando en ser más
o menos amable por ver qué tanto conseguía.
–Si se burla de ti ahora, yo me burlaré de él,
a ver qué gracia le hace –alzó una ceja, llamando
a la puerta y alzando la vista al número sobre la misma.
–Ya está ahí tu novio –le dijo Serkan
a su hermano, por su parte sin levantar la mirada de los planos
–, ve a abrirle.
–No... yYo no, estoy ocupado con esto... Y no digas eso
que lo alimentas –se pasó la mano por la frente, bajando
la cabeza hacia el teclado como si estuviera muy concentrado.
–Ya lo alimentaste lo suficiente ayer, ¿o no? –sonrió
Shio, yendo a abrir la puerta o se quedarían allí
esperando eternamente –Buenos días, pasad.
–¿Y esto qué es? No parece una clínica
–fue la manera de saludar de Hai, sin embargo, el chico sonrió
ampliamente al ver al otro, acercándose –. Mi héroe,
¿quieres que me baje los pantalones? Podemos empezar ya.
Yaku no le contestó y siguió a lo suyo, mirándolo
de soslayo por ver si se iba ya. Serkan alzó la mirada, sorprendido
por su manera de saludar, aunque le dio la risa enseguida, a pesar
de no soltar la carcajada abiertamente.
Benkei se pasó la mano por delante de la cara, entrando
en aquel lugar y mirando como si fuera su propia casa.
–¿Qué es esta mierda?
–Es un convertidor de fusión, comúnmente llamado
mierda por algunas tribus –le contestó Serkan, que
se había levantado para sacarle la “zarpa” de
encima.
–Porque es una mierda –murmuró Hai, molesto
de que le hablasen así a Benkei.
–Pero es una mierda avanzada. He ahí la diferencia
–interrumpió Shio antes de acercarse a ambos, no quería
que se pusieran a pelear –. Venid por aquí, podéis
cambiaros en esa habitación.
–¿Cambiarnos de qué? ¿Quién
es el doctor aquí?
–Vosotros esperad ahí... –casi los empujó
Serkan, mirando luego a su hermano, que seguía haciéndose
el loco –. Creo que mientras les hacen la revisión,
podríamos hacerles unas preguntas.
–Sí, lo mismo pensaba. Yaku, ¿no vienes con
nosotros? –le preguntó Shio, siendo interrumpido luego
por Hai que había vuelto a salir.
–Yo quiero saber qué nos van a pagar por dejarnos
hacer esto. No nos presentamos de gratis.
–No vamos a pagaros nada... –Serkan frunció
el ceño, sacándose el cigarro de los labios.
–Pues nos vamos –Benkei sujetó a su amigo de
los hombros, haciendo el amago de irse.
–Yaku, son tu problema. Ven aquí –Serkan lo
llamó, y el mayor se levantó suspirando, cogiendo
la cartera y abriéndola, el menor suspirando, ya que no se
refería a eso, y le sacó la cartera.
–¿Qué?
–Yo me quedo si accedes a tener una cita conmigo, toda una
noche –sonrió Hai, tocándole un hombro al moreno
y pegándosele.
Shio se pasó la mano por la frente en un gesto serio, aunque
en realidad se moría de la risa por dentro, ese chico era
de temer.
–Asumo que tú sí quieres dinero –le preguntó
al otro.
–Ya te digo... –el moreno se encogió de hombros,
cruzándose de brazos después –Y además
sé dónde podéis encontrar al ciego que estaba
en el ascensor. Pero tampoco os saldrá gratis, que con eso
de la crisis ya se sabe... –torció la boca, sonriendo.
–No creo que a ti te afecte eso... –Serkan suspiró,
mirando a su hermano, que se estaba apartando del chico aquel, y
poco a poco desaparecía tras la espalda de su colega.
–No me parece bien, prefiero pagarle. No quiero ir con él
a ningún lado –se negó con el ceño fruncido.
–Pero cómo que no, si se ve la mar de majo... –Serkan
le apretó el hombro, estrujándoselo en realidad y
susurrándole al oído –“Después
no vas y ya está, no seas capullo.”
Benkei le tocó la espalda por detrás a Hai, si se
creían que era idiota la llevaban clara.
–Y me parece que no os voy a decir dónde está
el ciego ese hasta que no haya sucedido esa cita...
–Eso... y no tenéis otra manera de encontrarlo. ¿O
vais a ir por todo el centro comercial preguntando si alguien conoce
a un ciego? –se rio Hai, sonriéndole a Benkei e intentando
acercarse a Yaku nuevamente.
–¿Qué dices? Sólo es una cita, te haría
bien para relajarte –Shio se giró para mirarlo a los
ojos, notando la expresión del moreno. No es como que tengas
que hacer algo con él, sólo llévalo a cenar
o algo así, susurró en su mente. Se sentía
un poco culpable por presionarlo, pero realmente necesitaba saber
si esos chicos estaban bien –. En cuanto a ese chico... –sonrió,
observando en la mente de Benkei el dormitorio de una universidad
–¿Sabéis su nombre?
–Como si te lo fuera a decir, ¿te crees que soy anormal?
Serkan hizo un gesto con los labios, de que cabía la posibilidad,
y el otro se echó adelante para pegarle un puñetazo,
pero Yaku echó a su hermano hacia atrás. Era muy extraño,
pero le había visto sonreír, como deseando que le
diese.
–¿Podemos tranquilizarnos un poco? –les pidió
estresado, porque además era su culpa –Está
bien, yo voy a ir con ese chico... –le dijo a su hermano,
que se soltó de él, colocándose la camisa.
–Bueno, pues... Vamos, tú a hacerte esa revisión
ya –Serkan le señaló la sala para que entrase
con la doctora, mientras el moreno se quedaba afuera, mirando de
soslayo a dónde se lo llevaban.
Hai le envió un besito a Yaku, quitándose la camiseta
por el camino. Estaba de buen humor.
Shio se sentó, bebiendo un poco del café que había
dejado desatendido y mirando al otro chico.
–¿Te ha sucedido algo extraño desde el terremoto?
–Que el ciego no quiso que se la chupase... ¿Qué
le hacéis ahí, eh? –abrió la puerta por
si acaso, la mujer que había adentro resoplando.
–Por favor –espetó, cerrando con el candado.
–Sólo lo examinarán de manera normal. No te
preocupes, no usaremos ninguna mierda avanzada ni con él
ni contigo –le sonrió Shio, notando el carácter
del chico –. ¿Te pareció extraño eso?
¿Se veía extraño ese chico?
–¿Y yo qué sé? No lo conozco de nada.
¿Y tú qué crees? ¿No es extraño
que te quieran hacer una mamada y digas que no? Y no me pidas que
te haga una porque no eres mi tipo... –se sentó en
uno de los sofás, cruzando una pierna sobre la otra –.
Pero me la puedes chupar si quieres.
Yaku se fue retirando como quien no quiere la cosa, tratando de
alejarse de aquellos personajes, no sabía cuál le
horrorizaba más. Y no le gustaba nada cómo lo estaba
mirando su hermano.
–No, yo soy un poco extraño por naturaleza –Shio
rechazó la oferta, observándolo aún cuidadosamente
–. No lo conoces de nada, pero sabes en dónde vive.
¿Lo seguiste? ¿Sueles hacer ese tipo de cosas?
–Le robé la cartera. ¿Qué te pasa?
Cada cual vive como puede, ¿no? Si me pagas tú la
comida, no robaré más... –torció la boca
de nuevo, impacientándose por la de rato que llevaba ahí
su amigo –Creía que iban a hacerme una revisión,
no un interrogatorio.
–¿Has tenido pesadillas recientemente? –le
preguntó Serkan.
–Soñé con tu madre...
El chico sonrió, apoyándose en la pared con una
mano y cerrando el puño ahí.
–No sabía que te gustasen las viejas...
–No la llames vieja –le riñó Yaku, alzando
la vista por fin, Benkei riéndose.
–No nos importa lo que hagas, ni pensábamos llamar
a la policía. Sólo queremos saber si ha sucedido algo
fuera de lo común –le aclaró Shio, prefiriendo
no meterse con la madre de nadie, aunque sí le extrañaba
esa actitud en Serkan. Suponía que debía empezar a
acostumbrarse.
–Ya te he dicho que no, coño. ¿Qué
quieres? ¿Qué me lo invente? Ayer tuve un dolor de
cabeza, si te vale –miró a un lado, hacia la puerta
donde estaba su amigo.
–A mí también me duele la cabeza... –les
informó Yaku, girándose ahora hacia él, aunque
seguía sin gustarle nada.
–Habría que preguntarle a ese chico si también
le duele la cabeza –murmuró Shio, aunque no creía
que el dolor de cabeza de Yaku se debiese a nada paranormal.
La puerta se abrió de pronto y Hai salió, de nuevo
sin camiseta y celebrando.
–Estoy perfecto. ¿Cuándo es la cita?
–Vístete –le pidió Serkan, tocándole
el hombro para que fuera a por la camiseta.
La doctora se asomó a la puerta, con cara de estresada,
y le dio la camiseta que se había dejado por ahí.
–En realidad aún no sé si está perfecto,
el análisis de sangre... todavía no tengo los resultados,
y quisiera tener con qué comparar, pero hace años
que no va al médico –les explicó con el ceño
fruncido.
–Ya... –Serkan la miró a los ojos y se cruzó
de brazos –, era de suponer. ¿Y tú qué?
¿También hace años?
–Por lo menos... –se rio el chico, preguntándose
si había ido alguna vez.
–¿Y eso? ¿No fuiste al médico? –Yaku
le señaló una cicatriz que se asomaba entre su cabello
en la frente.
–Ah... sí. Me llevaron al hospital –se rio
–, pero no fue una revisión, o lo que sea.
–Habrá que ver si le hicieron un análisis
o algo –les dijo la mujer –. Puede pasar –le dijo
después.
–Ya voy... –extendió la mano hacia ellos –,
la pasta.
Shio suspiró, sacando su cartera y colocando algunos billetes
en su mano.
–¿Es suficiente? –le preguntó, aunque
no pensaba darle más.
–Nunca lo es, es insaciable... –Hai se rio, colgándose
de Yaku con toda la confianza del mundo –. No me has dicho
si ese es tu hermano... Os parecéis un poquito.
–Tendrá que llegar... –murmuró, guardándose
los billetes en el bolsillo y entrando con la mujer esa.
Yaku mientras tanto trataba de sacarse de encima al chico aquel,
poniendo cara de suplicio.
–Sí, es mi hermano pequeño, y quédate
quieto –le pidió, preguntándose si habría
algún modo de que no pudiera aproximarse.
–No le hagas caso, lo que pasa es que le gusta hacerse desear
–le aseguró el chico, molestando un poco.
–¡No! Calla... –Yaku suspiró –.
No bromees con él, ¿es que no ves que no lo comprende?
Serkan se rio entre dientes, girando un poco la cara al escuchar
dentro del cuarto algo sobre que no hacía falta quitarse
toda la ropa, y que no llevaba ropa interior porque era cara y no
se veía. Miró hacia Shio, resoplando.
El moreno sonrió ligeramente porque en realidad aquello
era demasiado absurdo, y negó con la cabeza. Empezaba a creer
que no tenía que preocuparse por nada.
Hai se había sentado, ya con la camiseta puesta, en el escritorio
de Yaku y lo miraba un poco serio.
–Yo comprendo muchas cosas, lo que sucede es que suelo ignorar
lo que no me interesa.
–Eso no se puede hacer, eso es que no comprendes nada. Si
lo comprendieras te darías cuenta de que... Estás
sentado sobre mis planos... –frunció el ceño,
resoplando –Siéntate en una silla, es de sentido común
–se sentó él en la suya, realmente agotado ya.
–No me gusta el sentido común, es aburrido –contestó
como molesto, aunque luego movió una pierna tocando a Yaku
en la rodilla con los dedos de un pie y sonriendo.
Yaku se levantó de nuevo y lo cogió por debajo de
los hombros, levantándolo y sentándolo en una silla.
–No me toques con el pie. ¿Te habías duchado?
No, ¿verdad? –le riñó, señalándolo
y provocando que su hermano se tuviese que tapar los labios para
que no se viera la gracia que le hacía.
–Claro que me duché. ¿Crees que soy un cochino?
Me lavé todo, ¿no quieres revisar? –le preguntó
el chico, empezando a bajarse los pantalones.
–¡No! No... no quiero. Quédate quieto... –se
salió de allí, dirigiéndose a donde estaba
Shio y murmurando –Yo no quiero quedar con él. Es una
persona horrible.
Shio sonrió sin poder evitarlo, acomodándole un poco
el cabello como si fueran familia.
–No es tan horrible, es guapo si lo miras bien. Es su manera
de comunicarse. Además... ahora está revisando tus
planos.
–¡Deja eso! ¡Por Dios! ¿No te puedes
estar quieto? Además... tú no entiendes nada de eso,
déjalo –le pidió, sujetándolo por detrás
de las muñecas.
Benkei salió del cuarto de al lado, abrochándose
los jeans aún, suspirando.
–Debería haberte cobrado más, por soportar
a la pelleja esa... –se quejó, refiriéndose
a la doctora, que puso cara de suplicio.
–Puedo salir contigo si quieres, pero creo que eso no te
gustaría... –le contestó el moreno, observándolo,
mientras que Hai se guindaba del cuello de Yaku.
–Tal vez sí lo entiendo, tal vez no... Te veré
esta noche.
–No, no quiero. No me pones una mierda... –le aclaró
Benkei, que se aproximaba a su amigo.
–Pero si no me has dicho dónde ni nada... –Yaku
lo sujetó de la cintura, tratando de sacárselo, aunque
parecía estar participando sin embargo.
–Yo creo que empieza a causarle curiosidad... –le
dijo su hermano a Shio, aunque seguía en sus planos, ignorando
todo aquello, ya que parecía una pérdida de tiempo.
–Sí, yo también lo creo... –contestó
Shio, mirándolo de soslayo mientras sonreía.
Hai le dio un beso en la mejilla a Yaku susurrando
–En el mismo restaurante de la otra vez, iré a buscarte.
–Eso sólo depende de quién llegue antes...
–Yaku se limpió la mejilla, aún sin creerse
eso de la ducha. No porque oliese mal o se viera sucio, si no por
lo que había dicho Shio de que era pobre –. Y dúchate...
–¿Es que lo vas a lamer o qué? Joder... –Benkei
torció la sonrisa, sujetando a Hai por la cintura y luego
estrujándole una nalga con la mano para que el otro lo viese.
–No lo voy a lamer... –murmuró Yaku sentándose
y reorganizando los planos con el ceño fruncido y algo incómodo
por lo que acababa de ver.
–Yo no estaría tan seguro de eso... –se rio
el chico, abrazándose un poco a Benkei y despidiéndose
–Hasta nunca a los demás...
Shio bajó la cabeza por no reírse, pensando en realidad
que si iba a dedicarse a perseguir a Yaku, los iba a ver constantemente,
pero mejor no asustaba a su amigo.
Continua leyendo!
|