.Cerberus Proyect- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capítulo 10
The kings

Jueves 10 de Diciembre.
Tarde.

Hai se tiró de medio lado sobre Benkei, riéndose.

–¿Te gustó lo que te traje? Creo que le voy a pedir que me lleve a comer de nuevo... Si lo hubieras visto...

–¿Crees que lo hará? –el moreno, que aún estaba picoteando alguna cosa de lo que les había sobrado, lo miró de soslayo –Podrías dejar que te chulease.

–No me importaría... Creo que puedo manejarlo además –se rio, recordando la cara de susto que ponía cada vez que sus piernas se rozaban –Seguro que lo hace con furia... con esa cara de inocente que tiene...

–¿Tú crees? Nunca me he follado a un tío así, bueno, la verdad es que no pienso hacerlo –se rio, tocándose el cabello con una mano, y alzando un poco un pie para apoyarlo sobre una tele estropeada que había en el suelo –. Yo al que me quiero follar es a ese Kawa, hasta me he aprendido su nombre, para cuando me hago pajas.

Hai volvió a reírse, incrédulo.

–Pues sí que te gustó el cieguito... Pero si piensas verlo de nuevo, que sea fuera de los dormitorios... No quiero tener que quedarme con su compañero de nuevo... Es aburrido.

–¿Y qué coño importa que sea dentro, fuera, o donde sea? Está claro que no quiere nada conmigo. Le doy miedo, a él seguramente le gustan los mariquitas como ese que lo acompañaba al ascensor. ¿Y qué más le da? Si no me ve... por mí que se imagine que soy el mariquita mientras me lo follo... –se rio de nuevo, ya que se había puesto un poco serio –Tal vez deberías hablarle de lo bien que lo hago, ¿eh? A lo mejor así quiere. Si me deja que le haga una mamada, seguro que luego puedo tirármelo.

–Pues si quieres, vamos a buscarlo y le doy una charla... –se rio, pasándose una mano por el cabello teñido de violeta y alborotándoselo. Ya se imaginaba la cara del chico –. Seguro que se la ha estado cascando luego de anoche.

–Seguro que sí, porque se la dejé bien dura –murmuró, casi como si no comprendiese por qué lo rechazaba –. Si a mí me dicen que me la chupan gratis, no digo que no, ¿entiendes? Ni aunque sea una tía.

–Yo sí, si me lo dice un gordo grasiento... –el chico puso cara de disgusto, tocándole la quijada a Benkei luego –, pero viniendo de ti lo consideraría un regalo del cielo. A lo mejor es de esos que quieren que los lleves a cenar y le des rosas antes de tocarlo...

–Pues no pienso hacer eso... si no tengo dinero casi ni para cenar yo –se rio, girándose en el colchón que tenían tirado en el suelo y pasándole la pierna por encima –Si me lo dice uno de esos... le dejo que me la chupe si me paga a mí. ¿No querrán esos tíos hablar con el ciego también? Estaba allí... Igual podemos pedirles que nos paguen por decirles donde encontrarlo.

–Sí, esa es una buena idea... –asintió Hai, entusiasmándose y sujetándole la pierna –Pero yo quiero algo más que dinero. Quiero una noche con ese tío...

–Pídeselo, puedes pedir eso en vez del dinero –lo consintió a su modo, aunque el asunto empezaba a preocuparle un poco –Hum... –el moreno se giró sobre él y le besó el abdomen, jugando –. Salgamos... tal vez podamos encontrar a los otros tíos esos, ¿eh? A lo mejor podemos sacarles algo con eso.
–Vale, aunque no me fijé mucho... –le advirtió Hai, que luego de haber divisado a Yaku, se había pasado el resto del tiempo observándolo.

–Yo me fijé en el marica porque fue el capullo que nos jodió... –le mordió un poco el labio inferior, mirándolo a los ojos –. ¿Sabes que si alguna vez me abandonas... te encontraré y te mataré?

Hai sonrió, apretándole las nalgas con una mano.

–Si alguna vez te abandono es porque ya estoy muerto... –le aseguró.

–Más te vale no morirte... –sonrió, levantándose y sujetándole la mano para alzarlo con él –Vamos, ya no puedo estarme quieto ni un minuto más, esta mañana me ha costado un mundo levantarme. Me dolía la cabeza, y eso que pensaba que a los pobres no nos dolía –torció la sonrisa al decir aquello.

–Lo sé, intenté despertarte antes de ir al centro, pero era como mover una roca –se rio, remeciéndolo a modo de broma –. Qué roca más atractiva... –se rio de nuevo, silbándole y añadiendo –Lástima que ese ciego no pueda verte, seguro que era él quien te pedía la mamada.

–Y si finalmente no quiere... lo haré igual, aunque me excite menos –salió de aquel piso, del cual ni siquiera tenían llave. No la necesitaban, a ver a quién se le ocurría entrar ahí. De la gente que estaba en los otros pisos, se fiaba, y de los de fuera... no conseguirían entrar.


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