Capitulo 9
The X rated version
Jueves 10 de Diciembre.
Mañana.
Serkan se llevó la mano a la frente, mirando los papeles
que tenía encima de su mesa, tocándose con la lengua
el labio, ya que se lo habían agujereado hacía muy
poco. Se golpeteó la frente con dos dedos, pensativo y mirando
a un lado cuando escuchó que abrían la puerta.
–Creía que aquí ya no trabajaba nadie –comentó,
mirando la hora.
–Serkan –Shio se detuvo, sobresaltado ya que no se
lo esperaba allí –. Acabo de venir del hospital. Me
dijeron que te fuiste... ¿Qué te sucedió? –dejó
la bolsa que le había entregado Yaku sobre una silla, acercándose.
Estaba todo vendado, aunque no parecían heridas precisamente.
–Me estaban volviendo loco –le aclaró, como
si haberse largado por el simple motivo de que tu familia te agobiase,
fuera lo normal –. O a lo mejor sabía que ibas a estar
aquí ahora, y pensé que era ideal para tener un momento
íntimo... –sonrió torciendo la boca ligeramente,
girándose en la silla para verlo mejor.
–¿Un momento íntimo? –sonrió Shio,
pensando que era increíble, se comportaba como otra persona
–Iba a verte de todas maneras. ¿Realmente eres Serkan?
–No... –lo miró serio, apoyándose con
los codos en la mesa que tenía detrás –¿Y
quién crees que soy?
–No tengo ni idea... Lo único que sé es que
no te comportas con Serkan, sin embargo... no me pareció
que estuvieras fingiendo con Yaku.
Sonrió de nuevo, alzando una ceja ante sus sospechas.
–¿Dónde está?
–¿Yaku? Está con alguien... haciendo un trabajo
de investigación –le contestó sin apartar la
mirada del chico. Sentía que debía estar alerta con
él –Quería hablar contigo de todos modos.
–¿Sí? ¿Y qué querías
decirme? –se levantó y cogió un cigarro del
bolsillo de la camisa que llevaba abierta sobre una camiseta de
algodón blanco. Dedicándose a organizar los planos
en los que había estado trabajando, unos sobre otros.
–Nada, quería preguntarte más bien... –lo
observó, pensando que incluso su manera de moverse era distinta.
Mucho más segura. Y aquel aspecto... a Yaku le iba a dar
algo. Ese pensamiento lo hizo sonreír, a pesar de lo serio
del asunto –En primer lugar, ¿cómo te sientes?
¿Hay algo extraño? Además de lo obvio...
–No hay nada extraño, además de lo que tú
pienses que es obvio –se aproximó a donde estaba él,
y apoyó los codos en la mesa, observándolo fijamente
–. ¿Crees que me he traído algo conmigo? ¿Y
que este realmente no soy yo?
–Tal vez... definitivamente no eres el mismo Serkan que yo
conocía –contestó con calma, mirándolo
a los ojos –Vi algo ayer en el hospital, estabas pensando
en un lugar... ¿o era tan sólo una imagen?
–No lo sé, eso te pasa por mirar donde no te importa.
Yo no sé cuando se te ocurrió esa idea, y pienso en
cosas constantemente, como ahora... –de nuevo, casi empujó
las imágenes o trató de hacerlo. Sujetaba a Shio por
la nuca, y estaba excitado, moviéndose sobre su cuerpo desnudo
–. Hay que llamar a la puerta antes de entrar...
Shio lo miró con seriedad ahora, finalmente retirando su
mirada.
–Deja de pensar en esas cosas. Encuentro extraño que
no quieras responder a mis preguntas. Además... sólo
intentaba ayudar.
El aire salió junto con el humo entre los labios de Serkan,
que había contenido las ganas de reírse, pero aun
así sonreía con malicia.
–Puedo pensar en lo que me dé la gana, igual que
tú... –se levantó de donde estaba apoyado y
giró alrededor de la mesa, apoyándose de lado para
quedar frente a donde el otro miraba ahora –. No tengo ningún
problema en responder a tus preguntas, simplemente... no sé
de qué momento me hablas. Por más que tú seas
muy consciente de ese momento en el que leíste mi mente,
para mí sólo era un momento más, y probablemente
ni siquiera era consciente de lo que estaba pensando. Lo sabes,
¿verdad? Eso sucede, no te pongas tan sensible.
Shio le sostuvo la mirada, con el ceño ligeramente fruncido,
y se apartó el cabello de la frente, sonriendo un poco, a
pesar de que era una sonrisa ácida.
–No me vas a enfadar de nuevo, sabes que no me gusta –suspiró,
bajando la mirada para componerse y alzándola de nuevo, proyectando
aquella imagen directamente en la mente del chico. Después
de todo, parecía comunicarse muy bien con él.
Serkan se quedó serio por un momento, y después
sonrió ligeramente de nuevo.
–Si vamos a tener esta clase de intimidad mental... –lo
vaciló porque penetrase en su mente de esa manera, sentía
que lo atacaba, pero eso le hacía gracia y finalmente se
rio –. Eso es ese lugar –le aclaró.
El gesto del moreno cambió, sorprendido.
–¿Realmente existe? ¿Es... quieres decir que
no era una imagen mental o algo así? ¿Estuviste allí?
–Existe para mí... No... No creo que eso fuera algo
proyectado por mi mente, no tengo una imaginación tan retorcida,
pero... quién sabe, quizás sí. ¿Tú
qué crees? –se levantó de donde estaba apoyado,
caminando por la sala para ir a ver el antiguo aparato, que su hermano
había pisoteado –Pero no sé qué era realmente...
tal vez no llegamos a donde era de esperar. Está claro que
esa no era nuestra idea, y no, no había un cartel de welcome
que indicase dónde coño estaba.
Shio suspiró, siguiéndolo. Por extraño que
pareciese, ese era Serkan, definitivamente.
–¿Podías escucharnos? Cuando te íbamos
a visitar... Quiero saberlo todo –le pidió, observando
sus manos. Siempre había sido mejor para las cosas técnicas
–. Le dijiste a Yaku que tenías otra idea. ¿Estás
seguro de que quieres continuar con esto?
Serkan sonrió, sujetando la pieza rota entre dos dedos
y lanzándola un poco en el aire, cogiéndola de nuevo.
–¿Crees que puedo pensar en otra cosa ahora mismo?
He... Bueno, además de en esa que tú ya sabes –lo
molestó, tocándole la quijada con dos dedos y apartando
la mano.
–Creo que es peligroso... Aun más si no te puedes
concentrar –sonrió haciéndole ver que no le
afectaba, aunque en realidad sí que lo confundía –¿Acaso
te gustó ese lugar?
–No, no me gustó nada, y puedo asegurarte que a nadie
le gustaría, a no ser que no estés bien de la cabeza.
Entonces a lo mejor te encuentras genial allí, y quién
sabe, a lo mejor por eso ahora crees que no soy yo. Tal vez haya
perdido la cabeza –se apoyó con las manos en la mesa,
rodeándolo –. Quiero hacer una puerta, ¿te interesa?
–Sabes que sí –Shio se echó hacia atrás
ligeramente, aunque intentando no perder la compostura –.
¿Yaku te dijo lo que estaba haciendo cuando despertaste?
–¿Él, o tú? ¿Estabas abusando
de mí sexualmente? –le preguntó, aunque lo había
comprendido, y no, no se lo había dicho. Se echó más
hacia él, notando que retrocedía –¿Vas
a sentarte en la mesa?
Shio apartó una de sus manos con cuidado, para ir hacia
su silla habitual.
–Él, y por supuesto que no hacía eso, o hubieras
despertado antes –sonrió, pensando que en otro momento
se hubiera sentido consciente por hacer una broma así, pero
en ese estado ni siquiera sentía remordimientos –.
Yaku llevó el aparato al hospital para intentar traerte de
vuelta. Por alguna razón... fue al centro comercial luego
de eso y hubo un terremoto. Fue así como se rompió.
–Hum... ya me parecía a mí que no se le había
caído... –se rio entre dientes, lanzando la pieza a
la papelera y pensando que a veces se comportaba como un crío,
ni que fuera a enfadarse por eso –. ¿A quién
se le ocurre ir al centro comercial con algo así en la mano?
Al menos podría haberlo traído de vuelta antes. A
saber qué iba a comprar, es capaz de ir a buscar café
con una bomba atómica en el bolsillo...
–Lo sé, ya le reñí por eso... –sonrió
Shio, meneando la cabeza. Le aliviaba ver que aún tenía
ese aprecio por su hermano –El caso es que se le cayó
en un ascensor y había varias personas con él. Incluso
un chico que se desmayó.
–Hm... Eso sí que me cabrea... –comentó
en otro tono, volviendo a mirar aquel aparato, serio, llevándose
el cigarro a los labios y pensando que iba a matarlo cuando llegase,
más aun por no confesarlo, aunque ahora ya veía el
por qué –. ¿Y dónde está ese chico?
–No lo sabemos, en el centro no parecían conocerlo,
aunque creen que es un modelo. Yaku se quedó hablando con
otro de los que estaban allí, se veía... muy saludable
–sonrió, preguntándose si habría conseguido
algo de información. Tal vez había sido mala idea
dejarlos solos.
–No me gusta nada... quiero verlos –se sentó,
tocándose la sien y pensando que era un dolor de cabeza.
La jaqueca en sí, abrió la puerta en ese momento,
aún con el ceño fruncido, probablemente porque estaba
pensando en algo de lo ocurrido durante la comida. Se quedó
como confundido cuando vio allí sentado a su hermano menor.
–Deberías estar en el hospital, ¿estás
loco? ¿Qué haces aquí?
–¡¿Y tú que haces llevando algo así
por ahí?! ¡¿Querías que te pasase lo
mismo que a mí?! –se levantó el otro como un
rayo, empujándole un poco el pecho con la mano –Por
si fuera poco te lo llevas por ahí, de forma irresponsable,
a saber a qué. ¿A que ibas ahí, eh? Dímelo...
¿qué era tan importante?
–No estaba pensando bien, quería despertarte... y
funcionó, ¿no? No pasó nada malo –Yaku
lo miró sorprendido por el ataque repentino.
–Tranquilo... –Shio se levantó también,
acercándose a ambos y sujetándolos por los hombros.
A él también lo había sorprendido aquella reacción.
Aunque lo comprendía hasta cierto punto, era un poco extrema
–Te dije que ya lo había reñido yo... Yaku sólo
estaba preocupado por ti, no tenía otras intenciones.
–No te metas –Serkan le apartó la mano para
que no lo tocase en ese momento y Yaku le pegó una bofetada,
aunque inmediatamente se arrepintió, pero no se podía
creer su comportamiento. Pese a todo el otro chico se rio.
–¿Me has pegado? –acto seguido le pegó
un puñetazo que hizo al otro golpearse con la mesa llena
de cosas que tenía detrás.
Yaku se llevó la mano al labio, tocándose la sangre
que salía del mismo, se sentía muy violento, tanto
como para pegarle como se acercase en ese instante, pero como no
lo hizo, y se limitó a mirarlo desafiante, le dio tiempo
a tranquilizarse un poco, lo suficiente como para incorporarse y
con una disculpa al otro casi inaudible salir de allí.
–¡Yaku! –gritó Shio, girándose
luego hacia Serkan –¡¿Qué te sucede?!
¡¿Tienes alguna idea de cómo se sentía
Yaku con sólo pensar en ir al hospital?! ¿Acaso te
volviste insensible? –le preguntó, frunciendo el ceño
y saliendo tras el mayor. Sabía lo mucho que le habría
afectado aquello.
Serkan se quedó mirando a la puerta serio. ¿De qué
estaba hablando? Le había golpeado primero, ¿no?¿Acaso
se creía que era su padre o algo así? Ni siquiera
se daba cuenta de que se había excedido. De todas formas,
tenía otras cosas que hacer, ya se le pasaría.
...
–Yaku... Yaku... Sé que estás ahí –lo
llamó Shio, acercándose a la puerta del baño.
Lo había visto dirigirse allí en otras ocasiones cuando
se sentía mal, y por lo general, respetaba su deseo de estar
solo, pero esto era distinto.
–Es...estoy bien –en realidad se estaba lavando la
cara con agua fría, tratando de tranquilizarse y ser comprensivo,
su hermano acababa de salir de algo como aquello, y él le
había pegado una bofetada sólo por faltarle al respeto
a Shio. Abrió la puerta de todos modos, secándose
la cara con la toalla y cogiendo sus gafas de encima del lavabo
–. Fue culpa mía.
–No, no lo fue... –negó Shio con la cabeza,
observándolo –Lo que hiciste no ameritaba una respuesta
como esa. Serkan no está bien, Yaku, por más que queramos
creerlo... Tal vez no debí habérselo dicho, se veía
compuesto.
–No, no está bien, no me esperaba algo así.
No se lo quise decir mientras estuviera en el hospital, porque no
quería preocuparlo... pensé... que era lo normal –le
aclaró a él, lo que le habría dicho a su hermano
de haberse comportado con normalidad –. Lo mejor... lo mejor
será tratar de que se tranquilice. Debe estar alterado aún,
es por eso... Voy a disculparme.
–No sé si sea lo correcto, estará alterado,
pero no quiero que empiece a comportarse así contigo... como
si fuera natural –Shio lo detuvo, mirándolo a los ojos
–. Me dijo que ese lugar es real, no sé exactamente
qué vivió allí, pero tal vez deba volver acostumbrarse
a la vida normal.
–Sí, seguro que es eso, y... No, tal vez no es lo
correcto, pero no quiero que piense que estoy enfadado y no puede
contar conmigo. Tiene... Está muy raro –suspiró,
respirando luego profundamente y pensando en aquel aro que llevaba
en el labio. Se había fijado, a su madre le iba a dar un
infarto –. Sólo necesita tiempo, y yo... paciencia,
eso es todo. Ese chico... bueno, ahora hablamos de eso –le
dijo dirigiéndose a la sala de nuevo.
–Está bien –murmuró, esperándose
un momento en el baño. No sabía si dejarlos solos
o no. Serkan parecía preocuparse sinceramente por su hermano,
aun así esa reacción había sido demasiado violenta.
Yaku entró en la sala y miró al chico, que volvía
a estar trabajando en la mesa y ni lo miraba claramente, pese a
que cuando le apoyó la mano en el hombro se movió
con brusquedad. Los ojos ámbar del mayor, lo miraron como
a la expectativa.
–No debí llevar eso por ahí como si nada,
tienes razón, pero no tenías que faltarle al respeto
así a Shio... –no se pudo callar finalmente lo último.
–No tengo por qué darle ningún trato especial,
y tú... no vuelvas a levantarme la mano –le advirtió.
El mayor lo miró a los ojos fijamente, en realidad pensando
que le daban ganas de volver a hacerlo.
–Vamos a dejarlo... –murmuró, mirando atrás,
quería hablarles del chico ese, pero Shio parecía
no regresar aún.
...
Finalmente regresó, sentándose en su silla y observándolos.
No tenía idea de lo que había sucedido, pero no se
veían muy contentos.
–¿Seguimos en pie de guerra?
–Yo no –dijeron los dos a la vez. Yaku carraspeando
y pasando a contarles lo sucedido con el chico, en un pequeño
resumen.
–El chico con el que hablé, me dijo que no había
notado nada extraño, y que no se sentía distinto,
tampoco su compañero. De todos modos les pedí que
vinieran aquí mañana para que les hagan una revisión.
Pero son uno poco impresentables, y se guardó la comida que
sobraba en recipientes para llevársela a casa, y era mucha...
Serkan se rio con el cigarro entre los labios.
–No creo que eso sea un efecto secundario...
Yaku lo miró de soslayo, preguntándose si ese piercing
horrible lo era.
–Yo creo que debajo de toda esa actitud, era un chico atractivo...
¿No lo crees? –Shio se metió un poco con Yaku
para contribuir a que se aliviase la tensión –Seguramente
es pobre, se estaba muriendo de hambre, por eso lo invité
a comer. Aunque no es muy honesto...
–No sabía que los pobres usasen látex ahora...
–Como te fijas... –recalcó su hermano pequeño
para meterse con él, aunque volvía a estar mirando
sus planos y calculaba algo.
–No... No me fijé, es algo que se observa... –protestó,
pensando que no tenía caso luchar con ellos –Y no lo
creo, era pervertido y me molestaba.
Serkan se reía entre dientes y alzó la mirada.
–¿Por qué era pervertido? –siempre le
hacía gracia notar las cosas que a su hermano le parecían
fuera de lugar, siendo tan normales.
–Intentó meterme mano por debajo de la mesa, y me
preguntó cosas respecto al tamaño de... No importa
–frunció el ceño, percatándose de que
lo preguntaba para molestarlo también –. El caso es
que estaba bien.
–Muy bien, sobre todo la parte enfundada en látex...
–murmuró Shio, alzando una ceja y sonriendo –Los
pobres deshonestos usan lo que quieran... Serkan, estarás
aquí, ¿verdad?
–Sí, quiero hablar con ellos...
–Mejor te sería que no, porque me preguntó
cosas de ti.
–¿Cómo qué? –le preguntó
extrañado, pensando qué sabía de él.
–Como si eras fuerte y cosas así.
–Oh... esa clase de cosas... No me motives, llevo un año
sin echar un polvo.
–¡No hagas eso!
–Claro que sí... –se rio, alzando una ceja.
–Pero no con ese... es... No te conviene.
–¿No? Shio, no me conviene, ¿conoces a alguien
que me convenga?
–No sé si conozco alguien a quien le convengas tú
con esos derechazos... –sonrió el moreno, decidiendo
meterse con él también, y mirando luego a Yaku –.
Serkan, ese chico no te conviene porque a pesar de lo que dice,
le ha llamado la atención. ¿No es así?
–Cla... claro que no es por eso. Es porque tiene una educación
pésima, y seguro que está sucio... si no tiene para
comer, menos debe tener para la higiene. Además, con esa
moral, seguro que puede tener muchas enfermedades.... es... –frunció
el ceño, de pronto alzando un poco la voz –. Que no
me gusta, ¿eh? No me gusta nada.
Serkan se rio, bajando un poco la cabeza, pensando que hacía
siglos que no se reía tanto.
–No es un perro, ¿eh? Te lo vacunaré antes...
–Pues... no tiene gracia. Te lo vacunas para ti si quieres...
–protestó muy serio, ordenando su mesa para ponerse
a trabajar.
–Mañana lo revisarán de todas maneras. Ya
nos enteraremos de si tiene cosas extrañas en la piel –comentó
Shio, abriendo su portátil para ponerse a trabajar también.
El ambiente era muy distinto a como había sido antes, pero
no estaba mal así. Sin embargo, su mirada se dirigía
por momentos hacia Serkan, seguía preocupándolo.
–¿Qué estáis haciendo? –les preguntó
Serkan, mirándolos –Vamos a hacer una puerta... necesito
ayuda aquí.
–¿Para qué? Para ti fue una mala experiencia...
y... no quiero que pase de nuevo.
–No pasará de nuevo, hazme caso y ven aquí
–le señaló los cálculos que tenía
sobre varias hojas semitransparentes que se utilizaban para diseñar
las maquinarias y superponerlas. Sobre ellas ponía: “Project
Cerberus”, y su hermano lo miró preocupado de si no
era una mala idea, aunque el interés no lo abandonaba.
–¿Cómo sabes que no pasará de nuevo?
¿Tienes alguna garantía? –le preguntó
Shio, acercándose también, llevado por la curiosidad.
No había dejado de pensar en ese lugar desde que Serkan le
confirmase que existía.
–No, no la tengo, pero esta vez pretendo diseñar
algo que me dé, al menos un diez por ciento de probabilidades
de poder regresar –los miró, sonriendo con la boca
algo torcida, señalándolos.
–No sé si es buena idea. No, es que sé que
es mala idea... –murmuró Yaku, que en realidad se moría
de curiosidad por ir de todos modos.
–Yo pienso lo mismo, pero investigar lo desconocido siempre
es una mala idea desde el punto de vista de quien corre el peligro
–comentó Shio, que no se había metido en eso
para pasar el resto de su vida formulando teorías desde un
escritorio –. Sólo tengo una exigencia. Esta vez si
es necesario arriesgarse, lo haré yo... por completo.
–Como quieras... –consintió Serkan, que a la
hora de la verdad, pensaba hacer lo que le viniese en gana, pero
para entonces el proyecto ya habría finalizado –, porque
para entonces ya vas a estar loco por mí, y no quiero dejar
un viudo.
–Deja eso... No digas esas cosas... –Yaku suspiró,
aunque comenzaba a acostumbrarse a su cambio de actitud. Entre otras
cosas, porque sentía que era su hermano, y fuera como fuera,
iba a estar por él.
–Cada cual tiene derecho a decir lo que quiera... Supongo
–comentó Shio, que cada vez se iba sintiendo más
nervioso con esos comentarios. Antes solamente se sentía
culpable, pero luego de ver esas imágenes... Era como la
versión de Serkan para mayores de edad.
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