.Cerberus Proyect- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capitulo 3
Back from the dead

Miércoles 9 de Diciembre.
Tarde.

Yaku se apoyó con los codos en la mesa, profundamente preocupado. Se había roto una de las pequeñas piezas del aparato, y no eran reemplazables. O al menos no era algo sencillo. Su hermano las había diseñado y ocupado de conseguir quién se las fabricase. Por supuesto, sus problemas no terminaban allí.

El moreno de ojos negros se le acercó por detrás, apoyándose a su lado y mirándolo con sospecha.

–¿Qué estabas haciendo con eso? No me digas que lo sacaste de aquí.

–¿Qué? No... –se subió las gafas nervioso, pero algo tenía que decir al respecto –Se me cayó y se rompió una pieza... –lo miró a los ojos, aunque ya no sabía ni para qué lo intentaba, tarde o temprano... –. De todas formas ya no importa, ¿no? –se giró de nuevo hacia la mesa, tocando aquella pieza que había pisoteado él mismo.

–¿Por qué no? –Shio se sentó frente a él, observándolo y luego tocando aquel aparato, consternado. No tenía que leerle la mente para saber que mentía, lo tenía escrito en la cara –Fui a verlo esta mañana, antes de venir a trabajar. No te lo dije porque no quería que te afectase.

–No me afecta que vayas a verlo, no es como que no piense en eso todos los días cuando me levanto, o cuando me acuesto. Ni siquiera puedo ir a ver a mi familia ya, siento que es mi culpa, debí haber hecho algo. Debí saber que algo saldría mal, de hecho... le advertí que podían salir mal varias cosas... –resopló, pasándose una mano por el cabello –. Sería genial que pudieras saber lo que está pensando ahora.

–Nada, no está pensando en nada –le contestó, evadiendo un poco la pregunta. Siempre había podido leerlo como a un libro abierto, pero aquel ya no era el caso. Lo peor de todo era que no se trataba simplemente de que estuviese bloqueándolo, lo que había era un silencio de muerte, como tratar de conversar con un cadáver, y sin embargo, seguía respirando –. No es tu culpa. Todos sabíamos lo que hacíamos, pero no debí permitirle que se colocara delante de mí.

–No sé qué habría sido peor para él –suspiró, mirándolo y levantándose para prepararse un café, además, debía buscar los planos de las piezas de su hermano, y pedir que fabricasen una para reemplazar aquella, tal vez... No podía dejar las cosas así, sin más.

–Cualquier cosa sería mejor que esto –sonrió sin muchas ganas, siguiéndolo con la mirada. Se sentía culpable, siempre había sabido de los sentimientos del chico, pero el que se hubiera sacrificado así por alguien que no le correspondía... Se puso de pie, acercándose a Yaku –. Lo traeremos de vuelta, si pudimos abrir esa puerta una vez, podremos hacerlo de nuevo.

–Con la diferencia de que él estaba aquí entonces –murmuró el moreno, bebiendo un poco, aunque se había quemado la lengua. Cambió de tema para evitar a ambos aquel sufrimiento de estarse torturando cada día con lo mismo. Siempre salía el tema por uno u otro motivo –. ¿Sabes que hoy hubo un terremoto?

–Sí, lo sé. ¿Fue entonces cuando se te rompió? –le preguntó ya que no le creía nada aquello de que no se lo hubiese llevado.

–Sí. No... bueno sí, sí... –suspiró, admitiéndolo y asintiendo con la cabeza, cerrándose un poco la bata blanca que llevaba en el laboratorio –. Pero no sucedió nada.

–¿Estás seguro? ¿Sabes lo peligroso que es eso? ¿En dónde estabas? ¿Había alguien más contigo? –le preguntó, de pronto preocupándose.

–Estaba en un ascensor, se fue la electricidad y se cayó. Falló el sistema de emergencia o algo así. Se me cayó al suelo y alguien se sujetó a mí, tropecé y lo pisé, ya está, no sucedió absolutamente nada... –negó con la cabeza, asegurándoselo.

–¿Cómo puedes estar seguro? Si se activó... –Shio se golpeó la frente con una mano, negando con la cabeza –Sabes lo que vamos a tener que hacer ahora, ¿verdad?

–No, no sé. Si ya te digo que no sucedió nada, no se activó, sólo lo pisé, ya está, nada más, allí estaban todos cuando se encendió la luz. Me aseguré, aunque uno estaba desmayado... –confesó después.

–¿Desmayado? –sus ojos se agrandaron, a la vez que se alejaba un poco, incrédulo. ¿Y si estaba en las mismas condiciones que Serkan? –Tenemos que contactar a los que estaban en el ascensor contigo. No sabemos qué otros efectos puede tener esto.

–Pero si te digo que no sucedió nada... –lo siguió, poniéndose nervioso ahora. De hecho, había estado nervioso todo el tiempo, pero verlo a él sólo le confirmaba que tenía motivos para estarlo –. Además, es imposible contactar a esas personas, no las conocemos de nada.

–No es imposible, depende de dónde estabas – se calmó un poco, observando su rostro. Ya sabía que se alteraba fácilmente –. No te preocupes, a lo mejor tienes razón, pero necesito asegurarme. Nunca se sabe, a lo mejor incluso nos resulta beneficioso...

–¿No sé qué podría tener de beneficioso? Además, había gente extraña allí... –hizo una mueca incómoda.

–¿Gente extraña? Con más motivo aún... –le sonrió, suspirando un poco –Yo tampoco lo sé, no veo el futuro. Por eso dije que no lo sabemos.

–Hum... –el moreno resopló, sentándose en una de las sillas de nuevo y notando que su teléfono vibraba. Lo había dejado sin sonido, y ahora que lo miraba, habían llamado unas seis veces –. Perdona –le dijo al chico, atendiendo al mensaje en el contestador. El corazón le retumbó en el pecho, y miró al otro, dejando el móvil en la mesa, y cogiéndolo de nuevo –. Tengo que salir, digo... vamos. Es una llamada del hospital –le indicó.

–¿El hospital? ¿Qué sucede? –le preguntó, tomando su cazadora y poniéndosela mientras salían. A él también le había dado un vuelco el corazón.

–Dicen que mi hermano se ha despertado, y el mensaje es como de hace dos horas. Dios... soy imbécil... –se tocó el cabello, preguntándose si habrían llamado ya a su madre. Bueno, lo importante era que alguien fuera ya, de una vez con él. Su madre tardaría en llegar y no quería que saliera como una loca.
Shio sonrió, sacudiéndolo un poco.

–Eso es magnífico, ¿no? Tal vez sí que sucedió algo –se sentía emocionado ahora.

–Sí, tal vez sí –sonrió ahora también. Como si hasta entonces sólo hubiera notado lo preocupante o malo de la situación –. Seguro que quieres ir, ¿verdad? No te sientas obligado...

–Claro que quiero ir. Sólo porque... También le tengo cariño, Yaku –le aclaró, a sabiendas de que explicar aquello estaba de más.

–Lo sé, es sólo que... bueno, tú ya me entiendes... –acortó, no tan seguro de que lo entendiese –. ¿Puedes llevar el coche tú? Estoy nervioso.

–Claro, es natural –asintió, poniendo la mano para que le entregase las llaves. En aquel momento se sentía ligero, no sólo porque el chico hubiese despertado, se le había quitado un peso de encima.

...

Serkan estaba aún en la cama, no le habían permitido levantarse y se habían pasado todo el tiempo haciéndole pruebas. Lo cierto es que todos sus miembros estaban torpes, y le había costado un infierno mover un solo dedo. Por un momento había sentido auténtico pánico a haberse quedado paralítico. Sin embargo, no había perdido apenas masa muscular, por más extraño que aquello fuera, y no había sufrido ningún daño al parecer. Aun así le habían dicho que iba a tardar unos meses en recuperarse, él no se sentía así.

Shio y Yaku acababan de terminar de hablar con el médico, aunque ninguno de los dos tenía paciencia para escuchar eso ahora.

–Deberías entrar tú primero, eres su familia después de todo –lo incitó Shio, ya que sus padres aún no llegaban.

–Pero ven tú de todos modos... –le pidió, ya que se sentía un poco extraño, tal vez asustado, a pesar de que no tuviese sentido. De pronto era como si fuera a enfrentarse a alguien desconocido.

Abrió la puerta, nervioso, observando al chico en la cama. Este giró la cara hacia él, y luego levantó un dedo de la mano, echándole un corte de mangas y sonriendo ligeramente.

–Comenzaba a preguntarme si habías muerto.

–No digas esas cosas... –le pidió, sintiendo que no sabía ni por dónde caminaba de lo nervioso que estaba. No sabía ni qué sentía al verlo hablar y devolverle la mirada.

–¿Qué haces? –se apoyó en las manos, sus brazos temblando mientras trataba de sentarse.

Yaku se apresuró a ayudarlo, y sintió cómo lo miraba a los ojos furioso, aunque volvió a esbozar una sonrisa.

–Ya puedo yo.

El mayor lo abrazó, rodeándolo con fuerza con ambos brazos.

Shio se había quedado en la puerta, sin saber qué hacer, no quería interrumpirlos y por otro lado, era extraño verlo moverse cuando tan sólo esa mañana había estado tan... inerte.

–Bienvenido, Serkan. Tu hermano me estaba volviendo loco –comentó por fin, decidiéndose por un acercamiento casual.

–Sí... ¿eh? Él es así... –murmuró, desviando la mirada hacia él de soslayo, sin soltar a su hermano, porque claramente estaba emocionalmente inestable, y sabía que no le gustaba demostrarlo. Siguió al otro con la mirada, observándolo fijamente.

–Ha pasado un año... –murmuró Yaku, sentándose en la cama y levantándose un poco las gafas para pasarse la mano por encima.

–Para mí no... –de hecho se sentía como si hubiera pasado mucho más tiempo.

El mayor lo miró a los ojos. Se veía extraño, pero suponía que era natural, tenía ganas de verlo sonreír, y ser tan cariñoso como siempre.

Shio se acercó, sentándose en un sillón cercano, sintiéndose un poco irreal mientras lo miraba a los ojos. No sabía por qué, pero se veía distinto.

–¿Estabas dormido? Alguna vez... ¿Podías escucharnos, Serkan? –le preguntó, curioso por lo que habría experimentado el chico.

–¿Dormido? No, no estaba dormido, estaba en otro lugar... pero no como algún tipo de desdoblamiento o viaje astral, algo... con sensaciones físicas. Con momentos muy tangibles, con tiempo... Y no, no podía escucharos, o al menos no lo recuerdo ahora, tal vez al principio. Pero sé que escuchaba cosas de afuera, algunas veces, aunque no erais vosotros, era cualquier cosa... –lo miró a los ojos de pronto –. No te lo podría explicar.

Yaku lo miró, realmente se veía muy raro, pero le alegraba ver que se animaba a hablar, aunque claramente lo hacía porque le emocionaba el tema. Pero no se le veía como siempre cuando estaba apasionado.

–Lo sabía, no estabas aquí entonces –le sonrió el moreno, entusiasmado a su pesar. Aquellas cosas lo emocionaban, no podía evitarlo –. Lamento lo que sucedió, realmente me alegra que estés de vuelta.

–Sí, supongo que te has quitado un peso de encima –el chico sonrió, torciendo ligeramente los labios. No era como que le reprochase nada, simplemente se lo dejaba saber.

Yaku le apretó la mano, haciendo que lo mirase.

–Serkan... Voy a llamar a mamá, ahora vengo. Compórtate –le pidió. Sinceramente... suponía que necesitaba tiempo.

–Lo lamento –Shio se disculpó de nuevo, sintiendo aquello como una puñalada, pero tenía razón. Era su culpa después de todo y Serkan había perdido un año de su vida. Se concentró ligeramente, pero no escuchaba nada.

–No es tu culpa, yo hice lo que juzgué mejor –siguió con la mirada a su hermano, que salía a hacer aquella llamada. Seguramente pensaba que si se ponía a usar el teléfono en esa sala podía interferir con algún aparato, o alguna paranoia de las suyas –. En parte fue un alivio, ¿verdad? Debía de ser realmente molesto... –sonrió, buscando su mirada, pero su sonrisa ya no tenía nada de amable.

–No, no lo eras, sólo... No fue un alivio, Serkan – lo miró a los ojos ya que lo buscaba, intentando hacerlo comprender –. Yo no quería que te sucediera algo así. No tenía por qué suceder.

–Yo no he dicho eso... –se rio, recostándose contra el respaldo otra vez –. Sé que no querías algo así, pero la realidad es que sucedió, y que no estuviese por allí interfiriendo en tu trabajo y sonriéndote era un alivio, ¿verdad? He pensado mucho en ese momento... he tenido tiempo para pensar en muchas cosas –sus ojos amarillos lo miraban intensamente, tratando de hacerle ver algo, por saber si lo conseguía. No es que no se le hubiese ocurrido antes experimentar con él de ese modo, simplemente no le había parecido correcto. Pero ahora quería hacerle ver cómo habría devorado sus labios salvajemente de haber podido.

Shio permaneció mirándolo, pudiendo leer su mente súbitamente, y desviando la mirada. No era como antes, aquello era casi violento. Incluso se sentía cohibido.

–No... No lo era. No me he sentido aliviado ni un solo día desde que aquello sucedió. Debí ser yo el afectado, debí ser yo en esa cama. Y Yaku ha estado perdido todo este tiempo.

–No creo que dijeras eso si supieras realmente lo que significa haber estado en esta cama. Nadie es tan sacrificado... y tú no eres ningún ángel de la caridad –el chico miró hacia fuera, escuchaba a su hermano darle recomendaciones a su madre –. Estaba seguro de que tú estabas con él. Espero que no estés sintiendo lástima por mí, en realidad tal vez me hice un favor, y tiré un año de mi estúpida vida para darme cuenta de que la vida era algo mucho menos simple de lo que yo creía.

–¿Realmente piensas eso? Tu vida no era estúpida, nunca lo fue. No me digas que juzgas eso sólo porque yo no te correspondiese –soltó de pronto, sintiéndose violentado, y deseando haberse mordido la lengua –. Tú te sacrificaste por mí cuando lo cierto es que no deberías haberlo hecho. Tal vez yo no sea un ángel, pero lo que sucedió poco tiene que ver con eso.

El moreno se rio, tocándose el cabello con una mano.

–No te des tanta importancia, cariño. Yo sólo he dicho que mi manera de ver la vida era estúpida y simple. No tiene nada que ver con que tú me rechazases, lo comprendo, yo también me rechazaría a mí mismo. No te pongas así, vas a hacer que mi hermano se preocupe... Y deja de quejarte porque me sacrificase por ti, yo no sabía lo que iba a ocurrir, te protegí, y volvería a hacerlo porque para mí era lo correcto, y poco importa lo que tú opines de ello. Lo comprendes, ¿no?

Shio lo miró sorprendido, no era el mismo Serkan que había conocido, para nada. Una leve sonrisa se formó en sus labios, en realidad, era una sonrisa de exasperación.

–¿Estás intentando hacerme llorar, corazón?

Serkan se rio, aunque no había nada de exasperación en él, por el contrario, parecía divertido por la reacción.

–No, eso estropearía todo el morbo, aunque lo de corazón no está mal. Veo que ya no sientes lástima...

Yaku entró de nuevo, sonriendo por lo contenta que se había puesto su familia, aunque la cara de esos dos no le estaba gustando mucho.

–Siento lástima por las enfermeras, si te sirve de algo –relajó un poco el rostro al ver entrar a Yaku y se puso de pie –. Creo que necesitáis conversar, regresaré a la oficina –le tocó un hombro, aunque se preguntaba si estaría bien solo. Miró al chico nuevamente, concentrándose, a pesar de que no se notaba en su rostro.

–¿Te escapas? –le preguntó. No iba a estar en esa cama para siempre.

–Vale... ¿está todo bien? –le preguntó Yaku, sintiendo que para nada lo estaba. Pero imaginaba que su hermano bromeaba.

–Se ha enfadado conmigo... –le explicó el chico, sonriendo de pronto y tocando la cama con una mano para que su hermano se sentase a su lado –. Tienes que contarme si ya tienes novia.

–No... no empieces con eso, ¿eh? –le pidió.

Shio se había quedado en la puerta aún, completamente serio. Lo que estaba viendo era espantoso. Allí no había luz, sin embargo podía ver sombras, escuchar gritos. Había un mar de sangre a los pies del chico, incluso tenía olas. Serkan estaba asustado y había algo escondido tras las rocas.
Sacudió la cabeza, sintiendo que aquello era demasiado y murmurando un poco confundido

–No estoy enfadado, tengo trabajo... os veo luego.

–A mí no creo... –el chico lo miró salir, observando a Yaku después y pegándole con el puño en el brazo, aunque más por tenacidad que porque tuviera fuerzas para eso –. En cuanto salga de aquí, te voy a buscar una tía buena.

–Déjame... ¿qué le has dicho para que se enfadase? Estás raro, Serkan... –el moreno lo miró serio, negando con la cabeza.

–Estoy bien. He cambiado, eso es todo, sigo siendo tu hermano, ¿no?

–Claro... Te...te he echado mucho de menos... Y hoy me sucedió algo muy extraño.

–Cuéntame... –lo animó, imaginándose cualquier cosa normal, que para su hermano había sido extraña.


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