Capítulo 20
Sweet as strawberries
7 de Abril, viernes.
Noche.
—¿Qué tal? —preguntó la chica
saliendo del vestidor y mostrándole el nuevo uniforme a Osamu,
incluso girando un poco para que viese cómo se movía
la falda.
—Perfecto —sonrió, pensando que su novia era
realmente cute y enrojeciendo un poco sin poder evitarlo. Le apoyó
la mano en la cabeza y le acarició el cabello —. Creo
que no se lo voy a cambiar a las demás, prefiero que sólo
tú lo lleves así.
—¿No crees que se verá extraño? Se pondrán
celosas… —se rio, aunque por ella estaba perfecto. Lo
rodeó por la cintura alzando la cara para mirarlo —Tú
eres sólo mío.
—Totalmente… —pasó los dedos a lo largo
de su cabello, inclinándose un poco para abrazarla —.
No me importa si se ponen celosas, a no ser que a ti te avergüence…
Aunque pensándolo bien… tal vez así se fijen
demasiado en ti —meditó en alto, frunciendo el ceño
luego.
—No puedes evitarlo, no quieres que me vista de monja y deje
de peinarme, ¿verdad? —se rio molestándolo y
apartándose apenas un poco —No me avergüenza,
amo este uniforme.
—Entonces sólo lo llevarás tú —le
tocó la espalda, pensando en lo delgada que era y alzándola
con las manos hasta su altura, poniéndola de puntillas para
besarla —. Ven… —le sujetó la mano después,
llevándola con él a aquella sala en la parte de atrás.
Hideo y él la habían limpiado para que no se viese
desordenada, y él había encendido hacia poco una vela
con forma de cisne en el centro de la mesa. Además de eso
sólo había la luz de dos lámparas de pie cubiertas
con unas gasas.
—Esto es hermoso… —sonrió la rubia adelantándose
en la tenue luz para observar aquella vela. No había esperado
algo así, realmente era romántico —¿Hiciste
todo esto por mí?
—Claro, ¿para quién más? —la rodeó
por detrás y le dio un beso en el cuello antes de separar
la silla y esperar a que se sentase. Regresó después
y le sirvió la cena. Había preparado pasta porque
no estaba seguro de si comería carne, pescado… y aquello
siempre era más seguro.
Le sirvió vino rosado algo espumoso y se sentó después
frente a ella, mirándola y de nuevo preguntándose
cómo le había sucedido algo así a él.
—Está delicioso… —comentó la chica
luego de probar un bocado y mirándolo, sonriendo un poco
—¿Tengo comida en la cara? —aunque estaba segura
de que no la miraba precisamente por eso.
—No —apartó la mirada, bebiendo un poco y subiéndose
las gafas después, aunque nada le quitaba lo rojo. Al menos
no se notaría con esa penumbra —. Hideo es tu profesor
de gimnasia, ¿no? —le preguntó por no revelar
lo que pensaba al mirarla.
—Sí. ¿Lo conoces bien? —le preguntó
bebiendo un poco de vino y mirándolo a los ojos. Realmente
era todo lo que le gustaba.
—Todo lo bien que se puede conocer a alguien, supongo. Es
ese amigo del que te había hablado, con el que juego al fútbol.
—Oh, no lo había relacionado. Es agradable —se
rio al recordar lo dedicado que era en clase.
—Sí, es idiota… —le salió del alma
al pensar eso de que él la veía en shorts —.
Quiero decir… es igual —frunció el ceño,
pensando después que le había recomendado no hacerlo.
Siguió comiendo, pensando que todo le saldría mal
si seguía así.
—Creí que era tu amigo —se rio la chica, negando
con la cabeza —. Déjalo, mis mejores amigos son hombres
todos. No es como que no comprenda.
—Me molestó porque se enteró de que estamos
juntos. Me dijo que él te ve en shorts… —suspiró,
imaginándosela y carraspeando un poco.
—Pues… es mi profesor de gimnasia —se rio de
nuevo llevándose el tenedor a la boca y esperando a tragar
antes de continuar hablando —. Supongo que ya lo sabes, pero
es gay y además creo que le gusta Shinya.
—Sí que le gusta… —carraspeó un
poco, esperando no estar siendo infiel a su amigo por hablar de
ello, pero era con su novia después de todo. Se quedó
pensando en él, y en si habría seguido bebiendo luego
de salir de allí, y suspiró un poco, llevándose
la copa a los labios acto seguido. Sólo esperaba que no se
despertase a su lado a la mañana siguiente, y se lo tomase
con algo más de seriedad. Por algún motivo imaginó
a Yuki en su cama, y se vació lo que quedaba en la copa de
golpe para quitarse eso de la cabeza —. ¿Qué
le has dicho a tus padres?
—No hablo mucho con mis padres, no nos llevamos bien —le
contestó un poco más seria concentrándose en
la comida. Sólo esperaba que no se fuera a molestar por eso
—¿Siempre te gustó cocinar? Lo haces muy bien.
Osamu la miró un poco sorprendido por cómo había
pasado de contestarle, pero suponía que si se llevaba mal
con ellos, no era un tema del que le agradaría hablar en
una cita. No se lo iba a volver a mencionar.
—Mi padre había estudiado cocina, era el que cocinaba
antes aquí. Estaba acostumbrado a comer bien…, y cuando
me fui de casa, aunque en realidad estudié biblioteconomía
y había encontrado un buen empleo… empecé a
ir a clases de cocina porque no soportaba lo que yo mismo hacía
—se rio.
Yuki lo miró riéndose luego e inclinándose
ligeramente sobre la mesa.
—Pero aprendiste mucho… Me gusta cómo cocinas,
aunque yo no sea una experta, pero soy exigente para comer.
—Sí, he hecho varios cursos, y leído bastante
—se fijó en que ya se había terminado la pasta,
y se levantó para coger el pastel que le había preparado.
Se llevó los platos usados y suspiró un poco al dejarlos
en el fregadero. Tenía que dejar de estresarse tanto.
Lo colocó en el centro con dos platos y le dio un cuchillo
para que cortase el trozo que quisiera.
—Es hermoso… —la chica lo miró a los ojos
sonriendo ampliamente —Cada vez me enamoras más —le
aseguró mientras cortaba el pastel de manera precisa, primero
sirviéndole su trozo al moreno y luego el suyo propio.
—No sé por qué hago estas cosas si luego me
da vergüenza… —murmuró, mirándola
y tocándose el cabello con una mano —. ¿Quieres
ir al sofá?
—¿No es inadecuado? —lo miró ligeramente
seria, riéndose luego ante su cara de preocupación
—Era una broma, lo siento, no pude resistirlo. Vayamos al
sofá. Además, me gusta que hagas estas cosas, es como
si supieras exactamente lo que me gusta.
—Mala… —protestó rojo, levantándose
y llevándose el plato además del vino para la mesita
donde estaba el sofá. Le iba a provocar un infarto.
—Pero ya me disculpé… —se rio siguiéndolo
con su propio plato y observando sus nalgas sin siquiera disimular
—Realmente me gustas, Osamu.
—¿Sí? —se sentó y le miró
las piernas, alzando la vista a su rostro y sujetándole una
mano mientras se sentaba, aunque se rio un poco porque sabía
que lo había notado.
—Sí, tu risa también. ¿Acaso lo dudabas?
—le preguntó mientras se sentaba a su lado, apoyándose
un poco contra él y colocando las piernas para el otro lado.
—Soy inseguro, no puedo evitarlo —levantó el
brazo y se lo pasó por los hombros, acariciándole
el cabello y mirándola —. Es más difícil
incluso cuando sales con una chica tan guapa. Realmente eres la
chica más guapa que he visto en mi vida.
Yuki sonrió enrojeciendo un poco y dejándose acariciar.
—¿Lo dices en serio? Tú eres muy guapo, mucho
más que cualquier hombre que haya visto antes. No estoy mintiendo.
—Debes tener el gusto un poco averiado… —apartó
la mirada un poco, preguntándose cómo podía
haber personas que reaccionasen de una forma más natural
a esas cosas —. Pero yo lo digo muy en serio —le sujetó
el plato y lo puso en la mesa, aproximándola un poco más
para poder abrazarla.
—Yo no lo dije de broma —se rio contradictoriamente,
pero porque le hacía gracia su insistencia, y lo abrazó
de vuelta. Quería seguir así para siempre.
—Te quiero… —susurró tan serio como si
dijese una mala noticia en realidad, inclinando la cabeza para poder
besarla.
Yuki cerró los ojos devolviendo el beso y subiendo las manos
para rodear su cuello, ya que había dejado el pastel en la
mesita que tenían enfrente. Su corazón estaba latiendo
deprisa, seguía poniéndose nerviosa a pesar de todo.
Osamu la miró a los ojos un momento y le besó un
brazo, pensando que era muy suave y acariciándose un poco
antes de besarla de nuevo. Movió la otra mano y la apoyó
en su rodilla, tocándole el muslo y apretándoselo
un poco.
—Eres muy suave.
—Me… Me cuido… —sonrió sin apartar
la mirada de sus ojos y murmurando —Son muy bonitos…
El moreno se quitó las gafas y las dejó sobre la
mesa.
—Los tuyos también —le acarició el cabello
y sonrió un poco, cogiendo un mechón entre los dedos
y pasándoselo hacia delante, pensando que se veía
muy nerviosa.
—Osamu… ¿De verdad me quieres? —le preguntó
la chica deseando escucharlo de nuevo y acariciándole un
brazo.
—Sí, te quiero —le aseguró, acariciándole
la mejilla y rozando sus labios con el pulgar antes de bajar la
mano por su cuello.
—Yo a ti —sonrió besándolo con suavidad
a la vez que cerraba los ojos.
Osamu bajó la mano por su hombro y le besó la mejilla
varias veces, deslizando los labios por su cuello y besándoselo
también, pensando que era muy delicado y suave.
—¿Sabes? Nos… hemos olvidado del pastel…
—se rio nerviosa, preguntándose si no se estaba dejando
llevar demasiado. Lo cierto era que no quería que se detuviera,
pero la preocupaba.
El moreno la miró a los ojos y luego se apartó un
poco, entregándole el plato y apoyándose con un codo
en el respaldo.
—No iba a hacer nada.
—No… está bien, sólo lo decía
—se rio comiendo un trozo de pastel y mirándolo nerviosa,
preguntándose si había sido demasiado brusca.
—¿Te gusta? —le tocó el borde de las
medias con un dedo, deslizándolo entre su piel y la tela.
—Me encanta, me encantan los dulces y este… es de los
mejores —le aseguró sonriendo un poco más tranquila
al ver lo que hacía, eso es que no estaba enfadado.
—¿Te asusté? —le preguntó riéndose
un poco.
—¿Intentabas asustarme? —lo miró riéndose
luego y colocando un trozo de pastel frente a sus labios —No
sabía que eras travieso, Osamu-san.
El moreno probó el pastel, colocándose después
las gafas de nuevo y sonriendo.
—No lo intentaba, pero es gracioso.
—¿Por qué? No tiene nada de gracioso asustar
a una chica inocente y pura —bromeó volviendo a comer
ella misma y mirándolo de reojo —. Así está
mejor, ¿verdad?
—Sí, así está bien… —tiró
un poco de la gomita de sus medias y apartó el dedo —Yuki,
¿por qué motivo me dejarías? ¿Parezco
un desesperado? —le preguntó luego al notar cómo
sonaba eso.
—No, creo que eres muy dulce. Y yo no te dejaría…
Tengo más miedo de que me dejes tú a mí —sonrió
apartando la mirada un poco.
—Eso no ocurrirá —le aseguró, sujetándole
la cara para que lo mirase —. Aunque cometieses un error,
te perdonaría. Después de todo… ya no tengo
veinte años.
—Eres un tonto, Osamu-san… A mí no me gusta
nadie más que tú —lo miró directamente,
sonriendo un poco de nuevo, aunque de forma distinta.
—Y si algún día me enfado, espero que me sepas
perdonar —dejó el plato sobre la mesa y la sujetó
por la cintura para que lo abrazase.
—Claro que sí —lo abrazó apretando los
párpados luego —. Yo también… espero que
me sepas perdonar.

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