.After the Afeterlife- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capítulo 16
Before the afterlife comes to greet us

Viernes, febrero 5

Don dejó la puerta de la oficina del decano abierta, mientras se disponía a hablar con él. El hombre, al girarse y verlo allí, pareció disimular su malestar bastante bien, pero no lo suficiente para que el otro no lo notase.

—¿Quería hablar de algo, doctor Crawford?

—¿Cree que deberíamos hablar de algo? —le devolvió la pregunta, pensando que además… había sido un poco reveladora.

—Es usted quien está en mi despacho… —sonrió un poco, ajustándose la corbata.

—Supuse que le agradaría conocer la noticia de que Jiken está vivo.

—¿Cómo? ¿Qué quiere decir? —preguntó, acercándose a él más de lo que al otro le parecía cómodo.

Salió al pasillo sin darle la espalda, sonriendo un poco.

—Quiero decir que sé lo que ocurrió.

—No sé de lo que me está hablando… —protestó enseguida, con un tono de voz mediador.

—¿No? Y si embargo se ve tan nervioso… A la policía no le gustará cuando les hablemos de sus reuniones nocturnas —lo hostigó el otro.

—¡No sé qué insinúa!

—Ni de la cabaña en el bosque… Ahora mismo van hacia allí.

—No… ¿por qué vendría a decirme eso usted entonces? —se rio, preguntándose si esperaba obtener una confesión o algo así —Si me disculpa, estoy demasiado ocupado para sus conjeturas. Creo que tanto tiempo con esos pirados… se le ha pegado algo… sin duda —lo apartó, bajando las escaleras con fingida falta de prisa.

Lowe saltó de su asiento en la banca del campus, dándole en un brazo a Steiner, aunque no era necesario.

—Ahí va, eso fue rápido, ¿no? —lo señaló con un movimiento de cabeza mientras iban tras él. No los había visto, llevaba tanta prisa que ni siquiera había mirado a su alrededor.

Cuando se metió en el coche, los otros dos esperaron a que pasasen dos autos más tras él, siguiendo la circulación, antes de ir tras él en la Hayabusa del moreno.

—Tiene mucha prisa por ir a deshacerse de las pruebas supongo. Eso esperando que no nos lleve hasta casa de Don… —le dijo mientras conducían despacio, a la velocidad que los coches de delante les permitían.

—No, además… Bronco y Ageha están allí —contestó, apretando las manos contra su cintura y decidiendo confiar en que ellos pudiesen detenerlo. Les había enviado un mensaje de texto de todas maneras para que estuvieran alerta, y estaba seguro de que Ageha llamaría a Don enseguida. Poco a poco iban apartándose del camino principal.

Steiner miró atrás, Don los estaba siguiendo desde lejos, obviamente tratando de ser discreto.

Los llevó hasta una casa en las afueras, y tuvo que aparcar la moto a lo lejos entre unos coches.

—Será mejor echar una ojeada a ver qué está haciendo ahí dentro —propuso Steiner, levantándose de la moto y caminando hacia la casa.

—¿Tienes con qué defenderte, verdad? —le preguntó Lowe, aunque él sólo podía lanzarle el teléfono móvil como mucho. Ahora estaba más nervioso que nunca, pero no pensaba echarse para atrás.

—Tengo esto —sacó el cuchillo que había utilizado anteriormente, pensando que tampoco era mucho.

—Por aquí —lo guió, ya que sabía que les sería más fácil entrar por el jardín trasero. Después de todo, no había una gran variedad entre las casas del pueblo.

—Como esté regando las plantas… —bromeó Steiner con una sonrisa en los labios, sujetándole el hombro y pasándolo tras él como quien no quiere la cosa.

—Te ofrezco de voluntario —le advirtió por hacerse el gracioso, aunque sujetando su cadera por un momento. Sabía que era conveniente que fuese adelante si era el único con un arma, pero igual se ponía nervioso —. Las ventanas de atrás suelen ser fáciles de abrir. No preguntes cómo lo sé.

—Oh… Lowe, pensaba que no había secretos entre nosotros. Mal chico… —Steiner sonrió, asomándose discretamente por la ventana, comprobando que no hubiese nadie cerca.

Metió la punta del cuchillo por entre el metal, hasta que la ventana comenzó a subir y pudo levantarla con las manos.

—Sh —Lowe lo calló, aunque ya era innecesario, sin poder suprimir una leve sonrisa, no deberían estar bromeando en ese momento, era una estupidez. Esperó a que Steiner hubiese entrado, pasando luego con su ayuda, la cocina estaba vacía, no tenía nada de extraño, pero no sabía por qué había esperado otra habitación tenebrosa.

—¿Dónde estará? –murmuró, aprovechando para coger otro cuchillo y entregárselo al rubio.

Salió con cuidado de no topárselo. La verdad es que tenía la adrenalina a todo gas. Le preocupaba que estuviera esperándolos detrás de cualquier esquina.

Lowe no se apartaba de él, girándose un poco para asegurarse de que no les fuera a salir por detrás, pero tal parecía que la planta baja estaba desierta. Era extraño. No escuchaba ningún ruido, ¿los estaría esperando?

El moreno se pegó a la pared mientras caminaban, mirando antes de entrar en el salón. Sabía que ese tipo tenía armas, le daba miedo recibir un disparo de pronto.

Le hizo una seña a Lowe, allí no había nadie. Don ya debía haber llegado, y seguramente estaba pensando en matarlos. Le señaló una foto que había sobre la chimenea.

Lowe dirigió su mirada hacia la misma, abriendo la boca. Era una foto del decano, un poco más joven, junto con otro hombre, en realidad bastante similar a él en cuanto a facciones, excepto que parecía tener la mirada ida y era mucho más alto y corpulento. Con un poco más de atención, pudo darse cuenta de que había un par de fotos más en la pared, una foto familiar entre ellas.

—Me parece a mí que este es el “colega” de Jiken… y el otro lo sabe —susurró, tirando de él al escuchar unos ruidos abajo. Se escondió detrás del sillón con él, respirando profundamente.

Lowe contuvo la respiración por su parte como siempre que se asustaba y se agachó lo más que podía, aunque se sentía tentado de mirar. Se podía escuchar el sonido de las pisadas, pero no estaba seguro de si se acercaban o se alejaban.

—Creo que está abajo… —susurró, agachándose y apoyando la oreja contra el suelo de madera. Señaló, mirando luego al chico con cara de ir a preguntar algo.

—Vamos… —susurró Lowe, decidiéndose y escuchando los golpes en la puerta enseguida. La misma se abrió dejando pasar a un grupo de policías, que no tardaron en encontrarlos, apuntándolos con las armas.

—¿Vosotros sois Steiner y Lowe? —preguntó el que parecía estar a cargo, mientras que los otros pasaban adentro, revisando.

El rubio asintió, alzando las manos y soltando el cuchillo del susto, aunque suponía que los había llamado Don.
—Vamos, salgan… —les dijo uno de aquellos hombres, señalándoles la puerta.

Ambos salieron a toda prisa. Afuera estaba Don con cara de circunstancias, aliviado al verlos salir. En cuanto se aproximaron movió un poco la cabeza.

—Estaremos detenidos… —les advirtió —No saben nada sobre los demás. Sólo han cuidado de Jiken. ¿Entendido?

—Entendido… —murmuró Steiner. Cuantos menos quedasen pringados… mejor.

—Por mí también —asintió Lowe, además pensando que Jiken no estaría muy bien si lo separaban de Bronco.

Giró la cabeza, sobresaltado al escuchar el escándalo dentro de la casa.

—¡No se mueva! ¡Lo tenemos rodeado! —la voz no sonaba tranquila sin embargo, sino alterada, llena de adrenalina.

El decano gritó de manera salvaje, y lo único que se escuchó después de eso fue el sonido de varios disparos, uno detrás del otro.

Don alzó una ceja y le dio con el codo a Steiner, de forma que casi le hundió una costilla.

—No sonrías… —murmuró con cara de que ese chico estaba un poco mal también.

—Si lo han matado, se lo merecía… —se encogió de hombros, frunciendo el ceño.

Antes de que los policías salieran, una mujer uniformada y otros dos más les pidieron que los acompañasen a la comisaría.

*****

Ageha se paseaba de un lado a otro de la habitación, mordiéndose una uña. Sabía que Don estaba bien, ya que le había avisado, pero desde entonces no tenía noticias de ellos y eso lo estaba volviendo loco.

—¿Estarán bien? —le preguntó Jiken a Bronco como si él pudiera saberlo, sólo necesitaba que lo tranquilizara.
—Sí, están con la policía —le aseguró, suspirando y preguntándose si era buena idea eso de fingir que ellos no habían hecho nada. Se sentía un poco falso por hacer que otros quedasen con las culpas.

—Pero estarán bien, ¿no? —insistió Jiken, en realidad pensando en las consecuencias ahora —Debí haber ido a la policía desde un principio.

—No sabíamos en quién confiar y no estabas en condiciones —le recordó Ageha, acercándose al sofá y colocando una mano en el hombro de cada uno —Estará bien, Don lo explicará todo de buenas maneras. Además, nosotros sólo estábamos huyendo de un asesino y protegiéndote. Estoy seguro de que cualquier otra cosa será considerada defensa personal.

—Sí, no creo que les suceda nada, además… Don sabe cómo lavar cerebros… —trató de bromear Bronco para relajarlos. Tampoco estaba tan de broma.

—Sí, sabe hacer eso —sonrió Ageha comprendiendo lo que hacía, aunque volvió a mirar su reloj, nervioso.

Alguien llamó a la puerta y Jiken apretó la mano de Bronco, tensándose mientras Ageha iba a abrir.

—Policía —le dijo el hombre que lo miraba a los ojos, mostrándole la placa y echando un vistazo adentro —. El chico está aquí, ¿no es cierto?

Bronco lo sujetó por la espalda, preguntándose si iban a detenerlo o algo así. Si lo detenían, se iba con él.

—Sí, aquí está —Ageha se hizo a un lado dejándolo pasar, aunque manteniéndose alerta por si acaso —. ¿Cómo están los demás?

—Están en la oficina, dando sus declaraciones. Vamos a tener que pediros que nos acompañéis también —le pidió el compañero del otro policía.

Los hombres iban acompañados por un tercero, por su aspecto, debía de ser un sicólogo o algo así. Parecía una rata arrugada y delgada.

Bronco se levantó con el chico, decidido a acompañarlo.

—Estaré todo el tiempo contigo —le susurró.

—No me dejes —asintió Jiken apretando su mano aún más y empezando a caminar hacia la puerta.

—Y yo te llevo la cazadora —le ofreció Ageha notando que el chico no estaba en ello y se iba a congelar con esa camiseta sin mangas.

Se reunieron tras prestar declaración todos, y fueron dejados en libertad unas horas después. Jiken tuvo que quedarse por un tiempo más, hablando con aquel sicólogo, pero dado que el chico ya estaba a manos del doctor Crawford, el cual había hecho muy buenas migas con el otro, (por supuesto con toda la intención), este lo dejó en sus manos, puesto que ya lo conocía y el chico confiaba en él.

Nadie iba a presentar una denuncia contra ellos, por supuesto, habían evitado mencionar los detalles más escabrosos.

En cuanto Jiken salió de la oficina, Bronco se levantó para ir junto a él. Les hablaron unos minutos más, y luego los dejaron marchar.

Los demás los recibieron en la sala de espera de la comisaría, y salieron de allí a caminar hasta el lugar donde los habían detenido, ya que no tenían sus vehículos.

—Parece que encontraron mi coche —les dijo Bronco —. No está tan destrozado según dicen, pero es mi responsabilidad… y me ponen una multa por eso —se quejó con el ceño fruncido.

—Consuélate de que sólo sea eso —Steiner se rio, para él todo había salido lo suficientemente bien —. Eh, Don. A ti te han contado lo que sucedió allí dentro, ¿no?

—Sí… —murmuró, cansado sólo de pensar en ir caminando hacia allí.

—Yo estoy feliz de que se haya acabado, como sea —sonrió Ageha con ganas de colgarse de Don en realidad, sólo conteniéndose porque estaban en público.

—Dijeron que está muerto —comentó Jiken intercambiando una mirada con Bronco, aún no se lo podía creer del todo.

—El decano sí… al parecer el otro hombre está en coma.

—¿Cómo? —preguntó Bronco sorprendido.

—Sí, desde la noche anterior sospechan, no conocen los motivos, pero… al parecer el decano estaba muy histérico, gritando que alguien le había hecho eso a su hermano —Don suspiró, negando con la cabeza —. Desenterrarán los restos de Pardal y le darán sepultura después de una autopsia. Lo mismo con su novio, pero no he podido decirles nada acerca de dónde sospechábamos que podía estar. Les he dicho que te habían amenazado con enterrarte bajo el lago como a él….

—Ya, no podías ser tan creativo y contarle lo de Bronco —dijo Steiner, mirando a su jefe un momento, pero este miraba a Jiken, algo confundido.

Jiken lo estaba mirando de vuelta, sorprendido, lo cierto es que no había creído del todo que aquello funcionase, pero, ¿lo habían hecho ellos?

Lowe alzó una ceja, frunciendo el ceño.

—¿Hay algo que queráis decirnos?

—No… No —negó Jiken con la cabeza, incluso intentando sonreír, aunque le salió torcido el gesto —. Espero que Pardal y James se puedan reunir ahora.

—Seguro que sí, no hay nada que los detenga ahora —le aseguró Ageha.

—Podremos averiguarlo, y lo haremos —Bronco le sonrió ligeramente, pasándole la mano por el cabello y guardándose su pequeño secreto para ambos.

—Y a mí no me echarán de mi puesto de trabajo… —comentó Don felizmente, o más bien… satisfecho, seguía muy nervioso y agobiado.

—¿Ves? Te dije que todo resultaría bien. ¿En dónde van a conseguir a otro psicólogo como tú, eh? Eres casi hipnótico —se rio Ageha, pegándose a su brazo, y provocando que Lowe carraspeara.

—Supongo que ahora sí avisarán a tu familia…

—Sí, tendré que disculparme de antemano contigo —Jiken sonrió un poco, mirando a Bronco, ya que estaba seguro de que harían un revuelo por unos días y luego desaparecerían de su vida una vez más. En esta ocasión, era precisamente lo que quería.

—No me preocupa —le aseguró el otro, negando con la cabeza, y pensando que no iba a hacerles ni caso. Era un experto en eso.

—Pero finalmente… ¿Eran dos hermanos sicópatas? —Steiner volvió al tema.

—Finalmente… parece ser que el decano protegía a su hermano, el cual no parece que estuviera bien de la cabeza. Ni siquiera lo justo para poder vivir en sociedad. Pero no lo sé, apenas saben nada ellos, mucho menos yo. Supongo que algún día lo veremos en las noticias, pero eso no es lo que importa ya.

—No, lo que importa es que acabó y que todos estaremos bien ahora, hay que mirar al futuro —les aseguró Ageha, aunque observando por un momento a Jiken y a Bronco. Estaba seguro de que no sería tan fácil para ellos, el chico iba a necesitar terapia seguramente, no se veía demasiado feliz a pesar de todo.
—Supongo que podemos volver a nuestro piso… —murmuró Lowe, preguntándose qué iba a hacer Jiken. Tal vez se fuera con Bronco a la ciudad.

Steiner se quedó en silencio, preguntándose si se iba a quedar con su amigo una temporada. Le parecía normal por otra parte, pero él tenía que seguir trabajando, y allí no había nada por hacer. Sabía que Bronco no iba a querer publicar ni una palabra sobre lo sucedido.

El ambiente se había hecho pesado, ya que cada cual estaba pensando en el futuro, tanto inmediato como lejano.

—Todavía no sé lo que voy a hacer… —murmuró Jiken, pensativo.

—Bueno, ahora mismo vamos a descansar y más tarde, a celebrar. Esto parece un funeral, ¿eh? —se quejó en broma Ageha, tratando de subirles los ánimos. Aún tenía que hablar con Bronco para ver si podían arreglar algo.

—Alguien ha muerto, aunque no vamos a echarlo de menos… —Steiner sonrió un poco, sujetando a Ageha por los hombros de pronto.

—Sí, pero eso es… lo contrario para nosotros, ¿no? No me riñáis por ser creepy —les advirtió antes de que alguien fuera a decir algo.

—No sería sincero decir que lamento su pérdida —murmuró Bronco con el ceño fruncido —. Aunque hubiera preferido que sufriera en vez de morir de un tiro.

—Creo que sufrió suficiente al ver así a su hermano, y dudo que hubiera algo que pudiese hacerle sufrir más —le contestó Don, mirando a Ageha un momento.

El chico le devolvió la mirada, sonriendo un poco por si estaba celoso.

—Me pregunto qué pasará con las reuniones —Jiken entrecerró los ojos ligeramente, quería hablar con Bronco en privado para ver si pensaba lo mismo que él sobre lo que había sucedido.

—Supongo que todos se enterarán de lo que realmente sucedía y se acabarán. ¿Para qué iban a querer continuar, eh? —Lowe le dio un codazo suave, tirando de Steiner después.

—Sí, mi amor… —el chico sonrió, regresando con él y sujetándolo por los hombros, besándolo de pronto y parándose para abrazarlo mientras lo hacía.

—Supongo que podremos encontrar un piso por aquí para poner la oficina —comentó Bronco, a Ageha más que nada. Pero era estúpido irse, cuando todos tenían aquí su vida ahora. Por no hablar de que esos dos eran su familia, no quería perderlos.

—¿En serio? ¿Aquí? —Ageha casi saltó, depositando un beso en la mejilla de Bronco —Claro que sí, lo encontraremos, ¿no, Don? ¿Tú sabes de alguno?

—Bueno, podríais alquilar uno en el edificio donde vivo, son bastante espaciosos —sugirió Lowe, que además quería conservar aquello como su base de regreso de todas maneras.

Jiken estaba sonriendo para sí, de manera natural. Hubiera seguido a Bronco a donde fuera, pero a decir la verdad, prefería permanecer allí con lo que consideraba su verdadera familia, al menos por el momento.

—Tampoco necesitamos mucho espacio… —murmuró Bronco pensativo, aunque había sonreído con el beso de Ageha.

—Oh, no… Ageha no usa su silla porque se sienta en las piernas de Bronco, y Bronco duerme en los sofás, así que no necesita cama… —Steiner aprovechó para meterse con ellos. La verdad es que no le importaba tanto, él no se quedaba “en puerto” por mucho tiempo —Aunque tal vez ahora sí necesite una cama… ¿quieres que te venda la mía? —se rio con malicia.

—No, gracias, no quiero una cama llena de inmundicia —se quejó, aunque luego le dio la risa —. Tengo cama en mi piso, y tú lo sabes…

—No lo digas así, vas a hacer que la gente se confunda —le dio una nalgada y Bronco frunció el ceño.
—Lowe, ponlo lejos de mí —le pidió.

—A mí no me miréis, no es mi culpa —se alejó el rubio, frunciendo el ceño, aunque en realidad le daba la risa.
—Y yo ahora me sentaré sobre las piernas de Don —bromeó Ageha, explicándole luego —. Piernas, mucho más cómodas que cualquier silla.

—Depende de qué tan seguras sean —comentó Jiken, aunque no iba en serio realmente, y sonrió para demostrarlo.

—Ah… cómo se me falta al respeto de pronto… —murmuró Don, sujetando a Ageha por la cintura y atrayéndolo pegado a él. La verdad es que le daba igual si se sentaba sobre Bronco o no. Pero no quería verlo sobre Steiner ni en medio de una multitud. Sólo esperaba que aceptase quedarse a vivir con él.

Steiner estaba siguiendo a Lowe y sujetándolo como si nada, y no pudo evitar reírse para sí al verlos. Ese chico… ni siquiera sabía lo que era la seriedad, no por más de dos minutos.

—¿Quieres dejar eso? —se quejaba Lowe, enrojeciendo, sin siquiera darse cuenta de por dónde pasaban.

Bronco caminaba un poco más atrás con Jiken, y lo miró, sonriendo ligeramente.

—Creo que nosotros hicimos eso…

—Sí, yo también lo creo —le sonrió de vuelta, extrañamente sintiéndose más fuerte —. ¿Crees que esté atrapado en ese mundo?

—Eso creo. Así que… no lo dejes salir nunca. Nosotros podemos ir a otro, estoy seguro de que allí podremos verlos a ellos. Pero probablemente se marcharán cuando sean libres —sujetó su mano, rozándola con uno de sus dedos.

—Sí, pero creo que… Me gustaría verlos juntos, ¿sabes? —se encogió de hombros, acariciando su mano de vuelta —Me gustaría saber que realmente los ayudamos.

—Sé que lo hicimos, pero podemos comprobarlo esta noche. Lo haremos, ¿vale? —apretó un poco su mano, siguiéndolos hacia el coche de Don, mirando a la casa, que estaba precintada por un cordón oficial, y había policías entrando y saliendo. Unos cuantos vecinos estaban mirando por las ventanas, o simplemente parados en la calle.

—Sí, hagámoslo. Además, tengo que crear ese mundo que te prometí —le aseguró sonriendo abiertamente ahora mientras lo seguía, tratando de no mirar hacia la casa, a diferencia de Bronco. Tenía miedo de verlo allí, mirándolo de vuelta. Sería ilógico, pero no podía evitar los escalofríos.

—Yo creo que deberíamos comprar un pastel grande, en ese sitio, ya sabes… —comentaba Ageha mientras tanto, confabulado con Don. Era como si un nubarrón hubiese desaparecido de sus vidas.

—Sí, yo también lo creo, y unas galletas… —entró en el coche con él, mientras Steiner se alejaba con Lowe hacia la moto.

Bronco y Jiken entraron detrás, y Don los miró un momento.

—¿Os importa si paramos en una pastelería antes?

—A mí no… —Bronco se medio recostó contra el respaldo, sujetando a Jiken contra él.

—A mí tampoco, extraño las galletas —le sonrió el chico, permaneciendo así.

—Ajá, así que no fui el primero en comer de tus galletas —se quejó Ageha, riéndose luego mientras entraba en el coche —Es terrible…

—No… me encanta invitar a galletas a los jovencitos… demándame —Don se rio, encendiendo el coche y sacudiendo un poco la cabeza.

—No mientras me des pastel —le contestó, poniéndose el cinturón de seguridad y mirando por la ventana.

*****

—¿Cuánto tiempo más te vas a quedar aquí? —Lowe se aferraba con fuerza a la cintura de Steiner, mientras este echaba a andar la moto.

—No lo sé, hasta que decidas venir conmigo, o no me quede más remedio.

—Sólo quiero estar con Jiken por un poco más de tiempo. Creo que necesita algo de normalidad. Vas a vivir conmigo, ¿o no? —le preguntó poniéndose serio por si acaso.

—Si me amenazas así… supongo que no puedo decir que no, ¿verdad? —sonrió, deseando poder besarlo, pero no podía ahora —Deberíamos pasar por tu casa primero. Antes de ir a la de Don…

—Claro que no, se preocuparán… —protestó enrojeciendo hasta la médula y apretándose más para murmurar luego —Aunque creo que irán a una pastelería primero…

—Y si se preocupan… creo que Bronco y Ageha pueden adivinar… —se paró un momento, girándose un poco para besarlo, apoyándose contra él.

Lowe cerró los ojos, devolviéndole el beso y sonriendo luego, aunque seguía rojo.

—Mejor vamos ya, no quiero que llamen durante…

—Apaga el móvil —se rio, poniéndose en marcha de nuevo y sonriendo —¡Te quiero! —le gritó, riéndose.
—¡No voy a apagar el móvil! —se quejó, riéndose y sujetándose mejor de él —Idiota…

*****

—Eh, creo que Steiner se desvió del camino —comentó Ageha mirando por el retrovisor y sonriendo un poco, ya imaginaba lo que iba a hacer.

—¿A quién sorprende? —murmuró Don alzando una ceja y mirando atrás también. Le hacía feliz por Lowe de todas formas.

—Bueno, no todo el mundo celebra con pasteles —Bronco se rio un poco, aunque tenía cara de estarse quedando dormido.

—Se pueden tener las dos cosas, ¿sabes? —se rio Ageha mirando hacia atrás.

Jiken le estaba acariciando el cabello a Bronco, aunque tampoco se veía demasiado alerta, pero estaba sonriendo. No lo había visto sonreír tantas veces en un solo día.

—Se puede tener más que eso.

—¿Las dos cosas? —preguntó Bronco.

—Oh… basta, no quiero saber esas cosas —se quejó Don.

—Sí quieres, y querrás —Ageha se rio, sentándose bien de nuevo y colocando una mano sobre la pierna de Don.

—Pero no las de otros… —lo miró de soslayo, sonriendo un poco y bajando la vista a su mano. Dios… ¿Nadie podía sentirse turbado como él? Tal vez Jiken, a Bronco le faltaba poco para dormirse, y Ageha estaba como una moto. De los otros dos mejor ni hablar.

Bueno, tal vez… todo era mejor así.


 
 

Tambien puedes dejar tus comentarios y opiniones en la sección de este fic en el foro foro yaoi

yaoi shop, yaoi t-shirts, uke t-shirts, wings on  the back