Capítulo 16
Before the afterlife comes to greet us
Viernes, febrero 5
Don dejó la puerta de la oficina del decano abierta, mientras
se disponía a hablar con él. El hombre, al girarse
y verlo allí, pareció disimular su malestar bastante
bien, pero no lo suficiente para que el otro no lo notase.
—¿Quería hablar de algo, doctor Crawford?
—¿Cree que deberíamos hablar de algo? —le
devolvió la pregunta, pensando que además… había
sido un poco reveladora.
—Es usted quien está en mi despacho… —sonrió
un poco, ajustándose la corbata.
—Supuse que le agradaría conocer la noticia de que
Jiken está vivo.
—¿Cómo? ¿Qué quiere decir? —preguntó,
acercándose a él más de lo que al otro le parecía
cómodo.
Salió al pasillo sin darle la espalda, sonriendo un poco.
—Quiero decir que sé lo que ocurrió.
—No sé de lo que me está hablando… —protestó
enseguida, con un tono de voz mediador.
—¿No? Y si embargo se ve tan nervioso… A la
policía no le gustará cuando les hablemos de sus reuniones
nocturnas —lo hostigó el otro.
—¡No sé qué insinúa!
—Ni de la cabaña en el bosque… Ahora mismo
van hacia allí.
—No… ¿por qué vendría a decirme
eso usted entonces? —se rio, preguntándose si esperaba
obtener una confesión o algo así —Si me disculpa,
estoy demasiado ocupado para sus conjeturas. Creo que tanto tiempo
con esos pirados… se le ha pegado algo… sin duda —lo
apartó, bajando las escaleras con fingida falta de prisa.
Lowe saltó de su asiento en la banca del campus, dándole
en un brazo a Steiner, aunque no era necesario.
—Ahí va, eso fue rápido, ¿no? —lo
señaló con un movimiento de cabeza mientras iban tras
él. No los había visto, llevaba tanta prisa que ni
siquiera había mirado a su alrededor.
Cuando se metió en el coche, los otros dos esperaron a
que pasasen dos autos más tras él, siguiendo la circulación,
antes de ir tras él en la Hayabusa del moreno.
—Tiene mucha prisa por ir a deshacerse de las pruebas supongo.
Eso esperando que no nos lleve hasta casa de Don… —le
dijo mientras conducían despacio, a la velocidad que los
coches de delante les permitían.
—No, además… Bronco y Ageha están allí
—contestó, apretando las manos contra su cintura y
decidiendo confiar en que ellos pudiesen detenerlo. Les había
enviado un mensaje de texto de todas maneras para que estuvieran
alerta, y estaba seguro de que Ageha llamaría a Don enseguida.
Poco a poco iban apartándose del camino principal.
Steiner miró atrás, Don los estaba siguiendo desde
lejos, obviamente tratando de ser discreto.
Los llevó hasta una casa en las afueras, y tuvo que aparcar
la moto a lo lejos entre unos coches.
—Será mejor echar una ojeada a ver qué está
haciendo ahí dentro —propuso Steiner, levantándose
de la moto y caminando hacia la casa.
—¿Tienes con qué defenderte, verdad? —le
preguntó Lowe, aunque él sólo podía
lanzarle el teléfono móvil como mucho. Ahora estaba
más nervioso que nunca, pero no pensaba echarse para atrás.
—Tengo esto —sacó el cuchillo que había
utilizado anteriormente, pensando que tampoco era mucho.
—Por aquí —lo guió, ya que sabía
que les sería más fácil entrar por el jardín
trasero. Después de todo, no había una gran variedad
entre las casas del pueblo.
—Como esté regando las plantas… —bromeó
Steiner con una sonrisa en los labios, sujetándole el hombro
y pasándolo tras él como quien no quiere la cosa.
—Te ofrezco de voluntario —le advirtió por
hacerse el gracioso, aunque sujetando su cadera por un momento.
Sabía que era conveniente que fuese adelante si era el único
con un arma, pero igual se ponía nervioso —. Las ventanas
de atrás suelen ser fáciles de abrir. No preguntes
cómo lo sé.
—Oh… Lowe, pensaba que no había secretos entre
nosotros. Mal chico… —Steiner sonrió, asomándose
discretamente por la ventana, comprobando que no hubiese nadie cerca.
Metió la punta del cuchillo por entre el metal, hasta que
la ventana comenzó a subir y pudo levantarla con las manos.
—Sh —Lowe lo calló, aunque ya era innecesario,
sin poder suprimir una leve sonrisa, no deberían estar bromeando
en ese momento, era una estupidez. Esperó a que Steiner hubiese
entrado, pasando luego con su ayuda, la cocina estaba vacía,
no tenía nada de extraño, pero no sabía por
qué había esperado otra habitación tenebrosa.
—¿Dónde estará? –murmuró,
aprovechando para coger otro cuchillo y entregárselo al rubio.
Salió con cuidado de no topárselo. La verdad es
que tenía la adrenalina a todo gas. Le preocupaba que estuviera
esperándolos detrás de cualquier esquina.
Lowe no se apartaba de él, girándose un poco para
asegurarse de que no les fuera a salir por detrás, pero tal
parecía que la planta baja estaba desierta. Era extraño.
No escuchaba ningún ruido, ¿los estaría esperando?
El moreno se pegó a la pared mientras caminaban, mirando
antes de entrar en el salón. Sabía que ese tipo tenía
armas, le daba miedo recibir un disparo de pronto.
Le hizo una seña a Lowe, allí no había nadie.
Don ya debía haber llegado, y seguramente estaba pensando
en matarlos. Le señaló una foto que había sobre
la chimenea.
Lowe dirigió su mirada hacia la misma, abriendo la boca.
Era una foto del decano, un poco más joven, junto con otro
hombre, en realidad bastante similar a él en cuanto a facciones,
excepto que parecía tener la mirada ida y era mucho más
alto y corpulento. Con un poco más de atención, pudo
darse cuenta de que había un par de fotos más en la
pared, una foto familiar entre ellas.
—Me parece a mí que este es el “colega”
de Jiken… y el otro lo sabe —susurró, tirando
de él al escuchar unos ruidos abajo. Se escondió detrás
del sillón con él, respirando profundamente.
Lowe contuvo la respiración por su parte como siempre que
se asustaba y se agachó lo más que podía, aunque
se sentía tentado de mirar. Se podía escuchar el sonido
de las pisadas, pero no estaba seguro de si se acercaban o se alejaban.
—Creo que está abajo… —susurró,
agachándose y apoyando la oreja contra el suelo de madera.
Señaló, mirando luego al chico con cara de ir a preguntar
algo.
—Vamos… —susurró Lowe, decidiéndose
y escuchando los golpes en la puerta enseguida. La misma se abrió
dejando pasar a un grupo de policías, que no tardaron en
encontrarlos, apuntándolos con las armas.
—¿Vosotros sois Steiner y Lowe? —preguntó
el que parecía estar a cargo, mientras que los otros pasaban
adentro, revisando.
El rubio asintió, alzando las manos y soltando el cuchillo
del susto, aunque suponía que los había llamado Don.
—Vamos, salgan… —les dijo uno de aquellos hombres,
señalándoles la puerta.
Ambos salieron a toda prisa. Afuera estaba Don con cara de circunstancias,
aliviado al verlos salir. En cuanto se aproximaron movió
un poco la cabeza.
—Estaremos detenidos… —les advirtió —No
saben nada sobre los demás. Sólo han cuidado de Jiken.
¿Entendido?
—Entendido… —murmuró Steiner. Cuantos
menos quedasen pringados… mejor.
—Por mí también —asintió Lowe,
además pensando que Jiken no estaría muy bien si lo
separaban de Bronco.
Giró la cabeza, sobresaltado al escuchar el escándalo
dentro de la casa.
—¡No se mueva! ¡Lo tenemos rodeado! —la
voz no sonaba tranquila sin embargo, sino alterada, llena de adrenalina.
El decano gritó de manera salvaje, y lo único que
se escuchó después de eso fue el sonido de varios
disparos, uno detrás del otro.
Don alzó una ceja y le dio con el codo a Steiner, de forma
que casi le hundió una costilla.
—No sonrías… —murmuró con cara
de que ese chico estaba un poco mal también.
—Si lo han matado, se lo merecía… —se
encogió de hombros, frunciendo el ceño.
Antes de que los policías salieran, una mujer uniformada
y otros dos más les pidieron que los acompañasen a
la comisaría.
*****
Ageha se paseaba de un lado a otro de la habitación, mordiéndose
una uña. Sabía que Don estaba bien, ya que le había
avisado, pero desde entonces no tenía noticias de ellos y
eso lo estaba volviendo loco.
—¿Estarán bien? —le preguntó Jiken
a Bronco como si él pudiera saberlo, sólo necesitaba
que lo tranquilizara.
—Sí, están con la policía —le aseguró,
suspirando y preguntándose si era buena idea eso de fingir
que ellos no habían hecho nada. Se sentía un poco
falso por hacer que otros quedasen con las culpas.
—Pero estarán bien, ¿no? —insistió
Jiken, en realidad pensando en las consecuencias ahora —Debí
haber ido a la policía desde un principio.
—No sabíamos en quién confiar y no estabas
en condiciones —le recordó Ageha, acercándose
al sofá y colocando una mano en el hombro de cada uno —Estará
bien, Don lo explicará todo de buenas maneras. Además,
nosotros sólo estábamos huyendo de un asesino y protegiéndote.
Estoy seguro de que cualquier otra cosa será considerada
defensa personal.
—Sí, no creo que les suceda nada, además…
Don sabe cómo lavar cerebros… —trató de
bromear Bronco para relajarlos. Tampoco estaba tan de broma.
—Sí, sabe hacer eso —sonrió Ageha comprendiendo
lo que hacía, aunque volvió a mirar su reloj, nervioso.
Alguien llamó a la puerta y Jiken apretó la mano
de Bronco, tensándose mientras Ageha iba a abrir.
—Policía —le dijo el hombre que lo miraba a
los ojos, mostrándole la placa y echando un vistazo adentro
—. El chico está aquí, ¿no es cierto?
Bronco lo sujetó por la espalda, preguntándose si
iban a detenerlo o algo así. Si lo detenían, se iba
con él.
—Sí, aquí está —Ageha se hizo
a un lado dejándolo pasar, aunque manteniéndose alerta
por si acaso —. ¿Cómo están los demás?
—Están en la oficina, dando sus declaraciones. Vamos
a tener que pediros que nos acompañéis también
—le pidió el compañero del otro policía.
Los hombres iban acompañados por un tercero, por su aspecto,
debía de ser un sicólogo o algo así. Parecía
una rata arrugada y delgada.
Bronco se levantó con el chico, decidido a acompañarlo.
—Estaré todo el tiempo contigo —le susurró.
—No me dejes —asintió Jiken apretando su mano
aún más y empezando a caminar hacia la puerta.
—Y yo te llevo la cazadora —le ofreció Ageha
notando que el chico no estaba en ello y se iba a congelar con esa
camiseta sin mangas.
Se reunieron tras prestar declaración todos, y fueron dejados
en libertad unas horas después. Jiken tuvo que quedarse por
un tiempo más, hablando con aquel sicólogo, pero dado
que el chico ya estaba a manos del doctor Crawford, el cual había
hecho muy buenas migas con el otro, (por supuesto con toda la intención),
este lo dejó en sus manos, puesto que ya lo conocía
y el chico confiaba en él.
Nadie iba a presentar una denuncia contra ellos, por supuesto,
habían evitado mencionar los detalles más escabrosos.
En cuanto Jiken salió de la oficina, Bronco se levantó
para ir junto a él. Les hablaron unos minutos más,
y luego los dejaron marchar.
Los demás los recibieron en la sala de espera de la comisaría,
y salieron de allí a caminar hasta el lugar donde los habían
detenido, ya que no tenían sus vehículos.
—Parece que encontraron mi coche —les dijo Bronco
—. No está tan destrozado según dicen, pero
es mi responsabilidad… y me ponen una multa por eso —se
quejó con el ceño fruncido.
—Consuélate de que sólo sea eso —Steiner
se rio, para él todo había salido lo suficientemente
bien —. Eh, Don. A ti te han contado lo que sucedió
allí dentro, ¿no?
—Sí… —murmuró, cansado sólo
de pensar en ir caminando hacia allí.
—Yo estoy feliz de que se haya acabado, como sea —sonrió
Ageha con ganas de colgarse de Don en realidad, sólo conteniéndose
porque estaban en público.
—Dijeron que está muerto —comentó Jiken
intercambiando una mirada con Bronco, aún no se lo podía
creer del todo.
—El decano sí… al parecer el otro hombre está
en coma.
—¿Cómo? —preguntó Bronco sorprendido.
—Sí, desde la noche anterior sospechan, no conocen
los motivos, pero… al parecer el decano estaba muy histérico,
gritando que alguien le había hecho eso a su hermano —Don
suspiró, negando con la cabeza —. Desenterrarán
los restos de Pardal y le darán sepultura después
de una autopsia. Lo mismo con su novio, pero no he podido decirles
nada acerca de dónde sospechábamos que podía
estar. Les he dicho que te habían amenazado con enterrarte
bajo el lago como a él….
—Ya, no podías ser tan creativo y contarle lo de
Bronco —dijo Steiner, mirando a su jefe un momento, pero este
miraba a Jiken, algo confundido.
Jiken lo estaba mirando de vuelta, sorprendido, lo cierto es que
no había creído del todo que aquello funcionase, pero,
¿lo habían hecho ellos?
Lowe alzó una ceja, frunciendo el ceño.
—¿Hay algo que queráis decirnos?
—No… No —negó Jiken con la cabeza, incluso
intentando sonreír, aunque le salió torcido el gesto
—. Espero que Pardal y James se puedan reunir ahora.
—Seguro que sí, no hay nada que los detenga ahora
—le aseguró Ageha.
—Podremos averiguarlo, y lo haremos —Bronco le sonrió
ligeramente, pasándole la mano por el cabello y guardándose
su pequeño secreto para ambos.
—Y a mí no me echarán de mi puesto de trabajo…
—comentó Don felizmente, o más bien… satisfecho,
seguía muy nervioso y agobiado.
—¿Ves? Te dije que todo resultaría bien. ¿En
dónde van a conseguir a otro psicólogo como tú,
eh? Eres casi hipnótico —se rio Ageha, pegándose
a su brazo, y provocando que Lowe carraspeara.
—Supongo que ahora sí avisarán a tu familia…
—Sí, tendré que disculparme de antemano contigo
—Jiken sonrió un poco, mirando a Bronco, ya que estaba
seguro de que harían un revuelo por unos días y luego
desaparecerían de su vida una vez más. En esta ocasión,
era precisamente lo que quería.
—No me preocupa —le aseguró el otro, negando
con la cabeza, y pensando que no iba a hacerles ni caso. Era un
experto en eso.
—Pero finalmente… ¿Eran dos hermanos sicópatas?
—Steiner volvió al tema.
—Finalmente… parece ser que el decano protegía
a su hermano, el cual no parece que estuviera bien de la cabeza.
Ni siquiera lo justo para poder vivir en sociedad. Pero no lo sé,
apenas saben nada ellos, mucho menos yo. Supongo que algún
día lo veremos en las noticias, pero eso no es lo que importa
ya.
—No, lo que importa es que acabó y que todos estaremos
bien ahora, hay que mirar al futuro —les aseguró Ageha,
aunque observando por un momento a Jiken y a Bronco. Estaba seguro
de que no sería tan fácil para ellos, el chico iba
a necesitar terapia seguramente, no se veía demasiado feliz
a pesar de todo.
—Supongo que podemos volver a nuestro piso… —murmuró
Lowe, preguntándose qué iba a hacer Jiken. Tal vez
se fuera con Bronco a la ciudad.
Steiner se quedó en silencio, preguntándose si se
iba a quedar con su amigo una temporada. Le parecía normal
por otra parte, pero él tenía que seguir trabajando,
y allí no había nada por hacer. Sabía que Bronco
no iba a querer publicar ni una palabra sobre lo sucedido.
El ambiente se había hecho pesado, ya que cada cual estaba
pensando en el futuro, tanto inmediato como lejano.
—Todavía no sé lo que voy a hacer… —murmuró
Jiken, pensativo.
—Bueno, ahora mismo vamos a descansar y más tarde,
a celebrar. Esto parece un funeral, ¿eh? —se quejó
en broma Ageha, tratando de subirles los ánimos. Aún
tenía que hablar con Bronco para ver si podían arreglar
algo.
—Alguien ha muerto, aunque no vamos a echarlo de menos…
—Steiner sonrió un poco, sujetando a Ageha por los
hombros de pronto.
—Sí, pero eso es… lo contrario para nosotros,
¿no? No me riñáis por ser creepy —les
advirtió antes de que alguien fuera a decir algo.
—No sería sincero decir que lamento su pérdida
—murmuró Bronco con el ceño fruncido —.
Aunque hubiera preferido que sufriera en vez de morir de un tiro.
—Creo que sufrió suficiente al ver así a su
hermano, y dudo que hubiera algo que pudiese hacerle sufrir más
—le contestó Don, mirando a Ageha un momento.
El chico le devolvió la mirada, sonriendo un poco por si
estaba celoso.
—Me pregunto qué pasará con las reuniones —Jiken
entrecerró los ojos ligeramente, quería hablar con
Bronco en privado para ver si pensaba lo mismo que él sobre
lo que había sucedido.
—Supongo que todos se enterarán de lo que realmente
sucedía y se acabarán. ¿Para qué iban
a querer continuar, eh? —Lowe le dio un codazo suave, tirando
de Steiner después.
—Sí, mi amor… —el chico sonrió,
regresando con él y sujetándolo por los hombros, besándolo
de pronto y parándose para abrazarlo mientras lo hacía.
—Supongo que podremos encontrar un piso por aquí
para poner la oficina —comentó Bronco, a Ageha más
que nada. Pero era estúpido irse, cuando todos tenían
aquí su vida ahora. Por no hablar de que esos dos eran su
familia, no quería perderlos.
—¿En serio? ¿Aquí? —Ageha casi
saltó, depositando un beso en la mejilla de Bronco —Claro
que sí, lo encontraremos, ¿no, Don? ¿Tú
sabes de alguno?
—Bueno, podríais alquilar uno en el edificio donde
vivo, son bastante espaciosos —sugirió Lowe, que además
quería conservar aquello como su base de regreso de todas
maneras.
Jiken estaba sonriendo para sí, de manera natural. Hubiera
seguido a Bronco a donde fuera, pero a decir la verdad, prefería
permanecer allí con lo que consideraba su verdadera familia,
al menos por el momento.
—Tampoco necesitamos mucho espacio… —murmuró
Bronco pensativo, aunque había sonreído con el beso
de Ageha.
—Oh, no… Ageha no usa su silla porque se sienta en
las piernas de Bronco, y Bronco duerme en los sofás, así
que no necesita cama… —Steiner aprovechó para
meterse con ellos. La verdad es que no le importaba tanto, él
no se quedaba “en puerto” por mucho tiempo —Aunque
tal vez ahora sí necesite una cama… ¿quieres
que te venda la mía? —se rio con malicia.
—No, gracias, no quiero una cama llena de inmundicia —se
quejó, aunque luego le dio la risa —. Tengo cama en
mi piso, y tú lo sabes…
—No lo digas así, vas a hacer que la gente se confunda
—le dio una nalgada y Bronco frunció el ceño.
—Lowe, ponlo lejos de mí —le pidió.
—A mí no me miréis, no es mi culpa —se
alejó el rubio, frunciendo el ceño, aunque en realidad
le daba la risa.
—Y yo ahora me sentaré sobre las piernas de Don —bromeó
Ageha, explicándole luego —. Piernas, mucho más
cómodas que cualquier silla.
—Depende de qué tan seguras sean —comentó
Jiken, aunque no iba en serio realmente, y sonrió para demostrarlo.
—Ah… cómo se me falta al respeto de pronto…
—murmuró Don, sujetando a Ageha por la cintura y atrayéndolo
pegado a él. La verdad es que le daba igual si se sentaba
sobre Bronco o no. Pero no quería verlo sobre Steiner ni
en medio de una multitud. Sólo esperaba que aceptase quedarse
a vivir con él.
Steiner estaba siguiendo a Lowe y sujetándolo como si nada,
y no pudo evitar reírse para sí al verlos. Ese chico…
ni siquiera sabía lo que era la seriedad, no por más
de dos minutos.
—¿Quieres dejar eso? —se quejaba Lowe, enrojeciendo,
sin siquiera darse cuenta de por dónde pasaban.
Bronco caminaba un poco más atrás con Jiken, y lo
miró, sonriendo ligeramente.
—Creo que nosotros hicimos eso…
—Sí, yo también lo creo —le sonrió
de vuelta, extrañamente sintiéndose más fuerte
—. ¿Crees que esté atrapado en ese mundo?
—Eso creo. Así que… no lo dejes salir nunca.
Nosotros podemos ir a otro, estoy seguro de que allí podremos
verlos a ellos. Pero probablemente se marcharán cuando sean
libres —sujetó su mano, rozándola con uno de
sus dedos.
—Sí, pero creo que… Me gustaría verlos
juntos, ¿sabes? —se encogió de hombros, acariciando
su mano de vuelta —Me gustaría saber que realmente
los ayudamos.
—Sé que lo hicimos, pero podemos comprobarlo esta
noche. Lo haremos, ¿vale? —apretó un poco su
mano, siguiéndolos hacia el coche de Don, mirando a la casa,
que estaba precintada por un cordón oficial, y había
policías entrando y saliendo. Unos cuantos vecinos estaban
mirando por las ventanas, o simplemente parados en la calle.
—Sí, hagámoslo. Además, tengo que crear
ese mundo que te prometí —le aseguró sonriendo
abiertamente ahora mientras lo seguía, tratando de no mirar
hacia la casa, a diferencia de Bronco. Tenía miedo de verlo
allí, mirándolo de vuelta. Sería ilógico,
pero no podía evitar los escalofríos.
—Yo creo que deberíamos comprar un pastel grande,
en ese sitio, ya sabes… —comentaba Ageha mientras tanto,
confabulado con Don. Era como si un nubarrón hubiese desaparecido
de sus vidas.
—Sí, yo también lo creo, y unas galletas…
—entró en el coche con él, mientras Steiner
se alejaba con Lowe hacia la moto.
Bronco y Jiken entraron detrás, y Don los miró un
momento.
—¿Os importa si paramos en una pastelería
antes?
—A mí no… —Bronco se medio recostó
contra el respaldo, sujetando a Jiken contra él.
—A mí tampoco, extraño las galletas —le
sonrió el chico, permaneciendo así.
—Ajá, así que no fui el primero en comer de
tus galletas —se quejó Ageha, riéndose luego
mientras entraba en el coche —Es terrible…
—No… me encanta invitar a galletas a los jovencitos…
demándame —Don se rio, encendiendo el coche y sacudiendo
un poco la cabeza.
—No mientras me des pastel —le contestó, poniéndose
el cinturón de seguridad y mirando por la ventana.
*****
—¿Cuánto tiempo más te vas a quedar
aquí? —Lowe se aferraba con fuerza a la cintura de
Steiner, mientras este echaba a andar la moto.
—No lo sé, hasta que decidas venir conmigo, o no
me quede más remedio.
—Sólo quiero estar con Jiken por un poco más
de tiempo. Creo que necesita algo de normalidad. Vas a vivir conmigo,
¿o no? —le preguntó poniéndose serio
por si acaso.
—Si me amenazas así… supongo que no puedo decir
que no, ¿verdad? —sonrió, deseando poder besarlo,
pero no podía ahora —Deberíamos pasar por tu
casa primero. Antes de ir a la de Don…
—Claro que no, se preocuparán… —protestó
enrojeciendo hasta la médula y apretándose más
para murmurar luego —Aunque creo que irán a una pastelería
primero…
—Y si se preocupan… creo que Bronco y Ageha pueden
adivinar… —se paró un momento, girándose
un poco para besarlo, apoyándose contra él.
Lowe cerró los ojos, devolviéndole el beso y sonriendo
luego, aunque seguía rojo.
—Mejor vamos ya, no quiero que llamen durante…
—Apaga el móvil —se rio, poniéndose
en marcha de nuevo y sonriendo —¡Te quiero! —le
gritó, riéndose.
—¡No voy a apagar el móvil! —se quejó,
riéndose y sujetándose mejor de él —Idiota…
*****
—Eh, creo que Steiner se desvió del camino —comentó
Ageha mirando por el retrovisor y sonriendo un poco, ya imaginaba
lo que iba a hacer.
—¿A quién sorprende? —murmuró
Don alzando una ceja y mirando atrás también. Le hacía
feliz por Lowe de todas formas.
—Bueno, no todo el mundo celebra con pasteles —Bronco
se rio un poco, aunque tenía cara de estarse quedando dormido.
—Se pueden tener las dos cosas, ¿sabes? —se
rio Ageha mirando hacia atrás.
Jiken le estaba acariciando el cabello a Bronco, aunque tampoco
se veía demasiado alerta, pero estaba sonriendo. No lo había
visto sonreír tantas veces en un solo día.
—Se puede tener más que eso.
—¿Las dos cosas? —preguntó Bronco.
—Oh… basta, no quiero saber esas cosas —se quejó
Don.
—Sí quieres, y querrás —Ageha se rio,
sentándose bien de nuevo y colocando una mano sobre la pierna
de Don.
—Pero no las de otros… —lo miró de soslayo,
sonriendo un poco y bajando la vista a su mano. Dios… ¿Nadie
podía sentirse turbado como él? Tal vez Jiken, a Bronco
le faltaba poco para dormirse, y Ageha estaba como una moto. De
los otros dos mejor ni hablar.
Bueno, tal vez… todo era mejor así.
|