Capítulo 1
For those who will be missed
Lunes, enero 25
La foto de aquella aparición lo miraba desde la pantalla
de su ordenador, como mofándose de él, destrozando
todo el diseño de la página. Ni siquiera se veía
bien, parecía un borrón hecho con tinta o alguna silueta
familiar distorsionada. Exhaló exasperado, echándose
hacia atrás en la silla y mirando a Bronco con cara de que
quería ser salvado. Si hubiera sido cualquier otra publicación,
le hubieran dicho que la retocara un poco, pero ellos sólo
publicaban la verdad, y Ageha no tenía problemas con eso,
sólo odiaba la fealdad.
–Esto no funciona, sería mejor si colocásemos
alguna imagen general. Ni yo me lo creo… –se quejó,
poniéndose de pie y dirigiéndose a donde estaba la
cafetera.
Bronco esbozó una ligera sonrisa y se levantó de
su silla para ir a echar un vistazo a la pantalla de su empleado.
Era un buen editor, muy bueno en realidad, además de muy
trabajador; pero a veces sentía que el aspecto era demasiado
importante para él en todo lo que hacía. Tal vez él
estaba anticuado o algo así, nadie leería una revista
por más buena que fuera, si no se veía bien. Algunos
de sus sponsors eran importantes marcas de trajes italianos o relojes
alemanes demasiado caros para sólo dar la hora. Por su parte,
su pelo canoso se repartía por encima de su frente sin que
él se molestase en peinárselo por las mañanas
ni siquiera, y sus camisetas preferidas eran las que venían
de regalo con el tetra brick de leche. Estaba claro que alguien
como Ageha hacía mucha falta allí.
Se sentó en la silla de él, observando la pantalla.
—A mí me parece que no está mal.
–Es terrible… Se ve como si la hubiera creado yo –se
volvió a quejar, entregándole una taza de café,
y colocando la suya en la mesa, para poder rodearlo con un brazo
–. ¿Cuándo regresa Steiner?
—Esta noche, mañana… —movió la
mano para echar un vistazo a la hora en el reloj de Windows, ya
eran las ocho y media de la noche —A mí no me ha llamado
—le tocó el brazo tras soltar el ratón, dándole
una palmadita suave.
Steiner y Ageha tenían algo, no sabía cómo
calificarlo, pero había algo entre ambos. En realidad, lo
más probable es que ni ellos mismos pudiesen darle un nombre
a su relación.
–Más le vale, me siento tenso –se estiró,
sonriendo un poco y procediendo a sentarse en las piernas de Bronco
con toda la confianza del mundo –. Me haces trabajar demasiado
–se quejó, dejando que los mechones de su cabello teñido
de rosa, cayeran descuidadamente sobre su frente.
—¿Ah sí? —se acomodó un poco,
volviendo a sonreír y tocándole la espalda con una
mano —Si no te pasases medio día hablando, y el otro
medio mirando a saber qué cosas en internet, seguro que acababas
a tiempo —. Se rio sin separar los labios apenas, y echó
la espalda hacia atrás para coger un cigarro de su bolsillo.
Hacía dos años y medio, más o menos, que trabajaba
para él. Podría decirse que eran amigos, o algo así,
nunca había sabido definir muy bien la amistad; el caso es
que sería capaz de matar a alguien por Ageha y sin embargo…
Lo miró, pensando que era muy guapo, no sólo eso.
Era el tipo de chico que hacía a la gente girarse a echarle
un segundo vistazo. Asiático, delgado pero con un cuerpo
tonificado, (aunque tenía que arrastrarlo siempre con él
al gimnasio), alguien realmente atractivo, que además solía
vestirse de forma provocativa. Todo eso… sin mencionar esa
sonrisa encantadora que tenía y lo cariñoso que era…
hacían que amistad no fuera una palabra tan simple cuando
se refería a él.
–Yo sólo me esfuerzo por estar informado, es todo
–se rio, recostándose mejor contra él y tomando
su café para beber un poco.
Amaba trabajar allí, casi no se sentía como un trabajo.
No era sólo la ventaja de reunir lo que había estudiado,
diseño gráfico, con algo que le había interesado
toda la vida, lo paranormal. También se llevaba bien con
Bronco y con Steiner, era como estar en una especie de familia,
sólo que mejor.
—¿Por qué no vemos lo que nos ha llegado al
correo, y dejas esa portada para mañana? —le sugirió,
pensando que seguiría odiándola mañana probablemente,
pero no había nada que hacer. Encendió el cigarro
y se lo llevó a los labios, estirando el brazo para acercar
un papel apretujado que pensaba utilizar como cenicero improvisado.
—Creí que ya habías revisado el correo —lo
miró, levantándose por fin para ir a buscarlo. Lo
habían dejado en una mesita cercana a la puerta, y tomó
el manojo de sobres y cartas, mirándolos por encima —Hay
mucha publicidad… Mira, este se ve interesante, ábrelo
—le entregó uno ligeramente abultado que no parecía
contener solamente papel.
—Así, si es un artefacto explosivo para matarnos por
freaks… que me explote a mí en la cara —murmuró
con el cigarro en los labios, pero bromeaba y Ageha sonrió
encogiéndose de hombros.
—No te preocupes, si es así, me suicidaré para
acompañarte, pero no antes de corregir esa portada.
Bronco no pudo evitar mirarlo mientras se reía para sí.
Lo cierto es que no se libraban de correos electrónicos llamándolos
de todo o burlándose, casi cada día, pero eran respetados
por el instituto de parasicología. Trabajaban con ellos de
forma asidua en la revista, sólo a cambio de promover aquellos
temas.
“Algún día, la idiotez de toda esa gente escéptica
quedará demostrada”, eso solía decir la directora
del centro, con cara de dignidad cansada y apretándole el
brazo como si fueran compañeros en una guerra imaginaria.
Alzó la mano tras abrir el sobre y le mostró lo que
contenía, un dvd.
—Esto es nuevo —los ojos de Ageha se iluminaron con
la curiosidad y abrió la bandeja del dvd rom, como instándolo
a ponerlo inmediatamente.
—Voy, seguro que es una amenaza de muerte o una peli porno
—trató de calmarlo antes de que se decepcionase, colocándolo
de todas formas y apartándose un poco de la mesa como invitándolo
a sentarse en sus piernas de nuevo.
—Si es una peli porno, yo me la quedo —bromeó,
sentándose sobre sus piernas de nuevo y pensando que en realidad
dependía de si no era algo asqueroso. Sin embargo, el reproductor
les mostró algo muy distinto, era la filmación de
un entierro. La imagen se veía borrosa ya que había
sido tomado con un teléfono móvil al parecer, pero
por lo menos, la mano que lo sujetaba era firme.
Bronco se había quedado en silencio, al igual que él,
y se aproximó más a la pantalla, observando cómo,
tras el cura que oficiaba la ceremonia, la silueta de un chico joven
se erguía. La grabación no era nítida para
nada, pero de todas formas podía distinguirse cómo
una figura traslucida se movía hacia delante y atrás
en un extraño balanceo. Estaba cubierto por una especie de
camisola, aunque los demás iban sumamente abrigados, y desde
luego aquella no era la ropa indicada para un chico. Casi parecía
estar descalzo.
—No sé si esto es cierto, pero me pone los pelos de
punta —le dio una palmadita en el muslo y se levantó
para ir a buscar sus gafas.
Ageha apoyó las manos sobre el escritorio, ya que lo había
hecho ponerse de pie, mirando la pantalla con detenimiento.
—He visto muchos fraudes ya, pero no sé si se pueda
lograr algo así con este tipo de cámara. No sé,
parece muy integrado.
—Sí, parece filmado con un teléfono móvil
—se apoyó en su espalda, mirando al monitor y tocándose
el mentón con la mano que sujetaba el cigarro —. Tendré
que examinarlo más de todas formas, pero vamos a ponernos
con esto —tomó el sobre de nuevo, deseando ponerse
en contacto con el remitente, todavía era pronto y podía
hacerlo. Lo volteó dos veces, pero no había nada.
Miró en el interior, nada, sólo el acolchado que protegía
el Dvd. Miró al suelo con la esperanza de que algún
papelito se hubiera caído, pero no era así —.
Genial, es un anónimo —se quejó frunciendo el
ceño.
—No da muchas esperanzas —lo miró Ageha, poniendo
pausa por fin, pero sonriendo un poco —. Es mejor así,
¿no? Eso significa que no es alguien intentando hacerse famoso.
Aunque de todas maneras no debe ser tan difícil encontrar
ese cementerio si está cerca…
—No lo creo. Aquí hay tres cementerios y… ninguno
sigue realizando entierros de esa forma. Nichos…, eso es lo
que hay aquí —palmeó la madera de la mesa —.
En las paredes —murmuró —. O bien es una filmación
en un pueblo o algo así, o es algo de internet…, o
de otro país. ¿Quién sabe? Hasta podría
ser una película experimental o algo así. Nos han
tomado el pelo muchas veces —cogió el sobre otra vez,
mirando los sellos —. No, al menos es de aquí, pero
no sabemos de dónde procede. Tal vez Steiner sepa, le encantan
los cementerios.
—Sexy —dijo medio en broma, sonriendo de nuevo y mirando
el video en pausa —. Realmente espero que no sea una película
experimental o los voy a odiar. A menos que tenga sexo.
—Si lo tiene, seguro que es hetero… —Bronco alzó
una ceja sonriendo, y se sentó otra vez, volviendo a reproducirlo
y apretando el “espacio” para detenerlo en el momento
en que mejor se veía al chico. Observó luego a la
gente a su alrededor, se veía muy mal, no distinguía
rostros, pero sí trajes y demás. Había poca
gente, unos cuantos adultos, ningún chico, eso era extraño
para ser el entierro de alguien tan joven, que probablemente debería
tener unos cuantos amigos.
—Me arruinas las fantasías —se quejó
Ageha, volviendo a sentarse y observando aquella imagen también
—. Es depresivo, ¿no? ¿Crees que sea de hace
poco?
—No lo sé. Desde luego no es de hace siglos teniendo
en cuenta la ropa de los asistentes y que está grabado con
un teléfono móvil, pero… podría ser un
truco lo del móvil —sospechaba de todo en realidad.
Necesitaban un analista, tendría que llevarlo a la universidad
mañana —Y... siempre son depresivos —se rio,
pasándole la mano por el brazo tras colocarse el cigarro
entre los labios.
La puerta sonó tras ellos y un chico de cabello largo y
negro se apoyó contra el marco, sujetando un casco de moto
en una mano y alzando la otra.
—¿Interrumpo algo? —bromeó, torciendo
una sonrisa en su bronceado rostro.
—¡Steiner! —exclamó Ageha, saltando de
las piernas de Bronco y corriendo a abrazarlo —Te he extrañado
y veíamos un video creepy. Bronco dice que te gustan los
cementerios.
—Demasiada información a la vez. Me quedo con lo de
que me has echado de menos —lo sujetó por la cintura
para besarlo, y Bronco giró un poco la silla antes de levantarse
con el Dvd en la mano, llevándolo hacia su portátil.
—Estás muy moreno… —comentó mientras
iba hacia su escritorio —¿Qué tal? ¿Has
sacado algo de provecho?
—Tengo material para unos cuantos reportajes… —le
contestó, sujetando a Ageha contra él todavía,
acariciándole el cabello.
—¿Fotos? —le preguntó el chico, ya que
era lo que le atañía a él —Buenas fotos
—le pidió, mirándolo a los ojos de tal manera
que no parecía que estuvieran hablando de trabajo.
—Tengo fotos de unos templos donde practicaban unos cultos
bastante raros… algunas filmaciones de lugares extraños…
Tengo de todo —lo miró a los ojos también, tocándole
el cabello en la nuca.
—¿Has ido a esa ciudad abandonada? —le preguntó
Bronco, pensando que mejor si se largaban ya, lo estaban poniendo
incomodo, además siempre era la misma historia. Tal vez estaba
un poco celoso y por eso le molestaba tanto…
—Sí, y casi me matan… Bueno, ya lo hablaremos
mañana, ahora tengo hambre y… —miró a
Ageha de nuevo, sonriendo al observar sus labios —¿sueño?
—Sueño, sí —sonrió levemente el
chico, apartándose —. ¿Está bien si termino
esa portada mañana? Tal vez se me ocurra algo para arreglarla.
—Sí, largaos de una vez… —frunció
el ceño un poco, y Steiner soltó a su editor para
que cogiese sus cosas e irse.
—No gruñas —Ageha fue a su escritorio, finalmente
llevándose el ordenador portátil por si se le ocurría
algo en casa y se acercó a Bronco, besándole una mejilla
—. No te quedes hasta muy tarde.
—No… —murmuró serio, aunque luego negó
con la cabeza y sonrió un poco al escuchar la puerta cerrarse.
Steiner besaba a Ageha tras la misma una vez más, antes de
bajar las escaleras del antiguo edificio con el chico rodeado por
los hombros.
La editorial estaba en el primer piso, así que, no era un
gran problema que no hubiese ascensor, y el alquiler era más
barato.
—¿Has cenado algo?
—Un burrito de microondas, pero quisiera algo más…
sustancioso —sonrió, mirándolo y sujetándolo
por la cintura luego. Lo encontraba irresistible, pero era más
que eso, con él se sentía completamente compenetrado.
Lo suyo era algo físico, pero acompañado de un cariño
innegable.
Steiner se rio, sentándose en la moto y metiendo el brazo
por dentro del casco, ya que no se lo ponía para ir hasta
casa desde allí. Sabía que no estaba bien, pero no
era el rey de la prudencia, así eran las cosas.
—Tengo comida tailandesa ahí —le dijo cuando
se sentó tras él.
—Genial, sabes que me encanta —lo rodeó por
detrás, pegándose a su fuerte espalda y entrecerrando
los ojos —. ¿Tú me extrañaste a mí?
—Claro que sí, mucho —sonrió un poco,
sintiendo su cabello largo moverse con el viento, y pensando que
iba a enmarañársele. Cuando se pararon en un semáforo,
aprovechó para recogérselo con una goma —. ¿Ya
me has puesto los cuernos con el jefe?
—¿Qué cuernos? ¿Acaso eres mi marido?
—le preguntó medio en broma, riéndose —Mejor
dime tú que no te enrollaste con un chico exótico
en tus viajes.
—Uf… ya se ha puesto en verde —se rio, poniéndose
en marcha de nuevo y dirigiéndose al edificio en el que tenía
un piso alquilado. No era nada grande ni lujoso, pero para el tiempo
que pasaba allí…
Ageha había fruncido ligeramente el ceño, pero suspiró,
soltándose con reticencia en cuanto el moreno hubo aparcado,
mirándolo mientras cogía la comida de atrás.
—Antes de ir pasé por casa para dejar mis cosas, pero
están por el suelo —le advirtió, aunque sabía
que no le importaba eso. Le dio una nalgada y lo aproximó
a él otra vez —. No quería esperarme más
para ir a verte.
Ageha sonrió de nuevo, como derretido, y lo besó.
—Yo también me estaba desesperando. No me gusta cuando
te vas por tanto tiempo, me tenso.
—Lo sé…, es una mierda.
En realidad le encantaba estar por ahí, pero no mentía,
era una mierda no poder verlo. No es que no se consolase con otra
compañía, pero Ageha era especial, cuando estaba en
casa, siempre regresaba a él. Los dos lo hacían, era
algo que parecía haberse decidido por un acuerdo tácito
entre ambos.
Abrió el portal y se metieron juntos en el ascensor. No
tardó ni dos segundos en volver a besarlo, incluso mientras
marcaba el quinto piso. Las manos de Ageha se movían por
su nuca, enredándose en su cabello mientras le devolvía
aquellos besos, con los ojos cerrados. Había cierta pasión
entre ellos, que no conseguía sentir con un desconocido.
Steiner resopló ligeramente y lo levantó a horcajadas,
riéndose mientras salían del ascensor, y abriendo
la puerta como podía, sin dejar de besarlo. La empujó
con un pie, y lo dejó bajar, soltando el casco y la bolsa
con comida sobre la mesita de la entrada. No dejaban de besarse,
y le abrió la cazadora enseguida, bajándosela por
los brazos y tirando de ella para apretarlo contra él mientras
le besaba el cuello.
Ageha también se estaba riendo, sus manos intentando subir
la camiseta de Steiner, buscando bajo la misma para sentir su piel
cálida y familiar. Finalmente tiró de él, guiándolo
hacia la habitación.
—Ya… ya voy… —se pasó la lengua
por los labios, siguiéndolo y tirando la cazadora de cuero
blanco por el camino. Le sacó la camiseta y se inclinó
hacia él, oliéndole el pecho y sintiendo su aliento
temblar un poco mientras lo lamía. Le mordisqueó y
lo tiró en la cama, subiéndose sobre él enseguida.
—Hum… te he extrañado más de lo que pensaba
—se rio el chico, deslizando las manos por sus hombros y hasta
su espalda, relamiéndose mientras miraba en sus ojos azules.
Steiner entreabrió los labios contra los suyos, sintiendo
su aliento y tocándole la lengua con la suya.
—Yo también, y… esto —le bajó los
pantalones y besó su sexo, metiéndoselo en la boca
enseguida, apretándole las nalgas con fuerza y elevándoselas
un poco del colchón.
—Ahn… Oh, sí, eso… —gimió,
estirándose y alzando los brazos por encima de su cabeza
debido al placer. Ya estaba completamente erguido, Steiner era un
experto en excitarlo —Qué lengua…
—A ver qué tal aquí… —lo dobló
un poco sobre su propio cuerpo y comenzó a lamerlo. Su lengua
entraba y salía entre sus nalgas. Se las mordía tras
arrastrar la lengua por ellas. Él no necesitaba ni que lo
tocase, sólo con aquello, su sexo ya estaba como una piedra,
marcándose bajo los apretados jeans.
—Ahí… también, y por dentro… —se
rio, revolviéndose un poco y bajando las manos por su propio
cuerpo. Estaba ardiendo, no necesitaba mucho para encenderse así
—Hazlo… sabes que quieres…
—Ah… te voy a dar —le amenazó sonriendo
y mordiéndole el muslo, cerrando los ojos y oliendo su piel,
marcándosela cerca de la ingle. Volvió a tomar su
sexo, colocándose sus piernas por encima de los hombros y
apretándose las mejillas con ellas mientras succionaba su
sexo.
—Mhm… así… no se puede… —jadeó
Ageha, cerrando los ojos, y sonriendo de nuevo, alzando un poco
las nalgas como buscándolo, realmente tenía una lengua
increíble.
—Claro que se puede, sólo que cuando yo lo digo…
—se escuchó el tintineo de su cinturón de hebilla
metálica al abrírselo, sonreía y subió
entre sus piernas de una sola vez. Besándolo agresivamente
y frotándose contra su sexo antes de penetrarlo —Oh…
sí —jadeó rompiendo el beso sólo para
escucharlo gemir —. ¿Te gusta? —preguntó
contra sus labios.
—Oh sí… Me gusta —se rio entre gemidos,
rodeándolo con las piernas e intentando atraerlo para que
lo besara de una vez. A juzgar por cómo lo estaba tomando,
sí que lo había extrañado y eso era algo de
apreciar.
—Ah… —jadeó, riéndose contra su
boca antes de besarlo. Sus caderas chocaban contra las nalgas del
asiático y la cama estaba provocando un sonido muy característico.
El viejo jergón de muelles parecía ir a romperse de
un momento a otro, pero aguantaría las batallas que le echasen
—¡Humph! —rompió el beso de nuevo, separándose
un poco de él para arrodillarse y sujetar sus caderas. Lo
movió contra él con brusquedad —Así te
gusta —le encantaba su cuerpo manejable, flexible. Resopló
para quitarse unos mechones de delante del rostro, pero cayeron
de nuevo delante, los ignoró, observando su rostro delicado
y la forma de sus labios al gemir.
—Si… me encanta… ah… —Ageha lo estaba
mirando de aquella manera casi afiebrada, gimiendo abandonadamente
ahora. Realmente era atractivo, le era imposible resistirse, y esa
manera de moverse… Cerró los ojos riéndose,
y dejando que el cuerpo de Steiner lo moviera, dejándose
llevar, su propio sexo rebotando contra su abdomen.
Steiner volvió a acostarse sobre él, empujándose
dentro de su cuerpo profundamente, sujetándole los brazos
para que le rodease el cuello. Los besos se hicieron ansiosos una
vez más, mientras sus cuerpos se movían piel contra
piel. Los pies de Ageha se apretaban contra sus nalgas empujándolo
hacia él y pidiéndole más, bajándole
los jeans por las nalgas.
Le besó el cuello, refugiándose en su suavidad y
en el olor de su piel. Quería que lo envolviese por completo.
Tenía uno de sus muslos sujeto con la mano con fuerza, como
para que no dejase de sujetarlo, y la otra se adueñó
de su sexo húmedo enseguida.
Un estremecimiento violento recorrió el cuerpo de Ageha
y gimió una vez más entre los labios de Steiner, sus
ojos cerrados ahora, completamente entregado al placer. Lo apretaba
contra su cuerpo tanto como le era posible, sus lenguas entremezclándose,
su sexo pulsando con urgencia.
—Oh… —Steiner apoyó una mano en el cabezal
de la cama para moverse con más brío y apretó
su mano en el sexo de Ageha como si la vida le fuera en ello. Entrecerró
los ojos mientras eyaculaba, sonriendo un poco aun entre jadeos
al sentir el semen del chico salpicar su abdomen.
Volvió a besarlo enseguida, escuchando unos golpes contra
la pared, que provenían del piso de al lado. ¿Es que
todavía no comprendían que no le importaba un carajo?
—¡Gracias, gracias! —les gritó Ageha,
riéndose luego y pasándose una mano por la frente
para secarse el sudor —Eso sí es una bienvenida…
—Ah… que les den —se dejó caer a su lado,
golpeando la pared de vuelta y moviendo el brazo luego para aproximarlo
a él —. Ahora sí tengo hambre…
—Yo también, y me siento… —se rio, abrazándolo
y besando su pecho, oliéndolo un poco —Ahora sí
me podré concentrar. ¿Me vas a contar todo lo que
hiciste?
—Sí…, bueno, me saltaré las partes aburridas
—sonrió, tocándole el hombro y acariciándolo
—. ¿De qué estabais hablando cuando llegué?
—Oh, nos llegó un Dvd —Ageha se alzó
entusiasmado, mirándolo a los ojos, aunque sabía muy
bien que debería tener por lo menos una quinta parte del
escepticismo que tenía Bronco —. Es un funeral, pero
aparece la imagen de un chico… un fantasma.
—Hum… —sonrió, levantándose de
la cama y subiéndose un poco los jeans, cogiendo una camiseta
para secarse el abdomen y tirándola al suelo. Fue a la sala
a buscar la comida y se recostó otra vez en el colchón
—Habrá que verlo.
—Se ve bastante real, ¿eh? Fue filmado con la cámara
de un teléfono móvil. No lo sé, yo quería
averiguar acerca del cementerio, por eso Bronco me dijo que a ti
te gustaban. Es un funeral anticuado…
—Le echaré un vistazo mañana —abrió
unos tallarines y empezó a comer, mirándolo a los
ojos como examinándolo —. Come… —lo invitó,
sonriendo de nuevo —¿Sabes que un tío casi me
pega un tiro? Al parecer en la ciudad esa a donde me mandó
tu jefe… sí había alguien. Un tipo que se encarga
de que no saqueen más aquello.
—¿Le mostraste tu identificación? —sonrió
porque sabía que eso era algo estúpido cuando te encontrabas
con alguien así en el medio de la nada, y comenzó
a comer con él, acomodándose mejor —En serio,
Steiner, no lo digas así, parece que Bronco te hubiera intentado
matar.
—Yo creo que sí… —se rio, llevándose
la comida a la boca de nuevo —Estabais muy juntitos los dos
cuando llegué.
—Sabes que Bronco me da cariño y estoy muy necesitado
—se quejó poniendo cara de tragedia y cogiendo mas
tallarines luego, sonriendo —. ¿Celoso?
—No sé qué es eso… —le besó
los labios antes de que se llevase los tallarines a la boca, y luego
se los comió él de sus palillos —Te traje esto
—se sacó una pulsera con cráneos pequeñitos
tallados en marfil. No era un regalo precisamente romántico,
y mucho menos iba envuelto, pero había pensado que le gustaría.
No se lo regalaba con ninguna intención complicada.
—Oh, genial… No tendrá una maldición,
¿no? —le preguntó, aunque poniéndoselo
y riéndose luego, tendría que preguntarle a Bronco.
Steiner solía traerle cosas que consideraba interesantes
siempre que se iba de viaje, era natural. En realidad, él
nunca le había pedido nada.
—No, no la tiene —se rio, apoyándose en un codo
—. Se supone que da buena suerte, está hecha de huesos
humanos… —le mintió, apartándose el cabello
de delante de la cara.
—¿Huesos humanos? ¿En serio? —el chico
la miró, desconfiado —Mejor me la quito para comer,
no me digas que la sacaste de esa ciudad.
El moreno se rio, deteniéndolo antes de que se la sacase.
—Es broma —le sujetó la muñeca y le besó
la mano antes de soltársela —. Y no, se la compré
a un tío que vendía ídolos extraños,
pero esos me dieron un poco de cosa.
—¿Y por eso me la trajiste? —lo miró
fingiendo estar molesto, pero se le escapaba una sonrisa sin que
pudiese evitarlo. Lo empujó, riéndose por fin —No
es gracioso, madura.
—Venga, claro que es gracioso —se rio también,
dejándose caer en el colchón y cruzando el brazo tras
la cabeza. Con él se sentía como si hubiera llegado
a casa, de haber tenido que quedarse sólo en aquel piso vacío…
Odiaba cuando discutían. Lo miró e hizo labios de
beso, esperando uno y levantando un poco el otro brazo.
—No sé, no sé… —Ageha se quejó,
aunque besándolo por fin, abrazándose a él
con cuidado de no tirar la comida —No me gusta que te ausentes
por periodos tan largos…
—A mí tampoco me gusta, ¿eh? Aunque admito
que me lo he pasado bien, te echaba de menos —apartó
las cajitas de comida y las apoyó en la mesilla, tirando
de él para que se le acostase encima.
—Yo a ti, me hubiera gustado ir contigo, pero entonces…
no tiene mucho sentido tener una revista —se rio, además
pensando en que Bronco se sentiría muy solo y tendrían
que llevárselo también y eso ya no era un trabajo,
era una excursión.
—Eso suena a unas vacaciones —le pasó las puntas
de los dedos por la espalda, dibujando el arco de sus nalgas y sonriendo
—. Además, los reencuentros son tan buenos…
—En eso tienes razón, son excelentes —Ageha
le besó el pecho, sonriendo y recostándose sobre el
mismo.
Steiner le apretó las nalgas con la mano que lo había
estado acariciando y comenzó a tocarlo de nuevo, bajando
la mirada hacia su rostro como buscando una señal para continuar.
Ageha le sonrió de manera traviesa, besándolo con
suavidad y susurrando contra sus labios
—Ahora sí te creo que me extrañaste…
El moreno se rio y lo besó, abalanzándose sobre él.

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