Capítulo 36- It Seemed A Place
For Us to Dream
Auriel extendió las alas, pasando entre los árboles,
riendo y deteniéndose sólo para girarse a esperar
a Samael. No estaba tan mal, a pesar de que muchas veces se sentía
solo y afligido por no poder ayudar a Sachiel más directamente.
Sabía que sufría, pero Dios no lo abandonaría.
Por ahora, tenía algún tiempo para estar con Samael,
en aquel lugar que ambos habían reclamado como suyo por lo
mucho que le gustaba al albino.
El demonio pasó volando por debajo de él rápidamente
y lo atrapó, rodeándolo con sus brazos y girando alrededor
varias veces, sonriendo y soltándolo suavemente sobrevolando
el lago casi rozando el agua y levantando gotas a su paso.
- Samael! – lo llamó el ángel girando dos veces
más, encantado con aquel juego y siguiéndolo, deseando
alcanzarlo.
El moreno se detuvo sujetándolo de nuevo para besarlo, hundiéndolo
con él bajo las aguas y saliendo una vez más sacudiendo
las alas, el agua resbalando por las impermeables plumas, ajeno
a cualquier otra cosa que no fuera su felicidad ahora junto a Auriel.
- Samael..... este debe ser el lugar más hermoso sobre la
Tierra... – le susurró el albino, besándolo
y sonriendo, sacudiendo las alas para liberarlas del agua, provocando
una ligera llovizna bajo ellos.
Samael se cubrió de las gotas con una de sus alas aún
sonriendo -El lugar no me importa, solo tu…- susurró
echándose hacia el de nuevo y besándolo, abriendo
sus alas y rodeándolo con ellas –te amo…- susurró
de nuevo serio.
- Y yo te amo a ti, Samael... – sonrió recostándose
contra su pecho y cerrando los ojos por un momento, más feliz
de lo que jamás había estado antes, batiendo las alas
de nuevo para mojarlo y echando a volar, esperando que lo persiguiese
por supuesto.
-No te escapes…- el moreno frunció el ceño
sabiendo que hacía bien en huir y seguir jugando, pues de
permanecer en sus brazos acabaría sucediendo lo de siempre.
Lo observó maravillado por lo hermoso que era y lo majestuoso
en su forma de surcar el cielo.
Pero había hombres, pisadas entre la maleza.
-… qué imprudente…- susurró uno de ellos
apuntándolo con su arma.
El ángel los miró desde lo alto antes de ser atravesado
por varios dardos somníferos y caer al suelo en picado golpeándose
contra la hierba y rodando ladera abajo. Había una brecha
en su frente donde brotaba la sangre.
Samael lo observó caer apenas escuchando el sonido de las
armas de los hombres y se abalanzó sobre el ángel
para protegerlo si es que aún era posible, el corazón
desbocándose. Sintió cómo sus alas y su espalada
eran atravesadas también como por agujas, el olor de la sangre
de Auriel, derramada por ellos, le sujetó la cara sintiéndose
débil, sus ojos se cerraban y se le desenfocaba la visión
–Auriel… - susurró.
Pero el ángel estaba muy débil como para responderle,
ni siquiera podía abrir sus ojos, hundiéndose cada
vez más en aquella oscuridad infinita. Aún sentía
su calor, débil también. “Samael.... Samael...”
– susurró en su alma, terriblemente asustado, sin poder
alcanzarlo y perdiéndose en aquel silencio profundo y frío,
sin siquiera comprender aún lo que había sucedido.
El moreno se aguantó con una mano observándolo mientras
podía, como fuera, aunque sólo podía distinguir
la blancura de su piel y el rojo de su sangre manchándola.
Abrió los labios tratando de llamarlo y se cayó sobre
él, su cuerpo rindiéndose a aquel vacío.
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