Capítulo 32- Eternal
Yavé siguió mirando a Lucifer que estaba sentado
frente a Él en las rocas y se cruzó de brazos acariciándose
la clavícula como pensativo –Eso está claro…
la humanidad por completo no va a redimirse… sólo van
a peor cada vez, pero aún así… las buenas personas
serán un mayor número que las malvadas… está
claro que siempre hay malas intenciones…- lo señaló
sonriendo levemente sin dejar de mirarlo.
El moreno le sonrió de vuelta, como siempre contradiciéndolo
en aquel juego al que ya se habían acostumbrado. - ¿De
veras piensas que hay un mayor número de buenas personas?
No lo creo.... El mundo está gobernado por aquellos con malas
intenciones. Casi todo pertenece a ellos. Las buenas personas se
siguen extinguiendo...
-No se extinguen…- se rió con suavidad por su forma
de hablar –Simplemente tal vez no se manifiesten de forma
tan clara, las buenas obras están en muchas cosas…
no sólo en ir a la iglesia…- sonrió pensando
que aquellos lugares cada vez estaban más vacíos.
Claro que tampoco acababa de encontrarlos correctos y mucho menos
con aquellos símbolos como su hijo colgando de una cruz ensangrentado.
- Y muchos de los que van a la Iglesia estos días, hacen
más daño que bien a tu causa – se rió,
guiñándole un ojo. – Aún así,
con tanto sufrimiento, con tantos actos malvados, las personas buenas
terminan por quebrar su voluntad. Se entregan al odio, a la venganza....
– sonrió, sacudiendo la cabeza. – A veces pareciese
que no tienen necesidad de nosotros. Nos están quitando el
trabajo...
-Los humanos creen que no necesitan a nadie… incluso algunos
se creen Dioses o diablos… es… ridículo…-
suspiró dándole la espalda y recostándose hacía
atrás para apoyarse en su pecho entre sus piernas –Sigo
confiando en que se darán cuenta de sus errores a tiempo
y se arrepentirán, a pesar de todo…. A pesar de todo
el mal que hacen, siempre vuelven a mí cuando tienen miedo
o necesitan algo, como cualquier niño malcriado… como
tú…- sonrió de nuevo.
- No digas eso.... – le dio una palmadita en el hombro, deslizando
sus manos con suavidad luego, acariciando su pecho, casi masajeándolo.
– No vuelvo a ti porque tenga miedo... vuelvo a ti porque
te amo. Y no es lo mismo, sabes que soy firme en mis decisiones.
-Ya lo sé….- sonrió deslizando la mano por
uno de sus brazos y la bajó a su pierna de nuevo, acariciándola
y cerrando los ojos –pero este será un sacrificio que
valdrá la pena… para que o tú… o yo, comprendamos…
y los humanos que superen esta prueba… obtendrán una
vida eterna aquí…
Lucifer suspiró, sin dejar de sonreír aún
moviendo sus manos por la cálida piel de Yavé, a ritmo
lento, disfrutando del contacto. – Y a pesar de lo que me
molesta admitirlo... existen algunos humanos que me agradan, escasos,
por supuesto.
El moreno giró un poco el rostro para mirarlo a los ojos
y sonrió levemente –Cuando tú me dices escasos
a mí, es porque no son tan pocos en realidad…- miró
delante de nuevo riéndose suavemente –A mí hay
unos pocos que no me agradan… pero que aún así
pienso que algunos podrían llegar a hacerlo, siempre hay
algo bueno en cada uno de ellos… me impresiona lo inteligentes
que son… todo lo que han descubierto con ayuda de los ángeles,
esos edificios gigantes, coches, medicina…. Lo que han creado...
y aún así… lo mucho que necesitan destrozar…
para crear… es… terrible… - tomó aire profundamente
y giró un poco el rostro para besarle el brazo –Luzbel…
te añoro tanto…
- Pero estoy aquí, justo aquí – sonrió
abrazándolo contra su cuerpo. – Y recuerdo que estabas
en contra de que los ángeles les enseñasen ciertas
cosas.... Estoy seguro de que te desagradan los humanos que me agradan
a mí.
-Seguro que no…- cerró los ojos dejándose abrazar
por él, acariciándole las piernas con suavidad –Los
que a mí me desagradan no creo que jamás pudieran
agradarte a ti… no creo que tú disfrutes con ciertas
cosas que hacen los humanos… aún y cuando estén
de tu parte…
- La razón por la que empecé a tentarlos es porque
los creo débiles, rastreros. Por supuesto que no me agradan.
Y si me llevan a la victoria y me dan la razón, me agradarán
menos aún. – se rió por lo enrevesado que sonaba
todo aquello. – Así que tal vez tengas razón,
pero no creo que me agraden los que te agradan a ti, de todos modos
en eso.
- A mí me agradan todos menos los que a ti no te agradan…
porque aún y cuando no se portan bien y aún y cuando
me odian a veces, sigo amándolos… tú ya lo sabes…-
se rió sin abrir los ojos.
- Sí, ya lo sé..... Pero no se te ocurra compararme
a ellos de nuevo – le advirtió, previniendo. Le desagradaba
que lo hiciera.
-No lo he hecho… tú mismo te has comparado, yo sólo
he dicho que amo a mis hijos de todos modos aún y con sus
errores y desafíos… y ellos y vosotros sois mis hijos,
nada cambiará eso por más que no te agrade…-
apoyó las manos sobre sus rodillas y se enderezó un
poco torciendo el rostro para besarlo –A nadie amo como a
ti…
- Ojalá fueras sólo para mí- lo acarició
nuevamente, devolviéndolo el beso con suavidad. – Samael
no deja de despotricar contra ti, por más tiempo que pase....
– le comentó luego, sin poder dejar de sonreír
a pesar de lo que decía, más que nada porque aún
confiaba en lo que le había prometido en aquella ocasión.
-Sí… ya lo sé, pero de todos modos lo quiero,
no me importa que descargue sus frustraciones en mí, las
decisiones de Auriel son sólo suyas. Si él ha decidido
estar a mi lado y demostrarme lo mucho que puedo confiar en él…
Samael sólo puede respetar su decisión… si es
que lo ama realmente…- sus ojos azules permanecieron mirando
al diablo por unos segundos pensando en la verdad y el final de
todo aquello –Algún día seré sólo
para ti…
- Lo ama, puedo asegurártelo. Si no fuese así, Auriel
estaría muerto. – lo observó serio, suavizando
la mirada y el tono de voz luego, perdiéndose en aquellos
ojos que tan hermosos y tranquilizadores le parecían. –
No puedo esperar...
Yavé le besó los labios con suavidad y se levantó
extendiendo las manos para ayudarlo también a hacerlo -¿Estaría
muerto Auriel? No lo creo… Samael no puede vencer a Auriel.
- ¿Ah, no? ¿Qué hubiera pasado si aquel día,
simplemente lo hubiese hecho? No creo que sea una buena estrategia,
sólo confiar en que el otro no te matará porque crees
en él. Demasiado optimista....
-Yo confiaría en ti… - el moreno le sonrió
mirándolo a los ojos aún y sin retirar las manos esperando
a que se las tomase –No lo habría matado. De ser así…
yo no lo habría permitido.
- No es lo mismo, ya sabes que te amo. – sonrió Lucifer,
tomando sus manos entre las suyas. – Y no creo que Auriel
te hubiese permitido lastimarlo. No se lo permitió a Miguel.
-Auriel confía en mí, además de que no me
habría hecho ninguna falta lastimarlo para detenerlo ¿no
lo comprendes?- el moreno detuvo el movimientos de las olas, las
hojas en los árboles e incluso a los pájaros en el
cielo –No me hace falta causar dolor… - de nuevo las
olas volvieron a rugir en la marea y todos los demás sonidos
de la naturaleza. Lo abrazó contra él besándole
el cabello, jamás comprendía….
Lucifer dejó escapar un suspiro, maravillado a su pesar
por lo que acababa de suceder, incluso a pesar de haberlo visto
hacer cosas como esa más de mil veces. Seguía impresionándolo.
– A veces olvido con quien hablo..... De todos modos, supongo
que es una discusión inútil.
-Supones bien… supongo….- sonrió besándolo
profundamente mientras acariciaba su rostro –Debemos separarnos
ya…
- Detesto esta parte... – sonrió, contrariado y cerrando
los ojos, aún muy cerca del moreno.
- Todo tiene un final… menos nosotros… así que
sólo hay que esperar, volveremos a estar juntos- le prometió
de nuevo recordándoselo tanto a Lucifer como a sí
mismo. Lo besó de nuevo acariciándole el cabello antes
de dejarse desvanecer abrazándolo.
El demonio dio un paso hacia delante como si así pudiera
retenerlo, la sonrisa borrándose de su rostro. Ya podía
suceder lo mismo durante un millón de años más,
seguiría doliéndole su ausencia. Extendió sus
negras alas, desvaneciéndose también, de manera tan
rápida que una estela de humo permaneció por unos
segundos en el lugar en el que había estado parado.
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