Capítulo 21- I Just Can't Stop
Myself
Camadai se quedó observando desde una de las paredes cómo
entraba Sariel en el infierno. Lo cierto es que no le sorprendía
mucho su presencia aunque sí se preguntaba cuanto tiempo
duraría allí, no era malvado… a su entender,
sólo liberal. Sonrió aproximándose a él
lentamente –Sariel… qué visita tan inesperada…
¿te han echado del cielo? … ¿tal vez eras demasiado
amistoso con los humanos?...
- No fui demasiado amistoso.... les di lo que deseaban, no sé...
– Vale, sí – le sonrió, pensando que lo
mejor era aceptarlo aunque seguía sin comprender qué
tan grave era aquello.
-No sé…- Camadai lo miró poniendo el más
angelical rostro que sus propias facciones hubieran dibujado jamás
y se rió –Estoy seguro de que eso cambiará tarde
o temprano… los demonios… sí podemos hacerlo
con humanos… ¿lo sabías? Así que no te
pongas triste… de todos modos me tienes a mí- sonrió
de nuevo y echó a caminar hacia el interior de la oscuridad,
el infierno cada vez estaba más repleto tanto de demonios
como de almas en pena.
- Claro... y ya sé de lo mucho que compartes mis ideas –
bromeó el chico de cabellos violeta, siguiéndolo,
volando suavemente, simplemente porque sí, y suponiendo que
debía presentarse ante Lucifer.
-Puede que sí… aunque puede que no tus métodos…-
sonrió de nuevo –Quiero un amo humano… Samael
y yo nos hemos separado… aunque tal vez… en vez de humano…
el hijo de Samael… es interesante… querría poder
matar…- siguió meditando no muy seguro de si le escuchaba
y tampoco muy preocupado por ello simplemente caminando hacia Lucifer
por curiosidad al ver lo que sucedía.
- No pensé que se fuesen a separar nunca – le contestó,
como siempre, escuchando sólo lo que quería y sonriendo
de nuevo al entrar a aquella sala oscura, iluminaba por las llamas.
- ¿Tienen espacio para mí?
- Sariel.... así que por fin te han atrapado. – le
sonrió Lucifer, sin ninguna sorpresa en su rostro. –
Ha pasado mucho tiempo.
El chico suspiró, pensando que al menos podía haber
fingido y acercándose a saludar de todas maneras.
Samael lo observó sin moverse del suelo donde estaba sentado
al lado de Lucifer pues le parecía que era el único
que lo comprendía al menos de algún modo –Me
pregunto por qué no te expulsaron antes…
-Tal vez a Dios le gustaba verlo rondar por el cielo…- Camadai
se apoyó contra la pared con la espalda –Ahora rondará
por aquí… ya no podrá pervertir más a
los humanos…
Lucifer le envió una mirada que decía bastante de
lo que había pensado al escuchar aquella primera frase, relajándose
luego nuevamente. – Es una lástima, Sariel nos hubiera
sido de mucha ayuda en el pacto. Ni siquiera ha perdido su apariencia
original.
- No, Dios espera que regrese a su lado pronto – meditó
el chico, imaginando que sería por ello y sentándose
en el suelo. – Pero no por ahora, así que supongo que
por el momento, sólo me puedo divertir con ustedes. –
comentó, riéndose y apoyándose contra el otro
lado del trono con toda la confianza del mundo.
- Pues Samael no es muy divertido que digamos…- Camadai sonrió
de medio lado y el moreno lo miró de soslayo alzando una
ceja.
-Me alegra que no me consideres divertido…
Camadai se rió sentándose al lado de Sariel y abrazándolo
–Y me aburro tanto…
- ¿Tú sí eres divertido, no? – sonrió
el ahora demonio, abrazándolo de vuelta. – Y aún
me debes por aquella ocasión....
- Parece que te adaptas bastante bien aquí – los miró
Lucifer sonriendo un poco y acariciando el cabello de Samael.
-Demasiado bien…- Samael cerró los ojos cruzado de
brazos y contrariado al pensar que ahora las cosas serían
aún más agitadas allí adentro.
-Tal vez deberíamos celebrarlo… el que tú estés
aquí… haciéndonos compañía…pero
veo… que no te han salido cuernos… pareces un ángel…
inocente…- se rió echándose sobre él
y acostándolo en la piedra -¿Por qué no le
demuestras a Dios cuánto te arrepientes de tu lujuria?...
- Si me arrepintiese, no estaría aquí. Yo mismo le
dije que no podía comprenderlo... – susurró
acariciando su rostro y dejando sus labios entreabiertos para que
lo besara. Después de todo, si lo que le preocupaba era que
los humanos se enamorasen de él, no tendría ese problema
con Camadai.
El moreno observó sus labios y se desdobló dejando
salir otro cuerpo idéntico al suyo pero azul cristalino –Te
vamos a castigar…- susurraron ambos cuerpos lamiéndole
el cuello –Te voy a ayudar a comprender lo mucho que has pecado…-
sonrió besándolo mientras el otro lo desnudaba.
Samael se levantó suspirando y observó a Lucifer
en el trono –Estoy seguro de que esto hará muy feliz
a Dios… Me pregunto…- se aproximó más
a él hasta poder susurrarle –Me pregunto cómo
pretendes por más que vuelvan a estar unidos… hacer
un mundo de dos mundos tan distintos…
- No lo sé, tal vez es imposible... – susurró
de vuelta el demonio, adquiriendo un brillo triste en su mirada.
– Pero no tengo otra opción que desear eso. Mi corazón
no me lo permite. Seguro tú lo comprendes, Samael. –
desvió la vista de Sariel, que reía en el suelo, dejándose
acariciar de aquella manera libidinosa, y ofreciendo su cuello aún
más, a la lengua del demonio.
-Lo comprendo…- el moreno lo observó y le pasó
la mano por el hombro -¿Y qué haremos cuando llegue
el juicio final? ¿Ha dicho cuándo llegará?
¿O simplemente el decidirá cuando? Cuando haya más
almas redimidas que condenadas… cuando a Él le convenga…
- No....... no lo creo, no haría algo así. –
negó, a sabiendas de que lo decía más su corazón
que su cerebro, que la duda que una vez más empezaba a surgir
en su cabeza. – Hablaré con Él de nuevo, le
preguntaré. – sonrió seguro de que pensaría
que sólo lo llamaba por eso.
-Deberías hacerlo… que te dé una fecha límite…
impostergable… es lo justo ¿verdad? Para ambos bandos…-
lo miró a los ojos y después a los otros que seguían
cada vez peor en el suelo mismo –Vamos… a otro lado…
hablemos
- Sí, creo que será lo mejor- le sonrió el
demonio poniéndose de pie, y dejándolos en sus cosas,
Sariel ahora subiéndose a horcajadas sobre uno de los Camadais,
sin dar indicio de estar pensando con la cabeza mucho en esos momentos.
El moreno le acarició el pecho atrayéndolo contra
él para besarlo mientras lo penetraba, su propio reflejo
abrazándolo por detrás y entrando también en
él lentamente mientras lamía su cuello jugando con
su sexo.
-Tendremos eso cada día… hasta que se redima…
si es que eso es posible… y lo dudo…- el moreno sintió
que caía un mechón más sobre su rostro y suspiró
–No hay forma de que dejes de amar a Yavé… ¿verdad?-
preguntó más bien preguntándose si sería
posible para él mismo dejar de amar a Auriel –Trataré
de apartarme de Auriel… no quiero verlo… quiero olvidarme
de que existe…
Sariel gimió con fuerza, totalmente concentrado en sus propias
sensaciones. Ya parecía haberse olvidado de que había
alguien más en la sala.
Lucifer tomó la mano de Samael, llevándolo consigo.
– No, no hay manera.... Y si estás enamorado de Auriel
tampoco podrás olvidarlo, sólo conseguirás
mantenerte alejado pero no dejar de pensar en él.
-Lo intentaré de todos modos… no puedo hacer otra
cosa… he intentado que me odiara… y no lo he conseguido,
no puedo seguir intentándolo, lo que siento por él
es demasiado intenso… así que sólo me queda
alejarme de el… No soporto su forma de actuar… la adoro…
pero no la aguanto… me enerva su sonrisa, incluso después
de arrebatarle un beso… dejaría que cualquiera lo besara
para no dañarlo… lo odio…
- No, no lo haces, ese es el problema. – Lucifer soltó
su mano para acariciar su cuello. Después de todo, ¡cuántas
veces no había dicho que odiaba a Yavé? Que lo desearía
matar... pero no era cierto, no podría levantar un brazo
en su presencia. – Pero no sé si se dejaría
besar de cualquiera, no todos son Sariel.
Samael lo miró a los ojos y apoyó la mano en su muñeca
asfixiado por lo que sentía. Todo era contradictorio y angustioso
-¿Y qué haría? Si otro lo besara… Le
sonreiría diciendo, lo siento pero no te correspondo…-
se rió pese a todo e inclinó la cabeza hacia abajo
sin dejar de mirar a Lucifer -¿Por qué? ¿Por
qué tengo que amar algo que odio? Algo que no puedo dejar
de ridiculizar continuamente…
- No lo sé..... Si lo supiera, tal vez podría dejar
de sentir yo mismo. – le sonrió tristemente, observando
sus ojos. – Ya sé que no es algo fácil.
-Es estúpido…- murmuró abrazándolo contra
él y rodeándolo con sus brazos tanto como podía.
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