Capítulo 16- Doomed to Love
When You'd Rather Hate
Lucifer se puso de pie en cuanto vio llegar a Samael, para ir a
recibirlo, preguntándose si por fin se habría decidido
a visitar la Tierra, aunque lo más probable fuese que continuase
enviando sólo a Camadai. Le sonrió, extendiendo una
mano hacia él para que se acercase. - ¿Tienes algo
interesante que decirme?
Samael le sujetó la mano y se sentó a su lado sobre
el reposa brazos del trono –No lo sé, dependiendo de
lo que pueda parecerle interesante a Lucifer ¿te aburres?
¿Por qué no bajas tú mismo a ver a los hombres
y acabas cuantos antes con esto? Podrías seducirlos mucho
antes que cualquiera…
El chico sonrió halagado, sentándose de nuevo y recostándose
contra el respaldar. – No lo sé, creo que Camadai está
haciendo un trabajo fantástico. Por no contar con todos los
demás.... Y ¿tú? ¿Por qué no
bajas tú? ¿Qué te retiene aquí? –
le preguntó interesado, aunque sí se había
asomado una o dos veces sin mucha interacción con los humanos.
-Me parecen repulsivos… sabes que si bajo habrá una
matanza… e incumpliré el trato- lo miró de soslayo
sujetando su mano –Prefiero quedarme en las puertas.
- Las puertas.... ¿vigilando a que regresen los nuestros
o vigilando a Auriel? – le preguntó, a sabiendas de
la situación. – No me molesta si no quieres bajar.
Te lo agradezco – le aseguró serio, tanto por sus esfuerzos
para no romper el pacto, como por su compañía.
-Observando a Auriel… no hay nada de qué vigilarlo,
él nunca incumpliría el pacto… - apoyó
la espalda atrás y se quedó callado por un rato mirando
la oscuridad en la que estaban recluidos –Me fascina…
y lo odio.
- No quise decir eso, fue una mala escogencia de palabras, es todo.
- lo observó, pensativo. No había podido matarlo,
sabía que era un tema sensible para él, y así
como Samael respetaba sus debilidades, él respetaría
las del moreno. - ¿Por qué te fascina tanto ese ángel,
Samael? ¿No pensarás abandonarme? – inquirió
a pesar de saber que era prácticamente imposible.
-No te abandonaré, sabes que odio a Dios más que
a ninguna otra cosa, jamás le serviré… ni siquiera
si Él vence, entonces prefiero morirme que estar a sus órdenes…
Claro que antes mataría a los humanos…- de nuevo se
quedó pensando y después lo miró a los ojos
–Auriel es puro, es un verdadero ángel, dar tu vida
por quien desea matarte… darle amor incluso en ese momento…
¿acaso no deberían ser así los ángeles?
¿No debería ser Dios así? Pero Él ni
siquiera puede ceder a compartir su poder…
Lucifer suspiró, la sonrisa desvaneciéndose de su
rostro como cada vez que le mencionaban ese punto. – Ya le
mostraré que está equivocado... que puedo ser tan
fuerte como Él. Venceremos, Samael, así que no pienses
en morir. – lo miró nuevamente, prefiriendo concentrarse
en otras cosas. – Parece que lo admiras, a Auriel...
-Lo amo- sentenció el moreno aún mirando los ojos
de Lucifer –Tú comprendes eso…
El demonio lo miró a los ojos sorprendido y sonriendo después.
De veras era una situación irónica por lo menos. –
Te has enamorado de un ángel, Samael. Un ángel puro
nada menos. Estaremos condenados – volvió a tomar su
mano, llevándola a su regazo y acariciándola, nuevamente
pensativo. - ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Intentarás
atraerlo a nuestro lado? No será fácil.....
-No… no puedo matar lo que amo de él… y no creo
que pudiera conseguirlo… de ser así entonces sería
que estaba equivocado respecto a él…- le acarició
la mano también y entrelazó los dedos con los suyos
–Estamos condenados…
- Esto es aún más difícil – suspiró,
sin soltarlo. - Samael, ¿crees que Auriel pueda amarte?
-No- se inclinó un poco hacia delante sobre sus propias
piernas para sacudir las alas y se echo atrás de nuevo –Puede
que no me odie, pero si soy todo lo que odia, de todos modos sería
un imposible.
- Los ángeles no odian – respondió lo que sabía
era cierto por doctrina, pero no estaba tan seguro de eso. Los ángeles
tampoco pecaban y ellos habían caído, ¿no?
Por no contar a Sariel, a quien sin duda le quedaban pocos días
en el cielo si conocía a Dios. – Es una lástima
no poder elegir a quien amas.... De cualquier manera, él
también debe respetar el pacto. Y estuvo a punto de entregarte
su vida...
-Nosotros también somos ángeles…- Samael se
levantó del trono y apoyó las manos en los reposa
brazos observando sus ojos –y odiamos… pero también
amamos… tal vez sea nuestro destino amar a aquellos que no
podemos alcanzar… traicionarlos… hacer todo aquello
por lo que están en contra, debería amarte Lucifer…
si nos amasemos todo sería más fácil- se irguió
de nuevo extendiendo las alas y recogiéndolas una vez más.
El demonio dejó escapar una leve risa, aunque no era para
nada alegre. – Sí, todo sería perfecto. Seríamos
poderosos, casi indestructibles, tú y yo juntos... –
suspiró, alzando la mirada para observarlo. De veras hubiera
sido fácil. Samael era invaluable para él aún
así, siempre estaba a su lado. – Tal vez este es el
verdadero infierno, ¿no crees? Pregúntale qué
siente, a tu ángel.
-¿Para qué?- Samael sonrió de medio lado.
- Nunca me amará tanto como a Él… nunca me amará
entonces… ven…- le sujetó las manos para levantarlo
con él y lo envolvió con sus alas levemente –Vamos
a la tierra Lucifer… hagamos de hoy una victoria… aplastante…
- Samael... no pensarás en incumplir el trato ¿verdad?
–lo miró con sospecha, aunque un pequeño “paseo”
les levantaría el ánimo.
-No… sólo pensaba en tentar y llevar a cabo unas cuantas
cosas… forma parte del trato, es lo que acordasteis…
aunque tenga que rodearme de humanos para ello… Camadai…
guíame…
El demonio se presentó ante ellos observándolos con
una sonrisa socarrona en los labios -¿Quieres ver a la mujer
de quien te hablé?
-Sí… Lilith… llévanos con ella....
- Interesante.... - se rió Lucifer, reconociendo el nombre.
A esa ni siquiera la habían tenido que tentar ellos. –
Camadai, ya empezaba a extrañarte....... – se puso
de pie, bajando del trono.
-No es humana… es un demonio- le repitió a Samael
que no la consideraba como tal -… y he de decir que está
haciendo un gran trabajo…- Camadai sonrió por las palabras
de Lucifer y se acercó a él –Ella puede crear
vida… como mujer… sólo necesita al hombre adecuado…
y creará… armas inimaginables contra los hombres…
- Hijos de demonios.... sería perfecto, ¿no lo creen?
Seres creados por nosotros... absolutamente pertenecientes a nuestro
reino. – le tocó la quijada al demonio, sonriendo.
- ¿Ya has empezado a trabajar en eso? Samael, ¿tú
qué opinas?
-Todo lo posible por ganar… creo que es una gran idea…-
observó a Camadai esperando su respuesta, preguntarle a él
si había fornicado o no con cuanta persona atractiva hubiese
encontrado…
-He trabajado mucho en eso…- Camadai se rió con suavidad
alzando un poco la cara a la caricia y deslizándose contra
él hasta abrazarlo –Puede crear criaturas diferentes
a nosotros… mejor será que las veas con tus propios
ojos…
Samael alzó el vuelo dirigiéndose hacia las puertas
del infierno para atravesarlas, seguro de que Auriel pensaría
algo inocente como siempre. Frunció el ceño.
Lucifer le besó la mejilla al demonio, acariciando su cabello
azulado y susurrando antes de separarse de él. – No
te entretengas con el ángel de la entrada, sólo pasa
conmigo. – le ordenó, pensando en Samael.
Auriel sonrió al ver quien se aproximaba, acercándose
a los barrotes. – Vienes acompañado, ¿vas a
bajar hoy?
-Sí… - el moreno lo miró a los ojos –y
hoy será un día terrible para el cielo… pero
no incumpliremos el pacto…- atravesó las rejas que
no había vuelto a traspasar desde su lucha con Auriel sintiendo
la luz del exterior tan distinta a la oscuridad, pero aún
así mucho más tenue que la luz que provenía
de Auriel, el calor que irradiaba.
Camadai lo miró atento preguntándose por qué
no había de molestarlo si siempre lo hacía y de todos
modos perdiendo un poco el interés ante las caricias de Lucifer,
atravesando las puertas con el -¿Y qué sucedería
si lo entretuviese?
- Estarías desobedeciendo directamente mis órdenes
y además, enfadando a Samael. De ahora en adelante, sólo
él puede tocar a Auriel, ¿comprendes? Sabes a lo que
me refiero. – le advirtió, pensando que no había
manera con Camadai. Seguro aquello lo incitaba más a desobedecerlo.
- ¿Para qué quieres acercarte a un ángel de
todos modos?
- Espero que estés equivocado – Auriel se hizo a un
lado, esperando a que pasasen los otros, para cerrar las puertas
una vez más, sonriendo como si fueran viejos amigos. –
Camadai.... Luzbel...
- Lucifer – casi le gruñó el moreno, molesto
porque lo llamase por aquel nombre, y no muy seguro de si lo había
hecho a propósito o no.
Camadai sonrió extendiendo sus alas azuladas y cortantes
a la espalda dejándolas brillar al igual que todo su cuerpo
–Cómo me gustaría que me castigaras… Lucifer…-
susurró desde atrás en uno de sus oídos a pesar
de que estaba visiblemente enfadado ahora
Samael siguió mirando al ángel por unos instantes
preguntándose si es que nada lo hacía enfadarse o
perder el control –Ya veremos si después de esto…
sigues sin odiarme Auriel…
-Auriel nos quiere a todos…- Camadai sonrió y Samael
lo miró a los ojos como indicándole que se callase.
El demonio se rió susurrando –Mátame…
porque sabía que le enfermaba con aquello.
- Tiene razón en eso... – comentó el ángel
de todos modos, irritando más a Lucifer, que se giró
con el ceño fruncido.
- Nadie va a matar a nadie! No en este lugar al menos, y mucho
menos ustedes dos. – suspiró porque no deseaba que
el ángel lo viera tan descontrolado. – Camadai, sé
lo que buscas y no lo conseguirás, te necesito a mi lado.
Y a Samael... –
-No lo mataré…- Samael se puso delante de Auriel y
abrió las alas de todos modos.
El demonio sonrió con malicia –Pero seríamos
dos en uno…- entrecerró los ojos aproximándose
a Lucifer de nuevo y dejando el tema por el momento porque la mirada
de Samael le indicaba las muchas otras cosas que se le estaban ocurriendo
para hacer de su eternidad un verdadero infierno sin necesidad alguna
de matarlo –Vamos… ya me he aburrido de esto…
Samael sonrió de medio lado y alzó el vuelo hacia
la tierra seguro de que odiaría aquello.
- Vayan con Dios! – se despidió Auriel, pensando que
eran muy alegres de todas maneras, y Lucifer se contuvo de decir
nada ante el inapropiado saludo, sujetando a Camadai contra él,
antes de echar a volar también, a pesar de que el demonio
podía volar solo perfectamente, pero mejor se lo llevaba.
– Los prefiero por separado – sonrió una vez
estuvieron alejados de las puertas, soltándolo.
Camadai se abrazó a Lucifer dejándose llevar por
sus enormes alas negras e hizo desaparecer las suyas sólo
para permanecer de ese modo, escondiendo su rostro contra el cuello
del moreno aún sonriendo con malicia en los labios -¿Con
Dios?- se rió contra su piel –Dios no existe en la
tierra…
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