Capítulo 4- Trust in God
Miguel se quedó parado frente a Dios observándolo
y sintiendo su dolor como si fuera el propio. Había sido
llamado a la vez que Auriel a su presencia, pero el albino aún
no había llegado aunque Yavé no parecía incomodado
con su tardanza, se limitaba a esperar como distraído en
sus propios pensamientos.
Auriel por fin se presentó, observando la situación
tensa y preocupándose aunque no había imaginado que
fuera nada muy importante. Después de todo, sólo existía
la paz en aquel lugar. Sonrió a pesar de sentir aquel dolor
tan intenso y de jamás haber visto a Yave de esa manera,
intercambiando una mirada con Miguel y disculpándose. –
Lo siento, me distraje un poco....
-Luzbel se rebelará contra mí y son muchos los que
se unirán a él….Os necesitaré más
que nunca a mi lado, para que detengáis a Luzbel…-
se pasó la mano por la mandíbula de nuevo tratando
de permanecer entero- lo derrotéis y lo confinéis
en el infierno que he creado para los traidores- decretó
sin poder ocultar su dolor –El mal lo convertirá en
demonio y su luz se apagará.
-Así se hará- el ángel de cabello platino
bajó la vista comprendiendo el terrible dolor de Dios sin
siquiera preguntarle el motivo de la rebelión del que siempre
había sido su favorito.
-Los demás ángeles confían en vuestro liderazgo,
dirigid legiones contra los ángeles rebeldes y desterradlos
al infierno… y tratad de que no muera nadie…
Auriel se quedó observándolo en silencio, totalmente
sorprendido, respondiendo luego con voz suave, casi melodiosa. –
No soy nadie para cuestionar tu juicio, siempre sabes lo que es
mejor para nosotros, pero..... ¿estás seguro de que
quieres eso para él?
-Por supuesto que no lo deseo… pero no hay lugar en el cielo
para los traidores… esa clase de pensamientos, ese desafío…
implica maldad y eso es sin duda peligroso. Sentí odio en
él… y maldad…incluso me alzó la voz y
ahora reúne un ejercito para echarlo sobre vosotros…
¿crees que puedo perdonar esto si ni siquiera él pretende
disculparse?
Miguel lo miró atento a sus palabras –Yo nunca te
desafiaría.
El albino se arrodilló frente a Él, tomando su mano
y colocando su frente contra el revés de la misma, consciente
del peso que llevaba sobre sus hombros y del dolor que estaría
sintiendo. – Confío plenamente en tu juicio y estoy
a tu disposición. Por mi parte, haré hasta lo imposible
por no lastimar a mis hermanos, y por no permitir que salgan lastimados.
Yavé colocó su otra mano sobre el cabello de Auriel
acariciándolo y lo alzó mientras se levantaba atrayéndolo
contra él para abrazarlo. Le besó una mejilla y se
separó de ambos desapareciendo como si se desvaneciera, necesitaba
estar solo pero aún así les envió un mensaje
“Estaré con vosotros, confiad en mí pues estaré
a vuestro lado y el mal no podrá derrocaros.”
Miguel miró al albino que sin duda tenía más
experiencia que él pese a ser él, el segundo más
próximo a Dios -¿Por qué Luzbel haría
algo así?
Auriel negó con la cabeza tristemente, observándolo.
– No lo sé, debe estar confundido. Algo debe haberle
sucedido. Tal vez haya sido la creación de los humanos, o
tal vez algo que ha ido creciendo poco a poco.- alzó la cabeza
nuevamente, sin poder comprender aquello del todo. – Pero
debe estar sufriendo..... aunque quien más sufre.... –
suspiró acercándose y colocando una mano sobre su
hombro, a pesar de todo sonriendo un poco. – Sigo teniendo
esperanzas, Miguel.......
-Si Dios las ha perdido ¿Qué nos puede quedar a nosotros?-
el rubio giró el rostro para observarlo directamente -¿Quién
osaría a enfrentarse a Dios? Yo… estoy seguro de que
Él le advirtió y le pidió que se redimiera…
estoy seguro.
- Así como yo. Dios no llegaría a estos extremos
sin haber agotado todas las posibilidades antes. Y sé que
no hay nadie a quien le duela más esto que a Él mismo,
pero tenemos que confiar. – lo miró a los ojos, un
poco más serio y sin poder evitar pensar en los de Luzbel
y sentir un poco de dolor, por su hermano, por Dios, por todo lo
que estaba sucediendo. – Si Él ha decidido esto, debe
ser lo mejor para Luzbel también. Sé que Dios lo perdonará
a él y a los demás, en cuento se arrepientan.
-Estoy seguro, de todos modos… tendremos que enfrentarnos
a ellos y defender a Dios sobre todas las cosas- aseguró
apoyando la mano sobre la de Auriel sintiendo también su
dolor como el propio al tener que matar a sus propios hermanos.
Ni siquiera sabría de quien fiarse a partir de ahora salvo
de Auriel. Le apretó un poco más el hombro y abandonó
la sala lentamente –Sé prudente.
- Tú también... – murmuró aunque estaba
fuera de su alcance, y esperando que no se dejase llevar por sus
instintos guerreros. Pero sabía que estaba tan desvastado
como él. Salió de la sala también, esta vez
en silencio como si reverenciase el mismo aire.
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