Capítulo 3- The Wavering Heart
Yavé se pasó la mano por la mandíbula esperando
que Luzbel llegara junto a Él, tal y como había ordenado
a Gabriel que le advirtiese. Había necesitado horas para
poder afrontar aquel encuentro, no se podía sentir más
decepcionado. Ni siquiera sabiendo que aquello sucedería,
había imaginado tal dolor.
- ¿Me llamaste, mi señor? – preguntó
el chico armándose de toda la furia que sentía por
dentro, pero aún así volvió a sentir aquella
punzada en el corazón al ver su rostro.
El moreno se quedó observándolo serio ante aquel
tono cortante -¿Qué estás haciendo? Dímelo,
mírame a los ojos y confiesa que estas haciendo a mis espaldas…
Los ojos dorados se fijaron en los azules del moreno, entra lastimados
y orgullosos. – No he dicho nada a tus espaldas, que no te
haya dicho a ti, lo sabes. También puedes leer mi mente,
no podría impedirlo....
-Quiero que me digas tú! Tú que has tramado todo
esto, lo que estás tramando a mis espaldas…- el moreno
se levantó más herido que furioso. Aquello sobrepasaba
una simple diferencia de ideas o una pequeña rebeldía.
Aquello, según Gabriel le había narrado era todo un
plan para acabar con la jerarquía en el cielo.
- Tú mismo has dicho que tengo libertad para elegir! ¿Acaso
me estás ordenando que te diga lo que siento? ¿Qué
importancia podría tener? Ya sabes lo que deseo... –
el arcángel desvió la mirada, sintiendo que perdía
fuerzas y eso no podía permitírselo.
-Levantarte contra mí… eso es lo que deseas y aún
así no quiero creérmelo si no lo escucho de tus labios,
si no lo veo con mis propios ojos! Pero aquí estas…
alzándome la voz y hablándome sin ningún respeto-
alzó la mano girando su rostro para que lo mirase a los ojos
–De entre todos… TU… y me traicionas… es
cierto que te di libertad de escoger ¿es esa tu decisión?
- No me darás lo que quiero de ninguna otra manera, a pesar
de que te amo, a pesar de que te lo entregaría todo.....
– le sostuvo la mirada, llena de dolor, aún más
al ver el dolor del moreno en sus ojos azules. – Me creaste,
pero no me comprendes.... ¿No puedes sentir lo que siento?
-Siento que estás confundido y que estás errando,
que te arrepentirás de tu decisión, que tienes miedo
y que te duele y que aún así no estarás satisfecho
hasta que no te demuestres a ti mismo todo esto Luzbel- lo miró
a los ojos hablándole con seriedad y soltando su rostro aproximándose
aún más a él –Muchos sufrirán
por tus deseos de desafiarme y tú más que ninguno
¿realmente comprendes la magnitud de lo que pretendes? ¿El
desenlace de tus actos?
- No estoy forzando a nadie a seguirme, ellos lo desean así.
– le respondió, su aliento temblando momentáneamente,
deseando juntar sus labios a los suyos una vez más. –
Tengo que hacer esto, lo sabes.
-Tienes que hacerlo… para conseguir ¿el qué?-
el moreno mantuvo la mirada en sus ojos sin poder contener el hecho
de que estaba enfadado, aunque trataba de controlar el tono de su
voz –Te lo preguntaré de nuevo y esta vez quiero una
respuesta ¿comprendes la magnitud de tu decisión?
- Para conseguir que lo comprendas, que me veas como deseo que
me veas... – bajó la mirada, subiéndola de nuevo
sólo porque sabía que no cedería tan fácilmente
y sintiendo un dolor horrible al pronunciar la respuesta. –
Lo comprendo – murmuró, deseando estar equivocado en
lo que sospechaba.
Yavé lo miró a los ojos dudando en su decisión
y sin poder evitar cediendo una vez más -¿Comprendes
lo que necesitarás hacer para conseguir lo que deseas? ¿Y
comprendes que me traicionas? ¿Qué no conseguirás
más que lo contrario a lo que deseas?
- Detente..... detente! No hago esto para fallar! – le quitó
el rostro porque no podía afrontarlo más. Le dolía
demasiado.
-Harás estallar una guerra! Mis hijos me protegerán!
Harán lo que tú deberías estar haciendo, comprende
lo que tu rebelión significa Luzbel. No puedes ser como yo,
nadie puede ser como yo ni aunque yo lo deseara. Tú deberías
estar a mi lado, imagina que algún otro ángel estuviera
tratando de hacer lo que haces ¿Cómo verías
eso Luzbel? Morirán ángeles si te rebelas, tus hermanos…
los llevarás a la muerte y no será lo único
que morirá con tu decisión… Detente tu Luzbel,
detén este sinsentido.
- Pero yo no soy “algún otro ángel”.
Soy yo, deberías ver eso... – apretó los puños
nuevamente, sintiendo los ojos aguados, neciamente observando el
piso de piedra. – Sigues sin comprender.... Y los demás,
hace esto porque así lo desean, porque están de acuerdo.
¿Están todos ellos equivocados también? Si
tantos de tus hijos están descontentos, ¿aún
crees que todo es como debe ser?
-Las cosas irán cambiando poco a poco pero no es lo que
tú propones una solución, Luzbel. Crees estar haciendo
lo correcto pero estás equivocado, no me crees… has
perdido la fe, ni siquiera cedes sabiendo que tus hermanos morirán
por tu rebelión- el moreno posó una mano en su hombro
–Están equivocados… lo estáis… yo
nunca haría nada que os perjudicara.
- Eso es porque no lo comprendes aún, lo mucho que duele...
– movió la mirada a un lado, observando sus pies, deseando
mirar en sus ojos pero sin atreverse por miedo a flaquear en sus
decisiones y haciéndole las mismas preguntas que le había
hecho Samael a él. - ¿Por qué Miguel tiene
mi misma función? ¿es porque no confiabas en mí
desde un principio? ¿De qué has necesitado protección?
Y ¿por qué has creado esa nueva raza? ¿Para
qué los necesitas a ellos?
-¿Crees que tienes derecho a cuestionarme? ¿No comprendes
que ni siquiera existirías si yo no lo hubiese deseado? ¿No
ves que ya no tienes fe en mí? Has perdido la fe… tal
vez me ames… pero ya no soy todo para ti ¿Qué
daño te causa la existencia de los humanos? Al igual que
las plantas… son seres vivos, crear vida es hermoso Luzbel
y tal vez crease a Miguel para ayudarte pero tú dudas…
y tu corazón sólo refleja tus miedos y tu falta de
fe, tu falta de amor, pídeme perdón… o vete,
pero si osas desafiarme, si atacas a tus hermanos, si les causas
dolor, serás castigado… tu sola visión me causa
dolor…
El rubio sonrió, aunque aquel gesto sólo reflejaba
dolor y dudas. ¿Castigado? ¿Así es como lo
amaría por siempre? Prefería permitirle esto y castigarlo,
en vez de sólo darle lo que pedía, de sólo
responder a unas simples preguntas. Luzbel le dio la espalda, sintiendo
las lágrimas pujando por apoderarse de sus ojos y empezó
a alejarse de Él lentamente, dándose fuerzas con cada
paso.
Yavé se dejó caer sentado de nuevo observándolo
marcharse de su lado, apartarse de Él -Te sigo amando y siempre
estaré dispuesto a perdonarte- susurró consciente
de que aquellas palabras llegarían a él. Terriblemente
dolido y llamando a Auriel acto seguido, no podía dejarse
llevar, debía hacer lo necesario para que sus hijos sufrieran
lo menos posible.
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