Capítulo 2- The Flames of Rebellion
Luzbel se paseaba por los jardines, pensativo y con la cabeza gacha,
sin ver ninguna de las maravillas que lo rodeaban y que tanto le
habrían absorbido la atención en tiempos anteriores.
Lo cierto es que no podía quitarse aquellas ideas de la cabeza,
por más que lo intentase, cada vez eran más fuertes.
Lo amaba con toda su alma, pero no podía soportarlo, el que
lo tratase de aquella manera. Tenía que demostrarle que podía
ser tan fuerte como Él. Tal vez no de la misma manera, claro,
él necesitaría ayuda, pero tenía que haber
otros que pensasen como él. Sacudió la cabeza, frustrado
por sus propios sentimientos, no deseaba lastimarlo, y por un momento
cerró los ojos, escuchando sólo el viento y las voces
de sus hermanos a su alrededor, alegres, sin ninguna de sus dudas
ni temores. Cuando por fin abrió los ojos, se encontró
con que un ángel moreno se había acercado sin que
lo notase, así de ensimismado como estaba. Le sonrió.
– Samael, necesito hablar contigo – le pidió,
sabiendo que él lo escucharía.
El arcángel se aproximó más a él con
el rostro casi cubierto por el cabello negro que se enredaba entre
sus doce alas y se detuvo frente a él observándolo
a los ojos directamente como deseando que le dijese algo esperado.
- No me siento bien, Samael.... – le confesó con una
sonrisa triste, acercándose más. – Tú
sabes lo mucho que amo a Yavé. Haría lo que fuese
por él. Y aún así, me trata como su inferior.
Sé que me ama, pero no es así como quiero que me vea.
¿No estás cansado? Somos sus hijos, nos ha dado todo,
incluso libertad para elegir lo que deseemos. Pero espera que hagamos
lo que Él quiere... y siempre seremos como unos niños
a sus ojos. Sé que piensa que es un capricho.....
No bien hubo pronunciado aquellas palabras, cuando un ángel
de cabellos violeta, llegó volando a su lado, pasándolo
para guindarse del hombro de Samael, imprudentemente. - ¿De
qué hablan? – preguntó sonriendo, obviamente
habiendo escuchado algo que captó su interés.
El moreno lo miró y se apartó molesto sacudiendo
las alas y golpeándolo con ellas con toda la intención
de apartarlo de su lado. Dirigió su mirada a Lucifer de nuevo
observando sus ojos fijamente –Somos sus sirvientes, no sus
hijos, sólo existimos para cumplir sus caprichos… tú
más que ninguno… ¿has visto lo que ha creado?
Su nueva raza…- susurró con una voz cargada de veneno
refiriéndose al humano.
Sariel saltó un poco hacia atrás, extendiendo sus
propias alas para no caerse, mintiendo por molestarlo más.
– Me haces cosquillas Samael- y de paso enviándole
un beso, concentrándose luego en la conversación.
– La nueva raza....
- El humano.... me lo ha mostrado, sí. Pensé que
sólo se entretenía – respondió el rubio,
pensativo ahora en las palabras de Samael. En el momento lo había
impresionado, pero ¿qué tal si era cierto y los veía
de la misma manera que a esa raza? Algo inferior.... No dejaba de
rondarle el cerebro. - ¿Para qué necesita a esos seres?
-Para sustituirnos…- Samael los miró a ambos atentamente
y aún más a Sariel quien se ocupaba de los Ángeles
que traicionaban a Dios, o al menos en teoría ya que aquello
jamás había sucedido –Nos sustituirá
por ellos… ¿para qué necesita a Miguel?...-
preguntó mirando a Luzbel entonces a los ojos –su función
es la misma que la tuya…
“Como un reemplazo en caso de que yo le cansase” –
fue la respuesta en su mente, provocándolo que sacudiese
su cabeza, no podía ser vierto. – No puede ser, no
puede sustituirnos con esas criaturas, ni siquiera saben que Él
existe, no sabrían apreciar todo esto.......... – protestó,
la furia cegando un poco su mente.
- Tal vez porque ellos no le harán esta clase de preguntas,
no lo cuestionarán. Mírame a mí.... –
comentó Sariel, aunque casi lo hacía más por
jugar que por un verdadero interés. - ¿A quien se
supone que castigue? ¿A ti, a Samael? ¿A mí
mismo?
Samael lo miró a los ojos permitiéndose sonreír
levemente aunque no era una sonrisa sincera ni feliz -¿Cómo
me castigarías?- miró después a Luzbel -¿Por
qué no nos pregunta lo que opinamos acerca de sus decisiones?
¿Acaso no somos sus hijos? ¿No se supone que hace
las cosas por nuestro bien? Pero no cuenta con nosotros para nada,
sólo nos limitamos a ceñirnos a sus órdenes…
a seguir sus indicaciones sin opción a oponernos a ellas…
¿Qué le hace tan superior?
- No podría castigarte Samael, eres tan hermoso.... –
lo molestó de nuevo el ángel a su lado, revoloteando
para acercársele.
Luzbel hubiera sonreído en otro momento de no ser por lo
preocupado que estaba. Claro que no podía ser así,
no lo creía, Yavé lo amaba, los había creado,
pero aún así... – Quiero demostrarle..... –
murmuró apretando los puños, y llamando al atención
de Sariel que dejó de revolotear por un momento. - Quiero
demostrarle que somos mucho más que eso, que puedo pararme
a su lado y estar a su altura. Y que no necesita a esos humanos....
-¿Y qué harías?- preguntó Samael cubriendo
con un ala parte de la espalda de Sariel para que se detuviera en
sus revoloteos –Harías del cielo un cielo distinto…
sin estar a las órdenes de una dictadura celestial…
¿harías eso?- cuestionó serio como siempre.
- Claro! Es lo que deseamos ¿no? Traté de decírselo
que quería estar a su lado, ayudarlo con todo esto.... pero
Él cree que quiero el poder, cree que quiero ser exactamente
como Él.
- Y ¿no es eso lo que quieres? – preguntó Sariel
intrigado.
- No es eso lo que quiero. – Luzbel lo miró fijamente,
absolutamente serio, mirando a Samael luego. - ¿Estarían
de mi lado? Ustedes tampoco están de acuerdo con esto. ¿Me
ayudarán a cambiar las cosas?
El arcángel de cabello negro se postró arrodillado
frente a él y bajó un poco la cabeza sujetándole
la mano y besándosela como si se tratase de Dios –Yo
te seré leal…- observó a Sariel de soslayo –a
cambio de libertad real…
- Yo también, empiezo a aburrirme..... – le sonrió
Sariel haciendo lo mismo con la otra mano, aunque más bien
parecía estar jugando.
Luzbel bajó la cabeza, sonriendo, más decidido, a
pesar de que aún sentía aquella punzada de dolor en
el fondo de su alma. – Gracias.... pero no habrá necesidad
de esto.... No cuando tengamos éxito.
Samael se levantó satisfecho con aquello, mucho más
de lo esperado –Sé quienes estarán dispuestos
a ayudarnos… los suficientes tal vez…- se giró
de golpe observando entre los árboles y buscando con la mirada
entre la arboleda. Pero Gabriel ya había escapado para reunirse
con Dios tras haber escuchado todo aquello.
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