Capítulo 1- In the Beginning (Inocence, Love and the Shadow
of Tomorrow)
Ya habían sido creados el cielo… los ángeles,
los arcángeles, tronos, querubines… serafines….
Hijos de Dios, atentos a la voz de su palabra, creados para ayudar
al señor en sus tareas, así mismo como para compartir
con él su felicidad eterna. Tan hermosos y perfectos que
superaban a cualquier otra criatura.
No existía nada más allí, Dios decidió
que en aquel vacío, la tierra tuviera lugar y los astros
erradicasen la oscuridad. Creó el cielo de los hombres, separó
el agua de la tierra, creó mares, lagos y lagunas. Nacieron
los árboles y las plantas, las aves y los peces y finalmente,
el primer hombre.
El creador de todo aquello, Yahvé, un hombre moreno de cabello
castaño se levantó de su trono arrastrando las túnicas
blancas que se enrollaban en sus caderas por el suelo de piedra,
y sus ojos azules se fijaron en sus hijos, los Ángeles, buscando
al que sin duda era su favorito. Luzbel, estrella de la aurora,
el más hermoso de todos ellos.
Sus pies descalzos le dirigieron entre los árboles y los
campos, donde sabía que le gustaba pasar el tiempo en tranquilidad
–Luzbel…- susurró deteniéndose frente
a él y alzando su rostro con la mano antes de sentarse a
su lado en aquella fuente de piedra blanca deslizando los dedos
por la superficie del agua -¿Por qué estás
aquí? ¿Lejos de todos los demás?- lo miró
fijamente buscando sus ojos dorados con sus ojos azules.
- Estaba contemplando este paisaje, tu creación. La manera
en la que se mueve el viento....Sólo, pensaba en ti –
lo miró, sonriendo un poco y bajando la mirada luego para
observar cómo sus dedos rozaban el agua cristalina. –
Sabes que me agrada este lugar, es el más hermoso. Me agrada
su paz. Por eso viniste a buscarme, ya sabías que estaría
aquí.
- Siempre sé dónde estás…- sujetó
su mano mojándola con la que acababa de sacar del agua –¿Pero
por qué tan sólo? Podrías haberme pedido que
te acompañase… o a cualquier otro.
- Sabes que no ocuparía tu tiempo sólo con esto –
continuó observando cómo se entrelazaban sus dedos
mojados, antes de alzar la mirada nuevamente. – Deseaba estar
solo..... no tiene nada de malo estar sin compañía
de vez en cuando. El silencio también es algo hermoso.
-Sólo si sabes que no estás realmente solo…
- lo miró a los ojos fijamente preguntándose si realmente
no le ocurría nada y deslizó los dedos por su cabello
dorado haciéndole cerrar los ojos con la caricia y recapacitando
acerca de su propia creación. El hombre estaba solo aunque
no realmente, pues Él estaba a su lado… pero así
debían seguir las cosas por un tiempo. Hasta que fuese el
momento idóneo.
- Lo sé, siempre lo sé – sonrió, recostando
su cabeza contra su hombro. – Tú siempre estás
conmigo, y yo siempre estaré contigo.
-Yo siempre estaré a tu lado… ocurra lo que ocurra,
recuérdalo…- el moreno alzó un brazo rodeándolo
y acariciando las plumas blancas de sus alas mientras besaba su
cabello cerrando los ojos -¿Lo harás?
- Por supuesto que sí, ¿Por qué habría
de olvidarlo? – el ángel permaneció con los
ojos cerrados, tomando su otra mano para llevársela a los
labios.
- Todo tiene un fin… incluso el cielo lo tendrá algún
día…- el moreno sonrió levemente acercándolo
a su pecho para que se recostase de medio lado sobre sus piernas.
Observó su rostro y cómo sus doce alas se movían
mientras se acomodaba –Mi amor es eterno…
- Lo sé, puedo sentirlo. No tienes que decírmelo
todo el tiempo- - sonrió nuevamente sin abrir los ojos, disfrutando
de sus caricias. – Y te amo, más que a cualquier otra
cosa, más que cualquier otro ser.
-Entonces no seas irreverente… te lo diré las veces
que desee… o tal vez deje de decírtelo y entonces desearás
que lo haga… y te diré que ya sabes la respuesta- lo
miró sin dejar de sonreír - ¿Siempre me dices
lo que sientes Luzbel? ¿Incluso cuando sientes pesar?
- No deseaba ser irreverente. – abrió los ojos, serio
por un momento, sin atreverse a decirle lo que lo preocupaba, finalmente
hablando. – Aún si no te lo dijese, tú ya lo
sabrías, ¿no es así? A veces siento que no
necesito hablar.
-Pero sí lo necesitas, todos lo necesitamos… y ya
conoces la respuesta, si deseara saberlo, lo sabría, sin
embargo prefiero esperar a que llegue el momento en que tú
me lo digas…- deslizó un dedo por sus labios dibujando
la seriedad de su rostro enseriándose inevitablemente –Cuando
creé a los ángeles... decidí darles libre albedrío
para que decidiesen por sí mismos… y obrasen según
lo que había en sus corazones… pero todo lo que hay
en tu corazón pertenece al mío… todo…
así que no has de temer lo que hay en ti.
Luzbel alzó el rostro, observándolo, sintiéndose
iluminado por aquel calor majestuoso que emanaba, aún así
nervioso. – Yavé..... ¿qué piensas de
mí? Ya sé que me amas, pero.... ¿cómo
me ves? ¿Soy igual a los demás ángeles para
ti?
-Eres mi predilecto… sólo a ti dedico tanto tiempo
y sólo en ti pienso tanto, por supuesto que te amo…
eres el más hermoso y el más inteligente, sabes que
a ti te pertenezco de otro modo y sabes que sólo tú
tienes ese honor… tan bien como sabes todas estas cosas…
¿Qué es lo que te inquieta realmente?
El ángel le sonrió, como siempre, regocijado con
su respuesta, pero aún había algo que no lo dejaba
en paz. – Sabiendo todo eso, y sabiendo también que
tienes mi devoción, te amo más de lo que cualquier
otro ser pueda pensar, sabes que quiero estar a tu lado por toda
la eternidad. Quiero ayudarte en todo lo que sea posible, compartirlo
todo contigo. ¿Qué piensas de eso?
-Que eso es lo que haces y me parece perfecto- los ojos azules de
Yavé se quedaron fijamente clavados en los de Luzbel y apoyó
la mano en su pecho.
- Eso no es a lo que me refiero. Sé que lo sabes –
le sostuvo la mirada, desviándola luego y volviendo a mirarlo.
– Quiero estar a tu lado, compartir tus tareas, tu peso...
No como los otros ángeles, ni como lo he hecho hasta ahora,
si no como lo que soy, tu pareja.
Yavé suspiró hondamente y miró hacia el horizonte
sintiendo dolor al notar aquel momento tan cercano -¿Por
qué deseas eso?
- ¿No lo sabes? Porque te amo Quiero estar a tu lado de
la manera más íntima y cercana posible. – respondió
emocionándose un poco, y llevándose las manos al pecho.
– No deseas... ¿lo mismo?
-Ya me siento de ese modo, no sé qué es lo que deseas-
lo miró a los ojos, por supuesto que lo sabía pero
no deseaba creerlo, deseaba estar confundido –Dime…
¿Qué es lo que quieres cambiar? ¿Qué
deseas poseer? ¿Qué te falta?
- No me falta nada, me lo has dado todo. – le sonrió,
sosteniéndole la mirada, reflejándose en aquellos
ojos acules límpidos. – Sólo deseo.... ser tu
igual. Saber que piensas de mí tan alto como yo lo hago de
ti. Sólo eso.....
-Luzbel… tú eres mi hijo, no necesitas poder para
saber cuan alto te tengo, el poder es muy peligroso… y mucho
más el deseo de poder, sólo existe un Dios y no puedes
convertirte en uno.
- No quiero ser Dios! – bajó la cabeza, cohibido por
haberle alzado la voz, pero se sentía un poco frustrado.
– Y no quiero el poder tampoco, sólo el reconocimiento,
que me veas igual, que me permitas compartirlo todo realmente contigo.
-No puedo ver a mis propios hijos en el mismo lugar que yo, Luzbel-
el moreno se levantó frente a él –Es lo que
deseas ser… ponerse en mi lugar es ser un Dios… mírate…
me has alzado la voz.
- Lo siento, no quise hacerlo.... - bajó el rostro acongojado,
apretando los bordes de la fuente con las manos. – Sólo
deseo estar a tu lado, no tomar tu lugar. Es por esto que no quería
mencionarlo....
-Está bien… es mucho mejor hablarlo que guardarse
los sentimientos… es lo que deseo…- el moreno apoyó
la mano en su cabello, sabía que aquello no quedaría
así y le dolía amargamente. La deslizó por
su mejilla alzando su rostro y mirando como apretaba la fuente con
sus manos volviendo de nuevo la vista a aquellos orbes dorados –Luzbel…
debes calmarte… levántate… y abrázame,
déjame sentir que realmente me amas con todo tu corazón.
- Luego de lo que te he dicho, no irás a dudarlo, ¿verdad?
No, puedes leer mi corazón.... – se puso de pie en
un gesto un tanto brusco para él, abrazándolo de todas
maneras y cerrando los ojos, dejándose envolver por su calor,
su olor. – Por supuesto que te amo, te amo tanto que duele...
– susurró, sintiendo que de veras le dolía.
Lo amaba tanto que no podría negarle nada, ni siquiera aquel
abrazo cuando se sentía tan lastimado. Y sin embargo, Él
sí podía negarle algo tan simple a su parecer.
Yavé lo abrazó con fuerza deslizando las manos por
su cintura entre sus doce alas sintiendo el recelo y la angustia
en su corazón –Ahora mismo, tal y como eres todos los
ángeles quieren ser como tu Luzbel… - bajó el
rostro besándole los labios con suavidad –Siempre que
desees algo con mucha fuerza… piensa en lo que estarías
dispuesto a perder por alcanzarlo…
Luzbel alzó la vista, temeroso por sus palabras, pero aún
dolido, y aún así, necesitando ver aquellos ojos.
No deseaba la admiración de los demás ángeles,
sólo su reconocimiento. – Nadie te ama más que
yo..... No es posible. – susurró sin poder evitarlo,
buscando sus labios de nuevo.
-Lo sé… entonces recuérdalo, recuerda siempre
lo mucho que me amas- susurró el moreno entreabriendo los
labios para besarlo y deslizando los dedos entre las hebras doradas
de su cabello, sus ojos fijos en el rostro del rubio.
El ángel cerró sus ojos, abrazándose más
a él, extendiendo sus alas hacia atrás, devolviendo
el beso. “Como si pudiera olvidarlo por un segundo....”
–pensó, ladeando un poco la cabeza.
- Te llevaré conmigo…- lo alzó en brazos deseando
verlo sonreír de nuevo y escuchar otra vez aquella risa cristalina
que le parecía ahora tan lejana, como si jamás fuera
a volver. Su propio rostro estaba serio, se sentó entre las
sábanas y los cojines abrazándolo más contra
él y sintiendo una inevitable angustia.
Luzbel alzó su mano, acariciando su mejilla con suavidad,
susurrando con algo de melancolía. – Tu rostro....
es lo más hermoso que existe. Tus ojos, tu voz.... –
cerró los ojos acariciándose con su pecho.
-Para mí tú eres el más hermoso Luzbel…
- le sujetó la mano con la propia, llevándola a sus
labios para besarla. Deseando incluso utilizar su poder de forma
egoísta para mantenerlo a su lado como fuera. Cerró
los ojos desechando inmediatamente aquella idea.
- Entonces hazme sentirlo, hazme sentir que soy lo más importante
para ti.... lo necesito – le pidió, cerrando los ojos
de nuevo, aún sintiendo aquel dolor en el fondo, del que
no se podía deshacer, bajando el rostro para besar su pecho
aún sin retirar su mano.
El moreno se recostó llevándolo a su lado entre los
cojines, besándolo de nuevo y acariciando su piel sintiendo
la increíble suavidad de esta y la palidez que casi parecía
nacarada. Lo despojó de sus ropas lentamente sin dejar de
observar su rostro –Luzbel… mírame a los ojos.
El rubio alzó la mirada lentamente, observándolo,
intentando demostrarle sólo con su mirada lo mucho que lo
quería, lo mucho que haría por él, su mano
acariciando su hombro, su brazo.
Yavé entonces sonrió con suavidad observándolo
y sintiendo todo aquello en él, deslizó la mano por
su pecho y sus caderas tomando su sexo y besándolo de nuevo
mientras se giraba sobre él, uniendo ambos cuerpos en uno
mismo y sintiendo la calidez de sus alas envolverlo.
El chico gimió, entrecerrando los ojos pero aún observándolo
sin desear perderse ni un momento. Era sublime. – Te amo...
– susurró temblando contra él.
-Yo también te amo Luzbel, con todo mi ser…- “así
que no abandones mi lado…” finalizó en sus propios
pensamientos consciente de que nada evitaría lo que sucedería,
ni siquiera sus palabras, sólo podía tratar de retrasarlo.
Se volteó de nuevo observando al rubio y cómo ambos
cuerpos se fundían. Entrecerró los ojos y lo abrazó
con fuerza contra él acariciándolo y sintiendo aquella
unión melancólica e intensa, como una despedida.
El ángel suspiró, devolviéndole el abrazo
con todas sus fuerzas, como si desease aferrarse a Él de
alguna manera ilógica, recordando sus palabras de antes,
que lo amaría siempre, pasase lo que pasase y por un segundo
apenas preguntándose si sería verdad. Empujó
ese pensamiento fuera de sí, besando su cuello, y acariciándolo
con sus labios.
-Siempre estaré a tu lado- susurró tratando de apartar
los miedo del rubio con aquellas palabras sinceras. Siempre lo estaría,
fuera como fuera no iba a abandonarlo, ni a él ni a ninguno
de sus hijos. Deslizó las manos por su espalda alzándolo
más contra él y cerrando los ojos al tacto de sus
labios en la piel sintiendo el enorme placer de estar en su cuerpo
y pertenecerle.
- ¿Siempre....? – preguntó, jadeando con suavidad,
estremeciéndose, envuelto en su calidez, y continuando con
aquellos besos y caricias, deseando entregárselo todo en
aquellos momentos. Estar así para siempre.
-Por toda la eternidad Luzbel…- susurró contra uno
de sus oídos besando sus mejillas y sus labios de nuevo.
Perdiéndose en aquel abismo de caricias y en el aroma de
su piel. Sujetándolo con fuerza contra su cuerpo y sintiendo
la candencia de su sexo sobre la piel.
El ángel sonrió, cerrando sus dorados ojos, sólo
sintiéndolo. Su sola presencia era más que poderosa
como para llegarle hasta el alma. Sintió su sexo estremecerse
anunciando aquel placer intenso que sólo él podía
otorgarle, sus labios emitiendo gemidos suaves a pesar de la s sensaciones.
Yavé entrecerró los ojos inundando su cuerpo de su
propio placer y vertiéndose en él mientras sentía
el semen del ángel, cálido en su propia piel –Te
amo…- susurró jadeando con suavidad contra sus labios
y aferrándose a los besos para contenerse.
Luzbel le acarició el rostro nuevamente, dejándose
besar de aquella manera, en su mente respondiendo. “Y yo te
amo, y te amaré siempre....”
El moreno se giró sobre las sábanas sin apartarse
de su cuerpo, acariciándolo y besando sus labios suavemente
ahora sin conseguir apartar la mirada de sus ojos deseando que aquellos
momentos durasen para siempre. Le sonrió deslizando un dedo
por sus labios –Déjame ver tu sonrisa…
El rubio hizo lo que le pedía, no podía negarse ni
con toda la voluntad del mundo. Sonrió tenuemente al principio,
extendiéndola más sin poder evitarlo, de tan sólo
verlo sonreír a Él. Lo llenaba de gozo.
Yavé sonrió aún más complacido al observar
su sonrisa, sintiéndose feliz aunque sólo fuera por
un poco de tiempo más. Acarició su rostro con suavidad
besándolo superficialmente –Te amo más que a
nada- susurró de nuevo.
- Lo sé, también te amo – le susurró
de vuelta, pegándose a él, y aún sonriendo,
intentando disfrutar de ese momento tanto como podía.
El moreno lo abrazó con fuerza sintiéndose totalmente
pleno a su lado y entrecerró los ojos esperando a que se
durmiera en sus brazos sin poder dejar de observarlo.
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