Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte I
Crowberry correteó hasta el coche al verlo llegar, abriendo
la puerta enseguida. Estaba energizada con todos los descubrimientos
que habían hecho el día anterior y no podía
esperar para continuar.
—Buenos días, belleza.
—Qué sexy vienes hoy… —le dio un beso
en los labios aunque ambos sabían que esa inocencia no podía
ocurrir delante de sus respectivos novios —¿Has empezado
a jugar?
—Sí, es divertido, ¿eh? —se rio, porque
además al empezar se había imaginado a Umbrae jugándolo
—Estaba pensando que Umbrae seguro pone cara de seriooooo
mientras juega.
—Seguro que pone cara de serio incluso mientras se pajea.
¿Es Ransom serio mientras folláis? —la miró,
sonriendo.
—No, es muy romántico y apasionado —se estremeció
recordando la noche anterior con una sonrisa — ¿Y Sage?
¿Te da órdenes?
—No sabría decirte… puramente solemos encontrar
la forma de luchar con algún motivo. Y pasa de ponerse serio
como si te quisiese matar a reírse cuando está disfrutando,
así que… —se rio él mismo, suspirando
—No hablemos de Sage porque me pongo cachondo.
La chica se rio, puyándolo con un dedo en la cintura.
—No te pongas cachondo con una dama en el coche, pervertido
hijo de puta. Oh, ¿ya comenzaste a jugar tú? ¿O
sólo a las luchas?
—Hubo tiempo para todo, jugaba mientras él dormía,
y me los ligaba a todos a la vez —se rio —¿Sabías
que se podía? Qué realista.
—No, creí que sólo podías con uno a
la vez. Eres el maestro, Jeff, quiero ser tu discípula…
en juegos claro.
—Sí, se puede, aunque no si te descubren. Al menos
en este —tocó el volante con los dedos, sonriendo un
poco más y mirándola de soslayo. Lo cierto es que
se había fijado en el extraño hecho de que hubiese
una chica entre las opciones.
—Mmmm… Sí que es realista, voy a ver si puedo
hacerlo en el mío, aunque tengo que esforzarme porque tiendo
a caer por el intelectual.
—Pero hay que probarlos a todos primero, ¿si no cómo
vas estar segura de que has elegido bien? —se rio —Oye,
la tía es una opción…
—Lo es… ¿Me quieres eliminar del juego? —soltó
una risita ligera preguntándose si se iba a dar cuenta finalmente.
—No —se rio, mirándola de nuevo por un momento
—, sólo me choca, ¿para qué un gay escogería
a una tía? ¿Y si eres hetero para qué te compras
un juego de gays? Bueno… supongo que por la historia, puede
ser.
—Sí, el mundo no está hecho sólo de
hombres. O puede ser que seas bisexual, pero más gay que
otra cosa. O puede ser que quieras cubrirte y decir que sólo
lo compraste porque te gustaba la tía. ¿Ves?
—Será… pero yo me la estoy ligando igual —se
rio.
—También lo haces en la vida real. Me pregunto cómo
le habrá ido a la policía…. —Estiró
los brazos por detrás de su cabeza, acostándose por
completo en el asiento.
—No lo sé, pero seguro que bien, porque si no me llamaron
ninguno de los dos para maldecirme… —se rio, alzando
una ceja —Y ya tengo el permiso de mi marido para quedar con
Claire, ¿la llamo ahora? —preguntó con la repentina
idea y sin importarle nada el público.
—Sí, llámala, quiero saber su reacción
—se giró hacia él con curiosidad, sonriendo
un poco.
Jeff buscó la dirección en el teléfono que
estaba incorporado en el coche y apretó el botón,
esperando tres tonos antes de que contestase la voz de Claire.
—Sí, ¿quién es?
—Claire, soy Jeff, el periodista, ¿me recuerdas?
—Te recuerdo —lo atajó con el mismo tono amable
con el que los había atendido —¿Sucede algo?
—Me preguntaba si querrías tomar un café conmigo
esta tarde, si no estás muy ocupada.
—¿Un café? —la mujer pareció confundida
por un segundo, pero no perdió el tono amable —No estoy
ocupada, pero realmente no tengo mucho más que contarte,
sólo historias de adolescentes.
—¿Y quién dijo que mis intenciones fueran entrevistarte?
—le preguntó, sonriendo mientras cruzaba la calle para
ir a buscar a Nash —No me digas que estás casada y
no me he dado cuenta…
—No, no estoy casada —sonrió ligeramente —No
sé si debería aceptar…
—¿Por qué no? Sólo será un café,
ni siquiera te estoy pidiendo una cena. Aunque puede que sea mi
siguiente paso…
La mujer se rio, claramente complacida.
—Bueno… está bien, pero no suelo ponerlo tan
fácil, ¿eh?
—Eso sólo me motiva —le advirtió, sonriendo
ligeramente —Envíame una dirección y la hora
que te parezca bien, no trabajo de tarde.
—Está bien, ahora te la envío, nos encontraremos
allí. Yo no trabajo los domingos…
—Creía que todos eran tan obsesivos con el trabajo
como yo —sonrió, despidiéndose y cerrando la
conexión, mirando a Crowberry de soslayo —¿Crees
que le gustan los trajes o los jeans?
—Hum... Algo intermedio, seguro le gustan los hombres elegantes,
pero es domingo… —le contestó la chica —No
lleves chaqueta.
—Confío en ti, y no pensaba llevarla, cuando me las
pongo me deprimo, prefiero llevar una camisa abierta. Supongo que
estos jeans rotos no le gustarían —se rio, mirándole
las piernas un momento porque llevaba unos calcetines hasta debajo
de la rodilla, con cerditos rosas —. Por cierto, tengo que
pedirte un favor en nombre de… Sage y en el mío.
—Lo que quieras, amor, excepto un trío. A Ransom no
le gustaría —sonrió, enderezándose y
girándose hacia él.
—Debiste decir, lo que quieras amor mío, excepto un
trío —se rio, negando con la cabeza —. Los chochetes
me deprimen, pero dejando eso a un lado… Se trata de Barret,
alguien debería sacarlo de allí un poco y hacerle
sentir útil. ¿Por qué no le pides que te acompañe
a la zona y repasáis las casas de nuevo?
—¿Crees que acceda? Lo hago, no tengo problemas con
eso, pero no sé si va a querer salir del edificio.
—Si le dices que es para ayudarte a ti y no a la inversa,
seguro que va. Sage dice que se ve muy deprimido, e imagino cómo
se debe estar sintiendo, pero no soy bueno consolando a nadie, ni
siquiera a mí mismo. Seguro que termino sugiriéndole
echar un polvo —se rio.
—Y es el mejor remedio para todo, pero desgraciadamente,
no todos lo toman. Medicina alternativa —se encogió
de hombros —Está bien, le diré que no me atrevo
a ir sola, aunque luego se me vendrá abajo la excusa cuando
vea a Nash.
—No, Nash va a ir a hacer otra cosa con Umbrae. Sage quiere
teneros a todos ocupados el domingo —se rio.
—Esclavistaaaaaa —se quejó en broma, mostrándole
el signo de victoria con dos dedos —Vale, entonces no será
mentira, porque la verdad es que necesito un hombre fuerte y grande
a mi lado.
—Dile eso a Ransom… no sales de casa seguro —se
rio —Apuesto a que él y Sage se quedarán encantados
ahí encerrados con sus ordenadores y hablando de cosas de
hombretones.
—Seguro que sí, todos seriooooooooooos y concentrados
—frunció el ceño como imitándolos —Ellos
que hagan eso, nosotros nos divertimos.
—No estoy seguro de que yo vaya a divertirme tanto —sonrió,
apretando el claxon para que Nash se diese por enterado.
El chico se apresuró al coche y dejó entrar a Joe
primero.
—Ya me ha dicho Umbrae, lo del tío que vamos a seguir.
—¿Qué tío, eh? ¿Por qué
no me has dicho? —la chica le dio un codazo a Jeff, girándose
y casi tirándose por encima del asiento para saludar a Joe.
—Creí que te lo habría contado Ransom —le
dijo sorprendido, antes de empezar a contarle toda la historia sobre
las fichas, los desaparecidos y el hecho de que sospechosamente
el que estaba en paradero conocido trabajaba en un bufete y Claire
era abogada.
—Ya…, pero no me había dicho que íbamos
a seguirlo, supongo que se distrajo —sonrió sentándose
bien por fin —¿Creéis que sea el culpable?
—No lo sé, yo no creo que tenga súper poderes
con el más allá… —le contestó Jeff.
—Igualmente participó en ese juego, algo debe saber.
Además, asumes que no lo hicieron adrede para ser un juego
asesino —le contradijo Nash.
—Porque eso me suena demasiado hilarante…
—La situación entera lo es, asimílalo.
—Yo no creo que esto haya pasado por casualidad. Es decir,
si fuera un fantasma y no una mujer viva, podría creerlo,
pero esto es simplemente raro —asintió Crowberry.
—Puede que… el fantasma haya adoptado su forma —propuso
Jeff.
—Igual esa cita es porque realmente te gusta… tanto
defenderla.
—Sí, me encantan los mejillones, con perdón
—le dijo a Crowberry, riéndose.
—No me ofendo —se rio ella, cruzando los tobillos —Pero
eso es posible, aunque sería un fantasma muy confundido.
—Cuando no sabes que estás muerto… ya no demuestras
mucha lucidez —bromeó Jeff.
—¿Vamos a ir a la casa de la tía? —los
interrumpió Nash —Tal vez podamos saber si por ejemplo
intentaba parecerse a ella. Las tías hacen esas cosas, y
algunos patéticos también.
—Vayamos, vayamos, estoy de acuerdo —Crowberry remeció
a Jeff, a pesar de que estaba conduciendo, casi saltando en el asiento.
—Sí, sí vamos —se rio el mayor —,
después os llevo con vuestros respectivos. Bueno, más
o menos —le dijo a Crowberry, sonriendo.
—Más o menos, no enfades a dos de un solo tiro —le
guiñó un ojo, recostándose de nuevo —No
sé por qué alguien querría parecerse a otra
persona, es aburrido.
—Eso pasa cuando no tienes personalidad propia —Nash
estaba recostado contra Joe con los ojos cerrados, acariciándole
el pecho distraídamente.
—Nash… no te vayas a dormir —le pidió Jeff.
—No, estoy bien —enrojeció porque se hubiera
fijado y se sentó con el ceño fruncido.
—Tenemos a Joe de todas maneras, no te preocupes —sonrió
la chica, girándose un poco.
—De todas formas no tengo sueño —se quejó
de nuevo.
—Luego vamos a tomar un café, antes de ir a buscarlos.
Jeff siguió conduciendo hasta llegar a aquella ciudad solitaria,
y recorrieron las calles hasta llegar a aquel edificio que les faltaba
por visitar.
—Espero que no esté tan lleno de polvo este, puedo
soñar —se quejó Crowberry antes de que se burlaran
de ella.
—Yo espero que fuese descuidada y se dejara todo lo posible.
¿Quién fue el primero en desaparecer? —preguntó
Nash.
—Ella de hecho, quizás vamos a donde comenzó
todo.
—La primera casa que visitamos, fue la del que sigue con
vida, luego la bollería, ahora la de la tía —Jeff
se bajó del coche, mirando atrás hacia aquel edificio
semi derruido —Dime que el cara cráter no fue el último
en desaparecer.
—No fue el último en desaparecer —le sonrió
ella, encogiéndose de hombros —En realidad no lo recuerdo,
podrías aprovechar a Sage…
—¿Crees que el último es el más importante?
—le preguntó Nash, caminando adentro del edificio,
ya que la puerta estaba descolgada a un lado.
—Podría serlo, en el caso de que decidiese averiguar
algo… supongo que intentaría recuperar la información
que guardaban, ¿no?
—Sí, además supongo que “heredaría”
todo lo que dejasen los demás —asintió Crowberry,
exhalando, ya les tocaba subir escaleras de nuevo —Podríamos
hacer una sesión de guija en el último piso…
—sugirió en broma, exagerando con la voz. No era tan
estúpida como para eso.
—Prefiero no… —Jeff la sujetó por la cintura,
subiendo las escaleras con ella y dejando que Nash los siguiese
con Joe.
—¿Qué piso era?
—El tercero esta vez —casi se alegró de comunicar
Jeff.
—Menos mal… Qué ágiles somos —la
chica bromeó, apoyándose en Jeff y mirando hacia arriba
—Era mucho menos creepy cuando no sabíamos que estaban
desaparecidos, ¿sabéis?
—Sí, definitivamente…
—A mí me parece más creepy que uno no lo esté
—les aseguró Nash.
—Sí, pero ese no nos va a salir por ahí, igual
se molestan de que toquemos sus cosas.
—No, igual quieren que los ayudemos, deben estar encerrados
ahí como los demás —murmuró Nash, que
iba mirando las piernas de Crowberry porque las tenía justo
delante.
—En ese tema… Encontré un trozo de código
en el piso de Sage, estaba escrito con su letra, pero no recuerda
haberlo apuntado él —mencionó Jeff.
—¡Oh! ¿Cómo lo que apuntó Ransom
de su sueño? A lo mejor sí tienes razón, intentan
ayudarnos —la chica lo miró y luego a Nash para ver
si estaba de acuerdo.
—Es posible, sí —él se encogió
de hombros, aunque no se fiaba precisamente.
—¿Tampoco te fías? —le preguntó
Jeff.
—No…
—Ni yo, pero sería bueno —suspiró Crowberry
saliendo al pasillo y buscando la puerta —Es esa.
Estaba ajustada solamente, apenas abierta una rendija, eso le daba
más escalofríos que si sólo hubiera estado
abierta.
—Da la impresión de que hayan salido hace poco de
ahí… —comentó Jeff con la misma sensación.
—Pero no —Nash empujó la puerta con todo el
convencimiento. Adentro había unos cuantos muebles, papeles
viejos y hojas que se habían colado por uno de los vidrios
rotos de las ventanas.
—Mejor vamos directo al cuarto, ¿eh? —sugirió
la chica que se sentía nerviosa, aunque no quisiera admitirlo
realmente.
La habitación todavía tenía la cama, claramente
la habían dejado por vieja, la cabecera de madera estaba
desgastada y el colchón hundido en el centro. También
había un mueble con un espejo empañado por el sucio.
Jeff se acercó a sacar uno de los cajones, había
algunas prendas viejas, un par de camisones y algo de ropa interior.
Sacó uno de los mismos, poniéndolo frente a su propio
cuerpo y riéndose.
—Caben tres como tú aquí —le dijo a la
chica.
—De todas maneras no es mi estilo —negó ella,
riéndose y pensando que era terriblemente cursi además.
—Con estas rosas de frufrú tan bonitas —se quejó
Jeff de broma.
Nash había soltado a Joe en el interior del piso, y el perro
estaba olisqueándolo todo. Entró con ellos en el dormitorio,
tamborileando con los dedos en la madera.
—No te va con los ojos, Jeff —bromeó.
—No —lo dejó a un lado, sonriendo y abriendo
otro cajón que estaba vacío, así como el último
—Aquí no hay nada.
—Seguro que hay algo, en algún lugar —Crowberry
se agachó, mirando bajo la cama, aunque sólo veía
polvo y basura.
Nash se agachó con ella, y Jeff se acuclilló detrás
a ver qué tanto miraban. El moreno la había seguido
por inercia, pero ahora notaba una madera algo levantada, y se sacó
la navaja del bolsillo, levantándose para apartar la cama.
—Seguro que sólo es una madera suelta, pero…
—metió la navaja por el borde de los tablones, haciendo
palanca y levantando tres de los mismos, secos, que salieron fácilmente.
Bajo la madera había una pequeña caja rosa, sellada
con una cinta. Crowberry la sacó, sonriendo.
—Te amo, Nash, mi héroe.
—Qué ilusión…
—No te hagas el duro, te vi mirarle antes —le advirtió
Jeff, sonriendo cuando lo miró con cara de asesino.
—No miraba de esa manera…
—Ya… —se sentó en el borde de la cama,
esperando a que Crowberry abriese la caja.
—No importa, cariño, sé que soy irresistible.
Será nuestro secreto —le guiñó un ojo
la chica sentándose al lado de Jeff para abrir la caja.
Lo primero que saltó a la vista fueron la cantidad de fotos.
Había algunas de los chicos del club, claro, pero casi todas
eran de Claire, claramente fotos sin su consentimiento.
—Uf… dios mío. ¿Qué es esto? —preguntó
Jeff.
—El club de stalkers de Claire —le contestó
Nash.
—Déjame coger una —le pidió Jeff —.
Se la mostraré a ver qué cara pone.
—La vas a espantar —le aseguró la chica, cogiendo
los papeles que estaban abajo y desdoblándolos. Empezó
a leerlos, pasándole unos a Nash y otros a Jeff mientras
leía —“Comenzamos en el aula de biología,
es por la tarde, ella está esperando…” Creo que
son planes para el juego.
—Eso es bueno —le contestó Nash, mirando las
fotos, pasándolas una a una por ver si había algo
especial. En una de ellas, la chica estaba mirando a la cámara
y no se veía asustada ni amable, más bien parecía
que se la quisiera hacer comer.
—Llévale esa —se rio Crowberry —Dios,
hasta da miedo, aunque supongo que debe ser terrible darse cuenta
de que te toman fotos así.
—¿No debería haberse asustado? —preguntó
Nash con el ceño fruncido.
—No todas las chicas son florecillas de loto, Nash —se
rio Jeff.
—Ya lo sé —frunció el ceño, girando
la fotografía, ponía “11” detrás.
—Yo me hubiera cabreado. Bueno, no… Seguro poso, no
puedo culparlos si es que soy tan bella —bromeó Crowberry,
llevándose una mano a la cabeza y posando —¿Pero
cómo vas a explicar esa foto, Jeff?
—Le diré la verdad a medias, que estábamos
paseando por la zona y tomando fotos, y la encontramos en una casa,
o en el colegio… Si sólo eran unos frikis sacándole
fotos, me lo dirá.
—Por eso eres un genio —lo celebró la chica,
moviendo una mano para que Joe se acercara a oler la caja, pero
lo tuvo que apartar porque parecía querer meter la cabeza
en ella.
—Galletas o nada, no es un perro policía —Nash
se rio, sujetándole la cabeza y levantándole las orejas.
Jeff vació la caja sobre la cama, repartiendo las fotografías,
pensativo.
—Tal vez estas fotos eran para captar sus expresiones para
el juego, no sé. Ninguna se ve especialmente sexy o algo
así.
—No, pero es creepy ir por ahí tomando tantas fotos
de la misma persona. Hay como dos de ellos —la chica las apartó
de las demás, tocándolas con sus uñas rosa
chicle —Quería encontrar el otro CD.
—Todos queríamos…, pero me da que es posible
que los tenga el tío soso —le dijo Jeff, que cogió
otra llavecita pequeña de entre las fotografías.
Se sacó la otra de la cartera donde la había guardado,
y descubrió que era una copia de la misma.
—Todos tenían una copia de esa llave… —murmuró
Nash.
—Y la tenían escondida —puntualizó Jeff
—Parece de una taquilla o algo por el estilo.
—¿Tiene número? A lo mejor ahí están
los que faltan. Quizás el otro lo dejó atrás
porque ya había guardado la llave y sabía que no se
podía abrir por sí solo.
—No tiene —le contestó tras examinarla —Puede
estar en cualquier lugar, o ser una caja de seguridad.
—O puede ser una taquilla del colegio —propuso Nash.
—Oooooooooh, pero… —Crowberry sonrió incómoda,
estremeciéndose. Estaba segura de que los estaba esperando
allí.
—No puedo ir, se lo prometí a Sage —le advirtió
Jeff —Por más que me seduzca la idea de ver otro cadáver
y rebuscar en sus bolsillos mientras me dejáis solo, creo
que paso.
—Ya iré yo —Nash movió la llave, y se
la guardó en el bolsillo.
—O podría ir yo con Barret, él no está
afectado —les recordó Crowberry. No quería atacar
su orgullo masculino, pero le preocupaba Nash.
—Toma, si quieres ir, ve —le dio la llave, pensando
que era más lógico que fuese Barret.
—¿No es extraño? Barret se ha metido de lleno
en esto, los ha jodido metiéndose en los sueños y
arruinando los planes, supongo, y no consiguen hacerle nada.
—No ha visto el video. Supongo que no es tan fácil
—la chica lo miró a los ojos —Lo que sea que
causa esto, está en ese video.
—Se supone —contestó Nash —Pero yo ya
no estoy tan seguro, ¿tienes el anuario por ahí? —le
preguntó a Jeff.
—En el coche tengo el portátil y lo escaneé.
—Vamos a verlo, tal vez podamos asociar a alguno de los estudiantes
con nosotros, de alguna forma… como queríamos hacer
con los juegos esos.
—¿Has estado jugando? Porque yo ya encontré
al investigador intrépido, al intelectual, y al chico que
todos creen es el malo al principio —los señaló
Crowberry.
—Estuve jugando, sí. Vi a un pedante, a una maricona
y al prota.
—Eso lo explica todo —Jeff se levantó, riéndose
y cogiendo las fotografías para bajar al coche.
—Oh sí, completamente. Y.. ¿Quién es
el prota, eh? —le preguntó la chica con toda la intención
de molestar mientras los seguía.
—El único normal —le contestó seriamente,
bajando las escaleras —Y dejad de molestarme, no se parece
a Umbrae realmente —sonrió para sí ya que no
lo veían, y sujetó a Joe con la correa de nuevo, mientras
bajaban las escaleras.
—No se parece… —Jeff codeó a Crowberry
—¿Y a cuál te estás ligando?
—Al prota…
—Que no se parece a tu novio…
—Que te den, que os den a los dos. Seguro que os gusta de
todas formas.
—A mí no me gusta… —se rio Jeff —,
pero a Sage sí.
Nash se giró a mirarlo, para comprobar si iba en serio con
eso.
—¿Qué? —le preguntó él,
todavía sonriendo.
—Agh.
—Y le crees… —se rio la chica, tocándole
un hombro —Tranquilo, es todo tuyo, pero sí es mono.
—¿Y quién hablaba del tío? Yo hablaba
de tomar por el culo, claro que es mío, saca —le apartó
la mano, negando con la cabeza —. Eso es lo que pasa cuando
piensas como una tía.
—Sí, es lo que pasa —le dio la razón
Jeff, riéndose también y pensando que eso había
sido inocente.
—Seré una tía, pero si creéis que no
he tomado por el culo… Pues eso es lo que creéis —les
soltó, exhalando luego —Niños.
Jeff se rio en alto, fingiendo estar escandalizado y bajando las
escaleras deprisa.
—Las cosas que dice cuando la picas…
—Sí, es cierto, nunca debimos hacerlo —bromeó
Nash.
—Le vamos a decir a Ransom que airea esas cosas.
—Lo negaré, lo negaré todo. No sé qué
clase de cosas pervertidas os imagináis acerca de mí.
A mi novio no va a gustarle.
—El mío es más fuerte… —canturreó
Jeff, jugando y abriendo la puerta del coche, sacando el portátil
para sentarse apoyado en el capó y mirar la fotografía
que Nash quería ver.
—Sólo con el aspecto no tenemos mucho, pero…
—¿Qué sucede? —Crowberry se giró,
observándolo.
—Intento buscar a personas que puedan parecerse a nosotros.
Recuerdo que Solitaryman dijo ser profesor de informática
o algo así, así que… ese ya sabemos por dónde
podría ir.
Aquí hay una tía un poco rara —les señaló.
—Es la del club —se rio Jeff.
—Oh… Dios, pues si se supone que tú seas ella,
se tiene muy bien considerada —la alabó en parte Nash.
—No puede ser… —negó ella, sonriendo un
poco —A lo mejor es por la personalidad, no tengo que ser
una chica precisamente.
—¿No? —le preguntó Nash, que había
visto algo sospechoso en ese juego y le había dejado pensando.
De hecho la maricona a la que se había referido, era un tío…
que parecía una tía.
—Son chicos de instituto y muchos de nosotros somos adultos.
No todos vamos a ser profesores. Puede que la edad incluso sea porque
ellos tendrían nuestra edad ahora, más o menos. Creo
que debe ser algo de personalidad —le dio la razón
Jeff.
—Por eso te amo, Jeffie —se rio ella, pensando que
la estaba consintiendo —, pero a lo mejor hay algún
profesor en el grupo. Por eso trata de conseguir a Barret, parece
profesor.
—A mí me parece un padre —le contestó
Jeff, riéndose para sí.
—Te ha llamado con nombre de perro, Jeffie.
—Me puede llamar como quiera, pero tú no —le
amenazó, aunque no iba en serio —Tendré que
preguntarle a ella cómo eran sus compañeros, mirándoles
para la cara no va a llegar.
—Creo que tienes razón —Nash suspiró,
mirando hacia el edificio —¿Echamos otro vistazo antes
de irnos?
—¿Por qué no, Nashie? —le preguntó
con toda la maldad, riéndose en bajito —No te enfades,
es cariño…
—Claro que sí… ya verás… —dejó
en aire, decidiéndose a subir de nuevo. Era mejor revisar
todos los cuartos
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte II
Jeff les había hecho el favor de dejarlos en la ciudad antes
de ir a su casa a cambiarse, y ahora estaban comiendo algo en la
terraza de una cafetería mientras esperaban a que el hombre
al que tenían que seguir, saliese del buffet donde trabajaba.
—¿A ti que te parece? —le preguntó Nash
a Umbrae, mientras le mostraba las fotografías.
—Creo que la estaban estudiando, seguramente para el juego,
pero está claro que no obtuvieron su aprobación en
primer lugar —le contestó mordiendo su sándwich
—Ella era lo principal del juego, me pregunto qué motivos
le dieron para ser así como personaje.
—No lo sé, supongo que ellos la veían así
en primer lugar. No como una asesina, pero ya sabes… un monstruo
malvado o algo así. Pero puede que simplemente tuvieran esa
idea macabra para el juego y la utilizasen a ella de mala porque
les caía mal.
—Supongo que es posible, pero tengo el presentimiento de
que ese juego no tenían un final feliz. No me parecen muy
inteligentes.
—¿No? Entonces nosotros somos más estúpidos
todavía, porque estamos jodidos gracias a ellos y no podemos
resolverlo.
Tal vez al final ellos eran los héroes que la detenían.
—O tal vez soy un pesimista —sonrió un poco
Umbrae, tocándole la mano —Es que pensé que
si todos acaban muertos, no veo la razón de ponerla a ella
de monstruo. Es como un suicidio virtual.
—Al menos podían soñar que la detenían
—le contestó, mirándolo a los ojos —Pero
por algún motivo no consiguieron hacerlo, y los mató,
menos a uno. ¿Por qué? —giró la mano
y se la sujetó casi por reflejo, lanzándole un trozo
de salchicha con la otra a Joe.
—Quizás él sabe cómo detenerla, eso
sería lo ideal, pero si lo sabe, ¿por qué no
se lo ha dicho a nadie? Lo vas a acostumbrar —sonrió
ligeramente.
—No es mi culpa, me hipnotiza con la mirada… —se
limpió los dedos con la servilleta, girándose un poco
para no ver su cara de ruego —Tal vez no quiere detenerla.
—¿Por qué no querría? ¿Se habrá
enamorado de su creación?
—Bueno… yo estaba pensando en que le da mucho poder,
¿no crees?
—Sólo psicológicamente, no creo que pueda controlarla,
¿o sí?
—No lo sé, tal vez sí, tal vez sabe cómo
manejar los códigos, pero entonces nos reconocerá
al vernos. ¿Crees que deberíamos arriesgarnos? Preguntándole
una dirección o cualquier cosa así.
—Podemos ver su reacción. No podrá hacer nada
de inmediato de todas maneras y podemos ver si nos reconoce —sonrió
un poco, mirándolo a los ojos —Me pregunto si Joe lo
reconocerá a él.
—Pues espero que no, o seguro que le muerde —le tocó
la cabeza, mostrándole luego su mano vacía para que
viera que se había terminado la comida ya —Creo que
ya sale —le advirtió, observando a un hombre alto salir
con un traje del edificio.
La verdad es que no se veía mucho como el tío triste
que parecía años atrás.
—¿Seguro que es ese? —le preguntó Umbrae,
aunque habían buscado su foto. Realmente era cierto eso de
que los perdedores de la escuela cambiaban mucho —Vamos.
—OK —lo siguió, levantándose y sacando
un chicle de su bolsillo.
Aquel hombre iba ahora hablando por su teléfono móvil,
no era el mejor momento para preguntarle nada, y a Nash le preocupaba
que se metiese en el coche antes de colgar. No podían simplemente
interrumpirlo para preguntarle por una dirección.
Umbrae miró a Joe, pero estaba paseando de lo más
contento. No se veía alterado por la presencia de ese hombre
ni nada parecido.
De hecho los miró sólo un momento antes de meterse
en el coche sin prestarles atención alguna, y ellos siguieron
caminando porque no tenían más remedio. No podían
ponerse a perseguir a un coche.
—Nuestra primera misión como espías, ha sido
un fracaso.
—Debimos dejárselo a alguien con un medio de transporte
—sonrió el chico un poco abatido, aunque mirando su
placa de todas maneras —Puedo buscarlo luego con las cámaras
de los semáforos.
—Creo que se nos dará mejor de ese modo —de
hecho, tenía su móvil abierto y estaba buscando las
conexiones cercanas. Había muchas, pero él tenía
un programa para rastrearlas en el callejero. No le era difícil
conseguir la IP del móvil que estaba utilizando ese tipo
en su coche.
—Eres realmente genial, Nash —Umbrae sonrió
orgulloso, tirando un poco de la correa de Joe que se estaba entreteniendo
en olerle los zapatos a una señora —¿Lo encontraste?
—Sí, no podré conseguir mucho. Sus mensajes,
su agenda y esa clase de cosas, pero es algo —lo miró
un momento, mientras se descargaba en su propio móvil el
material. La transferencia se cortó de pronto, dejándolo
al 20% —Coño… su teléfono me ha bloqueado.
—Eso no es usual —el chico lo miró serio —Supongo
que no ha dejado de practicar desde sus días en el club.
¿Crees que es posible que te rastreara de vuelta? Lo tienes
bloqueado, ¿verdad?
—Lo tengo bloqueado, y no, creo que era un programa automático…
—negó con la cabeza, rascándose la nuca y mirando
al coche alejarse —Tal vez se haya bajado algo útil
aún así.
—Sí, tal vez —asintió Umbrae, rascándose
la nuca —Me hace querer hacer vandalismo… Bueno, no
vandalismo.
—Yo estaba pensando en lo mismo, pero… mejor esperar
a ver si hace algo cuando descubra que trataron de entrar en su
móvil —lo miró, guardándose el suyo tras
apagarlo por si acaso —. Si hay que robarle el móvil,
yo puedo hacerlo.
—Estaba pensando en entrar a su casa de hecho, pero supongo
que deberíamos empezar por algo más pequeño.
—Y se supone que tú eres el buen chico… —alzó
una ceja, mirándolo a los ojos.
—No soy tan bueno… —se quejó enrojeciendo
y bajando la mirada —Quizás debamos esperar a que hablen
con él, tal vez sí nos ayude después de todo.
Es sólo que no me inspira confianza.
—Eso es porque pasó de ser un nerdo a ser un tío
atractivo —se rio —. Sé que no es por eso, creo
que paso demasiado tiempo con Jeff y Crowberry.
—Creo que sí —se rio él también,
mirándolo —Te diviertes, ¿no?
—Cuando no estoy pensando en estrangularlos… sí
—le sujetó la cintura, caminando a su lado de ese modo
—Supongo que tú no.
—No diría que la situación es divertida precisamente,
es interesante —admitió —, pero ya lo sabes,
todo el mundo está tenso, y Barret está decayendo.
No lo preguntaba por eso.
—Ya lo sé, sólo estaba pensando que podrías
venir con nosotros alguna vez.
—No puedo dejar de trabajar, tenemos que romper ese código.
El que Kevin haya durado tanto es un milagro, y no sé cuánto
tiempo más tengamos.
—Como quieras —se estiró, suspirando —¿Así
que habéis descubierto el código que utilizan?
—Sólo tenemos el trozo que copió Ransom y ahora
el de Sage, no sé qué van a hacer con ese.
—Pero te pregunto si habéis descubierto que código
usaban, ¿no era eso lo que ibais a hacer? —suspiró.
La verdad es que pensaba que era más útil lo que estaban
haciendo ellos.
—Lo siento, estoy cansado —le sonrió mirándolo
—Está basado en datos personales, pero aún no
lo sabemos todo. Sería útil que nos trajeseis revistas
o cualquier otra cosa que encontraseis ahora.
—Bueno… a ver qué encuentran. Estoy seguro de
que Barret será concienzudo, y Crowberry… ella es intrépida.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte III
De hecho la chica estaba muy bien sentada en el coche de Barret,
mirándolo y preguntándose si la iba a reñir
en algún momento por poner mal los pies o algo así.
—¿Ya comiste, verdad? Porque podemos parar si tienes
mucha hambre…
—Comí algo —le contestó, mirándola
un momento —. ¿Tienes hambre tú y por eso me
lo preguntas?
—No, es sólo que estás muy callado, y me pone
nerviosa el silencio —se rio como si tuviera sentido confesar
eso de manera tan directa.
—Lo siento, estaba pensando… ¿cómo es
que no le has pedido a Jeff que te acompañase?
—Jeff está ocupado, tiene una cita con Claire. ¿No
te lo dijo Ransom? Va a ver si consigue averiguar algo más.
—Sí, creo que me lo dijo, tengo la mente en otra parte
—se disculpó, tocando con la mano por el salpicadero
hasta coger un cigarro del paquete que había ido de un lado
a otro del coche con las curvas.
Se estaban adentrando en la ciudad, y a lo lejos pudo ver el edificio
semi derruido del que la chica le había estado hablando,
sólo como comentario, aunque él ya había estado
pensando en entrar de todos modos.
—Es comprensible. Puedes hablarme si quieres, ¿eh?
—le ofreció, aunque el paseo era para distraerlo, pero
tampoco quería que estuviese por ahí pensando en eso
constantemente y sin poder descargarse.
—No sabría qué decirte, no soy muy bueno hablando
de esas cosas. Ni siquiera sé muy bien cómo me siento
—le confesó, parando el coche entre los edificios y
deteniéndose un momento, mientras encendía el cigarro
—. Supongo que inútil principalmente.
—No eres inútil o no te hubiera pedido que vinieras
conmigo. Creo que es normal que te sientas así —Crowberry
se giró a mirarlo, sonriendo con suavidad —Hemos averiguado
muchas cosas, esto va a terminar pronto, ya verás.
—No estoy muy seguro que quede algo de Kevin, incluso si
despierta. No estaba bien, y por lo que me parece ahora… no
lo sé, tal vez sean esos sueños, pero parece que haya
perdido la cabeza.
—Yo no perdería la esperanza. Esos sueños son
muy vívidos, pero siempre regresamos a nuestras vidas, ¿no?
—Ni sabe quién soy. Vamos —le pidió,
saliendo del coche y mirando al edificio de nuevo.
—Vamos —se bajó también suponiendo que
no quería hablar de eso y siguiendo su mirada —Es el
único al que no hemos ido.
—Voy a entrar, deberías esperar en el coche.
—Cariño, te pedí que vinieras a acompañarme,
no a relevarme. No vine hasta acá para quedarme sentada en
el coche, aunque aprecio la caballerosidad —se rio, echando
a caminar hacia el edificio, lo cierto es que tenía curiosidad.
—Vale, pero no te separes de mí, si te pasa algo…
ya sabes a quién van a echarle la culpa —bromeó,
porque no era eso lo que le preocupaba realmente.
—Si me conocen, te compadecerán —se rio de nuevo,
esperándolo y sujetando su brazo, aunque pudo notar lo nervioso
que se ponía —Es para no perderme.
—Ya —sonrió, tratando de relajarse un poco y
mirando por dónde sería mejor entrar. Obviamente había
una entrada clara por la brecha, pero era lo menos seguro que se
le ocurría. Una de las ventanas del piso bajo estaba sin
cristal, el mismo bajo sus pies, o al menos algunos trozos —Con
permiso —se disculpó antes de levantarla hasta la misma
para que se trepase allí.
Era imposible utilizar la puerta, porque estaba llena de escombros.
La chica se sujetó, cuidando primero de que no hubiera trozos
de vidrio apuntando hacia arriba. Se impulsó, entrando en
aquel piso semi oscuro y bastante destrozado, y se giró enseguida.
—¿Puedes alcanzar? —se inclinó descolgando
un brazo por si necesitaba ayuda.
—No te preocupes, puedo hacerlo y si cojo tu mano te vienes
para abajo conmigo —se rio un poco, sujetándose al
marco de un salto y subiendo con ella al piso de arriba —¿Sabemos
qué piso era el del chico? —preguntó sacudiéndose
las manos.
—El cinco, así que vamos a divertirnos un poco más
—se rio ella, pateando una piedrita —Lo que cuenta es
el gesto. Oye, anda con cuidado, ¿eh? Seguro que esto está
inclinado y todo.
—Es mejor caminar por los bordes pegados a las paredes —le
advirtió, señalándole para que pasase por delante
de él, que pesaba más. Le preocupaba que fuera a desmoronarse
el suelo —¿Recuerdas que Ransom soñó
que estaba en un suelo que se caía bajo sus pies? Lo leí
en sus archivos.
—Sí, pero eso fue en la escuela, ¿no? ¿O
no? —no recordaba exactamente, después de todo los
sueños iban cambiando de escenarios.
—No lo recuerdo tampoco, pero es curioso, sobre todo porque
si te has fijado he dado un volteo alrededor de la ciudad. No ha
sido porque sí, estaba intentando averiguar si había
más edificios tan derruidos como este.
—No los hay, ¿eh? ¿Qué habrá
sucedido aquí? Si hubiera sido un terremoto, habría
más escombros.
—No lo sé, ¿tal vez una explosión de
gas o algo parecido? Tendré que buscar información
restringida. La mayor parte de los datos de este lugar, no son de
dominio público. No porque haya nada maldito, si no porque
al parecer se pretendía especular con los terrenos y por
eso se declaró en abandono… —le explicó.
—Ya…, pero igual no han hecho nada, y eso da pie a
rumores, que empezaré yo porque además seguro que
son verdad —bromeó tan sólo a medias. No le
cabían dudas de que ese lugar no era nada normal.
—Seguro que sí —sonrió un poco, saliendo
de aquella casa y abriendo la puerta que daba al pasillo. Las escaleras
estaban intactas salvo por un trozo en el segundo piso —.
Ve muy pegada a la pared —le pidió, mirando abajo desde
el trozo donde faltaba el suelo.
—Vale, si me caigo, me atrapas —se rio la chica subiendo
y colocándose tan pegada a la pared que sentía que
se iba a fundir con ella.
—Espero no tener que poner a prueba mis reflejos… —le
pidió más que advertirle. No quería ni imaginarse
la cara de Ransom si le decía que le había permitido
ir con él por aquel edificio.
No tenía miedo a las alturas, pero ni siquiera así
tenía ganas de mirar abajo.
Cuando llegaron a la siguiente planta, la misma estaba casi por
completo en buen estado, al menos a primera vista —Procura
no pisar el suelo en esa zona de todas formas.
—Vale —Crowberry se rio en bajito porque era un poco
absurdo entrar en un edificio tan desvencijado y aún así
sentirse como si fuera con su jefe de campamento o algo así
—Es raro, ¿no? No hay casi polvo aquí.
—Sí, es muy extraño, pero seguro que existe
un fenómeno explicable… —casi se dijo a sí
mismo, sólo porque no quería ni pensar en cosas demasiado
extrañas cuando ya le bastaba con los peligros físicos
—¿Puedo preguntarte algo?
—Claro, mi vida es un libro abierto. Sólo depende
de la página en la que esté —sonrió,
subiendo de nuevo, aún sin despegarse mucho de la pared.
No creía que fuera un fenómeno explicable, pero quizás
estuvieran bien mientras no se desviasen del camino.
—No es nada personal, es… sobre tus sueños.
¿Alguna vez Ransom no te reconoció, o alguno de los
demás?
—No recuerdo eso… —lo miró, encogiéndose
de hombros —No creo que haya tenido muchos sueños conjuntos
de todas maneras. La última vez… las dos últimas
veces… —se estremeció mirando hacia el frente
de nuevo —Ransom estaba muerto.
—¿Muerto? Creo que sólo intenta jugar con nuestra
mente, no significa nada. De hecho, he estado pensando en que tal
vez me hace eso para que me desespere e intente ver el video.
Eso no es todo, he recibido varios emails remitidos desde mi propia
dirección. Supuse que eran virus, pero no los borré,
abrí uno de ellos, había un video en el interior.
—¡No lo veas! —Crowberry se giró inmediatamente,
mirándolo a los ojos y negando con la cabeza —No lo
veas, esos emails vienen de ella. Un momento… ¿Se los
has mostrado a los demás, verdad?
—No, y podría decirte que no sé por qué
no lo he hecho, pero mentiría. La verdad es que no quería
que me quitasen el privilegio de decidir por mí mismo si
deseaba verlo o no. No sé por qué te lo he dicho a
ti, supongo que porque eres una chica —le contestó
sinceramente, mientras subía las escaleras tras ella.
—¿Y soy inofensiva? —sonrió de nuevo
—No lo veas si quieres ayudar a Kevin, sólo te condenarás
a ti mismo y ya no podrás mostrarle la realidad. Lo que estaba
pensando es que todos hemos recibido esos emails, nunca fueron algo
comprensible, pero si los juntáis todos, podrían ayudaros
con lo del código.
—Sí, se lo mostraré, supongo que tienes razón
—admitió, rozando el pasamanos un momento y apartando
la mano por si estaba muy sucio —. Y no, siempre me ha sido
más sencillo hablar con mujeres, creía que era así
para todos los hombres. Uno no quiere confesarle sus miedos a otros
hombres, es incómodo.
—Oh, bueno, puedes hablar conmigo cuando quieras, prometo
guardar el secreto —le aseguró exhalando —Por
cierto, Barret, es una pesadilla, lo que está viviendo Kevin.
No es algo que él esté creando.
—No lo sabemos realmente, ¿verdad? —le preguntó
sinceramente, fijándose en cómo subía las escaleras
—¿Por qué suspiras? ¿Te ha molestado?
—No, claro que no. ¿Por qué me molestaría?
—sonrió de nuevo —Es sólo algo que comprendo
demasiado bien, el dudar de ti mismo, el preguntarte si serías
capaz de hacer algo así…
—No, sólo juega con nosotros —le aseguró,
mirando a la pared para averiguar en qué piso estaban ya.
Era el cuarto y seguía viéndose de la misma manera,
había poco polvo, aunque sí algunas botellas de plástico
vacías y bolsas de entremeses —¿Sabemos qué
estamos buscando exactamente? Algún tipo de almacenamiento
de datos, ¿no?
—Sí, o un CD. Todo lo que podamos llevarnos de hecho.
Si no está aquí, también podría estar
en una taquilla… de la escuela quizás. Encontramos
unas llaves…
—Deberíamos ir a mirar. ¿Las tienes ahí?
—le preguntó calmado y sin percatarse realmente del
peligro que podía entrañar entrar en aquel edificio.
—Sí, pero… ¿no has ido a la escuela en
la vida real, verdad? —le preguntó, deteniéndose,
por alguna razón, sin atreverse a dar ese paso extra que
la llevaría al piso quinto.
—Claro que sí, no soy iletrado —bromeó
un poco, sólo por su cara de seriedad —. No, no he
ido antes, ¿por qué?
—Pues… quizás a ti no te afecte, pero siento
que está allí. Cada vez que vamos pasa algo, vemos
algo… Ayer miré desde una ventana y vi una silueta
en la escuela, mirándonos…
—Será mejor que esperes en el coche entonces —le
tocó el hombro, subiendo al quinto piso delante de ella y
mirando al descansillo —¿Cuál es la puerta?
—La de la derecha, y no, es estúpido, pero no puedo
dejarte entrar solo —negó, sonriendo un poco para tranquilizarlo.
—Pero no me sucederá nada a mí, tal vez sea
más peligroso si entras, que si te quedas afuera —le
aseguró, acercándose a la puerta y tocando el pomo
de la misma.
Estaba firmemente cerrado con llave desde adentro, forcejeó
un momento, y luego se golpeó contra ella con el hombro,
haciendo que la misma temblase, pero también provocando que
se desprendiesen piedras abajo.
Se detuvo de inmediato, antes de seguir tratando de abrirla —Creo
que esto es muy peligroso tal y cómo está el edificio.
—Lo es, pero ya llegamos hasta aquí —la chica
alzó una pierna pateando la puerta con fuerza, pero se cayó
al suelo cuando el piso entero pareció temblar —Oh,
mierda… Lo siento.
—No te disculpes y vámonos antes de que ocurra una
desgracia —le sujetó una mano para ayudarla a levantarse,
pensando en aquellas escaleras tan peligrosas de nuevo.
La chica no protestó esta vez y se levantó enseguida
dirigiéndose a las escaleras, pero no sin lanzarle una última
mirada a aquella puerta. Estaba convencida de que allí adentro
estaba lo que necesitaban, la etapa final tenía que ser la
más difícil, ¿o no?
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte IV
Jeff había llegado cinco minutos antes a la cafetería,
como acostumbraba cuando tenía una cita, y siguiendo el consejo
de Crowberry se había puesto una camisa y un pantalón
de traje, claro que no iba precisamente serio, se veía desenfadado
de todos modos.
Hizo ademán de levantarse cuando llegó Claire, casi
tomándolo por sorpresa porque estaba mandándole mensajes
molestos a Sage mientras tanto y no la había visto llegar.
—¿Cómo estás? —la saludó,
estrechando su mano suavemente antes de sentarse bien de nuevo —Creía
que los abogados trabajaban incluso los domingos —bromeó
a medias.
—No tengo ningún caso urgente ahora —le aseguró
sentándose sin dejar de sonreír —Además
no sólo soy una abogada.
—No, eso puedo verlo —sonrió de nuevo, silenciando
el móvil mientras se lo guardaba en el bolsillo —Yo
sigo trabajando en lo mismo que cuando te visité. Incluso
he ido al lugar, ¿tú has vuelto a ir?
—No, no en años. La zona entera está abandonada.
¿Fuiste a tomar fotos?
—Sí, hemos tomado unas cuantas, entrado en el colegio…
—sonrió más, llamando al camarero mientras charlaban,
con un gesto —incluso hemos estado echando un vistazo a las
fichas que quedaron allí, no vayas a denunciarme a la policía.
—No lo haría, aunque como abogada me hace sentir algo
incómoda —se rio brevemente, mirándolo a los
ojos —¿Por qué haces eso? Es más efectivo
contactarlos buscando en el anuario, ¿no? Y de todas maneras
esas fichas no son válidas ya. Casi todos vivíamos
en ese barrio.
—Sí, no me sirven de nada, Claire, es la curiosidad
del periodista —le contestó, sonriendo ligeramente
y apoyándose contra el respaldo —. Eres abogada, no
fiscal, no finjas que te pone incómoda engañar a la
ley.
—Qué mal concepto tienes de la abogacía —bebió
del vaso de agua que tenía enfrente, observándolo
—Ahora explícame por qué el interés en
un edificio tan viejo.
—Es interesante, lo comprenderías si lo visitases
de nuevo, ¿no sientes curiosidad? —le preguntó,
sonriendo y esperando a que pidiese un café. Poco a poco
veía como el tema la tensaba —¿Sabes lo que
es extraño? No encontramos okupas en toda la zona.
—Es una zona alejada, ahora que todo ha cerrado. No sé
quién querría vivir allí —sonrió
tocando el borde de la mesa con un dedo —No me digas que sólo
me has invitado para esto…
—¿Debería ser sincero? —sonrió,
moviendo un poco la cabeza y mirándole las piernas —No
ha sido por eso —le contestó, imaginando la mano de
Sage apretándole la cabeza con más fuerza cada vez.
—Menos mal, empezaba a decepcionarme —su sonrisa se
hizo más abierta y más cálida, y su mano se
relajó sobre el mantel.
—No te habría llamado un domingo para hablar de trabajo,
creo que es pecado —bromeó, como si le importase en
lo más mínimo —Aunque pensé que te gustaría
charlar de tu etapa adolescente, a todos nos gusta, ¿no?
A menudo pienso en si pudiera volver atrás, sabiendo lo
que sé ahora —se rio, ya que no mentía.
—Creo que nos pasa a todos —asintió sin apartar
la mirada de su cara y sin dejar de sonreír de aquella manera
—, pero es mucho mejor ser adulto, ¿no lo crees? Libertad,
independencia financiera.
—¿En serio te crees eso de la libertad? Creo que era
mucho más libre antes, sólo teniendo que dedicar unas
horitas al día a estudiar y sin tener que trabajar y etcétera
—se tocó el cabello, moviéndose un poco —Por
cierto, encontramos esto —le dijo antes de tomar la fotografía
y mostrársela —Eres tú, ¿no?
—Sí… —la miró poniéndose
seria por un momento sin poder evitarlo, de hecho incluso algo pálida
—¿Dónde encontraste eso? Creo habérmelo
llevado todo cuando me mudé.
—Estaba en el colegio —la apoyó sobre la mesa,
acercándola hacia ella por si la quería, o más
bien por si quería cogerla y de qué modo. No se le
pasaba por alto su reacción al verla —No me digas que
tenías un stalker…, todas las chicas guapas tienen
uno —quiso bromear para tranquilizarla.
—Prefiero decir que tenía admiradores —contestó,
tocando el borde de la foto con dos dedos, como si el sólo
tenerla allí la fuera a ensuciar.
—¿Sí? Claro, no me sorprende —giró
la cucharilla en la taza para revolver el café, observando
su mano y alzando la vista a sus ojos entonces —¿Hay
algo que te preocupa?
—No, no, claro que no —sonrió enseguida, retirando
la mano y alzando la mirada —¿Cómo me va a preocupar
algo así? Eran cosas de chiquillos, es sólo que espero
que no te pongas a hablar de stalkers en tu reportaje.
—Claro que no voy a hablar de eso. Sólo del lugar
y lo que se podría aprovechar en un terreno tan grande si
alguien financiase el reconstruirlo, por ejemplo para hacer casas
de acogida —le explicó, sonriendo levemente y mirándola,
seguro de que era el momento de dar un poco más —.
Quiero saber más de ti, es todo. Veo esta clase de cosas
y me da curiosidad, supongo que debías ser muy popular.
—Lo era, no tengo problemas en admitirlo —sonrió
más ampliamente revolviendo su propia taza de café
ahora —Apuesto a que tú también, tienes ese
tipo de sonrisa.
—Más o menos, digamos que era popular con algunos
—se rio, sacando la cucharilla y dejándola sobre el
plato —Puede que me metiese demasiado con los pringados, ahora
que lo pienso —admitió, aunque nunca lo había
hecho cruelmente, sólo que tal vez no se había dado
cuenta hasta ahora, de lo mucho que les podía haber afectado
sus bromas.
—¿En serio? Bueno, supongo que no se puede evitar.
Cuando eres joven te dejas llevar a veces por ese tipo de cosas.
—Yo me metía con todos, populares o no —se rio
—No he cambiado mucho.
—¿No? Pero no te has metido conmigo —se rio
ella, señalándolo luego —No lo hagas, ¿eh?
—No, demasiado atractiva, además, es difícil
ganarle a una abogada —bromeó, mirándola —.
Cuando estuve llamando a tus compañeros, algunos ya no tenían
ese teléfono por cierto. Pero hubo dos que me enteré
de que habían desaparecido. Bueno, en realidad tres, pero
el último no me enteré llamando. ¿Lo sabías?
—No… No. Ya te dije que me mantengo en contacto con
muy pocos, ya sabes cómo es. Desaparecidos, ¿eh? ¿Seguro
que no se fueron del país simplemente?
—Eso pensé yo, que seguramente eran amigos y huyeron
juntos. Desaparecieron todos juntos —le mostró su libretita
donde tenía los nombres —Fueron estos tres.
—Ya… no… no los recuerdo sinceramente. No creo
que estuvieran en mi círculo —mintió, bebiendo
del café y mirando hacia afuera del local por un momento.
—No, supongo que no —la miró, seguro de que
sabía algo y guardándose la libreta con una satisfacción
secreta —Claire, tengo que preguntártelo, ¿realmente
no te sucedió nada con esta gente? ¿Son los que te
tomaban esas fotografías? Te ves un poco… nerviosa.
—Claro que no, ya te dije que no los recuerdo —sonrió
moviendo una mano como al descuido —Quizás si viera
sus fotos, pero no es como que me hayan traumatizado o algo así.
Sólo es una foto.
Jeff la cogió de hecho, mirándola.
—Porque puedo ir a buscarlos y pegarles si quieres —se
rio, dejándola sobre la mesa de nuevo —. A mí
me molestaría.
—Me molestaba, pero soy una adulta ahora. ¿O todavía
le guardas rencor a tus rivales de la adolescencia? —se rio
quitándole importancia al asunto.
—La verdad es que sí, los saludo y les sonrío…
después hago un comentario malicioso —se rio, la verdad
es que no tenía mucho de mentira aquello —Supongo que
no soy tan maduro.
—Lo que necesitas es alguien que te llene por completo y
te haga olvidar esas cosas —se apoyó en una mano, sonriendo
y moviendo una pierna por debajo de la mesa —Seguro que ellos
también han seguido con sus vidas.
—Es probable, sí, aunque seguro que siguen soñando
conmigo por las noches —sonrió, apoyando un brazo en
el reposabrazos, sin mover la pierna que le había rozado
con el zapato —¿Tú lo haces?
—¿Soñar contigo? Todavía no…
—Eso es porque no has visto nada todavía —sonrió,
llevándose la taza de café a los labios. Claro que
ya había acordado con Crowberry que lo llamase al cabo de
una hora para darle una excusa urgente por si acaso, pero le daba
la impresión de que sacaría más sin escaparse.
No quería morir luego sin embargo.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte V
Barret alzó la vista a la parte de arriba de la puerta del
colegio, en realidad por curiosidad. Era un colegio muy antiguo,
él no sabía mucho de arquitectura, pero empezaba a
dejar de extrañarle que hubieran declarado aquella zona en
abandono. Era mejor que ponerse a restaurarlo todo, al menos para
el gobierno.
Empujó la puerta, adentro había bastante claridad
a aquellas horas. Por el suelo se arremolinaba el polvo, hojas secas
que el viento había colado y restos de material escolar.
Crowberry se había quedado en el coche, y estaba mirando
impacientemente por la ventana. Le había hecho caso finalmente
porque no quería ponerlo en peligro, pero de todas maneras
estaba nerviosa y casi parecía que se fuese a lanzar del
coche.
Finalmente se bajó, apoyándose contra el mismo.
—¿Estás seguro de que vas a entrar solo? Tampoco
está en muy buenas condiciones.
—No me preocupa que se me caiga encima —le aseguró,
tal vez tenía miedo de quedarse en el coche ella —Está
bien, ven.
—Vale —pegó un ligero salto y correteó
hasta él, sonriendo un poco —Me quedaría demasiado
nerviosa aquí de todas maneras.
—Ya, ya lo sé, luego eres capaz de entrar sola y es
peor —le tocó la cintura un momento y luego enrolló
unos cuantos papeles del suelo para trabar una de las puertas, ya
que la otra aun conservaba el segundo para fijarla abierta —Un
problema menos —le dijo antes de seguir adentrándose,
acercándose a las escaleras y mirando arriba.
—Por eso eres militar, los militares siempre saben prevenir,
¿no? —lo siguió, pensando en eso, ya que la
hacía sentir más segura —Hay taquillas abajo
y arriba, pero creo que las de abajo eran para le gente que trabajaba
aquí. Están cerca de la dirección.
—Sí, imagino que arriba están las de los estudiantes,
así que, podemos subir allí directamente, o echar
una ojeada a las de abajo si quieres —la miró, dejándola
elegir ya que claramente tendría más conocimientos
del lugar que él.
—Vamos a los de arriba, si no encontramos nada, bajamos de
nuevo y estaremos más cerca de la salida —le pidió,
aunque no es que tuviese muchas ganas de subir.
—Está bien —sonrió ligeramente porque
parecía asustada, pero a él no le inspiraba ninguna
desconfianza el lugar. Sólo le parecía un edificio
viejo y abandonado, que no representada ningún tipo de peligro.
En todo caso, era mejor que aquel otro edificio desmoronándose.
El pasillo que había escaleras arriba, era amplio y no costaba
imaginarse a los estudiantes recorriéndolo. No había
muchas taquillas, ya que no era un colegio extremadamente grande,
pero las mismas se extendían como hileras a ambos lados.
—Habrá que revisarlas… —la chica se acercó
un poco, pero no se separaba mucho de Barret —Traje las dos
llaves, podemos buscar cada uno en un lado, pero de allá
hacia acá.
Barret las cogió, mirándolas y colocando una junto
a la otra, efectivamente eran dos llaves iguales.
—Está bien, pero no te separes mucho —le pidió,
comenzando por la esquina y comprobando que la llave entraba, aunque
no giraba —Sin duda son de las taquillas, sólo hay
que descubrir de cual. Al verla, pensé que podía ser
de un cajón.
—Bueno, esto de las taquillas se le ocurrió a Jeff,
yo tampoco lo había pensado —le aclaró, probando
otra y sin lograr abrirla. Por supuesto que no pensaba separarse
de él. Todo parecía estar bastante tranquilo, se preguntaba
si era debido a su presencia.
Barret metió la llave en uno que estaba abierto sin darse
cuenta, y se cayeron al suelo unas zapatillas viejas. Dentro había
una carpeta con papeles, un par de libros y algunos recortes de
revistas en la pared, incluida una foto de un chico supuestamente
popular con un corazoncito en la esquina.
Lo cerró de nuevo y siguió comprobando las cerraduras.
—Si alguien consideró que era seguro guardar algo
aquí, es porque lo hizo después de haberse cerrado
el colegio, ¿no crees? No son muy difíciles de abrir
a la fuerza.
—Sí, es muy posible. Seguían reuniéndose
en esta zona después de todo —la chica abría
las que encontraba abiertas como si le fuera a saltar el diablo
y así mismo las cerraba, sobre todo una en la que había
encontrado un insecto muerto.
Barret se giró un poco hacia ella, sonriendo.
—Puedo hacerlo yo si lo estas pasando mal —le advirtió,
sintiendo que le iba a entrar la risa en cualquier momento —No
tenemos tanta prisa de todas formas.
—No, estoy bien, es más rápido si lo hacemos
los dos. No te rías —se rio ella al girarse y ver la
cara que tenía —Vale, seré más profesional.
—No tienes que serlo, así está bien —sonrió
un poco, continuando y sintiéndose agradecido por haberla
acompañado. La verdad es que necesitaba sentirse útil
y “persona” para no volverse loco.
Se giró al escuchar como la llave que tenía la chica,
se giraba en una cerradura.
—Oh, Barret, ven aquí —le pidió ya que
no se atrevía a descubrir lo que había adentro sola.
Lo esperó, abriendo la puertecilla y encontrando una caja
adentro. Le daba miedo tocarla.
—A ver, deja que yo lo haga —le pidió él,
apartándola suavemente y colocando la caja sobre el marco
de la ventana para que ambos pudieran ver lo que contenía.
Era una caja sencilla, de madera, pero tenía cinco ruedas
de metal con números —Mi madre tiene una de estas,
tienes que poner una combinación de números concreta
para abrirla, por dentro son de metal —le explicó —Si
no lo conseguimos, no te preocupes, hay otros medios —le aseguró,
pero tenía curiosidad por la combinación, tal vez
tuviese que ver con el código.
—Vale, pero seguro lo conseguimos, con tu cerebro estratega
—sonrió un poco, observando la caja —A veces
es una combinación súper sencilla.
—No lo sé, tendríamos que examinar su ficha,
puede ser una fecha, o un nombre, unas iniciales… Contar las
letras del abecedario y sustituirlas por números es lo más
normal. Creo que podemos supones que la clave no es Claire entonces
—sonrió, mirando a la caja pensativo, y alzando la
mirada un momento por la ventana, ya que le había parecido
ver pasar a alguien por detrás de su coche, que estaba aparcado
en la entrada.
Sin embargo, no vio a nadie.
—Hum… ¡Vera! Intenta con Vera, es el nombre de
Claire en el juego —le sugirió, remeciéndole
un brazo porque se había emocionado de más.
Barret probó enseguida, poniendo el 0 delante primero, y
luego detrás, pero no encajaba. Suspiró ligeramente
probando una vez más.
—Creo que tiene varias combinaciones, porque… parece
que no se fuera abrir simplemente. Me pregunto si recuerdas este
código antiguo. No sé mucho de informática,
pero al menos la edad me da para pensar en eso. Llevo unos días
pensándolo de hecho, pero no quería quedar en ridículo.
Creo que la V es 118, E es 101, R 82 y A 65 — enumeraba mientras
ponía los números, giraba la rueda horizontal una
vez por cada letra. La cajita se abrió con un click dejando
sorprendido al que acababa de introducir el código.
—Wow, no puedo creer que un militar nos ganase a todos con
un código… Felicidades —sonrió la chica,
algo roja, aunque realmente era un código antiguo.
Dentro de la caja había, tal y como habían esperado,
una llave USB, así como una pequeña libreta de apuntes.
Barret miró cómo la abría, apoyándose
en el marco de la ventana con un brazo y observando algunos apuntes
descoloridos en una letra bastante mala y diminuta para su visión.
—¿Entiendes lo que dice? —lo que comprendía,
parecía ser alguna escena del juego descrita o algo así.
—Creo que es el plan final del juego, tiene descripciones
y luego algunas cosas escritas en código… —alzó
la mirada, sonriendo —Creo que dimos con la clave.
—¿Tú crees? Puede que sólo sea la clave
de esa caja. Sólo la probé porque la caja era muy
antigua y pensé que podía ser alguien un poco…
“retro” —se explicó, seguro de que no podía
ser tan sencillo como para haberlo adivinado él.
—¿Por qué no? Es posible y de todos modos,
seguro que en esta libreta hay más pistas —la movió
un poco frente a él, queriendo abrazarlo de pronto, pero
seguro que se espantaba y luego se lo decía a Ransom y luego
Ransom se celaba, y a lo mejor sí le convenía hacerlo.
—Está bien, te dejaré pensar que soy el héroe
por hoy —sonrió ligeramente, cogiendo la caja de todas
formas, quería llevársela por si podían encontrar
huellas todavía o cualquier otra cosa de ayuda —. Será
mejor que nos vayamos antes de que empiece a oscurecer, ¿no
tenías que llamar a Jeff para rescatarlo?
—Oh cierto, me va a matar —se rio, sacando su móvil
y llevándoselo al oído. Por un momento sólo
pudo escuchar estática, lo apartó nerviosa —Qué
raro… No… no hay señal aquí, tenemos que
salir, lo había olvidado.
Estaba mirando el móvil de nuevo, si no había señal
no debería haber escuchado eso tampoco.
—Cierto, estamos demasiado acostumbrados a las comodidades
—le tocó la cintura para que lo acompañase escaleras
abajo, pero en parte lo hacía porque le había parecido
nerviosa.
Se quedó quieto un momento, sin soltarla y a punto de bajar
el primer escalón. Se estaban escuchando ruidos abajo, y
de pronto claramente se pudo oír cómo se cerraban
los portones que Barret había dejado anclados.
—Oh por dios… Esto no debería pasar, tú
estás aquí —se quejó como si eso tuviera
algún sentido —¿Qué hacemos? Debe haber
otra salida, nunca la he visto…
—Primero, tranquilízate. Antes me pareció ver
a alguien pasar por detrás de mi coche. Recuerda que hay
gente muy viva metida en esto, incluso es probable que nos hayan
estado siguiendo. No creo que los fantasmas tengan la necesidad
de cerrar puertas —le sujetó la mano, bajando con ella
las escaleras, por supuesto por delante —¿Hay alguien
ahí? —preguntó al vacío de la entrada.
—Es que siempre está aquí… —susurró
la chica que se había convencido de eso. Por lo menos, si
había estado a punto de olvidarlo, ya eso no era posible.
Apretaba la mano de Barret mirando a todos lados con terror.
—¡Ah! —pegó un grito cuando una de las
puertas abiertas en el pasillo, se cerró súbitamente
de golpe.
—Si es alguien jugando con nosotros, sólo tenemos
que salir de aquí —le aseguró, sacando el cerrojo
superior de la puerta y tratando de abrirla, pero era como si la
hubieran cerrado con llave o algo así —. No te muevas
de aquí —le pidió, utilizando las dos manos
con el mismo resultado, y asomándose luego por el cristal
para ver si afuera había alguien, nada —Podemos dar
la vuelta e intentar salir por el patio, o puedo romper la ventana.
—¡Como sea! ¡Lo más rápido! No
creo que estén jugando… No otra persona por lo menos.
Barret, la última vez que vinimos murió alguien…
—se sujetó a su brazo de nuevo, confesando aquello
por el espanto que llevaba —Y está muerto de verdad,
lo vimos en el periódico.
—¿Por qué no lo dijisteis? —Barret no
tuvo mucho tiempo a sorprenderse antes de que la puerta comenzase
a sacudirse desde afuera como si alguien intentase entrar y no pudiese,
o como si estuviese haciendo eco de los forcejeos de Barret antes.
Sujetó una de las sillas metálicas que había
abandonadas en la sala y golpeó el viejo cristal contra la
misma. Empujando con el brazo los cristales para no cortarse al
subir. Se asomó a mirar afuera, pero realmente no veía
a nadie —Tú primero —le dijo entonces, alzándola
por la cintura sin darle tiempo a objetar.
—Barret… —no tenía opción de todas
maneras y prácticamente se lanzó al otro lado, golpeándose
con el pavimento. Se puso de pie enseguida, no había nadie
afuera, y sujetó la puerta, tratando de abrirla, por si acaso.
Barret saltó afuera sin demorarse, mirándola un momento
para asegurarse de que estaba bien y haciendo lo mismo que ella.
Era como si la hubiesen cerrado con llave.
—Será mejor que nos vayamos, creo que tienes algo
que contarme por el camino —le dijo antes de llevársela
hacia el coche —. Te llevo al cuartel.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte VI
Sage estaba bebiendo de su taza de café por momentos, y
tecleando casi continuamente por otros.
De hecho los dos estaban trabajando, cada uno en su propia versión
del código, tan concentrados, que les tomó unos segundos
darse cuenta de que alguien había abierto la puerta.
—Alguien necesita un descanso —murmuró la chica,
localizando a su novio enseguida y dirigiéndose allí.
—¿Y tú aquí? —se sorprendió,
aunque levantándose para recibirla, y besándole los
labios.
—Encontramos algo en el colegio —les explicaba Barret
—. Había una caja dentro de una de las taquillas.
La puso encima por si querían verla, aunque ya la había
embolsado al entrar.
—Y tú querías verme —añadió
Crowberry —Mira… Es posible que hayamos dado con el
código.
Sage se había levantado también, acercándose
enseguida.
—Creí que nosotros nos estábamos acercando.
¿Cuál creéis que sea?
Abrió la caja, observando la libreta y el USB, tomándolo
de una vez.
—Déjame un momento —Barret utilizó su
ordenador para buscar aquel código antiguo con sus valores
y Ransom lo miró por largo rato, antes de empezar a utilizarlo
para descodificar los trozos que tenían. Obviamente el resultado
era otro código, no un mensaje ni nada por el estilo. Pero
era un código de programación normal, que todos podían
comprender.
—¿Cómo lo habéis conseguido? —preguntó.
—Es un código antiguo que ni siquiera se utilizaba
cuando yo era niño. No sé por qué pensé
en él… —le confesó Barret.
—Cuesta creerlo, después de tanto pensar, alguien
lo descubre por casualidad —casi se quejaba Ransom.
—Será porque pensamos demasiado, la mente se atasca
—asintió Sage que acababa de conectar el USB —Tiene
una clave esto también.
—Quizás está en la libreta —sugirió
la chica, entusiasmada porque sentía que por fin avanzaban.
—¿Crees que alguien dejó eso ahí para
que lo encontrásemos? Bueno, no nosotros, pero alguien envuelto
en este problema —sugirió Barret.
—Yo ya pienso que todo es posible —Ransom se rascó
la frente, suspirando.
—La clave de la caja era VERA —le dijo Barret por si
pudiese ser la misma.
—No es esa… —resopló el rubio pasándose
una mano por el cabello.
—Intenta la original: Claire —sugirió la chica,
que estaba pasando las hojas —Aquí está cada
escena, con su respectiva clave de programación.
—Y tranquilo, ya hemos avanzado al menos —le pidió,
apretándole los hombros un momento. Pero Claire sí
que les dio acceso al contenido del USB —¿Qué
es? —preguntó porque no comprendía.
—Parece el juego, en desarrollo —le contestó
Ransom que estaba como en otro mundo ahora mismo —Hay un archivo
de texto ahí, un read me. Mira a ver si es un mensaje para
alguien —le pidió a Sage, señalando.
El rubio lo abrió, leyendo.
“Está casi listo, sólo necesita un buen final.
El demo está en el USB para subirlo. Todo lo demás
son finales de prueba. Sólo quedas tú para ayudarme.
Voy a seguir trabajando por mi cuenta mientras.”
—¿Quién creéis que escribió esto
y para quién? —preguntó Barret.
—No lo sé, pero tiene finales de prueba, ¿deberíamos
mirar qué sucede en los mismos? —preguntó Ransom.
—La letra no es de mujer —comentó Barret, de
nuevo fijándose en la libreta.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó
Crowberry sin comprender, sentándose sobre la mesa.
—Las mujeres no suelen escribir de este modo, a eso me refiero
—le dijo Barret, examinando la libreta mejor —Una letra
tan estirada e inclinada, suele ser de hombre. Claro que hay de
todo —la miró, por si es que se parecía a su
letra o algo así.
—Pero no sé por qué pensaste que sería
de mujer —le aclaró sonriendo un poco.
—Estaba analizándola —Sage los miró,
girándose en la silla —Estoy de acuerdo con Ransom,
miremos los finales.
Barret prefirió no aclararle que nunca había pensando
que fuera de mujer, sólo estaba evaluando las posibilidades
entre los tres desaparecidos.
—Creo que no debería quedarme aquí, por si
acaso. Voy a ver cómo sigue Kevin —se disculpó.
—Está bien —asintió Sage, mirando a la
chica luego y a Ransom —Puedo encargarme yo si queréis.
—Se lo voy a decir a Jeff —lo amenazó ella.
—¿El qué?
—Que te quieres hacer el héroe de nuevo…
—No me hago el héroe, por dios.
—Sí, ¿por qué no vas a decírselo
a Jeff? —le pidió Ransom, echándola también
de hecho, aunque más tenía cara de estárselo
pidiendo.
—Y tú crees que soy tonta —le sujetó
la cara, mirándolo seria a los ojos, y besándolo profundamente
luego —Espero que me llames en una hora exactamente.
Ransom sonrió, esperando a que cerrase la puerta y sentándose
con Sage para ver los finales. Sólo esperaba que Jeff estuviese
cerca, antes de que Crowberry buscase cómo divertirse de
alguna otra forma.
—¿Puedes ejecutarlos así como así o
hace falta algún programa? —le preguntó, acercándose
a su monitor.
—No, tiene su propio archivo de ejecución —sonrió
un poco, tocándolo y esperando mientras se cargaba —¿Está
seguro de que quieres verlos conmigo? Todavía estás
a tiempo.
—Dale, no te he estado soportando todos estos días
para ahora dejarte ahí —le tocó el dedo para
hacer un segundo click y se cruzó de brazos, sentándose
mejor contra el respaldo. No hacía falta aclarar que bromeaba,
y no sentía que Umbrae no estuviese allí.
Estaba seguro de que iba a molestarse, pero quería protegerlo.
La pantalla se puso en negro antes de que comenzase un video. Tal
y cómo se comprendía por el opening que habían
visto, y lo que veían ahora en pantalla, el fantasma de Vera
había estado haciendo que varias personas muriesen en supuestos
suicidios brutales.
En la escena, dos chicos, supuestos protagonistas probablemente,
hablaban de que ella los había castigado por ser crueles
con ella al punto de hacerla suicidarse.
A continuación aparecía algo un poco cursi y aleccionante
además de emotivo.
Ransom miró a Sage, negando con la cabeza.
—Eso no encaja, ¿verdad? ¿Crees que hicieron
el juego para ponerla en su lugar? Para convertirla en la bulilleada,
que se venga. Aún así este final es bastante…
amable. Pon otro.
—Sí, por algo dijo que no tenían un buen final
—Asumía que con eso de “un buen final”
se refería a uno terrible realmente. Tocó el que seguía,
y el ciclo se repitió: la pantalla se puso negra y luego
comenzó aquel video.
Era la misma escena, pero los dos personajes que quedaban eran
otros. Esta vez, en vez de meditar sobre lo que había sucedido
de aquella manera arrepentida y emotiva, empezaron a pelear entre
ellos, culpándose el uno al otro de lo sucedido.
La situación escaló hasta que terminaron matándose
entre sí, incluso cuando uno de ellos había tratado
de detenerse en el último momento.
Ransom alzó una ceja, mirándolo.
—Esto me suena, ¿sabes? Crowberry yo siempre nos matamos
el uno al otro, en sueños —se rascó la nuca,
suspirando y presionando el último.
La pantalla se puso en negro una vez más y siguió
negra, y así poco a poco, comenzaba a aparecer en medio de
aquella oscuridad, la silueta de la chica de sus pesadillas, hasta
que estuvo allí mismo, mirándolos fijamente.
No parecía un dibujo, parecía ella absolutamente.
Dos rayas fucsia cruzaron la imagen antes de que se desvirtuase
y el ordenador de Sage se apagase por completo.
El rubio tocó la tecla de enter y luego intentó abrir
el administrador de tareas para cancelar el juego, pero no respondía
para nada. Era como si se hubiera quemado.
Ransom sacó el USB de una vez, tratando de encender el
portátil del rubio de nuevo, pero era imposible.
—Está muerto… —le dijo sorprendido, mirándolo
a los ojos con la misma cara de frustración y sorpresa —¿Qué
acabamos de ver? ¿Era un final programado? ¿Hicieron
eso adrede o era ella?
Quizás un virus… Es la respuesta lógica, pero…
—No lo sentía así, le parecía que lo
había mirado directamente a los ojos —¿Quién
es ella realmente, eh? Claire está viva. ¿Con qué
se toparon entonces?
—No lo entiendo, y hasta que no entendamos eso, no sé
qué vamos a hacer. Y a ver quién le dice ahora a esos
dos que hemos perdido todo lo que teníamos en tu ordenador.
Y que si metemos este USB en otro, puede que sólo consigamos
quemarlo también.
Yo tengo un montón de ordenadores viejos, puedo intentarlo,
separándolos para que no me infecte todos en cadena.
Necesitamos saber si había algo más en este USB.
—Sí, será lo mejor, y no me he rendido, ¿eh?
Intentaré recuperar la información de alguna manera.
No es posible… De todos modos envié copias de algunos
archivos a vuestros correos —le sonrió un poco, aunque
seguía tenso por dentro y se le notaba por su manera de moverse.
—¿Vamos a mi casa para no perder más tiempo?
—le preguntó Ransom enseguida, seguro de que estaba
tan ansioso como él.
—Sí, vayamos, será lo mejor. Quizás
si copiamos el archivo y lo ponemos a correr desde el ordenador…
—empezó a sugerirle mientras ya se levantaba, cogiendo
sus cosas.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte VII
—No creo que Ransom lo deje, ¿eh? Así que no
te preocupes, pero querían que reportara… pues reporto
—la chica le sonrió a Jeff, de una manera significativamente
vengativa. Tampoco la tranquilizaba mucho el que Ransom la hubiera
sacado de allí.
—Creo que esos dos se llevan demasiado bien… son capaces
de taparse el uno al otro sus mierdas de ideas —le advirtió,
cruzándose de brazos, apoyado contra el capó de su
coche, que había aparcado cerca del cuartel.
Los vio salir con los portátiles en mano y se levantó
—¿Dónde vais?
—A mi casa, a mirar una cosa. ¿Vais juntos mientras?
—¿A dónde? —Jeff miró a Sage,
con sospecha.
—A beber un café, no lo sé… —Sage
exhaló, acercándose ya que conocía esa cara
—Supongo que podríais tratar de hablar con ese hombre,
el que no ha desaparecido.
—Bien, ¿pero qué estáis tramando? —les
preguntó desconfiado, aunque no iba a rechazar el “permiso”
para hablar con ese tipo.
—No tramamos nada, se ha estropeado el ordenador de Sage.
Avisa a Barret, yo voy a llamar a Umbrae —le avisó
al rubio antes de besar a su novia —Nos vemos luego, no hagas
nada loco.
—Yo nunca hago nada loco, todo tiene su lógica dentro
de las circunstancias —le sonrió la chica mostrándole
un dedo —Tú no hagas nada extraño…
—Y tú menos —le susurró Sage a Jeff —Si
puedes averiguar a dónde va luego de que habléis con
él tanto mejor, ¿eh? Pero no te arriesgues.
—OK… —le contestó con sospecha, dejándolo
irse y mirando a Crowberry a los ojos —Definitivamente están
tramando algo, casi me dan ganas de seguirlos a ellos en lugar de
al tipo ese. ¿Llamamos a Nash?
—Claro que sí, es parte del equipo —se rio,
sacando el móvil ya —Y sí, se creen muy astutos,
¿eh? Pero ya verán.
Jeff le abrió la puerta del coche, dejándola pasar
y sentándose al otro lado. Esperó a que terminase
de hablar por teléfono y la miró.
—Estoy nervioso… ¿estás nerviosa? ¿Qué
dice Nash?
—Que nos encontramos frente al café, y que ya llamaron
a Umbrae —exhaló, asintiendo —Claro que estoy
nerviosa, encontramos eso y ahora están todos misteriosos.
Además, ¿cómo que se dañó el
ordenador de Sage y por eso tienen que irse a nuestro piso? ¿Los
militares no tienen más ordenadores?
—¿Ransom no llevaba el suyo? —preguntó
escéptico, suspirando y encendiendo el coche —Antes
de saber esto, llamé a Nash para preguntarle si el tío
ese parecía sospechoso o algo así, dice que ni les
echó una segunda mirada.
Aún así, Sage no lo sabe que yo sepa, y me extraña
que me lance a perseguirlo, usualmente me lo impediría.
—Sí, eso también me parece extraño a
mí, y sabes por qué es, ¿no? Porque lo que
están haciendo ellos es más peligroso.
—Coño… eso es justo, exactamente, con las mismas
palabras lo que yo estaba pensando… —frunció
el ceño, cogiendo un cigarro de encima del salpicadero y
sintiendo que debía hacer él algo peor aún
para vengarse.
—Pues vamos a enseñarles que no se juega con nosotros
—Crowberry sonrió ligeramente, haciéndose eco
de sus pensamientos —De todas maneras fuiste tú quien
pensó en lo de las taquillas, y yo quien fue a revisarlas
con Barret. ¿Se creen que ahora nos van a dejar en casa como
buenos niños?
—Pues claro, somos las mujercitas —le contestó,
riéndose sin poder evitarlo ya, aunque no era una risa muy
amable que digamos —Y sabemos que Nash será nuestro
cómplice… ahora imagínatelo vestido de mujer.
—Oh dios, no —la chica se rio escandalosamente porque
realmente era una imagen terrible —Además, lo imagino
viniendo a matarnos por haberlo puesto en esa ropa.
—Eso por lo menos —se reía aún, aunque
le iba costando no ponerse serio poco a poco, ¿qué
habrían visto en aquel USB que los tenía tan preocupados
como para ocultárselo y salir corriendo a hacer algo? —No
harán ninguna estupidez, ¿no? Nosotros somos los de
las estupideces…
—Sí, nosotros somos los de las estupideces…
—asintió la chica, preocupada de nuevo ahora que se
le había pasado la risa —Voy a estarlo molestando.
—Hasta que encontremos algo peor que hacer… —le
aseguró, sonriendo levemente —¿Y si probamos
algo? Mándale un mensaje diciendo que te quedas a dormir
en mi casa, a ver qué te contesta. Si quieren seguir trabajando
toda la noche… es que es algo realmente gordo.
—Buena idea —asintió sacando su móvil
de nuevo y enviando el mensaje, rogando por dentro que se opusiera.
*****
Ransom sacó el móvil y se lo mostró a Sage,
preguntando:
—¿Trampa?
—Fue idea de Jeff seguramente… —le contestó
el rubio, alzando una ceja —¿Qué le vas a contestar?
—No lo sé —se frotó la mandíbula,
pensativo —Si le digo que sí, sabrá que estamos
haciendo algo… y si le digo que no, intentará sonsacármelo
por la noche.
—Puedes decirle que el USB podría contener un virus,
no queríamos arriesgar los ordenadores de allá, así
que vinimos a usar uno viejo.
—Me gusta cómo piensas —sonrió, enviándole
un mensaje de vuelta: “De eso nada.”
La chica le mostró el móvil a Jeff, sonriendo contenta.
—Parece que no llega a tanto.
—Bien… —suspiró aliviado, riéndose
—, pero eso no hará que nosotros nos portemos mejor.
—No, pero estaré más tranquila —se rio
enviándole un mensaje a Ransom: “Nos vemos luego entonces
y me lo cuentas todo”.
—Picó —le contestó Ransom a Sage, siguiendo
con lo que hacían. Estaban desconectando todos los ordenadores
y asegurándose de que el que estaban utilizando tenía
la tarjeta de red inhabilitada —Ahora… ¿lo metemos
ya o esperamos a Umbrae?
—Esperemos unos minutos, no debe tardar y sería incómodo
si llega en el medio de algo —lo miró recostándose
hacia atrás contra la pared —Por primera vez en mi
vida desearía tener algún tipo de amuleto.
—¿Dices eso cuando llevas ese anillo en el dedo? —lo
miró, y después al rubio a los ojos. Él no
creía mucho en esas cosas a decir verdad, simplemente pensaba
que su novia por completo era una especie de amuleto contra las
desgracias.
Sage sonrió mirándose el aro, y dándole la
vuelta.
—Tienes razón, puedo ser algo denso a veces —Esperaba
no haber enviado a Jeff en una misión peligrosa. Confiaba
en él, pero eso no evitaba que se preocupara.
—No te preocupes, yo tampoco soy tan agudo en estos temas.
Yo suelo sentir que todo está bien cuando ella llega, lo
he dicho por eso —le confesó, rascándose la
nuca y preguntándose si había dicho algo cursi o algo
así —. Antes me costaba dirigirle la palabra a alguien
más de dos frases, y ni hablar de mirarlo a los ojos.
—Pero te era fácil en el ordenador ¿verdad?
No me pareció que tuvieras problemas cuando te conocí
—le aclaró, observándolo.
—No es lo mismo —se tocó la rodilla sin darse
cuenta, suspirando ligeramente y levantándose a preparar
café —. Debe ser sencillo para ti, tener confianza
en ti mismo.
—No lo es —sonrió levantándose también
—Siempre he luchado para ser alguien, no quería ser
un fracasado. Y cuando perdí mi empleo, pues… probablemente
no estaría aquí de no ser por Jeff.
Ransom encendió la cafetera y se quedó mirando por
un momento la luz roja encendida en la misma.
—Supongo que es difícil para todos —casi meditó,
girándose al escuchar el timbre —. Voy —le avisó,
dejando pasar a Umbrae —Lo siento, no he podido explicarte
mucho por teléfono.
—¿Qué sucede? ¿Cómo es que un
USB apagó el ordenador? —entró, llevando a Joe,
y bajando la cabeza enseguida —Lo siento, Nash se fue con
Jeff y Crowberry. No puedo dejarlo con él todo el tiempo.
—No importa, no creo que raye mi parquet de madera italiana,
ni me deje pelos en las alfombras persa que no tengo —le apoyó
la mano en la cabeza, como si él fuera el que necesitase
la caricia más que el perro —. Estoy haciendo café,
tengo un ordenador desconectado de todo y vamos a meterlo de nuevo
en ese. El USB contiene tres videos, entre otras cosas.
—Son finales, aunque según el readme, no son los definitivos
—le continuó explicando Sage, cruzándose de
brazos, aunque Joe le estaba oliendo los pies —Lo que apagó
el ordenador fue un video de ella, podría ser un virus, pero
no lo sé.
—¿Y es verdad que consiguieron el código? —el
chico se sentó, llamando a Joe con una mano para que dejara
de molestar.
—Es verdad, Barret lo hizo. Es un código muy antiguo
por el que el teclado representaba una serie de símbolos
en términos informáticos —le explicó
Ransom, sirviendo el café en un termo y cogiendo tres tazas
antes de ir para la habitación con todo —Lo hacemos,
¿no?
—Estoy listo —asintió Sage, sentándose
de nuevo y aceptando la taza que le pasaba Ransom.
—Gracias, yo también —Umbrae lo miró
como esperando ya que era el dueño del ordenador.
—Pues a joder otro ordenador —vaticinó el moreno.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte VIII
—Ahí, esperad —les pidió Nash, los tres
estaban metidos en el coche, esperando a que aquel hombre saliese
de la oficina de nuevo, a las siete como les habían dicho.
Otra vez estaba hablando por teléfono como si el mismo estuviese
adherido para siempre a su oreja.
—¿Seguro que es ese? —le preguntó Jeff.
—Que sí es, además, tomé algunos mensajes
de su móvil, y es él. Ya os lo dije.
—Sí, sí… pero no está nada mal…
—¿Cómo que no está nada mal? Se lo voy
a decir a Sage… —lo amenazó Crowberry en broma
—¿Te atreves a tocarle la nalga?
—Claro que me atrevo —le contestó riéndose.
—No, os quedáis quietos en el coche, queremos ver
qué hace —les riñó Nash.
—Pero creí que íbamos a hablar con él
—se quejó la chica, cruzando las piernas —Pero
es cierto, no está mal. Cómo cambia la gente.
—Queremos hablar con él —le corroboró
Jeff.
—¿En serio? ¿Y qué le diremos? —preguntó
Nash, pensando que estaban locos —Yo no salgo, puede que se
fijase en mí esta mañana.
—Pues utilizamos la misma excusa que con Claire, que estamos
haciendo ese reportaje. Así si le pregunta, ella le dirá
que es cierto… No somos nada sospechosos —Crowberry
se rio porque estaba consciente de que su apariencia no era muy
profesional precisamente.
—Bueno, espera en el coche entonces —Jeff sonrió,
saliendo del coche con Crowberry y dejando allí a Nash, que
cogió el móvil.
—Voy a tratar de entrar de nuevo en su teléfono.
—Vale, y yo me le voy a poner enfrente para que no pueda
ver el coche —la chica le envió un beso en el aire,
apartándose y siguiendo a Jeff, tratando de ponerse seria.
—Disculpe —lo llamó Jeff, acercándose
ligeramente a él, que apartaba el móvil de su oreja,
colgando y mirándolos un poco sorprendido.
—¿Sí?
—¿Es George Harper?
—Sí, soy yo —se giró hacia ellos por
completo, desistiendo de abrir las puertas de su coche entonces.
¿Por qué se sentía como una emboscada aquello?
—Mucho gusto, no sé si le han dicho otros de sus antiguos
compañeros de instituto, pero estamos haciendo un reportaje
sobre esa zona —le sonrió amablemente la chica. —Soy
Berry, él es Jeff.
—¿Qué zona? —preguntó como si
no quisiese asumir nada.
—Sobre esa zona de la ciudad, ¿sabe que se ha declarado
en abandono?
—No, no lo sabía —negó con la cabeza
ligeramente.
—Pensamos que podríamos conseguir que la restaurasen
si juntamos unos cuantos testimonios sobre buenos momentos allí
y etcétera —se iba inventando Jeff —¿Recuerda
a Claire? Ha estado colaborando con nosotros.
—¿Claire? No lo sé, no me mantengo en contacto
con mis compañeros de instituto. Quizás si me decís
el apellido.
—Claire Hansen —Crowberry lo miró a los ojos,
todavía sonriendo, pero estaba intentando ver hasta lo más
profundo.
—No, creo que no estaba en mi círculo —les contestó,
haciendo recordar a Jeff casi esa misma frase calcada, viniendo
de Claire.
—Le preguntaré a ella la próxima vez que tengamos
una cita —lanzó Jeff, sonriendo un poco a ver qué
cara ponía el tipo. Le parecía imposible que no supiera
quién era, no iba a haberla olvidado después de estar
metido en aquello. Y lo estaba, no podía negar ese CD que
había en su casa.
—Bueno, pero a alguien recordarás, ¿no? ¿Qué
puedes decirnos de esa época? —Le preguntó Crowberry
todavía delante de él, aunque había notado
que empezaba a impacientarse.
—La adolescencia no fue mi etapa preferida, en realidad.
Creo que no soy la persona más correcta para ayudaros —se
disculpó, girando por delante del coche y abriendo la puerta.
Jeff lo siguió con la mirada, y más le parecía
que se escapaba que otra cosa, aún así siguió
sus pasos metiéndose la mano en el bolsillo.
—Olvidaba que tenía esta fotografía en el bolsillo,
¿la reconoces ahora? —le preguntó, mostrando
la foto de Claire.
—Eh… No, no estoy seguro. Fue hace mucho tiempo. Lo
siento, estoy algo apresurado —se disculpó rápidamente,
entrando en el coche y cerrando la puerta.
—Muchas gracias, oye… —la chica se rio, girándose
un poco —Vamos al coche.
—No… espera un momento a que nos pierda de vista. No
queremos que sepa que lo estamos siguiendo —murmuró,
sujetándola por la cintura —. Cualquiera diría
que piensa que es el demonio, o es que oculta algo muy feo —le
dijo mientras caminaban hacia el coche ahora sí.
—Sí, pero definitivamente la reconoció, ¿eh?
No me engaña —le aseguró la chica, haciéndole
una seña a Nash.
—Calla —le dijo el chico en cuanto entraron en el
coche.
—Ey, relájate —le riñó Jeff antes
de percatarse de que tenía motivos. Estaba cogiendo la señal
de aquel hombre por teléfono y se le escuchó hablar.
—¿Has estado hablando con unos periodistas?
—¿Por qué?
—Es Claire —susurró Jeff.
—Porque se me acercaron unos, querían hablar del instituto.
Me preguntaron por ti.
—¿Por mí? ¿Qué les…?
Hubo un sonido de interferencia fuerte y la llamada se cortó,
seguida por un mensaje de que había sido bloqueado.
—Así que no recuerda a Claire…
—Así que, de nuevo me ha bloqueado… —gruñó
por su parte Nash, que se sentía muy frustrado con aquello.
—Conduce tú, ¿sabes?
—Claro que sé —se quejó el moreno, pasando
adelante.
—Ven conmigo —le pidió a Crowberry mientras
iba hacia el asiento de detrás —. Vamos a ver a dónde
va.
—Ya voy —la chica se trepó por el medio, dejándose
caer en el asiento y recostándose un poco —Saben algo,
ahora sí se pone interesante la cosa. Te apuesto que va a
verla.
—Te apuesto a que lo he puesto celoso —se rio Jeff,
atrapándola y pasándole un brazo alrededor.
—Sigue hablando por el móvil mientras conduce —les
iba informando Nash, ya que ellos estaban medio recostados por el
asiento —¿Lo sigo a dónde sea? —preguntó
al ver que salía del centro.
—Sí, síguelo. A lo mejor sí que tenemos
que probar el allanamiento —se rio Jeff, pensando que iría
a su casa.
—A lo mejor, pero tenemos toda la tarde para vigilarlo, que
ni piense que se nos va a escapar —Crowberry estaba entusiasmada
de hecho, ya tenía ganas de descubrir algo.
—Está saliendo… —les advirtió Nash,
que lo seguía ahora hacia la carretera que bordeaba el núcleo
interior de la ciudad.
—¿A dónde va? —Jeff alzó un poco
la cabeza, intrigado.
—No parece ir para su casa —comentó la chica,
refiriéndose a Claire por supuesto y girándose un
poco.
—No, está saliendo, creo que va hacia allí.
—¿Creéis que va a buscar lo que robamos? —preguntó
Jeff.
—No lo robas si está abandonado —se defendió
Nash, frunciendo el ceño —y creo que sí.
—No es lo mismo abandonado que escondido, pero me da igual
—le chica se alzó un poco también —Entonces
sí que sabe el muy maldito. ¿Por qué no es
feo?
—¿Y eso qué importa? —se quejó
Nash, frunciendo el ceño de nuevo porque lo estaban poniendo
nervioso con tanto asomar la cabeza cada dos por tres.
—Si es feo, podemos odiarlo mejor —se rio Jeff —Por
cierto que Claire hizo piececitos conmigo por debajo de la mesa.
Si son novios, me apiado de él.
—Yo me apiado de ti, Jeff. Porque puede que ese tío
sea un sicópata, incluso puede que no se parezca porque sea
alguien suplantando al tío soso.
—No seas conspiranóico…
—Pero eso es posible… Y puede que Claire sea psicópata
también. A lo mejor mataron a ese tío juntos —continuó
la chica, simplemente creándose una historia porque sí.
—Ya… ¿y eso para qué? ¿Para librarse
de un crimen que nadie sabe que cometieron? Nadie puede acusarlos
de que un fantasma o lo que sea, esté matando a gente —le
recordó Nash.
—Pero no sabemos qué fue primero… —le
recordó Jeff.
—Sí, eso, a lo mejor esa tía es otra... Que
mataron ellos y se apoderó de su juego. A lo mejor Claire
sí era amiga de esos, aunque no lo admita.
—Al final son unos asesinos en serie… me parece que
no —le advirtió Nash, suspirando ligeramente, y deteniendo
el coche porque claramente iba a meterse en la ciudad, y no podían
seguirlo en el vehículo sin llamar la atención.
—Vamos… —susurró Jeff como si lo pudiese
escuchar, bajándose del coche.
—No creo que tenga súper poderes —sonrió
la chica, pero estaba susurrando también de todas maneras
—Y con la cantidad de gente que ha muerto, creo que si comenzaron
con esto, ya son asesinos en serie, lo admitan o no.
—Sí, porque pudieron advertir de que sucedía
eso. No son unos críos como para escudarse en el “teníamos
miedo” —fruncía el ceño Nash, caminando
cerca de las paredes y esperando a que girase en cada esquina antes
de seguirlo.
—Yo creo que Nash no es la primera vez que estalquea a alguien…
—murmuró Jeff de broma, porque estaba un poco hiperactivo.
—Calla…
—Está en nuestro equipo, entonces no es un stalker,
es un espía profesional del periodismo —se rio ella,
mirando hacia atrás por un momento —Segunda vez que
visito este lugar en un mismo día, mi vida es terrible.
—Deberías buscarte mejores amistades —se rio
Jeff, buscando en sus mensajes y mostrándole un traje gris
y un vestido sin mangas de color blanco para Crowberry —Y
mi madre me está enviando mensajes como este sin parar, mientras
yo hago estas cosas.
—Qué dulce, y quiere que me vista de blanco. Es su
única oportunidad de vestir a una novia supongo —sonrió
la chica —Invitaré a tus padres a mi boda cuando Ransom
pida mi mano.
—Hazlo, pero no dejes que se entere de que no estás
con tu madre o verás… —se rio, seguro de que
la quería adoptar —A mí me gustó eso
de vestirte de blanco, si entro contigo del brazo, podemos trolearlos
a todos.
—¿Podemos prestar atención? —les preguntó
Nash, echándoles una mirada asesina.
—Podemos, pero no lo hacemos. No te enfades, también
estás invitado —la chica se cubrió la boca porque
estaba a punto de reírse en voz alta por la cara que tenía.
—Pero no puedes ser su padrino, porque ese soy yo —se
rio Jeff, mirando al chico negar con la cabeza.
—Sh… acaba de aparcar —les riñó
de nuevo.
—Es ese edificio… —señaló Jeff,
asomándose por el borde de la pared que había lejos,
en la entrada.
—Barret y yo estuvimos allí. No va a poder entrar
por la puerta… ¿Tendrá la llave? —saltó
de un pensamiento al otro, mirándolo con atención.
—No lo vamos a saber, porque no veremos la puerta desde aquí
—Jeff casi maldijo.
—No, pero está entrando —les dijo Nash como
si no fuera obvio, haciéndole una seña a Crowberry
para que lo siguiera.
—¿Qué hacéis? —preguntó
Jeff preocupado.
—Abrir su coche, quédate ahí —le riñó.
—¿No deberíamos seguirlo? —preguntó
la chica, caminando, yendo con Nash en vez de eso —¿Puedes
abrirlo sin que se dé cuenta? Tendrá alarma seguramente.
—Ya lo sé, puedo abrir el maletero, ¿por qué
te crees que me haces falta? Yo no puedo colarme desde ahí
—le explicó, corriendo hacia el coche y agachándose
tras el malero, la única puerta que el coche conservaba con
cerradura de las antiguas.
—Oh, sólo me quieres para utilizarme —bromeó
sonriendo un poco, y agachándose junto a él, observando
lo que hacía —Qué amigos tan interesantes tengo.
—¿A qué crees que me dedico? No hago trabajos
de calceta por encargo —le advirtió, sacando la navaja
del bolsillo para meterla entre la goma y la puerta. Le sacó
uno de los prendedores del pelo para meterlo entre medias y Jeff
los llamó, con cara de espanto para que se escondiesen.
Nash la sujetó de la mano, y ambos se metieron tras una
de las paredes derruidas del primer piso. El hombre bajaba de nuevo,
saliendo del edificio a las prisas como si ya hubiese terminado
con lo que había ido a hacer.
La chica frunció el ceño porque se había quedado
con las ganas de ver lo que tenía adentro y además
ahora había perdido ese prendedor.
El hombre miró a su alrededor como si sospechara de que
lo habían seguido, pero finalmente sólo se metió
en su coche y se alejó.
—Se lleva tu prendedor de regalo —le advirtió
Nash. Iba a darse cuenta de que habían tratado de abrirle
la puerta del coche.
Jeff corrió hasta ellos en cuanto se perdió de vista.
—Estáis locos… —les riñó.
—Pero si lo hubiéramos conseguido seríamos
héroes —lo corrigió Nash.
—Es la fina línea. Ahora somos locos con un prendedor
menos. Para colmo sabrá que fui yo, soy la única chica.
—Hay muchas chicas robando coches por ahí —le
aseguró Jeff.
—Y no importa, si te denuncia dices que se te cayó
y punto.
—¿Vamos a subir? —les pidió el mayor
que ya veía que volverían con las manos vacías
mientras los otros seguramente habían descubierto algo bueno.
—Claro que sí, a ver si la dejó abierta esta
vez —Crowberry miró hacia arriba —Yo nunca he
robado un coche, debí intentarlo.
—Ya lo haremos —le propuso Nash.
—Ey… ¿qué pasa con lo del allanamiento
de morada y todo eso?
—Es diferente si quiere —se defendió, subiendo
por las escaleras.
—Sí, es diferente —se rio la chica, besándole
una mejilla a Jeff antes de seguir a Nash.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte IX
—Otro ordenador a la mierda… —gruñó
Ransom, que había estado tratando de hacerlo encenderse con
piezas de otros ordenadores, tratando de averiguar qué era
lo que estaba mal, pero nada —No puede ser un virus, lo habéis
visto, esta vez no ha sido exactamente igual. ¿Qué
nos estaba mostrando? Era una puerta, ¿o no?
—Sí, pero ¿por qué nos muestra cosas
diferentes? No, en realidad, ¿por qué nos muestra
algo sólo para apagarse después? —se quejó
Sage, pasándose una mano por el cabello.
—Seguro que esto suena tonto, pero quizás no es ella
quien la apaga. Quizás el ordenador no puede con su energía
—sugirió Umbrae que estaba tanto asustado como entusiasmado.
—No suena tonto para nada —Ransom cruzó las
manos por delante de los labios, tratando de pensar en algo útil
—. Pero ella es la que nos tiene encerrados en este problema,
¿no? ¿O ella no existe y sólo es algo proyectado
por el juego? No comprendo nada.
—Creo que puede ser algo más, algo que ha tomado su
forma, es mi teoría —Umbrae le tocó la cabeza
a Joe que ahora estaba acostado a su lado, vigilando el ordenador
apagado.
—Algo más, pero hay muchos videos en internet, y no
se apoderan de ellos —Sage exhaló, cansado y recostándose
hacia atrás —No es una mala teoría, es sólo
que estamos dando vueltas de nuevo.
—Pero esto no es un simple video, es un juego creado a raíz
del odio que sentían hacia esta persona, ¿no? Amor-odio.
Y sin embargo ella sigue viva, ¿qué sentido tiene
eso? Necesito más café —les dijo Ransom antes
de levantarse.
—Algo más sucedió, yo peleé con muchas
personas durante mi tiempo en el instituto, y estoy seguro de que
no maldije a nadie —Sage se levantó también
para ir a buscar café. También lo necesitaba.
—¿Créeis…? Es posible que alguien más
haya muerto, ¿no? Después de todo fueron desapareciendo.
Quizás alguno de ellos no fue precisamente el resultado de
la maldición, sino su causa —Umbrae los miró
desde donde estaba, aún con la mano en la cabeza de su perro.
—Eso es probable, y en ese caso… ¿crees que
ella o el otro programador tengan algo que ver? —le preguntó
Ransom, llenando su taza y preparando otra para Umbrae —Mierda…
—No lo sé, es posible. ¿Cómo pasa algo
así a tu alrededor y no te das cuenta? Incluso si no eran
amigos, se habrían enterado, ¿no?
—No necesariamente, la gente comete crímenes continuamente
y los que están más cerca son los menos enterados
—pensó Ransom.
Sage se tocó la frente, pensando en Jeff y esperando que
no estuviera haciendo algo loco. Sacó su móvil para
llamarlo, pero no estaba seguro de que fuera una buena idea de pronto.
—Lo están siguiendo —le recordó Ransom
con la misma sensación, sujetando su muñeca —Probemos
con un mensaje primero.
—Sí, no quiero alertarlo si están cerca —asintió
sonriendo, aunque realmente lo hubiera tranquilizado el escuchar
su voz. “Jeff, ¿qué estás haciendo”,
le envió, esperando tenso.
*****
—No puedo creer que haya sido tan gilipollas de dejarse la
puerta abierta —murmuró Nash mientras entraban en el
piso, que estaba hecho un auténtico desastre, pero extrañamente
parecía conservar todos los muebles y demás. Era como
si los dueños nunca se hubiesen mudado.
—Tal vez ya no le importa, si tomó lo que había
venido a buscar —le contestó Jeff, que miraba todo,
pero no tocaba nada. Tenía la sensación de que podían
contagiársele mil plagas si lo hacía.
—Eso creo, mierda… —Crowberry frunció
el ceño —Debimos haber forzado la puerta antes, fuera
como fuera.
—Pero tal vez sólo estaba buscando, ¿no? Esta
no es su casa, igual sabe que hay algo, y no sabe dónde…
No lo sé —Nash siguió caminando por el pequeño
piso, casi pisando con terror, por miedo a que el suelo pudiese
fallar con su peso.
—Deberíamos mirar en su cuarto directamente…
—les advirtió Jeff, pensando que además estaba
comenzando a oscurecer.
—Vayamos, es el mejor lugar para comenzar de todas maneras
—Crowberry se pegó a la pared como había hecho
con Barret antes, explicando —Es más seguro —y
dirigiéndose a la habitación.
Allí también permanecían todos los muebles,
cubiertos por polvo y dañados, pero estaban allí.
—Primero, cuando fuimos a la casa de George… allí
seguía aquel CD, ¿no es extraño que no se lo
llevase si ahora ha venido a buscar algo aquí que tal vez
lo incrimina? Realmente debió habérselo olvidado.
Sin embargo nosotros lo encontramos.
Pero los demás no tenían el resto de los cd’s
y eso es extraño. Ella tenía ese USB escondido en
la escuela de una forma tan complicada, y el dibujante una colección
de fotografías de Claire.
No veo cómo armar el puzle —les confesó Jeff
—Además, Claire parece saber algo.
—Y George se puso nervioso cuando le hablamos de Claire.
Además… ¿Por qué no fue a buscar eso
a la taquilla de la escuela? ¿No sabía que estaba
allí? —preguntó la chica, abriendo uno de los
cajones de la mesita de noche, pero sólo había polvo
allí.
—No, no debía saberlo, y eso quiere decir que en algún
punto, los otros tres dejaron de confiar en él, ¿no
crees? —le preguntó Jeff.
—Tal vez ya había revisado las otras casas y no encontró
nada, y en esta no había entrado porque estaba semi derruida,
pero ahora la desesperación le hizo entrar. Pero salió
enseguida… —meditó Nash.
—Tal vez vio algo que no le gustaba y se asustó.
—Pero tenía la llave… Esta puerta estaba cerrada,
herméticamente cerrada antes —les recordó la
chica que seguía revisando cajones.
Los tres se sorprendieron al sentir otro portazo más en
una de las habitaciones contiguas y Nash empezó a caminar
por el borde pegado a la pared tal y cómo les había
dicho Crowberry, tratando de llegar al otro lado.
—Cuidado, puede que haya regresado —le advirtió
Jeff, fijándose que había sacado la navaja de nuevo.
¿No pensaba usar eso, no? ¿O sí?
La puerta de la casa estaba cerrada ahora y la salita del fondo,
antes cerrada, se veía entreabierta.
—Nash —Crowberry lo seguía con Jeff, pegada
a él como si fuera un amuleto o algo así. Le estaba
apretando el brazo de hecho y se tensó más al ver
que la puerta se abría un poco más, como si alguien
acabase de empujarla.
—¿Hay alguien ahí? —preguntó Nash,
fijándose que Jeff tenía a Crowberry sujeta por los
hombros ahora —Esperad ahí —les dijo antes de
caminar despacio al lado de la pared.
—Sage no es el único con complejo de héroe.
No vayas, Nash.
—No es por hacerse el héroe, idiota. Te recuerdo que
nuestra vida está en juego —abrió la puerta
de golpe, pero lo que allí había era casi el vacío,
o al menos el vacío hasta abajo, ya que el suelo y parte
de la pared exterior se habían derrumbado —¡Mierda!
—exclamó al mirar abajo y pensar en la caída.
—Vamos a ver —animó Jeff a la chica.
—¿Qué pasa? —Crowberry se dejó
llevar, aunque mirando a la puerta de entrada por si acaso. Claro
que su atención no se quedó allí por mucho
tiempo al ver aquel agujero profundo —¡Hijo de puta!
—exclamó casi pegando un saltito hacia atrás
por el susto.
—Cuidado, no vayáis a hacer movimientos bruscos —le
pidió Jeff, sujetándola mejor y mirando abajo. Había
un montón de escombros, no sólo de este piso, sino
de otros pisos más abajo, ya que se había derrumbado
con el peso el suelo y el techo de cada uno de ellos.
—¿Esto es natural? —preguntó Nash.
—No tengo ni idea, supongo…
—Creo que llega hasta abajo —la chica se agachó
ahora con cuidado, tratando de ver el fondo, pero era imposible
a esa altura.
—Hay que bajar —sugirió Nash, caminando hacia
atrás hasta la puerta. Sujetó el pomo para girarla,
pero no se abría, la sacudió y nada —¡Joder!
—lanzó deteniéndose antes de pegarle una patada,
sólo le faltaba que esos dos se cayesen abajo por su culpa
—Nos han encerrado.
—Mierda, ya sabía que las puertas no se cierran solas
—se quejó la chica asustada —¿Y si es
ella?
—Qué mierda, ella no, seguro que ha sido él
—gruñó Nash.
—Mierda, mierda… —Jeff la sacó del borde
del agujero, mirando su móvil, que por supuesto no tenía
cobertura, así que no podía llamar a Sage.
—Pues tenemos que salir de aquí. Ni siquiera es un
sitio normal, se nos va a caer encima —Crowberry trató
de abrir la puerta de nuevo como si mágicamente fuese a ceder
ahora. Por supuesto que seguía igual de trancada. De hecho
era condenadamente estable para ser una puerta vieja en un edificio
semi destruido.
—Pues vamos a tener que salir por el agujero… —le
advirtió Nash.
—Hasta prefiero una ventana —Jeff se aceró a
una, pero era un piso demasiado alto y no era que tuviese balcones
o cornisas y en todo caso, él no se fiaría de las
mismas.
—¿Cómo vamos a salir por el agujero? No sé
escalar y no tenemos una soga ni nada —la chica se agachó
en el suelo, desesperada —No tengo instintos suicidas…
—¿Y qué quieres, quedarnos a vivir aquí?
—le preguntó Nash, mirando abajo.
—Podríamos esperar, Sage vendrá a buscarme,
no le costará rastrear mi coche… —se quejó
Jeff —No voy a matarme por esperar unas horas.
—Oye, hay algo ahí abajo —les advirtió
el moreno.
—¡Eso es peor! —se quejó Crowberry aunque
gateando un poco hacia allí. No se atrevía a asomarse
mucho de todas maneras, no fuera a ser que surgiera algo. Ya había
visto muchas películas de terror.
—No, en serio… hay una zapatilla rosa ahí abajo…
—le señaló.
—El suelo se cayó, Nash, por supuesto que hay una
zapatilla y mil cosas más —le aseguró Jeff,
que seguía mirando su móvil a ver si mágicamente
llegaba la cobertura.
—¿La ves? —le preguntó a Crowberry, en
vista de que Jeff histérico no era muy colaborador.
—Sí… No es sólo una zapatilla, Nash…
—señaló abajo, podía ver lo que parecía
ser la pierna esquelética en la que terminaba aquella zapatilla.
—¿Es un cuerpo? —preguntó el moreno,
haciendo que Jeff sí mirase ahora, desde el otro lado, tratando
de ver la pierna.
—Oh mierda… —casi jadeó, notando que las
cosas blancas que había entre los escombros un poco más
cerca, tenían que ser dedos.
*****
Sage todavía estaba sentado frente al ordenador, estaban
a punto de intentarlo con otro. No podían rendirse. Sin embargo,
no dejaba de revisar su móvil, le había enviado un
segundo mensaje y aún así Jeff no le contestaba.
—¿Está listo, Umbrae? —le preguntó
Ransom de pie tras él, apretándole los hombros suavemente.
El chico había estado preparando una barrera que evitase
al video ejecutarse, querían poder leer la información
del USB pero era imposible porque cada vez que lo introducían,
ahora saltaba el video.
—Estoy listo —asintió, poniendo la barrera a
funcionar.
Sage se inclinó hacia delante, decidiendo concentrarse en
eso.
—Voy a copiar los archivos de texto mientras los leemos,
como precaución.
—Buena idea —casi le dijo aliviado Ransom, apretando
los hombros de Umbrae como si eso fuera a ayudarles en algo, pero
lo cierto es que estaba tenso. Siguió la línea de
completado en el ordenador de Sage mientras copiaba los archivos,
y de nuevo saltó el video.
De nuevo oscuridad, y de pronto los bordes más claros que
marcaban un agujero en el suelo antes de apagarse por completo —¡Joder!
¿Te ha dado tiempo? —le preguntó a Sage.
—Creo que sí —el rubio sacó su propio
USB poniéndolo en el otro ordenador y sonriendo aliviado
—He copiado todo menos los videos.
—Prueba a ver si abren —le pidió Umbrae acercándose
entusiasmado también.
Eran notas describiendo el juego, pero más bien parecían
conversaciones, como si hubieran documentado la creación
del mismo de aquella manera casi interactiva.
—Esto es bueno… —Ransom se sentó al lado,
arrastrando una silla con él y mirando el reloj en su muñeca,
preocupándose un poco por la hora y llamándola, pero
le salió el contestador —¿Jeff tampoco te contesta?
—No, suele distraerse, pero esto es un poco extraño
—lo miró, más nervioso ahora.
Umbrae sacó su móvil llamando a Nash.
—Tampoco. Nash siempre me contesta.
—Pero es que no da línea. Si esperas unos cuantos
tonos, dice que está fuera de servicio —se rascó
la nuca, preocupado —¿Qué hacemos? ¿Les
damos una hora más antes de ir a buscarlos no sé ni
a dónde?
—Estoy de acuerdo, Nash sabe cuidarse —le contestó
Umbrae que tenía fe ciega en él, aunque no es que
estuviese del todo tranquilo. Debería haberse llevado a Joe
—Lo más probable es que estén bien, pero…
ya sabéis en dónde, ¿no?
—¿Crees que hayan ido allá? Sí, son
capaces… dios —Sage se tocó la cabeza tratando
de tranquilizarse, pero lo que menos quería era a Jeff correteando
por esa escuela.
—No, no pueden haber ido allí, ¿no? Seguramente
apagaron los móviles porque están siguiendo a ese
tío y no quieren que los descubran —les sugirió
Ransom, que no las tenía todas consigo y se estaba poniendo
muy nervioso porque le señalasen lo que estaba pensando.
—En ese caso, Jeff lo pondría en vibración,
no lo apagaría del todo sabiendo que puedo llamarlo —negó
Sage, mirándolo. No quería espantarlo más,
pero tampoco veía por qué mentirle.
—Pues… ¿vamos? ¿Uno de nosotros lee lo
que sacamos en el coche? —les preguntó, demasiado nervioso
para tener un segundo más de paciencia.
—Creo que será lo mejor, no me gusta nada que estén
los tres juntos en ese lugar. Ya sabemos lo que sucede, y la última
vez que fueron… —Sage carraspeó, mirando a Umbrae
—Puedes leerlo en tu portátil, ¿verdad?
—Claro que puedo, pero seguramente están bien —los
miró confundido —¿Qué sucedió
la última vez que fueron?
—¿A qué te refieres? —le preguntó
Ransom, que no sabía ni la mitad de lo sucedido.
—Nada, es… —el rubio los miró debatiéndose
entre la promesa que le había hecho a Jeff y la lealtad hacia
sus amigos —Vieron cosas, estando despiertos, cosas reales
—decidió ser algo enigmático hasta saber cuál
era la situación realmente.
—Nash no me dijo nada…
—A mí me contó algo… más o menos
—se subió las gafas, pensando que Sage se veía
incómodo, mejor se lo preguntaba a ella directamente —¿Podemos
ir en tu coche todos?
—Claro, vamos ya —el rubio asintió, entregándole
el USB a Umbrae y dirigiéndose a la puerta, aunque el chico
también lo estaba mirando con sospecha.
Nash no le había contado nada extraño, seguramente
había pensado que no podría manejarlo. Sujetó
la correa de Joe con fuerza, exhalando y siguiéndolos.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte X
—¿Cuánto tiempo llevamos esperando? —preguntó
Nash, que no había dejado de hacer raspaditas en la puerta,
tratando de abrirla. No podían golpearla, ya lo habían
probado y se había desprendido un trozo de techo incluso.
—No tanto, una hora o así… —le contestó
Jeff, llevándose el cigarro a los labios porque estaba nervioso
de más —Pero Sage vendrá.
Los perros volvieron aullar y ladrar afuera como si estuvieran
esperando ansiosos a que saliesen de allí para atacarles.
Crowberry se estremeció, abrazándose a sí
misma. Estaba sentada en el suelo, no se atrevía ni a moverse
mucho.
—Pero ¿cómo sabrá en dónde estamos?
No podemos llamarlos, ni ellos a nosotros.
—Se supondrán que hemos sido tan capullos de venir
aquí.
—Cuando los teléfonos no les den línea —completó
Nash, moviéndose de nuevo de un lado a otro, con ganas de
darle una patada a la puerta y conteniéndose —Después
Joe le sabrá decir en dónde estamos.
—¿Y si no estamos aquí realmente? —preguntó
Jeff.
—¿Estamos dormidos? Pero estamos aquí, vinimos
aquí, en coche. Claro que estamos aquí —Crowberry
se estaba desesperando, y ni siquiera se atrevía mirar por
ese agujero de nuevo.
—Sí, pero Nash y Umbrae se durmieron en el bus, y
ya nos dijo antes que esos perros aparecieron en su sueño.
—Sí, porque son los mismos —les aseguró,
sólo él se había levantado a mirarlos. Mejor
no les mencionaba el porqué el perro que era igualito a Joe,
estaba todo ensangrentado.
—Pero Nash estaba conduciendo esta vez, no se puede haber
quedado dormido. No recuerdo que hayamos tenido un accidente tampoco
—les señaló, pensando en el caso de Kevin, y
levantándose de pronto —A lo mejor hay una llave de
repuesto por aquí, ¿no?
—Podemos buscarla —Jeff la siguió, y Nash se
metió de nuevo en aquella sala con el suelo derrumbado.
—Seguro que ellos tenían una llave encima —dijo
mirando abajo.
—Quizás no eran de este piso. ¿Por qué
piensas que eran de este piso? —le preguntó la chica
desde la cocina.
La gente solía guardar ese tipo de cosas en la cocina.
—Porque eran de este piso, céntrate. Vinimos aquí
porque era la casa de uno de ellos, no por casualidad. Oh una casa
derruida, vamos a visitarla…
—Ya —sentenció Jeff, mirándolo seriamente,
aunque no era lo más normal en él.
—Yo no me espero más —se molestó, mirando
abajo y buscando una buena ruta para bajar al piso siguiente.
Se descolgó por el borde, sujetándose de una de las
vigas de metal y moviendo las manos por la misma hasta llegar a
estar sobre el sofá que había calculado.
—¡Nash! —gritó Jeff, sólo a tiempo
para verlo caerse contra el sofá en el piso de abajo, provocando
que se derrumbase más y el chico cayese un piso más,
aunque por suerte sin moverse de encima del sofá demasiado.
Cayó al suelo, rodando y sujetándose para no caer
de nuevo.
—¡Nash! ¡¿Estás loco?! —la
chica también se asomó, agachándose preocupada
—¿Estás bien? ¡Nash!
—¡Estoy bien! Estoy bien —le gruñó,
mirando abajo para ver por dónde podía tirarse de
nuevo —Voy a seguir bajando —les anunció, desapareciendo
de su vista para ir a abrir la puerta de la casa desde dentro. No
tuvo problema, la misma estaba desencajada por la presión
que soportaban las paredes medio desmoronadas.
—Está como una cabra… —Jeff se llevó
la mano a la cabeza.
—Lo está, en serio, pero… ¿Deberíamos
seguirlo? —la chica casi se estaba recostando boca abajo para
mirar por ese agujero.
—Definitivamente no, además… el sofá
ya no está en el suelo de abajo, nos matamos al 80% —le
aseguró Jeff, mirándola con cara de que estaba más
loca aún.
—¡Estoy en el pasillo! ¿Me oís? —les
gritó, los perros ladrando todavía más alto
—¡Voy a sacaros desde afuera, ahora subo!
—¡Vale! —ella sonrió poniéndose
de pie y apartándose del agujero —Es que no sé
si logre abrir la puerta. Barret y yo no pudimos.
—Se ha lanzado desde un agujero de un quinto piso…
seguro que puede abrir una puerta —sonrió esperanzado,
con ganas de bromear de nuevo.
—Lo llamaré mi héroe y le daré un beso
en la mejilla porque no quiero que Ransom cancele nuestra boda todavía
no especificada —Crowberry también empezaba a sentirse
esperanzada, y el ver a Jeff así de nuevo, ayudaba bastante.
El chico estaba subiendo por las escaleras, en silencio ahora.
No era como antes, no había luz y tampoco llevaba linterna.
Se había lanzado por el agujero estúpidamente sin
pensar en ello siquiera.
Ahora tenía que ir palpando las paredes para dar pasos por
las escaleras. Recordó sacar el teléfono móvil
y la luz de la pantallita iluminó ligeramente por dónde
iba subiendo. Sabía que era una estupidez, pero sentía
que no estaba solo. Se giró, alumbrando atrás a lo
poco que daba aquel teléfono, pero no vio nada más
que el agujero de las escaleras.
Tenía ganas de gritarles cualquier cosa sólo para
escucharlos, pero le daba vergüenza demostrar que tenía
miedo.
Iba alumbrando casi a la altura de sus pies para poder ver el siguiente
escalón y pegó un brinco, por poco cayéndose
por las escaleras, tropezándose al ver un par de pies y unas
piernas de mujer, amoratadas delante de él. La imagen desapareció
tan pronto como hubo alzado la luz por completo, pero ahora estaba
blanco como la tiza.
—¡Nash! ¿Ya estás llegando? —la
chica lo llamó desde adentro porque se ponía nerviosa,
y además, sí que estaba preocupada por él.
De pronto los perros se habían quedado callados.
—¡Sí! ¡Ya subo! —le contestó
aliviado de escucharla. Por Dios que hasta le parecía una
voz angelical en ese instante, y no iba a pensar eso nunca más
en su vida probablemente —¡Está muy oscuro!
Alumbró a las paredes, jadeando, aliviado de haber subido
los dos pisos y alumbrando las paredes para guiarse al que estaban.
Llamó a la puerta, esperando —¿Estáis
aquí?
—¡Aquí estamos! ¿Nos apartamos? —se
movió hacia atrás, tomando la mano de Jeff y rogando
porque pudiese abrirla. Prefería que estuvieran todos juntos.
—Si la empujo no sé qué puede suceder…
—le contestó preocupado.
—No sé si la pared pueda soportarlo, pero sé
que no quiero seguir aquí —le contestó Jeff.
—Puedo bajar a ver si tienen una ¡llave! —se
giró de golpe, alumbrando alrededor, de nuevo con aquella
sensación de que no estaba sólo.
Miró hacia el móvil, la imagen de Umbrae ya no estaba.
Un código de números, símbolos y letras estaba
pasando a toda prisa por la pantalla.
Se lanzó contra la puerta a lo bruto, haciendo temblar
la pared. Jeff sujetó a Crowberry porque parte del techo
se estaba desprendiendo. El chico atravesó el piso, puerta
y todo, cayendo al suelo del impulso.
—¡Nash! —la chica lo llamó espantada,
mirando hacia arriba y yendo hacia él cuando comprobó
que el techo se iba a mantener en su lugar.
Sin embargo, el sonido de pasos la hizo detenerse. Algo venía
hacia ellos.
—¡Nash! ¡Ponte de pie!
—Lo sé —le contestó, tirando de su mano
sin embargo para sacarla de allí.
—¡Ni se os ocurra dejarme solo de nuevo! —los
amenazó Jeff, saliendo con ellos a toda prisa, tratando de
alumbrar para encontrar las escaleras, pero simplemente no estaban,
las escaleras habían desaparecido y ahora estaban en aquel
pasillo con una sola puerta, la puerta por la que acababan de salir.
—Mierda, esto está mal —la chica se estaba abrazando
a sí misma, casi clavándose las uñas en los
brazos por lo asustada que estaba —¿Y ahora qué
hacemos? No voy a entrar ahí de nuevo.
De todas maneras podía escuchar el sonido de escombros cayendo,
seguramente era el techo otra vez.
—Creo que no piensan dejarnos otra opción… —le
advirtió Nash.
—No, no, no… eso es que estamos jodidos, esto no está
pasando de verdad —se quejaba Jeff, frotándose un brazo
con la mano.
Nash se asomó a la puerta de nuevo, sorprendiéndose
al ver la casa con luz en el interior. Se escuchaban voces que venían
de aquella sala donde el suelo estaba derrumbado, charlando en un
tono amistoso.
Otro trozo de techo cayó por delante de él, pero
miró arriba y se veía en perfecto estado, como si
la realidad y algo extraño se estuviesen proyectando a la
vez en aquel lugar.
Un chico obeso salió de aquella habitación de pronto,
y se le quedó mirando fijamente. Girando la cara hacia atrás,
y comentando.
—¡Alguien se dejó la puerta abierta!
—¡No importa! ¡No va a venir nadie! —le
contestaron desde adentro, riéndose y lanzándole un
papelito enrollado —¡Mueve!
El chico regresó a la sala como si Nash ni los otros dos
que acaban de acercarse, estuviesen allí de pie.
—¿Son ellos? —preguntó Jeff.
—Son ellos —le aseguró Nash, que de todos modos
no se acercaba, sin embargo ahora habían cerrado esa puerta,
y necesitaba saber qué estaba sucediendo allí dentro.
Jeff fue el que atravesó la entrada y abrió la otra
puerta, sólo para encontrarse de nuevo con aquel agujero
enorme en el suelo, al lado de sus pies.
*****
—“Tenemos que hacer un final en el que ella se destruya.
No puede triunfar siempre, incluso si queda maldita. Tiene que ser
sangriento”. —estaba leyendo Umbrae en el asiento trasero,
mientras Joe miraba por la ventana, y Sage conducía tan al
límite como le permitían las leyes.
—¿Está escrito allí el final ese?
—Sí, está escrito luego de eso —le contestó
el chico —, pero sólo sobrevive uno de ellos.
—¿Algo sobre por qué querían hacer algo
así? —le preguntó Ransom —Me da que deberíamos
centrarnos en por qué ha pasado todo esto, no en los finales
que se hayan inventado… —estaba jugando con uno de sus
piercings maniáticamente.
—No es tan fácil, los archivos no tienen títulos
normales desgraciadamente —le aclaró Umbrae, abriendo
otro y revisando el siguiente luego —Aquí hay algo…
Escuchad: “¿No es ir demasiado lejos eso?” “Es
un juego, y además lo merece. Es una bitch”.
—Creo que eso es lo que buscamos, sigue… —Sage
movió la cabeza, apretando el volante. Seguía esperando
que Jeff lo llamase.
—“Te llamó bola de manteca, y a ti travesti,
¿no?” “Cierto, cierto, además se lanzó
desde el techo, es normal que esté desfigurada, y más”
“Más XD “.
—No creo que pensasen hacer nada como lo que realmente tenemos
aquí, por unos cuantos insultos de primaria como… bola
de manteca —Ransom se frotó la frente, suspirando y
moviendo la pierna como si tuviese un tic, pero sólo estaba
de los nervios porque Crowberry no llamaba —Y si por cada
persona que deseé que se tirase desde lo alto me hubieran
pagado una moneda, ahora sería millonario.
Sage sonrió un poco.
—Yo no deseaba que se tirase nadie, sólo los golpeaba.
—Eso es bastante terrible —exhaló Umbrae, alzando
la mirada por un momento.
—Tampoco iba golpeando a todo el mundo, me refiero a los
que… —carraspeó poniéndose serio —No
está bien, vale, no lo hagas.
—No lo creo —el chico bajó la mirada, preguntándose
si tenía cara de pelear mucho, pero ya sabía la respuesta
—Querían hacerlo más sanguinario, más
explícito. Aquí dice que debían hacerla tragarse
cada una de sus palabras.
—Debía ser una completa cabrona si la odiaban tanto.
Del tipo que pone a los demás en tu contra y al final acabas
convertido en ese chico raro al que nadie se acerca para no terminar
en las mismas circunstancias —se puso más derecho en
el asiento del acompañante, nervioso e incómodo —.
Supongo que nunca vamos a saber cómo se sentían realmente
hacia ella, nadie comenta esas cosas, ni siquiera a los que están
en las mismas circunstancias que tú.
—No creo que fuera muy popular, aunque… hay uno que
la invitó a salir —le comentó Umbrae aún
leyendo e interpretando —Aunque lo niega. Mira: “¿Qué
fue lo que dijo?” “No es cierto, ella lo inventó”
“Pero siempre te dice que te aparees con tu propia especie”
“Porque está loca”
Ransom se rio ligeramente, carraspeando después.
—Puede alegrarse de que yo no fuera compañero suyo.
Total que todos estaban allí por lo mismo, porque les hacía
la vida un infierno en el instituto, y crean un videojuego en el
que ella se lanza desde arriba y su fantasma permanece en el instituto,
o en la ciudad.
Me preguntó qué motivo inventaron para que se suicidase,
¿lo ves?
—Dijeron que la harían tragarse sus palabras —murmuró
Sage, mirando por el espejo un momento.
—Cambiaron los roles. En su juego, ella era poco popular,
insultada, rechazada. La violencia va escalando —le contestó
Umbrae —Por lo menos sus ideas, creo que se empezaron a vengar,
antes de matarla incluso.
—Ya veo, ¿creéis que si inventaron eso, ellos
querían suicidarse? ¿Y si dejaron el juego listo para
que uno de ellos lo terminase y formaron un pacto suicida? Tal vez
por eso desaparecieron juntos esos tres… parece un buen motivo
para una maldición. ¿Te importa que fume? —le
preguntó a Sage luego.
—No, adelante. Es más… necesito uno —le
pidió porque estaba demasiado tenso —Y es posible,
creo que es algo muy posible. Quizás eso fue lo que desencadenó
todo.
Ransom le pasó un cigarro y le prestó su mechero,
bajando la ventanilla para no apestar a Umbrae.
—No lo sé, suena bien, pero por su manera de escribir
no los veo suicidas. La odiaban, eso está claro, pero no
mencionan nada de morirse —Umbrae se quedó mirando
los archivos, pensativo —Hay algo extraño aquí
de todas maneras. La odian, la quieren matar, pero ¿luego
la hacen la protagonista? O algo así.
—Uno de ellos le pidió para salir, y claramente todos
estaban bastante obsesionados con ella. Es probable que a ellos
les gustase y la tía… quisiera ser como ella. Es una
historia común, ¿no? —le preguntó Ransom,
aunque él a esa edad no había tenido ningún
problema, probablemente ni siquiera prestaba atención a los
de alrededor —¡El coche de Jeff! —señaló,
notando que estaba detrás de un edificio, como escondido.
—Disculpad… —se detuvo, bajando enseguida, como
si no le importase nada más y de hecho, en ese momento no
le interesaba, pero el coche estaba vacío por supuesto.
Estaba cerrado, lo cual quería decir, que se habían
bajado del mismo deliberadamente.
—¿Lo siguieron hasta aquí? ¿Por qué
si no estaría tan escondido? —preguntó Ransom,
mirando a su alrededor y deseando que simplemente estuviesen allí
como unos inconscientes y volver a casa sin más —¡Crowberry!
—la llamó, corriendo por la calle adentro para buscarla.
—¡Ransom! ¡No vayas solo! —lo llamó
Sage, exhalando y echando a correr tras él, ya que Umbrae
los había alcanzado también.
—¡Esperad! ¡Joe parece saber a dónde vamos!
El perro había echado a correr hacia el edificio vacío
y estaba olisqueando el portal como un loco, ladrando y mirando
hacia arriba.
—¡Están aquí! —jadeó Ransom,
que estaba agotado de correr con la pierna en esas condiciones,
pero eso no le frenó a la hora de seguir a Joe a través
de uno de los pisos bajos hasta una pared derruida y un montón
de escombros.
—Mierda, Jeff… —murmuró Sage pensando
que sólo a ellos se les ocurría meterse en semejante
edificio. ¿Estaban locos o qué? Esa cosa se iba a
caer en cualquier momento.
Umbrae seguía corriendo también, de hecho, Sage lo
había dejado pasar adelante porque lo ponía nervioso
allí atrás.
—¡Nash! ¡¿Me escuchas?!
Ransom se giró cuando Sage entró tras él,
siguiendo el mismo camino adentro del edificio.
—¿Eso es un cadáver? —le preguntó,
señalando a la zapatilla. Joe parecía estar intentando
escarbar algo entre los escombros, y salió corriendo de nuevo
para buscar a su dueño, con el reloj de pulsera, roto, de
Nash en la boca.
—¡Nash! —Umbrae gritó, cogiendo el reloj
de la boca de su perro y poniéndose increíblemente
pálido.
—No es él. ¡No es él! —lo calmó
Sage, girándolo hacia el cadáver —Es un esqueleto
ya, es imposible, ¿ves?
—¿Y si están debajo? —Ransom se puso
a tratar de levantar escombros también, pero lo único
que estaba apareciendo, era el cuerpo, casi por completo un esqueleto,
de una chica.
No había rastro de nada reciente salvo por el reloj de Nash
—¡Crowberry! —la llamó de nuevo, mirando
hacia arriba a través del agujero —Tienen que seguir
aquí en alguna parte.
Joe también miró hacia arriba de hecho, ladrando
por un momento, y luego gruñendo.
—¿Por qué no contestan? —preguntó
Umbrae que no se sentía muy bien, para nada. ¿Por
qué iba a estar el reloj de Nash con ese cadáver?
No tenía sentido.
—¡Jeff! ¡Jeff! —lo llamó Sage por
si acaso, intentándolo de nuevo y tirando del brazo de Ransom
luego —Subamos, tienen que estar arriba.
—Tal vez llegaron a este mismo lugar, vieron eso y a Nash
se le cayó el reloj por algún motivo. No hay sangre
ni nada por el estilo, así que… —le dijo a Umbrae,
tocándole la espalda un momento, para que siguiese a Sage
escaleras arriba. De todas formas no se esperó ni dos segundos
antes de llamar a Crowberry de nuevo, alzando la voz, seguido por
los ladridos del perro, que parecía seguir la voz de su dueño
cada vez que llamaba a Nash.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte XI
—Esto es de locos, tenemos que salir de aquí como
sea —les dijo Jeff.
—Ahora no sabe duda de que estamos soñando —le
aseguró Nash, parado en aquella sala que solo daba al cuarto
del agujero, o a la puerta sin salida.
—O despiertos en este lugar maldito —se frotó
el pecho con una mano, tratando de pensar. Se giró de golpe,
notando una sombra que pasaba por la puerta que cerraba el piso.
La misma se cerró a cal y canto de nuevo, y se escuchó
una llave girando en la cerradura.
—¿Habéis escuchado eso? —aquella chica
que vestía las zapatillas rosa que habían descubierto
abajo, atravesó la sala con el agujero en el suelo como si
no existiese, asomándose —Creo que he escuchado cómo
cerraban la puerta.
—¿Qué importa? —le preguntó el
otro —Es mi casa, tengo las llaves. Vamos a trabajar.
—Pero puede haber alguien espiando —se quejó
la chica.
—Claro que no… Nadie sabe que estamos aquí siquiera,
y además, no saben lo que hacemos. Vamos, que tenemos que
planear la escena de la masacre.
Crowberry estaba conteniendo la respiración, aunque estaba
bastante claro que ni los veían ni los escuchaban.
De hecho se estaban sentando casi en el centro mismo del agujero,
había una mesa flotando en el aire con varias fotos y dibujos
regados.
—¿Dónde está el otro? —preguntó
Jeff de pronto.
—¿Qué otro? —Nash estaba demasiado nervioso
para pensar bien siquiera.
—Vinimos hasta aquí siguiendo a George, subió
y abrió esta puerta… No está aquí con
ellos —les señaló.
—¿Y George? —preguntó de pronto el que
dibujaba.
—¿Otra vez? Dice que está ocupado, que no va
a poder venir hoy —le contestó la chica.
—Qué raro… —murmuró despreciativamente
el dueño de la casa —Últimamente pasa de nosotros.
—Claro que no —ella se rio incómodamente —.
Sólo tiene cosas con sus padres. Cuando acabemos con esto,
le voy a dejar algo y le diré que lo busque… veréis
cómo lo hace.
—¿Qué cosa? —preguntó el chico
obeso, dándole un empujoncito de pronto.
—Nada, es algo privado —se quejó ella enrojeciendo
y juntando unos papeles —Es algo para que participe también,
la próxima semana sí vendrá, seguro.
—Sí, sí, eso dice siempre —se quejó
de nuevo el dueño de la casa, inclinándose hacia el
que dibujaba —Oh, es igualita…
—¿Seguro? Porque yo creo que está incluso más
plana que eso —se rio la chica, estirando las piernas y cruzando
los tobillos.
Jeff se fijó de inmediato en las zapatillas rosadas que
llevaba, y se echó hacia atrás sin pensarlo siquiera.
—Yo me largo de aquí como sea…
—No, Jeff —Crowberry le sujetó el brazo —Creo
que tenemos que quedarnos —Miró hacia atrás,
la puerta ya no estaba de todas maneras.
—Estábamos aquí para averiguar lo que sucedía,
¿no? Pues eso estamos haciendo —le riñó
Nash, que de pronto se vio a sí mismo sentado en el lugar
del dueño de la casa, mirando los dibujos en el papel fijamente.
Jeff se volteó de golpe, ya que Nash había desaparecido
delante de sus narices como si nada y ahora estaba allí,
como si no los reconociera.
—Oh, mierda, esto no me gusta. Jeff… —Crowberry
se giró sujetándose de su brazo y desapareciendo también.
Se hallaba sentada ahora, observando aquellos papeles también,
en vez de esa chica, pero no eran del todo dueños de sus
actos.
En aquel momento, Nash, en el cuerpo del dueño del piso,
comprendió que le gustaba la chica.
—Emily, tú deberías programar el juego. La
verdad es que no necesitamos a George para nada.
Jeff se echó hacia atrás, negando con la cabeza,
negándose a participar en aquello, preguntándose si
eran conscientes de lo que estaban haciendo.
—Tienes que jugar —le advirtió el chico grueso
que lo miraba fijamente —Yo te elegí, ahora tienes
que jugar —lo señaló.
—¡Sage! —lo llamó sin mucha lógica,
como si fuera aparecer de la nada para sacarlo de allí.
—Puedo programarlo, sí, pero George es mejor fijándose
en los detalles. Lo necesitamos, no digas esas cosas —sonrió
ella, un poco roja aún, Crowberry sintiendo lo que Emily
había sentido en verdad. Le gustaba George, creía
en él en contra de todas las señales.
Jeff estaba sentado allí, y apoyó la espalda contra
la pared, mirándolos y notando perfectamente lo que pasaba.
Aquel chico deseaba ser como él, por eso lo había
escogido. Habían cometido el error de pensar que debían
parecerse a alguno de los protagonistas del juego, no se habían
dado cuenta de que ellos se habían hecho protagonistas a
sí mismos, y no les gustaba lo que el espejo les devolvía.
Cada uno había buscado personas que les habría gustado
ser. Pero entonces… ¿todos los demás estaban
en la misma situación? ¿Se habían quedado inmersos
en aquel sueño como Kevin, en espera de volverse locos y
morir? Iban a quedarse atrapados allí como todos los demás.
Quería hablarles pero no podía, se limitaba a dibujar
en aquel folio sin poder tomar control de la situación.
—Mi hermana vio a George con Claire —les lanzó
de pronto como una bomba.
—Claro que no, tu hermana se equivoca —le soltó
la chica enseguida, frunciendo el ceño —O a lo mejor
lo vio tomándole fotos, que es otra cosa.
—A lo mejor sí —contestó sin ánimo
de discutir, no le gustaban las polémicas, cosa que hizo
a Jeff querer sacudirlo —¿Los mata a todos?
—Sí, los mata a todos, por algo es una puta —contestó
el otro, contrariado.
—Pero no a los protas… ¿no?
—De momento no.
—De momento no —se rio la chica repitiendo —Los
protas están ahí para vencerla, ¿no? No vamos…van
a morir todos al final. Podemos hacer pensar que mueren unos.
—Tú —le sugirió Pierce muy serio, asomando
una sonrisa luego.
—¿Por qué yo, eh? Siempre tiene que ser la
mujer, ¿no? —alzó una ceja, observándolo.
—La mala también es una mujer. Además, esto
fue idea tuya…
—Por eso no debe morir.
—No, debería morir George por desertar.
—No seáis niños, no ha desertado —refunfuñó
Emily —Vale, muero yo, no es como que vaya a morir de verdad
de todas maneras, pero los demás tendréis que sufrir
por mí —se rio, tomando un apunte y poniendo una crucecita
a un lado.
—Sí… tal vez deberíamos hacer que Pierce
muriese por protegerte —murmuró el otro, haciendo que
el chico le echase una mirada asesina.
*****
Joe se detuvo frente a aquella puerta en el piso quinto, gruñendo
y ladrándole por momentos, mientras Sage pasaba adelante,
golpeándola con ambas manos.
—¡Jeff! ¡Jeff! ¡¿Estás ahí?!
No contestó nadie, pero el perro seguía insistiendo
y se empeñó en rascar con las patas el suelo que tocaba
la puerta.
Adentro se debía una luz encendida y sombras moviéndose
al otro lado.
—Hay que tirarla —Ransom se sujetó a Sage sin
mediar palabra y ambos se lanzaron contra la misma, provocando que
la pared se sacudiera, cosa que no pareció disuadirles.
Umbrae miró hacia abajo, notando los trocitos de cemento
que caían.
—Cuidado… —empezó a murmurar, siendo interrumpido
de pronto por el ladrido de varios perros.
—Tenemos que echarla abajo, Umbrae. Están adentro,
lo sé —le insistió Sage.
Joe se alteraba cada vez más, y los dos hombres volvieron
a lanzarse contra la puerta, intentándolo de nuevo, aunque
la misma no cedía y todos escucharon los perros subir ladrando
y gruñendo.
Pronto se habían amontonado, apareciendo por el hueco de
las escaleras como una masa informe y unida en la que por momentos
se diferenciaban las distintas fauces y las patas.
El que era igual que Joe, pero estaba ensangrentado, ladró
agresivamente, separándose de la masa, haciendo que el perro
se cuadrase delante de su dueño en actitud agresiva, aunque
cualquiera habría podido interpretar su miedo.
Ransom y Sage se habían detenido y estaban mirando lo que
se les venía encima.
—¡Subid las escaleras! —casi los empujó
Ransom, ya que no tenían otra salida.
—Joe… ¡Joe! —Umbrae lo sujetó por
el collar de todas maneras, llevándoselo con él porque
con todo y miedo, sabía que intentaría defenderlo.
Él mismo estaba jadeando desesperadamente, espantado. Todavía
recordaba al que se le había lanzado encima.
—¡Mierda! —gritó Sage, sacando su arma,
aunque estaba seguro de que no serviría de nada contra aquello,
pero era lo único que tenía y se intentaban quedar
con Jeff.
Los tres corrieron hacia arriba sin detenerse, pero de pronto
se escuchó un estruendo tremendo bajo ellos, y las escaleras
comenzaron a moverse.
Ransom se golpeó contra la pared y cayó resbalando
un par de escalones antes de que Sage lo ayudase a levantarse. Se
separó casi de mala gana, sintiéndose un inútil
y sujetándose al pasamanos.
Corrieron por el pasillo, y pegaron un portazo tras encerrarse
en una de las habitaciones. De pronto todo era silencio y oscuridad
salvo la luz que entraba por una de las ventanas, cubierta por una
cortina sencilla y semitransparente.
Ransom encendió la linterna de nuevo, jadeando y sin moverse
de la puerta contra la cual estaba apoyado con Sage.
—Esto no puede ser, no estamos dormidos, estamos dentro.
—No estamos dormidos, pero incluso Nash y yo subimos a ese
bus antes de dormirnos. Ese bus que no existe —le recordó
Umbrae, abrazándose a Joe, pegado a la pared.
—Está intentando separarnos de ellos, tengo que volver
—negó Sage, sin soltar la puerta de todas maneras —Sé
que están en ese piso.
Los perros habían alcanzado la puerta y se escuchó
a los mismos oler bajo la misma, rascando para entrar.
—No podemos salir de nuevo, Sage, no por ahí al menos
—le aseguró Ransom —¡Sh! —les pidió,
aunque los perros afuera no se detenían, le había
parecido escuchar la puerta bajo ellos y unas voces que no era capaz
de distinguir. Había una chica, ¿era Crowberry?
—Te acompaño a casa —le dijo Nash, que seguía
dominado por aquel chico, Pierce, viendo aquella realidad cambiante.
—Nash, ¡Ese es Nash! ¡Nash! —Umbrae lo
llamó de nuevo, enderezándose y yendo hacia la puerta.
Sage lo detuvo con un brazo.
—¡No podemos salir! ¡Quieto!
Abajo se escuchó cómo trataban de abrir otra puerta,
sacudiéndola luego.
—Está trancada, ¿tienes las llaves, no? ¿Seguro
que tienes las llaves? —la voz de Crowberry sonaba alterada,
sin embargo, no parecía ni haberse percatado de que alguien
había gritado en el piso de arriba.
—Claro que tengo las llaves —se buscó en el
bolsillo con tranquilidad, después más nervioso —No,
no las tengo, me las dejé en la habitación seguramente.
La voz de Nash se escuchó de nuevo, y los pasos hacia la
habitación de nuevo.
—¡Algo está pasando! Se mueve el suelo —esta
vez era la voz de Jeff.
—¡Pues ayudadme a buscarlas de una vez, joder! No van
a aparecer antes porque gritéis más.
Los perros comenzaron a ladrar más alto, golpeándose
incluso contra la puerta, de tal manera que ya parecía imposible
que fueran ellos en lugar de un puño gigante.
—¡Crowberry! —la llamó Ransom, dirigiéndose
a la ventana y abriendo los cristales, pero seguro que él
se mataba, le sería imposible.
—No tenemos otra opción… tenemos que…
—¡Tengo una idea! —Umbrae interrumpió
a Sage que ya se estaba girando con el arma en la mano —Esperad…
¿alguien tiene algo con lo que escribir?
El edificio estaba temblando ahora, realmente temblando, no era
su imaginación.
Joe se había colocado tras Sage, gruñéndole
a la puerta desde allí, aunque su cola estaba entre sus patas
traseras.
—Yo tengo la agenda del móvil, no sé si se
califica como algo para escribir, pero no llevo nada mejor encima
—le ofreció Ransom, seleccionándola para él.
—Sí, es una buena idea supongo —Umbrae la sujetó,
tratando de recordar parte del código que habían estado
utilizando, y casi conteniendo la respiración rogando porque
funcionara. No tenía por qué hacerlo, pero tampoco
tenían una salida.
—Ey… —Sage se enderezó un poco, sorprendido,
los perros habían dejado de empujar la puerta y aunque Joe
no se veía mucho más tranquilo, los otros estaban
en silencio ahora.
—Sea lo que sea que estás haciendo, parece que funciona
—le avisó Ransom, mirándolo aunque intentando
no ponerlo nervioso. Realmente Umbrae era el mejor para esa clase
de cosas o incluso para programar bajo presión. Lo había
demostrado en varias ocasiones ya.
Abajo se escuchó un estruendo más y el temblor les
hizo caer al suelo incluso, Ransom se golpeó contra la pared
antes de aterrizar en el mismo, resbalando luego porque el piso
había quedado inclinado hacia dentro.
—¡Cuidado! —Sage lo sujetó por un brazo
aunque él mismo se estaba resbalando.
Umbrae también había quedado sentado, aún
sujetando el móvil de Ransom.
—Quizás se dio cuenta…
—Sea lo que sea, se ha detenido —le contestó
Ransom con alivio, levantándose como podía, aunque
en ese momento, el suelo no se sentía para nada firme —Tenemos
que salir de aquí, si han salido, habrán visto el
coche.
—No han salido, tengo que ir a ese piso —negó
Sage. No quería salir de aquel edificio sólo para
enterarse de que Jeff seguía allí atrapado.
—Tengo que pensar que han salido, Sage —le explicó
Ransom, caminando hacia la puerta con dificultad y abriéndola
con cuidado. Le parecía que hasta el techo se les podía
caer encima en aquel momento —¡Crowberry! —la
llamó en cuanto hubo atravesado la puerta.
—¡Ransom! —lo llamó la chica, aunque la
voz no pasó de sus labios, ya que no eran los suyos después
de todo, sino los de Emily.
El suelo se vino abajo mientras aún buscaban las llaves,
y los tres chicos resbalaron por el mismo, cada uno intentando asirse
de lo que podía en aquel estado de pánico y desesperación.
Crowberry sintió un vacío en el estómago y
frío en la columna vertebral al sentir cómo su cuerpo
se precipitaba hacia abajo, los pensamientos de aquella chica pasando
a la velocidad de un rayo por su mente, a pesar de que el tiempo
parecía moverse de manera muy lenta. Las dos últimas
cosas que pudo ver fueron aquella taquilla en el instituto, y la
imagen de aquella Claire ficticia, estirando una mano hacia su cuerpo.
—¿Habéis escuchado eso? —preguntó
Ransom, mirándolos antes de que los otros dos salieran corriendo
escaleras abajo hasta aquel piso.
La puerta estaba abierta ahora de par en par, tirada en el suelo
tal y cómo la había dejado Nash al lanzarse contra
la misma.
Pudieron ver perfectamente el agujero en la sala, desde la entrada.
Joe salió corriendo hacia el mismo, ladrando y agachándose
cerca del borde, retrocediendo un poco aún así porque
se había asustado.
—¡Joe! —Umbrae lo siguió sujetando su
correa de nuevo, y acuclillándose en el suelo —No puedo
ver desde aquí…
—¿Crowberry? —la llamó Ransom, rogando
porque estuviese en aquel piso en alguna parte. La puerta estaba
dentro de la casa, alguien o algo había entrado desde afuera
a la fuerza, ¿por qué no estaban? No quería
creer que pudiesen estar debajo de aquel agujero.
Trató de iluminar con la luz del móvil, pero no era
suficiente y se lo devolvió a Umbrae —Hay que bajar
—les pidió, saliendo y tratando de bajar las escaleras
lo más rápido posible.
Los otros dos lo seguían, Sage sin soltar su arma para nada,
apretándola casi.
Umbrae hacía lo mismo, aún con el móvil de
Ransom, por si acaso. Si había funcionado una vez podía
volver a funcionar.
Llegaron al primer piso por fin, Joe tirando de la correa con fuerza,
guiándolos hacia donde habían visto aquel esqueleto
en primer lugar.
—¡Crowberry! —Ransom se quedó en el marco
de pared que daba a aquellos escombros, mirando a su novia sobre
los mismos, descolocada de cualquiera manera.
Su rostro había palidecido más todavía sólo
con aquella imagen, y se acercó con pasos nada seguros a
ella.
—¡Jeff! —Sage corrió junto a su novio,
sujetándole la cara enseguida, y acercando el oído
a su nariz para ver si respiraba.
Nash estaba acostado a su lado también, girado casi boca
abajo, y Joe llegó antes que Umbrae, olfateándolo
y dedicándole un ladrido agudo para despertarlo.
—Ey…— el chico se arrodilló, sujetando
su mano y tratando de no llorar por el miedo que tenía —¿Nash?
—Está… dormida, está dormida —se
dijo Ransom, que la estaba sujetando en brazos. Pero más
que dormida, parecía muerta, de no ser porque se notaba que
estaba respirando, hubiera jurado que lo estaba —Tengo que
llevármela al hospital. No… al cuartel —hablaba
consigo mismo ya.
—Espera, ¿estás seguro de que podemos sacarlos
de aquí? —preguntó Umbrae —¿Y si
entran en shock?
—¿Por qué sucedería eso? —Sage
se había vuelto a guardar el arma y estaba sosteniendo a
Jeff contra su pecho ahora, sin querer dejar de mirarlo —No
tenemos opción, este edificio no es seguro. Vamos.
Ransom ni siquiera se lo planteaba, no estaba pensando bien, sólo
en sacarla de allí y llevarla al cuartel para tratar de meterse
en su sueño. Estaba seguro de que podía ayudarla a
salir, tenía que ayudarla a salir.
—Méteme las llaves del coche en el bolsillo, Sage,
voy a acercarlo para poder meter a los demás. No, no van
a caber, tienes que venir, y coger el de Jeff también. ¿Te
quedas aquí con Joe? —le preguntó a Umbrae.
El chico asintió, mirándolo nervioso y aún
sujetando la mano de su novio. Él no tenía la fuerza
para cargarlo, tampoco pensaba dejarlo allí.
—Está bien, regresamos enseguida —Sage se levantó,
haciendo lo que Ransom le pedía. Sujetó a Jeff luego,
alzándolo —Cuando regrese, te ayudo con Nash, no te
muevas.
—¿Seguro que puedes llevarlo? —le preguntó
Ransom, aunque probablemente no le costaba tanto comparado con lo
que le costaba a él llevar a Crowberry aunque no pesaba ni
la mitad, por culpa de su rodilla.
—Sí, no puedo dejarlo allí o no terminaré
de escuchar sus quejas —sonrió un poco, tratando de
aligerar la situación, aunque no habían muchas posibilidades
de eso.
Por lo menos estaba allí, entre sus brazos y respirando.
—¿Crees que están en el mismo estado que Kevin,
verdad? —le preguntó Ransom.
—Sí, eso es lo que creo —asintió de manera
grave esta vez —Creo que están todos juntos.
—Prefiero pensar eso —le confesó, pero eso no
le sacaba la sensación de ansiedad. Ahora estaba pensando
en la expresión que tenía Barret cada día desde
que Kevin quedase así de afectado —¿Cómo
ha podido sucederles a los tres a la vez? Algo grave tuvo que ocurrir.
—Es este lugar y el que los tres estuviesen juntos. Esa cosa
lo amplia, ¿sabes? Y Jeff… se pone nervioso —lo
miró, tensando los brazos y apretándolo contra su
cuerpo.
—¿Crees que lo siguieron hasta aquí? Tal vez
vinieron por otro motivo… no lo sé. Ahora mismo me
siento culpable —le confesó, hasta sentía que
se merecía lo que le estaba doliendo la rodilla el llevarla
en brazos hasta el coche, por haberla hecho alejarse de él.
—Yo fui quien lo sugirió. Creí que solamente
le hablarían, que lo seguirían a su casa o a la de
ella, no a este lugar —resopló, mirándolo —Voy
a sacarlo de allí, sin importar lo que tenga que hacer.
Ransom lo miró un momento, preguntándose si estaba
tan seguro de poder hacerlo, o sólo se estaba dando fuerzas.
Él no las tenía realmente, quería verla sonreír
como siempre.
—Deja que yo lo haga —le dijo a Sage al llegar al
coche, abriendo la puerta y sujetando a Crowberry con un brazo antes
de abrir la puerta del asiento trasero —¿Llevo yo el
coche de Jeff?
—Por favor —asintió, colocando a Jeff en el
asiento de pasajeros y sujetándolo bien con el cinto de seguridad
—Tenemos que darnos prisa. Tampoco me gusta dejar a Nash y
Umbrae en ese edificio.
—Me he dado toda la prisa posible —casi le riñó
porque le frustraba, y se esperó a que le diese las llaves
de Jeff antes de ir hacia allí. Se aseguró de colocarla
bien en el asiento y le colocó el cabello como si eso fuera
importante en aquella situación, besándole la mejilla
antes de encender el coche.
Sage lo había esperado de hecho, se sentía extrañamente
confundido, como si eso no estuviera pasando y Jeff simplemente
estuviera tomando una siesta mientras él conducía.
Después de todo, solía hacerlo.
Lo miró de soslayo, asegurándose de que estuviese
bien mientras conducía hacia aquel edificio.
Joe salió a recibir a los coches y volvió con su
dueño a avisarlo en cuanto hubieron llegado, Ransom se bajó
enseguida, cerrando el coche con llave de todas maneras por si acaso.
—Te ayudo a llevarlo —le dijo a Sage, entrando en el
edificio y mirando a Umbrae que tenía una expresión
terrible —No he podido venir más rápido —se
disculpó.
—No… está bien —lo miró claramente
nervioso y asustado de todas maneras. Cada pequeño ruido
lo ponía más tenso. Se puso de pie, a la vez que Sage
se agachaba al lado de Nash tomándolo de un brazo y colocándoselo
alrededor del cuello, esperando a Ransom. Era un chico muy fuerte,
de eso no cabía duda.
Ransom se inclinó para cogerlo, levantándose y sujetándole
el brazo con fuerza para poder ponerse en pie y llevarlo al coche
de Jeff, ya que suponía que Umbrae preferiría ir con
él, y además era más grande. Ayudó a
Sage a meterlo dentro y se sentó un momento antes de ir para
el asiento de delante mientras Umbrae se sentaba detrás y
colocaba a Nash.
—Nos vemos en el cuartel. ¿Puedes llamar a Barret?
—Claro, le… le pediré que prepare tres camas
—casi murmuró ya que no quería aceptar aquello.
Todavía tenía la esperanza de que despertasen durante
el viaje. Quizás cuando los hubiese sacado de allí.
—¡Ransom! —Crowberry lo llamó, abriendo
los ojos, y resbalándose un poco por encima de aquel montón
de escombros en los que estaba acostada.
Miró hacia abajo y se tocó el pecho y las piernas,
pero estaba de vuelta en su cuerpo propio ahora. Se inclinó
a un lado, sacudiendo a Jeff y luego a Nash.
—¡Eh! ¡Chicos! ¡Despertad!
—¿Qué ha pasado? —Jeff se frotó
la frente, sentía que le pesaba hasta el cerebro, miró
a Nash que se sentaba lentamente sobre los escombros y entonces
se dio cuenta en dónde estaba y pegó un brinco poniéndose
en pie. No tenía ganas de estar sobre cadáveres —Tenemos
que salir de aquí de una vez, vámonos —les pidió,
seguro de que habían despertado por fin, podían tomar
el coche y largarse.
—No creo que vaya a ser tan sencillo —le aseguró
Nash —Estamos aquí para jugar por ellos, ellos nos
eligieron.
—Pero estamos despiertos ahora… ¿no? Podemos
irnos —se quejó la chica, levantándose también
y sacudiéndose las nalgas —Lo que debemos hacer es
decirle a los demás lo que ocurrió. Vienen, se llevan
los cuerpos, y ya.
—Ya… —repitió Nash, que no estaba para
nada convencido, pero decidió seguirlos de todas maneras.
—Eso mismo —Jeff sujetó la mano de Crowberry
porque necesitaba apoyo y salió del edificio primero, mirando
a su alrededor y descubriendo un montón de edificios extraños.
No se veían de la misma manera que antes, si no que parecían
borrosos como una foto desenfocada.
Miró a Crowberry de nuevo, para asegurarse de que no eran
cosas suyas, pero veía perfectamente.
La calle estaba en un silencio sepulcral, no se escuchaba absolutamente
nada.
La chica le estaba apretando la mano con fuerza, claramente espantada.
Trataba de enfocar la vista pero era como si una niebla lo cubriese
todo, o como si necesitase gafas, a pesar de que su visión
solía ser perfecta.
—Creo que me golpeé la cabeza —intentó
bromear, su risa sonando extraña y tensa.
—Vamos al coche —insistió Jeff, que no quería
admitir que estaban dormidos aún. Además Barret había
conseguido sacar a Kevin por unos segundos al hacerlo salir de la
ciudad, entonces… ellos sólo tenían que hacer
eso mismo para despertar.
Nash los siguió unos pasos, mirando luego hacia la escuela,
el único edificio que se veía claramente entre todos
los demás.
—Creo que deberíamos ir a la escuela, a jugar.
—¿Por qué? No tenemos que seguir sus reglas.
No quiero morir —Crowberry lo miró, con el ceño
fruncido —Tratemos de irnos por lo menos, ¿no?
—¿No crees que ellos nos estaban ayudando? Sí,
nos utilizaron porque necesitan a alguien que juegue por ellos no
sé por qué, pero… creo que nos estaban tratando
de hacer comprender. Si nos vamos, sólo vamos a estar repitiendo
el mismo ciclo que los demás —le recordó Nash
—Sage se curó por un tiempo, tal vez porque tomó
el papel de una persona y consiguió hacer lo correcto. Huir
no es la solución.
—Tal vez no, pero yo quiero ir con Sage ahora mismo y explicarle
tu idea antes de hacerla —objetó Jeff, caminando de
todas formas por la calle hacia el coche, pero las calles ya no
eran iguales, ya no estaba aquel edificio junto al que había
aparcado tampoco.
—¿Dónde está tu coche? —preguntó
Crowberry como si eso fuera a hacer que todo volviera a la normalidad.
Se giró de pronto mirando a Nash, seria.
—De todas maneras no sé qué se supone que haga.
¿Nos reunimos a planear? No tengo idea de cómo va
este juego.
—Yo tampoco, pero estamos dentro y por eso el coche no está,
ni las calles son iguales, y por eso los edificios se ven así,
¿es que no lo podéis
admitir? —les preguntó encogiéndose de hombros
—Probablemente tenemos tanto tiempo para salir de aquí,
como aguanten nuestros cuerpos ahí tirados. Seguro que por
eso Kevin está aguantando más que los otros, porque
los otros se quedaban dormidos en sus casas, solos, sin comer ni
beber ni nada… durante días hasta que palmaban.
—No quiero ni pensar en toda la lógica que tiene eso…
—le confesó Jeff.
—Pero la tiene —la chica se estremeció, el aire
se le hacía helado ahora —¿Creéis que
Kevin esté por aquí? A lo mejor nos pueda decir algo.
—Si nos reconoce… —murmuró Jeff, tocándose
la frente y pensando en Sage, en lo decepcionado que debía
estar de que se hubiera metido en ese jaleo. Para colmo seguro que
Ransom lo odiaba por haber llevado ahí a Crowberry.
—Yo creo que es una buena idea, sería mejor si supiéramos
a quien se supone que está representando él. Pero
una cosa queda clara, George los abandonó.
—Y Albert lo vio con Claire. Alguien les cerró la
puerta… —murmuró Jeff.
—¿Crees que haya sido George? Pero… no creo
que supiera que se iba a caer el edificio, eso no tiene mucho sentido
—la chica seguía sujetando su mano mientras empezaban
a dirigirse hacia el instituto.
Aquello no le gustaba para nada, pero Nash tenía razón.
—No, tal vez sólo les estaba gastando una broma pesada,
o intentaba asustarlos, no lo sé. Pero alguien los encerró,
¿no? Y él los estaba dejando de lado.
—Tal vez el lugar ya estaba maldito antes, y se cerró
porque sí —le contestó Jeff.
—Porque sí nunca es una respuesta que me convenza…
—A mí me pone nerviosa, porque sí no tiene
solución —Crowberry sonrió un poco, no porque
le hiciera gracia en particular, tenía ganas de salir corriendo
en dirección contraria —A Emily le gustaba George,
estaba completamente cegada por él.
—A él Claire y a Pierce, Emily… —murmuró
Jeff —A Albert le gustaban las galletas.
Nash se rio un poco, y le dio un codazo, carraspeando y frunciendo
el ceño ya que no era el momento.
—¿Tal vez Claire averiguó lo que estaban haciendo?
—Mejor no te rías de ninguno, no quiero acabar cortada
en trocitos —se rio la chica nerviosa, y acomodándose
el cabello con las manos de pronto —Quizás fue Claire
quien los encerró.
—¿Y por qué dejó fuera a George? —le
preguntó Nash, parándose frente a la puerta del colegio,
que se veía extremadamente real, demasiado. Tenía
que haber más personas en sus circunstancias en aquella ciudad
probablemente.
—Quizás George le dijo, le gustaba ¿no? Querría
conquistarla —sugirió la chica, mirando hacia arriba.
No quería entrar, no quería entrar para nada —Eh…
—alzó un brazo señalando a una de las ventanas
superiores.
Había alguien allí y lo que era peor, estaba agitando
un brazo como llamándolos.
—Hay más personas aquí, tal vez sea Kevin —sugirió
Nash, dirigiéndose a la entrada del instituto con los otros
detrás.
Las puertas parecían abiertas con normalidad, entraron en
el recinto y comenzaron a subir las escaleras de un colegio que
no se veía como en la actualidad, si no casi se diría
vivo, limpio y en condiciones normales.
Afuera comenzó a brillar el sol como si acabasen de cambiar
de escena, y al terminar de llegar arriba, al primer piso donde
estaban las clases, el olor y la visión de los cuerpos regados
por el pasillo los dejó congelados en la entrada.
—Oh, mierda. Ya sabía que esto no podía ser
bueno. Nunca es bueno —se quejó la chica, sujetándose
más al brazo de Jeff ahora, casi parecía que se le
fuera a subir encima.
Pegó un grito de pronto, al sentir que alguien la empujaba,
y un chico pasó corriendo por su lado, metiéndose
en una de las aulas.
Ella tembló, mirándose el brazo y notando la mancha
de sangre en el mismo.
—Odio este juego.
—¡Ey! —gritó Nash, corriendo y por poco
resbalando en un charco de sangre de no ser porque se sujetó
a una de las puertas. Entró en el aula tras él, parecía
aterrado, y lo miró a los ojos con espanto.
—¡Cierra la puerta! ¿estás loco? Nos
encontrará… —le dijo en medio de jadeos.
—Vamos —le dijo Jeff a Crowberry, siguiéndolos
y cerrando la puerta a sus espaldas —¿estás
aquí encerrado también? —le preguntó.
—¿Encerrado? —preguntó confundido, deseando
que lo dejasen en paz y se callasen, así iban a descubrirlos.
Si estaba en su misma situación, parecía haberse olvidado
ya de la realidad.
—Sí, encerrado. Esto es un sueño, ¿sabes?
—le aclaró la chica sin caer en cuenta aún de
lo que sucedía, pero él la miró como si estuviera
loca.
—No hagáis ruido…
—¿Quién viene? ¿Claire? —le preguntó
Jeff.
—Vera, y cállate de una vez —se frotó
la frente como si no pudiese comprender por qué lo seguía
molestando, y sacó un punzón que llevaba en la mano
—Callaros todos —amenazó a Jeff, ya que era el
que tenía delante ahora.
—Tranquil…—estaba empezando a decirle antes de
que Nash le sujetase la muñeca de golpe y se la apretase
tanto que el chico tuvo que agacharse, gimiendo.
—Suelta… suelta.
—Suelta tú el pinchito ese o te voy a enseñar
el mío.
—¡Nash! Por más que me halague que me protejas…
—le pidió Jeff, callándose de inmediato al ver
una sombra que arrastraba algo pesado.
Crowberry se agachó, tirando de Jeff también, tensa
como estaba. No, aterrada más bien.
Contuvo la respiración y aquella sombra se detuvo frente
a la puerta del aula en donde se estaban escondiendo.
La chica miró a Nash y luego a Jeff como preguntándoles
qué hacían. El desconocido se veía completamente
desencajado, ya no podía ayudarlos.
Afuera, la figura soltó lo que fuera que estaba arrastrando
y sus pasos se reanudaron.
Nash empujó al chico lejos de ellos y desarmado, antes de
acercarse a mirar por una rendija de la puerta. Vio claramente aquel
cuerpo roto y lleno de cortadas de una chica, sus ojos vacíos
parecían haber sido arrancados sádicamente.
Era algo fuera de toda lógica el estar presenciando aquello,
a plena luz del sol de la tarde en medio del pasillo de un colegio.
La sombra no era desconocida para él, por supuesto, se trataba
de Claire, llevaba un vestido blanco con flores amarillas y estaba
descalza, ensangrentada y con el cabello negro salvajemente enmarañado.
—Nash… —Crowberry susurró, gateando hasta
él y tirando para que dejase de mirar. No tenía idea
de cómo iban a jugar ese juego, ella quería salir
huyendo.
Claire, o más bien Vera se había detenido y ladeó
la cabeza a un lado como escuchando algo. Su postura se veía
incierta, sin embargo, Crowberry no tenía ninguna duda de
que si hacían cualquier movimiento estaría sobre ellos
en un segundo.
Nash la empujó con su cuerpo ligeramente, ocultándose
tras la pared y mirando a los otros dos antes de abrir la puerta
del armario ropero que se encontraba empotrado en la pared, abrió
la puerta con cuidado para esconderse adentro.
Pero en el mismo ya había un cuerpo que parecía llevar
allí mucho tiempo, pues estaba plagado de gusanos y las moscas
salieron volando en cuanto la abrió. Tapó la boca
de Crowberry con la mano por si pensaba gritar, aunque hasta a él
le había costado no hacerlo.
Y de hecho hizo bien porque le chica estaba increíblemente
pálida y tenía lágrimas en las esquinas de
los ojos por el susto. Se pudo contener sin embargo, aunque tapándose
la boca ella misma en cuanto Nash la soltó.
Se pegó a la pared preguntándose cómo iban
a salir de allí. No podían jugar, no, iban a morir,
eso es lo que iba a pasar.
—¡Vamos a morir! —gritó el chico que estaba
con ellos, abriendo la ventana como un poseso. Jeff lo miró,
abriendo los ojos de una cuarta.
—¡Haz que se calle! —le susurró Nash imperiosamente,
pero Jeff lo miró preguntándose qué pretendía
que hiciera, ¿Qué lo matara?
De todos modos no le hizo falta, el chico se lanzó por la
misma, haciendo al otro mirar cómo se estampaba contra la
acera, moviéndose con convulsiones y dejándolo allí
estupefacto.
—Oh mierda… —Crowberry se pegó más
a la pared. Ella no quería ni ver eso —¿Qué
hacemos? Tenemos que salir de aquí, esto no tiene sentido.
Yo no me pienso lanzar.
—¡Sh! Ven aquí, Jeff —le pidió
Nash, seguro de que ella volvería a comprobar que no quedaba
nadie allí. La metió entre los abrigos a la fuerza
y Jeff tomó aire, tapándose la boca antes de cerrar
las puertas despacio. Estar encerrado con aquel cadáver ya
contaba como lo peor que le había pasado jamás.
Crowberry estaba a punto de llorar, realmente odiaba aquello, y
una vez más tuvo que cubrirse la boca y la nariz con ambas
manos. No sólo por eso, sino por el olor, y porque apenas
se hubieron escondido, Vera entró en el salón, caminando
de manera deliberada y amenazante, observándolo todo.
Podían verla a través de la rendija que quedaba en
las puertas del armario. Se estaba asomando a la ventana ahora,
sin duda mirando el cadáver de aquel chico.
Jeff estaba palpando hasta sujetar a Crowberry y la abrazó
contra su pecho, tratando de consolarla y susurrándole al
oído de forma casi inaudible que iban a estar bien.
Nash estaba tan tenso, que su mano se estaba poniendo pálida
por la forma en la que apretaba la navaja que había vuelto
a sacarse del bolsillo. Estaba bastante seguro de que no servía
de nada contra un fantasma, pero le hacía sentir seguro.
Por un momento incluso se le ocurrió la idea de que podían
lanzarla por la ventana abajo ahora, era un buen momento y sabía
que supuestamente se había suicidado lanzándose, tal
vez debía, tal vez…
Ella se volteó, mirando al armario y acercándose
lentamente. Jeff se movió hacia atrás un poco más,
casi temblando al ver lo desfigurado que estaba aquel rostro que
siempre intentaba ocultar. Un montón de moscas salieron al
empujar sin querer el cuerpo y Vera las siguió con la mirada
antes de dar la espalda al armario, mirando de soslayo al mismo
una vez más, cuando ya parecía que iba a irse, y no
se movía, allí estaba, inmóvil, mirándolo
a la rendija con aquel ojo enrojecido, fijamente.
Crowberry se sujetó a Jeff con todas sus fuerzas, segura
de que los iba a descubrir. ¡Era un jodido fantasma! No podían
engañarla así.
Estaba empezando a girarse hacia el armario de nuevo, cuando algo
captó su atención.
Un chico y una chica pasaron corriendo por el pasillo, sujetos
de la mano y sin darse cuenta de que aquello de lo que huían
acababa de divisarlos.
Vera se puso en movimiento de nuevo, y aunque parecía estarse
moviendo de la misma manera deliberada, era como si todo alrededor
de ella hubiese acelerado para darle velocidad.
Aún así esperaron unos minutos que a Jeff se le hicieron
interminables, y abrió la puerta del armario de una sola
vez, sacudiéndose el cabello por si tenía alguna mosca
encima y tratando de respirar algo que no hediese, pero era imposible,
todo apestaba a sangre y a muerte.
Notó una arcada y se aguantó para no vomitar allí
mismo, apoyándose en contra la pared con una mano de todas
formas.
—Tenemos que salir del colegio…
—Pero no podemos jugar si nos vamos —le recordó
al chica, sacudiendo la cabeza también —No nos van
a dejar salir.
—No, tienes razón, sólo… —Jeff
estaba pálido y se sentó en la mesa por unos minutos.
—Pensaría que utilizar un ordenador es una buena idea
para modificar el juego, pero no creo que el juego tenga conexión
con el mundo real de ese modo —les dijo Nash.
—No, es una buena idea. Necesitamos encontrar esa aula de
informática en la que trabajaban y se conocieron, además
de poder haber pistas, tal vez…
—Esta no es su escuela, es la escuela que crearon —se
opuso Nash, pensando que perdían el tiempo.
—Al menos podré intentar contactar con Sage, con los
demás. ¿No queréis probar?
—Yo sí quiero, quiero hablar con Ransom —la
chica alzó un brazo, deseando estar con él en realidad
—La crearon ellos, debía tener ventajas. Además,
ellos no querían morir en el juego y nosotros los…
Oh, mierda.
—¿Mierda? —preguntó Jeff, preguntándose
si podía haber algo peor.
—Si los representamos a ellos, se supone que ahora parezca
que me mata. Eso no puede ser agradable —le recordó,
negando con la cabeza —No puedo verla, no puedo… Me
voy a morir de verdad.
—No, no vas a morir —Jeff le sujetó la cara
con suavidad para que lo mirase a los ojos —Ellos nos escogieron
porque pensaron que podíamos terminar con esto, ¿no?
—miró a Nash para que lo apoyase.
—S… Sí, eso parece —contestó incómodo
porque sentía que la estaba consolando y no sabía
si era el apropiado —Pero Jeff tiene razón, yo no estoy
dispuesto a morir, hagamos eso. Seguro que nadie lo ha probado antes.
*****
—No, ella… yo me ocupo de atenderla —Ransom suspiró,
mirando a los enfermeros, que no habían esperado toparse
con aquella “circunstancia”, con la verdadera sexualidad
de la chica. Finalmente habían acordado ponerla en el mismo
cuarto que a los demás, pero con una cortina para darle intimidad
a Ransom mientras se ocupase de atenderla.
—Está bien —se retiraron, dejando la ropa de
hospital sobre la cama cuidadosamente. Ransom cerró la cortina
y empezó a cambiarla, pero hasta eso se sentía terrible,
tener que desvestirla y vestirla.
Seguramente habría odiado esa ropa además.
La chica estaba profundamente dormida, sólo movía
los párpados con rapidez, pero no había respondido
a ninguno de los estímulos del doctor.
Estaba claro que no estaba consciente de las condiciones de su
cuerpo.
Ransom la recostó de nuevo, cubriéndola con las sábanas
y colocándole el cabello, limpiándole el polvo de
una mejilla antes de tomar aire con fuerzas, tratando de recobrar
la serenidad antes de descorrer las cortinas e ir a por un café.
Le hacía falta para concentrarse, no porque pudiese dormirse
en una situación como aquella.
Sage alzó la cabeza, había estado sentado junto a
Jeff, sujetando su mano y mirándolo como si con eso pudiese
lograr que se despertara. Sabía que debía ponerse
a trabajar, pero no le era fácil apartarse de su lado.
—¿Cómo está?
—Parece que está teniendo pesadillas —le contestó,
mirando luego a Umbrae, lo seria de su expresión. Bajó
la vista a Jeff, suspirando —Al menos están juntos
—le susurró al rubio, apretándole el hombro.
—Sí, Jeff es muy galante, no te preocupes por Crowberry
—le aseguró apretándole la mano a Jeff y poniéndose
de pie.
—Voy a revisar el video… Eso —se excusó
Umbrae mirando al suelo. Le habían permitido tener a Joe
allí, gracias a Sage, pero estaba en una habitación
aparte por el momento, aunque él hubiese preferido dejarlo
con Nash.
—Vale, voy a por unos cafés, no tardo nada —les
avisó Ransom, pero Barret ya venía con unas bolsas
de cartón con café para toda la noche, y los saludó,
haciéndolo desistir de su idea
—He tenido que parar a por esto —les avisó,
caminando hacia la sala de los ordenadores, no sin antes echar un
vistazo a los chicos —¿Todos? —preguntó
alarmado y extrañado a la vez.
—Somos los únicos que quedamos despiertos —le
contestó Sage mirándolo a los ojos, y ayudándolo
con las bolsas —Estaban en ese lugar.
—¿En la ciudad? —preguntó.
—En el edificio derruido —le contestó Ransom.
Barret dejó la bolsa que le quedaba en la mano sobre la
mesa, y se sacó la cazadora, mirándolos.
—Supongo que queréis que entre.
—Sería lo mejor, yo quisiera hacerlo, pero temo empeorar
las cosas —le confesó Ransom.
—Yo también, y necesitamos a Umbrae aquí afuera
—le aseguró Sage, mientras sacaba un vaso de café
para él, entregándole otro al chico porque se veía
distraído.
—No sé si podamos accesar a sus sueños…
O si sea posible que se encuentren con Kevin.
—Hay que intentarlo —admitió Barret, pensando
que no tenía tiempo para ese café después de
todo por el momento —Aunque nunca han conseguido entrar en
el sueño de nadie que no fuese Kevin por el suficiente tiempo.
—Habría que probar con uno de ellos —admitió
Ransom.
—Está bien si queréis intentarlo con Nash —les
aseguró Umbrae, ya que veía a los otros dos inseguros
—Es fuerte e inteligente. Seguramente sabe que es un sueño
de todas maneras.
—¿Estás seguro de eso, Umbrae? Quizás
deberíamos intentarlo del modo tradicional primero.
—A Nash no le sucederá nada, eso es definitivo. Como
mucho no podremos entrar en su sueño por mucho tiempo, eso
es todo —les aseguró el doctor que llevaba aquellos
experimentos y acababa de entrar —. Disculpen que les interrumpa.
¿A quién tengo que tener listo entonces?
—A Nash —le contestó Barret, pensando que era
la forma más directa de llegar a ellos.
—Nash —asintió Umbrae mirándolo en la
cama y dudando por un momento, pero luego se dirigió a él,
besándolo en los labios aunque le ardían las mejillas
por tener a todos allí, mirándolo —Vuelve a
mí —le susurró, apartándose y alejándose
un poco, tratando de fingir que no pasaba nada.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte XII
Jeff apenas podía moverse con normalidad, se sentía
como si todo su cuerpo estuviese oxidado mientras caminaban por
los pasillos en busca del aula de informática o cualquier
lugar en donde pudiera haber ordenadores. El único que no
parecía demasiado alterado, era Nash, y para eso… porque
parecía que iba a acuchillar a alguien con aquella navaja
como se le cruzase por delante.
La mano del chico giró otro pomo más, entreabriéndolo
y mirando adentro con suma precaución, asegurándose
primero de que no había nadie más allí.
Eso parecía, al menos a primera vista, y efectivamente,
allí estaban los ordenadores tal y cómo había
sugerido Crowberry, que parecía saber más cosas que
ellos, como si Emily la estuviese ayudando.
—Sí —la chica exclamó en bajito, celebrando,
estaba segura de que podía escucharlos estuvieran en donde
estuvieran —Hay que darse prisa —aceleró, sentándose
frente a uno y encendiéndolo —¿Usamos el código
ese o sólo les enviamos un mensaje? ¿No deberíamos
intentarlo a la vez? Por si alguno lo logra.
—Sí, probemos varios métodos, yo voy a intentar
enviarle un mensaje al móvil a Sage.
—Yo usaré el código entonces —Nash se
sentó en otro de los ordenadores, preguntándose si
podían utilizar unos ordenadores irreales para afectar al
mundo real.
—Y yo trataré de hackear el ordenador de Ransom. Me
sé todos sus trucos —sonrió un poco, sintiéndose
en su elemento. Estaba nerviosa aún así, y su pie
derecho se movía rápido tratando de expulsar algo
de aquella sensación.
El instituto estaba callado de nuevo, pero no sabía cuándo
iba a aparecerse Vera o algún otro chico gritando ensangrentado.
—¿Creéis que Kevin sigue por aquí? —preguntó
Jeff mientras se dedicaba a hacer lo que habían acordado.
—Si sigue por aquí, podemos intentar contactar con
él o alterar el juego, pero antes… esto —le dijo
frunciendo un poco el ceño, porque no lo dejaba concentrarse.
—Debe estar, creo que todos están aquí, incluso…
—la expresión de Crowberry se hizo más grave,
no le gustaba pensar en eso —Incluso los muertos.
—Con esos no quiero contactar —le aseguró Jeff,
concentrándose en lo que hacía ahora sí, enviándole
un mensaje a Sage de la forma más tradicional posible, mediante
un correo electrónico enviado a su teléfono móvil.
En el mismo decía: estamos dentro, Crowberry, Nash y yo.
No sabemos cómo salir, pensamos que tenemos que jugar, pero
ella está aquí, y los está matando a todos.
Creo que mi cuerpo tiene que estar por algún lugar de la
ciudad, o en el coche… espero seguir estando vivo…
—Ya casi estoy allí—murmuró la chica
que ya había encontrado la IP de Ransom. No le era difícil
eso, se la sabía, pero se preguntaba si era la verdadera
o sólo una fantasía.
—Yo ya lo he hecho, no sé qué más podría
hacer salvo esperar… —comentó Jeff porque estaba
demasiado nervioso, y se levantó para ver lo que hacían
ellos.
Nash estaba tecleando muy deprisa, de vez en cuando parándose
a pensar en el código, mientras, extrañamente en vez
de hacer lo que se suponía que debía hacer, estaba
tratando de crear un encuentro por el cual Kevin entrase en esa
sala.
Crowberry seguía intentándolo, esta vez la seguridad
le parecía más difícil, mucho más complicada,
estaba segura de que era culpa de ese mundo.
Pegó un salto súbitamente al escuchar un grito en
el pasillo, y la puerta se abrió de golpe, aunque no había
nadie en el marco.
De pronto todas las pantallas se quedaron en negro, aquel código
reapareciendo y escribiéndose a una velocidad increíble.
—¡¿Qué está pasando?!
—Soy yo, mierda. He sido yo quiero decir —les confesó
Nash, que estaba intentando cambiarlo a la vez y de pronto provocó
que el suelo bajo ellos se transformase por unos instantes en una
malla. La textura del parqué apareció de nuevo, pero
los debía haber descubierto —Mejor será que
nos larguemos, deprisa —les indicó, abriendo la puerta
del fondo que había visto al entrar, y tirando una mesa con
el ordenador sin querer al pasar.
—¿Nash…? —pudo escuchar la voz de Umbrae
por un momento, antes de que el ordenador se apagase del todo, pero
ya estaba cambiando de nuevo el lugar y Crowberry se sujetó
de su brazo, tirando de Jeff también. No quería quedarse
sola.
*****
—¿Qué ha sido eso? —preguntó
Ransom, que se había levantado incluso. Todavía estaban
preparando a Barret, el doctor quería probar a sedarlo para
que no pudiera despertarse tan fácilmente esta vez.
Ahora tenían monitores que pasaban el código, aunque
con problemas, desde la información que trasmitía
Nash, en vez de Kevin, y la pantalla había comenzado a cambiar
a un ritmo vertiginoso como si hubiera un conflicto.
—El código está cambiando, casi no puedo seguirlo,
es como si… Creo que lo están haciendo desde el sueño
—Umbrae sonrió, mirando a Nash por un momento, pero
no quería perderse nada. A lo mejor encontraba una respuesta
en eso.
—Es asombroso —el rubio también lo estaba mirando,
y bajó una mano para tomar su móvil, ya que alguien
le había enviado un mensaje. En realidad no le importaba
mucho en ese momento, lo hizo de manera automática, pero
cuando miró la pantalla, su actitud cambió por completo
—Es… es un mensaje de Jeff.
—¿Jeff?
—¿Qué dice? —Ransom se acercó
a leerlo, sintiéndose aliviado al leer que Crowberry estaba
con él, aunque no tanto al ver que se preocupaban por si
estaban vivos o no. ¿Por qué ella no le había
enviado algún mensaje además?
Miró su móvil como para confirmarse que no se hubiera
perdido algo, pero no había nada de nada. Se sentó
en la silla, preguntándose si habría intentado contactar
con él por el medio normal para ellos, tratando de entrar
en su ordenador —Es cierto, ha estado tratando de entrar en
mi ordenador, es Crowberry, lo sé.
—Vamos a comenzar —les advirtió el doctor desde
el otro cuarto, hablando por el comunicador.
—Estamos listos —le aseguró Sage, esperanzado
por aquel mensaje y colocándose mejor frente a la pantalla
—Un momento —pidió luego, contestando a aquel
mensaje por si acaso: Estás bien, estás vivo, y estás
aquí conmigo. Los tres estáis aquí, durmiendo.
Voy a traerte de vuelta, Jeff.
Barret ya se había quedado dormido, de hecho había
sido tan pocos segundos después de que le pusieran la vía
en el brazo, que casi no le había dado tiempo a sentir el
dolor del pinchazo.
Se suponía que le estaban pasando la información
de Nash y podría entrar en su sueño, pero no estaba
funcionando. El doctor decidió esperar un poco, pero luego
de unos minutos pasó a avisarles.
—Me temo que no es posible. Simplemente está durmiendo,
pero no establece contacto con ellos. No, esperad… —les
pidió, ya que le parecía que por un momento había
reaccionado.
Barret se había movido, pero era porque le había
parecido ver a Kevin delante de una puerta, sólo para luego
percibir la oscuridad más profunda y sumirse en el sueño
profundo de los medicamentos de nuevo.
—No, creo que no es posible, ¿queréis probar
con Kevin de nuevo?
—Será lo mejor, necesitamos entrar de alguna manera
—accedió Sage.
Umbrae había tensado los brazos, preocupado. ¿Por
qué no podía entrar en su sueño? ¿Y
si estaba demasiado dormido ya? No era posible, Kevin llevaba más
tiempo así.
El doctor estaba cambiándolo todo de nuevo, con ayuda de
los enfermeros, y Ransom abrió uno de los vasos de café,
cogiendo el móvil de Sage para leer de nuevo el mensaje.
—Los está matando a todos —leyó en voz
alta —¿a quiénes?
—No lo sé. Si ellos están bien… ¿Podrán
ver a las otras víctimas? —Sage se giró en la
silla, alzando la mirada.
—Es posible, nosotros vimos a Solitaryman en aquella ocasión
—se quedó pensativo, recordando que también
había visto a la ex de su padre, ahora se preguntaba si estaría
bien.
—Listo —les avisó el médico, que no tardó
mucho en observar el cambio en Barret.
Estaba al fondo del pasillo de aquel colegio que había visitado,
y Kevin estaba delante de una puerta, la abrió, pero miraba
adentro como si no le dijese nada.
—¿Kevin? —lo llamó, aunque su desesperanza
le decía que no tenía caso. ¿Por qué
estaba allí? ¿No debería estar con Nash ahora?
—¿Qué está pasando? —el chico
enfocó al mirada por fin sin embargo, y lo miró a
los ojos. Claramente estaba confundido.
—¿Estás solo aquí? —le preguntó,
sin ver por qué intentar razonar con él en otros aspectos.
—Sí, pero no estaba aquí antes —movió
la cabeza —No estaba aquí.
—¿Dónde estabas? —le preguntó
sin acercarse demasiado, mirando atrás al pasillo —¡Nash!
—¿Qué haces? —le preguntó extrañado,
siguiendo su mirada —Estaba afuera, voy afuera, Tengo que
irme.
—¡Espera, Kevin! Tienes que ayudarme a encontrar al
resto —le pidió, acercándose a él entonces.
—No sé de qué hablas, tengo que salir antes
de que vuelva —negó el chico alejándose por
el pasillo.
Barret se tocó la frente, no se consideraba una mala persona,
pero no tenía paciencia para esa clase de cosas. Sentía
que había perdido el norte totalmente y él tenía
que encontrar a los demás. No podía hacer nada por
él y ya ni sabía quién era.
No podía evitar ser un soldado y pensar en el bien mayor
de la operación.
—Yo voy a buscarlos, Kevin, puedes venir conmigo o seguir
solo —le dio como última oportunidad.
—¿No tienes miedo? Vas a morir si te quedas aquí…
—le advirtió. Estaba nervioso, no le gustaba estar
solo, no sabía ni cuánto tiempo llevaba tratando de
irse.
—Soy un soldado, estás en un hospital… —le
repitió de nuevo —Yo no estoy en las mismas circunstancias,
sólo he entrado a ayudaros. Ven —extendió el
brazo, ofreciéndole su mano para ver si era capaz de llevarlo
con él.
Kevin miró su mano por unos momentos y luego al pasillo
tras de él. Finalmente la sujetó, no estaba seguro
de por qué lo hacía ni de por qué confiaba
en él.
—Estoy cansado —murmuró.
—No te puedes dar por vencido —le pidió, apretando
su mano con fuerza, sintiéndose extraño al hacerlo
—Vamos, tenemos que encontrarlos. ¿Qué has estado
haciendo? ¿Estabas escondido?
—Huyendo, tratando de salir, siempre pasa algo —le
explicó —Antes podía llegar a la playa.
—Eso era algo que tú creabas, no existe —le
aseguró, aunque no podía ni comenzar a explicarle
la verdad sin que pareciese todavía más estúpida
y además no iba a creerle.
—Pero yo quiero salir. No quiero morir, traté de matarme,
pero no quiero morir —le aseguró, mirando hacia atrás,
tenso.
—No, no puedes matarte —le contestó tenso también,
aunque intentando que no se le notase —. Si lo haces voy a
tener que buscarme otro secretario.
Miró a los lados, a las puertas, algunas abiertas o no,
estaban manchadas de sangre o incluso tripas. No veía ni
rastro de ellos, y nunca había estado en ese lugar y presenciado
algo tan sangriento —¡Nash!
—No sé a quién buscas, no hay ningún
Nash aquí —le aseguró confuso por sus palabras,
pero ya no comprendía nada de todos modos.
El pasillo se veía oscuro, más de lo que debería
estar, se iba oscureciendo cada vez más.
—Te aseguro que sí, hay un Nash aquí…
—le contestó, revisando con la mirada y cogiendo un
bate del suelo. Estaba ensangrentado, y probablemente alguien había
pensado antes que él, que era una buena arma, sin muchos
resultados —¿Qué es lo que sabes tú,
de este lugar? ¿Sabes quién es Vera?
—Por supuesto que sé quien es Vera. Solíamos
burlarnos de ella… —le contestó bajando la mirada
de nuevo. El silencio también lo ponía nervioso —Nadie
se burla de ella ahora.
—No… —contestó, comprendiendo que estaba
por completo creyéndose otra persona, porque dudaba que hubiera
sido compañero de clase de Claire, mucho menos de esa tal
Vera que no existía —¿Y tus amigos dónde
están? —probó por si pensaba que Nash y los
otros eran distintas personas.
—Muertos… Creo que todos están muertos. Llevo
algún tiempo sin ver a nadie.
—Vamos, tenemos que encontrarlos.
Se acercó a las escaleras, vigilando antes de comenzar a
bajar a toda prisa, observando los regueros de sangre y evitándolos
para no resbalar.
Había visto muchas cosas, pero nada como aquello. Al salir
a la calle se toparon con aquel chico que se había lanzado
desde la ventana, y su cuerpo todavía se estaba moviendo
como si pudiese quedar algo de vida en él.
—Te lo dije, todos están muertos… —le
recordó Kevin, con la misma expresión perdida de antes.
Era difícil sorprenderse cuando llevaba tanto tiempo viendo
cadáveres.
—No, ellos no —le aseguró, pero sólo
porque tenía que mantener la esperanza de que podían
terminar con aquello. Lo acercó a él un poco más,
caminando por la ciudad y llamando a Nash de nuevo.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte XIII
—¿Escuchasteis eso? —Crowberry se detuvo de
pronto, girándose —¿No sonó como….
Nash?
—Yo no he oído nada —le contestó Jeff,
que se esmeraba en mirar su teléfono móvil sin cesar
y sin obtener respuesta por el momento.
—Yo sí lo he escuchado —Nash se acercó
al escaparate de la heladería (por supuesto abandonada) en
donde se habían encerrado, y miró desde allí
hacia la calle casi desierta.
Casi porque aquella manada de perros andaba por ahí, en
algún lugar.
—¡Nash! —llamó de nuevo Barret, mirando
a su alrededor y suspirando —¡¿Jeff?!
—¿Ahora sí lo escuchaste? —preguntó
la chica emocionándose y acercándose al escaparate
también, aunque pegada al borde, le daba miedo asomarse demasiado.
Sin embargo, Barret y Kevin estaban en la calle contigua, el chico
sintiéndose extraño por haber conseguido salir del
instituto. Miraba a Barret con curiosidad ahora y se preguntaba
si sería capaz de sacarlo de esa zona.
Barret le devolvió la mirada, de soslayo sin embargo.
—¿Sabes que eres Kevin? Al menos…
—Si te digo la verdad… ahora mismo no sé quién
soy. No comprendo nada —ladeó la cabeza sin dejar de
mirarlo —Realmente eres un soldado, ¿no?
—Sí… aunque tenga esta pinta, sí —se
rascó el cuello con la otra mano. La verdad es que ir por
ahí sin camisa no era lo que hubiera escogido, pero aún
así llevaba el uniforme por abajo y las placas en el pecho,
además del arma, que siempre quería conservar aunque
no fuera a servirle de nada. Ni siquiera sabía cómo
es que aparecía vestido tal y como estaba, tal vez tenía
poca imaginación.
—Entonces… ¿qué haces aquí? ¿Hay
una guerra? —le preguntó precisamente por su aspecto,
no llevaba el uniforme completo —¿Estoy loco? Pero
si estoy loco, entonces no eres real y lo que me contestes, no tiene
validez. Quizás aún estoy en el instituto.
—Probablemente no estás muy bien, pero no estabas
en el instituto, eras un soldado —le contestó, de nuevo
pensando que no tenía el talento ni la paciencia para esas
cosas —¡Nash! —volvió a llamarlo, sin perder
la esperanza en ese sentido por otro lado.
—¡Nash! —lo llamó el chico también,
suponiendo que no tenía por qué no seguirle la corriente.
Era mejor que estar huyendo de Vera y las cosas parecían
haberse calmado desde que él llegase.
—No me crees, ¿verdad? —le interrumpió
Barret, tirando de su mano para que lo mirase. Aunque no había
sido brusco, más bien firme.
—Ya te dije que no sé qué creer. Solo recuerdo
el instituto, las cosas que dijimos, Vera… —negó
con la cabeza, sintiéndose mareado. ¿Por qué
no podía recordar nada más que eso? No recordaba ni
en dónde vivía.
—No, eres un soldado, y no te gusta. Viste un video y empezaste
a tener pesadillas, esta es otra pesadilla… —le aseguró,
mirándolo a los ojos.
—¿Barret? —preguntó Jeff, ya que había
salido a buscar con los demás, y aunque estaban lejos, tenía
que ser él —¡Barret!
—No es el momento para esto —se interrumpió
él, alzando la mano, aunque sin soltar a Kevin.
—¡Barret! —Crowberry alzó una mano también,
sonriendo. Si estaba allí es que los había ido a ayudar.
Podían decirle lo que sucedía y le avisaría
a Ransom.
Apenas los hubo alcanzado, se lanzó a su cuello abrazándose
a él y riéndose por la alegría.
—Está bien, estáis en la enfermería,
a salvo —le aseguró, sujetándola aunque lo había
sorprendido para ser sincero.
—A salvo… —repitió escéptico Nash.
—Al menos vuestros cuerpos lo están. Os encontraron
sobre un montón de escombros.
—¿Sage? —preguntó Jeff.
—Sí, Sage y los demás —suspiró,
aliviado, al menos ellos parecían estar actuando con normalidad
—¿Alguien puede decirme qué ha pasado?
—Subimos a ese piso, al que no pudimos entrar antes, ¿recuerdas?
Y había un gran agujero en el suelo —le empezó
a explicar la chica, algo entusiasmada de más por recibir
ayuda —Los vimos, a los otros chicos, los que crearon esto.
Murieron allí.
—Creo que… más despacio —le pidió.
—Deberíamos escondernos de nuevo —recomendó
Nash —Creo que los perros… nos encuentran para ella.
Ey, Kevin, ¿estás bien?
—Confundido… ¿Nash? —le preguntó,
ya que no podía ser la chica, y sólo quedaban dos
posibilidades.
—Vamos —sonrió ella, aunque preguntándose
si podría darles detalles del juego por lo menos.
—Sí… Nash —le contestó, comprobando
que estaba bastante más que confundido —Escondámonos
tengo preguntas que hacerle.
—Y tenemos que explicarte bien todo para cuando salgas —le
dijo Jeff.
*****
—Los ha encontrado —sonrió Umbrae observando
aquellas imágenes borrosas que llegaban, y el código
que se iba escribiendo a la vez.
—Quisiera saber lo que tenemos que hacer para traerlos de
vuelta —comentó Sage, ya que estaba convencido de que
no bastaba con despertarlos.
—Para terminar con esto —lo siguió Ransom, doblando
el borde del vasito de cartón inconscientemente, mirando
aquellas imágenes confusas, sólo porque estaba hipnotizado
por la silueta de Crowberry —Sabemos que al menos ese tipo
estaba metido en el asunto. Deberíamos traerlo aquí,
y sacarle la información, a patadas si es necesario —miró
a Sage, seguro de que iba a apoyarlo.
—Tienes razón, puedo pedir un arresto militar, ¿sabes?
—el rubio se giró por completo cruzándose de
brazos , —pero no tenemos ninguna prueba de que haya hecho
algo.
—¿No sería posible traerlo sólo con
la excusa de hacerle unas preguntas? —sugirió Umbrae
—Sabemos que participó en ese juego de todas maneras.
—Y si no, podemos llevarlo a mi casa, a la fuerza —susurró
Ransom —Mi novia está ahí, no me importa si
tengo que hacer… lo que sea.
—No, a mí tampoco. ¿Quieres que vaya contigo?
—le preguntó Sage mirándolo a los ojos.
No estaba seguro de dejar a Umbrae sólo, pero seguramente
no le estaba dando la confianza que merecía.
—Creo que un tío con un arma y uniforme, nos ahorraría
muchos problemas —le contestó, sin apartar la mirada
de sus ojos —, pero no quiero que te juegues tu empleo por
esto, si no estás convencido.
—¿Convencido? —Sage sonrió poniéndose
de pie —Si no supiera que sería una tontería
por mi parte, estaría allí dentro junto con Jeff.
Haremos lo que tengamos que hacer. Estarás bien solo mientras,
¿no?
Umbrae lo miró asintiendo con gravedad, aunque hubiera preferido
tener a Joe a su lado.
—Estaré bien, os avisaré si algo cambia.
—Es… podría tener al perro aquí, ¿no?
Aquí no es que haya pacientes —le pidió Ransom,
notando la mirada del chico —Yo me sentiría más
tranquilo también.
—Está bien, espérame un momento, voy a convencerlos
—exhaló Sage que no estaba a cargo de eso específicamente,
pero suponía que no era un gran problema.
—Gracias, Ransom —Umbrae le sonrió cohibido
en cuanto el rubio hubo salido.
—Está bien, no he mentido además —se
sentó frente a él un momento, mirándolo fijamente
—. Sabes que confío en ti, ¿verdad?
—No dejarías a Crowberry conmigo si no lo hicieras
—asintió, aunque se sentía nervioso a decir
verdad.
—Y porque sé que si algo sucede, tú serás
el más rápido a la hora de reprogramar —le explicó,
tocándole la cabeza antes de levantarse, ya que Sage estaba
entrando con Joe, y el perro quería tomar su lugar preciado
junto a su dueño.
—No lo dejes salir de aquí, es todo… —Sage
sonrió soltándolo, ya sabía que Joe no se movería
del lado de Umbrae de todas maneras.
—Llámanos si sucede algo, ¿vale? —le
pidió Ransom, un poco nervioso por dejar a Crowberry sola
en ese momento, pero tenía que hacer lo mejor y no sabía
de cuánto tiempo disponía.
—Seguro —asintió serio de nuevo y mirando al
ordenador. De todas maneras, Joe podía ayudarlo ahora, se
preguntaba si sentiría algo a través de la pantalla
también.
—Vamos… —Sage se acomodó el arma como
si fuera a necesitarla, y salió de la habitación,
esperando a Ransom.
—Sí, te sigo —le hizo una seña con la
mano al chico, despidiéndose y acompañando a Sage
—¿En tu coche? Todavía tengo la rodilla molida,
literalmente…
—Mi coche, no te preocupes —asintió —Me
pregunto si deberíamos interrogar a Claire también,
no la veo para nada inocente en esto.
—Lo sé, pero… no me siento muy cómodo
presionando a una mujer, la verdad —le confesó, caminando
con incomodidad y deseando llegar al coche, aunque prefería
ni mencionarlo.
Se sacó algo del bolsillo y lo masticó, tragando
con saliva el sabor amargo de los medicamentos —Por una vez
siento que no tengo sueño, desde hace tiempo.
—Sería imposible dormir ahora. Hablaremos con ella
si es necesario, lo haré yo —lo tranquilizó
—Hombre o mujer, si tienen la culpa de esto, los voy a hacer
pagar.
—Sí, no hablar, ese es mi problema, que no me mido
a la hora de presionar. No tengo que recordarte lo que sucedió
con Nash —se metió en el coche, cerrando la puerta
—Sólo porque le pongas un collar al lobo, no se convierte
en perro —murmuró mirando por la ventanilla.
—¿Eres un lobo, eh? —Sage se rio, poniendo el
coche en marcha —No soñaría con ponerte un collar.
Necesitamos esos instintos salvajes.
—Lo era, antes de machacarme la rodilla. Era un cafre…
Ahora no, porque sé que no puedo serlo —sacó
dos cigarros, uno para cada uno —Aún así, antes
de que todo esto se pusiera tan mal, me partía el culo a
entrenar todos los días, para defenderme, no sé de
qué.
—¿De esto? Es importante ser fuerte, yo lo creo. Nos
hubiéramos llevado bien en la época de instituto…
o mal —se rio suponiendo que hubieran peleado. Lo relajaba
un poco el sentir que estaba haciendo algo activo.
—O mal… antes de saber quién le podía
partir la cara a quien. Cuando está todo dicho… —sonrió,
acercándole el cigarro a los labios y luego el mechero, esperando
a que se encendiese — Tengo miedo. ¿Por qué
no estamos nosotros ahí? Llevábamos más tiempo…
—Es ese lugar, le dije a Jeff que no fuera —exhaló
el humo, girando el volante —Gracias… La verdad…
Creo que son más vulnerables además.
No quería decir que fueran débiles, cada cual era
fuerte a su manera, pero sabía cómo se ponía
Jeff de asustado. No le sorprendía que Crowberry fuera igual,
y Nash… No lo comprendía, Nash le parecía alguien
fuerte.
—No lo sé —Ransom se apoyó en el borde
de la puerta con un brazo, llevándose el cigarro a los labios,
pensativo —No creo que Nash sea muy vulnerable, Umbrae me
parece más sensible que él —le dijo de pronto,
pensando en lo mismo que él y alzando una ceja.
—Sí, eso mismo pienso yo. Es extraño, ¿no?
Quizás es porque Nash está más avanzado —exhaló
otra bocanada de humo.
—Tiene que haber algo más —murmuró, pensando
que Sage y él eran los más avanzados allí —Igual
que Kevin, no se muere y no es que me queje, pero admite que es
extraño. Claro que no se puede suicidar realmente, está
atado y controlado, pero… Cuando ese tío se suicidó,
estaba despierto. Tal vez cuando se suicidan en el sueño,
se despiertan, ¿crees que por eso se suiciden? Tal vez cuando
no lo soportan más.
—He estado pensando que ella también está jugando
con nosotros. Me refiero a Kevin. No ha muerto porque le es útil,
para… ¿contactarnos? No tiene mucho sentido —movió
la cabeza, confundido —Solitaryman abrió los ojos,
pero no estoy seguro de que estuviera despierto.
—Tienes razón, a saber en qué estado estaba
—admitió, llevándose el cigarro a los labios
de nuevo, sacudiendo la ceniza por la ventanilla —. Dudo que
nos abra la puerta.
—No importa, podemos echarla abajo —sonrió seguro
de que se estaba dejando llevar demasiado —Jeff es un caballero
en realidad…
—¿En serio? —le preguntó, no sabía
a qué venía eso, sólo imaginaba que necesitaba
hablar de Jeff.
—Es decir… —Sage se movió en su asiento,
claramente incómodo por tener que ser específico —La
protegerá. No tienes que preocuparte por eso.
—Sí, lo sé. Estoy seguro de que ambos lo harán
—le contestó, suspirando —Igual que estoy seguro
de que no se pueden quedar quietos y escondidos. Es decir, ya viste
lo que han conseguido sólo con pasar ahí… ¿qué?
¿Unas horas? Se han puesto en contacto con nosotros.
—Deberíamos tener más fe en ellos entonces,
¿no lo crees? —sonrió un poco, aunque sabía
que Jeff estaba asustado. Odiaba el no poder estar allí con
él.
—Tengo fe en ellos, pero quisiera estar con ella —le
dio una última calada al cigarro y lo tiró por la
ventanilla —Siento que todo se está precipitando.
—Yo también siento lo mismo —contestó
refiriéndose a ambas cosas y apretando el volante como auto
tranquilizándose —Estarán bien.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte XIV
Barret había escuchado todo lo que querían contarle,
deseando no olvidarse de nada una vez hubiese despertado. No recordaba
haberse quedado nunca por tanto tiempo.
—Y por eso te digo que estamos tomando el papel de esos tíos.
Yo estoy tomando el de Pierce y a Kevin debe estarle sucediendo
algo similar, pero lleva tanto tiempo aquí, que realmente
cree que es esa otra persona —le decía Nash, mirando
al chico después.
Kevin le devolvió la mirada, preocupado e inhalando profundamente.
¿Sería cierto eso?
—No recuerdo nada fuera de esta zona.
—Porque no hay nada fuera de esta zona. Es un juego y no
tiene más escenarios diseñados. Yo soy Emily, por
cierto… su papel, en el juego. Seguro que se pusieron otros
nombres ¿no? ¿Nos reconoces, Kevin? —le preguntó
de pronto mirándolo también.
—Siento que os he visto… Sí —asintió
de pronto, extrañado —pero no os llamáis así…
—¿No recuerdas que estabas con Barret? —le preguntó
Jeff, recibiendo una mirada asesina del susodicho, que carraspeó.
—Eso no tiene importancia ahora, ¿tenemos algún
plan o una idea para salir de aquí?
—Terminar el juego, tenemos que llegar al final, pero tiene
varios, así que tenemos que tener cuidado.
—Os reconozco del instituto —le aclaró Kevin
a Nash, recostándose contra la pared.
—Kevin, ¿quieres ver una cosa a ver si la recuerdas?
—le preguntó Nash, poniendo el opening de la demo del
juego, que tenía descargado en su móvil y mostrándoselo.
—¿Quién filmó eso? —le preguntó
sujetándose la cabeza y frunciendo el ceño. Le provocaba
migrañas ese video.
—¿Estás bien? —Crowberry ladeó
la cabeza —Es la promo del juego. No es real.
—Es lo que te trajo aquí —le dijo Nash, mirándolo
a los ojos.
Jeff tenía el ceño fruncido por los nervios, no quería
acabar de esa manera y se levantó de la silla en la heladería,
donde se habían metido de nuevo.
—Hagamos algo, lo que sea.
—¿Y qué se supone que hagamos? No sabemos cómo
seguía el juego, ni cómo vencerla —Crowberry
se levantó también, girándose para mirarlo.
—Será mejor que no nos precipitemos. Estoy seguro
que desde afuera están intentando ayudaros —le aseguró
Barret, pidiéndoles con un gesto que se sentasen —.
Lo mejor es permanecer escondidos sin correr peligro.
—No… no creo que sea suficiente —se quejó
Jeff —Creo que tenemos que hacer algo así, nosotros.
Tenemos que averiguar qué querían hacer esos tres
y… hacerlo. Terminar el juego como les hubiese gustado, llegar
a un acuerdo…. Algo.
—Ella se mató, ¿verdad? En el juego. ¿Se
mató en el instituto? —le preguntó Crowberry
a Kevin, esperando.
El chico asintió, alzando la cabeza, nervioso aún.
No estaba seguro de qué planeaban, pero no creía que
pudiesen vencerla.
—Se lanzó desde la azotea. Durante un simulacro de
incendio… Todos la vimos caer.
—Y lo hizo porque os metíais con ella —recalcó
Nash, pensativo.
—No, es igual, lo que importa es cómo querían
ellos que terminase la historia —insistió Jeff.
—Pero a veces el final depende del principio, Jeff. Ella
quería que todos lo supieran, incluso los que no estaban
involucrados, o pensaba que todos tenían la culpa.
—De todos modos eran estúpidos, quieren vengarse de
ella y la convierten en una mártir, luego en una sicópata
y luego… la palman y se quedan jodidos por culpa de su propia
mierda —Nash se puso a rascar la mesa con la navaja, pensativo.
—Sí, cabréalos por favor… —murmuró
Jeff con ironía.
—¿Qué? Ellos nos eligieron, ¿no? Querían
ser como nosotros. Pues yo soy así.
—No murieron a propósito, fue un accidente —le
recordó la chica, exhalando —Pero… ellos sólo
querían darle una lección. No morirían en su
propio juego, más bien querían ser héroes.
Los únicos que pueden acabar con esto y… ¿salvarla?
—¿Salvarla? ¿Crees que querían salvarla?
—preguntó Nash —Vaya mierda de juego, hay que
matarla —le dio con el puño a la mesa, revolviéndose
el cabello luego y levantándose, paseándose por la
sala.
Barret los estaba observando a todos sin decir nada ahora.
—Creo que querían salvarla porque todos estaban un
poco encaprichados con ella. Emily quería ser como ella,
a George le gustaba… Bueno, quizás a los demás
no, pero si matas a la bulilleada, ¿qué mensaje envías
precisamente? ¿Qué ganan los bullies?
—Ella tiene razón, merecemos morir —Kevin negó
con la cabeza, recogiendo las piernas y temblando ligeramente.
—No vas a morir —le aseguró Barret, acariciándole
la espalda sin poder evitarlo, aunque se sentía invasivo,
porque él no lo recordaba y no quería parecerle un
tarado. Claro que no era lo mismo estar con él unos minutos
a tanto rato.
El chico se apoyó en él de todas maneras, instintivamente,
se sentía cansado y derrotado, y todas esas explicaciones
lo mareaban más que ayudarlo.
—Pues puede que ese sea el problema. Pierce la odiaba, la
odiaba porque Emily quería ser como ella, incluso quería
estar con el tío al que le gustaba ella, en vez de con él
—le contestó Nash, que estaba bastante alterado.
—Entonces, dos la querían viva, y uno muerta —contó
Crowberry —Ahora lo entiendo, quizás por eso Pierce
quería que fuese Emily quien “fingiera” morir.
Así podía matar a Vera y salvarla a ella, ¿no?
—Sí, es probable, y a mí no me miréis,
Albert sólo pensaba que eran todos medio idiotas y no le
dejaban acabar el juego de una vez —le advirtió alzando
una ceja.
—Pero te escogió a ti por algún motivo. Creo
que me escogió a mí porque tengo los cojones para
hacer lo que él no pudo —le avisó Nash, resoplando.
—Creo que me escogió a mí porque soy guapo
y popular, y digo lo que pienso —le contestó Jeff —.
Lo siento, no es muy profundo, pero las cosas no siempre son complicadas
—casi se rio —Y en esa línea… Estás
un poco nervioso, ¿no?
—A mí también me lo parece —confesó
Crowberry mirándolo —¿Qué es lo que vas
a hacer?
—Matarla —les repitió.
—Está muerta, por si no te das cuenta, además
de que no es real —Jeff suspiró, acercándose
un poco a él, aunque no le gustaba cómo lo miraba
a los ojos tan fijamente.
—Debe haber alguna manera, podemos inventárnosla,
¿no? Es un puto juego, no tienen lógica.
—Seguramente hay una manera concreta de hacerlo, estamos
tratando de satisfacer a esos fantasmas no a nosotros mismos, ¿no?
—decidió interrumpirlos Barret —Si diseñaron
varios finales, hay que encontrar el correcto. Y los demás
tenían un USB con varios finales, pero no eran capaces de
ver uno de ellos. Les salía la imagen de la chica, tal vez
precisamente estaba intentando que no lo viesen porque suponía
un peligro para ella.
—Entonces hay que averiguar qué final es ese —gruñó
Nash, eso tenía demasiado sentido.
—Sí, es lo que intentamos hacer —le aclaró
la chica —¿Seguro que existe? En la libreta decía
que aun les faltaba el gran final. Quizás lo estaban desarrollando
ese día.
—No lo sé, sólo lo que me contaron ellos —les
contestó Barret, encogiéndose de hombros y echándose
un poco hacia atrás contra la silla.
—Kevin, ¿te has dormido aquí dentro alguna
vez? —le preguntó Jeff de pronto.
—No, no puedo dormir, me mataría. Tengo que seguir
huyendo —le contestó tensándose de pronto —Nos
va a encontrar…
—Si nos encuentra, tenemos que plantarle cara —Nash
apretó el puño.
—Nash… el plan es seguir el final que querían
ellos —le recordó Jeff, suspirando y mirando a Crowberry.
—Sí… ya lo sé —casi se quejó.
—No sé cuándo me voy a despertar, ¿podéis
haceros cargo de Kevin? —les preguntó Barret, mirando
a Jeff que parecía estar quemando su móvil con la
mirada, luego miró a Nash y este asintió —En
cuanto me despierte, les comentaré lo del final, ¿ok?
No hagáis nada, yo regresaré en cuanto sea posible…
—Y dile a Sage —lo interrumpió Jeff, aquella
frase terminaba en: dile que lo necesito, pero no podía decir
eso porque se transformaría en Sage entrando a buscarlo —dile
que estoy bien.
—Claro… —le contestó Barret, incómodo
porque había notado ese silencio y sabía que estaba
mintiendo, se veía muy asustado, en realidad los tres se
veían muy asustados, cada uno a su manera. Y Kevin, Kevin
era otro asunto.
Le apartó un poco el pelo de delante de los ojos, mirándolo
—¿Podemos hablar a solas un momento?
Kevin asintió, mirando a los otros de soslayo por un momento.
No se sentía tan seguro con ellos.
Barret se levantó, señalando hacia la cocina y llevándoselo
con una mano tras la espalda hacia allí. Se esperó
un momento, mirándolo a los ojos después.
—¿Te quedarás con ellos?
—¿Realmente tienes que irte? —le devolvió
sosteniendo su mirada.
—Estoy en un sueño inducido con medicamentos. Cuando
el efecto de la droga pase o el doctor considere necesario, me despertaré
y desapareceré —le explicó, manteniendo su mirada
también —. Eso no quiere decir que no vaya a regresar.
—Quisiera poder despertar también —sonrió
un poco, exhalando y bajando la cabeza —Es como si fueras
algún tipo de mago.
—No te preocupes, te ayudaré a despertar, y cuando
lo haga… Espero poder ayudarte a comprender lo que ha sucedido
—le apoyó la mano en la cabeza, acercándolo
a él y suspirando.
Kevin colocó la frente contra su pecho, abrazándose
a él finalmente. No estaba seguro de por qué lo sentía
tan familiar, pero lo tranquilizaba.
—Kevin, ahí afuera tienes una vida, no hagas ninguna
locura —le tocó el cabello, suspirando —. Si
es posible, cree en mí. Yo estaba enamorándome de
ti, si te sirve de ayuda para querer soportarlo un poco más.
—No tienes que mentirme… —dejó escapar
una breve risa incrédula, alzando la mirada y notando que
estaba serio —Esperaré, está bien.
—Bien —le contestó más serio aún
porque pensase que era una broma. Claro que pensaba que era un estudiante,
debía parecerle su padre. Le sujetó la cara y lo besó
de todas formas porque realmente le hacía falta sentir que
Kevin no estaba en un coma sin reversa y aquello era un delirio
—Lo siento —se disculpó acto seguido, saliendo
delante de él para volver con los demás.
El chico se apresuró en seguirlo, aunque estaba rojo ahora
y más confundido aún. Si lo había besado era
que no se había molestado, pero entonces, ¿para qué
le salía huyendo así?
Crowberry estaba revisando las neveras ilógicamente y le
dio una patada a una, con el ceño fruncido.
—Si esto es un sueño, por lo menos debería
haber helado. Necesito uno…
—Yo tengo uno aquí —Jeff se señaló
entre las piernas —Literalmente, porque menos cachondo no
puedo estar —se llevó el cigarro a los labios, ofreciéndoselo
—¿Quieres? Odio que las mujeres fumen.
—Pues no fumo, así que me debes amar —sonrió,
acercándose y dándole una palmadita en la entrepierna.
—Ow… ha vuelto a la vida —se rio, sujetándola
para sentarla en sus piernas.
Nash estaba sentado en una de las mesas del fondo, separado de
los demás y tratando de pensar en por qué no los había
encontrado aún. ¿Tal vez todas las escenas de terror
ocurrían en el colegio o en las casas de los chicos?
Pero los aullidos de aquellos perros respondieron a su pregunta,
se estaban acercando, y Kevin se tensó por completo, acercándose
a Barret instintivamente.
Crowberry se lanzó al suelo prácticamente tirando
de Jeff para que hiciese lo mismo, y susurrando.
—Nash… apártate de la ventana.
Él no se apartó, se pegó más a la pared,
observándolos desde adentro y frunciendo el ceño.
—¡Al suelo, Nash! —le riñó Barret,
que había sujetado a Kevin y se había puesto tras
la pared.
El chico se echó al suelo como si le hubieran lanzado una
bomba, esperando de aquella manera. Pero dudaba que necesitasen
verlos, seguramente los estaban oliendo e iban a entrar.
—Tenemos que pensar, en qué haríamos si esto
fuera un juego. No podemos seguir con el chip de que somos irreales
aquí y no podemos hacerles nada —susurró Jeff
a Crowberry.
—Sí se puede, ese perro, el dorado, está así
porque yo lo dejé así —susurró Nash,
gateando hacia ellos —Eso quiere decir que podemos afectar
al entorno del juego de forma permanente.
—¿Tú hiciste eso? —Kevin lo miró,
impresionado, aunque seguía preguntándose cómo
era posible eso.
—Pero no podemos pelear contra todos ellos, además
de que… No puedo —se quejó Crowberry que no se
atrevía ni a alzar la mirada porque si ella no los veía,
a lo mejor no la veían a ella —No tenemos ni armas,
ni nada, sólo neveras.
—Yo tengo una navaja —susurró Nash.
—Yo tengo un arma, y nadie va a hacer nada —susurró
Barret, moviendo la mano —Todos quietos, es una orden así
que, quietos —los señaló.
Pero se escucharon unos rascados en la puerta de la entrada, y
los perros comenzaron a olfatear. Uno de ellos se puso a cuatro
patas, negro, transformándose poco a poco en aquella chica,
que se asomó por el borde del escaparate, mirando adentro
con uno de sus ojos, en busca de ellos.
—Atrás —susurró Barret —entrad
en la cocina y buscad una puerta trasera. Tú, ve con ellos,
Kevin.
—Tú también, no puedes con ella —le aseguró,
tirando de su brazo.
—Pero Barret puede despertar, nosotros no —le recordó
Crowberry, llevándoselo con ella y rogando porque sus palabras
fueran ciertas.
Los vidrios de la ventana saltaron hacia adentro, justo cuando
la puerta de la cocina se cerraba.
Barret se cubrió la cara con el brazo, ya había sacado
el arma y cuando los perros saltaron adentro, les disparó.
Tal vez Nash había podido afectarles porque formaba parte
del juego, pero él no. Abrió fuego contra la chica,
disparándole a la cabeza. Sabía que le había
dado, pero la bala no tuvo ningún efecto.
Cayó hacia atrás cuando los perros saltaron sobre
él y se aguantó un grito de dolor para que no volviesen
y darles tiempo a huir.
*****
El doctor que estaba controlando sus pulsaciones, alarmado también
por los ladridos del perro desde el cuarto de al lado, lo inyectó
para que despertase. La mano de Barret fue hacia su arma y empujó
al doctor de un manotazo contra la pared.
Estaba jadeando y ni siquiera pudo disculparse ante el atónito
médico.
—Tengo que hablar con ellos —se levantó a duras
penas, tambaleándose.
Umbrae estaba escribiendo deprisa, tratando de cambiarles el escenario
o algo por lo menos.
Aquella imagen borrosa había desaparecido y sabía
que Barret debía haberse despertado o por lo menos esperaba
que ese fuese el caso, pero quizás todavía podía
hacer algo con el código.
Se giró sobresaltado cuando la puerta se abrió y
sujetó a Joe porque estaba demasiado alterado.
—Barret…
—Rápido, una puerta, debe haber una puerta trasera
en la cocina de la heladería, una salida secreta, algo —le
dijo en tono urgente y colocándose la camisa que había
llevado colgando de la mano, antes de apoyarse tras su silla para
ver el monitor.
—Una puerta, sí… —se giró de nuevo,
escribiendo aprisa. La verdad cada vez se le hacía más
fácil comprender ese código. Incluso estaba jadeando
de los nervios. Odiaba no poder ver lo que estaba sucediendo con
Nash en esos momentos.
Barret se sentó porque no podía ayudarlo con eso,
y apoyó la mano en su propia frente, cerrando los ojos porque
estaba mareado. Quería preguntarle dónde estaban los
demás, pero no era el momento de interrumpirlo.
*****
Sage llamó a la puerta de aquel piso, le costaba trabajo
mantener una expresión profesional, porque lo que quería
era tirar esa puerta abajo, lanzarlo en el coche y conectarlo a
las máquinas.
Cada minuto que pasaba, era otro minuto que Jeff estaba dormido,
y se sentía culpable por haberlo enviado en esa misión.
—¿Quién es? —se escucharon unos pasos
y luego el silencio absoluto, probablemente mientras por la mirilla,
observaba a aquel soldado, que no podía ser buenas noticias.
—Soy el sargento Sage Spence, tenemos algunas preguntas para
usted. ¿Podría abrirnos la puerta, por favor? —miró
directamente a la mirilla porque estaba seguro de que los observaba
—Es un asunto importante.
—Claro —pulsó los botones lentamente, abriéndoles
la puerta y cerrándose la bata mejor, mirando luego el aspecto
del hombre que acompañaba al susodicho sargento, sin dejarlos
pasar —¿Sucede algo?
Ransom tuvo que morderse la lengua para no intervenir.
—Estamos llevando a cabo una investigación clasificada,
y durante la misma… Creemos que algo que usted y sus amigos
crearon durante su época de instituto puede tener que ver
—Sage se estaba controlando con un esfuerzo tremendo, sentía
que no tenían tiempo para tanta amabilidad, pero quería
convencerlo de cooperar primero —Quizás sería
mejor si viene con nosotros.
—¿Me están acusando de algo? Porque si no es
así, seguro que existen momentos más adecuados que
las tantas de de la noche para sacar a una persona de su casa a
hablar sobre su adolescencia.
Ransom lo sujetó por la bata visto y no visto, metiéndose
con él dentro de la casa de un empujón y empotrándole
la espalda contra la pared.
—Tienes razón, es mejor no salir de la casa. A mí
me sirve.
Sage cerró la puerta, trancándola desde adentro y
exhalando.
—Queríamos hacer esto por las buenas. Lamento despertarte
de tu maravilloso sueño, pero hay otros que no lo están
pasando tan bien y no tenemos tiempo. Ahora… ¿sabes
de qué vamos a hablar, no?
—No tengo ni idea, ¿qué demonios está
sucediendo aquí? —preguntó de forma que a Ransom
le pareció perfectamente confuso, pero le importaba una mierda.
—Cuando estabas en el instituto, programaste un juego con
tus amigos. Todos están muertos… y tú no, ¿por
qué? —le preguntó Ransom, apretando más
la mano cuando intentó moverse.
—¿Qué sucede? George… ¿Quiénes
son ustedes? —Claire los estaba mirando con incredulidad y
a la vez extremadamente roja.
Sage se le quedó mirando a ella, sorprendido y cruzándose
de brazos.
—Vaya… Se nos ha ahorrado un viaje. ¿No dijiste
que no te mantenías en contacto con los del instituto? Ni
siquiera erais amigos, ¿no es así?
—¿Qué es esto? ¿Quiénes sois?
No sé de qué habláis, pero voy a llamar a la
policía.
—Soy militar y es una investigación clasificada. Jeff
estaba trabajando para mí —le mintió a medias,
señalándole el sofá —Siéntate.
Ella se sentó, casi dejándose caer y rozándose
la frente con una mano.
—¿Y qué es esto? Ni siquiera es legal —George
empujó a Ransom para apartarlo de él, pero el moreno
lo sujetó con más fuerza, empotrándolo más
y sujetándole el cuello.
—Estoy seguro de que uno de los dos, o ambos estáis
al corriente de las muertes que han estado ocurriendo, relacionadas
mayormente con neets, ¿verdad? —les preguntó
Ransom.
—Todo el mundo sabe eso —protestó ella.
—¡Vosotros sabéis algo más! —él
la miró un momento, de soslayo —Lo sabemos todo, tenemos
vuestros archivos, notas, tenemos de todo para empapelaros por el
tema de las muertes de esos chicos —miró al moreno
de nuevo, a los ojos, esperando a que dijera algo.
Sage estaba estudiando a Claire, ya que apenas Ransom dijera eso,
había mirado a George como acusándolo.
—Hasta donde sé sólo están desaparecidos,
¿no es así? —la chica lo miró a los ojos,
como retándolo.
—¿No acabas de escuchar que lo tenemos todo? Están
muertos, vosotros dos lo sabéis, pero nunca le dijisteis
nada a la policía. Sospechoso, ¿no?
—Sólo porque tengáis pruebas de la creación
de un juego…
—¡Por favor! —Sage se alteró por fin,
apoyándose en la mesita que tenían enfrente —¡Todos
sabemos la verdad! Y nadie se va de aquí a menos que nos
digáis todo lo que sabéis. ¡¿ No han
muerto?! ¡¿Y qué hay de los miles que sí?!
¿Eh? ¡¿Queréis añadir más
todavía?!
—¡No sabemos cómo detenerlo! —confesó
al fin él, viendo que iban a ponerse violentos con ella.
—¡George! —le riñó, tratando de
detenerlo.
—No hemos matado a nadie. Sólo les cerré la
puerta, quería darles un susto y que dejasen el juego de
una vez. Y no sé por qué está sucediendo todo
esto.
Ransom lo empujó contra la pared mejor para que no se moviera,
no le creía, no se hubiera creído ni a una monja en
ese momento.
—¡Es la verdad! No lo sé.
—¡Ransom! Nos está diciendo la verdad —lo
detuvo Sage, sentándose en uno de los sillones y exhalando
—¿Por qué querías que detuvieran el juego?
—¿No lo adivinas? —le preguntó ella,
tratando de componerse y mirándolos a ambos, pero la mirada
que le dedicó el rubio la hizo callarse de nuevo.
—Ambos nos vais a decir todo lo que sabéis. Todo.
—Siéntate con ella —Ransom lo soltó con
aquella condición, no se fiaba de lo que esos dos pudieran
hacer e igualmente le pegó un empujón por mirarlo
de más.
—Lo que dije era cierto, no éramos amigos —comenzó
Claire, moviendo una mano como dándose por vencida y dejándose
caer contra el respaldo del sofá —Para ser honesta,
me parecían unos creepys. Había uno que siempre me
estaba mirando, me tomaba fotos, y Emily también… siempre
siguiéndome a todos lados.
Sage tenía las manos tensas y entrelazó los dedos
para no demostrarlo demasiado, vigilándolos de todas maneras
por si acaso.
—Eso fue después —casi gruñó George,
que también parecía tener algo que decir —La
verdad es que éramos lo que podría decirse…
la última mierda en ese instituto. Nos conocimos en el club
de informática. Albert estaba haciendo un dibujo de Claire,
yo le pregunté… Emily era mi vecina.
—Todos la odiabais, de una manera u otra —le dijo Ransom.
—Más o menos —lo corrigió él al
ver la cara con la que ella lo estaba mirando —Menos Pierce,
todos habíamos tratado de acercarnos a ella por diferentes
motivos, pero… era la chica popular, nos trataba como la mierda.
—No era tan terrible, por favor —se quejó ella,
mirándolo y sentándose recta de nuevo —Está
bien, era un poco caprichosa, pero son cosas de adolescente, ¿no?
—Ninguno de nosotros estaba en el comité de la popularidad
—le aseguró Sage, apoyándose en los puños,
dejándole saber que se dejara de eso y siguiera con la historia.
—Tampoco estoy orgullosa… —exhaló ella,
mirando a George entonces.
—No importa, el caso es que en ese momento nos afectaba,
a esa edad… —él le devolvió la mirada,
echándose hacia atrás en el asiento y sujetándole
la mano —Y comenzamos a hacer ese juego… para vengarnos.
Ella era la pardilla, y se suicidaba porque no podía soportarlo,
todos sabíamos lo que era eso… La idea fue de Emily,
estoy seguro de que lo había pensado más de una vez
antes de… empezar a llevarnos bien todos.
Y ella tiene razón, entonces comenzaron las fotografías,
los cuchicheos y… sentí que era demasiado, y se lo
dije. Los demás no lo sabían.
—Y decidiste vengarte —Sage dejó la frase en
el aire como una pregunta, no les quitaba la mirada de encima, Ransom
tampoco.
—No era una venganza —le contestó ella —Estaba…
harta. Me sentía perseguida, no tenía privacidad ni
tranquilidad. Claro que estaba molesta. Así que le pedí
a George que los detuviera. Sólo quería asustarlos
un poco.
—¿Y tú le obedeciste como un buen perrito?
¿No te sentías tan frustrado?
Él suspiró, frunciendo el ceño.
—Me estaba prestando atención.
—Así que, te excediste, ¿no? Hiciste todo lo
posible para lucirte… incluso si eso significaba traicionar
a tus amigos. ¿Te dejó que le lamieras los zapatos?
George lo estaba mirando como si quisiera sacarle los ojos.
—Es cierto, ¿no? Todavía eres su perrito, todavía
no has superado esa etapa… Tu novia queda con Jeff, y tú…
¿la esperas en casita?
Él se echó sobre Ransom, y Sage saltó del
sillón tumbándolo al suelo y sujetándole el
brazo por detrás de la espalda rápidamente, quedándose
encima de él.
—¡No! Sólo intentaba averiguar lo que sabía
Jeff —les aseguró ella, aunque el rubio no se fiaba
mucho de sus explicaciones —Estaba husmeando en nuestro pasado
y sé que no llamó a ninguna de mis amigas de esa época.
—Como sea, parece que tu perrito no es tan fácil de
controlar como parece, ¿no? —Ransom estaba mirando
a Sage, y la miró a ella de nuevo —Parece bastante
capaz de hacer algo malo… por ti. Así que sabíais
dónde estaban los cadáveres, pero no hicisteis nada.
—Se iban a preguntar cómo es que sabíamos.
No queríamos involucrarnos en eso y además, no fue
nuestra culpa. Hubo un temblor y ese edificio estaba mal construido.
¿O creéis que lo tumbamos nosotros? —le preguntó
ella, cruzándose de brazos —No hemos hecho nada en
realidad.
—¿No? ¿Qué tal el saber que la gente
estaba muriendo por culpa de ese juego y no decirle nada a nadie?
¿Y qué sucede con las familias de esos chicos? No
tienen idea de lo que sucedió —le recordó Sage
sin quitarse de encima de George. Estaba tratando de pensar en cómo
los ayudaba aquello.
—Encontramos un USB, en el mismo había varios finales,
pero sólo pudimos ver dos —comenzó Ransom.
—El USB… —George se movió ligeramente
—sabía que tenía que haber uno.
—No sabes lo que contenía…
—No —él intentó mirar a Ransom.
—Sería mejor llevarlo con nosotros.
—¿Para qué? Acaba de deciros que no sabe lo
que contenía —Claire se levantó enseguida —Sería
inútil además de ilegal.
—Te dije que es una investigación clasificada de los
militares. No es ilegal interrogarlo si creemos que tiene información
—Sage se levantó, aunque sin soltar del todo a George
—A lo mejor a él sí le permita ver el final.
—¿De qué estáis hablando? ¿Sabéis
cómo la gente comienza a tener esas pesadillas?
—Viendo el tráiler del juego —le contestó
Ransom.
—Pero yo he visto el tráiler…
—Yo también, George me lo mostró —Claire
los miró confundida.
—¿Y no habéis tenido las pesadillas?
—No… sólo es un tráiler, normal y corriente
—él se giró un poco, tratando de mirar a Sage
—Aún lo tengo, puedo mostrároslo.
—Sí, no creo que nos haga daño —Sage
asintió, mirando a Ransom de soslayo, podía ser una
trampa, pero no lo creía, y además, ya estaba lo suficientemente
jodido.
—Si me sueltas… —George se sacudió sin
mucho éxito, resoplando.
—Suéltalo, no creo que haga el idiota… —le
dijo Ransom, aunque en realidad era una amenaza velada.
—No, no lo creo —Sage lo soltó por fin, recordándole
—Porque sería algo tonto volver a atacar a un militar…
—Ya lo he pillado —murmuró George, caminando
hacia el despacho y abriendo su portátil para buscar aquellas
cosas que tenía casi enterradas en su disco duro.
Ella los siguió porque Ransom le hizo un gesto con la cabeza,
de todas formas no quería perderla de vista.
Puso a reproducir el video, pero el mismo era diferente, no era
tan violento, y no aparecían las mismas personas siquiera.
—No, hay otro… —Ransom se apoyó en el
respaldo.
—No hay otro, este fue el único… ¿No
es así, George? —preguntó ella.
—No, créeme que hay otro. Hasta había una página
web, con un demo —le aseguró Sage.
—Pero… no tuvieron tiempo de subirlo…
Ransom movió la mano por su ordenador, buscando su email
y enviándole el video desde su teléfono móvil.
—Espera… si lo vemos —trató de girarse.
—Lo vais a ver, así me aseguraré de que tengo
vuestra colaboración —Ransom le dio al play, apretándole
los hombros para que no dejase de mirar.
Sage estaba encargándose de otro tanto con Claire, incluso
si la sentía temblar. Estaba pensando en Jeff en ese momento,
no lo iba a dejar morir por unas luchitas de adolescentes.
Capítulo 16
Tread softly
Domingo 5 de Febrero.
Parte XV
—Entra ahí —Nash empujó con prisas a
Kevin después de que Crowberry entrase con Jeff. Se estaban
colando en el bajo de una tienda de alimentos, y cerraron la puertecilla
de madera sobre sus cabezas.
—Esto no me gusta, está oscuro y es hediondo y no
tiene salidas —Jeff se estaba poniendo muy nervioso, y sujetaba
a Crowberry casi como si fuese un peluche que fuera a protegerlo.
—Sh —le pidió Nash, encendiendo la linterna
y alumbrando las estanterías con alimentos —Necesitamos
un plan, no correr de un lado para otro. Vosotros también
lo visteis, esa puerta no estaba ahí. ¿De repente
aparece? Barret debe estarnos buscando ayuda ya.
—Sí, pero dijo que no hiciéramos nada —le
recordó la chica que se estaba recogiendo todo lo que podía,
sujeta a Jeff.
—La única opción es seguir huyendo… —Kevin
seguía mirando hacia atrás, seguro de que los veía.
—O quedarnos aquí hasta que sepamos cómo salir.
Umbrae encontrará la manera, lo hará. Si no hay puerta
para huir, hará una, no importa, sólo… tenemos
que seguir intentando contactar con ellos. Necesitamos llegar a
algún lugar donde haya ordenadores, pero no en el colegio.
¿Kevin? Seguro que tú sabes algo.
—¿Por qué sabes que fue él, y si el
juego es así? —le preguntó Jeff.
—¡Fue él! Era la puerta de su cuarto…
—intentó calmarse acto seguido, moviendo un poco una
mano.
—Hay… Hay una tienda de ordenadores dos calles a la
derecha… —le contestó Kevin, que no tenía
idea de quién era Umbrae tampoco y no los comprendía
muy bien de todas maneras.
—Pues tenemos que ir allí, ¿veis? Ahora…
sí es el momento de corretear por la calles si eso queréis.
—No he dicho que quiera corretear por las calles, pero tampoco
encerrarme en un agujero sin salida —le recordó Jeff.
—Como sea —Nash subió las escaleras de la trampilla,
alzándola un poco. El grito de Crowberry le hizo cerrarla
de un solo golpe y sujetarse a ella para mantenerla cerrada. Él
también la había visto, ahí mismo, debía
estar acostada en el suelo porque su rostro había aparecido
de medio lado por la rendija.
—Lo sabía, nos ve, siempre nos ve… —Kevin
retrocedió tanto como podía, deseando echar a correr.
—Sh… sh… —Crowberry tampoco estaba muy
bien, y se le notaba, pero estaba intentando pensar —No tenemos
salida, por dios…
—Tampoco puede entrar —les recordó Nash, pero
se escucharon algunos botes caer al suelo, y Jeff miró hacia
atrás.
—¿Has sido tú, Kevin?
—No, no me he movido. Puede entrar, puede transformase, transformarlo
todo… —le recordó, pero lo que se estaba formando
detrás de ellos, no era ninguna criatura, sino una especie
de túnel.
—Es un agujero… —susurró Jeff —,
pero tal vez ella lo ha hecho.
—¡Claro que no! Salid ya —Nash movió una
pierna para darle en el culo con ella —Es Umbrae…
—¿Y tú?
—Aguantaré esto un poco más, ¡vamos,
joder!
—Vamos, Kevin —le dijo Jeff, ya que a Crowberry la
llevaba de la mano.
—¿Cómo está pasando esto? —preguntó
él, pero Crowberry lo detuvo enseguida.
—Ahora no importa el cómo, sino que está pasando.
Nash… —lo llamó preocupada mientras salían.
El túnel era algo largo, pero daba a un callejón
y allí no parecía haber nadie.
Nash echó a correr por el mismo tras ellos, soltando la
trampilla.
—¡Ya voy! —le gritó para que no fuesen
a volver atrás, saliendo al callejón con ellos. Pero
el mismo se cerró inmediatamente en todos los sentidos, y
el túnel fue lo único que existía como entrada,
o salida.
—Mierda… —Jeff miró hacia el agujero,
y a las manos pálidas que se asomaban por el mismo.
Nash se puso por delante de ellos, abriendo la navaja y pensando
que iba a ser el momento de averiguar si podían o no hacerle
daño, pero le daba la impresión de que aquel era un
final, de los malos.
—¡Nash! —le gritó Crowberry asustada.
Claro que todo era estúpido, estaban ahí atrapados
y no había manera de escapar.
Kevin parecía que se fuera a subir por las paredes, pero
finalmente se sentó en el suelo, murmurando.
—Lo siento… Sólo me dejaba llevar…
Ahora podían ver la parte superior de su cabeza, se estaba
impulsando para ir a por ellos.
*****
Sage y Ransom caminaban detrás de George y Claire, claro
que sabían que ya no escaparían. Sage le había
avisado a Barret que los llevaba detenidos y él se había
encargado de dar todas las indicaciones y los permisos necesarios.
Ahora los iban a dejar custodiados unos minutos porque necesitaban
asegurarse de la situación primero.
Unos soldados los llevaron con ellos tras saludar a Sage, y George
los miró un momento. Había comprendido que no estaban
echándose un farol, o más bien había sido capaz
de asimilarlo, al detenerse delante del cuartel.
Ransom caminaba al lado de Sage, deseando ir a ver a Crowberry
en realidad, comprobar que seguía bien. Abrió la puerta
de la sala de los ordenadores primero para preguntarle a Umbrae,
y se lo encontró absolutamente concentrado, tecleando sin
parar y con el sudor haciendo que le brillase ligeramente el cuello.
No se sintió capaz de interrumpirlo, algo estaba sucediendo.
Sólo Joe alzó la cabeza, emitiendo un quejido y parándose
nervioso.
Sage también se había quedado quieto observándolo,
y salió de pronto, dirigiéndose a la habitación
en donde se encontraba Jeff. Estaba moviendo los párpados
con rapidez y se veía completamente tenso.
La señal en el monitor cardíaco estaba saltando de
manera intensa. Y Jeff no era el único en esa situación.
—¿Has hablado con Umbrae? —le preguntó
Barret, que estaba apoyado contra la pared con los brazos cruzados,
de tal forma que había pasado desapercibido para el rubio.
—Está demasiado concentrado. Ni siquiera sé
si puedo ayudarlo o sólo complicaría las cosas. ¿Sabes
qué está sucediendo, Barret? —le preguntó,
yendo hacia la cama de Jeff de todas maneras y sujetando su mano.
—Umbrae ha conseguido alterar el entorno, pero tiene que
hacerlo al instante para conseguir ganarles tiempo. No puede hacer
mucho más, y ella los está persiguiendo.
El doctor no me deja volver a dormirme por el momento —le
explicó —. Parece que me alteré demasiado, y
por cierto… no puedo hacerle nada a ella, pero al parecer
Nash sí.
—Nash sí… —Sage la apretó la mano
a Jeff, inclinándose para besar su frente y luego sus labios
también —Voy a ayudar a Umbrae entonces, se debe estar
cansando y cuatro manos son más rápidas que dos. George
y Claire deberían revisar el USB, por lo menos él
debería tener una idea de lo que planeaban para el final.
—Sage… Jeff me pidió que te dijera que está
bien —lo miró, pensando de nuevo que no parecía
estar nada bien.
El rubio sonrió, mirándolo de nuevo y luego a Barret.
—Sí, gracias —asintió saliendo de la
habitación y tomándose un segundo para respirar profundamente.
Sabía que Jeff tenía que estar aterrado ahora, no
estaba nada bien, pero comprendía sus intenciones.
Por lo menos estaba lo suficientemente bien para fingir. Le dio
una vuelta a su anillo, entrando en el otro cuarto y sentándose
frente al ordenador con el cual habían reemplazado el suyo.
—Ransom, ¿por qué no haces que George y Claire
vean ese USB? —le pidió, mirando al chico que tenía
al lado luego —Umbrae, dime qué hacer.
—Estoy creando otra puerta, cuando lo consiga, sólo
mantenla abierta hasta que ellos hayan pasado —le explicó,
alterado, sin detener sus dedos para nada —Hay que cerrarla
luego, tiene la costumbre de utilizar mis rutas en su contra.
—Voy —Ransom se levantó enseguida, suspirando
ligeramente y saliendo a preguntarles dónde los habían
dejado.
Uno de los soldados le pidió que lo acompañase y
el moreno los siguió, aunque no le gustaba que lo enviasen
a él, le iba a costar controlarse. Se paró a pensar
en si debía o no ver a Crowberry, pero se lo negó,
si estaba mal… seguro que le esnafraba la cabeza contra el
teclado a esos dos.
Ambos estaban sentados, y se giraron un poco al ver que llegaba
Ransom, con el USB en la mano, conectándolo a uno de los
ordenadores.
—¿Listos para un poco más de vuestro propio
show? —no le importaba la respuesta, les hizo ver los finales.
*****
Crowberry pegó un grito, cayendo hacia adelante y levantándose
enseguida, con la ayuda de Jeff.
Nash seguía siendo el último porque era el único
con un arma, y al parecer el más valiente también.
Kevin iba delante, guiándolos hacia aquella tienda de ordenadores,
aunque en realidad, se estaba sintiendo perdido, con todos esos
cambios. Ya no le cabía duda de que decían la verdad.
No era posible que las calles cambiasen así, o que apareciesen
puertas de la nada si eso no era un sueño.
Ella podía hacerlo, por supuesto, pero esto era distinto.
—Dime que esa tienda está cerca… creo que empiezo
a sentir todos los doritos que Albert se comió en su vida
—le dijo Jeff, aunque estaba seguro de que eran los cigarros
y no los doritos de Albert.
Las calles parecían estarse cerrando tras ellos, los edificios
se inclinaban ilusoriamente, creando un túnel oscuro y claustrofóbico.
La chica había desaparecido, pero todos sabían que
aquella manada de perros que los seguía, eran también
ella.
—Debería estar cerca, no lo sé, todo cambia…
—le contestó Kevin, que no dejaba de correr mirando
a todos lados, espantado.
—Eso es porque no saben lo que intentamos hacer… Y
alguien debería cambiarme los zapatos —se quejó
la chica tratando de seguirle el juego a Jeff, pero era cierto que
sentía que se le iban a morir los tobillos.
—Voy a tener que llevarte en brazos —le sujetó
la cintura para ayudarla a correr a su lado, y miró hacia
atrás, de pronto habían desaparecido los perros, a
pesar de que seguían sumidos en aquella oscuridad amenazante,
como si de pronto hubiesen quedado encerrados en una ciudad circular,
una bóveda de edificios curvados sobre sí mismos.
Nash se detuvo, mirando a su alrededor y preguntándose si
Umbrae estaba haciendo aquello.
—La tienda, la tienda, ¡buscadla deprisa!
—La tienda… —Kevin se giró, nervioso,
enfocando la mirada, seguro de que no la estaba viendo por el miedo,
y de pronto —¡Allí! ¡Es esa!
—Vamos, deprisa, antes de que ella vuelva a jodernos —Nash
corrió hacia allá, siguiendo a Kevin y dejando que
Jeff empujase las puertas, abiertas para bien o para mal.
—¡Que alguien busque un ordenador en la oficina, lejos
del escaparate mientras yo bloqueo la puerta!
—¡Estoy en eso! —gritó Crowberry que había
recobrado las energías sólo con ver ese lugar. Tuvo
que patear la puerta de la oficina para abrirla, pero no estaba
en muy buen estado.
Encendió el ordenador enseguida.
—¡Estoy en línea!
—¡Bien! —le gritó Jeff de vuelta.
*****
—¿Y bien? —preguntó Ransom a ambos tras
acabar de ver el segundo final —¿A alguno de los dos
le suena la campana?
—No, yo apenas me reunía ya con ellos cuando estaban
preparando el final —se defendió George.
—Y yo nunca me reuní con ellos.
—Mi novia está en el cuarto de al lado, pasándolo
muy mal por vuestra culpa. Vosotros vais a ser los siguientes y
yo sé cómo acelerar esa situación… —les
advirtió, echándose más o menos un farol —Pensad,
y pensad rápido. Este es el último final —les
dijo, poniendo el reproductor y dejándolos a solas en la
habitación por si su presencia pudiera ser negativa.
*****
—¿Puedes conectarnos con ellos? —preguntaba
Sage que estaba haciendo todo lo posible por su parte, intentando
cubrir cada nueva entrada que ella abría. Sentía que
debería haber estado entrenando sus dedos en vez del resto
de su cuerpo.
—No lo sé, lo estoy intentando… —le aseguró,
de hecho intentando establecer una conexión a cualquiera
de esos ordenadores dentro del programa.
*****
—Algo está pasando, chicos —les avisó
Crowberry.
El ordenador mostraba rayas interrumpidas en la pantalla, de vez
en cuando surgía algún número o una letra,
pero eso no lo estaba haciendo ella.
En realidad, le estaba costando trabajo encontrar la IP de cualquiera
de sus ordenadores.
La imagen de la chica estaba apareciendo y desapareciendo según
caminaba hacia ellos, y de pronto se quedo quieta, lanzando un grito
horrendo que hizo temblar todos los edificios. Sabía que
alguien estaba intentando arruinar las cosas.
—Oh Dios… ¿estáis viendo eso? —preguntó
Jeff.
—No —le contestó Nash, que se había adueñado
de otro ordenador e intentaba contactar con Umbrae para decirle
que fuera lo que fuera, estaba funcionando.
*****
—¡Claire! ¡Ha pasado algo! —George salió,
mirando a Ransom con cara de espanto.
—¿Qué? —le preguntó suponiendo
que sólo había sido algo como lo sucedido a ellos,
pero Claire estaba desparramada por la silla —¿Se ha
desmayado? Voy a llamar a un médico, no te muevas.
Pero Claire no estaba desmayada, estaba dormida, y profundamente.
Demasiado profundamente para ser la primera vez, no conseguían
despertarla con nada del mundo.
*****
Crowberry pegó un gritó porque el ordenador acababa
de echar humo y apagarse.
Casi tiró la silla del salto que pegó, ya se imaginaba
que le iba a salir por ahí ahora, pero no sucedió
nada.
Kevin se estaba aferrando a la puerta como si fuera a arrancar
la madera.
—Aquí hay algo —les advirtió Nash, que
luchaba contra la presión a la que le estaban sometiendo
y la preocupación de que su ordenador se le apagase en cualquier
momento.
—Está dentro, Claire está dentro —les
dijo antes de lanzarse hacia atrás del susto por culpa de
aquel ordenador que acababa de tener la misma reacción que
el de Crowberry. Al mismo comenzaron a seguirle todos los de la
tienda que empezaba a crear focos de llamas por varios puntos.
—¿Cómo lo sabes? ¡Hay que huir de aquí!
—No lo sé, alguien me lo ha dicho desde afuera.
—¿Alguien… te lo dijo? —la chica lo miró
confundida —¡Lograste contactarlos! —celebró
ahora abrazándose a él.
—No es seguro, este lugar no es seguro… —les
advirtió Kevin retrocediendo y pegándose a la pared,
ya que aquellos perros estaban afuera, aullando y rascando la puerta.
La luz se encendió sola en la habitación de atrás,
lo que debería ser el almacén.
—¿Hay alguien aquí? —se escuchó
la voz femenina. Nash tenía a Crowberry colgando del cuello
y no la soltó, se giró con ella sujeta por la cintura.
—¿Claire? —preguntó Jeff, caminando despacio,
por no decir “acojonado”.
—¿Jeff? ¿Estás aquí? —la
mujer apareció en la puerta, observándolos confundida
y dirigiéndose a él enseguida —Estábamos
viendo esos videos horribles y de pronto me dormí. No tenía
ni sueño…
—Vera… —Kevin estaba retrocediendo espantado.
No era ella, pero sí lo era. Podía ver su imagen cambiando
como si fuera un truco de la luz.
—No, tranquilo, Kevin, te aseguro que no es ella —lo
calmó Jeff, acercándose para explicarle —¿Estabas
qué?
La puerta se abrió bruscamente, la imagen de la chica parecía
aplastar el suelo a su paso, como si llevase el peso de mil iras
juntas.
—Oh mierda…. —murmuró Jeff.
—¡Hay que largarse! —Nash sujetó la muñeca
de Crowberry, haciéndola correr aunque no se había
olvidado de su queja anterior.
—¿Qué es eso? ¿Qué?... —Claire
estaba señalando a la chica, con la mano temblando —No
soy yo… ¿eh? Eso…
Pero se giró notando que todos estaban huyendo y echando
a correr también. ¿Estaba atrapada en esa pesadilla
ella también? No era posible.
Kevin estaba corriendo también y dijeran lo que dijeran,
no quería acercarse a ninguna de las dos. No le creía,
no podía verse así y no tener nada que ver.
—Ven Kevin, ven conmigo —le pidió Jeff, atrapándolo
de la mano y corriendo con él hacia la parte de atrás
de la tienda, buscando de nuevo una puerta, ya fuera real o no.
Los médicos estaban tratando de reanimar a la chica, porque
su pulso estaba increíblemente acelerado, pero no conseguían
despertarla.
—Me meteré de nuevo —les dijo Barret.
—Imposible, es demasiado arriesgado, ni siquiera se ha regulado
su pulso todavía —le dijo el doctor.
—¡Pues alguien tiene que hacer algo! —le gritó,
haciendo que se apartase, aunque no era para menos luego del “remazo”
que le había metido al despertarse.
—Yo lo haré —les dijo George, apareciendo con
Ransom por la puerta —Yo puedo hacerlo.
—¡Esto es increíble! Sage… Necesito que
mantengas esa parte de la zona estable… —le pidió
Umbrae que en esa situación había asumido el mando,
simplemente porque conocía mejor el código y la zona
en sí.
Ahora mismo parecía estarse derrumbando a medida que pasaba
la chica.
La presencia de Claire en el juego realmente lo había desestabilizado.
Sage estaba tecleando tan rápido como podía también,
iba a mantener a Jeff a salvo, costase lo que costase.
—¿Teniente? —el doctor se quedó en suspense,
no estaba seguro de meter a un civil así como así
y sin su consentimiento previo por escrito.
—No, no servirá de nada probablemente. Sólo
Kevin parece receptivo y no creo que lo sea con él. No tenemos
tiempo para andar con pruebas ni permisos —le corroboró.
Ransom se sentó con los otros dos, encendiendo su portátil
y sin necesidad de mirarlos, sólo se ligó a sus ordenadores
y comenzó a ayudarlos con lo que Umbrae había encomendado
a Sage.
—Puedo ayudaros —les dijo George a ellos también.
—¿Cómo sé que nos vas a ayudar y no
sólo a salvar vuestros traseros? —le soltó Sage,
sin quitar la mirada de la pantalla.
—Sí mejor cállate, en eso puedes ayudarnos
—le dijo Ransom, más estresado porque no guardase silencio.
*****
—¿Por qué está poniéndose todo
tan… catastrófico? —preguntó Jeff, que
claramente estaba asustado, y en ese momento se preguntaba: si ya
no me da miedo Kevin, ¿no será porque yo estoy peor?
—Creo que la quiere a ella —les dijo Nash, que iba
corriendo, aunque estaba preocupado por Crowberry ya.
—No debería estar aquí… —negó
Kevin, mirando hacia atrás por un momento y acelerando —No
es ella, pero es ella. Nos engaña…
—No es ella… es… —Crowberry fue interrumpida
por la voz de la mujer que iba de última, maldiciendo por
lo bajo.
—¡No soy yo! ¡Usaron mi cara que es otra cosa!
Frenaron en seco, una pared cayendo delante de ellos, cerrándoles
el paso. Por momentos se desintegraba pero volvía aparecer,
de forma que no les hubiera dado tiempo a traspasarla.
La manada de perros se había detenido y de pronto el escenario
cambiaba por delante de ellos a una velocidad vertiginosa. Estaban
encima del edificio, al borde del techo.
—¡Berry! —le gritó Jeff por si acaso,
para que fuera con él. Nash la soltó, preguntándose
qué venía ahora, porque no veía ningún
acceso al interior.
La chica corrió hacia Jeff, sujetando su brazo.
—¿Y qué hacemos ahora, eh? Odio este juego,
en serio lo odio…
Kevin se agachó, tenía miedo a caerse por accidente,
aunque se había apartado ligeramente del borde, pero estaban
rodeados por todos lados.
—¡George! ¡George! ¡¿Me oyes?! ¡Sácame
de aquí! —lo llamó Claire, mirando hacia arriba
como si la cara de su compañero fuese a aparecer en el cielo.
—¡Tenéis que dejarme! —les gritó
él —Yo sé cuál era el final.
Ransom lo miró, y luego a Umbrae y Sage.
—No me está dejando hacer nada… —les advirtió
Umbrae, mirándolos por un momento.
Joe estaba gruñéndole a la pantalla ahora.
Sage exhaló, girándose y mirando a George a los ojos.
—¿Estás diciendo la verdad? —No quería
confiar en él, pero estaba desesperado.
—Sí —les aseguró.
Ransom se levantó para dejarle su sitio.
—Umbrae, ¿crees que puedes corregirlo si hace alguna
gilipollez?
—Sí, creo que puedo. Es ella quien me da problemas
—les aseguró, alzando la mirada de nuevo, tenía
el ceño fruncido.
—Yo estoy de acuerdo entonces —Sage miró a Ransom
suponiendo que la decisión estaba tomada.
—Date prisa —le dijo como para que supiera que podía
comenzar.
El juego comenzaba a cambiar de nuevo, el cielo estaba cambiando
por un amanecer y los perros habían rodeado la parte delantera
del margen del tejado. Todos y cada uno de ellos empezaron a transformarse
en Vera, y todos la miraban a ella.
La señalaron, y una se dejó caer al vacío.
Jeff sujetó a Crowberry, girándola hacia él
para que no mirase, aunque realmente era él quien no quería
mirar y a la vez no podía dejar de hacerlo.
—No quiero morir… —susurró la chica, sujetándose
a Jeff y apretando los párpados.
Kevin estaba mirando hacia abajo, y por un momento sintió
la tentación de dejarse caer.
Se sacudió por completo mirando hacia delante de nuevo.
Había prometido no hacer nada de ese tipo. No creía
que Barret fuese a cumplir su promesa, ya no tenían tiempo,
pero quería seguirlo creyendo hasta el final.
—¡George! ¡George! —lo llamaba Claire histérica.
Más le valía sacarla de allí.
—¿Qué está pasando? —la imagen
comenzó a aparecer absolutamente vívida en el monitor,
casi parecía el juego realmente —¿Qué
vas a hacer? —le preguntó Ransom a George, preocupado.
—¡Es el final! —le gritó, deseando que
dejase de interrumpirle y escribiendo a toda velocidad aquel final
que no habían podido ver nunca antes.
Claire comenzó a caminar hacia aquellos reflejos de sí
misma incluso si no quería.
—¡Ayudadme! —les gritó, especialmente
a Jeff, pero el periodista no sabía qué hacer y no
quería acercarse realmente.
Nash estaba allí de pie, mirando lo que sucedía,
seguro de que si Umbrae lo estaba haciendo, sus motivos tendría.
—¿Qué está pasando? —Crowberry
giró la cabeza un poco, sorprendida, pero tampoco hizo nada
por detenerla.
Kevin se había enderezado y retrocedió un paso más,
observando lo que pasaba. Era ella de todas maneras, era lo lógico.
Sólo se iba a unir con el resto de su… ¿ser?
No estaba seguro de nada, pero no pensaba acercarse, era una trampa.
Claire seguía gritando sin embargo, llamándolos a
ellos y a George, maldiciéndolo ahora. De vez en cuando se
disculpaba, como rogando, pero no parecía hacer ninguna diferencia.
Las otras comenzaron a tirar de ella, arrastrándola y conforme
la tocaban, iban uniéndose con su cuerpo, convirtiéndola
en aquella imagen desfigurada.
—Dios… ¿esto es peor o mejor? —preguntó
Jeff, tratando de retroceder unos pasos —Kevin, no te muevas
—le pidió, haciendo que Nash se girase hacia él
y fuese a su lado por si acaso.
De pronto volvía a haber sólo una, y estaba de pie
en el borde del tejado, mirando hacia abajo con el cabello por delante
de la cara.
Kevin no pensaba moverse de todas maneras, no podía, estaba
conteniendo la respiración, y Crowberry se aferraba a Jeff
con tanta fuerza que le estaba clavando las uñas sin darse
cuenta.
—¿Es... ella… realmente? —susurró
porque ahora no estaba segura de si todo eso había sido parte
del juego.
Ella se balanceaba ahora sobre el borde, alzando los dedos de los
pies y apoyándose sólo en los talones, de manera peligrosa.
Por un momento pareció que fuese a retroceder, su espalda
se arqueó hacia atrás, pero sus brazos se abrazaron
a su propio cuerpo, inclinándose definitivamente y dejándose
caer hacia adelante.
En el cuartel, la pantalla de los tres ordenadores se puso negra
por completo.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —le preguntó
Ransom a todos porque estaba asustado ahora.
George se había llevado la mano a la cara, y en el cuarto
de la enfermería estaba sonando la alarma de los signos vitales,
aunque el doctor había estado ahí todo el tiempo con
Barret, no había nada que hacer.
—¡Nash! —Umbrae se paró enseguida y salió
corriendo antes que los demás, sin importarle el hecho de
que Joe había ido con él, aunque el perro se quedó
desilusionado al ser detenido en la puerta por uno de los soldados.
Los demás no tardaron en seguirlo, todos menos George, por
supuesto.
Barret estaba junto a Crowberry que había sido la primera
en dar signos de ir a despertarse, aunque se preguntaba si era definitivo.
El doctor estaba cubriendo a Claire con la sábana, y Ransom,
la miró un momento, sintiendo un vacío en el estómago.
—Ransom, está despertando —lo distrajo Barret
mientras los enfermeros se llevaban aquella cama de allí.
—¿Me morí? —preguntó la chica
en un susurro al abrir los ojos y ver el techo blanco y bien iluminado
de aquella habitación.
—No… —Ransom le tocó la cara para que
lo mirase a él, buscando sus ojos a toda costa.
Crowberry lo miró, un poco confundida por unos segundos
pero sonriendo luego, aliviada.
—¿Ransom? ¿Es verdad? ¿Estoy despierta?
—se sentó abrazándolo, y sollozando ligeramente.
—Es verdad —se sentó también para sujetarla
mejor, deseando que no fuera a dormirse de nuevo, por nada del mundo
—No te duermas de nuevo —le pidió incluso, escondiendo
la cara contra su cuello.
Miró de soslayo cómo se llevaban a George, seguramente
para interrogarlo, ahora mismo le importaba poco todo lo que no
fuese ella.
—¡Sage! —fue lo primero que dijo Jeff al despertarse,
jadeando con los ojos muy abiertos y mirando al rubio como si todavía
no lo asimilase.
—Te dije que te iba a sacar de ahí… —sonrió
el rubio, tocándole la mejilla, más aliviado de lo
que se había sentido en toda su vida.
Jeff seguía mirándolo serio y giró un poco
la cabeza, desorientado, fijándose en Crowberry sentada allí,
eso quería decir que todos estaban bien. Lo miró de
nuevo, sujetándolo para besarlo profundamente, mientras Sage
lo rodeaba con los brazos, apretándolo contra su cuerpo y
devolviendo el beso.
—¿Nash? Nash… —Umbrae le estaba tocando
el brazo, nervioso porque no despertase, de a malas pudo sonreír
un poco cuando vio que movía los párpados.
Nash tardó unos segundos más en darse cuenta de que
estaba despierto, y lo sujetó de golpe para abrazarlo, tumbándolo
en la cama sobre él, casi por completo.
—¿Estás bien?
—¿Yo? —se rio, aunque se le salían las
lágrimas —Yo no estaba allí adentro.
—¿Y Joe? —le preguntó, provocando que
el perro al escuchar su nombre se escurriese entre las piernas de
los soldados para correr donde estaban ellos a lamerle la cara a
Nash —Agh...
Ellos les cerraron la puerta, decidiendo hacerse los locos un momento.
Barret seguía allí en el medio, mirándolos
y sonriendo ligeramente, aunque se le iba la vista hacia Kevin cada
dos segundos, y cuando lo vio mover una mano, se acercó a
la cama.
El chico carraspeó primero, antes de abrir los ojos, y se
pasó una mano por la cabeza, mirando a Barret luego.
—Todavía estoy vivo… ¿Cuánto tiempo
estuve dormido?
—Llevas así días —le contestó
Barret —¿Sabes quién soy
—Sí, no estoy tan ido aún —se apoyó
en las manos para sentarse, mirando a su alrededor confundido. No
recordaba mucho de aquel sueño, y se preguntaba por qué
todos estaban allí.
—Vale —le contestó tenso de todas formas —¿Pero
lo recuerdas todo?
—¿Del sueño? No… Algo acerca de ser un
estudiante, y…el final fue extraño, realmente extraño
—sacudió la cabeza, mirándolo a él de
vuelta —Creo que hasta soñé contigo.
—No lo estabas soñando, bueno… Lo estabas soñando,
pero realmente estaba allí —se sentó en la cama
para poder hablar más privadamente —. Estás
en el cuartel de nuevo —le explicó para que no se alarmase
—. Los experimentos no eran lo que pensábamos, te han
ayudado, eso, y los demás.
—¿Me han ayudado? ¿En el cuartel? —miró
a su alrededor de nuevo, tensándose pero sujetando la mano
de Barret —¿Encontraron la cura?
—Creo que ya está —le contestó, aunque
no encontraba mucho alivio, ya que había visto a aquella
chica morir. Sólo quería pensar en todos los que no
iban a seguir muriendo gracias a eso. Le acarició la mano
con un dedo, mirando hacia allí —Se acabó.
—¿Se acabó? —repitió sin poder
creérselo aún, sosteniendo su mirada como si fuera
a caerse si miraba a otro lado.
Algo se sentía diferente, era cierto, pero le faltaba un
gran trozo de la historia.
—Sí, se acabaron las pesadillas —le aseguró,
pasándole la otra mano por un brazo —. Supongo que
querrán tenerte en observación unos días de
todos modos, yo lo preferiría de hecho.
—No me gusta estar aquí, pero confío en ti
—le aseguró, sintiéndose cansado a pesar de
todo el tiempo que llevaba durmiendo.
—Yo voy a estar contigo —le aseguró, apretando
su mano con suavidad y haciendo un intento de sonrisa —. No
te duermas.
—No, gracias. Voy a beber jarras de café en los próximos
días —se rio, aunque recostándose de todas maneras.
—¿Quieres que te explique lo que sucedió? —le
preguntó más calmado al escuchar su risa.
—Sí, necesito armar el rompecabezas o nunca voy a
dejar de pensar en eso —le pidió, exhalando y cerrando
los ojos, aunque los abrió enseguida.
Continua leyendo!
|