.The Last Time I dreamed- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte I

Crowberry correteó hasta el coche al verlo llegar, abriendo la puerta enseguida. Estaba energizada con todos los descubrimientos que habían hecho el día anterior y no podía esperar para continuar.

—Buenos días, belleza.

—Qué sexy vienes hoy… —le dio un beso en los labios aunque ambos sabían que esa inocencia no podía ocurrir delante de sus respectivos novios —¿Has empezado a jugar?

—Sí, es divertido, ¿eh? —se rio, porque además al empezar se había imaginado a Umbrae jugándolo —Estaba pensando que Umbrae seguro pone cara de seriooooo mientras juega.

—Seguro que pone cara de serio incluso mientras se pajea. ¿Es Ransom serio mientras folláis? —la miró, sonriendo.

—No, es muy romántico y apasionado —se estremeció recordando la noche anterior con una sonrisa — ¿Y Sage? ¿Te da órdenes?

—No sabría decirte… puramente solemos encontrar la forma de luchar con algún motivo. Y pasa de ponerse serio como si te quisiese matar a reírse cuando está disfrutando, así que… —se rio él mismo, suspirando —No hablemos de Sage porque me pongo cachondo.

La chica se rio, puyándolo con un dedo en la cintura.

—No te pongas cachondo con una dama en el coche, pervertido hijo de puta. Oh, ¿ya comenzaste a jugar tú? ¿O sólo a las luchas?

—Hubo tiempo para todo, jugaba mientras él dormía, y me los ligaba a todos a la vez —se rio —¿Sabías que se podía? Qué realista.

—No, creí que sólo podías con uno a la vez. Eres el maestro, Jeff, quiero ser tu discípula… en juegos claro.

—Sí, se puede, aunque no si te descubren. Al menos en este —tocó el volante con los dedos, sonriendo un poco más y mirándola de soslayo. Lo cierto es que se había fijado en el extraño hecho de que hubiese una chica entre las opciones.

—Mmmm… Sí que es realista, voy a ver si puedo hacerlo en el mío, aunque tengo que esforzarme porque tiendo a caer por el intelectual.

—Pero hay que probarlos a todos primero, ¿si no cómo vas estar segura de que has elegido bien? —se rio —Oye, la tía es una opción…

—Lo es… ¿Me quieres eliminar del juego? —soltó una risita ligera preguntándose si se iba a dar cuenta finalmente.

—No —se rio, mirándola de nuevo por un momento —, sólo me choca, ¿para qué un gay escogería a una tía? ¿Y si eres hetero para qué te compras un juego de gays? Bueno… supongo que por la historia, puede ser.

—Sí, el mundo no está hecho sólo de hombres. O puede ser que seas bisexual, pero más gay que otra cosa. O puede ser que quieras cubrirte y decir que sólo lo compraste porque te gustaba la tía. ¿Ves?

—Será… pero yo me la estoy ligando igual —se rio.

—También lo haces en la vida real. Me pregunto cómo le habrá ido a la policía…. —Estiró los brazos por detrás de su cabeza, acostándose por completo en el asiento.

—No lo sé, pero seguro que bien, porque si no me llamaron ninguno de los dos para maldecirme… —se rio, alzando una ceja —Y ya tengo el permiso de mi marido para quedar con Claire, ¿la llamo ahora? —preguntó con la repentina idea y sin importarle nada el público.

—Sí, llámala, quiero saber su reacción —se giró hacia él con curiosidad, sonriendo un poco.

Jeff buscó la dirección en el teléfono que estaba incorporado en el coche y apretó el botón, esperando tres tonos antes de que contestase la voz de Claire.

—Sí, ¿quién es?

—Claire, soy Jeff, el periodista, ¿me recuerdas?

—Te recuerdo —lo atajó con el mismo tono amable con el que los había atendido —¿Sucede algo?

—Me preguntaba si querrías tomar un café conmigo esta tarde, si no estás muy ocupada.

—¿Un café? —la mujer pareció confundida por un segundo, pero no perdió el tono amable —No estoy ocupada, pero realmente no tengo mucho más que contarte, sólo historias de adolescentes.

—¿Y quién dijo que mis intenciones fueran entrevistarte? —le preguntó, sonriendo mientras cruzaba la calle para ir a buscar a Nash —No me digas que estás casada y no me he dado cuenta…

—No, no estoy casada —sonrió ligeramente —No sé si debería aceptar…

—¿Por qué no? Sólo será un café, ni siquiera te estoy pidiendo una cena. Aunque puede que sea mi siguiente paso…

La mujer se rio, claramente complacida.

—Bueno… está bien, pero no suelo ponerlo tan fácil, ¿eh?

—Eso sólo me motiva —le advirtió, sonriendo ligeramente —Envíame una dirección y la hora que te parezca bien, no trabajo de tarde.

—Está bien, ahora te la envío, nos encontraremos allí. Yo no trabajo los domingos…

—Creía que todos eran tan obsesivos con el trabajo como yo —sonrió, despidiéndose y cerrando la conexión, mirando a Crowberry de soslayo —¿Crees que le gustan los trajes o los jeans?

—Hum... Algo intermedio, seguro le gustan los hombres elegantes, pero es domingo… —le contestó la chica —No lleves chaqueta.

—Confío en ti, y no pensaba llevarla, cuando me las pongo me deprimo, prefiero llevar una camisa abierta. Supongo que estos jeans rotos no le gustarían —se rio, mirándole las piernas un momento porque llevaba unos calcetines hasta debajo de la rodilla, con cerditos rosas —. Por cierto, tengo que pedirte un favor en nombre de… Sage y en el mío.

—Lo que quieras, amor, excepto un trío. A Ransom no le gustaría —sonrió, enderezándose y girándose hacia él.

—Debiste decir, lo que quieras amor mío, excepto un trío —se rio, negando con la cabeza —. Los chochetes me deprimen, pero dejando eso a un lado… Se trata de Barret, alguien debería sacarlo de allí un poco y hacerle sentir útil. ¿Por qué no le pides que te acompañe a la zona y repasáis las casas de nuevo?

—¿Crees que acceda? Lo hago, no tengo problemas con eso, pero no sé si va a querer salir del edificio.

—Si le dices que es para ayudarte a ti y no a la inversa, seguro que va. Sage dice que se ve muy deprimido, e imagino cómo se debe estar sintiendo, pero no soy bueno consolando a nadie, ni siquiera a mí mismo. Seguro que termino sugiriéndole echar un polvo —se rio.

—Y es el mejor remedio para todo, pero desgraciadamente, no todos lo toman. Medicina alternativa —se encogió de hombros —Está bien, le diré que no me atrevo a ir sola, aunque luego se me vendrá abajo la excusa cuando vea a Nash.

—No, Nash va a ir a hacer otra cosa con Umbrae. Sage quiere teneros a todos ocupados el domingo —se rio.

—Esclavistaaaaaa —se quejó en broma, mostrándole el signo de victoria con dos dedos —Vale, entonces no será mentira, porque la verdad es que necesito un hombre fuerte y grande a mi lado.

—Dile eso a Ransom… no sales de casa seguro —se rio —Apuesto a que él y Sage se quedarán encantados ahí encerrados con sus ordenadores y hablando de cosas de hombretones.

—Seguro que sí, todos seriooooooooooos y concentrados —frunció el ceño como imitándolos —Ellos que hagan eso, nosotros nos divertimos.

—No estoy seguro de que yo vaya a divertirme tanto —sonrió, apretando el claxon para que Nash se diese por enterado.

El chico se apresuró al coche y dejó entrar a Joe primero.

—Ya me ha dicho Umbrae, lo del tío que vamos a seguir.

—¿Qué tío, eh? ¿Por qué no me has dicho? —la chica le dio un codazo a Jeff, girándose y casi tirándose por encima del asiento para saludar a Joe.

—Creí que te lo habría contado Ransom —le dijo sorprendido, antes de empezar a contarle toda la historia sobre las fichas, los desaparecidos y el hecho de que sospechosamente el que estaba en paradero conocido trabajaba en un bufete y Claire era abogada.

—Ya…, pero no me había dicho que íbamos a seguirlo, supongo que se distrajo —sonrió sentándose bien por fin —¿Creéis que sea el culpable?
—No lo sé, yo no creo que tenga súper poderes con el más allá… —le contestó Jeff.

—Igualmente participó en ese juego, algo debe saber. Además, asumes que no lo hicieron adrede para ser un juego asesino —le contradijo Nash.
—Porque eso me suena demasiado hilarante…

—La situación entera lo es, asimílalo.

—Yo no creo que esto haya pasado por casualidad. Es decir, si fuera un fantasma y no una mujer viva, podría creerlo, pero esto es simplemente raro —asintió Crowberry.

—Puede que… el fantasma haya adoptado su forma —propuso Jeff.

—Igual esa cita es porque realmente te gusta… tanto defenderla.

—Sí, me encantan los mejillones, con perdón —le dijo a Crowberry, riéndose.

—No me ofendo —se rio ella, cruzando los tobillos —Pero eso es posible, aunque sería un fantasma muy confundido.

—Cuando no sabes que estás muerto… ya no demuestras mucha lucidez —bromeó Jeff.

—¿Vamos a ir a la casa de la tía? —los interrumpió Nash —Tal vez podamos saber si por ejemplo intentaba parecerse a ella. Las tías hacen esas cosas, y algunos patéticos también.

—Vayamos, vayamos, estoy de acuerdo —Crowberry remeció a Jeff, a pesar de que estaba conduciendo, casi saltando en el asiento.

—Sí, sí vamos —se rio el mayor —, después os llevo con vuestros respectivos. Bueno, más o menos —le dijo a Crowberry, sonriendo.

—Más o menos, no enfades a dos de un solo tiro —le guiñó un ojo, recostándose de nuevo —No sé por qué alguien querría parecerse a otra persona, es aburrido.

—Eso pasa cuando no tienes personalidad propia —Nash estaba recostado contra Joe con los ojos cerrados, acariciándole el pecho distraídamente.
—Nash… no te vayas a dormir —le pidió Jeff.

—No, estoy bien —enrojeció porque se hubiera fijado y se sentó con el ceño fruncido.

—Tenemos a Joe de todas maneras, no te preocupes —sonrió la chica, girándose un poco.

—De todas formas no tengo sueño —se quejó de nuevo.

—Luego vamos a tomar un café, antes de ir a buscarlos.

Jeff siguió conduciendo hasta llegar a aquella ciudad solitaria, y recorrieron las calles hasta llegar a aquel edificio que les faltaba por visitar.

—Espero que no esté tan lleno de polvo este, puedo soñar —se quejó Crowberry antes de que se burlaran de ella.

—Yo espero que fuese descuidada y se dejara todo lo posible. ¿Quién fue el primero en desaparecer? —preguntó Nash.

—Ella de hecho, quizás vamos a donde comenzó todo.

—La primera casa que visitamos, fue la del que sigue con vida, luego la bollería, ahora la de la tía —Jeff se bajó del coche, mirando atrás hacia aquel edificio semi derruido —Dime que el cara cráter no fue el último en desaparecer.

—No fue el último en desaparecer —le sonrió ella, encogiéndose de hombros —En realidad no lo recuerdo, podrías aprovechar a Sage…

—¿Crees que el último es el más importante? —le preguntó Nash, caminando adentro del edificio, ya que la puerta estaba descolgada a un lado.

—Podría serlo, en el caso de que decidiese averiguar algo… supongo que intentaría recuperar la información que guardaban, ¿no?

—Sí, además supongo que “heredaría” todo lo que dejasen los demás —asintió Crowberry, exhalando, ya les tocaba subir escaleras de nuevo —Podríamos hacer una sesión de guija en el último piso… —sugirió en broma, exagerando con la voz. No era tan estúpida como para eso.

—Prefiero no… —Jeff la sujetó por la cintura, subiendo las escaleras con ella y dejando que Nash los siguiese con Joe.

—¿Qué piso era?

—El tercero esta vez —casi se alegró de comunicar Jeff.

—Menos mal… Qué ágiles somos —la chica bromeó, apoyándose en Jeff y mirando hacia arriba —Era mucho menos creepy cuando no sabíamos que estaban desaparecidos, ¿sabéis?

—Sí, definitivamente…

—A mí me parece más creepy que uno no lo esté —les aseguró Nash.

—Sí, pero ese no nos va a salir por ahí, igual se molestan de que toquemos sus cosas.

—No, igual quieren que los ayudemos, deben estar encerrados ahí como los demás —murmuró Nash, que iba mirando las piernas de Crowberry porque las tenía justo delante.

—En ese tema… Encontré un trozo de código en el piso de Sage, estaba escrito con su letra, pero no recuerda haberlo apuntado él —mencionó Jeff.

—¡Oh! ¿Cómo lo que apuntó Ransom de su sueño? A lo mejor sí tienes razón, intentan ayudarnos —la chica lo miró y luego a Nash para ver si estaba de acuerdo.

—Es posible, sí —él se encogió de hombros, aunque no se fiaba precisamente.

—¿Tampoco te fías? —le preguntó Jeff.

—No…

—Ni yo, pero sería bueno —suspiró Crowberry saliendo al pasillo y buscando la puerta —Es esa.

Estaba ajustada solamente, apenas abierta una rendija, eso le daba más escalofríos que si sólo hubiera estado abierta.

—Da la impresión de que hayan salido hace poco de ahí… —comentó Jeff con la misma sensación.

—Pero no —Nash empujó la puerta con todo el convencimiento. Adentro había unos cuantos muebles, papeles viejos y hojas que se habían colado por uno de los vidrios rotos de las ventanas.

—Mejor vamos directo al cuarto, ¿eh? —sugirió la chica que se sentía nerviosa, aunque no quisiera admitirlo realmente.

La habitación todavía tenía la cama, claramente la habían dejado por vieja, la cabecera de madera estaba desgastada y el colchón hundido en el centro. También había un mueble con un espejo empañado por el sucio.

Jeff se acercó a sacar uno de los cajones, había algunas prendas viejas, un par de camisones y algo de ropa interior. Sacó uno de los mismos, poniéndolo frente a su propio cuerpo y riéndose.

—Caben tres como tú aquí —le dijo a la chica.

—De todas maneras no es mi estilo —negó ella, riéndose y pensando que era terriblemente cursi además.

—Con estas rosas de frufrú tan bonitas —se quejó Jeff de broma.

Nash había soltado a Joe en el interior del piso, y el perro estaba olisqueándolo todo. Entró con ellos en el dormitorio, tamborileando con los dedos en la madera.

—No te va con los ojos, Jeff —bromeó.

—No —lo dejó a un lado, sonriendo y abriendo otro cajón que estaba vacío, así como el último —Aquí no hay nada.

—Seguro que hay algo, en algún lugar —Crowberry se agachó, mirando bajo la cama, aunque sólo veía polvo y basura.

Nash se agachó con ella, y Jeff se acuclilló detrás a ver qué tanto miraban. El moreno la había seguido por inercia, pero ahora notaba una madera algo levantada, y se sacó la navaja del bolsillo, levantándose para apartar la cama.

—Seguro que sólo es una madera suelta, pero… —metió la navaja por el borde de los tablones, haciendo palanca y levantando tres de los mismos, secos, que salieron fácilmente.

Bajo la madera había una pequeña caja rosa, sellada con una cinta. Crowberry la sacó, sonriendo.

—Te amo, Nash, mi héroe.

—Qué ilusión…

—No te hagas el duro, te vi mirarle antes —le advirtió Jeff, sonriendo cuando lo miró con cara de asesino.

—No miraba de esa manera…

—Ya… —se sentó en el borde de la cama, esperando a que Crowberry abriese la caja.

—No importa, cariño, sé que soy irresistible. Será nuestro secreto —le guiñó un ojo la chica sentándose al lado de Jeff para abrir la caja.

Lo primero que saltó a la vista fueron la cantidad de fotos. Había algunas de los chicos del club, claro, pero casi todas eran de Claire, claramente fotos sin su consentimiento.

—Uf… dios mío. ¿Qué es esto? —preguntó Jeff.

—El club de stalkers de Claire —le contestó Nash.

—Déjame coger una —le pidió Jeff —. Se la mostraré a ver qué cara pone.

—La vas a espantar —le aseguró la chica, cogiendo los papeles que estaban abajo y desdoblándolos. Empezó a leerlos, pasándole unos a Nash y otros a Jeff mientras leía —“Comenzamos en el aula de biología, es por la tarde, ella está esperando…” Creo que son planes para el juego.

—Eso es bueno —le contestó Nash, mirando las fotos, pasándolas una a una por ver si había algo especial. En una de ellas, la chica estaba mirando a la cámara y no se veía asustada ni amable, más bien parecía que se la quisiera hacer comer.

—Llévale esa —se rio Crowberry —Dios, hasta da miedo, aunque supongo que debe ser terrible darse cuenta de que te toman fotos así.

—¿No debería haberse asustado? —preguntó Nash con el ceño fruncido.

—No todas las chicas son florecillas de loto, Nash —se rio Jeff.

—Ya lo sé —frunció el ceño, girando la fotografía, ponía “11” detrás.

—Yo me hubiera cabreado. Bueno, no… Seguro poso, no puedo culparlos si es que soy tan bella —bromeó Crowberry, llevándose una mano a la cabeza y posando —¿Pero cómo vas a explicar esa foto, Jeff?

—Le diré la verdad a medias, que estábamos paseando por la zona y tomando fotos, y la encontramos en una casa, o en el colegio… Si sólo eran unos frikis sacándole fotos, me lo dirá.

—Por eso eres un genio —lo celebró la chica, moviendo una mano para que Joe se acercara a oler la caja, pero lo tuvo que apartar porque parecía querer meter la cabeza en ella.

—Galletas o nada, no es un perro policía —Nash se rio, sujetándole la cabeza y levantándole las orejas.

Jeff vació la caja sobre la cama, repartiendo las fotografías, pensativo.

—Tal vez estas fotos eran para captar sus expresiones para el juego, no sé. Ninguna se ve especialmente sexy o algo así.

—No, pero es creepy ir por ahí tomando tantas fotos de la misma persona. Hay como dos de ellos —la chica las apartó de las demás, tocándolas con sus uñas rosa chicle —Quería encontrar el otro CD.

—Todos queríamos…, pero me da que es posible que los tenga el tío soso —le dijo Jeff, que cogió otra llavecita pequeña de entre las fotografías.
Se sacó la otra de la cartera donde la había guardado, y descubrió que era una copia de la misma.

—Todos tenían una copia de esa llave… —murmuró Nash.

—Y la tenían escondida —puntualizó Jeff —Parece de una taquilla o algo por el estilo.

—¿Tiene número? A lo mejor ahí están los que faltan. Quizás el otro lo dejó atrás porque ya había guardado la llave y sabía que no se podía abrir por sí solo.

—No tiene —le contestó tras examinarla —Puede estar en cualquier lugar, o ser una caja de seguridad.

—O puede ser una taquilla del colegio —propuso Nash.

—Oooooooooh, pero… —Crowberry sonrió incómoda, estremeciéndose. Estaba segura de que los estaba esperando allí.

—No puedo ir, se lo prometí a Sage —le advirtió Jeff —Por más que me seduzca la idea de ver otro cadáver y rebuscar en sus bolsillos mientras me dejáis solo, creo que paso.

—Ya iré yo —Nash movió la llave, y se la guardó en el bolsillo.

—O podría ir yo con Barret, él no está afectado —les recordó Crowberry. No quería atacar su orgullo masculino, pero le preocupaba Nash.

—Toma, si quieres ir, ve —le dio la llave, pensando que era más lógico que fuese Barret.

—¿No es extraño? Barret se ha metido de lleno en esto, los ha jodido metiéndose en los sueños y arruinando los planes, supongo, y no consiguen hacerle nada.

—No ha visto el video. Supongo que no es tan fácil —la chica lo miró a los ojos —Lo que sea que causa esto, está en ese video.

—Se supone —contestó Nash —Pero yo ya no estoy tan seguro, ¿tienes el anuario por ahí? —le preguntó a Jeff.

—En el coche tengo el portátil y lo escaneé.

—Vamos a verlo, tal vez podamos asociar a alguno de los estudiantes con nosotros, de alguna forma… como queríamos hacer con los juegos esos.

—¿Has estado jugando? Porque yo ya encontré al investigador intrépido, al intelectual, y al chico que todos creen es el malo al principio —los señaló Crowberry.

—Estuve jugando, sí. Vi a un pedante, a una maricona y al prota.

—Eso lo explica todo —Jeff se levantó, riéndose y cogiendo las fotografías para bajar al coche.

—Oh sí, completamente. Y.. ¿Quién es el prota, eh? —le preguntó la chica con toda la intención de molestar mientras los seguía.

—El único normal —le contestó seriamente, bajando las escaleras —Y dejad de molestarme, no se parece a Umbrae realmente —sonrió para sí ya que no lo veían, y sujetó a Joe con la correa de nuevo, mientras bajaban las escaleras.

—No se parece… —Jeff codeó a Crowberry —¿Y a cuál te estás ligando?

—Al prota…

—Que no se parece a tu novio…

—Que te den, que os den a los dos. Seguro que os gusta de todas formas.

—A mí no me gusta… —se rio Jeff —, pero a Sage sí.

Nash se giró a mirarlo, para comprobar si iba en serio con eso.

—¿Qué? —le preguntó él, todavía sonriendo.

—Agh.

—Y le crees… —se rio la chica, tocándole un hombro —Tranquilo, es todo tuyo, pero sí es mono.

—¿Y quién hablaba del tío? Yo hablaba de tomar por el culo, claro que es mío, saca —le apartó la mano, negando con la cabeza —. Eso es lo que pasa cuando piensas como una tía.

—Sí, es lo que pasa —le dio la razón Jeff, riéndose también y pensando que eso había sido inocente.

—Seré una tía, pero si creéis que no he tomado por el culo… Pues eso es lo que creéis —les soltó, exhalando luego —Niños.

Jeff se rio en alto, fingiendo estar escandalizado y bajando las escaleras deprisa.

—Las cosas que dice cuando la picas…

—Sí, es cierto, nunca debimos hacerlo —bromeó Nash.

—Le vamos a decir a Ransom que airea esas cosas.

—Lo negaré, lo negaré todo. No sé qué clase de cosas pervertidas os imagináis acerca de mí. A mi novio no va a gustarle.

—El mío es más fuerte… —canturreó Jeff, jugando y abriendo la puerta del coche, sacando el portátil para sentarse apoyado en el capó y mirar la fotografía que Nash quería ver.

—Sólo con el aspecto no tenemos mucho, pero…

—¿Qué sucede? —Crowberry se giró, observándolo.

—Intento buscar a personas que puedan parecerse a nosotros. Recuerdo que Solitaryman dijo ser profesor de informática o algo así, así que… ese ya sabemos por dónde podría ir.

Aquí hay una tía un poco rara —les señaló.

—Es la del club —se rio Jeff.

—Oh… Dios, pues si se supone que tú seas ella, se tiene muy bien considerada —la alabó en parte Nash.

—No puede ser… —negó ella, sonriendo un poco —A lo mejor es por la personalidad, no tengo que ser una chica precisamente.

—¿No? —le preguntó Nash, que había visto algo sospechoso en ese juego y le había dejado pensando. De hecho la maricona a la que se había referido, era un tío… que parecía una tía.

—Son chicos de instituto y muchos de nosotros somos adultos. No todos vamos a ser profesores. Puede que la edad incluso sea porque ellos tendrían nuestra edad ahora, más o menos. Creo que debe ser algo de personalidad —le dio la razón Jeff.

—Por eso te amo, Jeffie —se rio ella, pensando que la estaba consintiendo —, pero a lo mejor hay algún profesor en el grupo. Por eso trata de conseguir a Barret, parece profesor.

—A mí me parece un padre —le contestó Jeff, riéndose para sí.

—Te ha llamado con nombre de perro, Jeffie.

—Me puede llamar como quiera, pero tú no —le amenazó, aunque no iba en serio —Tendré que preguntarle a ella cómo eran sus compañeros, mirándoles para la cara no va a llegar.

—Creo que tienes razón —Nash suspiró, mirando hacia el edificio —¿Echamos otro vistazo antes de irnos?

—¿Por qué no, Nashie? —le preguntó con toda la maldad, riéndose en bajito —No te enfades, es cariño…

—Claro que sí… ya verás… —dejó en aire, decidiéndose a subir de nuevo. Era mejor revisar todos los cuartos

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte II

Jeff les había hecho el favor de dejarlos en la ciudad antes de ir a su casa a cambiarse, y ahora estaban comiendo algo en la terraza de una cafetería mientras esperaban a que el hombre al que tenían que seguir, saliese del buffet donde trabajaba.

—¿A ti que te parece? —le preguntó Nash a Umbrae, mientras le mostraba las fotografías.

—Creo que la estaban estudiando, seguramente para el juego, pero está claro que no obtuvieron su aprobación en primer lugar —le contestó mordiendo su sándwich —Ella era lo principal del juego, me pregunto qué motivos le dieron para ser así como personaje.

—No lo sé, supongo que ellos la veían así en primer lugar. No como una asesina, pero ya sabes… un monstruo malvado o algo así. Pero puede que simplemente tuvieran esa idea macabra para el juego y la utilizasen a ella de mala porque les caía mal.

—Supongo que es posible, pero tengo el presentimiento de que ese juego no tenían un final feliz. No me parecen muy inteligentes.

—¿No? Entonces nosotros somos más estúpidos todavía, porque estamos jodidos gracias a ellos y no podemos resolverlo.

Tal vez al final ellos eran los héroes que la detenían.

—O tal vez soy un pesimista —sonrió un poco Umbrae, tocándole la mano —Es que pensé que si todos acaban muertos, no veo la razón de ponerla a ella de monstruo. Es como un suicidio virtual.

—Al menos podían soñar que la detenían —le contestó, mirándolo a los ojos —Pero por algún motivo no consiguieron hacerlo, y los mató, menos a uno. ¿Por qué? —giró la mano y se la sujetó casi por reflejo, lanzándole un trozo de salchicha con la otra a Joe.

—Quizás él sabe cómo detenerla, eso sería lo ideal, pero si lo sabe, ¿por qué no se lo ha dicho a nadie? Lo vas a acostumbrar —sonrió ligeramente.

—No es mi culpa, me hipnotiza con la mirada… —se limpió los dedos con la servilleta, girándose un poco para no ver su cara de ruego —Tal vez no quiere detenerla.

—¿Por qué no querría? ¿Se habrá enamorado de su creación?

—Bueno… yo estaba pensando en que le da mucho poder, ¿no crees?

—Sólo psicológicamente, no creo que pueda controlarla, ¿o sí?

—No lo sé, tal vez sí, tal vez sabe cómo manejar los códigos, pero entonces nos reconocerá al vernos. ¿Crees que deberíamos arriesgarnos? Preguntándole una dirección o cualquier cosa así.

—Podemos ver su reacción. No podrá hacer nada de inmediato de todas maneras y podemos ver si nos reconoce —sonrió un poco, mirándolo a los ojos —Me pregunto si Joe lo reconocerá a él.

—Pues espero que no, o seguro que le muerde —le tocó la cabeza, mostrándole luego su mano vacía para que viera que se había terminado la comida ya —Creo que ya sale —le advirtió, observando a un hombre alto salir con un traje del edificio.

La verdad es que no se veía mucho como el tío triste que parecía años atrás.

—¿Seguro que es ese? —le preguntó Umbrae, aunque habían buscado su foto. Realmente era cierto eso de que los perdedores de la escuela cambiaban mucho —Vamos.

—OK —lo siguió, levantándose y sacando un chicle de su bolsillo.

Aquel hombre iba ahora hablando por su teléfono móvil, no era el mejor momento para preguntarle nada, y a Nash le preocupaba que se metiese en el coche antes de colgar. No podían simplemente interrumpirlo para preguntarle por una dirección.

Umbrae miró a Joe, pero estaba paseando de lo más contento. No se veía alterado por la presencia de ese hombre ni nada parecido.

De hecho los miró sólo un momento antes de meterse en el coche sin prestarles atención alguna, y ellos siguieron caminando porque no tenían más remedio. No podían ponerse a perseguir a un coche.

—Nuestra primera misión como espías, ha sido un fracaso.

—Debimos dejárselo a alguien con un medio de transporte —sonrió el chico un poco abatido, aunque mirando su placa de todas maneras —Puedo buscarlo luego con las cámaras de los semáforos.

—Creo que se nos dará mejor de ese modo —de hecho, tenía su móvil abierto y estaba buscando las conexiones cercanas. Había muchas, pero él tenía un programa para rastrearlas en el callejero. No le era difícil conseguir la IP del móvil que estaba utilizando ese tipo en su coche.

—Eres realmente genial, Nash —Umbrae sonrió orgulloso, tirando un poco de la correa de Joe que se estaba entreteniendo en olerle los zapatos a una señora —¿Lo encontraste?

—Sí, no podré conseguir mucho. Sus mensajes, su agenda y esa clase de cosas, pero es algo —lo miró un momento, mientras se descargaba en su propio móvil el material. La transferencia se cortó de pronto, dejándolo al 20% —Coño… su teléfono me ha bloqueado.

—Eso no es usual —el chico lo miró serio —Supongo que no ha dejado de practicar desde sus días en el club. ¿Crees que es posible que te rastreara de vuelta? Lo tienes bloqueado, ¿verdad?

—Lo tengo bloqueado, y no, creo que era un programa automático… —negó con la cabeza, rascándose la nuca y mirando al coche alejarse —Tal vez se haya bajado algo útil aún así.

—Sí, tal vez —asintió Umbrae, rascándose la nuca —Me hace querer hacer vandalismo… Bueno, no vandalismo.

—Yo estaba pensando en lo mismo, pero… mejor esperar a ver si hace algo cuando descubra que trataron de entrar en su móvil —lo miró, guardándose el suyo tras apagarlo por si acaso —. Si hay que robarle el móvil, yo puedo hacerlo.

—Estaba pensando en entrar a su casa de hecho, pero supongo que deberíamos empezar por algo más pequeño.

—Y se supone que tú eres el buen chico… —alzó una ceja, mirándolo a los ojos.

—No soy tan bueno… —se quejó enrojeciendo y bajando la mirada —Quizás debamos esperar a que hablen con él, tal vez sí nos ayude después de todo. Es sólo que no me inspira confianza.

—Eso es porque pasó de ser un nerdo a ser un tío atractivo —se rio —. Sé que no es por eso, creo que paso demasiado tiempo con Jeff y Crowberry.
—Creo que sí —se rio él también, mirándolo —Te diviertes, ¿no?

—Cuando no estoy pensando en estrangularlos… sí —le sujetó la cintura, caminando a su lado de ese modo —Supongo que tú no.

—No diría que la situación es divertida precisamente, es interesante —admitió —, pero ya lo sabes, todo el mundo está tenso, y Barret está decayendo. No lo preguntaba por eso.

—Ya lo sé, sólo estaba pensando que podrías venir con nosotros alguna vez.

—No puedo dejar de trabajar, tenemos que romper ese código. El que Kevin haya durado tanto es un milagro, y no sé cuánto tiempo más tengamos.
—Como quieras —se estiró, suspirando —¿Así que habéis descubierto el código que utilizan?

—Sólo tenemos el trozo que copió Ransom y ahora el de Sage, no sé qué van a hacer con ese.

—Pero te pregunto si habéis descubierto que código usaban, ¿no era eso lo que ibais a hacer? —suspiró. La verdad es que pensaba que era más útil lo que estaban haciendo ellos.

—Lo siento, estoy cansado —le sonrió mirándolo —Está basado en datos personales, pero aún no lo sabemos todo. Sería útil que nos trajeseis revistas o cualquier otra cosa que encontraseis ahora.

—Bueno… a ver qué encuentran. Estoy seguro de que Barret será concienzudo, y Crowberry… ella es intrépida.


Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte III

De hecho la chica estaba muy bien sentada en el coche de Barret, mirándolo y preguntándose si la iba a reñir en algún momento por poner mal los pies o algo así.

—¿Ya comiste, verdad? Porque podemos parar si tienes mucha hambre…

—Comí algo —le contestó, mirándola un momento —. ¿Tienes hambre tú y por eso me lo preguntas?

—No, es sólo que estás muy callado, y me pone nerviosa el silencio —se rio como si tuviera sentido confesar eso de manera tan directa.

—Lo siento, estaba pensando… ¿cómo es que no le has pedido a Jeff que te acompañase?

—Jeff está ocupado, tiene una cita con Claire. ¿No te lo dijo Ransom? Va a ver si consigue averiguar algo más.

—Sí, creo que me lo dijo, tengo la mente en otra parte —se disculpó, tocando con la mano por el salpicadero hasta coger un cigarro del paquete que había ido de un lado a otro del coche con las curvas.

Se estaban adentrando en la ciudad, y a lo lejos pudo ver el edificio semi derruido del que la chica le había estado hablando, sólo como comentario, aunque él ya había estado pensando en entrar de todos modos.

—Es comprensible. Puedes hablarme si quieres, ¿eh? —le ofreció, aunque el paseo era para distraerlo, pero tampoco quería que estuviese por ahí pensando en eso constantemente y sin poder descargarse.

—No sabría qué decirte, no soy muy bueno hablando de esas cosas. Ni siquiera sé muy bien cómo me siento —le confesó, parando el coche entre los edificios y deteniéndose un momento, mientras encendía el cigarro —. Supongo que inútil principalmente.

—No eres inútil o no te hubiera pedido que vinieras conmigo. Creo que es normal que te sientas así —Crowberry se giró a mirarlo, sonriendo con suavidad —Hemos averiguado muchas cosas, esto va a terminar pronto, ya verás.

—No estoy muy seguro que quede algo de Kevin, incluso si despierta. No estaba bien, y por lo que me parece ahora… no lo sé, tal vez sean esos sueños, pero parece que haya perdido la cabeza.

—Yo no perdería la esperanza. Esos sueños son muy vívidos, pero siempre regresamos a nuestras vidas, ¿no?

—Ni sabe quién soy. Vamos —le pidió, saliendo del coche y mirando al edificio de nuevo.

—Vamos —se bajó también suponiendo que no quería hablar de eso y siguiendo su mirada —Es el único al que no hemos ido.

—Voy a entrar, deberías esperar en el coche.

—Cariño, te pedí que vinieras a acompañarme, no a relevarme. No vine hasta acá para quedarme sentada en el coche, aunque aprecio la caballerosidad —se rio, echando a caminar hacia el edificio, lo cierto es que tenía curiosidad.

—Vale, pero no te separes de mí, si te pasa algo… ya sabes a quién van a echarle la culpa —bromeó, porque no era eso lo que le preocupaba realmente.

—Si me conocen, te compadecerán —se rio de nuevo, esperándolo y sujetando su brazo, aunque pudo notar lo nervioso que se ponía —Es para no perderme.

—Ya —sonrió, tratando de relajarse un poco y mirando por dónde sería mejor entrar. Obviamente había una entrada clara por la brecha, pero era lo menos seguro que se le ocurría. Una de las ventanas del piso bajo estaba sin cristal, el mismo bajo sus pies, o al menos algunos trozos —Con permiso —se disculpó antes de levantarla hasta la misma para que se trepase allí.

Era imposible utilizar la puerta, porque estaba llena de escombros.

La chica se sujetó, cuidando primero de que no hubiera trozos de vidrio apuntando hacia arriba. Se impulsó, entrando en aquel piso semi oscuro y bastante destrozado, y se giró enseguida.

—¿Puedes alcanzar? —se inclinó descolgando un brazo por si necesitaba ayuda.

—No te preocupes, puedo hacerlo y si cojo tu mano te vienes para abajo conmigo —se rio un poco, sujetándose al marco de un salto y subiendo con ella al piso de arriba —¿Sabemos qué piso era el del chico? —preguntó sacudiéndose las manos.

—El cinco, así que vamos a divertirnos un poco más —se rio ella, pateando una piedrita —Lo que cuenta es el gesto. Oye, anda con cuidado, ¿eh? Seguro que esto está inclinado y todo.

—Es mejor caminar por los bordes pegados a las paredes —le advirtió, señalándole para que pasase por delante de él, que pesaba más. Le preocupaba que fuera a desmoronarse el suelo —¿Recuerdas que Ransom soñó que estaba en un suelo que se caía bajo sus pies? Lo leí en sus archivos.

—Sí, pero eso fue en la escuela, ¿no? ¿O no? —no recordaba exactamente, después de todo los sueños iban cambiando de escenarios.

—No lo recuerdo tampoco, pero es curioso, sobre todo porque si te has fijado he dado un volteo alrededor de la ciudad. No ha sido porque sí, estaba intentando averiguar si había más edificios tan derruidos como este.

—No los hay, ¿eh? ¿Qué habrá sucedido aquí? Si hubiera sido un terremoto, habría más escombros.

—No lo sé, ¿tal vez una explosión de gas o algo parecido? Tendré que buscar información restringida. La mayor parte de los datos de este lugar, no son de dominio público. No porque haya nada maldito, si no porque al parecer se pretendía especular con los terrenos y por eso se declaró en abandono… —le explicó.

—Ya…, pero igual no han hecho nada, y eso da pie a rumores, que empezaré yo porque además seguro que son verdad —bromeó tan sólo a medias. No le cabían dudas de que ese lugar no era nada normal.

—Seguro que sí —sonrió un poco, saliendo de aquella casa y abriendo la puerta que daba al pasillo. Las escaleras estaban intactas salvo por un trozo en el segundo piso —. Ve muy pegada a la pared —le pidió, mirando abajo desde el trozo donde faltaba el suelo.

—Vale, si me caigo, me atrapas —se rio la chica subiendo y colocándose tan pegada a la pared que sentía que se iba a fundir con ella.

—Espero no tener que poner a prueba mis reflejos… —le pidió más que advertirle. No quería ni imaginarse la cara de Ransom si le decía que le había permitido ir con él por aquel edificio.

No tenía miedo a las alturas, pero ni siquiera así tenía ganas de mirar abajo.

Cuando llegaron a la siguiente planta, la misma estaba casi por completo en buen estado, al menos a primera vista —Procura no pisar el suelo en esa zona de todas formas.

—Vale —Crowberry se rio en bajito porque era un poco absurdo entrar en un edificio tan desvencijado y aún así sentirse como si fuera con su jefe de campamento o algo así —Es raro, ¿no? No hay casi polvo aquí.

—Sí, es muy extraño, pero seguro que existe un fenómeno explicable… —casi se dijo a sí mismo, sólo porque no quería ni pensar en cosas demasiado extrañas cuando ya le bastaba con los peligros físicos —¿Puedo preguntarte algo?

—Claro, mi vida es un libro abierto. Sólo depende de la página en la que esté —sonrió, subiendo de nuevo, aún sin despegarse mucho de la pared. No creía que fuera un fenómeno explicable, pero quizás estuvieran bien mientras no se desviasen del camino.

—No es nada personal, es… sobre tus sueños. ¿Alguna vez Ransom no te reconoció, o alguno de los demás?

—No recuerdo eso… —lo miró, encogiéndose de hombros —No creo que haya tenido muchos sueños conjuntos de todas maneras. La última vez… las dos últimas veces… —se estremeció mirando hacia el frente de nuevo —Ransom estaba muerto.

—¿Muerto? Creo que sólo intenta jugar con nuestra mente, no significa nada. De hecho, he estado pensando en que tal vez me hace eso para que me desespere e intente ver el video.

Eso no es todo, he recibido varios emails remitidos desde mi propia dirección. Supuse que eran virus, pero no los borré, abrí uno de ellos, había un video en el interior.

—¡No lo veas! —Crowberry se giró inmediatamente, mirándolo a los ojos y negando con la cabeza —No lo veas, esos emails vienen de ella. Un momento… ¿Se los has mostrado a los demás, verdad?

—No, y podría decirte que no sé por qué no lo he hecho, pero mentiría. La verdad es que no quería que me quitasen el privilegio de decidir por mí mismo si deseaba verlo o no. No sé por qué te lo he dicho a ti, supongo que porque eres una chica —le contestó sinceramente, mientras subía las escaleras tras ella.

—¿Y soy inofensiva? —sonrió de nuevo —No lo veas si quieres ayudar a Kevin, sólo te condenarás a ti mismo y ya no podrás mostrarle la realidad. Lo que estaba pensando es que todos hemos recibido esos emails, nunca fueron algo comprensible, pero si los juntáis todos, podrían ayudaros con lo del código.

—Sí, se lo mostraré, supongo que tienes razón —admitió, rozando el pasamanos un momento y apartando la mano por si estaba muy sucio —. Y no, siempre me ha sido más sencillo hablar con mujeres, creía que era así para todos los hombres. Uno no quiere confesarle sus miedos a otros hombres, es incómodo.

—Oh, bueno, puedes hablar conmigo cuando quieras, prometo guardar el secreto —le aseguró exhalando —Por cierto, Barret, es una pesadilla, lo que está viviendo Kevin. No es algo que él esté creando.

—No lo sabemos realmente, ¿verdad? —le preguntó sinceramente, fijándose en cómo subía las escaleras —¿Por qué suspiras? ¿Te ha molestado?

—No, claro que no. ¿Por qué me molestaría? —sonrió de nuevo —Es sólo algo que comprendo demasiado bien, el dudar de ti mismo, el preguntarte si serías capaz de hacer algo así…

—No, sólo juega con nosotros —le aseguró, mirando a la pared para averiguar en qué piso estaban ya. Era el cuarto y seguía viéndose de la misma manera, había poco polvo, aunque sí algunas botellas de plástico vacías y bolsas de entremeses —¿Sabemos qué estamos buscando exactamente? Algún tipo de almacenamiento de datos, ¿no?

—Sí, o un CD. Todo lo que podamos llevarnos de hecho. Si no está aquí, también podría estar en una taquilla… de la escuela quizás. Encontramos unas llaves…

—Deberíamos ir a mirar. ¿Las tienes ahí? —le preguntó calmado y sin percatarse realmente del peligro que podía entrañar entrar en aquel edificio.

—Sí, pero… ¿no has ido a la escuela en la vida real, verdad? —le preguntó, deteniéndose, por alguna razón, sin atreverse a dar ese paso extra que la llevaría al piso quinto.

—Claro que sí, no soy iletrado —bromeó un poco, sólo por su cara de seriedad —. No, no he ido antes, ¿por qué?

—Pues… quizás a ti no te afecte, pero siento que está allí. Cada vez que vamos pasa algo, vemos algo… Ayer miré desde una ventana y vi una silueta en la escuela, mirándonos…

—Será mejor que esperes en el coche entonces —le tocó el hombro, subiendo al quinto piso delante de ella y mirando al descansillo —¿Cuál es la puerta?

—La de la derecha, y no, es estúpido, pero no puedo dejarte entrar solo —negó, sonriendo un poco para tranquilizarlo.

—Pero no me sucederá nada a mí, tal vez sea más peligroso si entras, que si te quedas afuera —le aseguró, acercándose a la puerta y tocando el pomo de la misma.

Estaba firmemente cerrado con llave desde adentro, forcejeó un momento, y luego se golpeó contra ella con el hombro, haciendo que la misma temblase, pero también provocando que se desprendiesen piedras abajo.

Se detuvo de inmediato, antes de seguir tratando de abrirla —Creo que esto es muy peligroso tal y cómo está el edificio.

—Lo es, pero ya llegamos hasta aquí —la chica alzó una pierna pateando la puerta con fuerza, pero se cayó al suelo cuando el piso entero pareció temblar —Oh, mierda… Lo siento.

—No te disculpes y vámonos antes de que ocurra una desgracia —le sujetó una mano para ayudarla a levantarse, pensando en aquellas escaleras tan peligrosas de nuevo.

La chica no protestó esta vez y se levantó enseguida dirigiéndose a las escaleras, pero no sin lanzarle una última mirada a aquella puerta. Estaba convencida de que allí adentro estaba lo que necesitaban, la etapa final tenía que ser la más difícil, ¿o no?

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte IV

Jeff había llegado cinco minutos antes a la cafetería, como acostumbraba cuando tenía una cita, y siguiendo el consejo de Crowberry se había puesto una camisa y un pantalón de traje, claro que no iba precisamente serio, se veía desenfadado de todos modos.

Hizo ademán de levantarse cuando llegó Claire, casi tomándolo por sorpresa porque estaba mandándole mensajes molestos a Sage mientras tanto y no la había visto llegar.

—¿Cómo estás? —la saludó, estrechando su mano suavemente antes de sentarse bien de nuevo —Creía que los abogados trabajaban incluso los domingos —bromeó a medias.

—No tengo ningún caso urgente ahora —le aseguró sentándose sin dejar de sonreír —Además no sólo soy una abogada.

—No, eso puedo verlo —sonrió de nuevo, silenciando el móvil mientras se lo guardaba en el bolsillo —Yo sigo trabajando en lo mismo que cuando te visité. Incluso he ido al lugar, ¿tú has vuelto a ir?

—No, no en años. La zona entera está abandonada. ¿Fuiste a tomar fotos?

—Sí, hemos tomado unas cuantas, entrado en el colegio… —sonrió más, llamando al camarero mientras charlaban, con un gesto —incluso hemos estado echando un vistazo a las fichas que quedaron allí, no vayas a denunciarme a la policía.

—No lo haría, aunque como abogada me hace sentir algo incómoda —se rio brevemente, mirándolo a los ojos —¿Por qué haces eso? Es más efectivo contactarlos buscando en el anuario, ¿no? Y de todas maneras esas fichas no son válidas ya. Casi todos vivíamos en ese barrio.

—Sí, no me sirven de nada, Claire, es la curiosidad del periodista —le contestó, sonriendo ligeramente y apoyándose contra el respaldo —. Eres abogada, no fiscal, no finjas que te pone incómoda engañar a la ley.

—Qué mal concepto tienes de la abogacía —bebió del vaso de agua que tenía enfrente, observándolo —Ahora explícame por qué el interés en un edificio tan viejo.

—Es interesante, lo comprenderías si lo visitases de nuevo, ¿no sientes curiosidad? —le preguntó, sonriendo y esperando a que pidiese un café. Poco a poco veía como el tema la tensaba —¿Sabes lo que es extraño? No encontramos okupas en toda la zona.

—Es una zona alejada, ahora que todo ha cerrado. No sé quién querría vivir allí —sonrió tocando el borde de la mesa con un dedo —No me digas que sólo me has invitado para esto…

—¿Debería ser sincero? —sonrió, moviendo un poco la cabeza y mirándole las piernas —No ha sido por eso —le contestó, imaginando la mano de Sage apretándole la cabeza con más fuerza cada vez.

—Menos mal, empezaba a decepcionarme —su sonrisa se hizo más abierta y más cálida, y su mano se relajó sobre el mantel.

—No te habría llamado un domingo para hablar de trabajo, creo que es pecado —bromeó, como si le importase en lo más mínimo —Aunque pensé que te gustaría charlar de tu etapa adolescente, a todos nos gusta, ¿no?

A menudo pienso en si pudiera volver atrás, sabiendo lo que sé ahora —se rio, ya que no mentía.

—Creo que nos pasa a todos —asintió sin apartar la mirada de su cara y sin dejar de sonreír de aquella manera —, pero es mucho mejor ser adulto, ¿no lo crees? Libertad, independencia financiera.

—¿En serio te crees eso de la libertad? Creo que era mucho más libre antes, sólo teniendo que dedicar unas horitas al día a estudiar y sin tener que trabajar y etcétera —se tocó el cabello, moviéndose un poco —Por cierto, encontramos esto —le dijo antes de tomar la fotografía y mostrársela —Eres tú, ¿no?

—Sí… —la miró poniéndose seria por un momento sin poder evitarlo, de hecho incluso algo pálida —¿Dónde encontraste eso? Creo habérmelo llevado todo cuando me mudé.

—Estaba en el colegio —la apoyó sobre la mesa, acercándola hacia ella por si la quería, o más bien por si quería cogerla y de qué modo. No se le pasaba por alto su reacción al verla —No me digas que tenías un stalker…, todas las chicas guapas tienen uno —quiso bromear para tranquilizarla.

—Prefiero decir que tenía admiradores —contestó, tocando el borde de la foto con dos dedos, como si el sólo tenerla allí la fuera a ensuciar.

—¿Sí? Claro, no me sorprende —giró la cucharilla en la taza para revolver el café, observando su mano y alzando la vista a sus ojos entonces —¿Hay algo que te preocupa?

—No, no, claro que no —sonrió enseguida, retirando la mano y alzando la mirada —¿Cómo me va a preocupar algo así? Eran cosas de chiquillos, es sólo que espero que no te pongas a hablar de stalkers en tu reportaje.

—Claro que no voy a hablar de eso. Sólo del lugar y lo que se podría aprovechar en un terreno tan grande si alguien financiase el reconstruirlo, por ejemplo para hacer casas de acogida —le explicó, sonriendo levemente y mirándola, seguro de que era el momento de dar un poco más —. Quiero saber más de ti, es todo. Veo esta clase de cosas y me da curiosidad, supongo que debías ser muy popular.

—Lo era, no tengo problemas en admitirlo —sonrió más ampliamente revolviendo su propia taza de café ahora —Apuesto a que tú también, tienes ese tipo de sonrisa.

—Más o menos, digamos que era popular con algunos —se rio, sacando la cucharilla y dejándola sobre el plato —Puede que me metiese demasiado con los pringados, ahora que lo pienso —admitió, aunque nunca lo había hecho cruelmente, sólo que tal vez no se había dado cuenta hasta ahora, de lo mucho que les podía haber afectado sus bromas.

—¿En serio? Bueno, supongo que no se puede evitar. Cuando eres joven te dejas llevar a veces por ese tipo de cosas.

—Yo me metía con todos, populares o no —se rio —No he cambiado mucho.

—¿No? Pero no te has metido conmigo —se rio ella, señalándolo luego —No lo hagas, ¿eh?

—No, demasiado atractiva, además, es difícil ganarle a una abogada —bromeó, mirándola —. Cuando estuve llamando a tus compañeros, algunos ya no tenían ese teléfono por cierto. Pero hubo dos que me enteré de que habían desaparecido. Bueno, en realidad tres, pero el último no me enteré llamando. ¿Lo sabías?

—No… No. Ya te dije que me mantengo en contacto con muy pocos, ya sabes cómo es. Desaparecidos, ¿eh? ¿Seguro que no se fueron del país simplemente?

—Eso pensé yo, que seguramente eran amigos y huyeron juntos. Desaparecieron todos juntos —le mostró su libretita donde tenía los nombres —Fueron estos tres.

—Ya… no… no los recuerdo sinceramente. No creo que estuvieran en mi círculo —mintió, bebiendo del café y mirando hacia afuera del local por un momento.

—No, supongo que no —la miró, seguro de que sabía algo y guardándose la libreta con una satisfacción secreta —Claire, tengo que preguntártelo, ¿realmente no te sucedió nada con esta gente? ¿Son los que te tomaban esas fotografías? Te ves un poco… nerviosa.

—Claro que no, ya te dije que no los recuerdo —sonrió moviendo una mano como al descuido —Quizás si viera sus fotos, pero no es como que me hayan traumatizado o algo así. Sólo es una foto.

Jeff la cogió de hecho, mirándola.

—Porque puedo ir a buscarlos y pegarles si quieres —se rio, dejándola sobre la mesa de nuevo —. A mí me molestaría.

—Me molestaba, pero soy una adulta ahora. ¿O todavía le guardas rencor a tus rivales de la adolescencia? —se rio quitándole importancia al asunto.

—La verdad es que sí, los saludo y les sonrío… después hago un comentario malicioso —se rio, la verdad es que no tenía mucho de mentira aquello —Supongo que no soy tan maduro.

—Lo que necesitas es alguien que te llene por completo y te haga olvidar esas cosas —se apoyó en una mano, sonriendo y moviendo una pierna por debajo de la mesa —Seguro que ellos también han seguido con sus vidas.

—Es probable, sí, aunque seguro que siguen soñando conmigo por las noches —sonrió, apoyando un brazo en el reposabrazos, sin mover la pierna que le había rozado con el zapato —¿Tú lo haces?

—¿Soñar contigo? Todavía no…

—Eso es porque no has visto nada todavía —sonrió, llevándose la taza de café a los labios. Claro que ya había acordado con Crowberry que lo llamase al cabo de una hora para darle una excusa urgente por si acaso, pero le daba la impresión de que sacaría más sin escaparse. No quería morir luego sin embargo.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte V

Barret alzó la vista a la parte de arriba de la puerta del colegio, en realidad por curiosidad. Era un colegio muy antiguo, él no sabía mucho de arquitectura, pero empezaba a dejar de extrañarle que hubieran declarado aquella zona en abandono. Era mejor que ponerse a restaurarlo todo, al menos para el gobierno.

Empujó la puerta, adentro había bastante claridad a aquellas horas. Por el suelo se arremolinaba el polvo, hojas secas que el viento había colado y restos de material escolar.

Crowberry se había quedado en el coche, y estaba mirando impacientemente por la ventana. Le había hecho caso finalmente porque no quería ponerlo en peligro, pero de todas maneras estaba nerviosa y casi parecía que se fuese a lanzar del coche.

Finalmente se bajó, apoyándose contra el mismo.

—¿Estás seguro de que vas a entrar solo? Tampoco está en muy buenas condiciones.

—No me preocupa que se me caiga encima —le aseguró, tal vez tenía miedo de quedarse en el coche ella —Está bien, ven.

—Vale —pegó un ligero salto y correteó hasta él, sonriendo un poco —Me quedaría demasiado nerviosa aquí de todas maneras.

—Ya, ya lo sé, luego eres capaz de entrar sola y es peor —le tocó la cintura un momento y luego enrolló unos cuantos papeles del suelo para trabar una de las puertas, ya que la otra aun conservaba el segundo para fijarla abierta —Un problema menos —le dijo antes de seguir adentrándose, acercándose a las escaleras y mirando arriba.

—Por eso eres militar, los militares siempre saben prevenir, ¿no? —lo siguió, pensando en eso, ya que la hacía sentir más segura —Hay taquillas abajo y arriba, pero creo que las de abajo eran para le gente que trabajaba aquí. Están cerca de la dirección.

—Sí, imagino que arriba están las de los estudiantes, así que, podemos subir allí directamente, o echar una ojeada a las de abajo si quieres —la miró, dejándola elegir ya que claramente tendría más conocimientos del lugar que él.

—Vamos a los de arriba, si no encontramos nada, bajamos de nuevo y estaremos más cerca de la salida —le pidió, aunque no es que tuviese muchas ganas de subir.

—Está bien —sonrió ligeramente porque parecía asustada, pero a él no le inspiraba ninguna desconfianza el lugar. Sólo le parecía un edificio viejo y abandonado, que no representada ningún tipo de peligro. En todo caso, era mejor que aquel otro edificio desmoronándose.

El pasillo que había escaleras arriba, era amplio y no costaba imaginarse a los estudiantes recorriéndolo. No había muchas taquillas, ya que no era un colegio extremadamente grande, pero las mismas se extendían como hileras a ambos lados.

—Habrá que revisarlas… —la chica se acercó un poco, pero no se separaba mucho de Barret —Traje las dos llaves, podemos buscar cada uno en un lado, pero de allá hacia acá.

Barret las cogió, mirándolas y colocando una junto a la otra, efectivamente eran dos llaves iguales.

—Está bien, pero no te separes mucho —le pidió, comenzando por la esquina y comprobando que la llave entraba, aunque no giraba —Sin duda son de las taquillas, sólo hay que descubrir de cual. Al verla, pensé que podía ser de un cajón.

—Bueno, esto de las taquillas se le ocurrió a Jeff, yo tampoco lo había pensado —le aclaró, probando otra y sin lograr abrirla. Por supuesto que no pensaba separarse de él. Todo parecía estar bastante tranquilo, se preguntaba si era debido a su presencia.

Barret metió la llave en uno que estaba abierto sin darse cuenta, y se cayeron al suelo unas zapatillas viejas. Dentro había una carpeta con papeles, un par de libros y algunos recortes de revistas en la pared, incluida una foto de un chico supuestamente popular con un corazoncito en la esquina.

Lo cerró de nuevo y siguió comprobando las cerraduras.

—Si alguien consideró que era seguro guardar algo aquí, es porque lo hizo después de haberse cerrado el colegio, ¿no crees? No son muy difíciles de abrir a la fuerza.

—Sí, es muy posible. Seguían reuniéndose en esta zona después de todo —la chica abría las que encontraba abiertas como si le fuera a saltar el diablo y así mismo las cerraba, sobre todo una en la que había encontrado un insecto muerto.

Barret se giró un poco hacia ella, sonriendo.

—Puedo hacerlo yo si lo estas pasando mal —le advirtió, sintiendo que le iba a entrar la risa en cualquier momento —No tenemos tanta prisa de todas formas.

—No, estoy bien, es más rápido si lo hacemos los dos. No te rías —se rio ella al girarse y ver la cara que tenía —Vale, seré más profesional.

—No tienes que serlo, así está bien —sonrió un poco, continuando y sintiéndose agradecido por haberla acompañado. La verdad es que necesitaba sentirse útil y “persona” para no volverse loco.

Se giró al escuchar como la llave que tenía la chica, se giraba en una cerradura.

—Oh, Barret, ven aquí —le pidió ya que no se atrevía a descubrir lo que había adentro sola.

Lo esperó, abriendo la puertecilla y encontrando una caja adentro. Le daba miedo tocarla.

—A ver, deja que yo lo haga —le pidió él, apartándola suavemente y colocando la caja sobre el marco de la ventana para que ambos pudieran ver lo que contenía.

Era una caja sencilla, de madera, pero tenía cinco ruedas de metal con números —Mi madre tiene una de estas, tienes que poner una combinación de números concreta para abrirla, por dentro son de metal —le explicó —Si no lo conseguimos, no te preocupes, hay otros medios —le aseguró, pero tenía curiosidad por la combinación, tal vez tuviese que ver con el código.

—Vale, pero seguro lo conseguimos, con tu cerebro estratega —sonrió un poco, observando la caja —A veces es una combinación súper sencilla.

—No lo sé, tendríamos que examinar su ficha, puede ser una fecha, o un nombre, unas iniciales… Contar las letras del abecedario y sustituirlas por números es lo más normal. Creo que podemos supones que la clave no es Claire entonces —sonrió, mirando a la caja pensativo, y alzando la mirada un momento por la ventana, ya que le había parecido ver pasar a alguien por detrás de su coche, que estaba aparcado en la entrada.
Sin embargo, no vio a nadie.

—Hum… ¡Vera! Intenta con Vera, es el nombre de Claire en el juego —le sugirió, remeciéndole un brazo porque se había emocionado de más.
Barret probó enseguida, poniendo el 0 delante primero, y luego detrás, pero no encajaba. Suspiró ligeramente probando una vez más.

—Creo que tiene varias combinaciones, porque… parece que no se fuera abrir simplemente. Me pregunto si recuerdas este código antiguo. No sé mucho de informática, pero al menos la edad me da para pensar en eso. Llevo unos días pensándolo de hecho, pero no quería quedar en ridículo.
Creo que la V es 118, E es 101, R 82 y A 65 — enumeraba mientras ponía los números, giraba la rueda horizontal una vez por cada letra. La cajita se abrió con un click dejando sorprendido al que acababa de introducir el código.

—Wow, no puedo creer que un militar nos ganase a todos con un código… Felicidades —sonrió la chica, algo roja, aunque realmente era un código antiguo.

Dentro de la caja había, tal y como habían esperado, una llave USB, así como una pequeña libreta de apuntes.

Barret miró cómo la abría, apoyándose en el marco de la ventana con un brazo y observando algunos apuntes descoloridos en una letra bastante mala y diminuta para su visión.

—¿Entiendes lo que dice? —lo que comprendía, parecía ser alguna escena del juego descrita o algo así.

—Creo que es el plan final del juego, tiene descripciones y luego algunas cosas escritas en código… —alzó la mirada, sonriendo —Creo que dimos con la clave.

—¿Tú crees? Puede que sólo sea la clave de esa caja. Sólo la probé porque la caja era muy antigua y pensé que podía ser alguien un poco… “retro” —se explicó, seguro de que no podía ser tan sencillo como para haberlo adivinado él.

—¿Por qué no? Es posible y de todos modos, seguro que en esta libreta hay más pistas —la movió un poco frente a él, queriendo abrazarlo de pronto, pero seguro que se espantaba y luego se lo decía a Ransom y luego Ransom se celaba, y a lo mejor sí le convenía hacerlo.

—Está bien, te dejaré pensar que soy el héroe por hoy —sonrió ligeramente, cogiendo la caja de todas formas, quería llevársela por si podían encontrar huellas todavía o cualquier otra cosa de ayuda —. Será mejor que nos vayamos antes de que empiece a oscurecer, ¿no tenías que llamar a Jeff para rescatarlo?

—Oh cierto, me va a matar —se rio, sacando su móvil y llevándoselo al oído. Por un momento sólo pudo escuchar estática, lo apartó nerviosa —Qué raro… No… no hay señal aquí, tenemos que salir, lo había olvidado.

Estaba mirando el móvil de nuevo, si no había señal no debería haber escuchado eso tampoco.

—Cierto, estamos demasiado acostumbrados a las comodidades —le tocó la cintura para que lo acompañase escaleras abajo, pero en parte lo hacía porque le había parecido nerviosa.

Se quedó quieto un momento, sin soltarla y a punto de bajar el primer escalón. Se estaban escuchando ruidos abajo, y de pronto claramente se pudo oír cómo se cerraban los portones que Barret había dejado anclados.

—Oh por dios… Esto no debería pasar, tú estás aquí —se quejó como si eso tuviera algún sentido —¿Qué hacemos? Debe haber otra salida, nunca la he visto…

—Primero, tranquilízate. Antes me pareció ver a alguien pasar por detrás de mi coche. Recuerda que hay gente muy viva metida en esto, incluso es probable que nos hayan estado siguiendo. No creo que los fantasmas tengan la necesidad de cerrar puertas —le sujetó la mano, bajando con ella las escaleras, por supuesto por delante —¿Hay alguien ahí? —preguntó al vacío de la entrada.

—Es que siempre está aquí… —susurró la chica que se había convencido de eso. Por lo menos, si había estado a punto de olvidarlo, ya eso no era posible.

Apretaba la mano de Barret mirando a todos lados con terror.

—¡Ah! —pegó un grito cuando una de las puertas abiertas en el pasillo, se cerró súbitamente de golpe.

—Si es alguien jugando con nosotros, sólo tenemos que salir de aquí —le aseguró, sacando el cerrojo superior de la puerta y tratando de abrirla, pero era como si la hubieran cerrado con llave o algo así —. No te muevas de aquí —le pidió, utilizando las dos manos con el mismo resultado, y asomándose luego por el cristal para ver si afuera había alguien, nada —Podemos dar la vuelta e intentar salir por el patio, o puedo romper la ventana.

—¡Como sea! ¡Lo más rápido! No creo que estén jugando… No otra persona por lo menos. Barret, la última vez que vinimos murió alguien… —se sujetó a su brazo de nuevo, confesando aquello por el espanto que llevaba —Y está muerto de verdad, lo vimos en el periódico.

—¿Por qué no lo dijisteis? —Barret no tuvo mucho tiempo a sorprenderse antes de que la puerta comenzase a sacudirse desde afuera como si alguien intentase entrar y no pudiese, o como si estuviese haciendo eco de los forcejeos de Barret antes.

Sujetó una de las sillas metálicas que había abandonadas en la sala y golpeó el viejo cristal contra la misma. Empujando con el brazo los cristales para no cortarse al subir. Se asomó a mirar afuera, pero realmente no veía a nadie —Tú primero —le dijo entonces, alzándola por la cintura sin darle tiempo a objetar.

—Barret… —no tenía opción de todas maneras y prácticamente se lanzó al otro lado, golpeándose con el pavimento. Se puso de pie enseguida, no había nadie afuera, y sujetó la puerta, tratando de abrirla, por si acaso.

Barret saltó afuera sin demorarse, mirándola un momento para asegurarse de que estaba bien y haciendo lo mismo que ella. Era como si la hubiesen cerrado con llave.

—Será mejor que nos vayamos, creo que tienes algo que contarme por el camino —le dijo antes de llevársela hacia el coche —. Te llevo al cuartel.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte VI

Sage estaba bebiendo de su taza de café por momentos, y tecleando casi continuamente por otros.

De hecho los dos estaban trabajando, cada uno en su propia versión del código, tan concentrados, que les tomó unos segundos darse cuenta de que alguien había abierto la puerta.

—Alguien necesita un descanso —murmuró la chica, localizando a su novio enseguida y dirigiéndose allí.

—¿Y tú aquí? —se sorprendió, aunque levantándose para recibirla, y besándole los labios.

—Encontramos algo en el colegio —les explicaba Barret —. Había una caja dentro de una de las taquillas.

La puso encima por si querían verla, aunque ya la había embolsado al entrar.

—Y tú querías verme —añadió Crowberry —Mira… Es posible que hayamos dado con el código.

Sage se había levantado también, acercándose enseguida.

—Creí que nosotros nos estábamos acercando. ¿Cuál creéis que sea?

Abrió la caja, observando la libreta y el USB, tomándolo de una vez.

—Déjame un momento —Barret utilizó su ordenador para buscar aquel código antiguo con sus valores y Ransom lo miró por largo rato, antes de empezar a utilizarlo para descodificar los trozos que tenían. Obviamente el resultado era otro código, no un mensaje ni nada por el estilo. Pero era un código de programación normal, que todos podían comprender.

—¿Cómo lo habéis conseguido? —preguntó.

—Es un código antiguo que ni siquiera se utilizaba cuando yo era niño. No sé por qué pensé en él… —le confesó Barret.

—Cuesta creerlo, después de tanto pensar, alguien lo descubre por casualidad —casi se quejaba Ransom.

—Será porque pensamos demasiado, la mente se atasca —asintió Sage que acababa de conectar el USB —Tiene una clave esto también.

—Quizás está en la libreta —sugirió la chica, entusiasmada porque sentía que por fin avanzaban.

—¿Crees que alguien dejó eso ahí para que lo encontrásemos? Bueno, no nosotros, pero alguien envuelto en este problema —sugirió Barret.
—Yo ya pienso que todo es posible —Ransom se rascó la frente, suspirando.

—La clave de la caja era VERA —le dijo Barret por si pudiese ser la misma.

—No es esa… —resopló el rubio pasándose una mano por el cabello.

—Intenta la original: Claire —sugirió la chica, que estaba pasando las hojas —Aquí está cada escena, con su respectiva clave de programación.

—Y tranquilo, ya hemos avanzado al menos —le pidió, apretándole los hombros un momento. Pero Claire sí que les dio acceso al contenido del USB —¿Qué es? —preguntó porque no comprendía.

—Parece el juego, en desarrollo —le contestó Ransom que estaba como en otro mundo ahora mismo —Hay un archivo de texto ahí, un read me. Mira a ver si es un mensaje para alguien —le pidió a Sage, señalando.

El rubio lo abrió, leyendo.

“Está casi listo, sólo necesita un buen final. El demo está en el USB para subirlo. Todo lo demás son finales de prueba. Sólo quedas tú para ayudarme. Voy a seguir trabajando por mi cuenta mientras.”

—¿Quién creéis que escribió esto y para quién? —preguntó Barret.

—No lo sé, pero tiene finales de prueba, ¿deberíamos mirar qué sucede en los mismos? —preguntó Ransom.

—La letra no es de mujer —comentó Barret, de nuevo fijándose en la libreta.

—¿Por qué dices eso? —le preguntó Crowberry sin comprender, sentándose sobre la mesa.

—Las mujeres no suelen escribir de este modo, a eso me refiero —le dijo Barret, examinando la libreta mejor —Una letra tan estirada e inclinada, suele ser de hombre. Claro que hay de todo —la miró, por si es que se parecía a su letra o algo así.

—Pero no sé por qué pensaste que sería de mujer —le aclaró sonriendo un poco.

—Estaba analizándola —Sage los miró, girándose en la silla —Estoy de acuerdo con Ransom, miremos los finales.

Barret prefirió no aclararle que nunca había pensando que fuera de mujer, sólo estaba evaluando las posibilidades entre los tres desaparecidos.

—Creo que no debería quedarme aquí, por si acaso. Voy a ver cómo sigue Kevin —se disculpó.

—Está bien —asintió Sage, mirando a la chica luego y a Ransom —Puedo encargarme yo si queréis.

—Se lo voy a decir a Jeff —lo amenazó ella.

—¿El qué?

—Que te quieres hacer el héroe de nuevo…

—No me hago el héroe, por dios.

—Sí, ¿por qué no vas a decírselo a Jeff? —le pidió Ransom, echándola también de hecho, aunque más tenía cara de estárselo pidiendo.

—Y tú crees que soy tonta —le sujetó la cara, mirándolo seria a los ojos, y besándolo profundamente luego —Espero que me llames en una hora exactamente.

Ransom sonrió, esperando a que cerrase la puerta y sentándose con Sage para ver los finales. Sólo esperaba que Jeff estuviese cerca, antes de que Crowberry buscase cómo divertirse de alguna otra forma.

—¿Puedes ejecutarlos así como así o hace falta algún programa? —le preguntó, acercándose a su monitor.

—No, tiene su propio archivo de ejecución —sonrió un poco, tocándolo y esperando mientras se cargaba —¿Está seguro de que quieres verlos conmigo? Todavía estás a tiempo.

—Dale, no te he estado soportando todos estos días para ahora dejarte ahí —le tocó el dedo para hacer un segundo click y se cruzó de brazos, sentándose mejor contra el respaldo. No hacía falta aclarar que bromeaba, y no sentía que Umbrae no estuviese allí.

Estaba seguro de que iba a molestarse, pero quería protegerlo.

La pantalla se puso en negro antes de que comenzase un video. Tal y cómo se comprendía por el opening que habían visto, y lo que veían ahora en pantalla, el fantasma de Vera había estado haciendo que varias personas muriesen en supuestos suicidios brutales.

En la escena, dos chicos, supuestos protagonistas probablemente, hablaban de que ella los había castigado por ser crueles con ella al punto de hacerla suicidarse.

A continuación aparecía algo un poco cursi y aleccionante además de emotivo.

Ransom miró a Sage, negando con la cabeza.

—Eso no encaja, ¿verdad? ¿Crees que hicieron el juego para ponerla en su lugar? Para convertirla en la bulilleada, que se venga. Aún así este final es bastante… amable. Pon otro.

—Sí, por algo dijo que no tenían un buen final —Asumía que con eso de “un buen final” se refería a uno terrible realmente. Tocó el que seguía, y el ciclo se repitió: la pantalla se puso negra y luego comenzó aquel video.

Era la misma escena, pero los dos personajes que quedaban eran otros. Esta vez, en vez de meditar sobre lo que había sucedido de aquella manera arrepentida y emotiva, empezaron a pelear entre ellos, culpándose el uno al otro de lo sucedido.

La situación escaló hasta que terminaron matándose entre sí, incluso cuando uno de ellos había tratado de detenerse en el último momento.
Ransom alzó una ceja, mirándolo.

—Esto me suena, ¿sabes? Crowberry yo siempre nos matamos el uno al otro, en sueños —se rascó la nuca, suspirando y presionando el último.

La pantalla se puso en negro una vez más y siguió negra, y así poco a poco, comenzaba a aparecer en medio de aquella oscuridad, la silueta de la chica de sus pesadillas, hasta que estuvo allí mismo, mirándolos fijamente.

No parecía un dibujo, parecía ella absolutamente. Dos rayas fucsia cruzaron la imagen antes de que se desvirtuase y el ordenador de Sage se apagase por completo.

El rubio tocó la tecla de enter y luego intentó abrir el administrador de tareas para cancelar el juego, pero no respondía para nada. Era como si se hubiera quemado.

Ransom sacó el USB de una vez, tratando de encender el portátil del rubio de nuevo, pero era imposible.

—Está muerto… —le dijo sorprendido, mirándolo a los ojos con la misma cara de frustración y sorpresa —¿Qué acabamos de ver? ¿Era un final programado? ¿Hicieron eso adrede o era ella?

Quizás un virus… Es la respuesta lógica, pero… —No lo sentía así, le parecía que lo había mirado directamente a los ojos —¿Quién es ella realmente, eh? Claire está viva. ¿Con qué se toparon entonces?

—No lo entiendo, y hasta que no entendamos eso, no sé qué vamos a hacer. Y a ver quién le dice ahora a esos dos que hemos perdido todo lo que teníamos en tu ordenador. Y que si metemos este USB en otro, puede que sólo consigamos quemarlo también.

Yo tengo un montón de ordenadores viejos, puedo intentarlo, separándolos para que no me infecte todos en cadena.

Necesitamos saber si había algo más en este USB.

—Sí, será lo mejor, y no me he rendido, ¿eh? Intentaré recuperar la información de alguna manera. No es posible… De todos modos envié copias de algunos archivos a vuestros correos —le sonrió un poco, aunque seguía tenso por dentro y se le notaba por su manera de moverse.

—¿Vamos a mi casa para no perder más tiempo? —le preguntó Ransom enseguida, seguro de que estaba tan ansioso como él.

—Sí, vayamos, será lo mejor. Quizás si copiamos el archivo y lo ponemos a correr desde el ordenador… —empezó a sugerirle mientras ya se levantaba, cogiendo sus cosas.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte VII

—No creo que Ransom lo deje, ¿eh? Así que no te preocupes, pero querían que reportara… pues reporto —la chica le sonrió a Jeff, de una manera significativamente vengativa. Tampoco la tranquilizaba mucho el que Ransom la hubiera sacado de allí.

—Creo que esos dos se llevan demasiado bien… son capaces de taparse el uno al otro sus mierdas de ideas —le advirtió, cruzándose de brazos, apoyado contra el capó de su coche, que había aparcado cerca del cuartel.

Los vio salir con los portátiles en mano y se levantó —¿Dónde vais?

—A mi casa, a mirar una cosa. ¿Vais juntos mientras?

—¿A dónde? —Jeff miró a Sage, con sospecha.

—A beber un café, no lo sé… —Sage exhaló, acercándose ya que conocía esa cara —Supongo que podríais tratar de hablar con ese hombre, el que no ha desaparecido.

—Bien, ¿pero qué estáis tramando? —les preguntó desconfiado, aunque no iba a rechazar el “permiso” para hablar con ese tipo.

—No tramamos nada, se ha estropeado el ordenador de Sage. Avisa a Barret, yo voy a llamar a Umbrae —le avisó al rubio antes de besar a su novia —Nos vemos luego, no hagas nada loco.

—Yo nunca hago nada loco, todo tiene su lógica dentro de las circunstancias —le sonrió la chica mostrándole un dedo —Tú no hagas nada extraño…

—Y tú menos —le susurró Sage a Jeff —Si puedes averiguar a dónde va luego de que habléis con él tanto mejor, ¿eh? Pero no te arriesgues.

—OK… —le contestó con sospecha, dejándolo irse y mirando a Crowberry a los ojos —Definitivamente están tramando algo, casi me dan ganas de seguirlos a ellos en lugar de al tipo ese. ¿Llamamos a Nash?

—Claro que sí, es parte del equipo —se rio, sacando el móvil ya —Y sí, se creen muy astutos, ¿eh? Pero ya verán.

Jeff le abrió la puerta del coche, dejándola pasar y sentándose al otro lado. Esperó a que terminase de hablar por teléfono y la miró.

—Estoy nervioso… ¿estás nerviosa? ¿Qué dice Nash?

—Que nos encontramos frente al café, y que ya llamaron a Umbrae —exhaló, asintiendo —Claro que estoy nerviosa, encontramos eso y ahora están todos misteriosos. Además, ¿cómo que se dañó el ordenador de Sage y por eso tienen que irse a nuestro piso? ¿Los militares no tienen más ordenadores?

—¿Ransom no llevaba el suyo? —preguntó escéptico, suspirando y encendiendo el coche —Antes de saber esto, llamé a Nash para preguntarle si el tío ese parecía sospechoso o algo así, dice que ni les echó una segunda mirada.

Aún así, Sage no lo sabe que yo sepa, y me extraña que me lance a perseguirlo, usualmente me lo impediría.

—Sí, eso también me parece extraño a mí, y sabes por qué es, ¿no? Porque lo que están haciendo ellos es más peligroso.

—Coño… eso es justo, exactamente, con las mismas palabras lo que yo estaba pensando… —frunció el ceño, cogiendo un cigarro de encima del salpicadero y sintiendo que debía hacer él algo peor aún para vengarse.

—Pues vamos a enseñarles que no se juega con nosotros —Crowberry sonrió ligeramente, haciéndose eco de sus pensamientos —De todas maneras fuiste tú quien pensó en lo de las taquillas, y yo quien fue a revisarlas con Barret. ¿Se creen que ahora nos van a dejar en casa como buenos niños?

—Pues claro, somos las mujercitas —le contestó, riéndose sin poder evitarlo ya, aunque no era una risa muy amable que digamos —Y sabemos que Nash será nuestro cómplice… ahora imagínatelo vestido de mujer.

—Oh dios, no —la chica se rio escandalosamente porque realmente era una imagen terrible —Además, lo imagino viniendo a matarnos por haberlo puesto en esa ropa.

—Eso por lo menos —se reía aún, aunque le iba costando no ponerse serio poco a poco, ¿qué habrían visto en aquel USB que los tenía tan preocupados como para ocultárselo y salir corriendo a hacer algo? —No harán ninguna estupidez, ¿no? Nosotros somos los de las estupideces…

—Sí, nosotros somos los de las estupideces… —asintió la chica, preocupada de nuevo ahora que se le había pasado la risa —Voy a estarlo molestando.

—Hasta que encontremos algo peor que hacer… —le aseguró, sonriendo levemente —¿Y si probamos algo? Mándale un mensaje diciendo que te quedas a dormir en mi casa, a ver qué te contesta. Si quieren seguir trabajando toda la noche… es que es algo realmente gordo.

—Buena idea —asintió sacando su móvil de nuevo y enviando el mensaje, rogando por dentro que se opusiera.

*****

Ransom sacó el móvil y se lo mostró a Sage, preguntando:

—¿Trampa?

—Fue idea de Jeff seguramente… —le contestó el rubio, alzando una ceja —¿Qué le vas a contestar?

—No lo sé —se frotó la mandíbula, pensativo —Si le digo que sí, sabrá que estamos haciendo algo… y si le digo que no, intentará sonsacármelo por la noche.

—Puedes decirle que el USB podría contener un virus, no queríamos arriesgar los ordenadores de allá, así que vinimos a usar uno viejo.

—Me gusta cómo piensas —sonrió, enviándole un mensaje de vuelta: “De eso nada.”

La chica le mostró el móvil a Jeff, sonriendo contenta.

—Parece que no llega a tanto.

—Bien… —suspiró aliviado, riéndose —, pero eso no hará que nosotros nos portemos mejor.

—No, pero estaré más tranquila —se rio enviándole un mensaje a Ransom: “Nos vemos luego entonces y me lo cuentas todo”.

—Picó —le contestó Ransom a Sage, siguiendo con lo que hacían. Estaban desconectando todos los ordenadores y asegurándose de que el que estaban utilizando tenía la tarjeta de red inhabilitada —Ahora… ¿lo metemos ya o esperamos a Umbrae?

—Esperemos unos minutos, no debe tardar y sería incómodo si llega en el medio de algo —lo miró recostándose hacia atrás contra la pared —Por primera vez en mi vida desearía tener algún tipo de amuleto.

—¿Dices eso cuando llevas ese anillo en el dedo? —lo miró, y después al rubio a los ojos. Él no creía mucho en esas cosas a decir verdad, simplemente pensaba que su novia por completo era una especie de amuleto contra las desgracias.

Sage sonrió mirándose el aro, y dándole la vuelta.

—Tienes razón, puedo ser algo denso a veces —Esperaba no haber enviado a Jeff en una misión peligrosa. Confiaba en él, pero eso no evitaba que se preocupara.

—No te preocupes, yo tampoco soy tan agudo en estos temas. Yo suelo sentir que todo está bien cuando ella llega, lo he dicho por eso —le confesó, rascándose la nuca y preguntándose si había dicho algo cursi o algo así —. Antes me costaba dirigirle la palabra a alguien más de dos frases, y ni hablar de mirarlo a los ojos.

—Pero te era fácil en el ordenador ¿verdad? No me pareció que tuvieras problemas cuando te conocí —le aclaró, observándolo.

—No es lo mismo —se tocó la rodilla sin darse cuenta, suspirando ligeramente y levantándose a preparar café —. Debe ser sencillo para ti, tener confianza en ti mismo.

—No lo es —sonrió levantándose también —Siempre he luchado para ser alguien, no quería ser un fracasado. Y cuando perdí mi empleo, pues… probablemente no estaría aquí de no ser por Jeff.

Ransom encendió la cafetera y se quedó mirando por un momento la luz roja encendida en la misma.

—Supongo que es difícil para todos —casi meditó, girándose al escuchar el timbre —. Voy —le avisó, dejando pasar a Umbrae —Lo siento, no he podido explicarte mucho por teléfono.

—¿Qué sucede? ¿Cómo es que un USB apagó el ordenador? —entró, llevando a Joe, y bajando la cabeza enseguida —Lo siento, Nash se fue con Jeff y Crowberry. No puedo dejarlo con él todo el tiempo.

—No importa, no creo que raye mi parquet de madera italiana, ni me deje pelos en las alfombras persa que no tengo —le apoyó la mano en la cabeza, como si él fuera el que necesitase la caricia más que el perro —. Estoy haciendo café, tengo un ordenador desconectado de todo y vamos a meterlo de nuevo en ese. El USB contiene tres videos, entre otras cosas.

—Son finales, aunque según el readme, no son los definitivos —le continuó explicando Sage, cruzándose de brazos, aunque Joe le estaba oliendo los pies —Lo que apagó el ordenador fue un video de ella, podría ser un virus, pero no lo sé.

—¿Y es verdad que consiguieron el código? —el chico se sentó, llamando a Joe con una mano para que dejara de molestar.

—Es verdad, Barret lo hizo. Es un código muy antiguo por el que el teclado representaba una serie de símbolos en términos informáticos —le explicó Ransom, sirviendo el café en un termo y cogiendo tres tazas antes de ir para la habitación con todo —Lo hacemos, ¿no?

—Estoy listo —asintió Sage, sentándose de nuevo y aceptando la taza que le pasaba Ransom.

—Gracias, yo también —Umbrae lo miró como esperando ya que era el dueño del ordenador.

—Pues a joder otro ordenador —vaticinó el moreno.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte VIII

—Ahí, esperad —les pidió Nash, los tres estaban metidos en el coche, esperando a que aquel hombre saliese de la oficina de nuevo, a las siete como les habían dicho.

Otra vez estaba hablando por teléfono como si el mismo estuviese adherido para siempre a su oreja.

—¿Seguro que es ese? —le preguntó Jeff.

—Que sí es, además, tomé algunos mensajes de su móvil, y es él. Ya os lo dije.

—Sí, sí… pero no está nada mal…

—¿Cómo que no está nada mal? Se lo voy a decir a Sage… —lo amenazó Crowberry en broma —¿Te atreves a tocarle la nalga?

—Claro que me atrevo —le contestó riéndose.

—No, os quedáis quietos en el coche, queremos ver qué hace —les riñó Nash.

—Pero creí que íbamos a hablar con él —se quejó la chica, cruzando las piernas —Pero es cierto, no está mal. Cómo cambia la gente.

—Queremos hablar con él —le corroboró Jeff.

—¿En serio? ¿Y qué le diremos? —preguntó Nash, pensando que estaban locos —Yo no salgo, puede que se fijase en mí esta mañana.

—Pues utilizamos la misma excusa que con Claire, que estamos haciendo ese reportaje. Así si le pregunta, ella le dirá que es cierto… No somos nada sospechosos —Crowberry se rio porque estaba consciente de que su apariencia no era muy profesional precisamente.

—Bueno, espera en el coche entonces —Jeff sonrió, saliendo del coche con Crowberry y dejando allí a Nash, que cogió el móvil.

—Voy a tratar de entrar de nuevo en su teléfono.

—Vale, y yo me le voy a poner enfrente para que no pueda ver el coche —la chica le envió un beso en el aire, apartándose y siguiendo a Jeff, tratando de ponerse seria.

—Disculpe —lo llamó Jeff, acercándose ligeramente a él, que apartaba el móvil de su oreja, colgando y mirándolos un poco sorprendido.

—¿Sí?

—¿Es George Harper?

—Sí, soy yo —se giró hacia ellos por completo, desistiendo de abrir las puertas de su coche entonces. ¿Por qué se sentía como una emboscada aquello?

—Mucho gusto, no sé si le han dicho otros de sus antiguos compañeros de instituto, pero estamos haciendo un reportaje sobre esa zona —le sonrió amablemente la chica. —Soy Berry, él es Jeff.

—¿Qué zona? —preguntó como si no quisiese asumir nada.

—Sobre esa zona de la ciudad, ¿sabe que se ha declarado en abandono?

—No, no lo sabía —negó con la cabeza ligeramente.

—Pensamos que podríamos conseguir que la restaurasen si juntamos unos cuantos testimonios sobre buenos momentos allí y etcétera —se iba inventando Jeff —¿Recuerda a Claire? Ha estado colaborando con nosotros.

—¿Claire? No lo sé, no me mantengo en contacto con mis compañeros de instituto. Quizás si me decís el apellido.

—Claire Hansen —Crowberry lo miró a los ojos, todavía sonriendo, pero estaba intentando ver hasta lo más profundo.

—No, creo que no estaba en mi círculo —les contestó, haciendo recordar a Jeff casi esa misma frase calcada, viniendo de Claire.

—Le preguntaré a ella la próxima vez que tengamos una cita —lanzó Jeff, sonriendo un poco a ver qué cara ponía el tipo. Le parecía imposible que no supiera quién era, no iba a haberla olvidado después de estar metido en aquello. Y lo estaba, no podía negar ese CD que había en su casa.

—Bueno, pero a alguien recordarás, ¿no? ¿Qué puedes decirnos de esa época? —Le preguntó Crowberry todavía delante de él, aunque había notado que empezaba a impacientarse.

—La adolescencia no fue mi etapa preferida, en realidad. Creo que no soy la persona más correcta para ayudaros —se disculpó, girando por delante del coche y abriendo la puerta.

Jeff lo siguió con la mirada, y más le parecía que se escapaba que otra cosa, aún así siguió sus pasos metiéndose la mano en el bolsillo.

—Olvidaba que tenía esta fotografía en el bolsillo, ¿la reconoces ahora? —le preguntó, mostrando la foto de Claire.

—Eh… No, no estoy seguro. Fue hace mucho tiempo. Lo siento, estoy algo apresurado —se disculpó rápidamente, entrando en el coche y cerrando la puerta.

—Muchas gracias, oye… —la chica se rio, girándose un poco —Vamos al coche.

—No… espera un momento a que nos pierda de vista. No queremos que sepa que lo estamos siguiendo —murmuró, sujetándola por la cintura —. Cualquiera diría que piensa que es el demonio, o es que oculta algo muy feo —le dijo mientras caminaban hacia el coche ahora sí.

—Sí, pero definitivamente la reconoció, ¿eh? No me engaña —le aseguró la chica, haciéndole una seña a Nash.

—Calla —le dijo el chico en cuanto entraron en el coche.

—Ey, relájate —le riñó Jeff antes de percatarse de que tenía motivos. Estaba cogiendo la señal de aquel hombre por teléfono y se le escuchó hablar.

—¿Has estado hablando con unos periodistas?

—¿Por qué?

—Es Claire —susurró Jeff.

—Porque se me acercaron unos, querían hablar del instituto. Me preguntaron por ti.

—¿Por mí? ¿Qué les…?

Hubo un sonido de interferencia fuerte y la llamada se cortó, seguida por un mensaje de que había sido bloqueado.

—Así que no recuerda a Claire…

—Así que, de nuevo me ha bloqueado… —gruñó por su parte Nash, que se sentía muy frustrado con aquello.

—Conduce tú, ¿sabes?

—Claro que sé —se quejó el moreno, pasando adelante.

—Ven conmigo —le pidió a Crowberry mientras iba hacia el asiento de detrás —. Vamos a ver a dónde va.

—Ya voy —la chica se trepó por el medio, dejándose caer en el asiento y recostándose un poco —Saben algo, ahora sí se pone interesante la cosa. Te apuesto que va a verla.

—Te apuesto a que lo he puesto celoso —se rio Jeff, atrapándola y pasándole un brazo alrededor.

—Sigue hablando por el móvil mientras conduce —les iba informando Nash, ya que ellos estaban medio recostados por el asiento —¿Lo sigo a dónde sea? —preguntó al ver que salía del centro.

—Sí, síguelo. A lo mejor sí que tenemos que probar el allanamiento —se rio Jeff, pensando que iría a su casa.

—A lo mejor, pero tenemos toda la tarde para vigilarlo, que ni piense que se nos va a escapar —Crowberry estaba entusiasmada de hecho, ya tenía ganas de descubrir algo.

—Está saliendo… —les advirtió Nash, que lo seguía ahora hacia la carretera que bordeaba el núcleo interior de la ciudad.

—¿A dónde va? —Jeff alzó un poco la cabeza, intrigado.

—No parece ir para su casa —comentó la chica, refiriéndose a Claire por supuesto y girándose un poco.

—No, está saliendo, creo que va hacia allí.

—¿Creéis que va a buscar lo que robamos? —preguntó Jeff.

—No lo robas si está abandonado —se defendió Nash, frunciendo el ceño —y creo que sí.

—No es lo mismo abandonado que escondido, pero me da igual —le chica se alzó un poco también —Entonces sí que sabe el muy maldito. ¿Por qué no es feo?

—¿Y eso qué importa? —se quejó Nash, frunciendo el ceño de nuevo porque lo estaban poniendo nervioso con tanto asomar la cabeza cada dos por tres.

—Si es feo, podemos odiarlo mejor —se rio Jeff —Por cierto que Claire hizo piececitos conmigo por debajo de la mesa. Si son novios, me apiado de él.

—Yo me apiado de ti, Jeff. Porque puede que ese tío sea un sicópata, incluso puede que no se parezca porque sea alguien suplantando al tío soso.

—No seas conspiranóico…

—Pero eso es posible… Y puede que Claire sea psicópata también. A lo mejor mataron a ese tío juntos —continuó la chica, simplemente creándose una historia porque sí.

—Ya… ¿y eso para qué? ¿Para librarse de un crimen que nadie sabe que cometieron? Nadie puede acusarlos de que un fantasma o lo que sea, esté matando a gente —le recordó Nash.

—Pero no sabemos qué fue primero… —le recordó Jeff.

—Sí, eso, a lo mejor esa tía es otra... Que mataron ellos y se apoderó de su juego. A lo mejor Claire sí era amiga de esos, aunque no lo admita.

—Al final son unos asesinos en serie… me parece que no —le advirtió Nash, suspirando ligeramente, y deteniendo el coche porque claramente iba a meterse en la ciudad, y no podían seguirlo en el vehículo sin llamar la atención.

—Vamos… —susurró Jeff como si lo pudiese escuchar, bajándose del coche.

—No creo que tenga súper poderes —sonrió la chica, pero estaba susurrando también de todas maneras —Y con la cantidad de gente que ha muerto, creo que si comenzaron con esto, ya son asesinos en serie, lo admitan o no.

—Sí, porque pudieron advertir de que sucedía eso. No son unos críos como para escudarse en el “teníamos miedo” —fruncía el ceño Nash, caminando cerca de las paredes y esperando a que girase en cada esquina antes de seguirlo.

—Yo creo que Nash no es la primera vez que estalquea a alguien… —murmuró Jeff de broma, porque estaba un poco hiperactivo.

—Calla…

—Está en nuestro equipo, entonces no es un stalker, es un espía profesional del periodismo —se rio ella, mirando hacia atrás por un momento —Segunda vez que visito este lugar en un mismo día, mi vida es terrible.

—Deberías buscarte mejores amistades —se rio Jeff, buscando en sus mensajes y mostrándole un traje gris y un vestido sin mangas de color blanco para Crowberry —Y mi madre me está enviando mensajes como este sin parar, mientras yo hago estas cosas.

—Qué dulce, y quiere que me vista de blanco. Es su única oportunidad de vestir a una novia supongo —sonrió la chica —Invitaré a tus padres a mi boda cuando Ransom pida mi mano.

—Hazlo, pero no dejes que se entere de que no estás con tu madre o verás… —se rio, seguro de que la quería adoptar —A mí me gustó eso de vestirte de blanco, si entro contigo del brazo, podemos trolearlos a todos.

—¿Podemos prestar atención? —les preguntó Nash, echándoles una mirada asesina.

—Podemos, pero no lo hacemos. No te enfades, también estás invitado —la chica se cubrió la boca porque estaba a punto de reírse en voz alta por la cara que tenía.

—Pero no puedes ser su padrino, porque ese soy yo —se rio Jeff, mirando al chico negar con la cabeza.

—Sh… acaba de aparcar —les riñó de nuevo.

—Es ese edificio… —señaló Jeff, asomándose por el borde de la pared que había lejos, en la entrada.

—Barret y yo estuvimos allí. No va a poder entrar por la puerta… ¿Tendrá la llave? —saltó de un pensamiento al otro, mirándolo con atención.

—No lo vamos a saber, porque no veremos la puerta desde aquí —Jeff casi maldijo.

—No, pero está entrando —les dijo Nash como si no fuera obvio, haciéndole una seña a Crowberry para que lo siguiera.

—¿Qué hacéis? —preguntó Jeff preocupado.

—Abrir su coche, quédate ahí —le riñó.

—¿No deberíamos seguirlo? —preguntó la chica, caminando, yendo con Nash en vez de eso —¿Puedes abrirlo sin que se dé cuenta? Tendrá alarma seguramente.

—Ya lo sé, puedo abrir el maletero, ¿por qué te crees que me haces falta? Yo no puedo colarme desde ahí —le explicó, corriendo hacia el coche y agachándose tras el malero, la única puerta que el coche conservaba con cerradura de las antiguas.

—Oh, sólo me quieres para utilizarme —bromeó sonriendo un poco, y agachándose junto a él, observando lo que hacía —Qué amigos tan interesantes tengo.

—¿A qué crees que me dedico? No hago trabajos de calceta por encargo —le advirtió, sacando la navaja del bolsillo para meterla entre la goma y la puerta. Le sacó uno de los prendedores del pelo para meterlo entre medias y Jeff los llamó, con cara de espanto para que se escondiesen.

Nash la sujetó de la mano, y ambos se metieron tras una de las paredes derruidas del primer piso. El hombre bajaba de nuevo, saliendo del edificio a las prisas como si ya hubiese terminado con lo que había ido a hacer.

La chica frunció el ceño porque se había quedado con las ganas de ver lo que tenía adentro y además ahora había perdido ese prendedor.

El hombre miró a su alrededor como si sospechara de que lo habían seguido, pero finalmente sólo se metió en su coche y se alejó.

—Se lleva tu prendedor de regalo —le advirtió Nash. Iba a darse cuenta de que habían tratado de abrirle la puerta del coche.

Jeff corrió hasta ellos en cuanto se perdió de vista.

—Estáis locos… —les riñó.

—Pero si lo hubiéramos conseguido seríamos héroes —lo corrigió Nash.

—Es la fina línea. Ahora somos locos con un prendedor menos. Para colmo sabrá que fui yo, soy la única chica.

—Hay muchas chicas robando coches por ahí —le aseguró Jeff.

—Y no importa, si te denuncia dices que se te cayó y punto.

—¿Vamos a subir? —les pidió el mayor que ya veía que volverían con las manos vacías mientras los otros seguramente habían descubierto algo bueno.

—Claro que sí, a ver si la dejó abierta esta vez —Crowberry miró hacia arriba —Yo nunca he robado un coche, debí intentarlo.

—Ya lo haremos —le propuso Nash.

—Ey… ¿qué pasa con lo del allanamiento de morada y todo eso?

—Es diferente si quiere —se defendió, subiendo por las escaleras.

—Sí, es diferente —se rio la chica, besándole una mejilla a Jeff antes de seguir a Nash.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte IX

—Otro ordenador a la mierda… —gruñó Ransom, que había estado tratando de hacerlo encenderse con piezas de otros ordenadores, tratando de averiguar qué era lo que estaba mal, pero nada —No puede ser un virus, lo habéis visto, esta vez no ha sido exactamente igual. ¿Qué nos estaba mostrando? Era una puerta, ¿o no?

—Sí, pero ¿por qué nos muestra cosas diferentes? No, en realidad, ¿por qué nos muestra algo sólo para apagarse después? —se quejó Sage, pasándose una mano por el cabello.

—Seguro que esto suena tonto, pero quizás no es ella quien la apaga. Quizás el ordenador no puede con su energía —sugirió Umbrae que estaba tanto asustado como entusiasmado.

—No suena tonto para nada —Ransom cruzó las manos por delante de los labios, tratando de pensar en algo útil —. Pero ella es la que nos tiene encerrados en este problema, ¿no? ¿O ella no existe y sólo es algo proyectado por el juego? No comprendo nada.

—Creo que puede ser algo más, algo que ha tomado su forma, es mi teoría —Umbrae le tocó la cabeza a Joe que ahora estaba acostado a su lado, vigilando el ordenador apagado.

—Algo más, pero hay muchos videos en internet, y no se apoderan de ellos —Sage exhaló, cansado y recostándose hacia atrás —No es una mala teoría, es sólo que estamos dando vueltas de nuevo.

—Pero esto no es un simple video, es un juego creado a raíz del odio que sentían hacia esta persona, ¿no? Amor-odio. Y sin embargo ella sigue viva, ¿qué sentido tiene eso? Necesito más café —les dijo Ransom antes de levantarse.

—Algo más sucedió, yo peleé con muchas personas durante mi tiempo en el instituto, y estoy seguro de que no maldije a nadie —Sage se levantó también para ir a buscar café. También lo necesitaba.

—¿Créeis…? Es posible que alguien más haya muerto, ¿no? Después de todo fueron desapareciendo. Quizás alguno de ellos no fue precisamente el resultado de la maldición, sino su causa —Umbrae los miró desde donde estaba, aún con la mano en la cabeza de su perro.

—Eso es probable, y en ese caso… ¿crees que ella o el otro programador tengan algo que ver? —le preguntó Ransom, llenando su taza y preparando otra para Umbrae —Mierda…

—No lo sé, es posible. ¿Cómo pasa algo así a tu alrededor y no te das cuenta? Incluso si no eran amigos, se habrían enterado, ¿no?

—No necesariamente, la gente comete crímenes continuamente y los que están más cerca son los menos enterados —pensó Ransom.

Sage se tocó la frente, pensando en Jeff y esperando que no estuviera haciendo algo loco. Sacó su móvil para llamarlo, pero no estaba seguro de que fuera una buena idea de pronto.

—Lo están siguiendo —le recordó Ransom con la misma sensación, sujetando su muñeca —Probemos con un mensaje primero.

—Sí, no quiero alertarlo si están cerca —asintió sonriendo, aunque realmente lo hubiera tranquilizado el escuchar su voz. “Jeff, ¿qué estás haciendo”, le envió, esperando tenso.

*****

—No puedo creer que haya sido tan gilipollas de dejarse la puerta abierta —murmuró Nash mientras entraban en el piso, que estaba hecho un auténtico desastre, pero extrañamente parecía conservar todos los muebles y demás. Era como si los dueños nunca se hubiesen mudado.

—Tal vez ya no le importa, si tomó lo que había venido a buscar —le contestó Jeff, que miraba todo, pero no tocaba nada. Tenía la sensación de que podían contagiársele mil plagas si lo hacía.

—Eso creo, mierda… —Crowberry frunció el ceño —Debimos haber forzado la puerta antes, fuera como fuera.

—Pero tal vez sólo estaba buscando, ¿no? Esta no es su casa, igual sabe que hay algo, y no sabe dónde… No lo sé —Nash siguió caminando por el pequeño piso, casi pisando con terror, por miedo a que el suelo pudiese fallar con su peso.

—Deberíamos mirar en su cuarto directamente… —les advirtió Jeff, pensando que además estaba comenzando a oscurecer.

—Vayamos, es el mejor lugar para comenzar de todas maneras —Crowberry se pegó a la pared como había hecho con Barret antes, explicando —Es más seguro —y dirigiéndose a la habitación.

Allí también permanecían todos los muebles, cubiertos por polvo y dañados, pero estaban allí.

—Primero, cuando fuimos a la casa de George… allí seguía aquel CD, ¿no es extraño que no se lo llevase si ahora ha venido a buscar algo aquí que tal vez lo incrimina? Realmente debió habérselo olvidado. Sin embargo nosotros lo encontramos.

Pero los demás no tenían el resto de los cd’s y eso es extraño. Ella tenía ese USB escondido en la escuela de una forma tan complicada, y el dibujante una colección de fotografías de Claire.

No veo cómo armar el puzle —les confesó Jeff —Además, Claire parece saber algo.

—Y George se puso nervioso cuando le hablamos de Claire. Además… ¿Por qué no fue a buscar eso a la taquilla de la escuela? ¿No sabía que estaba allí? —preguntó la chica, abriendo uno de los cajones de la mesita de noche, pero sólo había polvo allí.

—No, no debía saberlo, y eso quiere decir que en algún punto, los otros tres dejaron de confiar en él, ¿no crees? —le preguntó Jeff.

—Tal vez ya había revisado las otras casas y no encontró nada, y en esta no había entrado porque estaba semi derruida, pero ahora la desesperación le hizo entrar. Pero salió enseguida… —meditó Nash.

—Tal vez vio algo que no le gustaba y se asustó.

—Pero tenía la llave… Esta puerta estaba cerrada, herméticamente cerrada antes —les recordó la chica que seguía revisando cajones.

Los tres se sorprendieron al sentir otro portazo más en una de las habitaciones contiguas y Nash empezó a caminar por el borde pegado a la pared tal y cómo les había dicho Crowberry, tratando de llegar al otro lado.

—Cuidado, puede que haya regresado —le advirtió Jeff, fijándose que había sacado la navaja de nuevo. ¿No pensaba usar eso, no? ¿O sí?

La puerta de la casa estaba cerrada ahora y la salita del fondo, antes cerrada, se veía entreabierta.

—Nash —Crowberry lo seguía con Jeff, pegada a él como si fuera un amuleto o algo así. Le estaba apretando el brazo de hecho y se tensó más al ver que la puerta se abría un poco más, como si alguien acabase de empujarla.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó Nash, fijándose que Jeff tenía a Crowberry sujeta por los hombros ahora —Esperad ahí —les dijo antes de caminar despacio al lado de la pared.

—Sage no es el único con complejo de héroe. No vayas, Nash.

—No es por hacerse el héroe, idiota. Te recuerdo que nuestra vida está en juego —abrió la puerta de golpe, pero lo que allí había era casi el vacío, o al menos el vacío hasta abajo, ya que el suelo y parte de la pared exterior se habían derrumbado —¡Mierda! —exclamó al mirar abajo y pensar en la caída.

—Vamos a ver —animó Jeff a la chica.

—¿Qué pasa? —Crowberry se dejó llevar, aunque mirando a la puerta de entrada por si acaso. Claro que su atención no se quedó allí por mucho tiempo al ver aquel agujero profundo —¡Hijo de puta! —exclamó casi pegando un saltito hacia atrás por el susto.

—Cuidado, no vayáis a hacer movimientos bruscos —le pidió Jeff, sujetándola mejor y mirando abajo. Había un montón de escombros, no sólo de este piso, sino de otros pisos más abajo, ya que se había derrumbado con el peso el suelo y el techo de cada uno de ellos.

—¿Esto es natural? —preguntó Nash.

—No tengo ni idea, supongo…

—Creo que llega hasta abajo —la chica se agachó ahora con cuidado, tratando de ver el fondo, pero era imposible a esa altura.

—Hay que bajar —sugirió Nash, caminando hacia atrás hasta la puerta. Sujetó el pomo para girarla, pero no se abría, la sacudió y nada —¡Joder! —lanzó deteniéndose antes de pegarle una patada, sólo le faltaba que esos dos se cayesen abajo por su culpa —Nos han encerrado.

—Mierda, ya sabía que las puertas no se cierran solas —se quejó la chica asustada —¿Y si es ella?

—Qué mierda, ella no, seguro que ha sido él —gruñó Nash.

—Mierda, mierda… —Jeff la sacó del borde del agujero, mirando su móvil, que por supuesto no tenía cobertura, así que no podía llamar a Sage.

—Pues tenemos que salir de aquí. Ni siquiera es un sitio normal, se nos va a caer encima —Crowberry trató de abrir la puerta de nuevo como si mágicamente fuese a ceder ahora. Por supuesto que seguía igual de trancada. De hecho era condenadamente estable para ser una puerta vieja en un edificio semi destruido.

—Pues vamos a tener que salir por el agujero… —le advirtió Nash.

—Hasta prefiero una ventana —Jeff se aceró a una, pero era un piso demasiado alto y no era que tuviese balcones o cornisas y en todo caso, él no se fiaría de las mismas.

—¿Cómo vamos a salir por el agujero? No sé escalar y no tenemos una soga ni nada —la chica se agachó en el suelo, desesperada —No tengo instintos suicidas…

—¿Y qué quieres, quedarnos a vivir aquí? —le preguntó Nash, mirando abajo.

—Podríamos esperar, Sage vendrá a buscarme, no le costará rastrear mi coche… —se quejó Jeff —No voy a matarme por esperar unas horas.

—Oye, hay algo ahí abajo —les advirtió el moreno.

—¡Eso es peor! —se quejó Crowberry aunque gateando un poco hacia allí. No se atrevía a asomarse mucho de todas maneras, no fuera a ser que surgiera algo. Ya había visto muchas películas de terror.

—No, en serio… hay una zapatilla rosa ahí abajo… —le señaló.

—El suelo se cayó, Nash, por supuesto que hay una zapatilla y mil cosas más —le aseguró Jeff, que seguía mirando su móvil a ver si mágicamente llegaba la cobertura.

—¿La ves? —le preguntó a Crowberry, en vista de que Jeff histérico no era muy colaborador.

—Sí… No es sólo una zapatilla, Nash… —señaló abajo, podía ver lo que parecía ser la pierna esquelética en la que terminaba aquella zapatilla.

—¿Es un cuerpo? —preguntó el moreno, haciendo que Jeff sí mirase ahora, desde el otro lado, tratando de ver la pierna.

—Oh mierda… —casi jadeó, notando que las cosas blancas que había entre los escombros un poco más cerca, tenían que ser dedos.

*****

Sage todavía estaba sentado frente al ordenador, estaban a punto de intentarlo con otro. No podían rendirse. Sin embargo, no dejaba de revisar su móvil, le había enviado un segundo mensaje y aún así Jeff no le contestaba.

—¿Está listo, Umbrae? —le preguntó Ransom de pie tras él, apretándole los hombros suavemente.

El chico había estado preparando una barrera que evitase al video ejecutarse, querían poder leer la información del USB pero era imposible porque cada vez que lo introducían, ahora saltaba el video.

—Estoy listo —asintió, poniendo la barrera a funcionar.

Sage se inclinó hacia delante, decidiendo concentrarse en eso.

—Voy a copiar los archivos de texto mientras los leemos, como precaución.

—Buena idea —casi le dijo aliviado Ransom, apretando los hombros de Umbrae como si eso fuera a ayudarles en algo, pero lo cierto es que estaba tenso. Siguió la línea de completado en el ordenador de Sage mientras copiaba los archivos, y de nuevo saltó el video.

De nuevo oscuridad, y de pronto los bordes más claros que marcaban un agujero en el suelo antes de apagarse por completo —¡Joder! ¿Te ha dado tiempo? —le preguntó a Sage.

—Creo que sí —el rubio sacó su propio USB poniéndolo en el otro ordenador y sonriendo aliviado —He copiado todo menos los videos.

—Prueba a ver si abren —le pidió Umbrae acercándose entusiasmado también.

Eran notas describiendo el juego, pero más bien parecían conversaciones, como si hubieran documentado la creación del mismo de aquella manera casi interactiva.

—Esto es bueno… —Ransom se sentó al lado, arrastrando una silla con él y mirando el reloj en su muñeca, preocupándose un poco por la hora y llamándola, pero le salió el contestador —¿Jeff tampoco te contesta?

—No, suele distraerse, pero esto es un poco extraño —lo miró, más nervioso ahora.

Umbrae sacó su móvil llamando a Nash.

—Tampoco. Nash siempre me contesta.

—Pero es que no da línea. Si esperas unos cuantos tonos, dice que está fuera de servicio —se rascó la nuca, preocupado —¿Qué hacemos? ¿Les damos una hora más antes de ir a buscarlos no sé ni a dónde?

—Estoy de acuerdo, Nash sabe cuidarse —le contestó Umbrae que tenía fe ciega en él, aunque no es que estuviese del todo tranquilo. Debería haberse llevado a Joe —Lo más probable es que estén bien, pero… ya sabéis en dónde, ¿no?

—¿Crees que hayan ido allá? Sí, son capaces… dios —Sage se tocó la cabeza tratando de tranquilizarse, pero lo que menos quería era a Jeff correteando por esa escuela.

—No, no pueden haber ido allí, ¿no? Seguramente apagaron los móviles porque están siguiendo a ese tío y no quieren que los descubran —les sugirió Ransom, que no las tenía todas consigo y se estaba poniendo muy nervioso porque le señalasen lo que estaba pensando.

—En ese caso, Jeff lo pondría en vibración, no lo apagaría del todo sabiendo que puedo llamarlo —negó Sage, mirándolo. No quería espantarlo más, pero tampoco veía por qué mentirle.

—Pues… ¿vamos? ¿Uno de nosotros lee lo que sacamos en el coche? —les preguntó, demasiado nervioso para tener un segundo más de paciencia.

—Creo que será lo mejor, no me gusta nada que estén los tres juntos en ese lugar. Ya sabemos lo que sucede, y la última vez que fueron… —Sage carraspeó, mirando a Umbrae —Puedes leerlo en tu portátil, ¿verdad?

—Claro que puedo, pero seguramente están bien —los miró confundido —¿Qué sucedió la última vez que fueron?

—¿A qué te refieres? —le preguntó Ransom, que no sabía ni la mitad de lo sucedido.

—Nada, es… —el rubio los miró debatiéndose entre la promesa que le había hecho a Jeff y la lealtad hacia sus amigos —Vieron cosas, estando despiertos, cosas reales —decidió ser algo enigmático hasta saber cuál era la situación realmente.

—Nash no me dijo nada…

—A mí me contó algo… más o menos —se subió las gafas, pensando que Sage se veía incómodo, mejor se lo preguntaba a ella directamente —¿Podemos ir en tu coche todos?

—Claro, vamos ya —el rubio asintió, entregándole el USB a Umbrae y dirigiéndose a la puerta, aunque el chico también lo estaba mirando con sospecha.

Nash no le había contado nada extraño, seguramente había pensado que no podría manejarlo. Sujetó la correa de Joe con fuerza, exhalando y siguiéndolos.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte X

—¿Cuánto tiempo llevamos esperando? —preguntó Nash, que no había dejado de hacer raspaditas en la puerta, tratando de abrirla. No podían golpearla, ya lo habían probado y se había desprendido un trozo de techo incluso.

—No tanto, una hora o así… —le contestó Jeff, llevándose el cigarro a los labios porque estaba nervioso de más —Pero Sage vendrá.

Los perros volvieron aullar y ladrar afuera como si estuvieran esperando ansiosos a que saliesen de allí para atacarles.

Crowberry se estremeció, abrazándose a sí misma. Estaba sentada en el suelo, no se atrevía ni a moverse mucho.

—Pero ¿cómo sabrá en dónde estamos? No podemos llamarlos, ni ellos a nosotros.

—Se supondrán que hemos sido tan capullos de venir aquí.

—Cuando los teléfonos no les den línea —completó Nash, moviéndose de nuevo de un lado a otro, con ganas de darle una patada a la puerta y conteniéndose —Después Joe le sabrá decir en dónde estamos.

—¿Y si no estamos aquí realmente? —preguntó Jeff.

—¿Estamos dormidos? Pero estamos aquí, vinimos aquí, en coche. Claro que estamos aquí —Crowberry se estaba desesperando, y ni siquiera se atrevía mirar por ese agujero de nuevo.

—Sí, pero Nash y Umbrae se durmieron en el bus, y ya nos dijo antes que esos perros aparecieron en su sueño.

—Sí, porque son los mismos —les aseguró, sólo él se había levantado a mirarlos. Mejor no les mencionaba el porqué el perro que era igualito a Joe, estaba todo ensangrentado.

—Pero Nash estaba conduciendo esta vez, no se puede haber quedado dormido. No recuerdo que hayamos tenido un accidente tampoco —les señaló, pensando en el caso de Kevin, y levantándose de pronto —A lo mejor hay una llave de repuesto por aquí, ¿no?

—Podemos buscarla —Jeff la siguió, y Nash se metió de nuevo en aquella sala con el suelo derrumbado.

—Seguro que ellos tenían una llave encima —dijo mirando abajo.

—Quizás no eran de este piso. ¿Por qué piensas que eran de este piso? —le preguntó la chica desde la cocina.

La gente solía guardar ese tipo de cosas en la cocina.

—Porque eran de este piso, céntrate. Vinimos aquí porque era la casa de uno de ellos, no por casualidad. Oh una casa derruida, vamos a visitarla…
—Ya —sentenció Jeff, mirándolo seriamente, aunque no era lo más normal en él.

—Yo no me espero más —se molestó, mirando abajo y buscando una buena ruta para bajar al piso siguiente.

Se descolgó por el borde, sujetándose de una de las vigas de metal y moviendo las manos por la misma hasta llegar a estar sobre el sofá que había calculado.

—¡Nash! —gritó Jeff, sólo a tiempo para verlo caerse contra el sofá en el piso de abajo, provocando que se derrumbase más y el chico cayese un piso más, aunque por suerte sin moverse de encima del sofá demasiado.

Cayó al suelo, rodando y sujetándose para no caer de nuevo.

—¡Nash! ¡¿Estás loco?! —la chica también se asomó, agachándose preocupada —¿Estás bien? ¡Nash!

—¡Estoy bien! Estoy bien —le gruñó, mirando abajo para ver por dónde podía tirarse de nuevo —Voy a seguir bajando —les anunció, desapareciendo de su vista para ir a abrir la puerta de la casa desde dentro. No tuvo problema, la misma estaba desencajada por la presión que soportaban las paredes medio desmoronadas.

—Está como una cabra… —Jeff se llevó la mano a la cabeza.

—Lo está, en serio, pero… ¿Deberíamos seguirlo? —la chica casi se estaba recostando boca abajo para mirar por ese agujero.

—Definitivamente no, además… el sofá ya no está en el suelo de abajo, nos matamos al 80% —le aseguró Jeff, mirándola con cara de que estaba más loca aún.

—¡Estoy en el pasillo! ¿Me oís? —les gritó, los perros ladrando todavía más alto —¡Voy a sacaros desde afuera, ahora subo!

—¡Vale! —ella sonrió poniéndose de pie y apartándose del agujero —Es que no sé si logre abrir la puerta. Barret y yo no pudimos.

—Se ha lanzado desde un agujero de un quinto piso… seguro que puede abrir una puerta —sonrió esperanzado, con ganas de bromear de nuevo.

—Lo llamaré mi héroe y le daré un beso en la mejilla porque no quiero que Ransom cancele nuestra boda todavía no especificada —Crowberry también empezaba a sentirse esperanzada, y el ver a Jeff así de nuevo, ayudaba bastante.

El chico estaba subiendo por las escaleras, en silencio ahora. No era como antes, no había luz y tampoco llevaba linterna. Se había lanzado por el agujero estúpidamente sin pensar en ello siquiera.

Ahora tenía que ir palpando las paredes para dar pasos por las escaleras. Recordó sacar el teléfono móvil y la luz de la pantallita iluminó ligeramente por dónde iba subiendo. Sabía que era una estupidez, pero sentía que no estaba solo. Se giró, alumbrando atrás a lo poco que daba aquel teléfono, pero no vio nada más que el agujero de las escaleras.

Tenía ganas de gritarles cualquier cosa sólo para escucharlos, pero le daba vergüenza demostrar que tenía miedo.

Iba alumbrando casi a la altura de sus pies para poder ver el siguiente escalón y pegó un brinco, por poco cayéndose por las escaleras, tropezándose al ver un par de pies y unas piernas de mujer, amoratadas delante de él. La imagen desapareció tan pronto como hubo alzado la luz por completo, pero ahora estaba blanco como la tiza.

—¡Nash! ¿Ya estás llegando? —la chica lo llamó desde adentro porque se ponía nerviosa, y además, sí que estaba preocupada por él.

De pronto los perros se habían quedado callados.

—¡Sí! ¡Ya subo! —le contestó aliviado de escucharla. Por Dios que hasta le parecía una voz angelical en ese instante, y no iba a pensar eso nunca más en su vida probablemente —¡Está muy oscuro!

Alumbró a las paredes, jadeando, aliviado de haber subido los dos pisos y alumbrando las paredes para guiarse al que estaban.
Llamó a la puerta, esperando —¿Estáis aquí?

—¡Aquí estamos! ¿Nos apartamos? —se movió hacia atrás, tomando la mano de Jeff y rogando porque pudiese abrirla. Prefería que estuvieran todos juntos.

—Si la empujo no sé qué puede suceder… —le contestó preocupado.

—No sé si la pared pueda soportarlo, pero sé que no quiero seguir aquí —le contestó Jeff.

—Puedo bajar a ver si tienen una ¡llave! —se giró de golpe, alumbrando alrededor, de nuevo con aquella sensación de que no estaba sólo.

Miró hacia el móvil, la imagen de Umbrae ya no estaba. Un código de números, símbolos y letras estaba pasando a toda prisa por la pantalla.

Se lanzó contra la puerta a lo bruto, haciendo temblar la pared. Jeff sujetó a Crowberry porque parte del techo se estaba desprendiendo. El chico atravesó el piso, puerta y todo, cayendo al suelo del impulso.

—¡Nash! —la chica lo llamó espantada, mirando hacia arriba y yendo hacia él cuando comprobó que el techo se iba a mantener en su lugar.
Sin embargo, el sonido de pasos la hizo detenerse. Algo venía hacia ellos.

—¡Nash! ¡Ponte de pie!

—Lo sé —le contestó, tirando de su mano sin embargo para sacarla de allí.

—¡Ni se os ocurra dejarme solo de nuevo! —los amenazó Jeff, saliendo con ellos a toda prisa, tratando de alumbrar para encontrar las escaleras, pero simplemente no estaban, las escaleras habían desaparecido y ahora estaban en aquel pasillo con una sola puerta, la puerta por la que acababan de salir.

—Mierda, esto está mal —la chica se estaba abrazando a sí misma, casi clavándose las uñas en los brazos por lo asustada que estaba —¿Y ahora qué hacemos? No voy a entrar ahí de nuevo.

De todas maneras podía escuchar el sonido de escombros cayendo, seguramente era el techo otra vez.

—Creo que no piensan dejarnos otra opción… —le advirtió Nash.

—No, no, no… eso es que estamos jodidos, esto no está pasando de verdad —se quejaba Jeff, frotándose un brazo con la mano.

Nash se asomó a la puerta de nuevo, sorprendiéndose al ver la casa con luz en el interior. Se escuchaban voces que venían de aquella sala donde el suelo estaba derrumbado, charlando en un tono amistoso.

Otro trozo de techo cayó por delante de él, pero miró arriba y se veía en perfecto estado, como si la realidad y algo extraño se estuviesen proyectando a la vez en aquel lugar.

Un chico obeso salió de aquella habitación de pronto, y se le quedó mirando fijamente. Girando la cara hacia atrás, y comentando.

—¡Alguien se dejó la puerta abierta!

—¡No importa! ¡No va a venir nadie! —le contestaron desde adentro, riéndose y lanzándole un papelito enrollado —¡Mueve!

El chico regresó a la sala como si Nash ni los otros dos que acaban de acercarse, estuviesen allí de pie.

—¿Son ellos? —preguntó Jeff.

—Son ellos —le aseguró Nash, que de todos modos no se acercaba, sin embargo ahora habían cerrado esa puerta, y necesitaba saber qué estaba sucediendo allí dentro.

Jeff fue el que atravesó la entrada y abrió la otra puerta, sólo para encontrarse de nuevo con aquel agujero enorme en el suelo, al lado de sus pies.

*****

—“Tenemos que hacer un final en el que ella se destruya. No puede triunfar siempre, incluso si queda maldita. Tiene que ser sangriento”. —estaba leyendo Umbrae en el asiento trasero, mientras Joe miraba por la ventana, y Sage conducía tan al límite como le permitían las leyes.

—¿Está escrito allí el final ese?

—Sí, está escrito luego de eso —le contestó el chico —, pero sólo sobrevive uno de ellos.

—¿Algo sobre por qué querían hacer algo así? —le preguntó Ransom —Me da que deberíamos centrarnos en por qué ha pasado todo esto, no en los finales que se hayan inventado… —estaba jugando con uno de sus piercings maniáticamente.

—No es tan fácil, los archivos no tienen títulos normales desgraciadamente —le aclaró Umbrae, abriendo otro y revisando el siguiente luego —Aquí hay algo… Escuchad: “¿No es ir demasiado lejos eso?” “Es un juego, y además lo merece. Es una bitch”.

—Creo que eso es lo que buscamos, sigue… —Sage movió la cabeza, apretando el volante. Seguía esperando que Jeff lo llamase.

—“Te llamó bola de manteca, y a ti travesti, ¿no?” “Cierto, cierto, además se lanzó desde el techo, es normal que esté desfigurada, y más” “Más XD “.

—No creo que pensasen hacer nada como lo que realmente tenemos aquí, por unos cuantos insultos de primaria como… bola de manteca —Ransom se frotó la frente, suspirando y moviendo la pierna como si tuviese un tic, pero sólo estaba de los nervios porque Crowberry no llamaba —Y si por cada persona que deseé que se tirase desde lo alto me hubieran pagado una moneda, ahora sería millonario.

Sage sonrió un poco.

—Yo no deseaba que se tirase nadie, sólo los golpeaba.

—Eso es bastante terrible —exhaló Umbrae, alzando la mirada por un momento.

—Tampoco iba golpeando a todo el mundo, me refiero a los que… —carraspeó poniéndose serio —No está bien, vale, no lo hagas.

—No lo creo —el chico bajó la mirada, preguntándose si tenía cara de pelear mucho, pero ya sabía la respuesta —Querían hacerlo más sanguinario, más explícito. Aquí dice que debían hacerla tragarse cada una de sus palabras.

—Debía ser una completa cabrona si la odiaban tanto. Del tipo que pone a los demás en tu contra y al final acabas convertido en ese chico raro al que nadie se acerca para no terminar en las mismas circunstancias —se puso más derecho en el asiento del acompañante, nervioso e incómodo —. Supongo que nunca vamos a saber cómo se sentían realmente hacia ella, nadie comenta esas cosas, ni siquiera a los que están en las mismas circunstancias que tú.

—No creo que fuera muy popular, aunque… hay uno que la invitó a salir —le comentó Umbrae aún leyendo e interpretando —Aunque lo niega. Mira: “¿Qué fue lo que dijo?” “No es cierto, ella lo inventó” “Pero siempre te dice que te aparees con tu propia especie” “Porque está loca”

Ransom se rio ligeramente, carraspeando después.

—Puede alegrarse de que yo no fuera compañero suyo. Total que todos estaban allí por lo mismo, porque les hacía la vida un infierno en el instituto, y crean un videojuego en el que ella se lanza desde arriba y su fantasma permanece en el instituto, o en la ciudad.

Me preguntó qué motivo inventaron para que se suicidase, ¿lo ves?

—Dijeron que la harían tragarse sus palabras —murmuró Sage, mirando por el espejo un momento.

—Cambiaron los roles. En su juego, ella era poco popular, insultada, rechazada. La violencia va escalando —le contestó Umbrae —Por lo menos sus ideas, creo que se empezaron a vengar, antes de matarla incluso.

—Ya veo, ¿creéis que si inventaron eso, ellos querían suicidarse? ¿Y si dejaron el juego listo para que uno de ellos lo terminase y formaron un pacto suicida? Tal vez por eso desaparecieron juntos esos tres… parece un buen motivo para una maldición. ¿Te importa que fume? —le preguntó a Sage luego.

—No, adelante. Es más… necesito uno —le pidió porque estaba demasiado tenso —Y es posible, creo que es algo muy posible. Quizás eso fue lo que desencadenó todo.

Ransom le pasó un cigarro y le prestó su mechero, bajando la ventanilla para no apestar a Umbrae.

—No lo sé, suena bien, pero por su manera de escribir no los veo suicidas. La odiaban, eso está claro, pero no mencionan nada de morirse —Umbrae se quedó mirando los archivos, pensativo —Hay algo extraño aquí de todas maneras. La odian, la quieren matar, pero ¿luego la hacen la protagonista? O algo así.

—Uno de ellos le pidió para salir, y claramente todos estaban bastante obsesionados con ella. Es probable que a ellos les gustase y la tía… quisiera ser como ella. Es una historia común, ¿no? —le preguntó Ransom, aunque él a esa edad no había tenido ningún problema, probablemente ni siquiera prestaba atención a los de alrededor —¡El coche de Jeff! —señaló, notando que estaba detrás de un edificio, como escondido.

—Disculpad… —se detuvo, bajando enseguida, como si no le importase nada más y de hecho, en ese momento no le interesaba, pero el coche estaba vacío por supuesto.

Estaba cerrado, lo cual quería decir, que se habían bajado del mismo deliberadamente.

—¿Lo siguieron hasta aquí? ¿Por qué si no estaría tan escondido? —preguntó Ransom, mirando a su alrededor y deseando que simplemente estuviesen allí como unos inconscientes y volver a casa sin más —¡Crowberry! —la llamó, corriendo por la calle adentro para buscarla.

—¡Ransom! ¡No vayas solo! —lo llamó Sage, exhalando y echando a correr tras él, ya que Umbrae los había alcanzado también.

—¡Esperad! ¡Joe parece saber a dónde vamos!

El perro había echado a correr hacia el edificio vacío y estaba olisqueando el portal como un loco, ladrando y mirando hacia arriba.

—¡Están aquí! —jadeó Ransom, que estaba agotado de correr con la pierna en esas condiciones, pero eso no le frenó a la hora de seguir a Joe a través de uno de los pisos bajos hasta una pared derruida y un montón de escombros.

—Mierda, Jeff… —murmuró Sage pensando que sólo a ellos se les ocurría meterse en semejante edificio. ¿Estaban locos o qué? Esa cosa se iba a caer en cualquier momento.

Umbrae seguía corriendo también, de hecho, Sage lo había dejado pasar adelante porque lo ponía nervioso allí atrás.

—¡Nash! ¡¿Me escuchas?!

Ransom se giró cuando Sage entró tras él, siguiendo el mismo camino adentro del edificio.

—¿Eso es un cadáver? —le preguntó, señalando a la zapatilla. Joe parecía estar intentando escarbar algo entre los escombros, y salió corriendo de nuevo para buscar a su dueño, con el reloj de pulsera, roto, de Nash en la boca.

—¡Nash! —Umbrae gritó, cogiendo el reloj de la boca de su perro y poniéndose increíblemente pálido.

—No es él. ¡No es él! —lo calmó Sage, girándolo hacia el cadáver —Es un esqueleto ya, es imposible, ¿ves?

—¿Y si están debajo? —Ransom se puso a tratar de levantar escombros también, pero lo único que estaba apareciendo, era el cuerpo, casi por completo un esqueleto, de una chica.

No había rastro de nada reciente salvo por el reloj de Nash —¡Crowberry! —la llamó de nuevo, mirando hacia arriba a través del agujero —Tienen que seguir aquí en alguna parte.

Joe también miró hacia arriba de hecho, ladrando por un momento, y luego gruñendo.

—¿Por qué no contestan? —preguntó Umbrae que no se sentía muy bien, para nada. ¿Por qué iba a estar el reloj de Nash con ese cadáver? No tenía sentido.

—¡Jeff! ¡Jeff! —lo llamó Sage por si acaso, intentándolo de nuevo y tirando del brazo de Ransom luego —Subamos, tienen que estar arriba.

—Tal vez llegaron a este mismo lugar, vieron eso y a Nash se le cayó el reloj por algún motivo. No hay sangre ni nada por el estilo, así que… —le dijo a Umbrae, tocándole la espalda un momento, para que siguiese a Sage escaleras arriba. De todas formas no se esperó ni dos segundos antes de llamar a Crowberry de nuevo, alzando la voz, seguido por los ladridos del perro, que parecía seguir la voz de su dueño cada vez que llamaba a Nash.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte XI

—Esto es de locos, tenemos que salir de aquí como sea —les dijo Jeff.

—Ahora no sabe duda de que estamos soñando —le aseguró Nash, parado en aquella sala que solo daba al cuarto del agujero, o a la puerta sin salida.

—O despiertos en este lugar maldito —se frotó el pecho con una mano, tratando de pensar. Se giró de golpe, notando una sombra que pasaba por la puerta que cerraba el piso. La misma se cerró a cal y canto de nuevo, y se escuchó una llave girando en la cerradura.

—¿Habéis escuchado eso? —aquella chica que vestía las zapatillas rosa que habían descubierto abajo, atravesó la sala con el agujero en el suelo como si no existiese, asomándose —Creo que he escuchado cómo cerraban la puerta.

—¿Qué importa? —le preguntó el otro —Es mi casa, tengo las llaves. Vamos a trabajar.

—Pero puede haber alguien espiando —se quejó la chica.

—Claro que no… Nadie sabe que estamos aquí siquiera, y además, no saben lo que hacemos. Vamos, que tenemos que planear la escena de la masacre.

Crowberry estaba conteniendo la respiración, aunque estaba bastante claro que ni los veían ni los escuchaban.

De hecho se estaban sentando casi en el centro mismo del agujero, había una mesa flotando en el aire con varias fotos y dibujos regados.

—¿Dónde está el otro? —preguntó Jeff de pronto.

—¿Qué otro? —Nash estaba demasiado nervioso para pensar bien siquiera.

—Vinimos hasta aquí siguiendo a George, subió y abrió esta puerta… No está aquí con ellos —les señaló.

—¿Y George? —preguntó de pronto el que dibujaba.

—¿Otra vez? Dice que está ocupado, que no va a poder venir hoy —le contestó la chica.

—Qué raro… —murmuró despreciativamente el dueño de la casa —Últimamente pasa de nosotros.

—Claro que no —ella se rio incómodamente —. Sólo tiene cosas con sus padres. Cuando acabemos con esto, le voy a dejar algo y le diré que lo busque… veréis cómo lo hace.

—¿Qué cosa? —preguntó el chico obeso, dándole un empujoncito de pronto.

—Nada, es algo privado —se quejó ella enrojeciendo y juntando unos papeles —Es algo para que participe también, la próxima semana sí vendrá, seguro.

—Sí, sí, eso dice siempre —se quejó de nuevo el dueño de la casa, inclinándose hacia el que dibujaba —Oh, es igualita…

—¿Seguro? Porque yo creo que está incluso más plana que eso —se rio la chica, estirando las piernas y cruzando los tobillos.

Jeff se fijó de inmediato en las zapatillas rosadas que llevaba, y se echó hacia atrás sin pensarlo siquiera.

—Yo me largo de aquí como sea…

—No, Jeff —Crowberry le sujetó el brazo —Creo que tenemos que quedarnos —Miró hacia atrás, la puerta ya no estaba de todas maneras.

—Estábamos aquí para averiguar lo que sucedía, ¿no? Pues eso estamos haciendo —le riñó Nash, que de pronto se vio a sí mismo sentado en el lugar del dueño de la casa, mirando los dibujos en el papel fijamente.

Jeff se volteó de golpe, ya que Nash había desaparecido delante de sus narices como si nada y ahora estaba allí, como si no los reconociera.

—Oh, mierda, esto no me gusta. Jeff… —Crowberry se giró sujetándose de su brazo y desapareciendo también.

Se hallaba sentada ahora, observando aquellos papeles también, en vez de esa chica, pero no eran del todo dueños de sus actos.

En aquel momento, Nash, en el cuerpo del dueño del piso, comprendió que le gustaba la chica.

—Emily, tú deberías programar el juego. La verdad es que no necesitamos a George para nada.

Jeff se echó hacia atrás, negando con la cabeza, negándose a participar en aquello, preguntándose si eran conscientes de lo que estaban haciendo.
—Tienes que jugar —le advirtió el chico grueso que lo miraba fijamente —Yo te elegí, ahora tienes que jugar —lo señaló.

—¡Sage! —lo llamó sin mucha lógica, como si fuera aparecer de la nada para sacarlo de allí.

—Puedo programarlo, sí, pero George es mejor fijándose en los detalles. Lo necesitamos, no digas esas cosas —sonrió ella, un poco roja aún, Crowberry sintiendo lo que Emily había sentido en verdad. Le gustaba George, creía en él en contra de todas las señales.

Jeff estaba sentado allí, y apoyó la espalda contra la pared, mirándolos y notando perfectamente lo que pasaba. Aquel chico deseaba ser como él, por eso lo había escogido. Habían cometido el error de pensar que debían parecerse a alguno de los protagonistas del juego, no se habían dado cuenta de que ellos se habían hecho protagonistas a sí mismos, y no les gustaba lo que el espejo les devolvía.

Cada uno había buscado personas que les habría gustado ser. Pero entonces… ¿todos los demás estaban en la misma situación? ¿Se habían quedado inmersos en aquel sueño como Kevin, en espera de volverse locos y morir? Iban a quedarse atrapados allí como todos los demás.

Quería hablarles pero no podía, se limitaba a dibujar en aquel folio sin poder tomar control de la situación.

—Mi hermana vio a George con Claire —les lanzó de pronto como una bomba.

—Claro que no, tu hermana se equivoca —le soltó la chica enseguida, frunciendo el ceño —O a lo mejor lo vio tomándole fotos, que es otra cosa.

—A lo mejor sí —contestó sin ánimo de discutir, no le gustaban las polémicas, cosa que hizo a Jeff querer sacudirlo —¿Los mata a todos?

—Sí, los mata a todos, por algo es una puta —contestó el otro, contrariado.

—Pero no a los protas… ¿no?

—De momento no.

—De momento no —se rio la chica repitiendo —Los protas están ahí para vencerla, ¿no? No vamos…van a morir todos al final. Podemos hacer pensar que mueren unos.

—Tú —le sugirió Pierce muy serio, asomando una sonrisa luego.

—¿Por qué yo, eh? Siempre tiene que ser la mujer, ¿no? —alzó una ceja, observándolo.

—La mala también es una mujer. Además, esto fue idea tuya…

—Por eso no debe morir.

—No, debería morir George por desertar.

—No seáis niños, no ha desertado —refunfuñó Emily —Vale, muero yo, no es como que vaya a morir de verdad de todas maneras, pero los demás tendréis que sufrir por mí —se rio, tomando un apunte y poniendo una crucecita a un lado.

—Sí… tal vez deberíamos hacer que Pierce muriese por protegerte —murmuró el otro, haciendo que el chico le echase una mirada asesina.


*****

Joe se detuvo frente a aquella puerta en el piso quinto, gruñendo y ladrándole por momentos, mientras Sage pasaba adelante, golpeándola con ambas manos.

—¡Jeff! ¡Jeff! ¡¿Estás ahí?!

No contestó nadie, pero el perro seguía insistiendo y se empeñó en rascar con las patas el suelo que tocaba la puerta.

Adentro se debía una luz encendida y sombras moviéndose al otro lado.

—Hay que tirarla —Ransom se sujetó a Sage sin mediar palabra y ambos se lanzaron contra la misma, provocando que la pared se sacudiera, cosa que no pareció disuadirles.

Umbrae miró hacia abajo, notando los trocitos de cemento que caían.

—Cuidado… —empezó a murmurar, siendo interrumpido de pronto por el ladrido de varios perros.

—Tenemos que echarla abajo, Umbrae. Están adentro, lo sé —le insistió Sage.

Joe se alteraba cada vez más, y los dos hombres volvieron a lanzarse contra la puerta, intentándolo de nuevo, aunque la misma no cedía y todos escucharon los perros subir ladrando y gruñendo.

Pronto se habían amontonado, apareciendo por el hueco de las escaleras como una masa informe y unida en la que por momentos se diferenciaban las distintas fauces y las patas.

El que era igual que Joe, pero estaba ensangrentado, ladró agresivamente, separándose de la masa, haciendo que el perro se cuadrase delante de su dueño en actitud agresiva, aunque cualquiera habría podido interpretar su miedo.

Ransom y Sage se habían detenido y estaban mirando lo que se les venía encima.

—¡Subid las escaleras! —casi los empujó Ransom, ya que no tenían otra salida.

—Joe… ¡Joe! —Umbrae lo sujetó por el collar de todas maneras, llevándoselo con él porque con todo y miedo, sabía que intentaría defenderlo.

Él mismo estaba jadeando desesperadamente, espantado. Todavía recordaba al que se le había lanzado encima.

—¡Mierda! —gritó Sage, sacando su arma, aunque estaba seguro de que no serviría de nada contra aquello, pero era lo único que tenía y se intentaban quedar con Jeff.

Los tres corrieron hacia arriba sin detenerse, pero de pronto se escuchó un estruendo tremendo bajo ellos, y las escaleras comenzaron a moverse.

Ransom se golpeó contra la pared y cayó resbalando un par de escalones antes de que Sage lo ayudase a levantarse. Se separó casi de mala gana, sintiéndose un inútil y sujetándose al pasamanos.

Corrieron por el pasillo, y pegaron un portazo tras encerrarse en una de las habitaciones. De pronto todo era silencio y oscuridad salvo la luz que entraba por una de las ventanas, cubierta por una cortina sencilla y semitransparente.

Ransom encendió la linterna de nuevo, jadeando y sin moverse de la puerta contra la cual estaba apoyado con Sage.

—Esto no puede ser, no estamos dormidos, estamos dentro.

—No estamos dormidos, pero incluso Nash y yo subimos a ese bus antes de dormirnos. Ese bus que no existe —le recordó Umbrae, abrazándose a Joe, pegado a la pared.

—Está intentando separarnos de ellos, tengo que volver —negó Sage, sin soltar la puerta de todas maneras —Sé que están en ese piso.
Los perros habían alcanzado la puerta y se escuchó a los mismos oler bajo la misma, rascando para entrar.

—No podemos salir de nuevo, Sage, no por ahí al menos —le aseguró Ransom —¡Sh! —les pidió, aunque los perros afuera no se detenían, le había parecido escuchar la puerta bajo ellos y unas voces que no era capaz de distinguir. Había una chica, ¿era Crowberry?

—Te acompaño a casa —le dijo Nash, que seguía dominado por aquel chico, Pierce, viendo aquella realidad cambiante.

—Nash, ¡Ese es Nash! ¡Nash! —Umbrae lo llamó de nuevo, enderezándose y yendo hacia la puerta.

Sage lo detuvo con un brazo.

—¡No podemos salir! ¡Quieto!

Abajo se escuchó cómo trataban de abrir otra puerta, sacudiéndola luego.

—Está trancada, ¿tienes las llaves, no? ¿Seguro que tienes las llaves? —la voz de Crowberry sonaba alterada, sin embargo, no parecía ni haberse percatado de que alguien había gritado en el piso de arriba.

—Claro que tengo las llaves —se buscó en el bolsillo con tranquilidad, después más nervioso —No, no las tengo, me las dejé en la habitación seguramente.

La voz de Nash se escuchó de nuevo, y los pasos hacia la habitación de nuevo.

—¡Algo está pasando! Se mueve el suelo —esta vez era la voz de Jeff.

—¡Pues ayudadme a buscarlas de una vez, joder! No van a aparecer antes porque gritéis más.

Los perros comenzaron a ladrar más alto, golpeándose incluso contra la puerta, de tal manera que ya parecía imposible que fueran ellos en lugar de un puño gigante.

—¡Crowberry! —la llamó Ransom, dirigiéndose a la ventana y abriendo los cristales, pero seguro que él se mataba, le sería imposible.

—No tenemos otra opción… tenemos que…

—¡Tengo una idea! —Umbrae interrumpió a Sage que ya se estaba girando con el arma en la mano —Esperad… ¿alguien tiene algo con lo que escribir?

El edificio estaba temblando ahora, realmente temblando, no era su imaginación.

Joe se había colocado tras Sage, gruñéndole a la puerta desde allí, aunque su cola estaba entre sus patas traseras.

—Yo tengo la agenda del móvil, no sé si se califica como algo para escribir, pero no llevo nada mejor encima —le ofreció Ransom, seleccionándola para él.

—Sí, es una buena idea supongo —Umbrae la sujetó, tratando de recordar parte del código que habían estado utilizando, y casi conteniendo la respiración rogando porque funcionara. No tenía por qué hacerlo, pero tampoco tenían una salida.

—Ey… —Sage se enderezó un poco, sorprendido, los perros habían dejado de empujar la puerta y aunque Joe no se veía mucho más tranquilo, los otros estaban en silencio ahora.

—Sea lo que sea que estás haciendo, parece que funciona —le avisó Ransom, mirándolo aunque intentando no ponerlo nervioso. Realmente Umbrae era el mejor para esa clase de cosas o incluso para programar bajo presión. Lo había demostrado en varias ocasiones ya.

Abajo se escuchó un estruendo más y el temblor les hizo caer al suelo incluso, Ransom se golpeó contra la pared antes de aterrizar en el mismo, resbalando luego porque el piso había quedado inclinado hacia dentro.

—¡Cuidado! —Sage lo sujetó por un brazo aunque él mismo se estaba resbalando.

Umbrae también había quedado sentado, aún sujetando el móvil de Ransom.

—Quizás se dio cuenta…

—Sea lo que sea, se ha detenido —le contestó Ransom con alivio, levantándose como podía, aunque en ese momento, el suelo no se sentía para nada firme —Tenemos que salir de aquí, si han salido, habrán visto el coche.

—No han salido, tengo que ir a ese piso —negó Sage. No quería salir de aquel edificio sólo para enterarse de que Jeff seguía allí atrapado.

—Tengo que pensar que han salido, Sage —le explicó Ransom, caminando hacia la puerta con dificultad y abriéndola con cuidado. Le parecía que hasta el techo se les podía caer encima en aquel momento —¡Crowberry! —la llamó en cuanto hubo atravesado la puerta.

—¡Ransom! —lo llamó la chica, aunque la voz no pasó de sus labios, ya que no eran los suyos después de todo, sino los de Emily.

El suelo se vino abajo mientras aún buscaban las llaves, y los tres chicos resbalaron por el mismo, cada uno intentando asirse de lo que podía en aquel estado de pánico y desesperación.

Crowberry sintió un vacío en el estómago y frío en la columna vertebral al sentir cómo su cuerpo se precipitaba hacia abajo, los pensamientos de aquella chica pasando a la velocidad de un rayo por su mente, a pesar de que el tiempo parecía moverse de manera muy lenta. Las dos últimas cosas que pudo ver fueron aquella taquilla en el instituto, y la imagen de aquella Claire ficticia, estirando una mano hacia su cuerpo.

—¿Habéis escuchado eso? —preguntó Ransom, mirándolos antes de que los otros dos salieran corriendo escaleras abajo hasta aquel piso.

La puerta estaba abierta ahora de par en par, tirada en el suelo tal y cómo la había dejado Nash al lanzarse contra la misma.

Pudieron ver perfectamente el agujero en la sala, desde la entrada.

Joe salió corriendo hacia el mismo, ladrando y agachándose cerca del borde, retrocediendo un poco aún así porque se había asustado.

—¡Joe! —Umbrae lo siguió sujetando su correa de nuevo, y acuclillándose en el suelo —No puedo ver desde aquí…

—¿Crowberry? —la llamó Ransom, rogando porque estuviese en aquel piso en alguna parte. La puerta estaba dentro de la casa, alguien o algo había entrado desde afuera a la fuerza, ¿por qué no estaban? No quería creer que pudiesen estar debajo de aquel agujero.

Trató de iluminar con la luz del móvil, pero no era suficiente y se lo devolvió a Umbrae —Hay que bajar —les pidió, saliendo y tratando de bajar las escaleras lo más rápido posible.

Los otros dos lo seguían, Sage sin soltar su arma para nada, apretándola casi.

Umbrae hacía lo mismo, aún con el móvil de Ransom, por si acaso. Si había funcionado una vez podía volver a funcionar.

Llegaron al primer piso por fin, Joe tirando de la correa con fuerza, guiándolos hacia donde habían visto aquel esqueleto en primer lugar.

—¡Crowberry! —Ransom se quedó en el marco de pared que daba a aquellos escombros, mirando a su novia sobre los mismos, descolocada de cualquiera manera.

Su rostro había palidecido más todavía sólo con aquella imagen, y se acercó con pasos nada seguros a ella.

—¡Jeff! —Sage corrió junto a su novio, sujetándole la cara enseguida, y acercando el oído a su nariz para ver si respiraba.

Nash estaba acostado a su lado también, girado casi boca abajo, y Joe llegó antes que Umbrae, olfateándolo y dedicándole un ladrido agudo para despertarlo.

—Ey…— el chico se arrodilló, sujetando su mano y tratando de no llorar por el miedo que tenía —¿Nash?

—Está… dormida, está dormida —se dijo Ransom, que la estaba sujetando en brazos. Pero más que dormida, parecía muerta, de no ser porque se notaba que estaba respirando, hubiera jurado que lo estaba —Tengo que llevármela al hospital. No… al cuartel —hablaba consigo mismo ya.

—Espera, ¿estás seguro de que podemos sacarlos de aquí? —preguntó Umbrae —¿Y si entran en shock?

—¿Por qué sucedería eso? —Sage se había vuelto a guardar el arma y estaba sosteniendo a Jeff contra su pecho ahora, sin querer dejar de mirarlo —No tenemos opción, este edificio no es seguro. Vamos.

Ransom ni siquiera se lo planteaba, no estaba pensando bien, sólo en sacarla de allí y llevarla al cuartel para tratar de meterse en su sueño. Estaba seguro de que podía ayudarla a salir, tenía que ayudarla a salir.

—Méteme las llaves del coche en el bolsillo, Sage, voy a acercarlo para poder meter a los demás. No, no van a caber, tienes que venir, y coger el de Jeff también. ¿Te quedas aquí con Joe? —le preguntó a Umbrae.

El chico asintió, mirándolo nervioso y aún sujetando la mano de su novio. Él no tenía la fuerza para cargarlo, tampoco pensaba dejarlo allí.

—Está bien, regresamos enseguida —Sage se levantó, haciendo lo que Ransom le pedía. Sujetó a Jeff luego, alzándolo —Cuando regrese, te ayudo con Nash, no te muevas.

—¿Seguro que puedes llevarlo? —le preguntó Ransom, aunque probablemente no le costaba tanto comparado con lo que le costaba a él llevar a Crowberry aunque no pesaba ni la mitad, por culpa de su rodilla.

—Sí, no puedo dejarlo allí o no terminaré de escuchar sus quejas —sonrió un poco, tratando de aligerar la situación, aunque no habían muchas posibilidades de eso.

Por lo menos estaba allí, entre sus brazos y respirando.

—¿Crees que están en el mismo estado que Kevin, verdad? —le preguntó Ransom.

—Sí, eso es lo que creo —asintió de manera grave esta vez —Creo que están todos juntos.

—Prefiero pensar eso —le confesó, pero eso no le sacaba la sensación de ansiedad. Ahora estaba pensando en la expresión que tenía Barret cada día desde que Kevin quedase así de afectado —¿Cómo ha podido sucederles a los tres a la vez? Algo grave tuvo que ocurrir.

—Es este lugar y el que los tres estuviesen juntos. Esa cosa lo amplia, ¿sabes? Y Jeff… se pone nervioso —lo miró, tensando los brazos y apretándolo contra su cuerpo.

—¿Crees que lo siguieron hasta aquí? Tal vez vinieron por otro motivo… no lo sé. Ahora mismo me siento culpable —le confesó, hasta sentía que se merecía lo que le estaba doliendo la rodilla el llevarla en brazos hasta el coche, por haberla hecho alejarse de él.

—Yo fui quien lo sugirió. Creí que solamente le hablarían, que lo seguirían a su casa o a la de ella, no a este lugar —resopló, mirándolo —Voy a sacarlo de allí, sin importar lo que tenga que hacer.

Ransom lo miró un momento, preguntándose si estaba tan seguro de poder hacerlo, o sólo se estaba dando fuerzas. Él no las tenía realmente, quería verla sonreír como siempre.

—Deja que yo lo haga —le dijo a Sage al llegar al coche, abriendo la puerta y sujetando a Crowberry con un brazo antes de abrir la puerta del asiento trasero —¿Llevo yo el coche de Jeff?

—Por favor —asintió, colocando a Jeff en el asiento de pasajeros y sujetándolo bien con el cinto de seguridad —Tenemos que darnos prisa. Tampoco me gusta dejar a Nash y Umbrae en ese edificio.

—Me he dado toda la prisa posible —casi le riñó porque le frustraba, y se esperó a que le diese las llaves de Jeff antes de ir hacia allí. Se aseguró de colocarla bien en el asiento y le colocó el cabello como si eso fuera importante en aquella situación, besándole la mejilla antes de encender el coche.

Sage lo había esperado de hecho, se sentía extrañamente confundido, como si eso no estuviera pasando y Jeff simplemente estuviera tomando una siesta mientras él conducía. Después de todo, solía hacerlo.

Lo miró de soslayo, asegurándose de que estuviese bien mientras conducía hacia aquel edificio.

Joe salió a recibir a los coches y volvió con su dueño a avisarlo en cuanto hubieron llegado, Ransom se bajó enseguida, cerrando el coche con llave de todas maneras por si acaso.

—Te ayudo a llevarlo —le dijo a Sage, entrando en el edificio y mirando a Umbrae que tenía una expresión terrible —No he podido venir más rápido —se disculpó.

—No… está bien —lo miró claramente nervioso y asustado de todas maneras. Cada pequeño ruido lo ponía más tenso. Se puso de pie, a la vez que Sage se agachaba al lado de Nash tomándolo de un brazo y colocándoselo alrededor del cuello, esperando a Ransom. Era un chico muy fuerte, de eso no cabía duda.

Ransom se inclinó para cogerlo, levantándose y sujetándole el brazo con fuerza para poder ponerse en pie y llevarlo al coche de Jeff, ya que suponía que Umbrae preferiría ir con él, y además era más grande. Ayudó a Sage a meterlo dentro y se sentó un momento antes de ir para el asiento de delante mientras Umbrae se sentaba detrás y colocaba a Nash.

—Nos vemos en el cuartel. ¿Puedes llamar a Barret?

—Claro, le… le pediré que prepare tres camas —casi murmuró ya que no quería aceptar aquello. Todavía tenía la esperanza de que despertasen durante el viaje. Quizás cuando los hubiese sacado de allí.

—¡Ransom! —Crowberry lo llamó, abriendo los ojos, y resbalándose un poco por encima de aquel montón de escombros en los que estaba acostada.

Miró hacia abajo y se tocó el pecho y las piernas, pero estaba de vuelta en su cuerpo propio ahora. Se inclinó a un lado, sacudiendo a Jeff y luego a Nash.

—¡Eh! ¡Chicos! ¡Despertad!

—¿Qué ha pasado? —Jeff se frotó la frente, sentía que le pesaba hasta el cerebro, miró a Nash que se sentaba lentamente sobre los escombros y entonces se dio cuenta en dónde estaba y pegó un brinco poniéndose en pie. No tenía ganas de estar sobre cadáveres —Tenemos que salir de aquí de una vez, vámonos —les pidió, seguro de que habían despertado por fin, podían tomar el coche y largarse.

—No creo que vaya a ser tan sencillo —le aseguró Nash —Estamos aquí para jugar por ellos, ellos nos eligieron.

—Pero estamos despiertos ahora… ¿no? Podemos irnos —se quejó la chica, levantándose también y sacudiéndose las nalgas —Lo que debemos hacer es decirle a los demás lo que ocurrió. Vienen, se llevan los cuerpos, y ya.

—Ya… —repitió Nash, que no estaba para nada convencido, pero decidió seguirlos de todas maneras.

—Eso mismo —Jeff sujetó la mano de Crowberry porque necesitaba apoyo y salió del edificio primero, mirando a su alrededor y descubriendo un montón de edificios extraños. No se veían de la misma manera que antes, si no que parecían borrosos como una foto desenfocada.

Miró a Crowberry de nuevo, para asegurarse de que no eran cosas suyas, pero veía perfectamente.

La calle estaba en un silencio sepulcral, no se escuchaba absolutamente nada.

La chica le estaba apretando la mano con fuerza, claramente espantada. Trataba de enfocar la vista pero era como si una niebla lo cubriese todo, o como si necesitase gafas, a pesar de que su visión solía ser perfecta.

—Creo que me golpeé la cabeza —intentó bromear, su risa sonando extraña y tensa.

—Vamos al coche —insistió Jeff, que no quería admitir que estaban dormidos aún. Además Barret había conseguido sacar a Kevin por unos segundos al hacerlo salir de la ciudad, entonces… ellos sólo tenían que hacer eso mismo para despertar.

Nash los siguió unos pasos, mirando luego hacia la escuela, el único edificio que se veía claramente entre todos los demás.

—Creo que deberíamos ir a la escuela, a jugar.

—¿Por qué? No tenemos que seguir sus reglas. No quiero morir —Crowberry lo miró, con el ceño fruncido —Tratemos de irnos por lo menos, ¿no?

—¿No crees que ellos nos estaban ayudando? Sí, nos utilizaron porque necesitan a alguien que juegue por ellos no sé por qué, pero… creo que nos estaban tratando de hacer comprender. Si nos vamos, sólo vamos a estar repitiendo el mismo ciclo que los demás —le recordó Nash —Sage se curó por un tiempo, tal vez porque tomó el papel de una persona y consiguió hacer lo correcto. Huir no es la solución.

—Tal vez no, pero yo quiero ir con Sage ahora mismo y explicarle tu idea antes de hacerla —objetó Jeff, caminando de todas formas por la calle hacia el coche, pero las calles ya no eran iguales, ya no estaba aquel edificio junto al que había aparcado tampoco.

—¿Dónde está tu coche? —preguntó Crowberry como si eso fuera a hacer que todo volviera a la normalidad.

Se giró de pronto mirando a Nash, seria.

—De todas maneras no sé qué se supone que haga. ¿Nos reunimos a planear? No tengo idea de cómo va este juego.

—Yo tampoco, pero estamos dentro y por eso el coche no está, ni las calles son iguales, y por eso los edificios se ven así, ¿es que no lo podéis
admitir? —les preguntó encogiéndose de hombros —Probablemente tenemos tanto tiempo para salir de aquí, como aguanten nuestros cuerpos ahí tirados. Seguro que por eso Kevin está aguantando más que los otros, porque los otros se quedaban dormidos en sus casas, solos, sin comer ni beber ni nada… durante días hasta que palmaban.

—No quiero ni pensar en toda la lógica que tiene eso… —le confesó Jeff.

—Pero la tiene —la chica se estremeció, el aire se le hacía helado ahora —¿Creéis que Kevin esté por aquí? A lo mejor nos pueda decir algo.

—Si nos reconoce… —murmuró Jeff, tocándose la frente y pensando en Sage, en lo decepcionado que debía estar de que se hubiera metido en ese jaleo. Para colmo seguro que Ransom lo odiaba por haber llevado ahí a Crowberry.

—Yo creo que es una buena idea, sería mejor si supiéramos a quien se supone que está representando él. Pero una cosa queda clara, George los abandonó.

—Y Albert lo vio con Claire. Alguien les cerró la puerta… —murmuró Jeff.

—¿Crees que haya sido George? Pero… no creo que supiera que se iba a caer el edificio, eso no tiene mucho sentido —la chica seguía sujetando su mano mientras empezaban a dirigirse hacia el instituto.

Aquello no le gustaba para nada, pero Nash tenía razón.

—No, tal vez sólo les estaba gastando una broma pesada, o intentaba asustarlos, no lo sé. Pero alguien los encerró, ¿no? Y él los estaba dejando de lado.
—Tal vez el lugar ya estaba maldito antes, y se cerró porque sí —le contestó Jeff.

—Porque sí nunca es una respuesta que me convenza…

—A mí me pone nerviosa, porque sí no tiene solución —Crowberry sonrió un poco, no porque le hiciera gracia en particular, tenía ganas de salir corriendo en dirección contraria —A Emily le gustaba George, estaba completamente cegada por él.

—A él Claire y a Pierce, Emily… —murmuró Jeff —A Albert le gustaban las galletas.

Nash se rio un poco, y le dio un codazo, carraspeando y frunciendo el ceño ya que no era el momento.

—¿Tal vez Claire averiguó lo que estaban haciendo?

—Mejor no te rías de ninguno, no quiero acabar cortada en trocitos —se rio la chica nerviosa, y acomodándose el cabello con las manos de pronto —Quizás fue Claire quien los encerró.

—¿Y por qué dejó fuera a George? —le preguntó Nash, parándose frente a la puerta del colegio, que se veía extremadamente real, demasiado. Tenía que haber más personas en sus circunstancias en aquella ciudad probablemente.

—Quizás George le dijo, le gustaba ¿no? Querría conquistarla —sugirió la chica, mirando hacia arriba. No quería entrar, no quería entrar para nada —Eh… —alzó un brazo señalando a una de las ventanas superiores.

Había alguien allí y lo que era peor, estaba agitando un brazo como llamándolos.

—Hay más personas aquí, tal vez sea Kevin —sugirió Nash, dirigiéndose a la entrada del instituto con los otros detrás.

Las puertas parecían abiertas con normalidad, entraron en el recinto y comenzaron a subir las escaleras de un colegio que no se veía como en la actualidad, si no casi se diría vivo, limpio y en condiciones normales.

Afuera comenzó a brillar el sol como si acabasen de cambiar de escena, y al terminar de llegar arriba, al primer piso donde estaban las clases, el olor y la visión de los cuerpos regados por el pasillo los dejó congelados en la entrada.

—Oh, mierda. Ya sabía que esto no podía ser bueno. Nunca es bueno —se quejó la chica, sujetándose más al brazo de Jeff ahora, casi parecía que se le fuera a subir encima.

Pegó un grito de pronto, al sentir que alguien la empujaba, y un chico pasó corriendo por su lado, metiéndose en una de las aulas.

Ella tembló, mirándose el brazo y notando la mancha de sangre en el mismo.

—Odio este juego.

—¡Ey! —gritó Nash, corriendo y por poco resbalando en un charco de sangre de no ser porque se sujetó a una de las puertas. Entró en el aula tras él, parecía aterrado, y lo miró a los ojos con espanto.

—¡Cierra la puerta! ¿estás loco? Nos encontrará… —le dijo en medio de jadeos.

—Vamos —le dijo Jeff a Crowberry, siguiéndolos y cerrando la puerta a sus espaldas —¿estás aquí encerrado también? —le preguntó.

—¿Encerrado? —preguntó confundido, deseando que lo dejasen en paz y se callasen, así iban a descubrirlos. Si estaba en su misma situación, parecía haberse olvidado ya de la realidad.

—Sí, encerrado. Esto es un sueño, ¿sabes? —le aclaró la chica sin caer en cuenta aún de lo que sucedía, pero él la miró como si estuviera loca.

—No hagáis ruido…

—¿Quién viene? ¿Claire? —le preguntó Jeff.

—Vera, y cállate de una vez —se frotó la frente como si no pudiese comprender por qué lo seguía molestando, y sacó un punzón que llevaba en la mano —Callaros todos —amenazó a Jeff, ya que era el que tenía delante ahora.

—Tranquil…—estaba empezando a decirle antes de que Nash le sujetase la muñeca de golpe y se la apretase tanto que el chico tuvo que agacharse, gimiendo.

—Suelta… suelta.

—Suelta tú el pinchito ese o te voy a enseñar el mío.

—¡Nash! Por más que me halague que me protejas… —le pidió Jeff, callándose de inmediato al ver una sombra que arrastraba algo pesado.

Crowberry se agachó, tirando de Jeff también, tensa como estaba. No, aterrada más bien.

Contuvo la respiración y aquella sombra se detuvo frente a la puerta del aula en donde se estaban escondiendo.

La chica miró a Nash y luego a Jeff como preguntándoles qué hacían. El desconocido se veía completamente desencajado, ya no podía ayudarlos.
Afuera, la figura soltó lo que fuera que estaba arrastrando y sus pasos se reanudaron.

Nash empujó al chico lejos de ellos y desarmado, antes de acercarse a mirar por una rendija de la puerta. Vio claramente aquel cuerpo roto y lleno de cortadas de una chica, sus ojos vacíos parecían haber sido arrancados sádicamente.

Era algo fuera de toda lógica el estar presenciando aquello, a plena luz del sol de la tarde en medio del pasillo de un colegio.

La sombra no era desconocida para él, por supuesto, se trataba de Claire, llevaba un vestido blanco con flores amarillas y estaba descalza, ensangrentada y con el cabello negro salvajemente enmarañado.

—Nash… —Crowberry susurró, gateando hasta él y tirando para que dejase de mirar. No tenía idea de cómo iban a jugar ese juego, ella quería salir huyendo.

Claire, o más bien Vera se había detenido y ladeó la cabeza a un lado como escuchando algo. Su postura se veía incierta, sin embargo, Crowberry no tenía ninguna duda de que si hacían cualquier movimiento estaría sobre ellos en un segundo.

Nash la empujó con su cuerpo ligeramente, ocultándose tras la pared y mirando a los otros dos antes de abrir la puerta del armario ropero que se encontraba empotrado en la pared, abrió la puerta con cuidado para esconderse adentro.

Pero en el mismo ya había un cuerpo que parecía llevar allí mucho tiempo, pues estaba plagado de gusanos y las moscas salieron volando en cuanto la abrió. Tapó la boca de Crowberry con la mano por si pensaba gritar, aunque hasta a él le había costado no hacerlo.

Y de hecho hizo bien porque le chica estaba increíblemente pálida y tenía lágrimas en las esquinas de los ojos por el susto. Se pudo contener sin embargo, aunque tapándose la boca ella misma en cuanto Nash la soltó.

Se pegó a la pared preguntándose cómo iban a salir de allí. No podían jugar, no, iban a morir, eso es lo que iba a pasar.

—¡Vamos a morir! —gritó el chico que estaba con ellos, abriendo la ventana como un poseso. Jeff lo miró, abriendo los ojos de una cuarta.

—¡Haz que se calle! —le susurró Nash imperiosamente, pero Jeff lo miró preguntándose qué pretendía que hiciera, ¿Qué lo matara?

De todos modos no le hizo falta, el chico se lanzó por la misma, haciendo al otro mirar cómo se estampaba contra la acera, moviéndose con convulsiones y dejándolo allí estupefacto.

—Oh mierda… —Crowberry se pegó más a la pared. Ella no quería ni ver eso —¿Qué hacemos? Tenemos que salir de aquí, esto no tiene sentido. Yo no me pienso lanzar.

—¡Sh! Ven aquí, Jeff —le pidió Nash, seguro de que ella volvería a comprobar que no quedaba nadie allí. La metió entre los abrigos a la fuerza y Jeff tomó aire, tapándose la boca antes de cerrar las puertas despacio. Estar encerrado con aquel cadáver ya contaba como lo peor que le había pasado jamás.

Crowberry estaba a punto de llorar, realmente odiaba aquello, y una vez más tuvo que cubrirse la boca y la nariz con ambas manos. No sólo por eso, sino por el olor, y porque apenas se hubieron escondido, Vera entró en el salón, caminando de manera deliberada y amenazante, observándolo todo.

Podían verla a través de la rendija que quedaba en las puertas del armario. Se estaba asomando a la ventana ahora, sin duda mirando el cadáver de aquel chico.

Jeff estaba palpando hasta sujetar a Crowberry y la abrazó contra su pecho, tratando de consolarla y susurrándole al oído de forma casi inaudible que iban a estar bien.

Nash estaba tan tenso, que su mano se estaba poniendo pálida por la forma en la que apretaba la navaja que había vuelto a sacarse del bolsillo. Estaba bastante seguro de que no servía de nada contra un fantasma, pero le hacía sentir seguro.

Por un momento incluso se le ocurrió la idea de que podían lanzarla por la ventana abajo ahora, era un buen momento y sabía que supuestamente se había suicidado lanzándose, tal vez debía, tal vez…

Ella se volteó, mirando al armario y acercándose lentamente. Jeff se movió hacia atrás un poco más, casi temblando al ver lo desfigurado que estaba aquel rostro que siempre intentaba ocultar. Un montón de moscas salieron al empujar sin querer el cuerpo y Vera las siguió con la mirada antes de dar la espalda al armario, mirando de soslayo al mismo una vez más, cuando ya parecía que iba a irse, y no se movía, allí estaba, inmóvil, mirándolo a la rendija con aquel ojo enrojecido, fijamente.

Crowberry se sujetó a Jeff con todas sus fuerzas, segura de que los iba a descubrir. ¡Era un jodido fantasma! No podían engañarla así.
Estaba empezando a girarse hacia el armario de nuevo, cuando algo captó su atención.

Un chico y una chica pasaron corriendo por el pasillo, sujetos de la mano y sin darse cuenta de que aquello de lo que huían acababa de divisarlos.

Vera se puso en movimiento de nuevo, y aunque parecía estarse moviendo de la misma manera deliberada, era como si todo alrededor de ella hubiese acelerado para darle velocidad.

Aún así esperaron unos minutos que a Jeff se le hicieron interminables, y abrió la puerta del armario de una sola vez, sacudiéndose el cabello por si tenía alguna mosca encima y tratando de respirar algo que no hediese, pero era imposible, todo apestaba a sangre y a muerte.

Notó una arcada y se aguantó para no vomitar allí mismo, apoyándose en contra la pared con una mano de todas formas.

—Tenemos que salir del colegio…

—Pero no podemos jugar si nos vamos —le recordó al chica, sacudiendo la cabeza también —No nos van a dejar salir.

—No, tienes razón, sólo… —Jeff estaba pálido y se sentó en la mesa por unos minutos.

—Pensaría que utilizar un ordenador es una buena idea para modificar el juego, pero no creo que el juego tenga conexión con el mundo real de ese modo —les dijo Nash.

—No, es una buena idea. Necesitamos encontrar esa aula de informática en la que trabajaban y se conocieron, además de poder haber pistas, tal vez…

—Esta no es su escuela, es la escuela que crearon —se opuso Nash, pensando que perdían el tiempo.

—Al menos podré intentar contactar con Sage, con los demás. ¿No queréis probar?

—Yo sí quiero, quiero hablar con Ransom —la chica alzó un brazo, deseando estar con él en realidad —La crearon ellos, debía tener ventajas. Además, ellos no querían morir en el juego y nosotros los… Oh, mierda.

—¿Mierda? —preguntó Jeff, preguntándose si podía haber algo peor.

—Si los representamos a ellos, se supone que ahora parezca que me mata. Eso no puede ser agradable —le recordó, negando con la cabeza —No puedo verla, no puedo… Me voy a morir de verdad.

—No, no vas a morir —Jeff le sujetó la cara con suavidad para que lo mirase a los ojos —Ellos nos escogieron porque pensaron que podíamos terminar con esto, ¿no? —miró a Nash para que lo apoyase.

—S… Sí, eso parece —contestó incómodo porque sentía que la estaba consolando y no sabía si era el apropiado —Pero Jeff tiene razón, yo no estoy dispuesto a morir, hagamos eso. Seguro que nadie lo ha probado antes.

*****

—No, ella… yo me ocupo de atenderla —Ransom suspiró, mirando a los enfermeros, que no habían esperado toparse con aquella “circunstancia”, con la verdadera sexualidad de la chica. Finalmente habían acordado ponerla en el mismo cuarto que a los demás, pero con una cortina para darle intimidad a Ransom mientras se ocupase de atenderla.

—Está bien —se retiraron, dejando la ropa de hospital sobre la cama cuidadosamente. Ransom cerró la cortina y empezó a cambiarla, pero hasta eso se sentía terrible, tener que desvestirla y vestirla.

Seguramente habría odiado esa ropa además.

La chica estaba profundamente dormida, sólo movía los párpados con rapidez, pero no había respondido a ninguno de los estímulos del doctor.

Estaba claro que no estaba consciente de las condiciones de su cuerpo.

Ransom la recostó de nuevo, cubriéndola con las sábanas y colocándole el cabello, limpiándole el polvo de una mejilla antes de tomar aire con fuerzas, tratando de recobrar la serenidad antes de descorrer las cortinas e ir a por un café. Le hacía falta para concentrarse, no porque pudiese dormirse en una situación como aquella.

Sage alzó la cabeza, había estado sentado junto a Jeff, sujetando su mano y mirándolo como si con eso pudiese lograr que se despertara. Sabía que debía ponerse a trabajar, pero no le era fácil apartarse de su lado.

—¿Cómo está?

—Parece que está teniendo pesadillas —le contestó, mirando luego a Umbrae, lo seria de su expresión. Bajó la vista a Jeff, suspirando —Al menos están juntos —le susurró al rubio, apretándole el hombro.

—Sí, Jeff es muy galante, no te preocupes por Crowberry —le aseguró apretándole la mano a Jeff y poniéndose de pie.

—Voy a revisar el video… Eso —se excusó Umbrae mirando al suelo. Le habían permitido tener a Joe allí, gracias a Sage, pero estaba en una habitación aparte por el momento, aunque él hubiese preferido dejarlo con Nash.

—Vale, voy a por unos cafés, no tardo nada —les avisó Ransom, pero Barret ya venía con unas bolsas de cartón con café para toda la noche, y los saludó, haciéndolo desistir de su idea

—He tenido que parar a por esto —les avisó, caminando hacia la sala de los ordenadores, no sin antes echar un vistazo a los chicos —¿Todos? —preguntó alarmado y extrañado a la vez.

—Somos los únicos que quedamos despiertos —le contestó Sage mirándolo a los ojos, y ayudándolo con las bolsas —Estaban en ese lugar.

—¿En la ciudad? —preguntó.

—En el edificio derruido —le contestó Ransom.

Barret dejó la bolsa que le quedaba en la mano sobre la mesa, y se sacó la cazadora, mirándolos.

—Supongo que queréis que entre.

—Sería lo mejor, yo quisiera hacerlo, pero temo empeorar las cosas —le confesó Ransom.

—Yo también, y necesitamos a Umbrae aquí afuera —le aseguró Sage, mientras sacaba un vaso de café para él, entregándole otro al chico porque se veía distraído.

—No sé si podamos accesar a sus sueños… O si sea posible que se encuentren con Kevin.

—Hay que intentarlo —admitió Barret, pensando que no tenía tiempo para ese café después de todo por el momento —Aunque nunca han conseguido entrar en el sueño de nadie que no fuese Kevin por el suficiente tiempo.

—Habría que probar con uno de ellos —admitió Ransom.

—Está bien si queréis intentarlo con Nash —les aseguró Umbrae, ya que veía a los otros dos inseguros —Es fuerte e inteligente. Seguramente sabe que es un sueño de todas maneras.

—¿Estás seguro de eso, Umbrae? Quizás deberíamos intentarlo del modo tradicional primero.

—A Nash no le sucederá nada, eso es definitivo. Como mucho no podremos entrar en su sueño por mucho tiempo, eso es todo —les aseguró el doctor que llevaba aquellos experimentos y acababa de entrar —. Disculpen que les interrumpa. ¿A quién tengo que tener listo entonces?

—A Nash —le contestó Barret, pensando que era la forma más directa de llegar a ellos.

—Nash —asintió Umbrae mirándolo en la cama y dudando por un momento, pero luego se dirigió a él, besándolo en los labios aunque le ardían las mejillas por tener a todos allí, mirándolo —Vuelve a mí —le susurró, apartándose y alejándose un poco, tratando de fingir que no pasaba nada.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte XII

Jeff apenas podía moverse con normalidad, se sentía como si todo su cuerpo estuviese oxidado mientras caminaban por los pasillos en busca del aula de informática o cualquier lugar en donde pudiera haber ordenadores. El único que no parecía demasiado alterado, era Nash, y para eso… porque parecía que iba a acuchillar a alguien con aquella navaja como se le cruzase por delante.

La mano del chico giró otro pomo más, entreabriéndolo y mirando adentro con suma precaución, asegurándose primero de que no había nadie más allí.

Eso parecía, al menos a primera vista, y efectivamente, allí estaban los ordenadores tal y cómo había sugerido Crowberry, que parecía saber más cosas que ellos, como si Emily la estuviese ayudando.

—Sí —la chica exclamó en bajito, celebrando, estaba segura de que podía escucharlos estuvieran en donde estuvieran —Hay que darse prisa —aceleró, sentándose frente a uno y encendiéndolo —¿Usamos el código ese o sólo les enviamos un mensaje? ¿No deberíamos intentarlo a la vez? Por si alguno lo logra.

—Sí, probemos varios métodos, yo voy a intentar enviarle un mensaje al móvil a Sage.

—Yo usaré el código entonces —Nash se sentó en otro de los ordenadores, preguntándose si podían utilizar unos ordenadores irreales para afectar al mundo real.

—Y yo trataré de hackear el ordenador de Ransom. Me sé todos sus trucos —sonrió un poco, sintiéndose en su elemento. Estaba nerviosa aún así, y su pie derecho se movía rápido tratando de expulsar algo de aquella sensación.

El instituto estaba callado de nuevo, pero no sabía cuándo iba a aparecerse Vera o algún otro chico gritando ensangrentado.

—¿Creéis que Kevin sigue por aquí? —preguntó Jeff mientras se dedicaba a hacer lo que habían acordado.

—Si sigue por aquí, podemos intentar contactar con él o alterar el juego, pero antes… esto —le dijo frunciendo un poco el ceño, porque no lo dejaba concentrarse.

—Debe estar, creo que todos están aquí, incluso… —la expresión de Crowberry se hizo más grave, no le gustaba pensar en eso —Incluso los muertos.

—Con esos no quiero contactar —le aseguró Jeff, concentrándose en lo que hacía ahora sí, enviándole un mensaje a Sage de la forma más tradicional posible, mediante un correo electrónico enviado a su teléfono móvil. En el mismo decía: estamos dentro, Crowberry, Nash y yo. No sabemos cómo salir, pensamos que tenemos que jugar, pero ella está aquí, y los está matando a todos.

Creo que mi cuerpo tiene que estar por algún lugar de la ciudad, o en el coche… espero seguir estando vivo…

—Ya casi estoy allí—murmuró la chica que ya había encontrado la IP de Ransom. No le era difícil eso, se la sabía, pero se preguntaba si era la verdadera o sólo una fantasía.

—Yo ya lo he hecho, no sé qué más podría hacer salvo esperar… —comentó Jeff porque estaba demasiado nervioso, y se levantó para ver lo que hacían ellos.

Nash estaba tecleando muy deprisa, de vez en cuando parándose a pensar en el código, mientras, extrañamente en vez de hacer lo que se suponía que debía hacer, estaba tratando de crear un encuentro por el cual Kevin entrase en esa sala.

Crowberry seguía intentándolo, esta vez la seguridad le parecía más difícil, mucho más complicada, estaba segura de que era culpa de ese mundo.

Pegó un salto súbitamente al escuchar un grito en el pasillo, y la puerta se abrió de golpe, aunque no había nadie en el marco.

De pronto todas las pantallas se quedaron en negro, aquel código reapareciendo y escribiéndose a una velocidad increíble.

—¡¿Qué está pasando?!

—Soy yo, mierda. He sido yo quiero decir —les confesó Nash, que estaba intentando cambiarlo a la vez y de pronto provocó que el suelo bajo ellos se transformase por unos instantes en una malla. La textura del parqué apareció de nuevo, pero los debía haber descubierto —Mejor será que nos larguemos, deprisa —les indicó, abriendo la puerta del fondo que había visto al entrar, y tirando una mesa con el ordenador sin querer al pasar.

—¿Nash…? —pudo escuchar la voz de Umbrae por un momento, antes de que el ordenador se apagase del todo, pero ya estaba cambiando de nuevo el lugar y Crowberry se sujetó de su brazo, tirando de Jeff también. No quería quedarse sola.

*****

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Ransom, que se había levantado incluso. Todavía estaban preparando a Barret, el doctor quería probar a sedarlo para que no pudiera despertarse tan fácilmente esta vez.

Ahora tenían monitores que pasaban el código, aunque con problemas, desde la información que trasmitía Nash, en vez de Kevin, y la pantalla había comenzado a cambiar a un ritmo vertiginoso como si hubiera un conflicto.

—El código está cambiando, casi no puedo seguirlo, es como si… Creo que lo están haciendo desde el sueño —Umbrae sonrió, mirando a Nash por un momento, pero no quería perderse nada. A lo mejor encontraba una respuesta en eso.

—Es asombroso —el rubio también lo estaba mirando, y bajó una mano para tomar su móvil, ya que alguien le había enviado un mensaje. En realidad no le importaba mucho en ese momento, lo hizo de manera automática, pero cuando miró la pantalla, su actitud cambió por completo —Es… es un mensaje de Jeff.

—¿Jeff?

—¿Qué dice? —Ransom se acercó a leerlo, sintiéndose aliviado al leer que Crowberry estaba con él, aunque no tanto al ver que se preocupaban por si estaban vivos o no. ¿Por qué ella no le había enviado algún mensaje además?

Miró su móvil como para confirmarse que no se hubiera perdido algo, pero no había nada de nada. Se sentó en la silla, preguntándose si habría intentado contactar con él por el medio normal para ellos, tratando de entrar en su ordenador —Es cierto, ha estado tratando de entrar en mi ordenador, es Crowberry, lo sé.

—Vamos a comenzar —les advirtió el doctor desde el otro cuarto, hablando por el comunicador.

—Estamos listos —le aseguró Sage, esperanzado por aquel mensaje y colocándose mejor frente a la pantalla —Un momento —pidió luego, contestando a aquel mensaje por si acaso: Estás bien, estás vivo, y estás aquí conmigo. Los tres estáis aquí, durmiendo. Voy a traerte de vuelta, Jeff.

Barret ya se había quedado dormido, de hecho había sido tan pocos segundos después de que le pusieran la vía en el brazo, que casi no le había dado tiempo a sentir el dolor del pinchazo.

Se suponía que le estaban pasando la información de Nash y podría entrar en su sueño, pero no estaba funcionando. El doctor decidió esperar un poco, pero luego de unos minutos pasó a avisarles.

—Me temo que no es posible. Simplemente está durmiendo, pero no establece contacto con ellos. No, esperad… —les pidió, ya que le parecía que por un momento había reaccionado.

Barret se había movido, pero era porque le había parecido ver a Kevin delante de una puerta, sólo para luego percibir la oscuridad más profunda y sumirse en el sueño profundo de los medicamentos de nuevo.

—No, creo que no es posible, ¿queréis probar con Kevin de nuevo?

—Será lo mejor, necesitamos entrar de alguna manera —accedió Sage.

Umbrae había tensado los brazos, preocupado. ¿Por qué no podía entrar en su sueño? ¿Y si estaba demasiado dormido ya? No era posible, Kevin llevaba más tiempo así.

El doctor estaba cambiándolo todo de nuevo, con ayuda de los enfermeros, y Ransom abrió uno de los vasos de café, cogiendo el móvil de Sage para leer de nuevo el mensaje.

—Los está matando a todos —leyó en voz alta —¿a quiénes?

—No lo sé. Si ellos están bien… ¿Podrán ver a las otras víctimas? —Sage se giró en la silla, alzando la mirada.

—Es posible, nosotros vimos a Solitaryman en aquella ocasión —se quedó pensativo, recordando que también había visto a la ex de su padre, ahora se preguntaba si estaría bien.

—Listo —les avisó el médico, que no tardó mucho en observar el cambio en Barret.

Estaba al fondo del pasillo de aquel colegio que había visitado, y Kevin estaba delante de una puerta, la abrió, pero miraba adentro como si no le dijese nada.

—¿Kevin? —lo llamó, aunque su desesperanza le decía que no tenía caso. ¿Por qué estaba allí? ¿No debería estar con Nash ahora?

—¿Qué está pasando? —el chico enfocó al mirada por fin sin embargo, y lo miró a los ojos. Claramente estaba confundido.

—¿Estás solo aquí? —le preguntó, sin ver por qué intentar razonar con él en otros aspectos.

—Sí, pero no estaba aquí antes —movió la cabeza —No estaba aquí.

—¿Dónde estabas? —le preguntó sin acercarse demasiado, mirando atrás al pasillo —¡Nash!

—¿Qué haces? —le preguntó extrañado, siguiendo su mirada —Estaba afuera, voy afuera, Tengo que irme.

—¡Espera, Kevin! Tienes que ayudarme a encontrar al resto —le pidió, acercándose a él entonces.

—No sé de qué hablas, tengo que salir antes de que vuelva —negó el chico alejándose por el pasillo.

Barret se tocó la frente, no se consideraba una mala persona, pero no tenía paciencia para esa clase de cosas. Sentía que había perdido el norte totalmente y él tenía que encontrar a los demás. No podía hacer nada por él y ya ni sabía quién era.

No podía evitar ser un soldado y pensar en el bien mayor de la operación.

—Yo voy a buscarlos, Kevin, puedes venir conmigo o seguir solo —le dio como última oportunidad.

—¿No tienes miedo? Vas a morir si te quedas aquí… —le advirtió. Estaba nervioso, no le gustaba estar solo, no sabía ni cuánto tiempo llevaba tratando de irse.

—Soy un soldado, estás en un hospital… —le repitió de nuevo —Yo no estoy en las mismas circunstancias, sólo he entrado a ayudaros. Ven —extendió el brazo, ofreciéndole su mano para ver si era capaz de llevarlo con él.

Kevin miró su mano por unos momentos y luego al pasillo tras de él. Finalmente la sujetó, no estaba seguro de por qué lo hacía ni de por qué confiaba en él.

—Estoy cansado —murmuró.

—No te puedes dar por vencido —le pidió, apretando su mano con fuerza, sintiéndose extraño al hacerlo —Vamos, tenemos que encontrarlos. ¿Qué has estado haciendo? ¿Estabas escondido?

—Huyendo, tratando de salir, siempre pasa algo —le explicó —Antes podía llegar a la playa.

—Eso era algo que tú creabas, no existe —le aseguró, aunque no podía ni comenzar a explicarle la verdad sin que pareciese todavía más estúpida y además no iba a creerle.

—Pero yo quiero salir. No quiero morir, traté de matarme, pero no quiero morir —le aseguró, mirando hacia atrás, tenso.

—No, no puedes matarte —le contestó tenso también, aunque intentando que no se le notase —. Si lo haces voy a tener que buscarme otro secretario.

Miró a los lados, a las puertas, algunas abiertas o no, estaban manchadas de sangre o incluso tripas. No veía ni rastro de ellos, y nunca había estado en ese lugar y presenciado algo tan sangriento —¡Nash!

—No sé a quién buscas, no hay ningún Nash aquí —le aseguró confuso por sus palabras, pero ya no comprendía nada de todos modos.

El pasillo se veía oscuro, más de lo que debería estar, se iba oscureciendo cada vez más.

—Te aseguro que sí, hay un Nash aquí… —le contestó, revisando con la mirada y cogiendo un bate del suelo. Estaba ensangrentado, y probablemente alguien había pensado antes que él, que era una buena arma, sin muchos resultados —¿Qué es lo que sabes tú, de este lugar? ¿Sabes quién es Vera?

—Por supuesto que sé quien es Vera. Solíamos burlarnos de ella… —le contestó bajando la mirada de nuevo. El silencio también lo ponía nervioso —Nadie se burla de ella ahora.

—No… —contestó, comprendiendo que estaba por completo creyéndose otra persona, porque dudaba que hubiera sido compañero de clase de Claire, mucho menos de esa tal Vera que no existía —¿Y tus amigos dónde están? —probó por si pensaba que Nash y los otros eran distintas personas.

—Muertos… Creo que todos están muertos. Llevo algún tiempo sin ver a nadie.

—Vamos, tenemos que encontrarlos.

Se acercó a las escaleras, vigilando antes de comenzar a bajar a toda prisa, observando los regueros de sangre y evitándolos para no resbalar.

Había visto muchas cosas, pero nada como aquello. Al salir a la calle se toparon con aquel chico que se había lanzado desde la ventana, y su cuerpo todavía se estaba moviendo como si pudiese quedar algo de vida en él.

—Te lo dije, todos están muertos… —le recordó Kevin, con la misma expresión perdida de antes. Era difícil sorprenderse cuando llevaba tanto tiempo viendo cadáveres.

—No, ellos no —le aseguró, pero sólo porque tenía que mantener la esperanza de que podían terminar con aquello. Lo acercó a él un poco más, caminando por la ciudad y llamando a Nash de nuevo.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte XIII

—¿Escuchasteis eso? —Crowberry se detuvo de pronto, girándose —¿No sonó como…. Nash?

—Yo no he oído nada —le contestó Jeff, que se esmeraba en mirar su teléfono móvil sin cesar y sin obtener respuesta por el momento.

—Yo sí lo he escuchado —Nash se acercó al escaparate de la heladería (por supuesto abandonada) en donde se habían encerrado, y miró desde allí hacia la calle casi desierta.

Casi porque aquella manada de perros andaba por ahí, en algún lugar.

—¡Nash! —llamó de nuevo Barret, mirando a su alrededor y suspirando —¡¿Jeff?!

—¿Ahora sí lo escuchaste? —preguntó la chica emocionándose y acercándose al escaparate también, aunque pegada al borde, le daba miedo asomarse demasiado.

Sin embargo, Barret y Kevin estaban en la calle contigua, el chico sintiéndose extraño por haber conseguido salir del instituto. Miraba a Barret con curiosidad ahora y se preguntaba si sería capaz de sacarlo de esa zona.

Barret le devolvió la mirada, de soslayo sin embargo.

—¿Sabes que eres Kevin? Al menos…

—Si te digo la verdad… ahora mismo no sé quién soy. No comprendo nada —ladeó la cabeza sin dejar de mirarlo —Realmente eres un soldado, ¿no?

—Sí… aunque tenga esta pinta, sí —se rascó el cuello con la otra mano. La verdad es que ir por ahí sin camisa no era lo que hubiera escogido, pero aún así llevaba el uniforme por abajo y las placas en el pecho, además del arma, que siempre quería conservar aunque no fuera a servirle de nada. Ni siquiera sabía cómo es que aparecía vestido tal y como estaba, tal vez tenía poca imaginación.

—Entonces… ¿qué haces aquí? ¿Hay una guerra? —le preguntó precisamente por su aspecto, no llevaba el uniforme completo —¿Estoy loco? Pero si estoy loco, entonces no eres real y lo que me contestes, no tiene validez. Quizás aún estoy en el instituto.

—Probablemente no estás muy bien, pero no estabas en el instituto, eras un soldado —le contestó, de nuevo pensando que no tenía el talento ni la paciencia para esas cosas —¡Nash! —volvió a llamarlo, sin perder la esperanza en ese sentido por otro lado.

—¡Nash! —lo llamó el chico también, suponiendo que no tenía por qué no seguirle la corriente. Era mejor que estar huyendo de Vera y las cosas parecían haberse calmado desde que él llegase.

—No me crees, ¿verdad? —le interrumpió Barret, tirando de su mano para que lo mirase. Aunque no había sido brusco, más bien firme.

—Ya te dije que no sé qué creer. Solo recuerdo el instituto, las cosas que dijimos, Vera… —negó con la cabeza, sintiéndose mareado. ¿Por qué no podía recordar nada más que eso? No recordaba ni en dónde vivía.

—No, eres un soldado, y no te gusta. Viste un video y empezaste a tener pesadillas, esta es otra pesadilla… —le aseguró, mirándolo a los ojos.

—¿Barret? —preguntó Jeff, ya que había salido a buscar con los demás, y aunque estaban lejos, tenía que ser él —¡Barret!

—No es el momento para esto —se interrumpió él, alzando la mano, aunque sin soltar a Kevin.

—¡Barret! —Crowberry alzó una mano también, sonriendo. Si estaba allí es que los había ido a ayudar. Podían decirle lo que sucedía y le avisaría a Ransom.

Apenas los hubo alcanzado, se lanzó a su cuello abrazándose a él y riéndose por la alegría.

—Está bien, estáis en la enfermería, a salvo —le aseguró, sujetándola aunque lo había sorprendido para ser sincero.

—A salvo… —repitió escéptico Nash.

—Al menos vuestros cuerpos lo están. Os encontraron sobre un montón de escombros.

—¿Sage? —preguntó Jeff.

—Sí, Sage y los demás —suspiró, aliviado, al menos ellos parecían estar actuando con normalidad —¿Alguien puede decirme qué ha pasado?

—Subimos a ese piso, al que no pudimos entrar antes, ¿recuerdas? Y había un gran agujero en el suelo —le empezó a explicar la chica, algo entusiasmada de más por recibir ayuda —Los vimos, a los otros chicos, los que crearon esto. Murieron allí.

—Creo que… más despacio —le pidió.

—Deberíamos escondernos de nuevo —recomendó Nash —Creo que los perros… nos encuentran para ella. Ey, Kevin, ¿estás bien?

—Confundido… ¿Nash? —le preguntó, ya que no podía ser la chica, y sólo quedaban dos posibilidades.

—Vamos —sonrió ella, aunque preguntándose si podría darles detalles del juego por lo menos.

—Sí… Nash —le contestó, comprobando que estaba bastante más que confundido —Escondámonos tengo preguntas que hacerle.

—Y tenemos que explicarte bien todo para cuando salgas —le dijo Jeff.

*****

—Los ha encontrado —sonrió Umbrae observando aquellas imágenes borrosas que llegaban, y el código que se iba escribiendo a la vez.

—Quisiera saber lo que tenemos que hacer para traerlos de vuelta —comentó Sage, ya que estaba convencido de que no bastaba con despertarlos.

—Para terminar con esto —lo siguió Ransom, doblando el borde del vasito de cartón inconscientemente, mirando aquellas imágenes confusas, sólo porque estaba hipnotizado por la silueta de Crowberry —Sabemos que al menos ese tipo estaba metido en el asunto. Deberíamos traerlo aquí, y sacarle la información, a patadas si es necesario —miró a Sage, seguro de que iba a apoyarlo.

—Tienes razón, puedo pedir un arresto militar, ¿sabes? —el rubio se giró por completo cruzándose de brazos , —pero no tenemos ninguna prueba de que haya hecho algo.

—¿No sería posible traerlo sólo con la excusa de hacerle unas preguntas? —sugirió Umbrae —Sabemos que participó en ese juego de todas maneras.

—Y si no, podemos llevarlo a mi casa, a la fuerza —susurró Ransom —Mi novia está ahí, no me importa si tengo que hacer… lo que sea.

—No, a mí tampoco. ¿Quieres que vaya contigo? —le preguntó Sage mirándolo a los ojos.

No estaba seguro de dejar a Umbrae sólo, pero seguramente no le estaba dando la confianza que merecía.

—Creo que un tío con un arma y uniforme, nos ahorraría muchos problemas —le contestó, sin apartar la mirada de sus ojos —, pero no quiero que te juegues tu empleo por esto, si no estás convencido.

—¿Convencido? —Sage sonrió poniéndose de pie —Si no supiera que sería una tontería por mi parte, estaría allí dentro junto con Jeff. Haremos lo que tengamos que hacer. Estarás bien solo mientras, ¿no?

Umbrae lo miró asintiendo con gravedad, aunque hubiera preferido tener a Joe a su lado.

—Estaré bien, os avisaré si algo cambia.

—Es… podría tener al perro aquí, ¿no? Aquí no es que haya pacientes —le pidió Ransom, notando la mirada del chico —Yo me sentiría más tranquilo también.

—Está bien, espérame un momento, voy a convencerlos —exhaló Sage que no estaba a cargo de eso específicamente, pero suponía que no era un gran problema.

—Gracias, Ransom —Umbrae le sonrió cohibido en cuanto el rubio hubo salido.

—Está bien, no he mentido además —se sentó frente a él un momento, mirándolo fijamente —. Sabes que confío en ti, ¿verdad?

—No dejarías a Crowberry conmigo si no lo hicieras —asintió, aunque se sentía nervioso a decir verdad.

—Y porque sé que si algo sucede, tú serás el más rápido a la hora de reprogramar —le explicó, tocándole la cabeza antes de levantarse, ya que Sage estaba entrando con Joe, y el perro quería tomar su lugar preciado junto a su dueño.

—No lo dejes salir de aquí, es todo… —Sage sonrió soltándolo, ya sabía que Joe no se movería del lado de Umbrae de todas maneras.

—Llámanos si sucede algo, ¿vale? —le pidió Ransom, un poco nervioso por dejar a Crowberry sola en ese momento, pero tenía que hacer lo mejor y no sabía de cuánto tiempo disponía.

—Seguro —asintió serio de nuevo y mirando al ordenador. De todas maneras, Joe podía ayudarlo ahora, se preguntaba si sentiría algo a través de la pantalla también.

—Vamos… —Sage se acomodó el arma como si fuera a necesitarla, y salió de la habitación, esperando a Ransom.

—Sí, te sigo —le hizo una seña con la mano al chico, despidiéndose y acompañando a Sage —¿En tu coche? Todavía tengo la rodilla molida, literalmente…

—Mi coche, no te preocupes —asintió —Me pregunto si deberíamos interrogar a Claire también, no la veo para nada inocente en esto.

—Lo sé, pero… no me siento muy cómodo presionando a una mujer, la verdad —le confesó, caminando con incomodidad y deseando llegar al coche, aunque prefería ni mencionarlo.

Se sacó algo del bolsillo y lo masticó, tragando con saliva el sabor amargo de los medicamentos —Por una vez siento que no tengo sueño, desde hace tiempo.

—Sería imposible dormir ahora. Hablaremos con ella si es necesario, lo haré yo —lo tranquilizó —Hombre o mujer, si tienen la culpa de esto, los voy a hacer pagar.

—Sí, no hablar, ese es mi problema, que no me mido a la hora de presionar. No tengo que recordarte lo que sucedió con Nash —se metió en el coche, cerrando la puerta —Sólo porque le pongas un collar al lobo, no se convierte en perro —murmuró mirando por la ventanilla.

—¿Eres un lobo, eh? —Sage se rio, poniendo el coche en marcha —No soñaría con ponerte un collar. Necesitamos esos instintos salvajes.

—Lo era, antes de machacarme la rodilla. Era un cafre… Ahora no, porque sé que no puedo serlo —sacó dos cigarros, uno para cada uno —Aún así, antes de que todo esto se pusiera tan mal, me partía el culo a entrenar todos los días, para defenderme, no sé de qué.

—¿De esto? Es importante ser fuerte, yo lo creo. Nos hubiéramos llevado bien en la época de instituto… o mal —se rio suponiendo que hubieran peleado. Lo relajaba un poco el sentir que estaba haciendo algo activo.

—O mal… antes de saber quién le podía partir la cara a quien. Cuando está todo dicho… —sonrió, acercándole el cigarro a los labios y luego el mechero, esperando a que se encendiese — Tengo miedo. ¿Por qué no estamos nosotros ahí? Llevábamos más tiempo…

—Es ese lugar, le dije a Jeff que no fuera —exhaló el humo, girando el volante —Gracias… La verdad… Creo que son más vulnerables además.

No quería decir que fueran débiles, cada cual era fuerte a su manera, pero sabía cómo se ponía Jeff de asustado. No le sorprendía que Crowberry fuera igual, y Nash… No lo comprendía, Nash le parecía alguien fuerte.

—No lo sé —Ransom se apoyó en el borde de la puerta con un brazo, llevándose el cigarro a los labios, pensativo —No creo que Nash sea muy vulnerable, Umbrae me parece más sensible que él —le dijo de pronto, pensando en lo mismo que él y alzando una ceja.

—Sí, eso mismo pienso yo. Es extraño, ¿no? Quizás es porque Nash está más avanzado —exhaló otra bocanada de humo.

—Tiene que haber algo más —murmuró, pensando que Sage y él eran los más avanzados allí —Igual que Kevin, no se muere y no es que me queje, pero admite que es extraño. Claro que no se puede suicidar realmente, está atado y controlado, pero… Cuando ese tío se suicidó, estaba despierto. Tal vez cuando se suicidan en el sueño, se despiertan, ¿crees que por eso se suiciden? Tal vez cuando no lo soportan más.

—He estado pensando que ella también está jugando con nosotros. Me refiero a Kevin. No ha muerto porque le es útil, para… ¿contactarnos? No tiene mucho sentido —movió la cabeza, confundido —Solitaryman abrió los ojos, pero no estoy seguro de que estuviera despierto.

—Tienes razón, a saber en qué estado estaba —admitió, llevándose el cigarro a los labios de nuevo, sacudiendo la ceniza por la ventanilla —. Dudo que nos abra la puerta.

—No importa, podemos echarla abajo —sonrió seguro de que se estaba dejando llevar demasiado —Jeff es un caballero en realidad…

—¿En serio? —le preguntó, no sabía a qué venía eso, sólo imaginaba que necesitaba hablar de Jeff.

—Es decir… —Sage se movió en su asiento, claramente incómodo por tener que ser específico —La protegerá. No tienes que preocuparte por eso.

—Sí, lo sé. Estoy seguro de que ambos lo harán —le contestó, suspirando —Igual que estoy seguro de que no se pueden quedar quietos y escondidos. Es decir, ya viste lo que han conseguido sólo con pasar ahí… ¿qué? ¿Unas horas? Se han puesto en contacto con nosotros.

—Deberíamos tener más fe en ellos entonces, ¿no lo crees? —sonrió un poco, aunque sabía que Jeff estaba asustado. Odiaba el no poder estar allí con él.

—Tengo fe en ellos, pero quisiera estar con ella —le dio una última calada al cigarro y lo tiró por la ventanilla —Siento que todo se está precipitando.

—Yo también siento lo mismo —contestó refiriéndose a ambas cosas y apretando el volante como auto tranquilizándose —Estarán bien.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte XIV

Barret había escuchado todo lo que querían contarle, deseando no olvidarse de nada una vez hubiese despertado. No recordaba haberse quedado nunca por tanto tiempo.

—Y por eso te digo que estamos tomando el papel de esos tíos. Yo estoy tomando el de Pierce y a Kevin debe estarle sucediendo algo similar, pero lleva tanto tiempo aquí, que realmente cree que es esa otra persona —le decía Nash, mirando al chico después.

Kevin le devolvió la mirada, preocupado e inhalando profundamente. ¿Sería cierto eso?

—No recuerdo nada fuera de esta zona.

—Porque no hay nada fuera de esta zona. Es un juego y no tiene más escenarios diseñados. Yo soy Emily, por cierto… su papel, en el juego. Seguro que se pusieron otros nombres ¿no? ¿Nos reconoces, Kevin? —le preguntó de pronto mirándolo también.

—Siento que os he visto… Sí —asintió de pronto, extrañado —pero no os llamáis así…

—¿No recuerdas que estabas con Barret? —le preguntó Jeff, recibiendo una mirada asesina del susodicho, que carraspeó.

—Eso no tiene importancia ahora, ¿tenemos algún plan o una idea para salir de aquí?

—Terminar el juego, tenemos que llegar al final, pero tiene varios, así que tenemos que tener cuidado.

—Os reconozco del instituto —le aclaró Kevin a Nash, recostándose contra la pared.

—Kevin, ¿quieres ver una cosa a ver si la recuerdas? —le preguntó Nash, poniendo el opening de la demo del juego, que tenía descargado en su móvil y mostrándoselo.

—¿Quién filmó eso? —le preguntó sujetándose la cabeza y frunciendo el ceño. Le provocaba migrañas ese video.

—¿Estás bien? —Crowberry ladeó la cabeza —Es la promo del juego. No es real.

—Es lo que te trajo aquí —le dijo Nash, mirándolo a los ojos.

Jeff tenía el ceño fruncido por los nervios, no quería acabar de esa manera y se levantó de la silla en la heladería, donde se habían metido de nuevo.

—Hagamos algo, lo que sea.

—¿Y qué se supone que hagamos? No sabemos cómo seguía el juego, ni cómo vencerla —Crowberry se levantó también, girándose para mirarlo.

—Será mejor que no nos precipitemos. Estoy seguro que desde afuera están intentando ayudaros —le aseguró Barret, pidiéndoles con un gesto que se sentasen —. Lo mejor es permanecer escondidos sin correr peligro.

—No… no creo que sea suficiente —se quejó Jeff —Creo que tenemos que hacer algo así, nosotros. Tenemos que averiguar qué querían hacer esos tres y… hacerlo. Terminar el juego como les hubiese gustado, llegar a un acuerdo…. Algo.

—Ella se mató, ¿verdad? En el juego. ¿Se mató en el instituto? —le preguntó Crowberry a Kevin, esperando.

El chico asintió, alzando la cabeza, nervioso aún. No estaba seguro de qué planeaban, pero no creía que pudiesen vencerla.

—Se lanzó desde la azotea. Durante un simulacro de incendio… Todos la vimos caer.

—Y lo hizo porque os metíais con ella —recalcó Nash, pensativo.

—No, es igual, lo que importa es cómo querían ellos que terminase la historia —insistió Jeff.

—Pero a veces el final depende del principio, Jeff. Ella quería que todos lo supieran, incluso los que no estaban involucrados, o pensaba que todos tenían la culpa.

—De todos modos eran estúpidos, quieren vengarse de ella y la convierten en una mártir, luego en una sicópata y luego… la palman y se quedan jodidos por culpa de su propia mierda —Nash se puso a rascar la mesa con la navaja, pensativo.

—Sí, cabréalos por favor… —murmuró Jeff con ironía.

—¿Qué? Ellos nos eligieron, ¿no? Querían ser como nosotros. Pues yo soy así.

—No murieron a propósito, fue un accidente —le recordó la chica, exhalando —Pero… ellos sólo querían darle una lección. No morirían en su propio juego, más bien querían ser héroes. Los únicos que pueden acabar con esto y… ¿salvarla?

—¿Salvarla? ¿Crees que querían salvarla? —preguntó Nash —Vaya mierda de juego, hay que matarla —le dio con el puño a la mesa, revolviéndose el cabello luego y levantándose, paseándose por la sala.

Barret los estaba observando a todos sin decir nada ahora.

—Creo que querían salvarla porque todos estaban un poco encaprichados con ella. Emily quería ser como ella, a George le gustaba… Bueno, quizás a los demás no, pero si matas a la bulilleada, ¿qué mensaje envías precisamente? ¿Qué ganan los bullies?

—Ella tiene razón, merecemos morir —Kevin negó con la cabeza, recogiendo las piernas y temblando ligeramente.

—No vas a morir —le aseguró Barret, acariciándole la espalda sin poder evitarlo, aunque se sentía invasivo, porque él no lo recordaba y no quería parecerle un tarado. Claro que no era lo mismo estar con él unos minutos a tanto rato.

El chico se apoyó en él de todas maneras, instintivamente, se sentía cansado y derrotado, y todas esas explicaciones lo mareaban más que ayudarlo.

—Pues puede que ese sea el problema. Pierce la odiaba, la odiaba porque Emily quería ser como ella, incluso quería estar con el tío al que le gustaba ella, en vez de con él —le contestó Nash, que estaba bastante alterado.

—Entonces, dos la querían viva, y uno muerta —contó Crowberry —Ahora lo entiendo, quizás por eso Pierce quería que fuese Emily quien “fingiera” morir. Así podía matar a Vera y salvarla a ella, ¿no?

—Sí, es probable, y a mí no me miréis, Albert sólo pensaba que eran todos medio idiotas y no le dejaban acabar el juego de una vez —le advirtió alzando una ceja.

—Pero te escogió a ti por algún motivo. Creo que me escogió a mí porque tengo los cojones para hacer lo que él no pudo —le avisó Nash, resoplando.

—Creo que me escogió a mí porque soy guapo y popular, y digo lo que pienso —le contestó Jeff —. Lo siento, no es muy profundo, pero las cosas no siempre son complicadas —casi se rio —Y en esa línea… Estás un poco nervioso, ¿no?

—A mí también me lo parece —confesó Crowberry mirándolo —¿Qué es lo que vas a hacer?

—Matarla —les repitió.

—Está muerta, por si no te das cuenta, además de que no es real —Jeff suspiró, acercándose un poco a él, aunque no le gustaba cómo lo miraba a los ojos tan fijamente.

—Debe haber alguna manera, podemos inventárnosla, ¿no? Es un puto juego, no tienen lógica.

—Seguramente hay una manera concreta de hacerlo, estamos tratando de satisfacer a esos fantasmas no a nosotros mismos, ¿no? —decidió interrumpirlos Barret —Si diseñaron varios finales, hay que encontrar el correcto. Y los demás tenían un USB con varios finales, pero no eran capaces de ver uno de ellos. Les salía la imagen de la chica, tal vez precisamente estaba intentando que no lo viesen porque suponía un peligro para ella.

—Entonces hay que averiguar qué final es ese —gruñó Nash, eso tenía demasiado sentido.

—Sí, es lo que intentamos hacer —le aclaró la chica —¿Seguro que existe? En la libreta decía que aun les faltaba el gran final. Quizás lo estaban desarrollando ese día.

—No lo sé, sólo lo que me contaron ellos —les contestó Barret, encogiéndose de hombros y echándose un poco hacia atrás contra la silla.

—Kevin, ¿te has dormido aquí dentro alguna vez? —le preguntó Jeff de pronto.

—No, no puedo dormir, me mataría. Tengo que seguir huyendo —le contestó tensándose de pronto —Nos va a encontrar…

—Si nos encuentra, tenemos que plantarle cara —Nash apretó el puño.

—Nash… el plan es seguir el final que querían ellos —le recordó Jeff, suspirando y mirando a Crowberry.

—Sí… ya lo sé —casi se quejó.

—No sé cuándo me voy a despertar, ¿podéis haceros cargo de Kevin? —les preguntó Barret, mirando a Jeff que parecía estar quemando su móvil con la mirada, luego miró a Nash y este asintió —En cuanto me despierte, les comentaré lo del final, ¿ok? No hagáis nada, yo regresaré en cuanto sea posible…

—Y dile a Sage —lo interrumpió Jeff, aquella frase terminaba en: dile que lo necesito, pero no podía decir eso porque se transformaría en Sage entrando a buscarlo —dile que estoy bien.

—Claro… —le contestó Barret, incómodo porque había notado ese silencio y sabía que estaba mintiendo, se veía muy asustado, en realidad los tres se veían muy asustados, cada uno a su manera. Y Kevin, Kevin era otro asunto.

Le apartó un poco el pelo de delante de los ojos, mirándolo —¿Podemos hablar a solas un momento?

Kevin asintió, mirando a los otros de soslayo por un momento. No se sentía tan seguro con ellos.

Barret se levantó, señalando hacia la cocina y llevándoselo con una mano tras la espalda hacia allí. Se esperó un momento, mirándolo a los ojos después.

—¿Te quedarás con ellos?

—¿Realmente tienes que irte? —le devolvió sosteniendo su mirada.

—Estoy en un sueño inducido con medicamentos. Cuando el efecto de la droga pase o el doctor considere necesario, me despertaré y desapareceré —le explicó, manteniendo su mirada también —. Eso no quiere decir que no vaya a regresar.

—Quisiera poder despertar también —sonrió un poco, exhalando y bajando la cabeza —Es como si fueras algún tipo de mago.

—No te preocupes, te ayudaré a despertar, y cuando lo haga… Espero poder ayudarte a comprender lo que ha sucedido —le apoyó la mano en la cabeza, acercándolo a él y suspirando.

Kevin colocó la frente contra su pecho, abrazándose a él finalmente. No estaba seguro de por qué lo sentía tan familiar, pero lo tranquilizaba.

—Kevin, ahí afuera tienes una vida, no hagas ninguna locura —le tocó el cabello, suspirando —. Si es posible, cree en mí. Yo estaba enamorándome de ti, si te sirve de ayuda para querer soportarlo un poco más.

—No tienes que mentirme… —dejó escapar una breve risa incrédula, alzando la mirada y notando que estaba serio —Esperaré, está bien.

—Bien —le contestó más serio aún porque pensase que era una broma. Claro que pensaba que era un estudiante, debía parecerle su padre. Le sujetó la cara y lo besó de todas formas porque realmente le hacía falta sentir que Kevin no estaba en un coma sin reversa y aquello era un delirio —Lo siento —se disculpó acto seguido, saliendo delante de él para volver con los demás.

El chico se apresuró en seguirlo, aunque estaba rojo ahora y más confundido aún. Si lo había besado era que no se había molestado, pero entonces, ¿para qué le salía huyendo así?

Crowberry estaba revisando las neveras ilógicamente y le dio una patada a una, con el ceño fruncido.

—Si esto es un sueño, por lo menos debería haber helado. Necesito uno…

—Yo tengo uno aquí —Jeff se señaló entre las piernas —Literalmente, porque menos cachondo no puedo estar —se llevó el cigarro a los labios, ofreciéndoselo —¿Quieres? Odio que las mujeres fumen.

—Pues no fumo, así que me debes amar —sonrió, acercándose y dándole una palmadita en la entrepierna.

—Ow… ha vuelto a la vida —se rio, sujetándola para sentarla en sus piernas.

Nash estaba sentado en una de las mesas del fondo, separado de los demás y tratando de pensar en por qué no los había encontrado aún. ¿Tal vez todas las escenas de terror ocurrían en el colegio o en las casas de los chicos?

Pero los aullidos de aquellos perros respondieron a su pregunta, se estaban acercando, y Kevin se tensó por completo, acercándose a Barret instintivamente.

Crowberry se lanzó al suelo prácticamente tirando de Jeff para que hiciese lo mismo, y susurrando.

—Nash… apártate de la ventana.

Él no se apartó, se pegó más a la pared, observándolos desde adentro y frunciendo el ceño.

—¡Al suelo, Nash! —le riñó Barret, que había sujetado a Kevin y se había puesto tras la pared.

El chico se echó al suelo como si le hubieran lanzado una bomba, esperando de aquella manera. Pero dudaba que necesitasen verlos, seguramente los estaban oliendo e iban a entrar.

—Tenemos que pensar, en qué haríamos si esto fuera un juego. No podemos seguir con el chip de que somos irreales aquí y no podemos hacerles nada —susurró Jeff a Crowberry.

—Sí se puede, ese perro, el dorado, está así porque yo lo dejé así —susurró Nash, gateando hacia ellos —Eso quiere decir que podemos afectar al entorno del juego de forma permanente.

—¿Tú hiciste eso? —Kevin lo miró, impresionado, aunque seguía preguntándose cómo era posible eso.

—Pero no podemos pelear contra todos ellos, además de que… No puedo —se quejó Crowberry que no se atrevía ni a alzar la mirada porque si ella no los veía, a lo mejor no la veían a ella —No tenemos ni armas, ni nada, sólo neveras.

—Yo tengo una navaja —susurró Nash.

—Yo tengo un arma, y nadie va a hacer nada —susurró Barret, moviendo la mano —Todos quietos, es una orden así que, quietos —los señaló.

Pero se escucharon unos rascados en la puerta de la entrada, y los perros comenzaron a olfatear. Uno de ellos se puso a cuatro patas, negro, transformándose poco a poco en aquella chica, que se asomó por el borde del escaparate, mirando adentro con uno de sus ojos, en busca de ellos.

—Atrás —susurró Barret —entrad en la cocina y buscad una puerta trasera. Tú, ve con ellos, Kevin.

—Tú también, no puedes con ella —le aseguró, tirando de su brazo.

—Pero Barret puede despertar, nosotros no —le recordó Crowberry, llevándoselo con ella y rogando porque sus palabras fueran ciertas.

Los vidrios de la ventana saltaron hacia adentro, justo cuando la puerta de la cocina se cerraba.

Barret se cubrió la cara con el brazo, ya había sacado el arma y cuando los perros saltaron adentro, les disparó. Tal vez Nash había podido afectarles porque formaba parte del juego, pero él no. Abrió fuego contra la chica, disparándole a la cabeza. Sabía que le había dado, pero la bala no tuvo ningún efecto.

Cayó hacia atrás cuando los perros saltaron sobre él y se aguantó un grito de dolor para que no volviesen y darles tiempo a huir.

*****

El doctor que estaba controlando sus pulsaciones, alarmado también por los ladridos del perro desde el cuarto de al lado, lo inyectó para que despertase. La mano de Barret fue hacia su arma y empujó al doctor de un manotazo contra la pared.

Estaba jadeando y ni siquiera pudo disculparse ante el atónito médico.

—Tengo que hablar con ellos —se levantó a duras penas, tambaleándose.

Umbrae estaba escribiendo deprisa, tratando de cambiarles el escenario o algo por lo menos.

Aquella imagen borrosa había desaparecido y sabía que Barret debía haberse despertado o por lo menos esperaba que ese fuese el caso, pero quizás todavía podía hacer algo con el código.

Se giró sobresaltado cuando la puerta se abrió y sujetó a Joe porque estaba demasiado alterado.

—Barret…

—Rápido, una puerta, debe haber una puerta trasera en la cocina de la heladería, una salida secreta, algo —le dijo en tono urgente y colocándose la camisa que había llevado colgando de la mano, antes de apoyarse tras su silla para ver el monitor.

—Una puerta, sí… —se giró de nuevo, escribiendo aprisa. La verdad cada vez se le hacía más fácil comprender ese código. Incluso estaba jadeando de los nervios. Odiaba no poder ver lo que estaba sucediendo con Nash en esos momentos.

Barret se sentó porque no podía ayudarlo con eso, y apoyó la mano en su propia frente, cerrando los ojos porque estaba mareado. Quería preguntarle dónde estaban los demás, pero no era el momento de interrumpirlo.

*****

Sage llamó a la puerta de aquel piso, le costaba trabajo mantener una expresión profesional, porque lo que quería era tirar esa puerta abajo, lanzarlo en el coche y conectarlo a las máquinas.

Cada minuto que pasaba, era otro minuto que Jeff estaba dormido, y se sentía culpable por haberlo enviado en esa misión.

—¿Quién es? —se escucharon unos pasos y luego el silencio absoluto, probablemente mientras por la mirilla, observaba a aquel soldado, que no podía ser buenas noticias.

—Soy el sargento Sage Spence, tenemos algunas preguntas para usted. ¿Podría abrirnos la puerta, por favor? —miró directamente a la mirilla porque estaba seguro de que los observaba —Es un asunto importante.

—Claro —pulsó los botones lentamente, abriéndoles la puerta y cerrándose la bata mejor, mirando luego el aspecto del hombre que acompañaba al susodicho sargento, sin dejarlos pasar —¿Sucede algo?

Ransom tuvo que morderse la lengua para no intervenir.

—Estamos llevando a cabo una investigación clasificada, y durante la misma… Creemos que algo que usted y sus amigos crearon durante su época de instituto puede tener que ver —Sage se estaba controlando con un esfuerzo tremendo, sentía que no tenían tiempo para tanta amabilidad, pero quería convencerlo de cooperar primero —Quizás sería mejor si viene con nosotros.

—¿Me están acusando de algo? Porque si no es así, seguro que existen momentos más adecuados que las tantas de de la noche para sacar a una persona de su casa a hablar sobre su adolescencia.

Ransom lo sujetó por la bata visto y no visto, metiéndose con él dentro de la casa de un empujón y empotrándole la espalda contra la pared.
—Tienes razón, es mejor no salir de la casa. A mí me sirve.

Sage cerró la puerta, trancándola desde adentro y exhalando.

—Queríamos hacer esto por las buenas. Lamento despertarte de tu maravilloso sueño, pero hay otros que no lo están pasando tan bien y no tenemos tiempo. Ahora… ¿sabes de qué vamos a hablar, no?

—No tengo ni idea, ¿qué demonios está sucediendo aquí? —preguntó de forma que a Ransom le pareció perfectamente confuso, pero le importaba una mierda.

—Cuando estabas en el instituto, programaste un juego con tus amigos. Todos están muertos… y tú no, ¿por qué? —le preguntó Ransom, apretando más la mano cuando intentó moverse.

—¿Qué sucede? George… ¿Quiénes son ustedes? —Claire los estaba mirando con incredulidad y a la vez extremadamente roja.

Sage se le quedó mirando a ella, sorprendido y cruzándose de brazos.

—Vaya… Se nos ha ahorrado un viaje. ¿No dijiste que no te mantenías en contacto con los del instituto? Ni siquiera erais amigos, ¿no es así?

—¿Qué es esto? ¿Quiénes sois? No sé de qué habláis, pero voy a llamar a la policía.

—Soy militar y es una investigación clasificada. Jeff estaba trabajando para mí —le mintió a medias, señalándole el sofá —Siéntate.

Ella se sentó, casi dejándose caer y rozándose la frente con una mano.

—¿Y qué es esto? Ni siquiera es legal —George empujó a Ransom para apartarlo de él, pero el moreno lo sujetó con más fuerza, empotrándolo más y sujetándole el cuello.

—Estoy seguro de que uno de los dos, o ambos estáis al corriente de las muertes que han estado ocurriendo, relacionadas mayormente con neets, ¿verdad? —les preguntó Ransom.

—Todo el mundo sabe eso —protestó ella.

—¡Vosotros sabéis algo más! —él la miró un momento, de soslayo —Lo sabemos todo, tenemos vuestros archivos, notas, tenemos de todo para empapelaros por el tema de las muertes de esos chicos —miró al moreno de nuevo, a los ojos, esperando a que dijera algo.

Sage estaba estudiando a Claire, ya que apenas Ransom dijera eso, había mirado a George como acusándolo.

—Hasta donde sé sólo están desaparecidos, ¿no es así? —la chica lo miró a los ojos, como retándolo.

—¿No acabas de escuchar que lo tenemos todo? Están muertos, vosotros dos lo sabéis, pero nunca le dijisteis nada a la policía. Sospechoso, ¿no?

—Sólo porque tengáis pruebas de la creación de un juego…

—¡Por favor! —Sage se alteró por fin, apoyándose en la mesita que tenían enfrente —¡Todos sabemos la verdad! Y nadie se va de aquí a menos que nos digáis todo lo que sabéis. ¡¿ No han muerto?! ¡¿Y qué hay de los miles que sí?! ¿Eh? ¡¿Queréis añadir más todavía?!

—¡No sabemos cómo detenerlo! —confesó al fin él, viendo que iban a ponerse violentos con ella.

—¡George! —le riñó, tratando de detenerlo.

—No hemos matado a nadie. Sólo les cerré la puerta, quería darles un susto y que dejasen el juego de una vez. Y no sé por qué está sucediendo todo esto.

Ransom lo empujó contra la pared mejor para que no se moviera, no le creía, no se hubiera creído ni a una monja en ese momento.

—¡Es la verdad! No lo sé.

—¡Ransom! Nos está diciendo la verdad —lo detuvo Sage, sentándose en uno de los sillones y exhalando —¿Por qué querías que detuvieran el juego?

—¿No lo adivinas? —le preguntó ella, tratando de componerse y mirándolos a ambos, pero la mirada que le dedicó el rubio la hizo callarse de nuevo.
—Ambos nos vais a decir todo lo que sabéis. Todo.

—Siéntate con ella —Ransom lo soltó con aquella condición, no se fiaba de lo que esos dos pudieran hacer e igualmente le pegó un empujón por mirarlo de más.

—Lo que dije era cierto, no éramos amigos —comenzó Claire, moviendo una mano como dándose por vencida y dejándose caer contra el respaldo del sofá —Para ser honesta, me parecían unos creepys. Había uno que siempre me estaba mirando, me tomaba fotos, y Emily también… siempre siguiéndome a todos lados.

Sage tenía las manos tensas y entrelazó los dedos para no demostrarlo demasiado, vigilándolos de todas maneras por si acaso.

—Eso fue después —casi gruñó George, que también parecía tener algo que decir —La verdad es que éramos lo que podría decirse… la última mierda en ese instituto. Nos conocimos en el club de informática. Albert estaba haciendo un dibujo de Claire, yo le pregunté… Emily era mi vecina.

—Todos la odiabais, de una manera u otra —le dijo Ransom.

—Más o menos —lo corrigió él al ver la cara con la que ella lo estaba mirando —Menos Pierce, todos habíamos tratado de acercarnos a ella por diferentes motivos, pero… era la chica popular, nos trataba como la mierda.

—No era tan terrible, por favor —se quejó ella, mirándolo y sentándose recta de nuevo —Está bien, era un poco caprichosa, pero son cosas de adolescente, ¿no?

—Ninguno de nosotros estaba en el comité de la popularidad —le aseguró Sage, apoyándose en los puños, dejándole saber que se dejara de eso y siguiera con la historia.

—Tampoco estoy orgullosa… —exhaló ella, mirando a George entonces.

—No importa, el caso es que en ese momento nos afectaba, a esa edad… —él le devolvió la mirada, echándose hacia atrás en el asiento y sujetándole la mano —Y comenzamos a hacer ese juego… para vengarnos. Ella era la pardilla, y se suicidaba porque no podía soportarlo, todos sabíamos lo que era eso… La idea fue de Emily, estoy seguro de que lo había pensado más de una vez antes de… empezar a llevarnos bien todos.

Y ella tiene razón, entonces comenzaron las fotografías, los cuchicheos y… sentí que era demasiado, y se lo dije. Los demás no lo sabían.

—Y decidiste vengarte —Sage dejó la frase en el aire como una pregunta, no les quitaba la mirada de encima, Ransom tampoco.

—No era una venganza —le contestó ella —Estaba… harta. Me sentía perseguida, no tenía privacidad ni tranquilidad. Claro que estaba molesta. Así que le pedí a George que los detuviera. Sólo quería asustarlos un poco.

—¿Y tú le obedeciste como un buen perrito? ¿No te sentías tan frustrado?

Él suspiró, frunciendo el ceño.

—Me estaba prestando atención.

—Así que, te excediste, ¿no? Hiciste todo lo posible para lucirte… incluso si eso significaba traicionar a tus amigos. ¿Te dejó que le lamieras los zapatos?

George lo estaba mirando como si quisiera sacarle los ojos.

—Es cierto, ¿no? Todavía eres su perrito, todavía no has superado esa etapa… Tu novia queda con Jeff, y tú… ¿la esperas en casita?

Él se echó sobre Ransom, y Sage saltó del sillón tumbándolo al suelo y sujetándole el brazo por detrás de la espalda rápidamente, quedándose encima de él.

—¡No! Sólo intentaba averiguar lo que sabía Jeff —les aseguró ella, aunque el rubio no se fiaba mucho de sus explicaciones —Estaba husmeando en nuestro pasado y sé que no llamó a ninguna de mis amigas de esa época.

—Como sea, parece que tu perrito no es tan fácil de controlar como parece, ¿no? —Ransom estaba mirando a Sage, y la miró a ella de nuevo —Parece bastante capaz de hacer algo malo… por ti. Así que sabíais dónde estaban los cadáveres, pero no hicisteis nada.

—Se iban a preguntar cómo es que sabíamos. No queríamos involucrarnos en eso y además, no fue nuestra culpa. Hubo un temblor y ese edificio estaba mal construido. ¿O creéis que lo tumbamos nosotros? —le preguntó ella, cruzándose de brazos —No hemos hecho nada en realidad.

—¿No? ¿Qué tal el saber que la gente estaba muriendo por culpa de ese juego y no decirle nada a nadie? ¿Y qué sucede con las familias de esos chicos? No tienen idea de lo que sucedió —le recordó Sage sin quitarse de encima de George. Estaba tratando de pensar en cómo los ayudaba aquello.

—Encontramos un USB, en el mismo había varios finales, pero sólo pudimos ver dos —comenzó Ransom.

—El USB… —George se movió ligeramente —sabía que tenía que haber uno.

—No sabes lo que contenía…

—No —él intentó mirar a Ransom.

—Sería mejor llevarlo con nosotros.

—¿Para qué? Acaba de deciros que no sabe lo que contenía —Claire se levantó enseguida —Sería inútil además de ilegal.

—Te dije que es una investigación clasificada de los militares. No es ilegal interrogarlo si creemos que tiene información —Sage se levantó, aunque sin soltar del todo a George —A lo mejor a él sí le permita ver el final.

—¿De qué estáis hablando? ¿Sabéis cómo la gente comienza a tener esas pesadillas?

—Viendo el tráiler del juego —le contestó Ransom.

—Pero yo he visto el tráiler…

—Yo también, George me lo mostró —Claire los miró confundida.

—¿Y no habéis tenido las pesadillas?

—No… sólo es un tráiler, normal y corriente —él se giró un poco, tratando de mirar a Sage —Aún lo tengo, puedo mostrároslo.

—Sí, no creo que nos haga daño —Sage asintió, mirando a Ransom de soslayo, podía ser una trampa, pero no lo creía, y además, ya estaba lo suficientemente jodido.

—Si me sueltas… —George se sacudió sin mucho éxito, resoplando.

—Suéltalo, no creo que haga el idiota… —le dijo Ransom, aunque en realidad era una amenaza velada.

—No, no lo creo —Sage lo soltó por fin, recordándole —Porque sería algo tonto volver a atacar a un militar…

—Ya lo he pillado —murmuró George, caminando hacia el despacho y abriendo su portátil para buscar aquellas cosas que tenía casi enterradas en su disco duro.

Ella los siguió porque Ransom le hizo un gesto con la cabeza, de todas formas no quería perderla de vista.

Puso a reproducir el video, pero el mismo era diferente, no era tan violento, y no aparecían las mismas personas siquiera.

—No, hay otro… —Ransom se apoyó en el respaldo.

—No hay otro, este fue el único… ¿No es así, George? —preguntó ella.

—No, créeme que hay otro. Hasta había una página web, con un demo —le aseguró Sage.

—Pero… no tuvieron tiempo de subirlo…

Ransom movió la mano por su ordenador, buscando su email y enviándole el video desde su teléfono móvil.

—Espera… si lo vemos —trató de girarse.

—Lo vais a ver, así me aseguraré de que tengo vuestra colaboración —Ransom le dio al play, apretándole los hombros para que no dejase de mirar.

Sage estaba encargándose de otro tanto con Claire, incluso si la sentía temblar. Estaba pensando en Jeff en ese momento, no lo iba a dejar morir por unas luchitas de adolescentes.

Capítulo 16
Tread softly

Domingo 5 de Febrero.


Parte XV

—Entra ahí —Nash empujó con prisas a Kevin después de que Crowberry entrase con Jeff. Se estaban colando en el bajo de una tienda de alimentos, y cerraron la puertecilla de madera sobre sus cabezas.

—Esto no me gusta, está oscuro y es hediondo y no tiene salidas —Jeff se estaba poniendo muy nervioso, y sujetaba a Crowberry casi como si fuese un peluche que fuera a protegerlo.

—Sh —le pidió Nash, encendiendo la linterna y alumbrando las estanterías con alimentos —Necesitamos un plan, no correr de un lado para otro. Vosotros también lo visteis, esa puerta no estaba ahí. ¿De repente aparece? Barret debe estarnos buscando ayuda ya.

—Sí, pero dijo que no hiciéramos nada —le recordó la chica que se estaba recogiendo todo lo que podía, sujeta a Jeff.

—La única opción es seguir huyendo… —Kevin seguía mirando hacia atrás, seguro de que los veía.

—O quedarnos aquí hasta que sepamos cómo salir. Umbrae encontrará la manera, lo hará. Si no hay puerta para huir, hará una, no importa, sólo… tenemos que seguir intentando contactar con ellos. Necesitamos llegar a algún lugar donde haya ordenadores, pero no en el colegio. ¿Kevin? Seguro que tú sabes algo.

—¿Por qué sabes que fue él, y si el juego es así? —le preguntó Jeff.

—¡Fue él! Era la puerta de su cuarto… —intentó calmarse acto seguido, moviendo un poco una mano.

—Hay… Hay una tienda de ordenadores dos calles a la derecha… —le contestó Kevin, que no tenía idea de quién era Umbrae tampoco y no los comprendía muy bien de todas maneras.

—Pues tenemos que ir allí, ¿veis? Ahora… sí es el momento de corretear por la calles si eso queréis.

—No he dicho que quiera corretear por las calles, pero tampoco encerrarme en un agujero sin salida —le recordó Jeff.

—Como sea —Nash subió las escaleras de la trampilla, alzándola un poco. El grito de Crowberry le hizo cerrarla de un solo golpe y sujetarse a ella para mantenerla cerrada. Él también la había visto, ahí mismo, debía estar acostada en el suelo porque su rostro había aparecido de medio lado por la rendija.

—Lo sabía, nos ve, siempre nos ve… —Kevin retrocedió tanto como podía, deseando echar a correr.

—Sh… sh… —Crowberry tampoco estaba muy bien, y se le notaba, pero estaba intentando pensar —No tenemos salida, por dios…

—Tampoco puede entrar —les recordó Nash, pero se escucharon algunos botes caer al suelo, y Jeff miró hacia atrás.

—¿Has sido tú, Kevin?

—No, no me he movido. Puede entrar, puede transformase, transformarlo todo… —le recordó, pero lo que se estaba formando detrás de ellos, no era ninguna criatura, sino una especie de túnel.

—Es un agujero… —susurró Jeff —, pero tal vez ella lo ha hecho.

—¡Claro que no! Salid ya —Nash movió una pierna para darle en el culo con ella —Es Umbrae…

—¿Y tú?

—Aguantaré esto un poco más, ¡vamos, joder!

—Vamos, Kevin —le dijo Jeff, ya que a Crowberry la llevaba de la mano.

—¿Cómo está pasando esto? —preguntó él, pero Crowberry lo detuvo enseguida.

—Ahora no importa el cómo, sino que está pasando. Nash… —lo llamó preocupada mientras salían.

El túnel era algo largo, pero daba a un callejón y allí no parecía haber nadie.

Nash echó a correr por el mismo tras ellos, soltando la trampilla.

—¡Ya voy! —le gritó para que no fuesen a volver atrás, saliendo al callejón con ellos. Pero el mismo se cerró inmediatamente en todos los sentidos, y el túnel fue lo único que existía como entrada, o salida.

—Mierda… —Jeff miró hacia el agujero, y a las manos pálidas que se asomaban por el mismo.

Nash se puso por delante de ellos, abriendo la navaja y pensando que iba a ser el momento de averiguar si podían o no hacerle daño, pero le daba la impresión de que aquel era un final, de los malos.

—¡Nash! —le gritó Crowberry asustada. Claro que todo era estúpido, estaban ahí atrapados y no había manera de escapar.

Kevin parecía que se fuera a subir por las paredes, pero finalmente se sentó en el suelo, murmurando.

—Lo siento… Sólo me dejaba llevar…

Ahora podían ver la parte superior de su cabeza, se estaba impulsando para ir a por ellos.

*****

Sage y Ransom caminaban detrás de George y Claire, claro que sabían que ya no escaparían. Sage le había avisado a Barret que los llevaba detenidos y él se había encargado de dar todas las indicaciones y los permisos necesarios.

Ahora los iban a dejar custodiados unos minutos porque necesitaban asegurarse de la situación primero.

Unos soldados los llevaron con ellos tras saludar a Sage, y George los miró un momento. Había comprendido que no estaban echándose un farol, o más bien había sido capaz de asimilarlo, al detenerse delante del cuartel.

Ransom caminaba al lado de Sage, deseando ir a ver a Crowberry en realidad, comprobar que seguía bien. Abrió la puerta de la sala de los ordenadores primero para preguntarle a Umbrae, y se lo encontró absolutamente concentrado, tecleando sin parar y con el sudor haciendo que le brillase ligeramente el cuello.

No se sintió capaz de interrumpirlo, algo estaba sucediendo.

Sólo Joe alzó la cabeza, emitiendo un quejido y parándose nervioso.

Sage también se había quedado quieto observándolo, y salió de pronto, dirigiéndose a la habitación en donde se encontraba Jeff. Estaba moviendo los párpados con rapidez y se veía completamente tenso.

La señal en el monitor cardíaco estaba saltando de manera intensa. Y Jeff no era el único en esa situación.

—¿Has hablado con Umbrae? —le preguntó Barret, que estaba apoyado contra la pared con los brazos cruzados, de tal forma que había pasado desapercibido para el rubio.

—Está demasiado concentrado. Ni siquiera sé si puedo ayudarlo o sólo complicaría las cosas. ¿Sabes qué está sucediendo, Barret? —le preguntó, yendo hacia la cama de Jeff de todas maneras y sujetando su mano.

—Umbrae ha conseguido alterar el entorno, pero tiene que hacerlo al instante para conseguir ganarles tiempo. No puede hacer mucho más, y ella los está persiguiendo.

El doctor no me deja volver a dormirme por el momento —le explicó —. Parece que me alteré demasiado, y por cierto… no puedo hacerle nada a ella, pero al parecer Nash sí.

—Nash sí… —Sage la apretó la mano a Jeff, inclinándose para besar su frente y luego sus labios también —Voy a ayudar a Umbrae entonces, se debe estar cansando y cuatro manos son más rápidas que dos. George y Claire deberían revisar el USB, por lo menos él debería tener una idea de lo que planeaban para el final.

—Sage… Jeff me pidió que te dijera que está bien —lo miró, pensando de nuevo que no parecía estar nada bien.

El rubio sonrió, mirándolo de nuevo y luego a Barret.

—Sí, gracias —asintió saliendo de la habitación y tomándose un segundo para respirar profundamente. Sabía que Jeff tenía que estar aterrado ahora, no estaba nada bien, pero comprendía sus intenciones.

Por lo menos estaba lo suficientemente bien para fingir. Le dio una vuelta a su anillo, entrando en el otro cuarto y sentándose frente al ordenador con el cual habían reemplazado el suyo.

—Ransom, ¿por qué no haces que George y Claire vean ese USB? —le pidió, mirando al chico que tenía al lado luego —Umbrae, dime qué hacer.

—Estoy creando otra puerta, cuando lo consiga, sólo mantenla abierta hasta que ellos hayan pasado —le explicó, alterado, sin detener sus dedos para nada —Hay que cerrarla luego, tiene la costumbre de utilizar mis rutas en su contra.

—Voy —Ransom se levantó enseguida, suspirando ligeramente y saliendo a preguntarles dónde los habían dejado.

Uno de los soldados le pidió que lo acompañase y el moreno los siguió, aunque no le gustaba que lo enviasen a él, le iba a costar controlarse. Se paró a pensar en si debía o no ver a Crowberry, pero se lo negó, si estaba mal… seguro que le esnafraba la cabeza contra el teclado a esos dos.

Ambos estaban sentados, y se giraron un poco al ver que llegaba Ransom, con el USB en la mano, conectándolo a uno de los ordenadores.

—¿Listos para un poco más de vuestro propio show? —no le importaba la respuesta, les hizo ver los finales.

*****

Crowberry pegó un grito, cayendo hacia adelante y levantándose enseguida, con la ayuda de Jeff.

Nash seguía siendo el último porque era el único con un arma, y al parecer el más valiente también.

Kevin iba delante, guiándolos hacia aquella tienda de ordenadores, aunque en realidad, se estaba sintiendo perdido, con todos esos cambios. Ya no le cabía duda de que decían la verdad.

No era posible que las calles cambiasen así, o que apareciesen puertas de la nada si eso no era un sueño.

Ella podía hacerlo, por supuesto, pero esto era distinto.

—Dime que esa tienda está cerca… creo que empiezo a sentir todos los doritos que Albert se comió en su vida —le dijo Jeff, aunque estaba seguro de que eran los cigarros y no los doritos de Albert.

Las calles parecían estarse cerrando tras ellos, los edificios se inclinaban ilusoriamente, creando un túnel oscuro y claustrofóbico. La chica había desaparecido, pero todos sabían que aquella manada de perros que los seguía, eran también ella.

—Debería estar cerca, no lo sé, todo cambia… —le contestó Kevin, que no dejaba de correr mirando a todos lados, espantado.

—Eso es porque no saben lo que intentamos hacer… Y alguien debería cambiarme los zapatos —se quejó la chica tratando de seguirle el juego a Jeff, pero era cierto que sentía que se le iban a morir los tobillos.

—Voy a tener que llevarte en brazos —le sujetó la cintura para ayudarla a correr a su lado, y miró hacia atrás, de pronto habían desaparecido los perros, a pesar de que seguían sumidos en aquella oscuridad amenazante, como si de pronto hubiesen quedado encerrados en una ciudad circular, una bóveda de edificios curvados sobre sí mismos.

Nash se detuvo, mirando a su alrededor y preguntándose si Umbrae estaba haciendo aquello.

—La tienda, la tienda, ¡buscadla deprisa!

—La tienda… —Kevin se giró, nervioso, enfocando la mirada, seguro de que no la estaba viendo por el miedo, y de pronto —¡Allí! ¡Es esa!

—Vamos, deprisa, antes de que ella vuelva a jodernos —Nash corrió hacia allá, siguiendo a Kevin y dejando que Jeff empujase las puertas, abiertas para bien o para mal.

—¡Que alguien busque un ordenador en la oficina, lejos del escaparate mientras yo bloqueo la puerta!

—¡Estoy en eso! —gritó Crowberry que había recobrado las energías sólo con ver ese lugar. Tuvo que patear la puerta de la oficina para abrirla, pero no estaba en muy buen estado.

Encendió el ordenador enseguida.

—¡Estoy en línea!

—¡Bien! —le gritó Jeff de vuelta.

*****

—¿Y bien? —preguntó Ransom a ambos tras acabar de ver el segundo final —¿A alguno de los dos le suena la campana?

—No, yo apenas me reunía ya con ellos cuando estaban preparando el final —se defendió George.

—Y yo nunca me reuní con ellos.

—Mi novia está en el cuarto de al lado, pasándolo muy mal por vuestra culpa. Vosotros vais a ser los siguientes y yo sé cómo acelerar esa situación… —les advirtió, echándose más o menos un farol —Pensad, y pensad rápido. Este es el último final —les dijo, poniendo el reproductor y dejándolos a solas en la habitación por si su presencia pudiera ser negativa.

*****

—¿Puedes conectarnos con ellos? —preguntaba Sage que estaba haciendo todo lo posible por su parte, intentando cubrir cada nueva entrada que ella abría. Sentía que debería haber estado entrenando sus dedos en vez del resto de su cuerpo.

—No lo sé, lo estoy intentando… —le aseguró, de hecho intentando establecer una conexión a cualquiera de esos ordenadores dentro del programa.


*****

—Algo está pasando, chicos —les avisó Crowberry.

El ordenador mostraba rayas interrumpidas en la pantalla, de vez en cuando surgía algún número o una letra, pero eso no lo estaba haciendo ella.
En realidad, le estaba costando trabajo encontrar la IP de cualquiera de sus ordenadores.

La imagen de la chica estaba apareciendo y desapareciendo según caminaba hacia ellos, y de pronto se quedo quieta, lanzando un grito horrendo que hizo temblar todos los edificios. Sabía que alguien estaba intentando arruinar las cosas.

—Oh Dios… ¿estáis viendo eso? —preguntó Jeff.

—No —le contestó Nash, que se había adueñado de otro ordenador e intentaba contactar con Umbrae para decirle que fuera lo que fuera, estaba funcionando.

*****

—¡Claire! ¡Ha pasado algo! —George salió, mirando a Ransom con cara de espanto.

—¿Qué? —le preguntó suponiendo que sólo había sido algo como lo sucedido a ellos, pero Claire estaba desparramada por la silla —¿Se ha desmayado? Voy a llamar a un médico, no te muevas.

Pero Claire no estaba desmayada, estaba dormida, y profundamente. Demasiado profundamente para ser la primera vez, no conseguían despertarla con nada del mundo.

*****

Crowberry pegó un gritó porque el ordenador acababa de echar humo y apagarse.

Casi tiró la silla del salto que pegó, ya se imaginaba que le iba a salir por ahí ahora, pero no sucedió nada.

Kevin se estaba aferrando a la puerta como si fuera a arrancar la madera.

—Aquí hay algo —les advirtió Nash, que luchaba contra la presión a la que le estaban sometiendo y la preocupación de que su ordenador se le apagase en cualquier momento.

—Está dentro, Claire está dentro —les dijo antes de lanzarse hacia atrás del susto por culpa de aquel ordenador que acababa de tener la misma reacción que el de Crowberry. Al mismo comenzaron a seguirle todos los de la tienda que empezaba a crear focos de llamas por varios puntos.

—¿Cómo lo sabes? ¡Hay que huir de aquí!

—No lo sé, alguien me lo ha dicho desde afuera.

—¿Alguien… te lo dijo? —la chica lo miró confundida —¡Lograste contactarlos! —celebró ahora abrazándose a él.

—No es seguro, este lugar no es seguro… —les advirtió Kevin retrocediendo y pegándose a la pared, ya que aquellos perros estaban afuera, aullando y rascando la puerta.

La luz se encendió sola en la habitación de atrás, lo que debería ser el almacén.

—¿Hay alguien aquí? —se escuchó la voz femenina. Nash tenía a Crowberry colgando del cuello y no la soltó, se giró con ella sujeta por la cintura.

—¿Claire? —preguntó Jeff, caminando despacio, por no decir “acojonado”.

—¿Jeff? ¿Estás aquí? —la mujer apareció en la puerta, observándolos confundida y dirigiéndose a él enseguida —Estábamos viendo esos videos horribles y de pronto me dormí. No tenía ni sueño…

—Vera… —Kevin estaba retrocediendo espantado. No era ella, pero sí lo era. Podía ver su imagen cambiando como si fuera un truco de la luz.

—No, tranquilo, Kevin, te aseguro que no es ella —lo calmó Jeff, acercándose para explicarle —¿Estabas qué?

La puerta se abrió bruscamente, la imagen de la chica parecía aplastar el suelo a su paso, como si llevase el peso de mil iras juntas.

—Oh mierda…. —murmuró Jeff.

—¡Hay que largarse! —Nash sujetó la muñeca de Crowberry, haciéndola correr aunque no se había olvidado de su queja anterior.

—¿Qué es eso? ¿Qué?... —Claire estaba señalando a la chica, con la mano temblando —No soy yo… ¿eh? Eso…

Pero se giró notando que todos estaban huyendo y echando a correr también. ¿Estaba atrapada en esa pesadilla ella también? No era posible.

Kevin estaba corriendo también y dijeran lo que dijeran, no quería acercarse a ninguna de las dos. No le creía, no podía verse así y no tener nada que ver.

—Ven Kevin, ven conmigo —le pidió Jeff, atrapándolo de la mano y corriendo con él hacia la parte de atrás de la tienda, buscando de nuevo una puerta, ya fuera real o no.

Los médicos estaban tratando de reanimar a la chica, porque su pulso estaba increíblemente acelerado, pero no conseguían despertarla.

—Me meteré de nuevo —les dijo Barret.

—Imposible, es demasiado arriesgado, ni siquiera se ha regulado su pulso todavía —le dijo el doctor.

—¡Pues alguien tiene que hacer algo! —le gritó, haciendo que se apartase, aunque no era para menos luego del “remazo” que le había metido al despertarse.

—Yo lo haré —les dijo George, apareciendo con Ransom por la puerta —Yo puedo hacerlo.

—¡Esto es increíble! Sage… Necesito que mantengas esa parte de la zona estable… —le pidió Umbrae que en esa situación había asumido el mando, simplemente porque conocía mejor el código y la zona en sí.

Ahora mismo parecía estarse derrumbando a medida que pasaba la chica.

La presencia de Claire en el juego realmente lo había desestabilizado.

Sage estaba tecleando tan rápido como podía también, iba a mantener a Jeff a salvo, costase lo que costase.

—¿Teniente? —el doctor se quedó en suspense, no estaba seguro de meter a un civil así como así y sin su consentimiento previo por escrito.

—No, no servirá de nada probablemente. Sólo Kevin parece receptivo y no creo que lo sea con él. No tenemos tiempo para andar con pruebas ni permisos —le corroboró.

Ransom se sentó con los otros dos, encendiendo su portátil y sin necesidad de mirarlos, sólo se ligó a sus ordenadores y comenzó a ayudarlos con lo que Umbrae había encomendado a Sage.

—Puedo ayudaros —les dijo George a ellos también.

—¿Cómo sé que nos vas a ayudar y no sólo a salvar vuestros traseros? —le soltó Sage, sin quitar la mirada de la pantalla.

—Sí mejor cállate, en eso puedes ayudarnos —le dijo Ransom, más estresado porque no guardase silencio.

*****

—¿Por qué está poniéndose todo tan… catastrófico? —preguntó Jeff, que claramente estaba asustado, y en ese momento se preguntaba: si ya no me da miedo Kevin, ¿no será porque yo estoy peor?

—Creo que la quiere a ella —les dijo Nash, que iba corriendo, aunque estaba preocupado por Crowberry ya.

—No debería estar aquí… —negó Kevin, mirando hacia atrás por un momento y acelerando —No es ella, pero es ella. Nos engaña…

—No es ella… es… —Crowberry fue interrumpida por la voz de la mujer que iba de última, maldiciendo por lo bajo.

—¡No soy yo! ¡Usaron mi cara que es otra cosa!

Frenaron en seco, una pared cayendo delante de ellos, cerrándoles el paso. Por momentos se desintegraba pero volvía aparecer, de forma que no les hubiera dado tiempo a traspasarla.

La manada de perros se había detenido y de pronto el escenario cambiaba por delante de ellos a una velocidad vertiginosa. Estaban encima del edificio, al borde del techo.

—¡Berry! —le gritó Jeff por si acaso, para que fuera con él. Nash la soltó, preguntándose qué venía ahora, porque no veía ningún acceso al interior.
La chica corrió hacia Jeff, sujetando su brazo.

—¿Y qué hacemos ahora, eh? Odio este juego, en serio lo odio…

Kevin se agachó, tenía miedo a caerse por accidente, aunque se había apartado ligeramente del borde, pero estaban rodeados por todos lados.

—¡George! ¡George! ¡¿Me oyes?! ¡Sácame de aquí! —lo llamó Claire, mirando hacia arriba como si la cara de su compañero fuese a aparecer en el cielo.

—¡Tenéis que dejarme! —les gritó él —Yo sé cuál era el final.

Ransom lo miró, y luego a Umbrae y Sage.

—No me está dejando hacer nada… —les advirtió Umbrae, mirándolos por un momento.

Joe estaba gruñéndole a la pantalla ahora.

Sage exhaló, girándose y mirando a George a los ojos.

—¿Estás diciendo la verdad? —No quería confiar en él, pero estaba desesperado.

—Sí —les aseguró.

Ransom se levantó para dejarle su sitio.

—Umbrae, ¿crees que puedes corregirlo si hace alguna gilipollez?

—Sí, creo que puedo. Es ella quien me da problemas —les aseguró, alzando la mirada de nuevo, tenía el ceño fruncido.

—Yo estoy de acuerdo entonces —Sage miró a Ransom suponiendo que la decisión estaba tomada.

—Date prisa —le dijo como para que supiera que podía comenzar.

El juego comenzaba a cambiar de nuevo, el cielo estaba cambiando por un amanecer y los perros habían rodeado la parte delantera del margen del tejado. Todos y cada uno de ellos empezaron a transformarse en Vera, y todos la miraban a ella.

La señalaron, y una se dejó caer al vacío. Jeff sujetó a Crowberry, girándola hacia él para que no mirase, aunque realmente era él quien no quería mirar y a la vez no podía dejar de hacerlo.

—No quiero morir… —susurró la chica, sujetándose a Jeff y apretando los párpados.

Kevin estaba mirando hacia abajo, y por un momento sintió la tentación de dejarse caer.

Se sacudió por completo mirando hacia delante de nuevo. Había prometido no hacer nada de ese tipo. No creía que Barret fuese a cumplir su promesa, ya no tenían tiempo, pero quería seguirlo creyendo hasta el final.

—¡George! ¡George! —lo llamaba Claire histérica. Más le valía sacarla de allí.

—¿Qué está pasando? —la imagen comenzó a aparecer absolutamente vívida en el monitor, casi parecía el juego realmente —¿Qué vas a hacer? —le preguntó Ransom a George, preocupado.

—¡Es el final! —le gritó, deseando que dejase de interrumpirle y escribiendo a toda velocidad aquel final que no habían podido ver nunca antes.
Claire comenzó a caminar hacia aquellos reflejos de sí misma incluso si no quería.

—¡Ayudadme! —les gritó, especialmente a Jeff, pero el periodista no sabía qué hacer y no quería acercarse realmente.

Nash estaba allí de pie, mirando lo que sucedía, seguro de que si Umbrae lo estaba haciendo, sus motivos tendría.

—¿Qué está pasando? —Crowberry giró la cabeza un poco, sorprendida, pero tampoco hizo nada por detenerla.

Kevin se había enderezado y retrocedió un paso más, observando lo que pasaba. Era ella de todas maneras, era lo lógico. Sólo se iba a unir con el resto de su… ¿ser? No estaba seguro de nada, pero no pensaba acercarse, era una trampa.

Claire seguía gritando sin embargo, llamándolos a ellos y a George, maldiciéndolo ahora. De vez en cuando se disculpaba, como rogando, pero no parecía hacer ninguna diferencia. Las otras comenzaron a tirar de ella, arrastrándola y conforme la tocaban, iban uniéndose con su cuerpo, convirtiéndola en aquella imagen desfigurada.

—Dios… ¿esto es peor o mejor? —preguntó Jeff, tratando de retroceder unos pasos —Kevin, no te muevas —le pidió, haciendo que Nash se girase hacia él y fuese a su lado por si acaso.

De pronto volvía a haber sólo una, y estaba de pie en el borde del tejado, mirando hacia abajo con el cabello por delante de la cara.

Kevin no pensaba moverse de todas maneras, no podía, estaba conteniendo la respiración, y Crowberry se aferraba a Jeff con tanta fuerza que le estaba clavando las uñas sin darse cuenta.

—¿Es... ella… realmente? —susurró porque ahora no estaba segura de si todo eso había sido parte del juego.

Ella se balanceaba ahora sobre el borde, alzando los dedos de los pies y apoyándose sólo en los talones, de manera peligrosa.

Por un momento pareció que fuese a retroceder, su espalda se arqueó hacia atrás, pero sus brazos se abrazaron a su propio cuerpo, inclinándose definitivamente y dejándose caer hacia adelante.

En el cuartel, la pantalla de los tres ordenadores se puso negra por completo.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —le preguntó Ransom a todos porque estaba asustado ahora.

George se había llevado la mano a la cara, y en el cuarto de la enfermería estaba sonando la alarma de los signos vitales, aunque el doctor había estado ahí todo el tiempo con Barret, no había nada que hacer.

—¡Nash! —Umbrae se paró enseguida y salió corriendo antes que los demás, sin importarle el hecho de que Joe había ido con él, aunque el perro se quedó desilusionado al ser detenido en la puerta por uno de los soldados.

Los demás no tardaron en seguirlo, todos menos George, por supuesto.

Barret estaba junto a Crowberry que había sido la primera en dar signos de ir a despertarse, aunque se preguntaba si era definitivo. El doctor estaba cubriendo a Claire con la sábana, y Ransom, la miró un momento, sintiendo un vacío en el estómago.

—Ransom, está despertando —lo distrajo Barret mientras los enfermeros se llevaban aquella cama de allí.

—¿Me morí? —preguntó la chica en un susurro al abrir los ojos y ver el techo blanco y bien iluminado de aquella habitación.

—No… —Ransom le tocó la cara para que lo mirase a él, buscando sus ojos a toda costa.

Crowberry lo miró, un poco confundida por unos segundos pero sonriendo luego, aliviada.

—¿Ransom? ¿Es verdad? ¿Estoy despierta? —se sentó abrazándolo, y sollozando ligeramente.

—Es verdad —se sentó también para sujetarla mejor, deseando que no fuera a dormirse de nuevo, por nada del mundo —No te duermas de nuevo —le pidió incluso, escondiendo la cara contra su cuello.

Miró de soslayo cómo se llevaban a George, seguramente para interrogarlo, ahora mismo le importaba poco todo lo que no fuese ella.

—¡Sage! —fue lo primero que dijo Jeff al despertarse, jadeando con los ojos muy abiertos y mirando al rubio como si todavía no lo asimilase.

—Te dije que te iba a sacar de ahí… —sonrió el rubio, tocándole la mejilla, más aliviado de lo que se había sentido en toda su vida.

Jeff seguía mirándolo serio y giró un poco la cabeza, desorientado, fijándose en Crowberry sentada allí, eso quería decir que todos estaban bien. Lo miró de nuevo, sujetándolo para besarlo profundamente, mientras Sage lo rodeaba con los brazos, apretándolo contra su cuerpo y devolviendo el beso.

—¿Nash? Nash… —Umbrae le estaba tocando el brazo, nervioso porque no despertase, de a malas pudo sonreír un poco cuando vio que movía los párpados.

Nash tardó unos segundos más en darse cuenta de que estaba despierto, y lo sujetó de golpe para abrazarlo, tumbándolo en la cama sobre él, casi por completo.

—¿Estás bien?

—¿Yo? —se rio, aunque se le salían las lágrimas —Yo no estaba allí adentro.

—¿Y Joe? —le preguntó, provocando que el perro al escuchar su nombre se escurriese entre las piernas de los soldados para correr donde estaban ellos a lamerle la cara a Nash —Agh...

Ellos les cerraron la puerta, decidiendo hacerse los locos un momento.

Barret seguía allí en el medio, mirándolos y sonriendo ligeramente, aunque se le iba la vista hacia Kevin cada dos segundos, y cuando lo vio mover una mano, se acercó a la cama.

El chico carraspeó primero, antes de abrir los ojos, y se pasó una mano por la cabeza, mirando a Barret luego.

—Todavía estoy vivo… ¿Cuánto tiempo estuve dormido?

—Llevas así días —le contestó Barret —¿Sabes quién soy

—Sí, no estoy tan ido aún —se apoyó en las manos para sentarse, mirando a su alrededor confundido. No recordaba mucho de aquel sueño, y se preguntaba por qué todos estaban allí.

—Vale —le contestó tenso de todas formas —¿Pero lo recuerdas todo?

—¿Del sueño? No… Algo acerca de ser un estudiante, y…el final fue extraño, realmente extraño —sacudió la cabeza, mirándolo a él de vuelta —Creo que hasta soñé contigo.

—No lo estabas soñando, bueno… Lo estabas soñando, pero realmente estaba allí —se sentó en la cama para poder hablar más privadamente —. Estás en el cuartel de nuevo —le explicó para que no se alarmase —. Los experimentos no eran lo que pensábamos, te han ayudado, eso, y los demás.

—¿Me han ayudado? ¿En el cuartel? —miró a su alrededor de nuevo, tensándose pero sujetando la mano de Barret —¿Encontraron la cura?

—Creo que ya está —le contestó, aunque no encontraba mucho alivio, ya que había visto a aquella chica morir. Sólo quería pensar en todos los que no iban a seguir muriendo gracias a eso. Le acarició la mano con un dedo, mirando hacia allí —Se acabó.

—¿Se acabó? —repitió sin poder creérselo aún, sosteniendo su mirada como si fuera a caerse si miraba a otro lado.

Algo se sentía diferente, era cierto, pero le faltaba un gran trozo de la historia.

—Sí, se acabaron las pesadillas —le aseguró, pasándole la otra mano por un brazo —. Supongo que querrán tenerte en observación unos días de todos modos, yo lo preferiría de hecho.

—No me gusta estar aquí, pero confío en ti —le aseguró, sintiéndose cansado a pesar de todo el tiempo que llevaba durmiendo.

—Yo voy a estar contigo —le aseguró, apretando su mano con suavidad y haciendo un intento de sonrisa —. No te duermas.

—No, gracias. Voy a beber jarras de café en los próximos días —se rio, aunque recostándose de todas maneras.

—¿Quieres que te explique lo que sucedió? —le preguntó más calmado al escuchar su risa.

—Sí, necesito armar el rompecabezas o nunca voy a dejar de pensar en eso —le pidió, exhalando y cerrando los ojos, aunque los abrió enseguida.

 



Continua leyendo!

 
 

Tambien puedes dejar tus comentarios y opiniones en la sección de este fic en el foro foro yaoi

yaoi shop, yaoi t-shirts, uke t-shirts, wings on  the back