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Capítulo 42
And so, it begins

Domingo, 9 de Agosto
Noche.

La televisión aún estaba encendida, iluminándolos tenuemente con aquella luz azul que indicaba que la película había acabado hacía horas.

Al final los cuatro chicos se habían quedado dormidos en la misma cama, a pesar de que no era lo suficientemente grande y estaban un poco apiñados. En realidad, Angel estaba casi encima de Owen, pero a este no parecía molestarle.

Jan abrió los ojos a medias, apartando el brazo de Owen que estaba casi sobre su cara, y se sentó, incómodo, aunque no sabía por qué… hasta que el timbre de un móvil sonó. Le tomó unos segundos comprender que se trataba del móvil que Bjorn le había dado. No contestó sin embargo, sólo tocó a Bjorn porque lo hacía sentir un poco menos asustado.

El moreno cogió el móvil con cara de estar medio dormido. Había aquella ristra interminable de números, y se fijó en que los mismos iban cambiando, se añadían más y más. Descolgó, escuchando.

–¿Quién es?

Le respondió un ruido sordo, como de viento, sin embargo parecía modulado de alguna forma. No lo colgó hasta que todo sonido cesó, y se movió para salir de la cama. Miró por la ventana, afuera estaba ese policía sentado en el capó de su coche, charlando con una chica, probablemente su novia que había ido a hacerle compañía.

–¿Quién era, Bjorn? –le preguntó Jan sentándose con los pies por fuera de la cama, nervioso. No le habían respondido, estaba seguro de eso.

–Nadie, no contestaron. Espera aquí, se lo voy a dar a ese pringado –se calzó las botas sin abrochárselas, y Owen se despertó de golpe, abrazando a Angel como reflejo

–¿Qué pasa?

–Recibí una llamada… Bjorn, voy contigo, no salgas solo –le pidió Jan casi saltando de la cama y sujetándose de su brazos.

Angel se despertó, sin levantar la cabeza.

–¿Qué…?

–Que sonó el teléfono… –repitió Bjorn pensando que ya se estaba cansando de explicar la misma historia.

–¡No lo lleves, sácale la batería a ver! –Owen lo miró a los ojos, expectante.

Bjorn se la sacó, y la dejó a un lado, esperando. No sonaba de nuevo.

De pronto sonó el teléfono de la casa de Owen. El rubio palideció un poco, y se levantó para ir a descolgar en la habitación de sus padres. Su propio móvil sonó a la vez, dentro del bolsillo de sus pantalones, haciéndole pegar un bote.

–¡No contestes! –gritó Jan de pronto, aterrado corriendo hacia él justo cuando el móvil de Angel sonaba también.
La rubia lo miró para ver el número, pero no era el de su padre.

El de Bjorn sonó también, incluso sin la batería. El moreno se quedó mirando al aparato, de pronto pensando en tirarlo por el váter como si esa fuese la solución al problema.

Bajó las escaleras de todas formas, y abrió la puerta de la casa, el policía se giró hacia él, de pronto el bullicio de las alarmas de los móviles había cesado.

–¿Sucede algo? –preguntó el chico sorprendido al verlo allí.

–Están llamando a los teléfonos, al privado también.

–Tengo que entrar –le dijo a la chica, pasando al interior de la casa.

–Estaba sonando incluso sin batería —le comunicó Angel que había bajado las escaleras también.

Jan estaba arriba junto con Owen, mirándolos desde el segundo piso. Estaba seguro de que no les creerían si decían que había sonado sin la batería.

El chico se les quedó mirando, y le sonrió un poco a Angel, básicamente porque no le creía, pero tampoco se atrevía a decir nada al respecto.

–¿Es el mismo número en todos los teléfonos? –Owen bajó con Jan para comprobarlo.

El policía se dispuso a mirarlos todos, pero no había ni uno solo igual, todos eran como números al azar.

Se escuchó algo en el piso de arriba, como algo pesado cayendo de golpe.

–¡Esperad aquí! –les dijo el chico subiendo y sacando el revólver.

Owen sujetó a Angel, pegándose a Jan a su vez, a pesar de que Bjorn lo tenía apoyado contra él.

–Cuidado –casi susurró Jan que en realidad estaba pálido del miedo. No quería creerlo, pero no podía negarlo luego de aquello.

Se escuchó otro sonido fuerte arriba, como de algo siendo arrastrado y Angel casi pega un grito por el sobresalto.

–Llama a tu padre –le pidió Owen, escuchando arriba la voz del policía preguntando quién estaba allí.

Se escuchó un nuevo golpe, tal fue su intensidad que el chico chocó contra la pared del otro lado en el pasillo. Se enderezó asustado, sintiendo un sudor frío.

–¡Salga, es la policía! –grito alterado.

La chica afuera estaba en el marco de la puerta, casi moviéndose de un pie al otro, inquieta.

El policía sólo escuchaba ahora su propia respiración agitada, y a pesar de los chicos abajo, le parecía como si estuviese completamente solo en aquel pasillo oscuro y angosto. La puerta del fondo se abrió despacio, y apuntó con la pistola hacia allí. Le temblaba la mano.

Alzó la vista rápidamente de nuevo, y sólo le dio tiempo a sentir un golpe antes de caer desplomado.

Se escuchó una especie de grito, la voz se escuchaba masculina, aunque no madura. Owen apretó a Angel entre sus brazos.

–Voy a subir… –murmuró Bjorn.

–¡No! –Jan se sujetó de su brazo tirando de él con todas sus fuerzas, preparándose por si tiraba.

–Papá… ¡Papá! –Angel estaba gritando en el teléfono. Estaba intentando llamarlo, pero sólo sonaba dos veces y luego se escuchaba como si levantasen la línea al otro lado. Sin embargo, sólo había silencio.

Aquella voz se escuchó de nuevo desde arriba de las escaleras, y esos pasos de arrastre volvieron a sonar, acercándose más.

–¡Carlos! –la chica lo llamó desde afuera, cogiendo su propio teléfono para llamar a la policía entonces. La puerta se cerró tras los chicos a su espalda y ella la aporreó –¡Abridme!

–¡Aparta de la puerta, estúpida! –Bjorn se golpeó contra la misma, soltándose de Jan, y tratando entonces de sacarlo de allí. Owen se puso a ayudarlo, y la misma se abrió de golpe.

–¡Vayámonos, rápido! –Owen le sujetó la mano a Angel, mirando a Jan, al cual Bjorn llevaba firmemente sujeto del brazo.

–¿Dónde vamos?

–¡A casa de Angel!

–¡Vamos ya! ¡Viene! –gritó Jan mientras corrían ya. No tenía idea de qué era eso, pero definitivamente había algo en esa casa y sabía que venía a por él.

Angel continuaba llamando a su padre, a pesar de que no conseguía nada y le era difícil hacerlo mientras corrían. Además había salido descalza por el apuro.

–¡Tal vez esto es lo que sucedió! ¡A lo mejor por eso salió de casa Johan! Estaba huyendo… –les dijo Owen, que corría a más no poder, y también iba descalzo como Angel.

–¡¿Cuánto falta?! –preguntó Jan que ni siquiera sabía si eso los iba a ayudar.

–¡No mucho! –Angel le respondió mientras continuaba marcando.

De pronto la suave brisa nocturna parecía un temporal de tormenta. Los estaba golpeando en la cara con fuerza, haciéndoles difícil el correr.

El rubio se adelantó un poco con Angel, corriendo ya que eran más rápidos que ellos dos. La verdad es que le asustaba separarse porque no escuchaba nada con aquella ventisca que se había levantado, pero por algún motivo pensaba que el llegar hasta ellos iba a ayudarles.

Aporreó la puerta de la casa, deseando que les abriesen de una vez.

–¡Papá! ¡Abre! –Angel aporreó la puerta también desesperada, mirando hacia atrás para asegurarse de que los dos morenos venían.

Y efectivamente se apresuraban tanto como podían, pero de pronto Jan sintió que algo lo sujetaba por el tobillo. Lanzó un grito cayendo contra el pavimento.

–¡Bjorn! –lo llamó aferrándose a su mano.

–¡¿Angel?! –Arden abrió la puerta en ese momento tirando de la chica hacia adentro –¿Qué sucede? ¿Estás bien?

–¡No! –Owen salió corriendo hacia Jan, Bjorn lo estaba levantando por debajo de los brazos y pudo ver perfectamente una mano saliendo de la tierra. La pisó de forma angustiosa hasta que logró soltar al chico por completo de él.

–¡Owen! ¡Vuelve a casa! –le gritó, llevando a Jan casi en brazos. Empujó al adulto que parecía no comprender lo que sucedía realmente, y se metió dentro con Jan.

Loan se había levantado del sofá y los miraba sorprendido.

–¿Qué ocurre?

–Hay alguien en casa de Owen, el otro poli… no sabemos qué coño le pasó, ni a la tía que se quedó allí.

–Quédate con ellos y pídeme unos hombres –le dijo a Arden, cogiendo las llaves de su coche y saliendo de la casa enseguida –, y una ambulancia.

–Sí, ten cuidado… –le pidió abrazando a su hija contra él y sacando su móvil inmediatamente, llamando a la comisaría. Podía ver que Jan estaba pálido y temblando casi incontrolablemente. Para colmo le había dicho a ese chico que nada de compañía.

 

 

 

 


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