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Capítulo 41
Faces of the past

Domingo, 9 de Agosto
Tarde.

—Lo inauguraron hace años. Supuestamente así conservarían la historia del pueblo además de atraer comercio, pero… supongo que a nadie le interesa la historia del pueblo con la excepción de los que ya viven en el pueblo y a veces, ni a esos.

—De todas formas no creo que nos sirva de nada si te soy sincero —lo miró de soslayo, moviéndose un poco en el asiento del coche, por poco se quedaba dormido.

—Yo tampoco, pero… si esto tiene que ver con lo sucedido hace años, tal vez haya algo de información —lo miró de soslayo mientras aparcaba —. El cuidador es el mismo desde hace siglos creo, nunca se molestaron en cambiarlo. Ya lo he llamado, pero sólo me dijo que dejaría la puerta abierta.

—Qué trabajador, es admirable —se bajó del coche, quitándose la chaqueta del traje y dejándola extendida adentro. Si iban a estar solos de todas formas…

—Es bastante viejo y cascarrabias… —se rio, suspirando y mirando el edificio, parecía estarse cayendo a pedazos.

—Como este edificio, es viejo, y probablemente nos dará la rabia —le tocó la cintura con la mano para que entrase delante, echando después una ojeada a su alrededor.

—Me dijo que los periódicos y eso estaban arriba. Abajo sólo hay fotos —le explicó, aunque pensaba revisar el lugar de todas maneras. Sacó unos guantes para evidencia y se los puso de pronto —. Tengo otros si quieres, esto no lo han limpiado desde quién sabe cuándo.

—Sí, por favor… ¿no tienes una mascarilla? —bromeó después, poniéndose los guantes y echando una hojeada de todas formas a las fotos —¿Vosotros habéis pertenecido a este pueblo desde siempre? Tú o tu mujer…

—Yo, la conocí cuando me fui a estudiar, luego la traje aquí y… casi me mata —se rio recordando que había tratado de fingir al principio y mirando las fotos, no veía nada extraordinario. Eran imágenes de pueblo, comunes y corrientes.

—¿Hay alguien de tu familia aquí? —señaló una foto del pueblo, pensando que eran muy pocos.

—Creo que ese es mi bisabuelo… —sonrió señalando a un hombre de aspecto severo como casi todos en aquellas fotos antiguas.

—Hum… —murmuró curioso —. Me pregunto si tú pones esas caras tan serias en las fotos, yo si —confesó después, riéndose y apartándose hacia las escaleras —. Veamos esos periódicos.

—Hubieras sido perfecto en esa época —se rio subiendo tras él —. Ahora que lo pienso debí haber traído a Angel aquí hace tiempo…

—Déjala… —sonrió, abriendo las puertas que cerraban aquella pequeña sala y examinando el interior del cuarto. Efectivamente había unos archivos con recortes de periódicos allí —Deberíamos llevarnos esto.

—No creo que nadie los extrañe —asintió pensando que de todas maneras los devolvería luego, aunque seguro que estarían mejor cuidados en la comisaría. Se acercó al recorte que había estado mirando Bjorn en aquella ocasión —. Es el hijo de esa mujer.

—Hum… ya veo que no sólo ella era una majadera —murmuró mirándolo por encima de su hombro y apartándose después para mirar tras aquellas cortinas que se habían escondido. Había varias figuras y ornamentos metálicos rotos, y atrás de todo una puerta que suponía era un almacén. Corrió la cortina otra vez, girando a su alrededor.

—¿Buscas algo en particular? —le preguntó, girándose al verlo y notando aquella puerta. Se dirigió hacia la misma, intentando abrirla, pero no cedía.

—Será sólo un almacén, y no vamos a quitar todo lo que hay delante para romper la puerta de un almacén sin ni siquiera una orden, ¿verdad? —le preguntó suspirando —. Me preguntaba si habría algo entre estas cosas metálicas… que pudiera servir a la forense para comparar.

—Podemos llevárnoslas también, aunque… —sujetó una moviéndola un poco —son pesadas. De todas maneras llamaré al encargado, se supone que tengamos acceso completo al museo.

—Hazlo, y no vamos a llevárnoslas todas, que venga el equipo forense y haga lo que debe, para eso les pagan —suspiró, sentándose en una de las sillas allí mismo, aunque crujió incluso.

—Eso también es una pieza del museo —se rio Arden, sacando el móvil y llamando al cuidador —Sí, sí…, pero hay una puerta que está cerrada… Sí, la del almacén…

Se quedó callado un minuto mientras el hombre le explicaba, insistiendo luego.

—Sí, ya sé que es sólo un almacén, pero necesitamos revisarlo. Puede que haya algo allí… Sí, ya sé que no hay nada útil, pero tal vez sí lo sea para la investigación… —se calló un segundo de nuevo, frunciendo el ceño luego —¿Acaso hay algo que no quiere que vea en ese almacén?... Está bien, lo espero —colgó negando con la cabeza —. Realmente deberían elegir otro cuidador.

—Cómo me excitas cuando te pones hostigador, y luego yo soy el insistente —bromeó, observando su cara de contrariedad y abriendo uno de los cajones de la mesa sobre la que se había apoyado, revisando el interior.

—No soy hostigador, pero está interfiriendo con una investigación de la policía, con su pereza —le aclaró exhalando y agachándose a revisar los archivos de recortes mientras tanto.

—Mira esto… —le mostró una foto, la mitad de la misma estaba quemada.

Arden la observó frunciendo un poco el ceño.

—Parece que la hubieran quemado a propósito, ¿no? Creo que nunca ha habido un gran incendio en este pueblo tampoco. La pregunta es… ¿para qué guardar algo así? —indagó ya que la fotografía estaba quemada justamente en donde estarían las cabezas de lo que suponía eran un hombre y una mujer.

—Para ocultar sus rostros, porque eres adolescente e idiota… no lo sé, pero me parece interesante por lo menos —le confesó, apoyando el codo sobre la mesa después —. Tal vez ese hombre sepa quiénes son o por qué se guardan.

—Sí, eso espero. Y hay más que esas razones para quemar una foto —sonrió un poco, levantándose al escuchar que se abría la puerta de abajo —. Ya ha llegado —anunció asomándose a la escalera y sonriéndole al anciano que lo miró con cara de pocos amigos.

Poco después subía aún con la misma cara de no querer estar allí.

—Gracias por venir, señor McCarthy, este es el detective Kent. ¿Podría abrir la puerta ahora, por favor?

—Claro, claro, pero sólo hay trastos viejos allí. La cierro por los chiquillos…

Loan, que se había levantado de inmediato al escuchar al hombre subir, se sacudió el polvo de la manga de la camisa frunciendo el ceño y esperando a que terminase de refunfuñar y demás y abriese la puerta.

—Gracias, creo que podemos arreglarnos ahora, la cerramos y se la dejamos en el buzón.

—Oh, bueno, bueno… en el buzón, vale —murmuró el hombre, que parecía ir a lo suyo.

—Espere… —Arden lo detuvo mostrándole la foto —¿Podría decirnos quienes son o… por qué está guardada aquí?

El hombre la miró por largo rato, murmurando luego

—No sé, creo que me la enviaron en una caja junto con otras fotografías… La guardé porque no tenía sentido mostrarla.

—¿Puedo ver las otras fotos? —preguntó el policía.

—Están colgadas en las paredes…Hay unas en esa caja de allí, tampoco servían —le señaló una pequeña caja metida bajo uno de los muebles.

—Gracias —le contestó Loan, observando cómo ya se iba alzando una mano a modo de “de nada” —. Menos mal que lo recordaste. ¿Ves? A eso me refería con lo de no dormir y no trabajar al ciento por ciento.

—Oh, pero yo estoy en mis plenas facultades —se vanaglorió bromeando y agachándose para tomar la caja —. A lo mejor hay otras fotos de ellos, revisemos el almacén.

—Sí, revisemos el almacén de polvo… —se puso un pañuelo delante de la cara, pensando que para colmo ni ventanas tenía. Alzó el otro brazo y tiró de la cuerdecilla que hizo parpadear la bombilla varias veces hasta que la luz se quedó fija.

Dentro había muchas más cajas, cajas con planos de las líneas ferroviarias y demás, más candelabros metálicos, cuadros antiguos y llenos de humedad…

—Hay más que polvo aquí. Seguro que estos cuadros no eran inservibles hasta que los guardaron —casi se quejó el policía, observando cómo se descascarillaba la pintura en algunos. Se agachó un poco, sacando algo de entre las cajas y llamando a Loan —Mira…

No era una pintura tan antigua a juzgar por el estilo de la ropa, pero era igual que en aquella foto, había un gran agujero en donde debía estar la cara de aquella mujer.

—Sí, alguien le tenía mucha manía a esa mujer. Deberíamos averiguar quién era. Es bastante significativo que justo desapareciese su cabeza, ¿no crees? ¿Sabes qué clase de penas se imponían en esos tiempos aquí?

—Creo que la horca… —contestó intrigado —Aún no sabemos si era la misma mujer o si es una casualidad, Loan —le recordó, aunque le parecía demasiada casualidad.

—No, pero por algo tenemos que empezar, ¿no? Deja de rechazar todas mis sugerencias… —suspiró, aunque en realidad eso no iba con Arden.

—¿Eso hacía? Lo siento, no me di cuenta —lo miró, pensando que realmente no recordaba haberlo hecho.
Loan carraspeó, tocándose el cabello y cogiendo el archivo de periódicos y recortes.

—Será mejor revisar esto con calma… y sin tanto polvo.

—Vale…, aunque enviaré a dos de mis hombres a que revisen este almacén en profundidad —lo miraba, preguntándose si se había molestado realmente y cogiendo la caja de fotos entre sus brazos.

—Vale, a ver si han encontrado algo útil en el archivo, aunque me parece que esto no va a ser cosa de un día ni de dos. Espero que haya cometido algún error con el cuerpo esta vez —murmuró bajando las escaleras —. Y luego correré a ducharme, me pica todo.

—Creo que me quedaré hasta tarde en la comisaría. Llamaré a Angel y le diré que pida algo para comer —le aclaró por si pensaba que lo iba a dejar abandonado.

—Creo que no, creo que irás ahora conmigo, y a las ocho que es cuando acaba tu turno, te vas a venir conmigo a casa, a cenar en condiciones y luego vas a dormir… —lo miró serio, esperando a que abriese la puerta del coche.

—No es necesario, puedo trabajar algunas horas extra, Loan. No puedo tomarlo con calma esta vez —le insistió entrando en el coche y preguntándose para qué intentaba convencerlo si era su vida.

—No —reiteró, entrando con él en el coche —. No vas a estar ahí como un zombi tras haber dormido tres horas.

—Loan… ¿Qué más puedo hacer? —le preguntó poniendo el coche en marcha —Quiero atrapar a quien sea antes de que pueda hacerle daño a Jan.

—Lo sé, pero tú no eres el único poli capaz en este pueblo. Has dejado a unos policías en su puerta, ¿no? ¿Crees que vas a hacer algo útil medio dormido? Trabajando a medio motor todos los días. Descansa, mañana trabaja al cien por cien… Eres humano, y eres un poli, pero obsesionarse con esto no te va a hacer ningún bien —chasqueó los labios, recostándose contra el asiento.

—Está bien…, pero también puse un patrulla frente a la casa de Johan —le recordó mirándolo y sintiéndose cansado a decir verdad —. ¿Sabes que revisaré esos archivos aunque esté en casa, no?

—Haz lo que quieras… —se frotó la cara con la mano, recostándose mejor y cerrando los ojos antes de cruzar los brazos.

Arden lo miró de nuevo, riéndose un poco.

—Vale, me portaré bien, cariño.

—Vete a la mierda… —se rio, pegándole con la mano en el muslo —No quiero que un caso te arruine, ¿vale? Lo he visto, he visto a gente pudrirse por culpa de algo como esto.

—No me arruinará, será peor si ese chico muere —suspiró conduciendo con calma —. Además, te tengo a ti para reñirme.

—Vale, lo comprendo… pero no puedes poner su bienestar por encima del tuyo. Tienes una hija… —suspiró con fuerza, mirándolo —Sé que es duro, pero yo no te digo que lo ignores, podemos cenar, acostarnos y despertarnos pronto, pero al menos duerme seis horas.

—Ya te dije que me portaré bien… —se quejó un poco, sonriendo y mirando el camino —También lo hago por Angel. No soy un idiota, es amiga de esos chicos, podría estar involucrada y ni siquiera saberlo…

—Yo pienso lo mismo, pienso que pueden estar en peligro todos los que estuvieron allí ese día. Sí, sé que no tenemos indicios de que tenga nada que ver una cosa con la otra, pero… hasta el momento esto es demasiado extraño. Los cuerpos aparecen incluso en ese tramo de la vía —explicó mientras miraba las cosas que se habían llevado —, y quiero registrar la casa de esa mujer que les dio las bolsas. Quiero ver si tiene alguna foto de estas personas… sin cabeza.

—Y supongo que me dirás que vayamos mañana —alzó una ceja, suspirando —. La bolsa de Owen estaba hecha de cabello, completamente. Y no sólo eso, es fuerte, muy fuerte, alguien se tomó el tiempo de hacer un buen trabajo.

—Me pregunto por qué, tal vez esa mujer tuviera un diario, dibujos o cualquier otra cosa que pueda ayudarnos —murmuró pensativo, ignorándolo respecto a lo otro.

—Tenía problemas mentales, pero creo que dentro de todo, podía saber algo. Lo que me estoy empezando a preguntar es si realmente murió por causas naturales.

—Tal vez los chicos no mintieron cuando dijeron que ella les había dado las bolsas. Es fácil que los forenses se apresuren a decir que la muerte de una anciana ha sido natural —murmuró, tocándose el pecho con una mano, pensativo. Miró luego el reloj en su muñeca —. Podemos ir a la casa ahora en vez de a la oficina, pero creo que deberías ir y ver si han encontrado algo en los archivos, además de darles instrucciones.

—Si quieres te puedo dejar allí y luego ir a la oficina —lo miró por si quería darse esa ducha —. Estaba muerta, hace días. No creo que se hayan equivocado con eso.

—No, tú sólo quieres que luego tenga que ir a buscarte y meterme en la celda… —se rio, mirándolo de soslayo —. Decía a la casa de la anciana, no a la tuya. Es más, déjame allí, y tú vete a la oficina.

—¿Estás seguro? Hum… no sé si puedo confiar en ti, citadino —le devolvió por haberse metido con su fantasía.

—Es igual, cogeré mi coche si no me llevas tú…

—Te llevo, te llevo, qué sensible. Sólo estaba bromeando —se rio quitando una mano del volante para tocarle una pierna.

—No era chantaje, era una exposición de lo que sucedería —le sujetó la mano y se la subió hacia su entrepierna, vengándose.

—Me estrellaré y será tu culpa —le advirtió apretándola y apartando la mano luego ya que se estaba “emocionando”.

—No creo… —se rio, abriendo un poco la ventana y apoyando el brazo en el borde, a continuación la cabeza sobre el mismo. Tenía un sueño que no podía con el alma —Si tardo mucho en regresar, búscame en la cama de la vieja esa. Ahg… no, no puedo ni siquiera bromear con eso.

—No, y no se te ocurra quedarte dormido allí —volvió a mirarlo de soslayo —. ¿En serio quieres hacerlo? Porque podría encargarme de eso si estás muy cansado.

—Quiero hacerlo, sí —murmuró, cerrando los ojos y pensando que si no hacían todo lo posible, tampoco se lo iba a perdonar. Aunque de todas formas sobre todo lo hacía por él.

—Bien, confío en ti —sonrió pensando que era un poco terco, pero de todos modos se lo agradecía.

 

 

 

 


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