Capítulo 42
Just for tonight
Noviembre 12, miércoles.
–Hasta mañana –se despidió Ash con cara
de estar exhausto. Sin embargo, su expresión cambió
al ver que Vargas había ido a buscarlo al trabajo. Lo cierto
es que se sentía un poco relajado de no tener que hacer el
viaje en barco esta noche.
–Hola, bicho… –se sacó el cigarro de
los labios y lo rodeó por los hombros, pegándolo contra
él al caminar –Tengo hamburguesas en la bolsa –alzó
un poco la otra mano para mostrarle –. Patatas y unas cervezas.
–Gracias al cielo, me muero de hambre –se quejó,
apoyándose un poco en él casi sin notarlo –.
¿Crees que Roi esté bien?
–Claro, está con todos ahí… Se veía
mejor cuando llegó Zeus, seguro que le recuerda a Bronco
y por eso…
–No digas esas cosas –le dio una palmada, sintiéndose
agradecido de tenerlo allí para que le levantara los ánimos.
Era casi imposible estar deprimido junto a Vargas –. Tú
dormiste en la cama, entre todos…
–Sí, ¿ronqué? Qué vergüenza…
–se tapó la cara fingiéndola como una chica,
aunque para empezar ni roncaba –Se estaba calentito…
–Tú también… –se rio, enrojeciendo
luego y sintiéndose un poco culpable.
–Qué pervertido… –bromeó, apretándole
porque sabía lo que le sucedía –Roi también
estará intentando sentirse mejor. No está bien pensar:
tengo que estar deprimido. No se le hace bien a nadie.
–Lo sé, pero es difícil no hacerlo –se
encogió de hombros –y no lo dije de esa manera –le
dio otra palmada –. ¿Crees que estaremos bien aquí?
–Eso espero, y no pegues, respétame… –lo
apretó otra vez, molestando –Sobre todo lo espero porque
no quiero pagar un cuarto para nada.
–Tal vez tenga que mudarme aquí, no sé cómo
lo voy a lograr, el alquiler es mucho más alto –se
preocupó, pasándose una mano por el cabello e ignorando
eso del respeto.
–Vendiendo la casa… eso está claro. Te puedes
sacar una buena pasta si lo haces, aunque supongo que te da lástima
–se encogió de hombros, mirándolo –. Además
no sería tan caro entre los dos. Tengo un buen sueldo ahora,
aunque… tengo que pagar unas deudas primero…
–¿Qué deudas? –le dio un codazo, mirándolo
de soslayo y suspirando –Bueno, supongo que puedo hacer eso,
pero era la casa de mis abuelos y además, no sé si
alguien querrá comprarla en ese estado.
–Claro que sí, una casa en esa isla se sabe que finalmente
es una ganancia, y además nadie que no sea pijo va a comprar
algo así… No creo que le preocupe mucho restaurarla
–se encogió de hombros, llevándolo hacia el
motel –. Y deudas… deudas de no pagar los recibos. ¿De
cuáles van a ser?¿De juego? ¿De antros de señoritas?
–se rio.
–No lo sé, tienes esa cara –le advirtió
frunciendo el ceño y negando con la cabeza luego –.
Tendré que ir a revisarla de todos modos, no quiero vender
objetos personales.
–Claro, te ayudaré… –le apretó
el cuello –Y yo no tengo cara de eso. Que no necesito pagar
para hacerlo, que lo sepas que nunca he ido… bueno, sí
he ido, pero no… Para ver cómo eran.
–Oh, sí, y nunca has apostado tampoco… Ni ido
a bares de strippers –lo miró como acusándolo,
pero en realidad quería saber si cedía a la presión.
–He apostado chorraditas con los amigos, y a bares de strippers
si he ido, mira…, pero sólo bebía y no pagaba
nada –se rio.
–Vale, te creeré –lo señaló con
un dedo, amenazándolo –. ¿No tienes que alquilar
la habitación o ya lo hiciste?
–Pagué un cuarto en un motel, ¿qué
querías? ¿Dormir a la intemperie?
–No, quería saber si tenías que registrarte
ahora o algo. Yo qué sé, nunca me he quedado en un
motel –lo empujó enrojeciendo, porque ahora le daba
vergüenza no saber esas cosas.
–Vale…, pueblerino… deja que yo te adentre en
el camino de las cucarachas y los catres inmundos…
–No digas eso… Agh, no podré dormir.
–Si no puedes yo te canso… –se rio, metiéndose
con él –Podríamos darnos un baño…
–¿No habrá cucarachas en la tina? –le
preguntó enrojeciendo –No digas esas cosas.
–No me dejas decir nada… y no hay cucarachas, es broma
–le empujó un poco la cabeza, riéndose.
...
No tardaron más de diez minutos en llegar al motel en cuestión
y Vargas hizo un ruidito, abriendo la puerta luego con el llaverito
azul que llevaba en el bolsillo, todavía bromeando.
–Por cierto que he estado en algunos con cucarachas, y con
vellos en las sábanas…
–Agh, pues no vuelvas a estarlo –le pidió como
si pudiera controlarlo, suspirando –. Tengo hambre y estoy
cansado, a pesar de que dormí.
–Yo también estoy cansado, por eso te digo que nos
demos un baño. Cenamos, nos damos un baño y nos ponemos
a dormir… –le propuso, sentándose en la cama,
y dejando la bolsa sobre la misma para coger su hamburguesa, aunque
antes apagó el cigarro –Me muero de hambre además.
Ash se quitó la cazadora y los guantes, pasándose
una mano por el cabello, antes de sentarse. Tomó una hamburguesa,
empezando a desenvolverla. Lo cierto es que no se sentía
mal allí, con Vargas, alejado de todos los problemas, al
menos en apariencia.
–Me encantan las hamburguesas.
–Me da miedo la carne picada… –le contestó
de pronto, mirando su hamburguesa como si la misma fuera a hablarle
de sus ingredientes –Toma una patata –la cogió
y se la metió en la boca, molestándolo por si estaba
preocupándose.
–Mmm… –protestó el chico porque había
estado a punto de decir algo antes de que le metiese la patata en
la boca. Tragó, frunciendo un poco el ceño –Si
te da miedo la carne picada, no compres carne picada.
–Es barata… y sabe bien –se rio, pensando que
tampoco le daba tantas vueltas a las cosas. Le daba miedo como por
cinco minutos sólo. Lo miraba todo el tiempo, sin apartar
la vista. Finalmente sí que lo seguía a él,
¿pero entonces por qué lo llamaba? No le había
dicho nada, pero ya no era la primera vez que sentía como
si le acariciasen la cara con unas manos gélidas, y se despertaba
en mitad de la noche, sin nada alrededor pero con aquel frío
terrible.
–¿Qué pasa? –le preguntó el chico
con la boca llena de hamburguesa, tragando luego. Suponía
que estaba pensando en aquello, claro, era imposible no hacerlo.
–Nada… ¿sabes que pareces un hámster?
Y no eres nada sexy… –se rio, echándose hacia
atrás para que no fuera a darle.
–No parezco un hámster y no se supone que seas sexy
cuando comes –protestó enrojeciendo y desviando la
mirada –. Tonto.
–Pues yo te he visto comer algo sexymente… –se
metió con él, por supuesto, no hablaba de comida realmente.
–Tú sigue así… –lo miró,
lanzándole una patata, antes de llevarse la siguiente a la
boca.
Vargas la cogió y se la comió.
–¿No te enseñó tu abuela que no se
juega con la comida? –se rio de todas formas, y se movió
por la cama para ir a su lado y darle un besito en la mejilla –¿Me
quieres?
–¿Y qué vas a hacer si te digo que no? –sonrió
de manera maldita, mirándolo –Mi abuela también
me dijo que me cuidase de los pervertidos –se rio, desviando
la mirada luego y enrojeciendo, murmurando un: –sí.
–Tranquilo, te protejo de Gale… –se rio, abriendo
la cerveza para beber un poco.
Ash se rio también, terminándose la hamburguesa
y cayendo de lado en la cama.
–No me des pesadillas, que soy propenso a ellas.
–Vale –se giró un poco sobre él y le
dio un beso, mirándolo a los ojos luego y pensando que no
podía preguntarle si le había sucedido algo con alguna
chica alguna vez, porque no quería ni nombrársela,
y menos luego de esa advertencia –. ¿Nos bañamos?
–Bueno, aunque se supone que no lo hagas luego de comer,
nos dará dolor de barriga –se rio, tocándole
la suya, habiéndose olvidado de todo por el momento y simplemente
disfrutando de aquel tiempo juntos.
–Eso es una mentira… –sonrió, dándole
otro beso en los labios –Son cosas de vieja, yo lo hago siempre
luego de cenar. Odio ducharme por las mañanas.
–Hace frío –sonrió, por algún
motivo imaginándolo en la ducha, con cara de víctima
–, pero yo siempre me quedo dormido cuando llego a casa de
noche.
–Ya, normal…, pero ahora ya no, porque estoy yo para
incordiarte –se rio, sacándole la camiseta y el jersey
–. ¿Te llevo en brazos?
–¿Por qué? Puedo caminar –se quejó
porque le daba vergüenza –. Y no hay que irse desvistiendo
en el cuarto.
–Ya… –se levantó, bebiendo un poco más
de cerveza y llevándosela para el baño con él.
Ash se levantó también siguiéndolo y preguntándose
si se había molestado.
–¿Y ahora qué pasa?
–Nada, que me voy a sacar la ropa al baño…
–apoyó la lata en el borde de la bañera y abrió
el agua caliente para llenarla.
–Oh –le contestó enrojeciendo por ser un preocupón
y empezando a bajarse los jeans sin dejar de mirarlo mientras.
Vargas le tocó el “paquete” antes de que terminase
de bajarse los jeans y se rio. Sacándose su chaqueta y la
camisa después.
–Pórtate bien, me caeré –se quejó
ya que casi había perdido el equilibrio por la sorpresa –.
¿Ya está el agua? –preguntó luego fingiendo
que allí no había pasado nada.
–Mira… –le señaló la bañera,
bajándose los jeans y la ropa interior a la vez, suspirando
un poco y pensando que no podía evitar desearlo. Eso era
un problema cuando uno no quería parecer un desaprensivo.
Ash se acercó tocando el agua con una mano y bajándose
la ropa interior por fin, para meterse, mirando a Vargas luego y
enrojeciendo. Se sentía inmaduro, pero todavía no
sabía cómo reaccionar ante eso.
–Deja sitio… –se sentó tras él,
flanqueándolo con sus piernas y sujetándole los hombros
para que se pegase contra su pecho. Lo rodeó con los brazos
y se inclinó para darle un beso en el cuello.
Ash suspiró, cerrando los ojos y sonriendo.
–Ojalá pudiera relajarme así en mi casa.
–Ya podrás… y si no, nos mudaremos. Así
sería una casa nuestra. No se ve tan mal… ¿no?
–se echó hacia atrás y le pasó una mano
por el pecho.
–No, no se ve tan mal –sonrió dejándose
acariciar –. Se ve perfecto en realidad.
–Eso pienso yo –le dibujó con un dedo, el surco
entre los dos pectorales, besándole el cabello después
–. ¿Has pensado más en lo de la carrera?
–Sí, claro…, pero todavía no sé.
Tal vez terminé de profesor –se rio porque le causaba
gracia –. No había pensando en eso en todos estos años.
Es decir… no realmente.
–No querías pensarlo… –apoyó los
brazos en el borde de la loza, relajándose un poco –A
mí me gustaría que fueras profesor, pero luego no
me dejes por un alumno.
–No todos los profesores se enamoran de sus alumnos –se
quejó, acomodándose un poco contra su pecho y deslizándose
más en el agua cálida.
–No… –se rio también, cerrando los ojos
y pensando que le gustaba estar así con él. Lo sentía
como una parte de sí.
–No –repitió sintiéndose perfectamente
cómodo, incluso podría dormirse allí de lo
bien que se estaba.
Vargas lo abrazó de nuevo, suspirando con fuerza. Ahora
se sentía alejado de todo mal, como si una pequeña
bañera los protegiese, sólo por estar juntos.

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