.Devils Throat- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capítulo 32
All Mine

Noviembre 10, Lunes.

–Bye… –se despidió Jari sujetándose del brazo de Roi. Acababan de terminar de limpiar aquel salón y todavía faltaba un buen rato para que el rubio se fuera a trabajar, así que había decidido quedarse acompañándolo –¿Tienes hambre, sueño?

–Tengo que irme a dormir… –se disculpó –si no luego no me tengo en pie.

–Voy contigo, ¿vale? Puedo tomar una siestecita… –le insistió ya que quería estar un rato con él a solas.

–Pero si no puedes salir… –alzó una ceja, mirándolo después y pensando que parecía que le hubieran echado un jarro de agua fría –Bueno, iré a tu cuarto, pero como esté Sneik…

–No estará, ya te dije que casi nunca está por las tardes –le aseguró, moviéndole el brazo como en un juego.

–Vale, pero ya no empieces a ponerte hiperactivo –frunció el ceño, guardándose la mano en el bolsillo y pensando que era incómodo llevarlo del brazo, le hacía pensar en bodas.

–Bueno, me quedo tranquilo –se quejó, mirando hacia el techo porque le costaba trabajo.

–No te lo crees ni tú… –suspiró, caminando hacia su cuarto y pensando que iba a dormir en su cama. Bueno, no era su cama realmente, pero… –¿Tienes hermanos?

–No –negó con la cabeza –. ¿Por qué? Quisiera tener un hermano mayor.

–Curiosidad… Tus padres deben estar mucho más tranquilos ahora… –se burló riéndose entre dientes.

–Sí, seguramente…, pero yo no hago nada malo. De todas maneras no hacía nada en casa –le contestó como si eso tuviera mucha lógica.

–Si lo hacías fuera es lo mismo –suspiró, pensando que era un quebradero de cabeza, y abrió la puerta para que pasase delante, asegurándose de todas formas de que Sneik no estaba.

–Pero no los molestaba a ellos –se quejó corriendo y tirándose en la cama, apartando luego los peluches para dejarle espacio a Roi.

El rubio se sacó la cazadora antes de acostarse, aflojándose un poco la palestina para estar cómodo. Sujetó un peluche y lo miró.

–Este es el que estabas sujetando cuando vine a hablar contigo.

–¿Lo recuerdas? Me consuela cuando estoy triste –sonrió acariciándolo y sacándose los zapatos con los pies.

–Yo también tengo alguno, pero Bronco me los ha mordisqueado… –se lo puso en la cabeza, mirándolo y sonriendo –Dame uno.

–Vale, pero no se lo des a Bronco –se rio, mirando hacia atrás y eligiendo uno de un perrito –. Para que no lo extrañes.

–No se lo voy a dar… –sonrió, cogiéndolo y oliéndolo –Es para ver si huele a ti.

–Supongo que sí, duermo con ellos en la cama todas las noches. Hubieras visto la cara de Sneik cuando los saqué por primera vez –se rio.

–Ya lo imagino… Bueno, a mí me parece normal, y de todas formas sólo son cosas decorativas –se giró y miró la cama del rubio, pensando que sólo había un libro sobre su cama –. Supongo que no es muy imaginativo –volvió a voltearse de cara a él y alzó una ceja –. Qué mala suerte tuviste.

–Me pone nervioso, y lee cosas creepy, pero bueno… no es mal compañero. No se mete conmigo ni nada así –se encogió de hombros, colocando un brazo sobre su pecho –. Yo creo que se siente solo, se sentía…

–Supongo, pero es que es un raro… –le tocó la mano, girando uno de los anillos que llevaba hasta quitárselo. Trató de ponérselo pero sólo le quedaba en el dedo pequeño y se lo regresó –Eres un escurrido.

–Soy normal… a ti te gusta –se quejó a medias, poniéndose el anillo de nuevo y riéndose –Además, así es mejor porque tú eres fuerte y me puedes levantar con facilidad.

–Estás pensando en ya sé yo qué… –le dio con un dedo en el pecho, y se giró hacia él, rodeándolo y acercándolo, cerrando los ojos para dormirse.

–No sólo en eso –se rio de nuevo, apretándose un poco contra él y tocándole el pecho –. Fuerte…

–Guarro… –murmuró, aunque le estaba dando la risa ya, y lo besó entreabriendo un poco.

Jari le devolvió el beso, cerrando los ojos, y deslizando la mano por su pecho, hacia abajo.

–¿Qué tocas?… –se quejó, mirándolo a los ojos y recordando lo que había dicho aquel día sobre no sentirse deseado. De todas las formas seguía dándole vergüenza.

–Tu cuerpo, me gusta –sonrió, alzando la mirada mientras metía la mano por debajo de su camiseta.

–Yo no creo que así pueda dormirme… –suspiró, aproximándolo más y dejándolo que lo tocase, aunque evidentemente se estaba excitando, y comenzó a acariciarle la cintura, deslizando los dedos bajo su camiseta también.

–¿Y es muy importante dormir ahora? No pude quedarme contigo anoche –se quejó, subiéndole la camiseta para besarle el pecho.

–Hm… –protestó de nuevo, aunque estaba mezclado con un ligero sonido de placer –Luego trabajo hasta tarde –le recordó, aunque tampoco lo detenía, y le estaba subiendo la camiseta por la espalda también.

–Pero luego duermes sin mí… –le recordó también, deslizando la lengua por la hendidura en su pecho –Y te extraño.

–Ya… yo también a ti –bajó la mirada para observarlo, y movió la mano hacia delante para buscar uno de sus pezones. Lo rozó con las puntas de los dedos, apretando un poco y jugando con él, notando la forma en la que endurecía –. ¿Y si viene alguien?

–No va a venir nadie… –le aseguró ilógicamente, moviéndose contra él –Sólo un poquito…

–Vale, pero métete bajo las sábanas… –se sacó los playeros antes de separar la ropa de cama y esperar a que se metiese, levantándose para trancar la puerta, aunque ya imaginaba a Sneik si trataba de entrar y no podía.

–No va a venir nadie –se rio Jari estirando los brazos hacia él mientras se recostaba hacia atrás, metiéndose bajo las sábanas finalmente –. Ven, que ya te extraño.

–No… –refunfuñó, quitándole la camiseta antes de meterse en la cama con él, besándolo y volviendo a jugar con sus pezones.
–Gruñón –se rio el chico alborotándole el cabello y rodeándolo con las piernas.

–No me agarres tanto… –se quejó de nuevo, separándole las piernas para soltarse, y apoyándose en un brazo para mirarle el pecho. Se lo acarició, besándole los pezones y luego succionando uno de ellos, jugando con el otro entre los dedos.

–Pero es que me gustaaaaaaaa… –se quejó el chico, aunque lo hacía por ver si gruñía más. De todas maneras estaba jadeando suavemente, acariciando su nuca con las puntas de los dedos.

Roi le mordisqueó para que no insistiese, aunque luego continuó porque le había gustado, y tiró un poco de su pezón, succionándolo de nuevo y bajando la otra mano para apretarle las nalgas, resoplando ruidosamente y apretando su sexo contra una de las piernas del moreno.

–Ah… y está caliente –comentó, moviendo la pierna para rozarlo más, sintiendo que el suyo endurecía contra el pantalón.

–Guarro… –se quejó enrojeciendo, aunque luego se apartó y le empezó a abrir el pantalón, pensando que quería verlo desnudo. Siempre tenía fantasías con tener a un tío en su cama, dejándole tocarlo, aunque cuando se despertaba más bien estaba Bronco aplastándolo.

–Te gusta –se rio de nuevo, relamiéndose y ayudándolo con el pantalón. Sujetó su propio sexo, masajeándolo, como mostrándoselo.

Roi lo recorrió con la mirada, tanto a él como a su sexo, y le sujetó las manos deteniéndolo y subiéndolas sobre su cabeza mientras lo besaba, recostándose sobre él y jadeando. Aunque estaba vestido todavía, le excitaba pensar que el otro se encontraba completamente desnudo bajo su cuerpo. Le besó el cuello, succionando su piel y apretándole las muñecas nerviosamente.

–Mmm… Roi… –gimió Jari entrecerrando los ojos y sonriendo, dejándose acaparar de aquella manera. Le gustaba mucho cómo lo sujetaba, con esa fuerza y además parecía que lo quisiera devorar.

El rubio bajó la lengua por su pecho y luego su abdomen, soltándolo por fin y deslizándola por sus caderas. Podía oler su piel de forma más intensa en su sexo, y sentir el calor del mismo. Bajó las manos y apretó sus nalgas desnudas, pensando que las sábanas lo estaban sofocando.

Se arrodilló para deshacerse de ellas, y se sacó la camiseta, con las mejillas ardiendo y su propio sexo a medio salirse por uno de los rotos de los jeans en su pierna.

–Qué sexy… quítatelo –le pidió Jari moviendo una pierna, observando al sexo del chico de manera directa. Volvió a sujetar el suyo, masajeándolo.

–Mm…no… –se negó de nuevo, mirándolo y frunciendo el ceño, metiéndose la mano por dentro de los jeans para tocarse. En realidad le daba vergüenza y sacó la mano otra vez, haciéndole un gesto para que se pusiera boca abajo.

–Malo… –se quejó, aunque sonriendo un poco mientras se giraba para ponerse boca abajo, aunque no dejaba de mirar hacia atrás a cada rato.

Roi le pasó las manos por la espalda, frotándosela casi y estrechándole la cintura. Observó sus nalgas y sonrió privadamente, estrujándoselas con ambas manos y apretándolo contra el colchón. Le dio una nalgada con cada una, enrojeciendo su piel ligeramente y volviendo a apretar.

–Ay… pero si soy bueno… –se rio, aunque moviendo más las nalgas como pidiéndole que siguiera. En realidad se había sentido bien, le había provocado un estremecimiento por la espina dorsal.

–De eso nada… –frunció un poco el ceño, pensando que seguro que se comportaba así porque había estado con muchos antes que con él, y le dio otra vez, alzándole un poco las nalgas y separándoselas. Tragó saliva, observando su ano y frotándolo con los dedos, pegándole unos golpecitos con los mismos y bajando la vista a su sexo que pulsaba y se balanceaba un poco.

Jari movió las caderas, haciendo que su sexo se moviera también, golpeándolo ligeramente contra las sábanas, se sentía sumamente caliente y deseoso.

–Entonces seré malo para ti –le advirtió de manera seductora, separándose las nalgas con las manos.

El rubio alzó la mirada un momento, como si no se creyese que tuviera esa poca vergüenza. Se inclinó y le sujetó las rodillas para que no fuera a cerrar las piernas, besando su ano y lamiendo después, empujando la lengua y apretando los dedos en su piel. Le costaba hacerla entrar y empujó más, poniéndose ansioso y separándole más las nalgas él mismo.

–Mhmmm… gimió el chico, bajando la cabeza, aunque ahora se estaba poniendo nervioso, pero a la vez se sentía increíble. Pegó la cara al colchón, acariciándose con el mismo y estremeciéndose mientras sentía la calidez de la lengua de Roi profundizar en su interior.

Roi empezó a apretarle las nalgas y moverlo contra su boca, y luego se las lamió, besándoselas y mordisqueándoselas a cada rato. Subió sobre él y se acostó encima, abriéndose el pantalón y colocando su sexo entre sus glúteos, aplastándolo contra las sábanas con su peso y apretándole las nalgas con las manos mientras se movía sobre él, besándole la nuca.

–Co… con cuidado… –le pidió nervioso riéndose luego y echando las manos hacia atrás para tocarle las nalgas él. No quería que se detuviera de todas maneras y le gustaba sentirse aplastado por su cuerpo.

–¿Te hago daño? –le besó una mejilla, lamiéndosela cerca de los labios para que girase la cara, y bajó una mano contra las sábanas para sujetar su sexo, aunque no dejaba de frotarse contra una de sus nalgas ahora –Me gustan…

–No, es que… todavía no lo hago –le confesó enrojeciendo un poco y sonriendo porque le hubiese dicho que le gustaban sus nalgas –. A mí me gustan las tuyas.

–No… –le besó el hombro, girándolo de cara a él aunque sin separarse mucho, y lo besó profundamente –No vamos a hacerlo así, sólo… ya paro –lo miró a los ojos, preguntándose si había sido muy bruto.

–No tienes que parar, me gusta –le sonrió mirándolo también y tocándole una oreja, bajando hasta su lóbulo –. Es que no sé si sabías.

–Pensaba que no, porque como eres un guarro… –enrojeció un poco, y movió la cabeza porque le había hecho cosquillas en la oreja –, pero de todas formas no lo voy a hacer así –le sujetó la mano para dejar que lo tocase ahora, y la llevó a su sexo –. Entonces esto es sólo mío –le pasó los dedos entre las nalgas, rozando su ano.

–Sí, sólo tuyo, y no soy guarro, soy imaginativo –se rio, pegándose a él y besándole el pecho. Había hecho otras cosas, claro, pero no se lo quería decir que seguro que lo reñía.

–Ya… –dijo escéptico, aunque luego movió la mano y comenzó a masturbarlo, mirándolo a los ojos –Esto también es sólo mío de todas formas, todo es mío –refunfuñó con el ceño fruncido –. A mí me gusta, pero selo sólo conmigo.

–Sólo… contigo…. –jadeó, estremeciéndose y bajando una mano para sujetar el de Roi, masajeándolo también –Soy tuyo…

–Sí… ¿te gusta? –había sentido la sangre correr endureciendo más su miembro, y le tocó la punta, sintiéndola húmeda. Se llevó la mano a la boca y lo probó, enrojeciendo luego y besándolo para que no dijese nada, retomando el movimiento en su sexo.

–Mhhmmm… –intentó responder, pero no podía con la lengua de Roi en la boca. No importaba, estaba claro que la respuesta era afirmativa de todas maneras. Sonrió, devolviendo el beso y acelerando el movimiento de su mano, apretándolo un poco.

El rubio comenzó a besarle el cuello otra vez, moviendo un poco las caderas para ayudar a su mano, y porque el movimiento era instintivo casi. Apretó más su sexo, gruñendo contra su piel y estrujándole las nalgas con la otra mano. De pronto tuvo la peregrina idea de que alguien podía pasar por allí y escucharlos, pero ahora no estaba para lógicas.

En cambio, Jari ni siquiera pensaba en algo que no fuera sus cuerpos en ese momento. Le tocó la mejilla para que lo besara de nuevo, mientras se estremecía una vez más, sintiendo a su propio sexo pulsar, acercándose cada vez más al borde de aquel placer intenso.

Roi lo besó y succionó su lengua, sujetándole la mano en su sexo para que lo soltase. Le amarró las piernas y dejó que lo rodease con ellas esta vez, sujetándole las nalgas y moviéndolo contra él intensamente. Sexo contra sexo, sus testículos tocando los del chico y aumentando el placer. Jadeó contra su boca, gruñendo por no gemir y deteniendo el movimiento, apretándose por la intensidad de aquel orgasmo.

–¡Ah! –Jari sí que gimió, con todas las ganas, incluso contra la boca del rubio aún. Cerró los ojos de nuevo, aferrándose a él y moviéndose un poco para aumentar el placer.

El rubio lo besó de forma más profunda para acallarlo, aunque había sentido un estremecimiento increíble y se movió con fuerza contra su sexo hasta que ambos hubieron quedado satisfechos. Jadeó, rompiendo el beso y mirándolo a los ojos, moviéndose contra su abdomen mojado, suavemente y apoyando la frente contra la suya después.

–Te quiero –susurró besándole los labios.

–Yo te quiero a ti –contestó el chico de manera sincera, contento porque se lo dijera y le acarició la nuca de nuevo –. Te quiero, te quiero, te quiero.

Roi se rio, abrazándolo y tumbándose sobre él.

–No voy a dormir nada…

–Esto relaja más –le aseguró sin ningún fundamento real, riéndose también.

–Y cansa también –alzó la mano para mirarse la muñeca –. Voy al baño y aún me da tiempo a dormir un poco.

–Vale, de todos modos me quedo aquí acostadito –sonrió, acomodándose, seguro que se iba a quedar dormido luego de que se fuera.

–Vale… –se levantó con modorra, resoplando –Vengo ahora –miró el reloj otra vez, pensando que seguramente Ash estaba durmiendo, ya iría a buscarlo luego.


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