.Devils Throat- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Capítulo 3
A place of learning

Noviembre 3, Martes.

Ash se levantó como siempre, con cara de que aún estaba más dormido que despierto, y le costó un mundo ponerse de pie luego de haberse sentado en la cama.

Estaba muerto como todos los días, pero tenía que espabilarse o llegaría tarde. Se podía pasar quince minutos ahí sentado pensando en que tenía que prepararse.

Se lavó la cara y puso a hacer el café mientras se iba a dar una ducha caliente. Sus abuelos probablemente le hubiesen dicho que era muy joven para beber café, pero ellos ya no estaban, y sin ese preciado líquido, pasaría el resto del día durmiéndose. A veces le sucedía de todas maneras.

Se había mudado a una casa pequeña y mucho más cercana a la escuela, por cosas tanto financieras como de comodidad. No era un palacio, pero por lo menos no se estaba cayendo como la antigua casa de sus abuelos. Además de que no tenía ganas de recorrer todo el pueblo por las mañanas. Ya hacía bastante ejercicio en el trabajo.

Salió de la ducha, vistiéndose a las prisas ya que se había demorado un poco, y corrió a beberse el café, quemándose la lengua por el apuro. Aprovechó mientras se cepillaba la boca para acomodarse el cabello, o más bien fingir que lo hacía, y salió casi corriendo de la casa.

Miró hacia arriba notando que el cielo estaba oscuro, era invierno, claro, pero le parecía que iba a llover.

En el internado pocas cosas parecían haber cambiado desde que tan sólo fuera una escuela, hasta ahora. Habían construido una nueva ala que estaba destinada a los dormitorios, tampoco era un lugar con muchos estudiantes, aunque recientemente tenían más propuestas de las que podían atender. Aquel era un lugar pequeño, una isla apartada, y los padres enviaban a sus hijos problemáticos a aquel internado, como si se tratase de una fortaleza, a desintoxicarlos de la ciudad y de la sociedad frívola de la metrópolis.

Todos los domingos iban a misa, dormían en el internado, y tenían permiso sólo para salir por las tardes cuando hubieran terminado sus deberes y a partir de los dieciséis años. La hora de regresar era siempre e indefectiblemente, las diez de la noche, salvo los fines de semana; y sólo los fines de semana podían tomar el barco e ir a la ciudad, si es que tenían el permiso firmado de sus padres.

Eso tenía poco que ver con Roi, que había nacido en ese pueblo y acudía a clases como si de una escuela normal se tratase. Había pocos estudiantes como él… en realidad, había muy pocos jóvenes en la isla, uno de los cuales era Ash.

No vivía en aquel dormitorio ya que le parecía una tontería si incluso había nacido en esa isla. Además tenía que trabajar y las reglas del dormitorio lo obstaculizarían para eso.

Ash había llegado a tiempo y se quedó mirando a Roi por un momento, pensando que no había regresado la noche anterior. Por la cara de cansancio que tenía, seguro era por cosas del trabajo. Estaba pensando en acercarse a preguntarle, cuando otro chico lo interceptó, prácticamente lanzándose contra él.

–¡Roi! ¿Por qué tienes esa cara? ¿No has dormido? Dime, dime…

–¿Quieres saberlo? ¿Realmente lo quieres saber? –le preguntó, resoplando y moviendo un poco la mochila que colgaba de su hombro.

–Sí, realmente lo quiero saber –le contestó entre curioso y confundido por su respuesta –. ¿Por qué lo preguntaría si no?

–Porque siempre estás preguntando cosas… –Zeus se aproximó por detrás, con las manos dentro de los bolsillos de los jeans y el cabello todavía húmedo de la ducha.

–Eso no es cierto… –se quejó, aunque sí lo era, y sonrió cruzándose de brazos.

–Ayer noche estuvo matando jabalíes.

–Zeus, siempre estás inventando cosas raras.

Ash exhaló, pensando que todos eran unos escandalosos, menos Roi, y se apresuró en pasar por su lado para que no lo molestasen.

–Vamos… –el rubio se bajó un poco la visera de la gorra, y se dirigió por los pasillos de piedra y techos altos hacia el aula.

–Sí, no vaya a ser que te pierdas parte de la lección, con lo aplicado que eres… –lo siguió Zeus, sujetándolo de los hombros de pronto.

–Quiero sentarme…

–No sé para qué vienes, ¿eh?

–Ni yo… Será para verte a ti, que me excitas.

–¿No será para verme a mí? Seguro que soy más tu tipo, ¿no? –Jari movió las nalgas, pasando delante de ellos y riéndose.

–Me pone berraco… –le comentó Zeus a Roi, mirándole las nalgas al de delante –. Éntrale, creo que le gustas.

–Paso, éntrale tú si quieres… –se zafó del incómodo agarre, colocándose la mochila otra vez y entrando en el aula, pasando entre las mesas para ir hasta la suya. Se dejó caer casi con pesadez, lanzando la carpeta sobre la mesa luego, sin mucha disposición.

Zeus se acercó a la mesa de Jari y lo miró muy serio.

–¿No quieres salir conmigo?

–¿No es la quinta vez que me preguntas eso? –lo miró sonriendo –Mi corazón tiene dueñoooo…

–¿Ah sí? Esperaré a que esté de reventa –alzó una ceja y resopló, mirando a su alrededor como tanteando la situación –. ¿Y tú? –le preguntó a Ash, provocando que Roi esbozase una sonrisa privadamente.

–No tengo tiempo para esas cosas –le contestó mirándolo con seriedad, aunque lo había sobresaltado por lo repentino.

–Lo que malgastes conmigo te lo ahorras en pajas –se rio entre dientes, mirando de soslayo a Roi que se había girado un poco para ver.

–No voy a contestar a eso –lo miró el chico enrojeciendo un poco y bajando la cabeza, fingiendo buscar algo.

–Che… –el moreno se apartó, pegándole un puntapié a la mesa y sentándose luego en su silla, pensando que todos eran unos puritanos.

Roi, que se sentaba delante de él se giró para mirarlo a la cara, haciéndole un diez con los dedos y luego un seis.

–Es tu record.

–No es mi culpa… si estuviéramos en la ciudad ya verías. Soy un mito sexual, como Roco.

–Aja… –murmuró, volteándose de frente de nuevo.

–En mi instituto lo era…

–Comienzan las rebajas, dentro de poco sólo en tu casa, y luego sólo en tus sueños…

–¿Quieres ver?

–Prefiero morirme… –le dijo en tono lúgubre, provocando la risa del otro, que pasaba de todo, desde luego.

–Eh, Roi. ¿No quieres obtener su lugar aquí? –le preguntó Jari, apoyándose en una mano y observándolos a ambos –Puedes empezar conmigo.

–Sí, empieza contigo y luego sigue con otro y ¿eso de qué te sirve? –comentó Ash, enrojeciendo un poco de pronto al darse cuenta de que había dicho en voz alta lo que estaba pensando.

–Me sirve para convencerlo… Es una estrategia.

–Buenos días –los interrumpió un chico de cabello negro azulado, sonriendo como si lo hiciera muy feliz tener que ir a clases, y pasando a sentarse en su puesto.

–¿Quieres salir conmigo, Skylar? –le preguntó Zeus, riéndose ya mientras Roi bostezaba, apoyando la cabeza contra el marco de la ventana.

–Claro, mañana –sonrió, riéndose un poco luego –, pero sólo sería una salida entre amigos.

–Paso, ya tengo un amigo y no me excita. Son la única clase de amigos que un hombre debe tener.

–Gracias… –murmuró en bajo Roi, riéndose entre dientes sin abrir los ojos.

Ash los miró pensando que eran unos críos con ese tipo de charla. De todos modos, se sentía cansado y se apoyó sobre el escritorio, entrecerrando los ojos.

–Deberíamos salir todos el fin de semana –sugirió Jari, mirando a Roi de soslayo.

–Tú lo que quieres es salir con Roi, pero él y yo vamos a salir juntos y no puedes venir –Zeus alzó una ceja, aguantándose el fruncir el ceño.

–Ash, ¿tú vienes? –Roi se giró para mirarlo.

–Traidor… –Zeus le dio una patada en la silla y el rubio le dio un puñetazo en la mano sin mirar.

–Yo voy –les dijo el rubio de aspecto maduro que estaba entrando en la sala y se sentaba detrás de Jari y delante de Ash.

–Pues si es así, yo también voy –Jari alzó la mano, mostrándole la lengua a Zeus y moviendo las piernas ya que se encontraba incómodo.

–Yo no sé… Tal vez deberías preguntarle a Skylar mejor –trató de evadir Ash, aunque en realidad sí quería ir.

–Yo ya iba de todas maneras –comentó el chico apuntando algo en su libreta como distraído.

–¿Por qué, es tu doble para las escenas de acción? Te pregunto a ti si vas a ir –Roi seguía mirándolo serio –. Si no quieres lo dices y punto.

Ash lo miró a los ojos, frunciendo un poco el ceño.

–Si no quisiera, lo diría y punto. Depende de si me surge algo en el trabajo o no.

–Vale –se giró otra vez, cruzando los brazos relajadamente para ponerse a dormitar, como si todo hubiese sido muy normal.

–Tendrás que besarme si no quieres que castigue a Roi –le dijo Zeus a Jari. El rubio tras el chico estaba abriendo sus libros y alzó la vista un instante hacia él.

–¿Cómo lo vas a castigar? –le preguntó, inclinándose un poco sobre el asiento y sonriendo de nuevo, como jugando.

–A latigazos con mi gran nabo…

Roi alzó la mano con la carpeta en la misma y la echó hacia atrás atizándole en la cabeza con ella.

–¡Me vas a romper el cuello! –el moreno le dio una patada en el culo, sujetándose la nuca.

–Luego te enrollas tu gran nabo alrededor y se te pasa.

Jari se estaba riendo, aunque pensaba que aquello le había dolido incluso a él. Al principio había pensado que tener que ir a la escuela en un pueblito aislado era como la muerte, pero no se estaba aburriendo para nada con esos chicos.

–Como venga el profesor, os reñirá –les advirtió Skylar, aunque de manera amable.

–Qué miedo… si no me asusta mi padre, menos el de otro –Zeus se seguía tocando el cuello y apartó la mano por si se veía flojo.

El profesor entró en el aula y se sacó las gruesas gafas de lectura, limpiándose los ojos de legañas desagradablemente.

–Bueno, vamos a empezar la clase –dijo con aquella paciencia de la que sólo un cura parecía poder disfrutar.

–¿Y la profesora de literatura, sigue de baja? –Zeus alzó la mano, sujetándose el brazo con la otra.

–Sí, yo la voy a seguir supliendo hasta que venga un profesor nuevo, a sustituirla de forma permanente.

–¿Ya no regresa?

–No…

–¿Por qué?

–Por motivos personales. ¿Podemos comenzar, señor Dacorte?

–Sí, tiene mi permiso… –le otorgó el moreno, obteniendo un resoplido.

Ash sacó el libro exhalando y pensando que por fin. No tenía ganas de dar clase, de hecho era un rollo, pero al menos no estaba nervioso durante la misma.

Skylar miraba al frente de manera atenta, mientras que Jari fingía hacerlo, pero a cada rato miraba a Roi de soslayo, que definitivamente estaba apunto de traspasar el umbral del sueño.


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