.Cerberus Proyect- Novela yaoi / homoerótica para mayores de edad.
 

Epílogo 4
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–Van a creer que es un milagro que hayamos venido los cuatro –sonrió Hiroki, que llevaba una bolsa con algunos regalos en los brazos. Miró a Senzo, mientras ambos esperaban a que Kogane dejase de peinarse frente al espejo del coche de Ken y se bajase por fin del mismo.

–Vamos, Kogane, estás perfecto –le aseguró Ken.

Supuestamente no habían llegado a contarles nada de lo sucedido por no preocuparlos, pero lo cierto es, que secretamente, tanto uno como el otro se lo habían contado, uno a Kogane, y el otro a Ken.

–Siempre se puede estar... más que perfecto –le dijo Senzo, apretándole una nalga a Hiroki mientras Ken llevaba ya a Kogane de la mano.

–Él no, ya es perfecto cuando se levanta –Ken se rio, corriendo hacia la puerta con el pelirrojo y apretando el timbre seguidamente.

...

–Son tus hijos –le dijo Ikemoto a Sazae, aunque el otro estaba ocupado, él sin levantarse del sillón en el que escribía con su portátil.

–Porque tú no estás tan contento de verlos como yo –sonrió el moreno, levantándose y dándole suavemente en la cabeza, antes de abrir la puerta. Lo cierto era que los extrañaba bastante –. ¡Chicos! –exclamó al verlos, abrazando a Hiroki y a Senzo, ya que eran los que estaban más cerca.

–Sazae... que no estábamos perdidos –se rio Hiroki, abrazándolo de vuelta con una mano y pasando luego al interior de la casa.

–Eso, deja de abrazar a esos para disimular que yo soy tu preferido –bromeó Ken, abrazándolo ahora y frotándole la espalda.

–Ahora estoy con vosotros –les dijo Ikemoto, guardando algo y levantándose para ir a saludarlos.

–Papá... –le llamó Senzo riéndose por molestar, colgándose de su cuello y besándole los labios, a pesar de que Ikemoto había tratado de evitarlo.

–No hagas eso... –protestó.

–Oye, no te quejes tanto, a mí también me ha costado –se rio el chico.

–¿Y por qué nadie me abraza a mí? Creí que era la estrella –se quejó Kogane, casi corriendo hacia Ikemoto, a pesar de que Sazae protestaba
–Pero si yo te abracé... Ken, ¿por qué no me cuentas cómo te ha ido?

–Pero tú no sabes abrazarlo –le dijo Ikemoto, que lo había levantado en brazos, y ahora se sentaba con él en el sofá.

–Cuidado que te va a dar lumbago –lo molestó Ken.

Hiroki se rio, pensando que él mismo se había prestado, y que seguramente le preguntaría acerca de los demás de todas maneras.

–Con vuestro permiso... voy a buscar algo de beber.

–Tráeme algo... –le pidió Senzo con voz de niño mimado, sentándose en un sofá después y pensando que aquello incluso olía familiar. La verdad es que lo había añorado un poco, aun así le pinchó con un dedo a Ken en la pierna por acaparar a Sazae como siempre.

–Le estoy preguntando sobre ti y el milagro... –le aclaró Sazae sonriendo, agradecido de que hubiera ido este año. Había añorado verlos a todos juntos de nuevo.

–No hablemos de eso... –Senzo suspiró, levantándose y abrazando a Hiroki por la espalda, tocándole el pecho y besándole el cuello mientras susurraba: ¿No quieres ir a ver nuestro cuarto?, riéndose.

Kogane se había acostado completamente contra Ikemoto como si fuera de lo más natural.

–Tengo un nuevo contrato para el próximo mes.

–¿Ah sí? Yo me compro todas las revistas en las que sales. Luego les digo a todos que eres mi amante –mintió en aquello último, para ver si molestaba a Sazae un poco.

–Claro que no, no digas ese tipo de cosas, Ikemoto –lo riñó efectivamente Sazae, frunciendo un poco el ceño y añadiendo luego –, pero es cierto que se compra todas esas revistas.

–Las dice porque te pones así, los matrimonios antiguos necesitan algo de pimienta –se rio el chico, besándole una mejilla a Ikemoto y levantándose para ir hacia Ken.

–No somos un matrimonio antiguo...

–Sí que lo sois... –insistió Kogane alzando la mirada y sonriendo al ver cómo Senzo y Hiroki se escabullían hacia las habitaciones. Tan temprano y ya comenzaba la fiesta.

–Sí que lo somos... –Ikemoto se levantó para sentarse al lado de Sazae, y lo rodeó por los hombros –. Lo que no saben es que no necesitamos eso –hizo que lo besara pese a que sabía que no le gustaban esas cosas frente a los chicos, sólo para que se pusiera rojo.

Ken se rio, mirándolos y acariciándole el cabello a Kogane en cuanto lo tuvo cerca.

–¿Sabéis que esos dos se han ido arriba?

–Prefiero no meditar mucho acerca de eso... –Ikemoto se rio, suspirando después.

...

Pero lo cierto es que para confirmar sus sospechas, Senzo se estaba riendo un poco. La habitación seguía como siempre, salvo por las cosas que él mismo se había llevado. Se acostó en la cama, sonriendo y sujetando uno de aquellos peluches que había sobre la misma.

–¿Lo extrañas? –sonrió Hiroki mirando por su antiguo telescopio, sintiéndose un poco nostálgico. Finalmente se dejó caer en la cama, al lado de Senzo –Es agradable, ¿no? Saber que siempre podemos regresar aquí –Podía escuchar las risas que provenían de la sala, se preguntaba si se daban cuenta del escándalo que formaban.

–No, no cambiaría nuestro piso por nada, pero me siento adolescente de nuevo, aquí dentro... –se rio un poco, girándose para abrazarse a él, estrujándose un poco contra su cuerpo y cerrando los ojos. Casi podía verlo tal y como era antes.

–No me refería a mudarnos, sólo a tener un lugar... Sé que comprendes –sonrió, acariciando su cabello y susurrando –. Podemos comportarnos como adolescentes aquí... Bueno, adolescentes con experiencia.

Senzo se rio, bajando la mano desde su pecho a su entrepierna, acariciando allí y comenzando a besarlo mientras lo tocaba de esa forma.

–Hiro... –susurró sin dejar de besarlo. Sólo esperaba que Sazae no subiese.

–Senzo... –jadeó el moreno, besándolo de vuelta luego, sin pensar demasiado en las consecuencias. No había ido allí para eso, pero tampoco lo encontraba desagradable.

–Tenemos algo pendiente aquí, ¿no? Mi cama se lo merece... –se subió sobre su cuerpo como un gato, alzándole la camisa y el jersey de una sola vez, bajando después por aquel cuerpo trabajado que no se parecía en nada al del chico antes. En realidad era mejor que nunca. No podía negar que el olor de su piel era el mismo y le encantaba.

Hiroki entrecerró los ojos, sonriendo un poco y revolviéndole el cabello, murmurando

–No sólo tu cama... –se abrió los pantalones como invitándolo. En el pasado jamás se hubiese atrevido a hacer algo así, pero ya no era un chiquillo por más que le gustase recordar.

–Oh... ¿ella también? –se rio, besando su sexo y lamiéndolo mientras le bajaba los pantalones hasta las rodillas, succionándolo entonces intensamente y haciéndole sacar una pierna de entre las telas.

–Me refería a nosotros –se rio Hiroki, moviéndose un poco para poder alzarse y observarlo –. A ti, en realidad.

–Lo sé... –Senzo se rio, besándole el abdomen y lamiendo sus músculos mientras con las manos apretaba aquellas caderas fuertes. Lo hizo girarse boca abajo y comenzó a besarle las nalgas, mordisqueándoselas y casi acariciándose con ellas mientras sus manos se movían bajo él, masajeando su sexo y haciéndolo temblar.

Hiroki se estremeció, cerrando los ojos y alzando un poco las nalgas. Realmente esperaba que los demás fueran conscientes de la situación y no se les ocurriera subir a ver qué hacían. Aquello se sentía demasiado bien.

Senzo subió por su espalda, arrastrando la lengua desde su ano y por entre sus nalgas, dibujando la espina dorsal de Hiroki mientras lo cubría con su cuerpo. Se abrió el pantalón a las prisas, aunque no era muy normal en él actuar con aquella urgencia. Pese a todo ni se quitó la camiseta y tomó su propio sexo, empujándose dentro de él y jadeando entre sus omóplatos, mordiéndole la espalda con suavidad.

–Oh, Senzo... –gimió el moreno, recordando en donde estaba y cubriéndose la boca luego con una mano, enrojeciendo un poco. A pesar de eso, se movía bajo el cuerpo del chico, aumentando el contacto.

–Hiro... –Senzo le pasó una mano por el cabello, besándole la nuca y moviéndose dentro de su cuerpo completamente perdido en él. Le parecía que aquel colchón hacía un ruido de los mil demonios cuando se movía, e incluso le provocaba reírse. Sujetó la oreja de Hiroki con los dientes, todavía sonriendo, pegando más su cuerpo al del otro para sentir la calidez de su piel.

–No... te rías... –le pidió el moreno, ya que se había dado cuenta del tono en su voz. Bajó la mano, masajeando su propio sexo, lo volvía loco que mordiese su oreja, nunca había podido resistirlo.

Senzo se rio con más motivo, a pesar de que estaba jadeando por completo excitado.

–Está bien, no me reiré, si quieres te hablo de... lo mucho que me gusta esto... –le besó el cuello, haciéndolo estremecerse y bajando la mano por su cuerpo, deslizándola bajo su cadera para poder sujetar su sexo –. Hum... Hiro, te falta poco... –susurró, apretando los dedos en aquel sexo tan duro.

Ahora fue Hiroki quien se rio de manera jadeante, bajando la cabeza para no gemir en alto. Estaba seguro de que los habrían escuchado.

–Más fuerte, Senzo... Hazlo con más fuerza... –susurró, falto de aliento y estremeciéndose.

–¡Ah! ¡Hiro, malo! –se quejó, ya que lo excitaba doblemente y le daban ganas de correrse antes. Sujetó sus caderas con fuerza, arrodillándose en la cama y haciéndolo golpearse contra su cuerpo, a pesar de que estaba seguro de que ahora sí estaban escuchando el escándalo que montaban entre gemidos y el ruido de la cama.

Efectivamente, Hiroki había empezado a gemir sin poder controlarse. No sabía para qué había dicho algo así, o mejor dicho, sí que lo sabía. Su cuerpo entero se estaba estremeciendo con las sacudidas que le provocaba su excitación, estaba a punto de correrse. Se cubrió la boca con ambas manos ahora, ya que le estaba resultando sumamente difícil controlar sus gemidos mientras se corría. Por alguna razón, el hacerlo en aquel lugar era como derribar una barrera que ni siquiera había sabido que existía hasta ese momento.

Senzo apretó las manos en su cintura, corriéndose abundantemente dentro de él y entrecerrando los ojos, pero no quería dejar de observarlo. Jadeó de forma temblorosa, pegándole una palmadita en las nalgas y sonriendo mientras se recostaba a su lado, acariciándole la espalda y besándolo.

–Hum... Hiroki es un pervertido.

–No lo soy... es algo normal –se rio en bajito esta vez, apoyándose contra su pecho y acariciándolo con una mano. Tendrían que esperar un poco antes de bajar –. Te amo.

–Yo a ti, Hiro –le estrujó un poco el cabello, acariciándoselo después y sonriendo, apoyando el rostro contra él –. Creo que se van a meter con nosotros cuando bajemos.

–No, yo no lo creo, lo sé –se rio, pensando que cuando se juntaban Ikemoto y Kogane, ya eran un terror, si encima sumabas a Ken... –. Sólo podemos contar con Sazae para que los distraiga.

–Si te preguntan por qué te llamé malo, les dices que porque me la metiste muy fuerte –se rio Senzo, imaginando sus caras. Claro, Kogane no se creería eso.
–No voy a decir eso... –protestó Hiroki, riéndose y dándole una nalgada a pesar de todo.

–Au... ya les diré yo que es porque me pegas... –frunció el ceño de broma, riéndose después –. Te quiero.... –susurró, pegándole una nalgadita de vuelta.

–Yo a ti... Senzo... –lo miró a los ojos sonriendo –, quedémonos a dormir aquí esta noche –sugirió, aunque ya sabía que de todas maneras se lo propondrían.

–Vale, yo también lo estaba pensando –sonrió, besándolo superficialmente y mirándolo a los ojos.

Hiroki sostuvo su mirada por largo tiempo, pensando en lo afortunado que era realmente. Acarició su mejilla, sonriendo un poco aún.

–No pienso volver a dejarte ir, nunca más.

–No voy a irme a ningún lado, Hiro –lo abrazó más, suspirando profundamente. Por fin había terminado.

–Yo tampoco, te lo prometo –contestó, sonriendo de nuevo y añadiendo –. Y ahora tengo más sed.

–Ahora vamos –se rio, sentándose en la cama para levantarse.

–¡Hiroooo, voy a subir! –le dijo Ken – ¡Ya está lista la cenaaaaaa! –les golpeó la puerta, moviendo luego la manilla como si fuera a abrirla.

–¡No abras! –Senzo le gritó, hasta comprender que no pensaba hacerlo. Se rio entonces, resoplando al escucharlo reírse al otro lado –Ya vamos.

FIN


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