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Capitulo 44
Intimacy between three

Lunes 14 de Diciembre.
Tarde.

–¿Dónde has estado? –le preguntó Serkan a su hermano. Mientras tanto, ellos habían estado buscando un piso para quedarse todos los implicados en aquel suceso, y esperaban una llamada para que les confirmasen aquello.

–Averiguando cosas, nada más –Yaku le pasó por al lado, tocándole el abdomen de pasada.

–¿Cosas de qué? –le instigó nervioso porque hubiera podido hacer algo para protegerlo, que al final fuese una cagada de las suyas.

–Cosas... –repitió, sentándose en uno de los sillones, entre decaído y cansado. En realidad había ido a buscar a Hai también, pero no estaba en casa.

Serkan desvió la mirada hacia Shio, ¿Qué cosas? Le preguntó a él, con aquella conexión que mantenían.

Nada que deba preocuparte, le devolvió el moreno, sonriendo un poco y acercándose a Yaku. Se agachó frente a él como si fuera un niño pequeño a pesar de que era mayor.

–Nos encontramos con dos de los implicados en el accidente. También están teniendo este tipo de problemas.

–¿El mismo tipo de problemas? –le preguntó, mirándolo a los ojos. Lo dudaba, por algún motivo, lo dudaba.

–No el mismo, por el momento, pero sí otro tipo de problemas. Cambios de personalidad, supuesta posesión en realidad y después una especie de trance en el que no es consciente de lo que le sucede. Su compañero sí lo vio, y formaba parte de... ese otro mundo –le explicó su hermano, aproximándose un poco.

–Pues no encuentro a Hai... –le contestó sin mucha lógica, pero es que estaba preocupado.

–Ya..., ¿pero estás escuchando?

–Que sí..., pero también está implicado.

–Pero Hai no ha exhibido ese tipo de conducta. En realidad, tú eres más sospechoso de eso... –le aseguró Shio, intentando tranquilizarlo y apartándose un poco –Hemos alquilado un piso. Pensamos que lo mejor sería reunirlos a todos y ponerlos bajo observación por un periodo corto de tiempo. Eso os incluye, por supuesto.

–Sí, será lo mejor... –Yaku lo miró, abriéndose un poco la cazadora, y mirando a su hermano de soslayo.

–Deja de mirarme así, ¿quieres? Yo no he hecho nada –Serkan frunció el ceño, recostándose contra el respaldo y cerrando los ojos.

–Ya... pero es que no me lo puedo creer...

–Yo tampoco, así que... dejemos el tema.

Shio suspiró, sintiendo que estaba en el medio.

–He estado con él todo el tiempo además. ¿Y tú, Yaku? ¿Te has sentido bien? ¿Ha sucedido algo fuera de lo normal?

–No, no me siento bien. ¿Cómo voy a sentirme bien?

–Además de eso... –refunfuñó Serkan.

–Normal. No ha sucedido nada que yo sepa... –se levantó de nuevo, dirigiéndose a su mesa para ponerse a trabajar. Mejor le sería dedicarse a eso y dejar de pensar tanto.

–Pero a eso nos referimos. ¿Te has encontrado haciendo algo sin saber por qué? ¿O en algún lugar... sin saber cómo llegaste hasta allí? –insistió Shio, preguntándose si lo estaba esquivando.

–Lo que ya hablamos. No, hoy no me ha pasado eso –lo miró a los ojos, pensando que era un insistente.

Shio le devolvió la mirada, entrando en su mente para asegurarse de que no le mentía, aunque estaba bastante seguro de que no lo hacía. Acercó una silla, sentándose a su lado y bajando la voz.

–Serkan te necesita, realmente... Está asustado.

–No me parece asustado a mí. En realidad... yo sí que lo estoy, y preocupado. No sé qué hacer con él... –lo miró a los ojos, subiéndose las gafas un poco –. Si fuera como antes al menos... ¿pero este es mi hermano en realidad? No sé qué pensar.

–Lo es. Yaku, eso es lo que lo asusta, que dejes de verlo así –se inclinó un poco más para poder hablar con más libertad –. Lo que sucedió allá lo cambió... Lo he comprendido. Nadie podría pasar por eso y regresar tranquilamente. Mucho menos él, sabes que era... era alguien muy sensible, y aún lo es, pero...

Yaku volvió a mirarlo de soslayo, observando cómo fumaba con aquella cara de estar pasando de todo. Le devolvió la mirada a Shio sin saber ni qué decirle.

–Ya no puedo acercarme a él como antes. Además, ni siquiera se acerca a mí nunca, si no es para molestar.

–Ya te dije que tiene miedo. Además, pasó todo un año defendiéndose por sí solo. Incluso conmigo, Yaku. ¿Crees que me trata como solía hacerlo? –sonrió, claro que a él eso le agradaba.

–Ya sé que no, pero para mí no es tan sencillo asimilarlo. Es mi hermano, ¿comprendes? Llevaba toda la vida a mi lado, siendo de otro modo. Ahora no sé ni quién es... Desde que se despertó ha estado distante, chocamos, y ahora esto... ¿Qué quieres que haga?

–Voy a dar una vuelta –Serkan se levantó, porque la verdad es que los escuchaba de todos modos, y aquello le estaba afectando más de lo que le hubiese gustado.

–Serkan... No deberías –le advirtió Shio alzando la mirada y poniéndose de pie inmediatamente. Aquello era imposible.

Yaku se levantó, aunque Dios sabía que le estaba costando un mundo hacer eso. Lo sujetó para voltearlo y lo abrazó, pensando que no se sentía como abrazar a su hermano.

–¿Qué...? –Serkan resopló un poco, dejándose abrazar, pero sin responder, sorprendido. Finalmente le apoyó una mano en la espalda, frotándosela un poco y apartándose para pegarle un puñetazo fingido en las abdominales.

Yaku se lo devolvió, pero algo más fuerte, pegándole una torta después.

–Eh... te has pasado... –le amenazó Serkan, que sí se había violentado, pero se la devolvió con la misma poca fuerza.

–¿Qué es eso? –Shio se colocó en el medio de ambos con rapidez para evitar un incidente. Lo ponían nervioso, aunque le causaban gracia a la vez –Sin luchas, que no tengo trofeos.

Serkan le apretó la entrepierna de pronto, molestándolo.

–¿Y esto?

–¡Serkan! –Yaku le dio en la mano, y el otro se rio, soltándolo –Eso no era nada, era algo que hacíamos antes. Aunque siempre terminábamos mal... –le aclaró serio, riéndose de pronto.

–En serio, voy a salir a comprar unos cigarros –les dijo Serkan, preguntándose si ahora no iban a dejarle intimidad.

–Vamos... aprovecharé para comprarle... –Yaku se quedó callado y rojo, iba a decir que quería comprarle pasteles a Hai, pero ahora...

–Tráeme uno, por favor –se rio Shio ya recuperado de la sorpresa y apartándose un poco. Lo cierto era que a veces ni siquiera se enteraba de qué estaba haciendo, no cuando se tratada de esos dos. Abrió su portátil, suspirando –. Voy a investigar un poco mientras... –alzó la mirada luego, serio –No os separéis...

–No, iremos como culo en polla... –Serkan le guiñó un ojo, aproximándose a él y apretándole la nuca –. ¿Un qué? ¿Seguro que no vienes? Si los dos estamos jodidos...

–Sería mejor que no nos dejases solos –le pidió Yaku, que aún se sentía cohibido al verlos comportarse así.

Shio suspiró nuevamente, dejando la portátil a un lado.

–Un pastel, y creí que te preocupaba tu intimidad... –le sonrió a Serkan, revelando que lo había leído antes –Bien, voy con vosotros. De todos modos necesitáis supervisión casi todo el tiempo.

–Papá... has vuelto –Serkan lo sujetó por los hombros, riéndose y girándolo hacia él por la mandíbula, de mucho mejor humor ahora.

–Dejad eso, es molesto para mí... –les pidió Yaku, aunque no hacían nada realmente.

–Creí que te alegraría que estuviéramos juntos. Antes te ponía incómodo que lo rechazara –le recordó Shio, riéndose y dándole una nalgada a Serkan –. Te castigaré como sigas, chiquillo.

El moreno le devolvió la nalgada, apretándole luego con fuerza.

–Qué rico... –lo molestó, mirando a su hermano luego, que tenía las orejas muy rojas y se metía en el ascensor deprisa.

–Vale... –se subió las gafas, marcando el bajo –. Dejad eso. No quiero que lo rechaces, pero tampoco que me mostréis esas cosas.

–A saber cómo te portas tú con tu chaval...

–...Bien... –sentenció nervioso –. No hacemos esas cosas así –se rio, bajando la cabeza y recordando lo del parking.

–Hacéis otras, ya veo... –se rio Shio, saliendo del ascensor sin embargo para no avergonzarlo más. Por supuesto que también se protegía a sí mismo –¿Quieres que pasemos a buscarlo luego de esto?

–No, no está en su casa, y no mires esas cosas... –los siguió con el ceño fruncido, preguntándose si había visto eso.

–Luego me las cuenta, ya verás... –se burló su hermano, haciéndolo resoplar.

–A lo mejor aprendes algo –le contestó el mayor, regresándole lo que en su día el chico había dicho al contrario. A pesar de que era sólo por coincidencia.

–No aprendáis nada... –se rio Shio, ahora sí incómodo por las implicaciones y rascándose la nuca –¿No tiene teléfono? Supongo que no... –se contestó a sí mismo, ya que aunque el chico robase uno, seguramente no podría activarlo.

–No, no lo tiene, pero le compraré uno... –murmuró pensativo, sin saber por qué no se le había ocurrido algo tan obvio.

–Uno con GPS para que no se te pierda.

–No, que a mí no me huyen como a ti...

–Eso ha sido bajo... –murmuró serio –como tú –se rio.

Yaku frunció el ceño, enrojeciendo otra vez.

–A Hai le gusta mi altura –no habían discutido sobre ello, pero...

–Y no es bajo, Serkan. Tú eres alto... siendo el menor... –le lanzó Shio también, pensando que a pesar de todo, volvían a tener la misma dinámica que antes. Eso lo alegraba.

–Y tú siempre lo defiendes, a lo mejor quieres un trío, ya que tanto te gusta –Serkan le apretó el hombro.

–No, lo que pasa es que es objetivo –Yaku sonrió, pensando que un trío así sería algo horrible.

–Sí, eso es, soy objetivo y maduro –añadió, asintiendo y sujetando a Serkan por la cintura de pronto –. Me gusta verte contrariado.

–A mí me gusta verte atado –le susurró Serkan al oído, mordiéndole el lóbulo –. ¿Quieres que te ate?

–Basta ya, ¿eh? Me voy yo solo.

–Nooo... Ya paramos, que si te vas solo corremos el riesgo de que te comas tú todos los pasteles.

–No hace gracia.

–Ya te digo que sí...

–Bueno, comportaos –carraspeó Shio que había enrojecido un poco, aunque aún intentaba actuar como un adulto maduro –. Esta bien, dejemos las cosas íntimas para la intimidad.

–Eso digo yo... –pidió Yaku, refunfuñando también.


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