Capitulo 38
Under the skin
Domingo 13 de Diciembre.
Noche.
–Póntela... –le pidió Yaku, deteniéndose
en medio de la calle y sacando la cazadora de la bolsa para que
se abrigase. Bueno... para eso, y porque quería verlo con
ella.
–Vale –le sonrió Hai, poniéndose la cazadora
y alzándose un poco el cuello para que luciese más,
modelando frente a él luego –. ¿Te gusta? ¿Te
pongo caliente así? –se rio, pensando que cualquier
otro le pediría que se quitase la ropa, no que se pusiera
más.
–¡Sh! No digas eso así. Te digo que te la pongas
porque hace frío y nunca usas –protestó mirando
a un lado por si acaso –. Me gusta mucho, te queda muy bien
–le colocó bien el cuello de la misma, aproximándose
para cortar la etiqueta cerca de su cuello, con los dientes.
–Qué salvaje, Yaku... Creo que me gustaría
que hicieras lo mismo con mi ropa interior –bromeó,
disfrutando de la expresión en el rostro del moreno, le gustaba
demasiado.
–A ver si me confundo y te muerdo –le riñó,
aunque estaba sonriendo privadamente –. Y no es salvaje, es
normal, no llevo unas tijeras en el bolsillo o algo así –lo
sujetó por la cintura para que lo acompañase, tomando
las bolsas de nuevo con la otra mano. Tenía el coche cerca.
–Muérdeme si quieres, seguro que lo disfruto –lo
alentó, riéndose y preguntándose si se atrevería,
colgándose del cuello del moreno –. Me encantas, ¿lo
sabes?
–Lo sé ahora... –lo miró a los ojos,
enrojeciendo ligeramente y apoyando una mano en su cintura, preguntándose
si iba en serio con eso de que disfrutaría de que lo mordiese,
porque no le parecía muy normal.
Hai sonrió, caminando bien ahora, aunque sin soltarse del
todo. Se sentía como si estuviera en otro mundo.
–Bien... cuando lleguemos a la casa, te modelaré la
cazadora, sólo la cazadora.
–Seguro que estás muy sexy... –le contestó
imaginándoselo ya, excitado –. Te quitas la ropa...
–le pidió, metiendo las bolsas en el maletero –en
el asiento trasero mientras regresamos.
–Yaku... –se rio Hai, que no se había esperado
aquello, pero era precisamente lo que le gustaba de él, esa
manera de actuar como si no le interesasen esas cosas cuando en
realidad se moría de ganas por hacerlas –¿Me
mirarás por el espejo retrovisor?
–Siempre que pueda –se metió en el coche. Le
quemaban las orejas, no sabía cómo se había
atrevido a pedírselo, pero le parecía que con Hai
no tenía que avergonzarse de nada. Lo arrancó, girándose
un poco para desaparcar, mirándolo.
El chico le guiñó un ojo, empezando a desabrocharse
los pantalones, medio acostado en el asiento de atrás para
más comodidad.
Yaku se giró hacia delante, preguntándose por qué
no era capaz de mirarlo, si estaba haciéndolo para él.
Lo observó por el retrovisor después, moviéndolo
un poco para verlo mejor.
–Sigue... quiero verte sólo con el abrigo...
–No seas impaciente... –se rio el chico, dejando los
pantalones en el suelo del coche, y quitándose el abrigo
para poder sacarse la camiseta. Yaku era un pervertido en realidad,
lo sabía.
–Claro que sí... –casi susurró, observándolo
y por poco olvidando la carretera hasta que tocó con la rueda
ligeramente el borde de la cuneta. Se asustó enseguida y
volvió a mirar para delante, pensando que ahora le iba el
corazón a toda prisa por varios motivos –. A ver...
quiero ver cómo haces.
–¿Quieres ver? Claro que quieres ver... –sonrió
el chico que luego de casi caerse hacia delante, volvía a
reclamar su propio equilibrio. Se arrodilló en el asiento
del coche, sujetando el borde inferior de la camiseta y subiéndola
lentamente, incluso arqueando un poco la espalda para resaltar sus
pezones que tenía endurecidos por el frío. Y la verdad
era que eso no era lo único que tenía endurecido.
Los ojos grises del moreno se movían entre la carretera
y el espejo retrovisor, y se alarmó un poco al notar que
un coche se paraba al lado del suyo en el semáforo. Enrojeció
al notar que el conductor miraba adentro como incrédulo,
pero él estaba más interesado en lo que hacía
Hai.
–Por detrás también... –le pidió,
sumamente serio, mirando al lado de vez en cuando, hasta que por
fin pudo poner el coche en marcha otra vez. Le habían dado
ganas de taparse la cara.
Hai se rio, dejando caer la camiseta y girándose, metiendo
dos dedos por entre su piel y el elástico de la ropa interior,
bajándola hasta la mitad de sus nalgas. Sin embargo, se detuvo
allí, girando el rostro y sonriéndole de manera traviesa.
–Me verán... me verán...
–Pero eres mío de todas formas... –le dijo
de pronto –. Te verán y tendrán que aguantarse
con eso. Sigue... –insistió, mirando delante de nuevo,
aunque a veces se le olvidaba.
Hai se rio, bajándose lo que quedaba de la ropa interior
y colocándose luego contra el respaldo del asiento trasero,
moviendo las nalgas. Echó una mano hacia atrás, deslizándola
por su propio muslo e incluso dándose una palmadita.
–Me haré un tatuaje con tu nombre...
–Mentira... –se rio, moviendo una mano hacia atrás
y tocándole las nalgas como podía. Bajó la
mano y sujetó su sexo, ahora sí mirando a la carretera,
sobándolo sólo un momento y soltándolo enseguida
–. Ya meto el coche en el garaje.
–¿Llegamos? –preguntó, ya que no se había
dado ni cuenta, estaba excitado y mucho. Tomó la cazadora,
cubriéndose, aunque no la cerró por completo.
–Sí, ya hemos llegado –se metió en el
garaje por la puerta lateral, bastante impaciente por llegar arriba
ya. Atravesó los pasajes oscuros del mismo lo más
rápidamente que su prudencia le permitía, sin quitarle
la mirada de encima –. Vístete para subir.
–¿Por qué? ¿No quieres hacerlo aquí
mismo? ¿O es que prefieres verme de pie...? –se rio,
revolcándose perezoso, aún sobre el asiento.
–Aquí... no hay mucho sitio, además, no me
parece muy bien hacértelo aquí, podría haber
cámaras... estarás incómodo... –argumentó
aunque tentado, abriéndole la puerta del coche y quedándose
frente a la misma, observándolo. Estaba ya muy duro, deseando
seguir con aquello.
Hai se bajó del coche, aún sin vestirse, sonriendo
malditamente ahora.
–Cámaras... –se colgó de su cuello de
nuevo, besándolo profundamente, y dejándolo sentir
su sexo erguido.
–Esto... Esto no es buena idea –Yaku estaba muy rojo,
pero sus manos habían pasado de sujetarlo por la cintura,
a meterse bajo la cazadora. Bajó hasta sus nalgas y se las
sujetó, alzándolo a horcajadas alrededor de las caderas.
Lo movió un poco contra su cuerpo, haciéndolo botar
sin mucho esfuerzo en realidad, queriendo convencerse de que se
veía presionado, y se detendría tras contentarlo un
poco.
Sin embargo, el chico se sujetó con más fuerza, rodeándolo
completamente con las piernas y besándolo con pasión.
Movía las caderas, rozándose con el moreno y jadeando
contra sus labios. No estaba pensando en cámaras ni en ninguna
otra cosa en ese momento, lo que quería era que lo penetrase,
y duro.
Yaku jadeó contra sus labios, frunciendo el ceño
y devolviéndole los besos.
–Hay... hay que subir... –protestó de forma
jadeante y sin ninguna intención de hacerlo. Lo sujetaba
contra él con fuerza, y de pronto lo acostó en el
techo del coche, sujetándole los tobillos a los lados y observando
su ano. Se lo besó casi como si se tratase de sus labios,
lamiéndolo y deslizando la lengua poco a poco dentro de él,
moviéndola en ondas. Bueno, seguramente no había cámaras,
o eso quería pensar.
–Yaku... tú ya me subes... –se rio de manera
jadeante el chico, revolviéndose un poco y tocando su propio
sexo. Con la otra mano acariciaba uno de sus pezones como si se
estuviera masturbando con todo y Yaku en el medio.
El mayor se ajustó un poco las gafas, pasando los dedos
por su ano y empezando a empujarlos con curiosidad, moviéndolos
después como sabía que le gustaría, o al menos
eso era lo que había leído.
Le estiró una pierna con la otra mano, besándole
el pie y lamiéndoselo mientras tanto.
Se separó de pronto, moviéndose hacia la parte delantera
del coche. Se abrió la cazadora y la camisa mostrándole
casi a cambio su cuerpo. Bajó la cremallera del pantalón,
dejando salir su sexo, esperando a que bajase por el mismo cristal
del coche a buscarlo.
El chico se deslizó, con algo de dificultad ya que no había
previsto la superficie resbaladiza del cristal. Finalmente se giró
para quedar de frente, produciendo un sonido como de golpe al apoyarse
en el capó, pero ni siquiera se fijó en la razón
del ruido. En vez de eso, sujetó el sexo de Yaku, acariciándolo
e inclinándose para lamerlo.
Sus nalgas estaban algo manchadas de arena que el viento había
dejado sobre el techo dónde había estado apoyado,
y Yaku no pudo evitar preguntarse si debía haber evitado
a toda costa haberlo acostado allí, sin embargo, la lengua
del chico le hizo dejar de plantearse aquello, y bajó la
cara para observar cómo se ocupaba de su sexo. Realmente,
era una de las cosas más excitantes que había siquiera
imaginado. Le gustaba verlo desnudo sobre su coche, en un lugar
donde podían ser descubiertos por sus vecinos incluso. Se
inclinó hacia delante y le sujetó las nalgas, apretándoselas
y asegurándose de aplastar su sexo contra la chapa fría
de metal. Se las separó para ver su ano otra vez, mientras
en un arranque de valor movía las caderas para penetrar su
boca de aquella forma. Ahora no podía dejar de apretárselas
y masajeárselas, moviendo las caderas intensamente.
Hai lo succionaba con fuerza, le hacía feliz que se dejara
llevar por él. Además de que le gustaba hacer cosas
arriesgadas y se había preocupado por un momento de que a
Yaku no le excitase aquello. Sonrió, pasando los dientes
por su pene con cuidado de no lastimarlo.
Yaku se estremeció, empujándose en su boca de forma
más profunda sin querer, aunque por supuesto, no era que
se arrepintiese de cómo se había sentido aquello.
Se apartó de pronto, quitándose las gafas y guardándoselas
en el bolsillo de la cazadora, alzándolo después por
debajo de las axilas para que se arrodillase. Lo cogió entonces
a horcajadas buscando con los dedos su ano para penetrarlo.
–¿Así? –le preguntó antes de
nada por saber si se estaba dejando llevar demasiado, aunque sus
dedos volvían a moverse dentro de él ansiosamente.
–Así... –asintió el chico, sonriendo,
y respirando con dificultad –Puedes hacerlo con más
fuerza, sé que lo quieres... No te contengas...
Yaku lo miró a los ojos, aunque se había avergonzado,
pero apoyó un pie sobre la defensa del coche, alzando al
chico con las manos y apoyándolo sobre su sexo. Lo dejó
bajar sobre el mismo, haciéndolo botar sobre él y
apretando las mandíbulas, gruñía de todos modos
para no alzar la voz. Era la primera vez que sentía algo
así, y hacía al chico moverse de forma descontrolada,
como si sólo estuviese pensando en su propio sexo. Tenía
la cabeza gacha, pero era porque quería observar su sexo
balanceándose entre sus abdómenes.
Hai sujetó su cabeza, acariciándole la nuca sin permitir
que se alzase, casi parecía estarlo protegiendo de su propia
vergüenza. Él mismo estaba gimiendo ruidosamente ahora,
sus piernas estremeciéndose a cada embestida.
–Yaku, Yaku, Yakuuuu... No me dejes caer...
–No lo haré... –susurró jadeando, upándolo
de golpe y moviendo la cabeza para alzar la cara y besarlo –.
Sujétate ahí –le señaló con un
movimiento las tuberías que colgaban del techo, y una vez
se amarró, comenzó a mover más las caderas,
agarrando simplemente sus nalgas y moviéndolo a su antojo,
pegándole nalgadas incluso mientras lo hacía rebotar
sobre él. No podía dejar de observar cómo se
le marcaban ahora los músculos por estarse manteniendo así
y se inclinó hacia delante, succionando uno de sus pezones
y mordiéndole el pecho tal y como le había sugerido
antes. Se preguntaba si iba en serio, pero volvió a morderle
en otro lugar, con más fuerza incluso.
–Ah... –Jadeó Hai, alzando la voz un poco, pero
reaccionando favorablemente, temblando incluso. Apretó las
manos en aquellas tuberías, sintiendo su sexo pulsar con
fuerza, mientras apretaba las nalgas tanto como podía. No
había esperado aquello, era mucho mejor de lo que había
imaginado.
Yaku estaba jadeando contra su piel sin poder detenerse, y arrastró
la quijada contra uno de sus pezones para arañarle con el
vello naciente en la misma, succionándolo después
y tirando un poco de él con los dientes. Bajó la cabeza
de nuevo, estrujándole las nalgas para apretarse más
entre ellas y moviéndolo con violencia sobre su sexo. La
forma que tenía de gemir y jadear hacía que su orgasmo
se adelantase, y de pronto comenzó a alzar aquella voz tan
masculina también, resoplando y estrujándolo contra
él mientras se corría. El semen de Hai le salpicó
los labios y se pasó la lengua por los mismos, tratando de
recuperar el aliento.
Hai se estaba riendo, aun cuando todavía gemía de
aquella manera desesperada. Se sentía como si le hubieran
dado un premio, no se lo podía creer. Bajó la mirada
hacia Yaku, apretándose de todas maneras contra él,
intentando sacarle hasta la última gota. Estaba extasiado
con el tono de su voz.
–Te quiero... –susurró abrazándolo con
fuerza ahora, cogiéndolo por completo para sentir su peso
y besándolo de forma profunda e intensa –. Tenías
razón, y no es por esto.
–¿Tenía razón? –sonrió,
abrazándose a él como si fuese un chiquillo, no sabía
de qué le estaba hablando, pero no se lo iba a discutir –De
ahora en adelante... haremos de todo. Te gustará, ya lo verás.
–Bueno..., ya veremos, porque no sé qué quiere
decir de todo para ti –le advirtió, metiéndose
en el coche con él para que se vistiese. Ahora iba a estar
preocupado durante días por si alguien le decía algo
sobre aquello. Seguramente, de haber pasado por ahí alguna
persona, ni siquiera habría notado su presencia.
–Quiere decir que haremos muchas cosas, no sabía que
te gustaba jugar –se rio, vistiéndose a las prisas.
Ni siquiera se puso la camiseta, sólo se cerró el
abrigo, colgándose la misma del bolsillo trasero de sus pantalones.
–Espera que voy a coger las bolsas de atrás –Yaku
abrió el maletero y las tomó todas, sonriendo para
sí, y poniéndose las gafas de nuevo. La verdad es
que incluso tenía más confianza en sí mismo
en el campo social, desde que estaba con Hai –. Vamos, que
quiero meterme en la cama contigo, pero antes nos duchamos.
–Está bien... –asintió el chico, sujetándose
nuevamente de su brazo –Puedes dejarte las gafas la próxima
vez. También me gustas así...
–Si quieres me las dejo, pero veo bien de cerca. Me las quito
porque me preocupa que se me rompan o hacernos daño mientras
nos besamos –le explicó mientras iba hacia el ascensor
–. No me digas que no querías ducharte, si estuviste
rebozándote por encima del coche...
–No me importa... –se rio, pensando que era un poco
maniático, pero eso también le gustaba –Creí
que te las quitabas por mí... porque me gustan tus ojos –le
confesó sinceramente.
–Bueno, también, pero ahora me daba algo de vergüenza
decirlo... –había sido mucho más vergonzoso
tratar de aclararlo. Salió del ascensor con él y se
metió en la casa, pensando que había olvidado cerrarse
la camisa por lo menos –. Ve a la ducha, ahora voy yo, seguro
que coges frío luego de eso...
–¿Por qué? ¿Tienes algo que hacer? –preguntó,
exhalando un tanto contrariado porque lo dejase solo, a pesar de
lo que acababa de pasar –No me hagas esperar demasiado.
Yaku lo miró un poco sorprendido, y luego se rio.
–Sólo voy a dejar las bolsas en la habitación,
y a coger ropa para cambiarnos. Nada más.
–Oh, vale... –se rio también, apartándose
de él por fin. Estaba demasiado acostumbrado a que le salieran
huyendo.
–Te quiero... –le repitió, entrando en su cuarto
después y haciendo lo que le había dicho. Hai no parecía
asimilar las ganas que tenía de estar con él a todas
horas.
–Yo a ti –contestó en voz baja Hai, sonriendo
para sí mismo. Había encontrado al hombre perfecto...
sólo esperaba que Benkei pudiese aceptarlo.
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