.Novela homoerótica para mayores de edad.
 
Capítulo 30- The Face of an Angel

-Diga…- el albino cogió el teléfono mientras se ajustaba la corbata del uniforme del instituto delante del espejo, más preocupado de su reflejo que de la llamada en sí. Se peinó un poco mejor echándose el cabello hacia atrás aunque el flequillo cayó de nuevo cubriendo parte de uno de sus ojos magenta –Diga...- insistió al ver que no contestaban -¿Quién es?- frunció un poco el ceño molesto por tener que insistir.

-Soy yo… ¿tienes el dinero?

-No seas ridículo y habla de una vez- golpeó con las puntas de los dedos la mesa suspirando y pensando que era un inútil además de un colgado.

-Te he dejado una carta en el buzón como me pediste…

- … como sea un truco para quitarme el dinero… le pagaré el doble a otro para que te arranque la columna…ah sí… el dinero lo dejaré donde siempre- se levantó de la silla y cerró el teléfono guardándoselo en el bolsillo y caminando al exterior de la casa con la bolsa de los libros al hombro mientras el chico al otro lado tragaba saliva porque sabía que iba muy en serio. Ya se había ganado una paliza de su parte por tratar de tomarle el pelo al principio, jamás se iba a recuperar de su cojera. Había sido estúpido, le había parecido incluso inocente con ese rostro y la sonrisa que ponía al hablarle.

Abrió el buzón en la puerta de la casa y esperó en las verjas sonriendo a la mujer que llegaba a limpiar –Buenos días- inclinó un poco la cabeza saludándola y la mujer hizo lo mismo.

-No sabe cuanto siento lo sucedido señor, apenas me enteré ahora mismo… ¿seguro que asistirá a sus clases?

-Gracias… sí, iré, es importante no dejarse decaer…- le sonrió mostrando un halo melancólico y la abrazó con suavidad –Gracias…

La mujer lo abrazó sonriendo un poco y acariciándole el cabello, ese chico era un autentico ángel. Notó cómo se separaba con suavidad al ver llegar un coche que siempre llegaba a buscarlo para ir a clase, un descapotable de lunas tintadas muy elegante, incluso el delicado chico que conducía, seguramente un amigo distinguido del señor también era elegante –Que tenga un buen día señor… le dejaré la comida en el horno…- se inclinó un poco y el albino también, sonriéndole una vez más antes de subirse en el asiento del copiloto.

-Vamos… no quiero llegar tarde- le dijo al moreno que conducía, abriendo la carta que había tomado del correo. La caligrafía era horrenda como era de esperar y sólo se leían unas pocas líneas, un nombre, un local y su dirección junto con un periodo de horario. Sonrió, sacándose el mechero del bolsillo y prendiendo la hojita.

-¿Tienes que hacer eso en mi coche?- el moreno, dos años mayor que él, lo miró de soslayo fastidiado al ver partes de la hoja quemada caer en su descapotable.

-Tú sólo…cállate la boca…y para. Quiero conducir yo…- sacó un brazo por la ventanilla esperando que aparcase

-No tienes la edad, ya lo sabes- contestó el moreno nervioso como siempre que le pedía aquello.

-¿Crees que puedes darme una lección de lo que debo o no hacer?- se giró a mirarlo con aquella cara que tanto disturbaba a quien la visionase. Paró el coche a un lado de la carretera y el albino se bajó, esperando a que el moreno se pasase al otro asiento y se colocó al volante sonriendo de nuevo y apretando un botón para subir la capota. Subió las lunas oscuras –No seas paranoico, nadie lo sabrá…

-ya… pues conduce con tranquilidad…- lo miró fastidiado sacudiendo un poco la ceniza que había manchado la tapicería.

El albino lo miró de soslayo arrancando de golpe y haciendo que la inercia le pegase la espalda contra el asiento, se rió entre dientes al ver la cara de cabreo que le dedicaba, observándolo de soslayo con una sonrisa dulce en los labios de nuevo. Alzó la mano sujetándole la nuca y manteniendo una mano en el volante mientras lo besaba.

-No… no hagas eso… mira la carretera… - el moreno se apartó y el albino le sujetó el cabello bajándole la cabeza entre sus piernas.

-Estoy harto de escucharte, no hagas esto, haz lo otro… deja de joderme!…estoy caliente…- soltó ambas manos del volante en el semáforo y se abrió el pantalón haciendo entrar su sexo en la boca del chico –Nnn… eso… - soltó las manos de él, arrancando el coche de nuevo y siguiendo el camino hacia el instituto al sentir que ya se ocupaba de su sexo. Jadeando enrojecido por el placer y conduciendo de forma mucho más relajada entrecerrando los ojos y recostándose más en el asiento, de nuevo sonriendo con dulzura –Hmm… no me manches el uniforme… -le acarició el pelo con suavidad revolviéndoselo y cerrando los ojos. Los entreabrió de nuevo y giró el volante de golpe, riéndose porque casi se metía en el carril contrario.

El moreno hizo amago de levantarse de su sexo, pero el albino bajó la mano sujetándolo contra él con suavidad acariciándole el cabello y el rostro, rodeándole un poco la cabeza con el brazo y echándose un poco hacia delante –Nooo… sigue…sigue, me gusta mucho…así… te quiero, te quiero tanto… - el moreno siguió, sospechando que mentía pero dejándose engañar por su encanto infantil y dulce.

 

 
 

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