.Novela homoerótica para mayores de edad.
 
Capítulo 24- The Grieving Fiancé

Hattori se apeó de su auto, observando la casa, aunque más bien parecía una mansión. Pero si algo había aprendido durante su carrera es que la gente no era muy distinta de una casa a la otra, el dinero sólo los hacía diferentes de una manera superficial. Se preguntaba qué clase de persona sería el prometido de esa chica. Suspiró, dirigiéndose a la entrada con paso decidido, y tocando el timbre, esperando que le abriese algún sirviente. En una casa de ese tamaño no solían abrir los dueños directamente.

El albino abrió la puerta sonriendo levemente vestido de forma informal aunque en él se viera arreglado de todos modos -¿Es usted el detective?- preguntó, ya que lo habían llamado en la mañana para informarlo, ya había visitado a sus padres y todo. Había tenido una mañana ajetreada.

- Detective Nakayama, sí. Lamento mucho su pérdida. – contestó, aunque pensando que el chico tenía más cara de visita social que de alguien que acabase de perder a su persona amada. Claro que la gente tenía distintas maneras de sobrellevar las cosas.

Inclinó un poco la cabeza por agradecerle, aunque le traía sin cuidado en realidad -Axl Ray- le estrechó la mano por educación y se echó a un lado –Pase por favor…- se dirigió a la sala para sentarse en uno de los sillones –y siéntese donde se sienta más cómodo…

- Muchas gracias – se sentó, no sin echar un vistazo a su alrededor, mirando al chico luego. – Disculpe las inconveniencias en un momento así, pero es necesario que le haga ciertas preguntas. Trataré de ser lo más breve posible. ¿Dónde estaba usted entre la una y las dos de esta madrugada?

-Aquí solo- cruzó una pierna sobre la otra sirviendo una taza de café -¿Quiere café?- se la acercó, sonriendo un poco y sirviéndose una para él antes de que le contestase. Si no lo quería, lo tiraba y punto, pero con esa cara de trasnochado que tenía… -Lo siento, no tengo ninguna coartada, no podrá eliminarme de sus sospechosos… - se echó un mechón a un lado de la cara bebiendo.

- Eh... gracias. – tomó la taza, bebiendo un poco, analizando la actitud del chico. Estaba muy relajado para alguien decir algo así además, y eso sin contar que de tener sospechosos en la familia, las estadísticas apuntaban siempre hacia la pareja de la víctima. - ¿Está seguro de eso? ¿No recibió ninguna llamada tal vez o llamó a alguien desde el teléfono de casa?

-Lo siento, pero tengo demasiado trabajo estudiando para mis exámenes finales… no salí de casa, no telefoneé ni recibí llamadas - dejó la taza en la mesa –Así que no tengo coartada como ya le he dicho, tendrá que seguir perdiendo el tiempo conmigo, pero yo no la maté ¿Por qué haría yo eso?- lo miró a los ojos jugando con los dedos índices de cada mano acariciándoselos uno con el otro y examinándolo.

- No estoy diciendo que usted la haya matado, sólo intento averiguar qué sucedió. – lo observó aún tratando de comprender esa actitud, bebiendo un poco más de café. - ¿Sabía usted que su novia iba a salir anoche? Tal vez le dijo algo. ¿Salía muy a menudo?

-Pues no lo sabía, aunque sí sé que tiene muchas amistades y sale mucho… Le diré algo que tal vez le sirva de ayuda…-revolvió un poco el café mirándolo y le dio otro sorbo –Nosotros teníamos una cita mañana… ella me llamaba bastante, hablábamos… pero no quedábamos juntos más de una vez a la semana, así que hay muchas cosas de ella que desconozco. Imagino que está usted pensando en nuestra relación como en cualquiera de las que usted haya tenido pero no es lo mismo.

- ¿No es lo mismo? ¿A qué se refiere? – lo miró a los ojos, esperando a que le aclarase.

-Pues que era mi prometida, nuestros padres nos presentaron cuando teníamos doce años… y desde ese día supimos que éramos una pareja, yo era su príncipe…- separó los brazos mirándolo a los ojos y los dejó de nuevo en los reposabrazos –y el nuestro era un cuento de hadas, así que no conozco sus defectos, ni sus problemas, ni… hacíamos ninguna de esas cosas vulgares…

- Ninguna de esas cosas vulgares. Se refiere a ¿tener relaciones? – aclaró, tanto por especificar como porque le sonaba un tanto pretencioso y no muy real. - ¿Usted la amaba?

-Sí, a eso me refiero, claro- se tocó las yemas de los dedos observando sus reacciones divertido en realidad –Bueno, claro que nos besábamos alguna vez… pero nos reservábamos el uno para el otro…- sonrió casi con dulzura –Aún no me lo creo…- bajó la mirada tragando saliva.

- De veras, lo siento – murmuró el detective, notando su cambio y algo incómodo ante la siguiente pregunta, pero él había tocado el tema. De todos modos, su profesionalismo no le permitía saltarse el protocolo por más afectados que se viesen sus familiares. – Me perdona, pero.... ¿está absolutamente seguro de que su prometida se guardaba para usted?

Axl se tapó la boca con las manos aún mirando al suelo y cerró los ojos, sintiendo la lágrima que corría por su mejilla y luego por sus dedos. Se la limpió con la mano aún mirando al suelo y carraspeando -¿Cómo podría estarlo? Yo confiaba en ella… y me bastaba con su palabra, no lo ponía en tela de juicio…

- Comprendo, lo lamento, pero tengo que hacer estas preguntas. – se disculpó, dejando la taza de café sobre la mesa, y cambiando la línea de interrogación enseguida. – ¿Sabe si su prometida tenía algún enemigo? ¿Alguien que pudiese querer hacerle daño? Tal vez algún enemigo suyo....

El albino negó con la cabeza sin apartar la mirada del suelo, en realidad, recordando a aquel tipo que habían metido en la cárcel por su culpa y también lo que ella le había contado que había sucedido en los últimos días. Él le había recomendado no contárselo a nadie más para que no la tomasen por loca, aunque se lo había dicho muy sutilmente –Es imposible… no creo que nadie pueda odiarla… pudiera… - se corrigió bebiendo un poco de café y levantándose a por un vaso de agua –Discúlpeme un momento…no quería ponerme así…- susurró bebiendo en la cocina y sentándose de nuevo con las piernas cruzadas y la mano delante de los labios observando el vaso de agua a medio vaciar.

El moreno se quedó mirando el vaso también. Y alzando la mirada luego, tratando de mantener un tono de voz suave, tranquilizante. - ¿Sabe usted si tenía algún problema? ¿Si estaba nerviosa por algo?

-No… creo que no… pero hacía unos días que no hablábamos… por los exámenes, no tengo mucho tiempo con mis actividades extraescolares además… Por eso le prometí que mañana nos veríamos… -continuó evitando el tema no por nada en realidad si no porque cada vez sentía aquello más como un reto. Iba a ganar a ese policía y encontrar al asesino antes que él ¿haciendo trampas? No… usando sus armas… -Ojalá hubiésemos quedado ayer…

- Bueno, no le molestaré más entonces. Creo que eso es todo... – bajó la cabeza pensativo. Aquello no le había dado demasiado en lo que basarse, según el prometido, la chica era una santa bajada del cielo. Pero claro, para sus padres también había sido así, era de esperar. Ya vería si lograba sacar algo de sus amistades y compañeros de trabajo. Tal vez alguien la habría visto salir acompañada de alguno de esos establecimientos. – Una cosa más, estrictamente protocolo, pero... ¿puede decirme si su prometida tenían algún vicio? ¿Si usaba alguna droga, alcohol? ¿Tal vez algo para relajarse?

-Bueno… - miró al detective y luego a un lado como si le costase un mundo decir algo malo de ella –En realidad, no, no sé…

Hattori lo miró interesado ahora. - ¿Alguna vez vio algún indicio? De que tal vez no estuviese... del todo sobria? – preguntó, tratando de no ser demasiado brusco.

-No estoy seguro… tal vez algunas veces de las que me llamaba por las noches… no se veía muy… coherente… pero tampoco tengo mucha idea de cómo debería verse alguien alcoholizado y mucho menos drogado… no sé… pero en una ocasión me dijo que veía un fantasma o algo así…-mintió tergiversando la realidad aunque lo cierto era que sí bebía y lo sabía de sobra, se preguntaba si haría alguna cosa más…

- Un fantasma... bien, muchas gracias – hizo un gesto con la cabeza para acompañar el agradecimiento, ya pensando en un millón de posibilidades, y poniéndose de pie. – Lamento mucho el haberle incomodado, si recuerda algo más, por favor déjeme saberlo. – le pidió, entregándole su tarjeta.

-Por supuesto…- cogió la tarjeta guardándosela en la cartera y lo acompañó a la puerta –Detective… ¿podría no decirle nada a su madre sobre su problema con la bebida? Si no es necesario…

- No hay necesidad de decirle nada hasta que no hayamos comprobado que está absolutamente relacionado con el caso. – accedió, aunque ya sabía que según la madre, su hija ni siquiera sabía que era el alcohol. – Muchas gracias por su tiempo.

-Gracias a usted por su trabajo…- se inclinó hasta que se hubo ido y cerró la puerta a su espalda sacándose un cigarro del bolsillo prendiéndolo en sus labios con una sonrisa –Que Dios te bendiga…- murmuró con el pitillo en los labios subiendo las escaleras hacia su cuarto de nuevo.


 
 

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