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Capítulo 67
Put on your best mafia face

12 de Abril, viernes.
Mañana.


–No sé qué está sucediendo, es una locura. No he podido dormir nada. Además revisé la cocina de Shinya, ¿sabes? No sé de dónde salió ese cuchillo, pero no pertenecía a su juego de cubiertos.

–Eso no tiene nada que ver. Hay cuchillos especiales para cocinar, y puedes tener simplemente ese –le aseguró Osamu, como buen aficionado a la cocina que era… y escéptico –. Averigüemos de quién es el arma, y concéntrate en la realidad. No sé qué insinúas, en serio…

–Estamos hablando de Shinya y Mamoru... No del chef Osamu–le recordó tocándose la frente porque sentía un ligero dolor de cabeza –No insinúo nada, todo es demasiado extraño. No quiero pensar que Mamoru está... enfermo o algo así.

–No está enfermo, es un adolescente. A los adolescentes les pasan cosas extrañas… no sé, tal vez debería ir a un médico y dejaros de jugar a los policías –se quejó también –. La casa era de sus padres, ¿no? Digo yo que tal vez cocinaban, o se lo regaló la suegra como indirecta a su madre… En serio… hay muchas explicaciones buenas para eso.

–Sí, bueno... Supongo que tienes razón –sonrió un poco Hideo, aunque le preocupaba la cara de perdido que había tenido Mamoru durante gran parte de la madrugada –Vamos a averiguar lo del arma esa. Pon tu mejor cara de mafioso.

–No es necesario… –frunció un poco el ceño, dirigiéndose al fin hacia la tienda de armas y pasando al interior.

–Buenos días –les saludó un hombre en el interior, que estaba limpiando un revólver cuidadosamente.

–Buenas… –le dijo Osamu, apoyando el arma sobre el mostrador –. ¿Puede decirnos a nombre de quién está registrado este revólver?

–Depende de quién lo pregunte.

–Sólo díganoslo… –insistió Osamu, acercándole el arma un poco más, manteniéndole la mirada, aunque no era su intención intimidarlo. Era algo natural.

El hombre apartó la mirada y observó al joven que iba con él, pensando que eran o bien policías, o aquel era su guardaespaldas. En todo caso no quería problemas.

–Un momento –protestó.

–Sí era necesario –sonrió un poco Hideo susurrando aquello y procediendo a mirar el local mientras. La verdad no le gustaban mucho las armas de fuego, aunque suponía que sería divertido disparar alguna.

–Aquí está... –el hombre regresó de pronto mostrándoles un papel impreso –Es un arma algo vieja ya...

–Eso ya lo vemos… –murmuró Osamu, cogiendo el papel y mirando el nombre de aquel hombre. Era un extranjero –. ¿Y tenía permiso de armas aquí?
–preguntó extrañado.

–Lo tenía… –el otro se encogió de hombros –. O al menos eso mostraría si le vendimos un arma –se cruzó de brazos como defendiéndose, pero Osamu no lo estaba mirando ya.

–Me llevaré esto –le dijo cogiendo el revólver de nuevo y doblando el papel antes de guardárselo en el bolsillo de los jeans –. Vamos…

–Gracias –se despidió Hideo de pronto muy serio y siguiendo a Osamu. Por lo menos ahora tenían un nombre, se preguntaba si es que en ese lugar habría algo tóxico realmente –La dirección que sale allí es la del edificio...

–Me suena ese nombre, ¿sabes? ¿No era un periodista que había desaparecido? Recuerdo vagamente algo de eso. Creo que su hermana salió hablando en las noticias hace algunos años… –cogió un cigarro y se lo llevó a los labios, mirando luego a Hideo.

–No lo sé, no sigo mucho las noticias si no tienen que ver con deportes... Aunque algo me suena –se quejó exhalando –Bueno, podemos averiguarlo de todos modos, debe haber salido en el periódico. Pero el piso en la dirección dice siete, también el piso ese adonde fueron los chicos, a pesar de estar situado en el cuatro.

–Sí, bueno… –carraspeó un poco, pensando que eso era extraño –. Podemos echar un vistazo al séptimo también. Tal vez los dos pisos eran de su propiedad, no es tan extraño –se tocó el cabello en la nuca, mirándolo a los ojos después –. ¿Has desayunado?

–No, sólo bebí un vaso de zumo mientras venía a verte –lo miró sintiéndose un tanto intrigado de todas maneras. Sentía la necesidad de llamar a Shinya y preguntarle cómo estaba Mamoru, pero lo mejor sería volver a hablar con él en privado, no creía poder seguirle ocultando cosas a su hermano por mucho más tiempo –Me vas a invitar, ¿no?

–Sí… –suspiró, mirándolo y pegándole en la espalda con una mano –Podemos desayunar en la cafetería y buscar algo de ese tipo por Internet si quieres.

–Eres tacaño, pero la verdad prefiero que lo cocines tú –se rio asintiendo luego –Tú prepara, yo investigo. Así tendré algo más que decirle a Shinya si me llama. Ninguno de los tres durmió anoche, ¿sabes?

–¿No? Supongo que no estabais haciendo un threesome –se rio entre dientes, pensando que eso era horrible y frunciendo el ceño después, autocensurándose.

–Qué fantasías tienes, Osamu. Ya lo dijiste –le tocó una mejilla con el dedo riéndose –Shinya me mata si sugiero eso, me descuartiza y me entierra debajo de la cama... Hacíamos un threesome de ver películas comerciales, ninguno de los tres quería pensar más.

–Ya… Nunca te había visto tan preocupado por nadie antes –le dio en la mano de todas formas para que parase –. Mis fantasías se limitan a Yuki.

–No digas que se limitan, di que se expanden... así tienes más –lo miró sonriendo un poco de manera maldita –Sé que eres un pervertido.

–No, no lo sabes… –se rio sin poder evitarlo, subiéndose las gafas y mordiendo un poco el filtro del cigarro.

–Eso suena peor –le advirtió, dándole un codazo de pronto –¿Cómo va todo con Yuki? Muy bien, ¿eh? ¿Ya no te rechaza?

–No, ya no, y pasará el fin de semana conmigo. Así que… –se llevó el cigarro a los labios otra vez, sin poder dejar de pensar en ella de pronto –. Aun así hay cosas de las que no quiere hablarme…

–Las mujeres son misteriosas, por eso prefiero a los hombres – filosofó mirándolo de soslayo –¿De qué cosas no quiere hablarte?

–De sus padres, y dudo que ser una chica sea el motivo de su silencio –le dijo serio, aunque la verdad, le hacía un poco de gracia. Pero pensar en los padres de Yuki le preocupaba. Se preocupaba por ella, por supuesto.

–No sabía que Yuki tuviese problemas con sus padres –comentó Hideo como si fuese el tipo de profesor que sabría eso, en realidad no tenía mucha idea de los padres de nadie –¿Por qué crees que es eso?

–Al parecer no se llevan bien –le contestó de forma bastante neutral, ya que no podía ser específico –, pero no le comentes nada. Suficientes dificultades tengo.

–No iba a hacerlo, no soy su consejero. Claro que se lleva muy bien con Shinya –le sugirió, encogiéndose de hombros después –La mayoría de los adolescentes no se lleva bien con sus padres.

–Ya…, pero lo suyo no es un simple berrinche sobre horas de llegada o algo así –lo miró a los ojos, guardándole el revólver en el bolsillo de pronto. Se lo había guardado sin querer, y no tenía ganas de ir por ahí con eso –. ¿Es Shinya tal y como pensabas?

–Ya sé que soy sexy, pero no me metas la mano en los pantalones –bromeó, aunque serio por ver si Osamu enrojecía –Shinya es mucho mejor de lo que pensaba, en todo sentido. Incluso cuando da miedo, me pone...

Osamu sonrió un poco, pensando que era un salido, claro que él no era para menos, guardaba las braguitas de Yuki como si fueran un tesoro.

–Sí, lo mismo me ocurre con Yuki.

–¿Quién lo diría? Nos han reformado. Bueno, tú estabas reformado, yo no –se rio pensando que quería volver a llevarlo a la playa a pesar de que odiaba la arena.

–Sí, no me metas en tu mismo saco –le dio con el codo, entrando en la cafetería con él y saludando a las camareras cuando le dieron los buenos días –. Mi portátil está atrás, iré a preparar el desayuno mientras… Y no seas ingenioso –le advirtió.

–Seré poco creativo entonces y te culparé por mi poco desarrollo –le advirtió dirigiéndose a la portátil y abriéndola para buscar el nombre de ese reportero.


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