Capítulo 61
Mine
13 de Abril, jueves.
Mañana.
–No tenías que venir a buscarme, sólo es cansancio.
Takashi es un alarmista –se quejó Daiki mientras conducían
hacia la casa. Para colmo de males, el albino no lo había
dejado solo hasta que lo viese subirse al coche.¿Qué
pensaba que iba a hacer, huir?
–Es igual, ha hecho bien. Ni que tuvieras un examen o algo
así, ¿no? No pasa nada porque te quedes en casa descansando
por hoy –Junji estaba preocupado, no podía evitarlo.
–Pero estaba bien. Además… –frunció
el ceño pensando en que le hubiera gustado ir a investigar
con Mamoru y Masaki luego de clases.
Junji lo miró de soslayo, girando el volante con una mano
y resoplando un poco.
–Además… ¿qué? ¿Te molesta
tanto pasar la mañana conmigo?
–Claro que no, pero no quería que te preocuparas –le
sonrió sintiéndose un poco culpable por hacerlo sentir
mal –Sólo fue cansancio, es en serio.
–Vale, pues ahora te vas a tu cuarto y duermes… –murmuró,
sintiéndose extraño o celoso tal vez.
–No, quiero dormir en tu cama –le tocó una pierna
con suavidad, sin dejar de mirarlo –Papá, te acuestas
conmigo, ¿verdad?
–Sólo si ves que no es mucha molestia para ti…
–apoyó el brazo en el borde de la puerta, mirando por
el retrovisor mientras regresaba hacia casa y apretando el mando
para abrir los portones.
–¿Por qué estás enfadado? No he hecho
nada –resopló el chico mirando cómo se abrían
los portones –No eres una molestia para mí, te amo.
–No estoy enfadado. Es sólo que ayer por la noche
te insistí en que no fueses a clase esta mañana, y
hoy… sucede esto, vengo a buscarte y parece un suplicio…
No lo sé, en este momento… no me dejas sentirme de
otra forma –aparcó el coche y salió, cerrando
la portezuela un poco bruscamente de más.
–Papá… –lo llamó, bajándose
del coche y siguiéndolo apresurado –No tiene que ver
contigo. Si no te quiero preocupar es porque no lo mereces y porque…
no quiero que pienses cosas raras de mí.
–Es igual, no voy a pensar nada de eso. De todas formas esto
es culpa mía. Soy tu padre, no sé qué esperaba…
de verdad que no… –negó con la cabeza, sentándose
en el sillón con la cazadora puesta.
–¿De qué estás hablando? –Daiki
lo miró alarmado sentándose a su lado –Esto
no tiene nada que ver con nosotros, no me he arrepentido. Precisamente
por eso… ¿Crees que quería irme a un edificio
abandonado justamente anoche? Estaba feliz a tu lado.
–Sí, pero ahora tienes problemas y no quieres hablar
conmigo. Parece que te alejas en lugar de acercarte –lo miró
y se echó hacia atrás contra el respaldo –.
Quieres estar con tus amigos…
–Ni siquiera quería hablar con Takashi, pero dile
tú eso a él –sonrió bromeando y tocándole
una mejilla –Papá, es que no ha pasado nada, en serio.
Sólo… Bueno… Me da miedo que me envíes
a algún lugar o que me trates de manera distinta.
–¿A dónde te voy a enviar? No sé en
qué estás pensando… en serio… como mucho
te ataré a la cama por las noches –lo miró a
los ojos, suspirando y sonriendo un poco después –.
Tienes miedo, dime de qué.
–De estar loco. Me puse muy nervioso en el instituto, cabreado
también… Y empecé a ver cosas… –le
confesó por fin, bajando la cabeza.
–¿Qué cosas? No estás loco, sólo
alterado –le sujetó una mano, acariciándosela
y preocupándose, pero su hijo no estaba loco.
–Un piso de hospital y la cara de Takashi… No se veía
bien –prefirió dejarlo así para no asustarlo
mucho.
–¿Un hospital? –lo miró, pensando que
apenas habría ido al hospital unas tres veces por suerte.
Seguramente era otra cosa que lo estaba influenciando –¿Te
gustaría hablar con un psicólogo? Sólo para
tranquilizarte.
–No es necesario, papá. No estoy loco… –insistió,
frunciendo el ceño –Sabes que odio sentirme débil.
–Ya sé que no lo estás, pero dijiste que tenías
miedo. Tal vez hablar con un psicólogo que te explique por
qué estás sintiendo esas cosas te ayude a dejar de
temer eso, ¿no lo crees? –le tocó el cabello,
tocándole el ceño después.
–Supongo… Tal vez había algo tóxico allí,
envenenamiento con plomo o algo así, ¿no? –le
sugirió, intentando buscar una explicación lógica
–Tal vez la primera vez afectó a Takashi y ahora a
mí…
–No creo que estéis envenenados… creo que sólo
es sugestión –Junji se levantó, quitándose
la cazadora y dirigiéndose a la cocina para buscar agua.
La verdad es que estaba preocupado de todas formas, al menos esperaba
que aquello no se repitiese, lo de esa noche.
–Pero es que yo no me sugestiono –insistió apoyándose
en el respaldar del sofá para mirar hacia la puerta de la
cocina. Realmente estaba asustado, incluso de estar solo.
–Pues siempre hay una primera vez, por ejemplo, cuando eras
pequeño sufrías de terror nocturno todas las noches
–Junji se sentó a su lado de nuevo, con un botellín
de agua en la mano, ofreciéndoselo.
–¿En serio? No lo recuerdo… –cogió
el botellín de agua, sujetándolo con ambas manos como
distraído.
–Te despertabas todas las noches aterrorizado, sudando y
gritando…, pero eras incapaz de explicar lo que había
sucedido. No recordabas haber tenido pesadillas ni nada por el estilo,
pero durante esa noche imaginabas cosas, decías que veías
cosas que te daban miedo y no conseguíamos calmarte. Por
la mañana no recordabas nada, por eso no lo recuerdas –le
pasó la mano por el cabello de nuevo, rascándole tras
la oreja.
–No, ¿crees que me esté pasando lo mismo de
nuevo? –le preguntó tenso, aunque se sentía
mejor con esas caricias y ladeó un poco la cabeza, inconscientemente
buscándolas –¿Me llevabais a dormir con vosotros?
–O me quedaba a dormir contigo… depende de a qué
hora entrase a trabajar tu madre el día siguiente…
–le besó la sien, mirando la forma de su nariz y pensando
que era bonita –. Puede estarte sucediendo, pero antes no
te escapabas… –sonrió, tratando de calmarlo –.
Lo solucionaremos, como siempre.
–Antes era un niño pequeño, ahora no –sonrió
de vuelta, colocando la frente contra la de su padre. Tal vez no
estaba tan mal el dejarse consentir así –Te amo. Supongo…
que no quiero verme más débil que Takashi. Sé
que en muchas maneras es más experimentado que yo.
–No siempre es tan bueno ser experimentado… –aunque
a él le gustaban de todos los tipos, sonrió, besándole
los labios y acariciándole la nuca –Os quiero a ambos,
no es una competición. Tú ya eres mi hijo, ¿no
crees que él debe sentirse mucho más en desventaja?
No te preocupes por eso, ni tú ni él tenéis
que hacerlo.
–Lo sé, pero es difícil no hacerlo… Y
además, Takashi no conocía este lado mío, nadie
del instituto lo conoce –sonrió enrojeciendo un poco
–así que no digas que no te cuento nada.
–Digo lo que me da la gana, para eso soy tu padre, y me celo
si me da la gana, para eso soy tu novio –le tocó el
cabello de nuevo, jugando con él.
Daiki se rio recostándose contra él.
–Mejor nos quedamos aquí. ¿Ves? Estoy bien,
Takashi es un alarmista.
–Takashi cuida de ti, yo me alegro de que me haya llamado
–le dijo Junji, tocándole la pierna y mirándolo
–. Vamos a la cama, ¿no estabas cansado?
–Pero ahora me siento bien y me da pereza levantarme –suspiró
entrecerrando los ojos de todas maneras. Sí que estaba algo
cansado después de todo –Yo no te mentiría,
papá. Quiero que lo sepas.
–Está bien, lo sé, pero sí que ocultas
información… –se movió un poco para que
se recostase entre sus piernas, rodeándole el pecho y tocándoselo.
Aunque no tardó ni un poco en sacarle la camiseta.
–No la ocultaba… No quería preocuparte, no es
lo mismo y lo que no recuerdo, no lo recuerdo –exhaló
preguntándose qué estaba haciendo y enrojeciendo un
poco, aunque sin apartarlo.
–Pues si vas a un sitio así… se supone que me
pidas permiso, ¿no? De todas formas ya sabes que te habría
dicho que no –frunció un poco el ceño, aunque
estaba mucho más interesado ahora en tocarlo, y le subió
los brazos para rodearse el cuello sin dejar de acariciarlo –.
Takashi ya me contó lo sucedido allí…
–¿El qué? Yo no recuerdo nada de eso…
Y además, estaba deprimido esa noche –le confesó
abrazándolo y besando su cuello luego con suavidad.
–Pues es igual… –prefería no preocuparlo
más, la verdad –. Me contó algo sobre unos cuchillos
en la cocina –le dejó entrever, bajando las manos más
y acariciando su espalda –. Vamos a la cama…
–Sí, vamos… –asintió esta vez el
chico, poniéndose de pie –Es cierto, había cuchillos
en la cocina, eso todos lo saben…
Junji se levantó, pegándole una nalgada y entrando
en su cuarto, sacándose la camiseta por el camino y girándolo
para besarlo. Estrujó sus nalgas con las manos, besándole
el cuello después.
Daiki volvió a rodearlo, emitiendo un leve gemido y enrojeciendo
por eso. Ahora sí que se sentía bien de haberse ido
de clases.
–Quería hacerlo contigo ayer… –susurró
el mayor, abriéndole el pantalón y tocando su sexo
sobre los boxer –, pero prefería hacerlo a solas.
–Yo también… quería hacerlo contigo a
solas –le confesó alegrándose de que su padre
estuviese de acuerdo. Lo besó, cerrando los ojos e intentando
no jadear demasiado, pero se había excitado instantáneamente.
–Pues no te enterabas… y mira que insistí para
que no fueras a clase hoy… –lo besó otra vez,
con el ceño algo fruncido pero por la excitación,
sujetando su sexo por debajo de la ropa y masajeándolo.
–No sabía… que era por eso –se rio un
poco, frunciendo el ceño también luego y lamiendo
su quijada –¿Quién habla de ocultar información?
Junji se rio, mordiéndole una oreja con suavidad y bajándole
la ropa, sujetándole las nalgas al hacerlo. Lo empujó
un poco con su propio cuerpo, tirándolo en el colchón
y subiéndose sobre él.
–No podía decirlo…
–A mí sí… –sonrió, pensando
que a Takashi le habría dado risa de todos modos, el maldito…
Lo rodeó con las piernas, atrayéndolo sobre su cuerpo.
–No… –sonrió, besándole el pecho
y mordiéndoselo con suavidad, lamiendo sus músculos
suavemente dibujados después y pensando que era muy distinto
a Takashi, pero ambos le volvían loco. Le sujetó las
piernas, separándoselas para liberarse y bajando por su abdomen
hasta su sexo, metiéndoselo en la boca enseguida.
Daiki gimió cubriéndose la boca luego y alzando la
cabeza para mirarlo, estaba respirando cada vez con más fuerza.
Lo normal sería que estuviese nervioso, pero no podía
pensar en otra cosa que no fuera la lengua de su padre.
Junji lo succionaba con fuerza, respirando fuertemente. Bajó
una mano a su propio pantalón y se lo abrió, su sexo
se sentía comprimido bajo los jeans y comenzó a masajearlo
por fuera de los mismos. Succionó los testículos de
Daiki, tirando un poco de ellos y arañándolos suavemente
con sus dientes al soltarlos.
–Papá… –gimió el chico, alzándose
con los brazos para verlo aun mejor y abriendo más las piernas
–Ven acá, quiero tocarte…
–No puedo, estoy ocupado… –siguió succionando
su sexo de nuevo, alzando la vista para observar su expresión.
Sonrió y le lamió el abdomen, tumbándose en
la cama y deshaciéndose de sus propios jeans, besándolo
inmediatamente después.
Daiki le devolvió el beso, sonriendo un poco y subiéndose
sobre el cuerpo de Junji. Empezó por lamer su abdomen, bajando
un poco más hasta llegar a su sexo. Ahora lo tenía
para él por completo.
–Ah… –se mordió un poco el labio, jadeando
e irguiéndose ligeramente para verlo. Se apoyó en
un codo, bajando la otra mano y acariciándole el cabello,
guiándolo aunque no porque le hiciese falta. Se sentía
terriblemente pervertido cuando lo veía de esa forma, pero
de alguna manera eso sólo lo excitaba más.
Daiki ni siquiera pensó en detenerse, se sentía hirviendo,
había esperado tanto por ese momento. Lamió sus testículos
por unos segundos, volviendo su atención al sexo casi inmediatamente.
Sus manos apretaban las nalgas de Junji como si se le fuera a escapar
en cualquier momento.
Él se lamió un poco los labios, jadeando con fuerza
y estrujándole el cabello, pero comenzaba a estremecerse
de más y Daiki no bajaba el ritmo ni un poco siquiera. Se
rio, apartándose y volteándolo de espaldas, casi se
sentía como si estuviese jugando. Le besó las nalgas,
lamiéndoselas y deslizando la lengua entre ellas, empujándola
luego dentro de su cuerpo y metiendo un brazo bajo sus caderas para
masajear su sexo.
–Hmf… –jadeó el chico mordiéndose
un poco el brazo luego, aunque no resistía la tentación
de mirar hacia atrás. Le estaba ardiendo la entrepierna y
sabía que estaba dejando la sábana mojada por su excitación.
Junji estrujó su sexo, humedeciéndose más
la mano con él y tirando hacia atrás del mismo, pensando
que estaba increíblemente duro. Aún así lo
llevó hasta donde su lengua pudiera alcanzarlo y lamió
la punta, succionándolo y regresando a su ano, comenzando
a deslizar dos dedos en su cuerpo.
–Hum… –casi protestó el moreno, mordiéndose
de nuevo y pensando que era algo incómodo. Ya lo había
intentado él mismo, pero se había detenido de todas
maneras.
–No te preocupes… no dolerá apenas –lo
tranquilizó su padre, lamiéndole las nalgas y estirándose
en la cama tras alzarle las caderas, dejándole bajar su sexo
contra su boca para succionarlo mientras colaba un dedo más.
–No… tengo miedo… –le aseguró de
forma trabajosa, estremeciéndose y sujetándose a las
sábanas. Se estaba tensando un poco, pero prefería
no demostrarlo.
Junji entrecerró los ojos, empapándose en el olor
de su piel y estrujándole las nalgas con la mano libre, notaba
la forma de pulsar violenta de su sexo cuando tocaba el lugar adecuado.
Deslizó los dedos fuera de su cuerpo y le sujetó las
caderas, bajándolo por encima de él y besándolo
profundamente.
–Te amo –susurró, ya que le había dicho
que lo quería sin cesar, pero no era para nada lo mismo.
–Yo te amo… también –contestó rojo
tanto por la vergüenza como por la excitación, su corazón
había comenzado a latir más rápido ante aquellas
palabras. Lo besó apasionadamente, frotándose un poco
contra él, deseando ser suyo por completo.
El moreno le sujetó las caderas otra vez, con fuerza, continuando
con los besos y moviendo una mano para empujar los dedos dentro
de su cuerpo otra vez. Lo hizo colocarse contra el suyo y tomó
su sexo con la otra mano, masajeándolo y empujando las caderas
para penetrarlo despacio.
–Relaja, Daiki… –le pidió –Aprieta
ahora… así… –le pidió para ayudarlo,
aunque le costaba hablar incluso y estaba jadeando.
–Ah… ah… síh… –contestó
como pudo, intentando hacer lo que le pedía. Lo que sí
se tensaba eran sus manos en los brazos de su padre.
–Hmph… –Junji apretó las mandíbulas,
masajeando su sexo con más fuerza en reflejo a sus propias
sensaciones y con la otra mano estrujándole las nalgas mientras
comenzaba a mover las caderas con más rapidez, penetrándolo
de forma más profunda cada vez que relajaba sus músculos
–. Daiki…
–Papá… –jadeó el chico mirándolo
y aflojando un poco las manos a medida que se iba sintiendo más
excitado y menos temeroso. De todas maneras con sólo mirarlo
se sentía arder de nuevo y su sexo comenzaba a pulsar con
más fuerza.
Junji lo atrajo sobre su cuerpo, sujetándole ambas nalgas
con las manos ahora y moviéndolo sobre él, besándolo
profundamente y succionando su lengua de forma ansiosa mientras
se afanaba en sentir su sexo contra las abdominales. Estaba respirando
de forma ávida y le mordió el cuello sin poder controlarse,
succionando su piel y cerrando los ojos.
–Te amo... te amo… –repitió el chico cerrando
los ojos y aferrándose a sus hombros ahora mientras empezaba
a moverse un poco por su cuenta. Se apretaba contra el cuerpo de
Junji como buscando más contacto.
El mayor lo sujetó de pronto y se volteó sobre él,
moviéndose desaforadamente en su cuerpo y sujetándole
las piernas, separándoselas y amarrándose a ellas.
Le lamió el pecho, mordiéndoselo y apoyando la frente
en él para observar su sexo. Le soltó las piernas
y se echó sobre su cuerpo otra vez, tomando su sexo y acariciándolo
nuevamente. Aquello se sentía muy bien, tan bien que no podía
detenerse, aunque hubiera preferido ser más cuidadoso.
–Pa… Papá… –le advirtió el
chico, estremeciéndose, pero sujetándole las nalgas
de nuevo. Ya no sentía nada de dolor, en realidad, se sentía
a punto de correrse. Se mordió el labio inferior, intentando
aguantar un poco más, pero le era prácticamente imposible.
–Me corro… –jadeó entre dientes el moreno,
empujándose bien dentro de él y besándolo apasionadamente,
sintiendo su orgasmo casi como parte del propio al notar el semen
brotar sobre su mano mientras se corría dentro de su cuerpo.
Jadeó contra sus labios, separándose despacio de sus
labios y jadeando contra ellos, mirándolo a los ojos.
Daiki hacía lo mismo, sin poder despegar la mirada de él.
Aquello había sido lo más intenso que le hubiese sucedido
en la vida. Sujetó su cara besándolo de pronto casi
con brusquedad.
Él le correspondió con el mismo afán, dejándose
caer sobre su cuerpo después y besándole el cuello,
moviendo una mano por su cabello y calmándose poco a poco.
–Te amo –susurró, oliendo su piel ligeramente
sudada y lamiéndola un poco –. Ahora tendrás
que soportar que te aplaste un rato… –susurró
riéndose en bajo.
–Siempre me aplastas de todos modos, no puedes dormir de
tu lado –se rio, respirando con fuerza aún y rodeándolo
con los brazos –Eres mío.
–Lo soy… –susurró en bajo, cansado y sonriendo,
satisfecho.

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