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Capítulo 54
Beautiful and blessed chaos

12 de Abril, miércoles.
Noche.


Junji entró en la casa a eso de las once, había salido un rato con un chico con el que había quedado por la tarde, pero sinceramente aquello no había cumplido con sus intenciones de dejar de pensar en Daiki y Takashi. Le había parecido aburrido y engreído.

–¿No hay nadie? –preguntó sentándose en el sofá, ya que no estaba muy seguro de si Daiki habría vuelto, y de si Takashi seguiría allí.

–Yo estoy y Daiki viene en camino, me llamó... –le contestó Takashi saliendo de la habitación y rodeándolo por detrás, recostando su cara junto a la del moreno –No le dije a dónde fuiste...

–¿A dónde fui? –se giró un poco, sintiendo su aliento y pensando que era por culpa suya que los demás le pareciesen insignificantes.

–A ver al otro... te escuché en el teléfono –lo besó ligeramente, soltándolo sólo para ir a sentarse a su lado –¿Has pensado en lo que te dije?

–No… claro, ¿cómo quieres que no haya pensado en ello? Siento que he invitado al demonio a entrar en mi propia casa –suspiró, pasándose una mano por el cabello y haciendo crujir la cazadora, ya que aún no se la había quitado –. Y fue aburrido.

–Claro que lo fue y no soy un demonio, Junji –suspiró tocando los bordes de su cazadora –Sólo quiero lo mejor para los tres.

–Tengo un problema contigo… –susurró el moreno, girándose un poco hacia él y besándole los labios con suavidad –. Eres adictivo.

–Lo soy y... ¿Daiki? –le preguntó ya que estaba seguro de que se acercaba cada vez más.

–Daiki es mi hijo… –se apartó un poco, levantándose y quitándose la cazadora mientras iba a buscar una cerveza. No podía evitar recordar lo sucedido al medio día, se había excitado… y sin duda Daiki lo había notado.

–Puedes dejar de repetir eso ahora, ya todos lo sabemos –el chico lo siguió, escuchando la puerta abrirse.

–Ya llegué... –anunció Daiki acercándose a la sala.

–Estoy en la cocina –le contestó Junji enseguida, pensando que se había salvado ahora que Daiki estaba allí. Abrió la cerveza y regresó al salón, apretándole el hombro a modo de saludo –. ¿Qué tal?

–Bien... Papá, mira esto –le pidió caminando hacia Takashi y sujetándolo por la camiseta para plantarle un beso en los labios, aunque con esa mirada más parecía que estuviera luchando con el sorprendido albino –Y esa es mi respuesta –comentó soltándolo y mirando a su padre luego.

Junji se quedó de piedra por unos segundos, y luego los miró a ambos.

–¿Y eso qué quiere decir, que tus gustos han cambiado? –le preguntó nervioso. No se había salvado para nada. Se sentó en el sillón, bebiendo un poco y pensando que tenía ganas de escaparse de aquella situación.

–No, eso quiere decir que acepto la proposición de Takashi –lo miró a los ojos acercándose a su padre ahora –Si eso quieres... estoy dispuesto a compartirte.
–No puedes rechazarnos a los dos... –Takashi se acercó por el otro lado tocando su pierna derecha de pronto.

–Esto… es una encerrona. Yo… no puedo simplemente… Hay muchos problemas, tu madre… –le dijo a Daiki, de pronto más nervioso.

–Mi madre no tiene por qué saberlo –negó el chico tocándole la otra pierna –Te quiero... y estaba celoso de ella. Me molestaba...

–No digas eso… –le riñó, pensando que ya no se aguantaba y suspirando –. ¿Estáis seguros de esto? Será incómodo para ambos y… ¿y vuestros amigos?
–Mamoru piensa que está bien –le contestó Daiki sin apartarse para nada –Quiero estar contigo, sea como sea...

–Y mi mejor amigo es Daiki, ya ves... –sonrió Takashi seguro de que estaban ganando –Lo mantendremos en secreto por ti.

–Sé que esto no va a salir bien… –murmuró el moreno, aunque su voluntad se veía torcida por ambos. ¿Qué iba a hacer? Era humano, y no era perfecto precisamente –, pero supongo que por ahora, no creo que haya un hombre con tanta suerte como yo –les sujetó la nuca a ambos, besando a Takashi y luego mirando a Daiki a los ojos, besándolo también y apretándole la nuca un poco.

–Papá... –sonrió Daiki abrazándose a él y besando su cuello luego mientras que Takashi volvía a besar sus labios, también sonriendo un poco. Se sentía feliz por ambos y por sí mismo, claro. Definitivamente aquello era lo mejor.

Junji entrecerró los ojos, apretándole un poco la espalda a Daiki mientras besaba al albino de forma más apasionada ahora. Los acercó a ambos, besándolos a la vez y estrujando el cabello del moreno.

Las lenguas de ambos se entrelazaban con la de Junji y con las propias, pero no les importaba eso.

A Daiki le latía el corazón con fuerza, no se podía creer lo que estaba haciendo. Sin embargo, su mano fue bajando por el abdomen de su padre.

Junji comenzó a besarlo sólo a él ahora, quitándole la camiseta y observando su cuerpo con libertad al fin, excitándose con aquella masculinidad joven e inclinándose para besarle el cuello. Le mordió el pecho sin poder controlarse, lamiéndoselo después y apartándose para sacarse la camiseta.

Sujetó a Takashi y se la quitó también, oliendo su pecho, besando sus pezones rosados en aquella piel tan pálida y succionándolos. De todas formas movió el brazo hacia Daiki y lo atrajo para que se sentase sobre una de sus piernas, haciendo lo mismo después con Takashi y cambiando entre uno y el otro. Eran completamente distintos y ambos le excitaban terriblemente.

Les apretó las nalgas, a uno con cada mano, recostándose contra el respaldo y mirándolos.

–Sois de lo peor…

Daiki miró a Takashi de soslayo enrojeciendo un poco por el nerviosismo, pero estaba completamente encendido. Besó a su padre de manera apasionada, sujetándole la nuca para que no se le escapase.

–Somos de lo mejor... –sonrió Takashi lamiéndole el cuello ahora y bajando por su pecho mientras bajaba la mano para abrirle los pantalones.

El mayor apretó las nalgas de Daiki, correspondiendo a sus besos y pegándole con la palma de la mano, un tanto más nervioso al notar que Takashi se ponía más serio con aquello, pero no lo detuvo. Tiró del cinturón de los jeans de su hijo y le abrió los pantalones, sujetando su sexo y resoplando contra su boca al apretarlo.

–Ah... –gimió el moreno sorprendido por las sensaciones intensas, se sentía como en un sueño, tenía el sexo más hinchado que nunca. Le acarició el cabello a Junji mientras Takashi se arrodillaba en el suelo entre sus piernas.

Bajó su pantalón hasta sus tobillos, empezando a lamer su sexo luego, succionándolo.

Junji le apoyó la mano en el cabello al albino, jugando con él y jadeando en los labios de Daiki.

–Ve con él –le pidió, besándole los labios varias veces antes de que fuese a separarse.

El chico asintió en silencio, quitándose de la pierna de su padre y arrodillándose, mirando a Takashi por un momento.

El albino succionó el sexo de Junji una vez más y lo deslizó fuera de su boca luego. Miró al moreno por un momento, acercando a Daiki por la nuca y besándolo antes de dirigirlo hacia el sexo de su padre, siguiéndolo luego, cada uno ocupándose de un lado del mismo.

–Oh… –el moreno apoyó la cabeza contra el respaldo, moviendo un poco las caderas y pensando que ya estaba por completo perdido entre ellos. Sujetó su propio sexo y le apoyó la otra mano en la cabeza a Daiki, bajándolo contra él para que lo succionase y sacándolo de su boca, metiéndolo ahora en la de Takashi, bajando al moreno hacia sus testículos.

Se inclinó hacia delante y les acarició la espalda a ambos, rozando entre sus nalgas con los dedos y empujando con suavidad, aunque el pantalón del albino le dificultaba los movimientos.

–Ábretelo…

Takashi se lo abrió y se lo bajó sonriendo un poco contra su sexo, murmurando.

–Cuanta prisa... –antes de que la mano de Daiki le bajase la cabeza de nuevo para que no lo molestara.

A pesar de eso, estaba gimiendo y apretando un poco las nalgas como acto reflejo.

Junji se rio entre jadeos y volvió a empujar los dedos dentro de ellos, buscando cómo darles placer a ambos y tratando de no dejarse llevar simplemente por la excitación. Lo estaban volviendo loco.

–Venid aquí… –les pidió para que se levantasen, juntándolos un poco y comenzando a lamerlos a ambos, succionando el sexo de uno, y luego el del otro, masajeando los dos y mirando a Daiki, tratando de asegurarse de que todo iba bien.

El chico estaba rojo por completo y se pasó una mano por el cabello sintiendo que incluso sudaba. Jadeaba sin poder evitarlo, y no podía quitarle la mirada de encima.

Takashi que también estaba jadeando, o más bien gimiendo, lo sujetó por el cuello, luchando contra el rechazo inicial del chico.

–Tranquilo... a Junji le gusta... –sonrió volviendo a besarlo, y efectivamente mirando al moreno. En realidad, ambos lo miraban.

–Me gusta… –el moreno se levantó, deshaciéndose de lo que le quedaba de ropa y sujetándolos a ambos por la cintura, besando a uno y luego al otro, después a ambos. La verdad es que ya no sabía ni lo que hacía. Bajó una mano y empezó a masajear su sexo junto a los suyos, utilizando toda la fuerza de su brazo para agitarlos dentro de su mano –. Te quiero… –susurró contra los labios de Takashi, mordiéndoselos un poco y luego besando a Daiki –. Te quiero.

–Te quiero... –murmuró Daiki entre jadeos, acariciándole el pecho y apoyándose contra su hombro, sin poder acallarse, se iba a correr pronto pero no quería verse infantil.

–Y yo... –contestó Takashi girándole la cara para lamer sus labios de nuevo, pegándose más a él.

Junji lo rodeó con el otro brazo, apretándolo por excitación y porque lo amaba y le había sido difícil estar sin él. Tenía ganas de hacerle el amor, pero también a Daiki, y se merecía tener una primera vez en condiciones. Estaba seguro de que estaba al borde de todas formas.

–¿Te vas a correr? –le preguntó, susurrando contra sus labios.

–No... Mhm... –gimió el chico a través de los labios cerrados ahora y frunciendo el ceño. Le molestaba correrse antes que Takashi, pero estaba demasiado excitado, no podía evitarlo.

–Sólo disfruta...ah... –le recomendó Takashi tocándole una mejilla y estremeciéndose un poco por cómo los tocaba Junji, aquello era increíble.

–¿No? Algo debo estar haciendo mal… –se metió un poco con él el moreno, arrodillándose entonces y lamiendo ambos sexos, succionándolos como podía, sumamente excitado a decir verdad. Les apretó las nalgas, pegándoles con suavidad y empujando de nuevo los dedos dentro de ellos, moviéndolos y haciendo sus sexos rozarse mientras se ocupaba de ellos.

–Agh... por dios... –se quejó Daiki ya que el calor le había subido de golpe incluso hasta la cara, así no iba a poder contenerse. Finalmente empezó a correrse, gimiendo y jadeando con fuerza.

Takashi se inclinó un poco dejándose llevar también por los movimientos del chico así como por la lengua de Junji, era la primera vez que participaba de algo así.
El moreno se tragó su semen, sintiendo el de Takashi a los pocos segundos, salpicando su lengua y sus labios. Succionó cada uno profundamente, limpiando hasta la última gota y sentándose en el sofá de nuevo para que se encargasen de él. De todas formas estaba que ya no se aguantaba más.

Ambos chicos se dejaron caer a su lado en el sofá, Daiki aún jadeando y Takashi riéndose un poco. No tardó casi nada en ponerse a gatas para succionar el sexo de Junji y por supuesto, Daiki no pensaba quedarse atrás. Lo lamió desde su base, ambas lenguas entrelazándose y moviéndose por toda su entrepierna.
Junji se sujetó al respaldo del sofá con los brazos estirados, mirándolos. Se sentía increíble, como nunca.

–¡Ah… Agh! –ahogó los gemidos, bajando las manos para acariciar a ambos chicos, revolviéndoles el cabello y corriéndose al fin al notar la mirada de ambos. Su cuerpo se estremeció violentamente y los apretó contra él para amortiguar un poco el placer. Aflojando las manos poco a poco y volviendo a acariciarlos mientras cerraba los ojos demasiado satisfecho.

De nuevo estaban jadeando ambos y aun demoraron unos segundos más lamiendo y limpiando su sexo, a pesar de que tenían algo de semen alrededor de los labios también.

Poco a poco se apartaron, Daiki dejándose caer contra el respaldo, pero tocando el pecho de su padre.

Takashi sonrió como siempre relamiéndose e incluso pasándole un dedo a Daiki por la quijada para llevarse parte de aquel semen a los labios.

Junji los rodeó, acariciándolos y tocándoles la espalda con suavidad. Ahora comenzaba a darse cuenta de que aquello era una locura más que nunca, incluso se sentía un poco culpable.

Le alzó un poco la cara a Daiki para ver qué expresión tenía. ¿Se sentiría mal él?

El chico estaba un poco serio, pero completamente rojo. No se arrepentía para nada, pero tenía miedo de que su padre sí.

–Te quiero... –susurró nuevamente mirándolo a los ojos.

–Yo a ti –le besó los labios con suavidad, acariciando su cabello y mirando a Takashi después –. ¿Seguro que esto es lo que queréis?

–¡Sí!

–¡Sí!

Los dos chicos exclamaron a la vez, Takashi riéndose y Daiki enrojeciendo un poco, aunque también sonreía ahora.

–Ambos queremos estar contigo...

–Me siento un poco culpable –les dijo, aunque se había sorprendido con la efusividad, casi parecía que lo hubieran ensayado.

–No tienes por qué... papá –Daiki le acarició el cuello, llamándolo de ese modo para que supiera que nada más había cambiado si era eso lo que le preocupaba.
–No, no tienes por qué, aquí todos hemos tomado esta decisión y todos somos conscientes de lo que queremos.

–Eso decís, pero a veces uno se hace una idea de algo que nunca ha probado y después resulta que no es lo que creía –susurró tranquilo, a pesar de que seguía preocupado. Los atrajo más hacia él, apoyando la cabeza contra el respaldo –. Y además, me dejáis agotado.

–Pero esto fue mejor de lo que yo creía... –le aseguró Takashi acariciando su pecho –y tú agotas más...

–Agh... cállate, Takashi –lo empujó Daiki riéndose luego y bajando la cara –¿Dormimos juntos esta noche?

–Todas, si queréis… Tal vez Takashi quiera quedarse aquí y dejar de alimentarse de precocinados y ramen –Junji lo miró, tocándole la espalda con suavidad –. Podrías quedarte con uno de los cuartos de invitados si quieres.

–Pero me gusta el ramen... –se quejó el chico sólo por contradecir.

–Claro que te gusta, te gusta cualquier cosa. No has visto su refrigerador, papá.

–Daiki, no seas inmaduro... Y sí lo ha visto –se rio Takashi asintiendo luego –Acepto.

–Vale… –sonrió ligeramente, pegándole una nalgada porque le dijera inmaduro a Daiki –. Mejor guarde silencio, señor madurez. Aquí nadie es maduro, eso ha quedado claro.

–Creí que todos lo éramos... –se sobó la nalga aún sonriendo.

–Tú eres el más inmaduro –sonrió Daiki también, suspirando y entrecerrando los ojos. Se sentía increíblemente feliz –¿Quieres que ponga música, papá?

–Sí, ponla… –murmuró, esperando a que se levantase y mirándole las nalgas, aunque se sentía sumamente pervertido.

–Junji... –se rio en bajito Takashi, recostándose por completo y tocándole el sexo como para castigarlo, aunque sólo jugaba.

–Vi eso, Takashi...

–No se me gasta… –bromeó, recostándose hacia atrás también y sujetando a Daiki cuando se aproximó para que se acostase con ellos –. Voy a necesitar un sofá más grande.

–Este está bien... –comentó Daiki, acomodándose.

–Así podemos estar todos juntos...

–Estamos demasiado juntos… –murmuró Junji, que se sentía un poco aplastado, aunque en realidad no le importaba tanto. Sujetó a Takashi contra él y le acarició el cabello a Daiki, limitándose a escuchar la música por ahora. Se sentía bien así –. Si tu madre se entera de que Takashi está aquí o lo ve… es tu novio.

–Mi vida...

–Cállate, Takashi –lo riñó Daiki, aunque le hacía un poco de gracia.

Junji se rio, hundiéndose un poco más en el sofá y apretándolos contra él.


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