Capítulo 44
Perfect bodies and healthy minds
11 de Abril, martes.
Noche.
Shinya sonrió, recostándose un poco más hacia
atrás en el banquito. Finalmente habían encontrado
un gimnasio, y había comprado aquel pendiente. Lo sacó
de un bolsillo y se lo mostró a Yuki. Era una bolita negra
con una especie de ojo amarillo dentro.
—¿Te gusta?
—Me encanta. Aún no te has perforado, ¿verdad?
—le preguntó mirándolo y sonriendo un poco.
—No, todavía no. Hideo me lo hará… —le
aclaró, tocándose la oreja en reflejo y guardándolo
de nuevo —. Seguro que duele mucho —murmuró guardándose
las manos en los bolsillos.
—No me digas que te gusta el dolor… —lo tocó
en una pierna de manera descuidada, sonriendo —Confías
mucho en Hideo, ¿no?
—No me gusta nada, lo odio…, pero hace tiempo que quiero
ponerme un pendiente. Desde el colegio, pero mis padres no me dejaban.
Luego Mamoru se los hizo y… el caso es que confío en
Hideo para que me lo haga, y en nadie más —se encogió
un poco de nuevo al pensar en el dolor —. Supongo que a ti
te pasa lo mismo con Osamu.
—No, yo no quiero otro pendiente —bromeó moviendo
un poco las piernas —, pero si me lo fuese a poner, se lo
pediría a él, tienes razón —sonrió
de manera más dulce, aunque pensando que no quería
ponerlo en esa situación.
—Mis padres me matarían si supieran que salgo con
alguien, y encima con un profesor —cruzó las piernas
como un indio sobre el banquito, sujetándose los tobillos.
—¿Tus padres saben que eres gay? Aunque supongo que
no es fácil ocultarlo viviendo con Mamoru —se rio al
alzar la mirada y observar cómo el chico estaba colgado del
profesor que aun así intentaba correr hacia delante.
—Sí, tengo muchas cosas que lo demuestran en mi cuarto.
A mi padre le puso de los nervios durante un tiempo, y me culpaba
de que mi hermano lo fuese. Aunque no me lo decía directamente…
lo escuchaba, y podía notar que yo no le gustaba. No sólo
por eso… yo no le gusto a mi padre y punto… —movió
un poco las piernas, mirando a Mamoru —. Mamoru sí.
—Tal vez no es como tú lo ves. Mi padre no me habla,
¿sabes? Pero no me ha sacado de la casa, así que supongo
que no me odia del todo… —compartió para hacerlo
sentir mejor, aunque no le gustaba mucho hablar de eso, luego complicaba
las cosas —Y no tengo hermanos, así que no puedo esperar
que otro desvíe la atención.
—Lo malo es que Mamoru siempre desvía la atención
de todo tipo… —murmuró mirándola, aunque
ahora realmente ya apenas le importaba eso —. ¿Por
qué no te habla?
—No le gusta cómo soy —contestó simplemente
desviando la mirada —¿Por qué crees que no le
gustas a tu padre?
—Porque lo escuché decirle a mi madre que yo no soy
su hijo y cosas por el estilo… —la miró de soslayo,
el cabello cayéndole un poco por delante y provocando que
se lo colocase mejor —Porque a veces ni siquiera me miraba,
y con mi hermano es todo lo contrario… Eso se puede sentir
—la miró fijamente por un momento —. Pero nadie
lo sabe, es un secreto.
—No se lo diré a nadie —le sujetó la
mano, apretándosela y por un momento preguntándose
si podía confiar en él, a veces se cansaba de no poder
hablar con nadie de eso —. Yo tampoco soy la hija de mi padre,
estamos a mano —se rio volviendo a mirar hacia la cancha.
—Pero lo somos… ¿no? —le apretó
la mano también, sintiéndose extraño por aquella
confianza, pero la verdad es que no le desagradaba —¿Por
qué te odia tanto?
—No creo que me odie, sigo esperando que cambie de opinión
—contestó, aunque empezaba a sentir que aquello sólo
era aferrarse ciegamente a una esperanza —. Ya te lo dije,
no le gusta cómo soy, lo avergüenzo.
—Yo también. Le avergüenza que sea tan débil
y tan… extraño… Mamoru es fuerte, abierto, y
a pesar de que suspenda o de que su aspecto sea… ese —lo
señaló, pensando que parecía un maleante —,
eso no importa —suspiró, mirándola —.
Pero no comprendo por qué tu padre se podría quejar
de tener una hija como tú.
—Mi padre no quería una hija para comenzar…
Y Supongo que soy demasiado notoria —lo miró a los
ojos un poco seria —. A mí me agradas, me agradáis
ambos, precisamente porque sois distintos.
—A mí también me agradas —le aseguró,
mirándola igual de serio y tocándole un poco el cabello
para apartárselo de la cara —. Voy a parecer mi hermano,
pero… que le jodan a tu padre.
Yuki se rio sin apartarse.
—Sí, pero esa parte de Mamoru es muy dulce, así
que tú también lo eres.
Shinya sonrió, mirando hacia los demás y pensando
que no lo era, pero no iba a discutir por eso.
—Creo que Osamu quiere matarme… —le dijo notando
que los estaba mirando y se comía un empujón a causa
de eso, devolviéndole la atención a lo que debía.
—No te preocupes, luego es más apasionado —se
rio, aunque soltándole la mano. Después de todo, no
sabía si eso era conveniente. Le envió un beso distrayéndolo
de nuevo y provocando que Hideo le gritase.
—¡Deja de mirar a tu novia y patea!
—Hideo lleva la enseñanza en el corazón…
—bromeó Shinya, guardándose las manos en los
bolsillos otra vez y riéndose. Aunque ahora no había
podido evitar pensar en lo que Hideo le había dicho, y en
lo que Yuki acababa de decir —. ¿Ya lo habéis
hecho?
—No le preguntes eso a una chica —se rio imitando a
Mamoru y enrojeciendo un poco —. Aún no… Vamos
con calma.
—¿Tienes miedo?
—Sí, un poco —lo miró de nuevo algo más
seria y obviamente nerviosa.
—Yo también lo tenía, pero merece la pena —la
miró a los ojos, pensando que se ponía muy nerviosa,
la verdad —. Le dejé ser top, y… me dolió
—le dijo con su usual sinceridad —, pero se me pasó
rápido. Me gustó, y sobre todo me gustaba ver su rostro
así de excitado, notar cómo buscaba el placer en mi
cuerpo…
—Nada te da vergüenza, ¿verdad? —se rio
de nuevo —Es lo que yo quiero, pero no es sólo el dolor.
Me preocupa que no le guste yo.
—No hay nada de malo en ti. Yo también tenía
miedo de no gustarle a Hideo, de que no le gustase mi cuerpo…
Y no es así. Yo lo veo a él… perfecto, su cuerpo
me parece increíble, sin defectos. Y supongo que él
me ve de la misma manera por más que a mí me resulte
imposible entenderlo. Osamu te quiere, para él eres perfecta,
estoy seguro.
—No lo sé… Supongo que tienes razón —asintió
mirando el juego de nuevo, no era posible que la comprendiese, claro.
—¿No habéis hecho nada de nada? —la miró,
pensando que eso resultaba incomprensible para él.
—Algo sí… Le he mostrado partes y me ha tocado
los pechos, pero… No hemos pasado de eso —se rio enrojeciendo
un poco.
—Pues… no queda mucho por ver, ¿no? —se
rio también, mirando a Hideo y luego a Daiki —No tienes
que preocuparte por tenerla pequeña o algo así.
—Claro que no… —le dio una palmada en el brazo,
cubriéndose un poco la cara con la otra mano.
Shinya seguía riéndose sin poder evitarlo, preguntándose
si también habría distintos gustos sobre esas cosas.
Prefería quedarse con la duda, la verdad. Se puso más
serio sólo con pensarlo.
—¿Por qué no hablas con él? Intentas
averiguar qué es lo que más le gusta de una chica,
las cosas que le excitan… qué partes del cuerpo…
Yo lo hablé hoy con Hideo, revisé sus videos porno…
—¿Se puede saber qué tiene? —le preguntó
de manera maldita, mirándolo de soslayo —Es pervertido,
¿no?
—Básicamente… uniformes… twinks…
—le dijo girándose un poco hacia ella —. Es bastante
salido, gracias a Dios.
—Gracias a Dios, ¿eh? —se rio asintiendo, ya
se lo había supuesto de todas maneras —Creo que Osamu
también, pero es muy tierno.
—Sí, seguro que lo es —se rio, mirándolo
y pensando que parecía cariñoso, al menos con Yuki,
tal vez exclusivamente con ella —. Yuki, ¿tú
no tienes ganas? Es una pregunta científica… no te
juzgo.
—Sí tengo ganas —lo miró aún sonriendo
un poco —. Por supuesto que las tengo, pero supongo que el
miedo puede más a veces. Cada vez que lo detengo… es
porque me estoy excitando demasiado.
Shinya la miró con curiosidad, pensando que no comprendía
a las mujeres, pero de pronto se apiadaba de todos los heterosexuales
del mundo.
—Está terminando… el juego… —le
señaló la rubia percatándose de cómo
la miraba, le causaba algo de gracia a decir verdad —Shinya,
si alguna vez sucede algo con Osamu, ¿crees que podría
hablar contigo?
—Claro…, puedes llamarme cuando quieras, o venir a
casa —se estiró un poco en el banco, tapándose
los labios después con la palestina y levantándose
para ver a Hideo. Su hermano estaba ahora con Daiki.
—Lo siento, no estaba muy concentrado… —se disculpó
Daiki, moviendo la cabeza y sujetándole los brazos a Mamoru.
Por lo menos había podido descargar un poco de agresividad.
—A mí eso me da igual. Fue divertido, ¿no?
—le preguntó. Ya había notado que estaba raro,
pero no le gustaba hablar de cosas que lo incomodarían a
él también. Cosas… demasiado personales o complicadas
sobre las que no tenía nada útil que aconsejar —.
¿Por qué no te vienes a mi casa y nos pasamos la noche
viendo películas o algo así?
—Hum… —por un momento pensó en su padre
y en Takashi, pero estarían mejor sin él —¿Por
qué no? Hace tiempo que no lo hacemos… ¿Tu hermano
vendrá?
—Si quieres le digo que se vaya con Hideo, no creo que se
ponga a hacer un drama, ¿sabes? —se rio despreocupadamente,
mirándolo con el profesor. Por cómo se estaban besando,
seguramente no tendrían inconveniente, no.
—No creo que se lo tengas que decir —se rio el chico
observándolos un poco envidioso, a decir verdad —.
No importa, deja que haga lo que quiera, es su casa también.
¿Tienes algo de terror?
—Siempre tengo algo de eso bajado —le aseguró
—. ¿Te dejará tu padre?
—Lo llamaré, pero estoy casi seguro de que sí
—asintió buscando su móvil y recordando luego
que lo había dejado con su cambio de ropa —Vamos a
cambiarnos… Estoy todo pegajoso.
—Vale, te puedes duchar luego. Te dejaré algo —miró
a su hermano, pensando que era mejor si los acompañaba. Así
Masaki no lo mataría… tanto.
Osamu se había quedado hablando con uno de los hombres que
jugaban con ellos, y se apartó por fin, corriendo al lado
de Yuki y calmando el paso a medida que se aproximaba, ya que había
sido un arranque repentino por haberlo estado reteniendo.
—¿Te has aburrido? —se preocupó enseguida,
inclinándose para sacarse la camiseta y cambiarse antes de
que se le acercase ya.
—No, estuve hablando con Shinya —le contestó
acercándose y acomodándole la camiseta que se acababa
de poner —. Y viéndote jugar…
—Ya… —le contestó preocupado de todas
formas, sujetándole la cintura y ahora sí besándola
—. Se ha hecho un poco tarde. Te llevaré a casa.
—Vale, ¿por qué estás tan tenso? No
me digas que te pusiste celoso —se sujetó de su brazo
pegándose un poco a él.
—Sí, no… pero sólo un poco. Sé
que no pasa nada… —carraspeó ligeramente, mirando
a Shinya, que estaba a lo suyo con Hideo. En realidad ese chico
no le parecía un problema para nada. Más le parecía
el que se estaba acercando con esa sonrisa en los labios.
—Yuki… Daiki se va a quedar en casa a ver unas pelis,
¿quieres venir? —le preguntó para molestar,
tentado de sujetarle el borde de la falda y conteniéndose
sólo por la mirada del otro.
—No puedo esta noche, tendríais que avisarme con más
tiempo —se disculpó mirándolo a los ojos y sonriendo.
Lo cierto era que quería caminar con Osamu ahora, estaba
preocupada de no estarle dando lo necesario.
—Se nos acaba de ocurrir. La próxima vez —se
rio, tocándole el abdomen con un dedo finalmente —.
Nos vamos entonces —se despidió, sujetando por los
hombros a Daiki —. ¿Vienes, Shinya?
—No, vete yendo… —lo despidió con la mano
su hermano, tapándole el culo a Hideo antes de que le diese
una nalgada.
—Mira cómo me protege… —se rio el moreno,
sujetando a Shinya luego y susurrando —Mío… —antes
de volver a alzar la voz —¡Daiki! ¡Revive un poco
esta noche!
—Sí… No como tú —murmuró
para sí metiéndose las manos en los bolsillos mientras
se alejaba.
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