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Capítulo 27
Love me, love my Teddy bear

8 de Abril, sábado.
Noche

Mamoru llevaba un buen rato frente al espejo de su cuarto, mirándose sin moverse un ápice. Podía ver algo moverse atrás en la oscuridad de su habitación. La luz estaba fallando. Se encendía y apagaba continuamente, la bombilla chisporroteaba como si el filamento fuera a romperse.

Algo se movía, cuando la luz se encendía podía observarlo gatear por el suelo hacia él. Estaba tan congelado que no podía moverse.

Ris… ris… —se escuchó un papel romperse.

—Ah… —jadeó repentinamente, sudando y observando su reflejo al otro lado mirando hacia atrás de él. Golpeó con las manos el cristal y se volteó hacia la oscuridad de aquel cuarto en el edificio abandonado.

El corazón le latía a mil y observó cómo se levantaba del escritorio en su propio cuarto, al otro lado.

—¡Ah! Ah… —se sentó de golpe en el sillón del salón —¡Joder! —le gruñó a la soledad de su cuarto, lanzando el mando de la tele contra la pared y sacándole la tapa de la pilas del golpe.

La puerta se abrió repentinamente, sobresaltándolo aun más hasta que vio que se trataba del profesor de gimnasia.

—Hum... Yo esperaba encontrarte en algo comprometedor... Con tanto “joder” y gritos... —deslizó la mirada hacia el mando en el suelo, suponiendo que se le habría dañado.

—Se me jodió el mando… —refunfuñó, levantándose para pillarlo al vuelo cuando Hideo se lo lanzó.

—Se me ocurren otras formas de arreglarlo —le aseguró Shinya, cogiéndolo de las manos de su hermano y colocando la tapa, cambiando de canal sin problemas y dejándoselo caer en la entrepierna.

—Bueno, pero antes no iba —se quejó enrojeciendo. No iba a decir que tenía una pesadilla, ni que fuera un niñito.

—Es igual, siempre se puede ver el porno en el ordenador —Hideo lo rodeó por los hombros apretándolo un poco —. De hoy en adelante voy a ser vuestro tutor.

—Pues la llevas clara. Nunca le hacemos caso a nadie… —se rio, sujetándole un brazo con la mano —. ¿Has visto las fotos que le pasé a mi hermano?

—Sí las vio —le aclaró Shinya, que había ido al baño, y luego se sentó en el sofá donde estaba su hermano.

—¿Qué hacíais en un lugar como ese? No sabía que teníais genes de exploradores —comentó sentándose del otro lado sólo por incomodar un poco.

—A Daiki y a mí nos gustan esas mierdas —le aclaró, pensando que siempre iban a ver todas las pelis de terror que sacaban.

Shinya se recostó un poco contra el reposabrazos, frunciendo el ceño y pasando de decir nada respecto a lo que opinaba de que no se hubiese sentado a su lado.

—Pues no queráis protagonizar una —le recomendó.

—Uy sí, qué miedo, mira… A mí es que los cojones me hacían como castañuelas… —Mamoru se rio, pasando los brazos por encima del respaldo —. Aunque Masaki y yo vimos algo… que no se lo hemos comentado a nadie aún, pero eso sí que era de peli de terror.

—¿Qué visteis? —le preguntó el profesor recordando las fotos y pensando que sí se veían tenebrosas, aunque no solía fijarse demasiado en ese tipo de cosas —Los lugares abandonados son peligrosos en sí.

—Bah… también es peligroso cruzar la calle, echar un polvo… —comenzó a enumerarle como si nada, tocando con los dedos sobre el respaldo.

Shinya no le contestó en esta ocasión porque pensaba que tenía razón, aunque tenía buenos argumentos para esgrimir, pero sabía que su hermano no era bueno con los razonamientos.

—¿Vas a decirnos qué viste?

—Había un animal en la nevera, y estaba atravesado por un montón de cuchillos…

Hideo silbó dándole una palmada en la pierna a Mamoru.

—Pues eso no se ve muy accidental. ¿No os topasteis con algún loco o drogadicto? —le preguntó un poco preocupado en realidad, pero sin demostrarlo mucho.

—Pues no, no había nadie allí… Además había otra cosa extraña, los cajones de la cocina estaban llenos de cuchillos, y no había nada más que eso —miró a Hideo tocándose la quijada —. Y había una rata.

—Eso es normal —murmuró Shinya, cogiendo el mando y cambiando de canales arbitrariamente.

—Sí, incluso puede ser una rata asesina... —bromeó Hideo haciéndole un gesto a Mamoru como de ir a agarrarlo, aunque finalmente no lo hizo y bajó las manos —. Pero no es normal lo de los cuchillos ni lo de la víctima peluda. Creo que no deberíais ir allí de nuevo.

Mamoru se estaba riendo y se movió un poco en el asiento.

—Tendré en cuenta tu opinión —pensaba regresar allí de cualquier forma.

—No vuelvas a ir —le dijo Shinya.

—Pero iré —lo miró como si nada, suspirando con fuerza.

—Te he dicho que no —le repitió Shinya tranquilamente, haciendo que lo mirase, apretando un poco el respaldo.

—¿Sabes que así empiezan los asesinos en serie? Torturando animales... —comentó casualmente Hideo como quien no quiere la cosa, mirándolo de soslayo luego.

—Me la pela… no me dan miedo los asesinos en serie. Si me aparece un tarado con un cuchillo… pues bien, sólo es un tarado con un cuchillo. Ya ves… —se rio.

—¿Ya ves? —Shinya se sentó mejor en el sofá, resoplando y sujetándole el hombro —. No sé qué crees, pero una persona que está mal de la cabeza no es alguien de quien tú puedas hacerte cargo. No sabes de lo que estás hablando. No vuelvas a ir allí.

—Déjame… —protestó Mamoru levantándose.

Shinya se levantó frente a él.

—Di que no irás —le exigió.

—Que no… —murmuró mirando a otro lado.

Hideo los miró pensando que aquello era muy interesante, pero mejor no se metía con él. Conociendo a Mamoru, se pondría rebelde.

—Mamoru, ¿sabes que Shinya ha accedido a hacer gimnasia esta semana? —sonrió cambiando el tema para aligerar las cosas.

—¿Ah sí? —miró a su hermano de manera incrédula —¿Y eso por qué?

—Porque se lo prometí si venía… —se sentó de nuevo, pensando que le agotaba más discutir con él, y le dio en las nalgas con una mano.

—Agh, no me toques, que eres un pervertido de los músculos.

—Por eso, es que las tienes duras y me ponen mucho —le pellizcó una, haciéndolo enrojecer y sentarse de nuevo, que era lo que trataba de conseguir Shinya de todas formas.

—Para, son de Masaki —pasó los brazos por encima del respaldo otra vez, moviéndose un poco porque era sumamente intranquilo —. ¿Y qué vamos a hacer?

—Podemos hacer sitting ball… —le sugirió Shinya de broma.

—No vamos a hacer sitting nada —se rio Hideo estirándose ahora como si estuviera en su casa —Algo divertido... A Shinya no le gusta el fútbol, supongo que el baloncesto tampoco. Podríamos hacer relevo.

—A Shinya sí que le gusta el fútbol y el baloncesto… Lo ve en la tele —Mamoru se rio, mirando a su hermano después, que había enrojecido ligeramente, pero seguía serio.

—Lo que veo es a los jugadores —se excusó neciamente —. Pero no quiero que me peguen una patada, ni que me empujen, ni… que colisionen contra mí de ninguna forma.

—Ni que fuera rugby —se rio Mamoru —. Eh… cuando yo era pequeño, Shinya jugaba al balonmano.

—No me gusta… —replicó enseguida.

—Mentira, estaba en el equipo de balonmano —se rio.

—Sorpresa, sorpresa... ¿Seguro que no te gusta? Podríamos jugar a eso si quieres —lo miró curioso —. Es una de las únicas circunstancias de la vida en la que meter mano se considera completamente positivo.

—Sí le gusta, juguemos a eso, aunque a mí me parece una mierda no poder darle patadas —Mamoru sonrió. Lo cierto es que le llegaba con que Shinya comenzase a comportarse como un chico normal. Estaba emocionado incluso.

—En este caso… teniendo en cuenta a mis compañeros de clase, como no me la meta Daiki, será completamente negativo —murmuró Shinya con cara de suplicio, vengándose un poco porque se hubiera puesto al lado de su hermano.

Mamoru se rio, mirando a Hideo por ver qué decía. Masaki lo mataría si decía algo así.

—Oh, ¿con que Daiki, eh? Hum... tal vez se la meta yo a él —lo amenazó con cara de no haber dicho nada fuera de lo común, aunque se estaba riendo por dentro.

—Sólo si quieres quedarte con los muñones… —le dedicó una mirada asesina, aunque en realidad le gustaba que se las devolviese.

—Agh… ¿Y debo preocuparme por asesinos hipotéticos? —Mamoru le dio con un cojín en la cabeza, y el mayor lo sujetó por el cuello con el brazo ahogándolo un poco, más que nada porque sabía que no iba a defenderse realmente. La verdad es que Mamoru se estaba riendo, hacía siglos que su hermano no jugaba con él.

—Bueno, es que tu hermano mata con amor, es mucho más placentero. Si vieras cómo me mató anoche... —sonrió observándolos a ambos.

—Ahg… ¡qué asco! ¡No quiero saberlo! —se quejó Mamoru, apartándose de su hermano repentinamente y enrojeciendo —. Como os escuche… os mato.

—Lo maté a puñaladas… —le dijo Shinya con una sonrisa maldita, poniéndolo más rojo y haciendo que se levantase.

—¡Me voy a la cama! Y… —señaló a Hideo, y luego miró a su hermano.

—¿Ahora quién es más virgen que la virgen María? —le preguntó Shinya, riéndose entre dientes y subiéndose un poco las gafas al bajar la cabeza.

—Mamoru... —Hideo se puso de pie, abrazándolo o más bien casi cayéndole encima —No te pongas así, ahora somos casi familia. Tengo tanto amor...

—Quita… —el moreno lo apartó, empujándole el pecho y enrojeciendo más, aunque se moría de risa —. Que me voy a la cama en serio.

—Eso, descansa, Mamoru; que te voy a poner al frente en la clase —le dio una nalgada riéndose también. Lo cierto es que había pocos estudiantes a los que tenía aprecio de verdad y Mamoru siempre había sido sobresaliente para él.

—No me importa —se rio, metiéndose en su cuarto todavía sonriendo.

Shinya lo miró hasta que hubo cerrado y se levantó también.

—Está contento… —le dijo a Hideo.

—Puedo ver eso... —el moreno se giró acercándose a él y sujetándolo por la cintura —De alguna manera eso me pone de buen humor. A ti también...

—Supongo… —lo miró a los ojos y le dio un golpe en el pecho, apartándose —¿Para qué te sientas de su lado? —le preguntó entrando en su cuarto al final sin poder contener el reproche —Y no hagas comentarios…

—Me senté de su lado para ponerlo nervioso, sólo tú lo sabes —le explicó preguntándose por qué no le habría contestado con un doble sentido, lo hacía actuar de manera honesta. Alzó la mirada observando los posters y las figuras, sonriendo abiertamente —Sin comentarios...

—Eso… es un comentario —lo miró de soslayo, sonriendo ligeramente y sentándose en la cama —. No decías que echabas de menos estar en el cuarto de un chiquillo. Pues ahí tienes… cosas que hacen los chiquillos… Los adultos decoran con ropa sucia, pero yo no.

—Los adultos decoran con objetos invaluables de color beige y totalmente inservibles. Yo decoro con ropa sucia, no te confundas —le sonrió revisando sus estanterías más de cerca. Observando sus figuras primero y señalando una —. Tengo ese juego... ¿Te gusta o sólo el personaje?

—Me gusta, me gustan mucho los juegos, los ordenadores… —le aclaró, sonriendo todavía, ya que estaba muy de acuerdo con su teoría sobre la decoración de los “adultos”. Le dio un golpe a algo y lo empujó bajo la cama distraídamente —. Son un buen remedio para el aburrimiento además.

—A mí también me gustan. Los juegos, no sé mucho de ordenadores —sonrió mirándolo ya que había notado aquel rápido movimiento —. Diría que tenías una revista porno allí, pero a juzgar por tu colección fácilmente accesible, creo que me equivocaría.

—Era algo que me dejé por ahí —le dijo sin aclarar nada, quitándose las gafas y limpiándolas antes de dejarlas sobre la mesilla —. ¿Te molesta?

—No, yo también tengo porno. Si quieres lo vemos juntos —se sentó a su lado en la cama decidiendo que mejor lo dejaba en paz. Todo el mundo tenía sus secretos después de todo.

—No creo que me haga falta contigo aquí, la verdad, pero cuando eres adolescente y lo único que ves es a un hombre de cincuenta años. Un señor calvo que te da clases, a tu padre, y a tu hermano… —se apartó el cabello de la cara, metiéndoselo tras una oreja — necesitas fapping material.

—Supongo que sí, aunque tu hermano es guapo —se rio por si acaso se ponía celoso, no sabía para qué decía esas cosas a veces —. Puedo ser tu actor porno en vivo si quieres.

—Prefiero que no actúes… —se giró para sentarse sobre sus piernas y rodearle el cuello con los brazos —¿Así que… Mamoru es guapo? ¿Y entonces por qué no te vas con él? Corre, está ahí al lado —le dijo muy serio.

—Porque no es mi tipo y porque tú... eres increíble —se echó hacia atrás sujetando sus nalgas y causando que el chico cayese sobre él —. Además, el físico no lo es todo, tú me gustas de muchas maneras.

—Pero él está más bueno —se apoyó en el colchón con las manos y lo miró fijamente, bajando un poco más hacia él y quedándose a escasos centímetros de sus labios.

—Para Masaki. Para mí no —le aseguró, apretándole las nalgas de nuevo y alzando un poco la cabeza para rozar sus labios, mirándolo a los ojos.

Shinya deslizó la lengua entre sus labios y le levantó un poco el superior, apartándose para sentarse sobre sus caderas.

Apoyó las manos en la pared y se movió sobre su sexo, apretándolo con las nalgas y bajando la cabeza para mirarlo a los ojos.

—Oh... Shinya... —jadeó Hideo sintiendo que su sexo reaccionaba instantáneamente. Alzó las manos ahora moviéndolas bajo la camiseta del chico —No estoy ebrio esta noche...

—Te haré sentirte ebrio… —le aseguró, sacándose la camiseta y sujetándole los brazos, dibujando sus músculos con los dedos y bajando las manos por ellos hasta sus hombros, apretándoselos e inclinándose para besarlo profundamente.

Las manos de Hideo se alzaron de nuevo tocando la cintura del chico y apretándola un poco, moviéndolo contra su sexo de nuevo, realmente lo hacía sentir intoxicado.

Shinya se apretó más contra él, volviendo a apoyarse en la pared y moviéndose contra su sexo con fuerza, apretándolo con sus nalgas y sintiéndolo duro contra su ano y testículos. Era activo, pero le gustaba aquello, se sentía sumamente caliente y le gustaba observar su expresión excitada.

Se abrió los jeans y sujetó su sexo, masturbándose para que lo viese. No dejaba de moverse sobre él, frotándose contra su sexo y respirando agitado, resoplando caliente.
Le subió la camiseta hasta las clavículas con la otra mano, apoyándose en su pecho y apretándoselo. Le parecía increíblemente sexy.

—Shinya, por dios… —jadeó el moreno completamente excitado, moviéndose para quitarse la camiseta por completo y apretando su sexo aun más contra el ano del chico, sujetando sus caderas luego, aunque no dejaba de observar cómo se masturbaba. Era casi torturante.

—¿Quieres hacerlo? —le preguntó, apretándose cuanto podía contra él. Le sujetó la cara con una mano, rozando su mejilla enrojecida por la excitación.

—Sí, por esta vez… —contestó sujetando su sexo y acariciándolo ahora. Lo volvía loco, no lo dejaba ni pensar bien —¿Estás seguro?

—Sí tú no te moriste ayer… —se levantó, quitándose los pantalones y tirando de los de Hideo, arrodillándose en el suelo y atrayéndolo de sus piernas fuertes para acercarlo al borde y succionar su sexo.

—No me morí, pero llevo práctica… ah… Dios, qué lengua… —le sujetó la cabeza moviéndosela un poco y observándolo con los labios entreabiertos.

Shinya le succionó los testículos, subiendo a sus piernas de nuevo y enderezándose un poco para acercar su sexo a la boca de Hideo. Enrojeció aunque eso no iba a detenerlo, y lo empujó entre sus labios.

El moreno lo succionó, moviendo la lengua en círculos alrededor de su piel y sujetando sus nalgas ahora, apretándolas. Abrió los ojos, que acababa de cerrar, para mirar al chico de aquella manera dificultosa, succionándolo con más empeño aun.

—Hideo… —él se estremeció incluso temblando un poco, estrujándole el cabello con una mano y moviéndose en su boca, aunque no le dejaba separarse mucho y era torturante, demasiado caliente. Se escupió en la mano y la llevó a sus propias nalgas mientras el otro las apretaba, empujando dos dedos difícilmente dentro de su cuerpo, y pensando que iba a dolerle, aquello ya era molesto. De todas formas iba a hacerlo al menos por esta vez, quería darle todo lo posible. Que sólo lo mirase a él de aquella manera en la que lo hacía ahora. No podía dejar de observar sus ojos.

Las manos de Hideo le separaron más las nalgas para ayudarlo. Suponía que así era menos invasivo, si lo hacía él mismo. Sonrió incluso con su sexo en la boca y procedió a lamerlo desde la base, a pesar de que le provocaba estremecimientos a él mismo. Ni siquiera había tenido pensado el hacerlo esa noche.

—Idiota… céntrate —susurró Shinya, jadeando y sonriendo un poco al verlo sonreír así. Se echó hacia atrás y deslizó la mano por su propio sexo hacia sus nalgas, empapándose con su saliva y empujándolo sobre la cama después.

—Idiota, ¿eh? Ya verás… —se rio Hideo sujetándolo por la cintura para colocarlo mejor —Se me está poniendo como un hierro…

—Bien, eso me tranquiliza… hace que mis músculos se relajen… —resopló un poco, ironizando, inclinándose para besarlo y tirando de él —. Mejor ponte encima —le pidió enrojeciendo violentamente, y pensando en recostarse boca abajo.

—Vale —se giró sobre él, observándolo y acariciando su cabello —. No tenemos que hacer nada que no quieras. Lo sabes, ¿verdad? No pasa nada…

Shinya bajó la mano y comenzó a moverla sobre su sexo, observando su rostro y preguntándose cuánta presión podía soportar tratando de ser responsable cuando no lo era.

Separó las piernas a los lados de las suyas despacio, acariciándole los gemelos con los pies.

—Eres un demonio… con esa cara… —jadeó Hideo tocándole la mejilla y tirando de él para que lo besara. Reclamó su propio sexo, colocándolo contra el ano del chico y mirándolo a los ojos —¿Estás listo? Porque puedo seguir…

—Métemela… —susurró, aunque estaba asustado, pero a la vez estaba deseando ver su reacción y saber qué se sentía. Le sujetó la nuca, besándolo profundamente.

Hideo lo penetró con tanta delicadeza como podía, jadeando y gimiendo mientras entraba; estaba apretado.

—Te amo…, Shinya… —se lamió los labios, besándolo de nuevo.

Shinya le mordió el labio inferior, frunciendo el ceño y gruñendo un poco por el dolor.

—Duele… —jadeó contra su oído, cruzando las piernas en sus caderas y apretando con fuerza, obligándolo a permanecer allí dentro sin moverse.

—¿Quieres que pare…? Ah…—se estremeció, apretándole las caderas y bajando una mano luego hasta su sexo, masajeándolo.

—¡Noh! —le respondió jadeando con fuerza contra sus labios y dejando de apretarse contra él, ya que quería darle sitio a su mano. El placer lo calmaba, en realidad estaba gimiendo contra sus labios ahora y le revolvió el cabello hacia arriba, mirándolo a los ojos salvajemente y pegando su frente contra la suya —Sigue… pero no dejes de tocarme…

—No. No quiero… —se rio entre jadeos, empezando a moverse poco a poco, aunque continuaba masajeando el sexo del chico. No se podía creer lo caliente que lo ponía. Su lengua buscaba la suya y su mano libre le apretaba la cintura casi con desesperación.

Shinya dejó caer la cabeza hacia atrás contra la almohada, sintiendo el cabello pegado a su nuca por el sudor y apretando los dientes. Pero ahora lo que hacía era contener los gemidos, seguía doliendo, pero era mucho más placentero que doloroso. Cerró los ojos y lo aproximó hacia su cuello para sentir su lengua, enredando los dedos entre su pelo y apretándole los pectorales con la otra mano. Incluso él se estaba moviendo ya, estrujándole las nalgas con las piernas y empujándolo contra él.

Hideo lamió su cuello, mordiéndolo con suavidad y saboreando su piel, salada por el leve sudor. Su pelvis parecía moverse automáticamente ahora, profundizando dentro del chico mientras apretaba su sexo con la mano. Lo sentía completamente húmedo y aceleró la velocidad para causarle más placer. Por lo general prefería ser pasivo, pero esto no estaba nada mal de vez en cuando y con él… con él quería intentar de todo lo que se pudiera.

—¡Hideo… Hideo…! —Shinya le sujetó la cara con ambas manos, mirándolo a los ojos fijamente y besándolo después con ellos entrecerrados. Bajó una mano por su pecho con firmeza, tocándole el abdomen y luego el brazo, sintiendo los músculos de todo su cuerpo y las venas dilatadas del calor y el esfuerzo. Se abrazó a él, pegándolo todo lo posible y haciéndole soltar su sexo para que lo abrazase también. Desde luego no era como un orgasmo normal, se estaba sintiendo un poco desesperado incluso por correrse al fin, y no dejaba de moverse para rozar su sexo contra el abdomen duro del otro. Se sentía sumamente protegido con él allí, y se aferró con las manos a su espalda mientras le besaba el cuello —Haz que me corra… —casi rogó contra su piel, apretando las nalgas con fuerza y subiendo una mano para estrujarle el cabello.

—Lo… haré… —jadeó Hideo sujetando sus caderas y moviéndose sobre él con más intensidad, embistiéndolo y gruñendo por la excitación. Rodeó su cintura, apretándolo más contra su abdomen, sintiendo el sexo del chico pulsar contra su cuerpo. No estaba pensando mucho, sólo dejaba que su propio cuerpo decidiera cómo continuar. Buscó sus labios nuevamente, introduciendo la lengua entre ellos y comenzando a gemir, su sexo duro sacudiéndose con el inicio de aquel orgasmo violento. Ni siquiera le había preguntado si podía correrse dentro de él, había asumido que no le molestaría.

—Hideo… —resopló contra sus labios, temblando por los estremecimientos y besándolo como podía a pesar de los gemidos de ambos. El semen brotó de su sexo en cuanto sintió pulsar el de Hideo, notando el calor de su eyaculación dentro de él y apretándolo con las piernas contra su cuerpo.

Hideo lo abrazó, acariciando su cabello y sonriendo un poco, aunque todavía jadeaba.

—Eres increíble, Shinya. Te daría un trofeo…

—No me hace falta un trofeo pervertido… —resopló con el aliento tembloroso, sintiéndose agotado en realidad, y por fin relajando las piernas. Se pasó una mano por la frente para apartarse el cabello húmedo de la misma, y luego apartó el de Hideo —. Esto cansa…

—Claro que sí, pero no sabes lo bien que vas a dormir ahora —se rio, buscando algo con lo que limpiarse y tan sólo encontrando su propia camiseta. Se iba a quedar con toda la ropa oliendo a semen como siguiera así —. Tu hermano no, él tendrá pesadillas.

—Se la estará machacando… —susurró, riéndose porque sabía muy bien que no. No eran precisamente de los gustos de Mamoru —. Podrías haber esperado a que te trajese una toalla… —se giró, cogiendo una del cajón de la mesilla y limpiándose también, aunque ya se ducharía mañana —. ¿Habías traído otra para mañana?

—No, me prestarás algo, ¿verdad? —sonrió pensando que nunca planeaba bien esas cosas —No voy a querer volver al trabajo el lunes, ¿sabes?

—Si normalmente ya no querrías hacerlo… —tiró de él para que regresase a su lado, y le acarició el brazo —. Le diré a Mamoru que te preste algo, no quiero que vayas por ahí ajustado como un metrosexual… —se rio.

—Te molaría, admítelo, no quieres que me vean los demás —bromeó exhalando luego y abrazándolo.

—No me importa que te vean, siempre que tú no los mires a ellos —se abrazó a él, acomodándose y besándole la frente —. Y no me molaría nada, odio eso —le aclaró para que no fuera a ocurrírsele, aunque lo dudaba —. ¿Tienes sueño ya?

—Un poco, pero si tienes algo en mente, dilo —se rio, se sentía demasiado feliz —. ¿De verdad eres celoso, Shinya?

—Más o menos… No me voy a celar porque le gustes a uno, o a veinte. Sólo me importa el que tú les vayas a dar pie o no… —lo miró, preguntándose si se explicaba y girándose un poco para coger el móvil de su bolsillo. Lo abrió y borró las fotos que tenía allí, menos las de Mamoru y él, que obviamente eran fotos capturadas. Le tomó una a Hideo, y luego otra de su cuerpo, riéndose.

—Sí, soy sexy —el profesor posó de todos modos, alzando un poco una pierna —. A partir de hoy soy un hombre nuevo, sólo te miraré a ti.

—Eres tonto, eso eres… —Shinya se rio, besándolo y mirando las fotos que acababa de tomarle —. Además no te creo… —le dijo aún riéndose —. Espero… —se quedó callado, suspirando —olvídalo, durmamos.

—No, no, si me dices eso y luego te acuestas, me voy a quedar aquí toda la noche mirando el techo. ¿Qué es lo que esperas? —le preguntó apoyándose en un brazo para mirarlo.

Shinya lo miró, pensando que no iba a parar, de todas formas… quería poder confiar en alguien realmente.

—No decepcionar a Mamoru el lunes…

—No lo harás —le aseguró acariciándole el cabello de nuevo.

—Ya veremos… —le pasó una mano por el pecho y dejó el teléfono sobre la mesilla, pegándose luego a él y apagando la luz —. No me sueltes —le pidió de nuevo.

—No lo haré, eres mío —le aseguró apretándolo un poco y cerrando los ojos.

—Eres un oso, Hideo… —le dijo riéndose y cerrando los ojos también.

—Grr…


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