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Capítulo 22
In forgotten places

8 de Abril, sábado.
Madrugada.

—¿Dónde se metió Daiki finalmente? —preguntó Mamoru a Masaki, aunque iba a saber lo mismo que él, pero desde que regresasen a la barra, no lo encontraba, tampoco sabía dónde estaban Hideo y su hermano —¡Hay demasiada gente aquí!

—No lo sé, no lo veo… Tampoco a Takashi por cierto… —contestó el chico achicando los ojos un poco para enfocar en aquel mareo de luces y sombras.
Sin embargo, el moreno llegó por detrás dándole una colleja a Mamoru y de paso espantando a Masaki.

—¿Dónde está Takashi? Lo estoy buscando para matarlo…

—¡No está en mi nuca! —le dio un puñetazo en el hombro en venganza, frunciendo el ceño un poco —Se habrá largado ya con su novio me imagino…

—Maldito… Me dejó con un tío que no hacía más que tratar de tocarme el culo… —se quejó pensando luego que no debía haber dicho eso, pero le daba un poco la risa.

—Tampoco encontramos a Shinya ni al profesor…

—Pues no te quejes… al menos ligaste. Eso para que luego digas…, ¿dónde lo dejaste? Seguro que al menos no era un doño… —se rio, cogiendo un cigarro y buscando a su hermano con la mirada.

En realidad Shinya estaba al fondo del local con Hideo, y habían dejado de disimular que bailaban lo suficiente como para que fuese obvio para ambos, ya que simplemente se estaban tocando.

Tampoco era capaz de hablar realmente, sólo estaba apoyando los labios en su hombro y acariciándole los músculos de los brazos, preguntándose si estaba actuando como cualquiera lo habría hecho en su situación.

Hideo lo rodeó con los brazos apretándolo un poco sin querer romper el silencio. Ya se había dejado llevar de nuevo y no tenía sentido detenerse realmente, pero tampoco quería presionarlo. Le besó la frente entrecerrando los ojos y habiéndose olvidado de que habían ido allí con los demás chicos.

Shinya se irguió y lo miró a los ojos, tocándole el cabello con ambas manos antes de cruzar los brazos sobre sus hombros.

—¿Esto es lo que pasa habitualmente cuando te sacas la camiseta? —decidió romper el silencio, pero no podía dejar de mirarlo.

—No, en realidad… sólo pensaba besarte, cosa que no he hecho en condiciones aún —sonrió besándolo en ese momento de manera apasionada.

Shinya cerró los ojos, devolviéndole el beso y correspondiendo con la misma pasión, bajando los brazos despacio y tocándole la espalda. No lo dudó ni un segundo antes de apretar sus nalgas y continuar besándolo a pesar de que le parecía estarse ahogando del calor que sentía.

Hideo rompió el beso poco a poco, sonriendo y volviendo a mirarlo a los ojos.

—Te quiero raptar…

—¿Y qué pasará si me raptas? —le preguntó sin apartarse ni un poco, aunque sujetándole la cintura otra vez —¿Vas a violarme?

—Si descubres mis planes así de rápido, voy a tener que buscarme otra estrategia —se rio dándole una nalgada —. Espero que no te arrepientas mañana.

—¿Cuántos años te crees que tengo? No voy a arrepentirme, tampoco es como que vayas a romperme el himen o algo así… —se apartó de él, poniéndose la camiseta y la palestina negra, a pesar de que todavía estaba sudando.

—No, pero yo qué sé cuánto tiempo has estado encerrado en tu habitación —le contestó sin demasiada delicadeza, pero suponía que Shinya comprendería —. Y me refería a esto… que para mí es un contrato de boca —se rio poniéndose la camiseta también —. Tus amigos te deben estar buscando…

—Sí, mis amigos… y tus alumnos… —sonrió un poco, pensando en la cara que pondría su hermano cuando le dijese que se iba con Hideo —. Tienes razón, he estado mucho tiempo encerrado en mi cuarto… imagínate lo frustrado que estoy… —murmuró, caminando a su lado y señalándoselos cerca de la barra.

Hideo se rio sujetándolo por la cintura de nuevo y pidiendo otra cerveza como si aún no le llegase.

—¿Ves? ¿Ves? Ya lo está agarrando… Es lo que hacen aquí… Tocar, sobar… —Daiki los señalaba un poco rojo por el alcohol.

—¿Quieres que te agarre también, Daiki? Pero luego no suelto… —se rio el profesor parpadeando un poco ante el flash de Masaki.

—Para la posteridad —se rio el chico.

Shinya suspiró un poco al verlo coger aquella cerveza y pegarle semejante trago.

—Tú sigue, a ver si estoy yendo contigo para verte dormir la mona —le dio un toque en el abdomen, aunque en realidad no le importaba tanto, con tal de estar con él.

—¿Eh?¿Ir a dónde? —Mamoru miró su muñeca para ver qué hora era, y Shinya le bajó la mano para que no se molestase.

—Que me voy con él, a su casa.

—¡¿Eh?! ¿Así, ya?

—No, antes me pidió matrimonio —bromeó con cara de póquer.

—Ah, no menciones el compromiso... —se quejó por molestar a Mamoru más que nada —Me llevo a tu hermanito... mayor.

—No digas esas cosas, me mareo —se quejó Daiki prefiriendo mirar hacia otro lado.

Shinya miró a su hermano, sonriendo un poco ante su cara de estar alucinando, y a la vez de celoso por partida doble.

—¿Os vais ya también?

—Se suponía que venías con nosotros a casa de Daiki —lo acusó Mamoru.

—Así tenéis más sitio —su hermano mayor le quitó la cerveza a Hideo y se la puso contra el pecho a Mamoru —. Ahoga tus penas en el alcohol.

—¡No tengo! —le gritó, bebiéndoselo como si fuera una especie de esponja que se tomase todo el alcohol que le acercasen —Vámonos… os voy a enseñar algo —les dijo a Daiki y a Masaki.

—Eh, ten cuidado con lo que les enseñas —se rio Hideo acercándose y abrazándolo de pronto —. No sufras, siempre serás mi amor platónico.

—¡No! Está borracho... —lo intentó apartar Masaki con el ceño un poco fruncido mientras Daiki simplemente murmuraba

—Todos están borrachos, siempre... —a la vez que se alejaba hacia la salida.

—Yo no…, pero tú sí —murmuró Shinya, que iba saliendo.

—¡Saca! —se rio Mamoru, pegándole una nalgada a Hideo —Ya tengo novio por si no lo ves, es este. Que es bastante más cute que tú.

—Hum... cierto, es cute... —comentó el profesor mirándolo con más atención y poniéndolo nervioso antes de apartarse —Id a por Daiki antes de que suba al coche de algún desconocido —se rio, sujetando a Shinya por la cintura de nuevo y llevándoselo con él.

—No creo que se deje —le dijo Mamoru riéndose y siguiendo a Daiki, sujetándolo de un hombro —. Ven, Daiki, que te voy a mostrar una cosa de esas que te gustan.

—¿El qué? —le preguntó el chico mirándolo e intentando concentrarse un poco. Si caminaba se le iría el mareo, eso era seguro.

—Yo también quiero saber —comentó Masaki mientras salían del local sintiendo el aire nocturno en las caras.

—Sí, pero a ti no te gustan esas cosas —se rio Mamoru, sujetándolo de la cintura y aproximándolo a él —. Sólo es un edificio abandonado. El otro día me fui con Suneo hasta allí, está por donde él vive.

—Pero puedo tomar fotos... —frunció el ceño dándole un codazo —Que no me dejéis por fuera... O me iré a casa.

—No te vayas a casa —se rio Daiki negando con la cabeza —Mamoru es un protector, es todo... Pero sí que me gustan esos sitios. Deberíamos adueñarnos de uno...

—Adueñémonos de ese —se rio Mamoru, que de todas formas no pensaba dejar irse a ningún lado a Masaki y lo apretó contra él, mordiéndole una mejilla —. Saca fotos, así mañana se las mostramos a Takashi y a Yuki, para que vean lo que se perdieron por andar por ahí con doños.

El chico se rio asintiendo

—Y Shinya por irse con el profesor...

—No sé qué les pasa a todos, te lo juro...

—Es la pubertad —parodió a Takashi, riéndose sin poder evitarlo, porque además había bebido demasiado. Echó a correr y sujetó la puerta del autobús antes de que se fuese, esperando a que llegasen los otros dos y pasando al interior —. Así terminamos antes.

—¿Está muy lejos? —preguntó Daiki sentándose en uno de los asientos vacíos que a esas horas eran bastantes. Se estaba preguntando cómo estaría su padre y en dónde.

—No, pero está en una zona poco recomendable para darse paseos durante la madrugada —le aclaró Mamoru, sentándose a su lado y cogiendo a Masaki sobre sus piernas —. Dame un beso… —le pidió, sujetándole la quijada.

El chico lo besó girándose un poco para mejor acceso, contento de que no lo hubiera dejado atrás.

—Mientras no nos maten... —exhaló el moreno mirando por la ventana. Lo cierto era que no le importaba, continuaba pensando en otras cosas.

Mamoru le apretó la entrepierna a Masaki y luego rompió el beso, sonriendo y subiendo la mano a su abdomen. Por eso no podía andar besándolo en cualquier momento, siempre se emocionaba de más con él.

—No van a matarnos, como mucho pueden intentarlo.

—¿Eres bueno peleando, Mamoru? —le preguntó Daiki sonriendo un poco y mirándolos ahora que habían dejado de besarse.

—Seguro que sí. Tiene cara, ¿o no? —contestó Masaki aún mirándolo porque estaba un poco rojo y no quería que Daiki se diera cuenta.

—¿Quieres ver? Tú por si acaso no te pelees conmigo —le medio aclaró el chico, haciéndole cosquillas a Masaki acto seguido y rodeándolo después —. ¿Y tú? —le preguntó a Daiki.

—Hum... puedo defenderme, eso creo. ¿Y tú, Masaki?

—Nunca he peleado con nadie, así que no lo sé —se encogió de hombros pensándolo. No tenía muchas ganas de agarrarse a puños con nadie.

—A ti te protejo yo, y antes de que digas nada… te protegería igual aunque estuvieras como Hideo. Sólo que entonces no se me levantaría —se rio, apretándole la entrepierna de nuevo, pero ahora de broma.

Masaki se rio enrojeciendo de nuevo y besándolo de pronto.

—Eh, hay gente presente... Todos iguales —se quejó Daiki desviando la mirada de nuevo, aunque estaba sonriendo un poco. A veces le daba envidia, no podía evitarlo. Ahora hasta Mamoru tenía novio.

—De eso nada. Estábamos de broma, no es como que vayamos a ponernos a enrollarnos en una esquina y dejarte jugando con un… una mierda de esas con cositas de colores. ¿Sabes lo que digo? —le dio en el brazo con el codo para que mirase de nuevo.

—No, no sé, de todos modos no me distraen los objetos brillantes —se rio mirándolos de nuevo.

—¿Por qué vais a lugares abandonados? ¿No es peligroso? —preguntó Masaki más por curiosidad que por otra cosa.

—Yo nunca he ido, sólo lo vi de pasada y pensé que molaría entrar, y que a Daiki le gustaría también —le aclaró Mamoru, levantándose ya —. Y digo esas cosas de girar, y juntas los colores… a la mierda. Es igual.

—Un cubo rubick... —sugirió Masaki a quien por supuesto sí que le gustaban.

—Eso… —le dio la razón Mamoru, riéndose.

—Da igual, no me vais a distraer —se rio Daiki levantándose también ya que el autobús acababa de detenerse —. Me gustan esta clase de cosas, se lo he dicho a Mamoru. Pienso que podríamos encontrar algo interesante.

—Mi hermano diría que podríamos encontrar una infección. Menos mal que se largó con Hideo pensándolo bien, pero agh… No puedo pensar en que van a… porque van… ¿no? —les preguntó, como pidiendo su opinión.

—Sí, seguro que van a eso... —asintió Daiki sintiendo un escalofrío y pensando que no quería ni imaginarse aquello realmente.

—¿No os preocupa? Porque es el profesor...

—Pero no importa… ¿o sí? —meditó Mamoru, pensando en ellos y deduciendo que quería que su hermano estuviese con alguien que le agradase. Sólo sentía que se iba a celar un poco —. Bajemos aquí —les dijo, saltando del bus cuando se abrieron las puertas.

—No, supongo que no importa, es sólo que es un poco raro...

—No tanto como Takashi y su hombre mayor o Yuki con el dueño de la cafetería. Es más, hasta parece normal si lo vemos así —sonrió Daiki siguiéndolos y tocándole la espalda a Mamoru luego —. ¿No estás preocupado en serio, o sí?

—No, pero como se enteren mis viejos… seguro que lo mandan a otro país o algo así —exageró, riéndose y pasándole el brazo por encima de los hombros a Masaki —. Hubiera preferido que saliera contigo, Daiki. Es tu culpa —lo acusó de broma.

—No lo es, ya te dije que... —se calló por no revelar demasiado frunciendo el ceño y mirando para otro lado.

—¿El qué? ¿Te gusta alguien?

—No te lo voy a decir, todo lo apuntas —lo molestó el moreno, aunque sonriendo un poco después.

—Igual lo voy a escribir.

—Es secreto, todo es secreto con todos menos con nosotros… y mi hermano. Pero como para guardar un secreto con Hideo —se rio, pensando que ese tipo era un caso —. Es por aquí —señaló unas calles bastante oscuras por las que tenían que ir, y miró un poco hacia arriba al notar un zumbido y la luz de una farola parpadear hasta fundirse —. Me encanta este barrio…

—A mí me pone nervioso... —se quejó Masaki pegándose más a él.

—Sólo es una farola. Si sucediese en nuestro barrio, a nadie le importaría —Daiki miró la farola evitando demostrar que a él también lo había sobresaltado y siguiendo adelante.

Mamoru bostezó, mirando a otro lado y de nuevo hacia delante con la vista algo borrosa por el bostezo.

—Como mucho habrá indigentes en el edificio o algo así… A lo mejor drogatas —se rascó la nuca y luego se guardó la mano en el bolsillo —. La verdad es que venir por primera vez en la madrugada, no es lo más sabio —se rio.

—No, realmente no lo es —se rio Daiki mirando hacia arriba. Para colmo la noche estaba oscura.

—Sólo necesitamos que se ponga a llover, a tronar… —se rio Mamoru —. Ah… acabo de darme cuenta de que no vamos a ver nada sin linternas… bueno, tenemos los teléfonos. Tienen bastante luz —abrió el suyo y lo enfocó hacia delante, pensando que no estaba mal.

—El mío tiene linterna —le mostró Masaki sonriendo un poco aliviado por ese pequeño detalle.

—Qué útil, a ver si no olvidé cargar el mío... —Daiki revisó el suyo, pero aún le quedaba batería al menos por una noche.

—Así estaremos bien… —los tranquilizó Mamoru, señalando una zona un tanto hecha polvo entre varios edificios, que probablemente en algún momento había sido un parque, o al menos lo había intentado ser.

Ahora sólo había unos cuantos coches aparcados de cualquier forma, y otros tantos abandonados. Al fondo se veía un edificio con la pintura roñosa y gris. Tenía algunas ventanas rotas incluso.

—¿Ese es? —preguntó Daiki mirando luego a Masaki que acababa de tomarle una foto —Sólo se verá una cosa oscura...

—Pero igual tengo que intentarlo, no me voy a acordar de todos los detalles —le aclaró el chico entusiasmado y ahora sumamente curioso ya que nunca había ido a un sitio así.

—Te traeré de nuevo de día —Mamoru lo miró, revolviéndole el cabello y mirando la cámara —. De todos modos así tienes una foto tétrica, que también mola —se rio, dirigiéndose hacia allí y entrando simplemente, ya que una de las puertas del portalón estaba tirada en el suelo. Parecía haber sido arrancada.

—Si encontramos un cadáver, yo me voy —bromeó Daiki mirando hacia el techo y pensado que era bastante alto, pero le daban ganas de subir así que se dirigió a las escaleras.

—Cuidado, pueden estar podridas... —le advirtió Masaki a pesar de que eran de cemento, pero nunca se sabía.

—Creo que el cemento no se pudre, ¿eh? —se rio Mamoru, subiendo detrás de Masaki para que no se quedase de último, y sujetándose a sus nalgas, aunque no era necesario precisamente —Tú vas muy directo, Daiki. ¿A qué piso vamos?

—No lo sé, sólo quería subir... —le contestó girándose un poco y caminando de espaldas. No tenía idea de por qué no había revisado la planta baja, simplemente no le había parecido interesante.

—¡Cuidado, Daiki! —Mamoru señaló tras él, partiéndose de risa al ver cómo se apartaba —Lo siento, lo siento… fue demasiado tentador.

—Pero me espantaste a mí —se quejó Masaki dándole una leve palmada en un brazo y riéndose después.

—Agh, sois unos inmaduros, todos... —el moreno se giró continuando hacia arriba con el ceño fruncido. Ahora tenía ganas de asustarlos él a ver si les parecía tan gracioso.

—Claro que sí, y me enorgullezco de ello —se rio Mamoru, saltando dos escalones arriba y sujetando a Masaki de la trabilla del pantalón para ir a su lado —. Entremos en un piso —propuso, preguntándose si alguna puerta estaría abierta —. Será mejor no hacer mucho ruido de todas formas. Imagina que llaman a la policía… no quiero ver a tu viejo cabreándose de nuevo.

—No, por Dios. Además... hoy se cabrearía especialmente —frunció el ceño deteniéndose de pronto y entrando en aquel piso, mientras Masaki soplaba un poco del polvo en el cartel para leer el número

—Siete... ¿Siete? No hemos subido tanto... —se encogió de hombros tomándole una foto y siguiendo a Daiki, mirando a Mamoru por un momento. No quería perderlo de vista.

—No, habremos subido como tres pisos. Alguien ha debido cambiar el cartel —Mamoru entró tras ellos y cerró la puerta por si acaso —. ¡Hola! —llamó por si acaso. Era mejor saber si había alguien, ahora que podía correr escaleras abajo, pero no contestó nadie. Abrió su móvil y alumbró el salón, que era a donde daba la puerta de entrada.

Las paredes estaban llenas de pintadas y le señaló una a Masaki.

—Mira, tómale una foto a esto… —le pidió, observando ese tipo de símbolos satánicos que la gente solía pintar para asustar.

—Creepy... —se quejó el chico, aunque tomando aquella foto y mirando los demás luego. Aún había un sofá abandonado allí, con la tela casi guindando del mismo.

Daiki había seguido adelante hasta la próxima habitación y estaba examinando el suelo en busca de alguna cosa olvidada.

—¿Le damos un susto a Daiki? —susurró Mamoru, riéndose en bajito y girándose para mirar el televisor, que tenía un gran agujero en la pantalla de cristal —. Espera, voy a ver la cocina.

—No te comas nada... —bromeó el chico siguiéndolo luego —Espera, que no me quiero quedar solo aquí.

—Ven —le ofreció su mano y entró en la cocina después, soltándolo ya y mirando por los cajones —. Qué extraño… —murmuró, notando que había montones de cuchillos en todos ellos. Los armarios no tenían nada, a no ser por unos cuantos paquetes de comida podrida y alguna lata caducada.

—Se habrán llevado todos los demás cubiertos... —murmuró el chico a su lado, a quien no se le ocurría otra explicación.

Se aproximó a la nevera y la abrió.

—A ver qué me como… —bromeó con Masaki, echándose hacia atrás de golpe y tapándose la cara con un brazo —¡Dios! —le dio una patada a la puerta y la cerró de golpe, pero rebotó y se abrió de nuevo, la goma ya estaba seca. Había un animal muerto dentro, y tenía varios cuchillos clavados. Debía estar ahí desde hacía siglos, porque ni siquiera olía y se veía seco.

Apartó hacia un lado a Masaki y realmente se asustó al ver cómo se abría la puerta de nuevo.

Una rata salió corriendo por el suelo rápidamente y se metió entre las esquinas de los muebles.

—¿Qué fue eso? ¡¿Qué fue eso?! —el chico gritó espantándose y alzando el móvil como listo para lanzárselo a lo que fuera y mirando para todos lados.

—Una rata… sólo era eso —Mamoru sonrió ligeramente, pensando que se había dado un buen susto, y cerrando la nevera con el pie de nuevo —. Mierda… la gente está como una puta cabra —murmuró sudando un poco por el susto todavía —¡Eh, Daiki! ¿Qué haces? ¿Sabes lo que hay aquí? —lo llamó, sujetando a Masaki para ir a buscarlo.

Sin embargo, Daiki no contestó. Se había adentrado más en aquel piso, hasta la habitación del fondo y ahora estaba parado en el centro de la misma con los ojos semi cerrados, una lámpara parpadeando sobre su cabeza.

Masaki se espantó al escucharlo gritar casi saltando hacia atrás.

—¡¿Daiki?! —lo llamó seguro de que habría visto alguna otra cosa asquerosa, pero nuevamente sólo hubo silencio.

—¡Daiki! —Mamoru echó a correr por el pasillo y se puso a abrir las puertas de golpe. No estaba en ningún lado, ¿o qué? Se giró como si no hubiera visto antes aquella puerta blanca cerrada al final del pasillo, blanca igual que el resto de la pared.

La abrió de golpe y se encontró a Daiki en el centro de la habitación, mirando hacia un espejo con los ojos demasiado abiertos para ser normal.

La luz estaba apagada, y parpadeó de nuevo cuando entró en aquel cuarto. Escuchó aquel zumbido, pensando que también iba a fundirse el filamento de la bombilla.

¿Por qué tenía miedo? Frío, de pronto ni siquiera estaba pensando en Masaki, ni siquiera en Daiki, a pesar de que lo tenía ya casi delante, sólo en su propio miedo.

Le apoyó la mano en el hombro y miró al espejo para saber qué era lo que observaba de ese modo.

Sin embargo el chico se giró de pronto mirándolo de aquella manera extraña como si también le sorprendiese verlo.

—¿Qué?

—Gritaste... —contestó Masaki sobándose los brazos por el frío que tenía de pronto y mirando al espejo. Sabía que era infantil, pero temía que algo apareciese allí.

—No grité... ¿Quieres ver? Se ve toda la habitación... —Lo invitó de pronto sonriendo y volviendo a mirar a Mamoru.

Masaki les tomó una foto, tirando del moreno luego.

—No, mejor nos vamos ya... Se hace tarde —De todas maneras no había nada que ver allí, no sabía de qué le estaba hablando.

—Sí, mejor vámonos… —le pidió Mamoru, tirando de él también a su vez —¡Dios, mierda! Joder… me voy a morir hoy… —se quejó casi al borde del infarto al escuchar el teléfono de Daiki sonar.

—¿No vas a contestar? —le preguntó al ver que no se movía siquiera.

El moreno lo miró por un segundo asintiendo luego.

—Ah, sí... —cogió el teléfono, abriéndolo y simplemente escuchando.

La llamada simplemente se cortó, y Junji se movió en el sofá de su casa, frunciendo el ceño y sentándose, aunque eso provocó que tuviera que recostarse de nuevo a causa del mareo que tenía por lo mucho que había bebido.

Volvió a llamarlo, pero no sonó esta vez.

—¿Quién era? ¿Te ha colgado?

Daiki simplemente se guardó el teléfono sentándose en el suelo de pronto.

—¿Por qué no venís aquí? ¿Tenéis hambre? —sonrió de manera macabra, casi riéndose y tamborileando en el suelo con los dedos.

—¿Qué coño le pasa? —le preguntó Mamoru a Masaki, poniéndose nervioso y frunciendo el ceño. Le sujetó el brazo y lo levantó a la fuerza —. Vámonos ya, a tu casa.

Daiki lo miró como si le pareciera incomprensible que se hubiera atrevido a alzarlo así.

—Daiki... vámonos. Creo que has bebido mucho... —intentó intervenir Masaki porque lo estaba asustando y no, eso no parecía un efecto del alcohol.

El chico lo miró de la misma manera, sonriendo luego y asintiendo.

—Sí, vamos a casa, ¿por qué no?

—Tal vez sería mejor que llamásemos a alguien para que viniera a buscarnos… —murmuró Mamoru, pensando que no le gustaba nada su actitud.

De todas formas no lo soltó, se lo llevó de la muñeca y lo sacó de aquel piso, aunque tampoco soltaba a Masaki por nada del mundo.

—No, no, vamos a casa. Quiero ir a casa... —insistía el chico casi demandándolo, empezando a fruncir el ceño ahora.

—Mejor salimos de aquí y luego pensamos en qué hacer —sugirió Masaki que tenía ganas de salir huyendo a decir verdad.

—¡Que ya vamos a casa! —espetó Mamoru frunciendo el ceño y pensando que le estaba sacando de quicio, aunque generalmente no se alteraba de esa forma. Cerró la puerta de aquel piso y lo empujó un poco para que bajase por las escaleras —Vamos.

—Ya voy, no... —el chico sacudió la cabeza acelerando y mascullando —No me empujes.

—No lo hago… —protestó Mamoru, golpeando las paredes con un puño mientras bajaban por las escaleras casi en línea.

El teléfono de Daiki volvió a sonar en cuanto abandonaron el edificio.

Esta vez el chico contestó enseguida, mirando el número y sonriendo un poco.

—¿Papá? Ya voy a casa...

—Vale… —murmuró, pensando que no estaba de humor para discutir en ese momento. Tal vez no tenía cobertura antes —. Venga, es tarde —se quejó de todas formas antes de colgarle, levantándose para ir a tirarse en la cama. No quería dejar mal a su hijo quedándose en el sofá.

—¿Daiki? —le preguntó Masaki al verlo colgar como si nada.

—¿Sí? ¿Qué pasa? —de pronto se detuvo mirando hacia atrás —Eh, ¿cuándo salimos del edificio?

—No sé… —murmuró Mamoru, riéndose un poco y pegándole con el pie en el culo —. Verás cómo me vuelvas a mirar así.

—¿De qué estás hablando? No te miré de ninguna forma —le contestó confundido y dándole un puñetazo en un brazo —. Violento...

—Sí, y tú eres Heidi, mira… —Mamoru se apretó el brazo, empujándolo con el hombro —. Mira… como estoy todavía un poco borracho, os doy esa ventaja de a ver quién llega antes.

—No necesito ventajas... —se rio el chico echando a correr.

—¿Estás seguro, Mamoru? Estaba muy raro... —Masaki le tomó una foto haciendo una nota mental de revisarlas luego cuando estuvieran en su casa.

—Claro, vamos… Sólo estaba empanado, y nos ganará —tiró de su mano para que echase a correr con él, soltándolo luego porque si no, no iban a ganarle.


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